HISTORIA DE VIDA
Por muchos años vivió sumergida entre santos, idolatrías y “limpiezas espirituales” para calmar la depresión y las enfermedades que padecía. Sin embargo, poco o nada obtuvo. Hasta que Dios le habló a su vida mediante un sueño.
EL SUEÑO DE
ÁNGELA STEVEN LÓPEZ FOTOS: ARCHIVO FAMILIAR
“Es hora de que vengas al Señor”, le dijeron las tres personas vestidas de blanco que aparecieron en los sueños de Ángela Díaz Rodríguez para hacerle entender el camino equivocado que, por muchos años, había transitado, entre el espiritismo y una vida católica errada. Al ver a los personajes, su cuerpo empezó a estremecerse; era una sensación extraña que le provocaba cierta calma interior, pero, pese a ello, respondió que no podía acercarse a Dios, porque “no podía jugar a dos barajas”. Y era verdad, desde hacía años ella era devota de la iglesia católica; no había liturgia o actividad religiosa a la que no asistiera porque sentía que estaba haciendo lo correcto. Pese a desvivirse por la iglesia tradicional, padecía de enfermedades y males que parecían no tener alivio. Para contener sus sufrimientos apeló en reiteradas
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oportunidades a las sesiones de “limpias espirituales” que se hacían con el humo de tabaco, o las pasadas de huevo por todo su cuerpo y otras acciones, pero los resultados siempre eran los mismos. Mientras más practicaba esos ritos, el cuadro de depresión aumentaba, el asma galopante que sufría desde años hacía sufrir su tracto respiratorio y los dolores en el cuerpo se agudizaba. Muchas veces, en la soledad de su cuarto, reflexionaba sobre sus males, miraba el cielo y preguntaba si el Dios al que rendía pleitesía podía acordarse de ella y le daba la tranquilidad espiritual que necesitaba. Lloraba largamente a cualquier hora del días, mañanas, tardes y noches, por todo lo que le pasaba y recordaba su niñez a lado de sus hermanos y padres.