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HISTORIA DE VIDA

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MÚSICA

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Por muchos años vivió sumergida entre santos, idolatrías y “limpiezas espirituales” para calmar la depresión y las enfermedades que padecía. Sin embargo, poco o nada obtuvo. Hasta que Dios le habló a su vida mediante un sueño. EL SUEÑO DE ÁNGELA

STEVEN LÓPEZ FOTOS: ARCHIVO FAMILIAR

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“Es hora de que vengas al Señor”, le dijeron las tres personas vestidas de blanco que aparecieron en los sueños de Ángela Díaz Rodríguez para hacerle entender el camino equivocado que, por muchos años, había transitado, entre el espiritismo y una vida católica errada.

Al ver a los personajes, su cuerpo empezó a estremecerse; era una sensación extraña que le provocaba cierta calma interior, pero, pese a ello, respondió que no podía acercarse a Dios, porque “no podía jugar a dos barajas”.

Y era verdad, desde hacía años ella era devota de la iglesia católica; no había liturgia o actividad religiosa a la que no asistiera porque sentía que estaba haciendo lo correcto. Pese a desvivirse por la iglesia tradicional, padecía de enfermedades y males que parecían no tener alivio.

Para contener sus sufrimientos apeló en reiteradas oportunidades a las sesiones de “limpias espirituales” que se hacían con el humo de tabaco, o las pasadas de huevo por todo su cuerpo y otras acciones, pero los resultados siempre eran los mismos.

Mientras más practicaba esos ritos, el cuadro de depresión aumentaba, el asma galopante que sufría desde años hacía sufrir su tracto respiratorio y los dolores en el cuerpo se agudizaba.

Muchas veces, en la soledad de su cuarto, reflexionaba sobre sus males, miraba el cielo y preguntaba si el Dios al que rendía pleitesía podía acordarse de ella y le daba la tranquilidad espiritual que necesitaba. Lloraba largamente a cualquier hora del días, mañanas, tardes y noches, por todo lo que le pasaba y recordaba su niñez a lado de sus hermanos y padres.

Mientras más practicaba esos ritos, el cuadro de depresión aumentaba, el asma galopante que sufría desde años, hacía sufrir su tracto respiratorio y los dolores en el cuerpo se agudizaba.

PRINCIPIO DE MALES Ángela Díaz Rodríguez nació en Santo Domingo, capital de República Dominicana, en el seno de un hogar con un padre que se dedicaba a la hechicería para llevar sustento económico a casa; su madre se dedicaba íntegramente al cuidado de sus ocho hijos.

Desde niña, observó como su padre usaba la brujería como medio de subsistir, pese a que descendía de una pareja de líderes de una de las mayores iglesias adventistas del país.

El padre de Ángela había dejado el camino adventista por la brujería y la hechicería cuando constató que podía obtener ingresos económicos a cambio de una “limpia”, una pasada de huevo o un brebaje espiritual.

Todos en el hogar eran testigos del trabajo espiritual continuo; los niños, sin embargo, sentían temor cuando en las noches, entre bebidas alcohólicas y cigarros, los espíritus demoníacos tomaban posesión del cuerpo del padre que ingería hasta vidrio molido para, según él, obtener mayor poder.

La práctica de hechicería era una rutina que caló en varios de los hijos y algunos comenzaron a seguir su ejemplo. Otros, sin embargo, se refugiaron en los brazos de sus abuelos quienes, con amor, le enseñaban a leer la Biblia.

Cuando cumplió la mayoría de edad, Ángela buscó migrar a otro país en busca de un mejor futuro. Tuvieron que pasar unos cinco años para que lograra cumplir ese sueño, y pudo viajar hacia Italia, dejando atrás un hogar de hechicería y maldad.

Algunos años antes de partir había conocido a un joven con quien se involucró y tuvo dos hijas que luego llevó al Viejo Continente para ofrecerle un destino diferente.

En Italia, ella se dedicó por muchos años a trabajar cuidando ancianos en un centro de reposo; obtuvo estabilidad económica, pero los males comenzaron a aquejarla; tenía cuadros de depresión, ansiedad y comenzó a padecer de un cuadro asmático.

Asistió a varios especialistas para encontrar una cura

Luego de tres semanas de lucha constante, un domingo, a primera hora, se levantó temprano y corrió al cuarto de su hija para pedirle que la lleve a una iglesia evangélica. Había decidido acatar el mandato de sus sueños.

para sus males y ninguno le daba una solución. La gente de su entorno comenzó a murmurar sobre su estado de salud y a sus espaldas la llamaba “la tísica” a causa de la tos incesante que padecía.

Los años pasaron y se enroló más a la iglesia católica para hallar una respuesta y sanidad a sus males; y algunas veces apelaba a las mismas prácticas espirituales aprendidas de su padre. Hacía supuestas “limpias” con el tabaco para alejar la mala vibra.

LA VERDAD Enferma, se mudó a Suiza a vivir con una de sus hijas. Fue en esas circunstancias que soñó a las tres personas de blanco que la invitaron a conocer a Dios. Ella, inicialmente, se negó y las enfermedades fueron agudizándose más.

Luego de tres semanas de lucha constante, un domingo, a primera hora, se levantó temprano y corrió al cuarto de su hija para pedirle que la lleve a una iglesia evangélica. Había decidido acatar el mandato de sus sueños.

La hija se sorprendió del pedido, pero accedió y salieron a buscar un templo. Recorrieron varias calles, mientras en el corazón de Ángela crecía un fuego grande por encontrar la iglesia evangélica.

Luego de varios días, una compañera de su hija, indicó un lugar donde cristianos se reunían para estudiar la Palabra de Dios. Ambas se alistaron prontamente y enrumbaron al lugar, buscaron largas horas, pero no encontraban el sitio.

Veían pasar a la gente, ingresaban al lugar indicado, pero no parecía una iglesia por la manera cómo vestían la gente que ingresaba. Luego de horas, vieron ingresar a dos personas con ejemplares de la Biblia en la mano y recién comprendieron que era el lugar indicado. Ese local de alquiler se usaba como lugar de diversión, pero luego se convertía en lugar de adoración a Dios.

Al entrar, Ángela Díaz Rodríguez sintió algo especial en su vida; toda carga que llevaba en sus hombros de dolor y malestar, iban desapareciendo poco a poco. Se sentó al medio del templo y escuchó todo el mensaje que el predicador ofreció ese día.

Cuando llegó el llamado de arrepentimiento, desde su lugar, Ángela le pidió a Dios que le ayudará a sanarse de sus dolencias, recordó el sueño donde habían aparecido esos tres personajes espirituales y le pidió perdón por no aceptar el cambio para su vida.

Desde ese momento, toda su existencia cambió por completo, dejó atrás la depresión, la ansiedad y los males. Aunque los primeros años le fue difícil abandonar la vida que tenía entre vanidades y buena vestimenta; luego de mucha oración lo dejó, para convertirse en ayuda de los más necesitados.

En el año 2015, luego de siete años, logró bajar a las aguas del bautismo, cumpliendo su mayor anhelo de su corazón.

Ángela viajó de Suiza a Italia y halló una iglesia cercana a su hogar. De ese modo, conoció la iglesia del Movimiento Misionero Mundial de Ticino, donde el Todopoderoso le cimentó más su fe.

Actualmente es una fiel colaboradora de la Obra del Señor, apoyando en llevar el mensaje de salvación y esperanza a los hospitales, centros de reposo y en las calles. Agradece a Dios que mediante un sueño, el deseo de buscarle se haya hecho realidad.

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