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Haití es desde hace décadas el país más pobre de América y está en permanente crisis económica, social y política. El reciente asesinato del presidente Jovenel Moise no hace más que ahondar los graves problemas del país caribeño y origina un futuro nebuloso.

EL ETERNO DRAMA DE HAITÍ

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Los problemas económicos, políticos y sociales de Haití se han profundizado en los últimos años, con la violencia de los grupos armados, los secuestros, la gran inflación, la escasez de alimentos y de combustible, el aumento reciente de las infecciones por coronavirus y la crisis política originada por el asesinato del presidente Jovenel Moise.

Aunque varios de esos problemas son de larga data en el país caribeño, la reciente muerte de Moise ha hecho que el mundo voltee recién las miradas hacia la isla y tome importancia del intenso drama de cerca de doce millones de personas que habitan allí.

Casi el 75% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza. Las Naciones Unidas estima que casi 4 millones de haitianos, de una población de cerca de 11,5 millones, padece inseguridad alimentaria. Cerca de dos millones de personas, se ha visto forzado a emigrar.

Hace 11 años el país fue devastado por uno de los desastres naturales más graves de su historia reciente, un terremoto de magnitud 7. Fue el sismo más trágico sucedido en Haití desde 1842. El terremoto y las dos réplicas que le sucedieron dejaron 316 mil muertos, miles de casas desplomadas, el 60% de las infraestructuras médicas destruidas.

No fue el único desastre natural de los últimos años. En 2016 el huracán Matthew se abatió en el suroeste del país causando 573 muertes y unos dos millones de damnificados. Y en el 2020, en plena pandemia, el huracán Laura pasó por el país en agosto dejando también decenas de muertos y daños materiales.

INSEGURIDAD E INESTABILIDAD Haití soporta también la aparición de una gran cantidad de bandas armadas. Las fuerzas de seguridad no son suficientes para frenar la ola delincuencial. El Ejército tiene apenas tiene 500 miembros y los 15 mil policías no parecen ser suficientes para controlar la situación.

Los secuestros, los saqueos y la violencia asociada a las pandillas han vuelto ingobernables algunas regiones del país, lo que ha hecho que muchos haitianos sientan miedo al momento de salir de sus hogares y ha obligado a algunas

(…) la inestabilidad política es una constante. Basta decir que es el único país de América que ha tenido más de 20 gobiernos en 35 años. El asesinato del presidente es el último hito de un país desestabilizado por una profunda crisis.

organizaciones de ayuda a reducir sus actividades.

Hace unas semanas los cabecillas de las pandillas haitianas anunciaron una guerra contra las élites tradicionales del país e hicieron un llamado a saquear los comercios establecidos.

De otro lado, la inestabilidad política es una constante. Basta decir que es el único país de América que ha tenido más de 20 gobiernos en 35 años. El asesinato del presidente es el último hito de un país desestabilizado por una profunda crisis.

Esta administración estuvo agobiada por las protestas sociales, especialmente en 2019, donde miles de personas paralizaron prácticamente todas las actividades de las instituciones públicas y privadas del país.

El asesinato de Jovenel Moise se produjo a sólo dos meses de las elecciones presidenciales, convocadas para el 26 de septiembre, comicios en los que el mandatario no podía ser candidato.

Moise había convocado para la misma fecha un referéndum para aprobar una nueva Constitución, un proyecto que no contaba con el apoyo de la oposición ni de la comunidad internacional. Según algunos expertos esa fue "la gota que colmó el vaso" del malestar social.

Pero eso no fue todo. En enero de 2020, Moïse disolvió el Parlamento y desde entonces gobernó Haití por decreto, entre críticas y protestas ciudadanas por presunta corrupción del régimen.

El desaparecido mandatario se defendía diciendo que lo querían sacar del poder porque fue precisamente él quien se dio cuenta de estos hechos de corrupción sistémica y trató de revertirlos combatiendo a los «oligarcas» corruptos.

En febrero pasado Moïse denunció que había sido amenazado y desde hacía meses vivía recluido en su residencia de Puerto Príncipe. Afirmó entonces que había un golpe de Estado en marcha organizado por un grupo de familias y empresarios “que controlan los principales recursos del país, que siempre han puesto y quitado presidentes y que utilizan la calle para crear desestabilización”.

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