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HÉROE DE LA FE
Siervo meticuloso y misionero disciplinado, el pastor Elijah Hedding predicó el Evangelio durante más de 50 años en beneficio de las almas atribuladas de los Estados Unidos y Canadá del siglo XIX.
LA VOZ DE UN HERALDO
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DAVIS WASGATT
PERSONAJE notable dentro de la historia del cristianismo de los Estados Unidos del siglo XIX, predicador eminente y uno de los principales responsables de la propagación del Evangelio en Nueva Inglaterra, el reverendo Elijah Hedding fue un siervo de Dios que se constituyó en un ejemplo para los creyentes gracias a su fe inquebrantable en Dios que lo llevó a transmitir durante más de cincuenta años la sana doctrina en beneficio de la salvación de los afligidos de su época. Nacido el 7 de junio de 1780, en el condado de Dutchess del estado de Nueva York, el hermano Elijah fue hijo de los fieles James Hedding y Ruth Ferguson quienes amaban al Redentor por sobre todas las cosas y tenían fuertes convicciones cristianas. De ascendencia inglesa, creció en un hogar donde las Sagradas Escrituras, la esperanza en el Creador, la adoración y la oración siempre estuvieron presentes como una parte esencial de las actividades cotidianas. En su infancia, su progenitora, una mujer piadosa, fue la responsable de inculcarle los fundamentos de la doctrina de Jesucristo. A los cuatro años de edad, aprendió a orar con las orientaciones espirituales que ella le brindó con serenidad y confianza. Con la bendición del Espíritu Santo, además, lo condujo por
el camino correcto y lo apartó de la maldad. Asimismo, le enseñó la Palabra y las verdades del Altísimo para transformarlo en una persona de bien. En 1789, el predicador Benjamín Abbot, un misionero metodista, consolidó la fe del siervo Hedding y de gran parte de su familia. Impactados por sus mensajes poderosos, su abuela, su madre y él, y varios parientes suyos, se unieron a una iglesia local donde se congregaron para exaltar el nombre de Jehová como está establecido en la Biblia. En esa casa de Dios, vivió momentos de felicidad celestial que lo acompañaron el resto de sus días terrenales.
Obrero fiel
En 1791, emigró junto a sus padres al estado de Vermont y se instaló en la localidad de Starksboro, una parte de Norteamérica que en aquella época recién empezaba a poblarse, cuya sociedad estaba atrapada en las garras del maligno. Aferrado a las Escrituras, batalló a diario contra los peligros de una zona remota en la que la falsedad, el adulterio, la fornicación, la perversidad, la inmoralidad y la injusticia alejaban a las ovejas del redil del Rey de Reyes. Sobre el final del segundo semestre de 1798, luego de pasar un período de duda y temor, decidió separarse de todos sus pecados y entregarle su vida al Salvador. Su conversión ocurrió tras participar en un culto ofrecido en una pequeña congregación metodista de Starksboro a la que asistía su progenitora. Bajo una arboleda, se arrodilló y clamó al Señor para que lo aceptara como parte de su pueblo. Entonces, después de que su suplica fue atendida por el Omnipotente, sintió una paz inmensa. En 1799, empezó a predicar las buenas nuevas en público. Entrenado en el campo de acción, poco a poco se fue transformándose en un obrero fiel del Redentor. De igual manera, escudriñó la Biblia para aprender todo lo relacionado a la fe cristiana. Interesado en la redención de los pecadores, llevó el Evangelio a la gente de su pueblo y de regiones vecinas situadas entre el lago Champlain y las Montañas Verdes de Vermont. Además, llegó hasta Canadá con la Palabra de Dios. Bendecido por Cristo, fue licenciado como predicador local en 1800. Más adelante, el 16 de junio de
1801, fue admitido por una organización evangélica de Nueva York como predicador itinerante. En ese momento, se abrió paso con su confianza en Yahvé en medio de los riesgos, el cansancio, el hambre, el frío y el calor que envolvían el trabajo misionero de aquellos días. Amparado por el Salvador, trepó montañas, cruzó ríos, pasó por bosques y soportó tormentas para irradiar el mensaje celestial.
Instrumento del Señor
El 4 de julio de 1803, fue ordenado diácono por los responsables de la denominación a la que pertenecía. En seguida, recibió la misión de trasladarse al estado de Nuevo Hampshire para proseguir con sus labores cristianizadoras. Allí, en el noreste del territorio estadounidense, fue el instrumento que empleó el Señor para llevar su Palabra a trece pueblos. Sus prédicas impactantes y sus reuniones poderosas causaron un avivamiento arrollador y una gran cosecha de almas. El 12 de julio de 1085, fue reconocido como ministro del Redentor durante una conferencia de su organización realizada en la ciudad de Lynn, situada en el estado de Massachusetts, donde fue considerado para evangelizar en los estados de Nueva Inglaterra que comprendía, en ese instante, cinco distritos y cuarenta y ocho estaciones de fe. En el cierre de la reunión, fue designado para ministrar en un circuito cristiano que tenía a Vermont como su eje principal. Hombre virtuoso, predicador meticuloso y misionero disciplinado, en los siguientes años de su existencia no solo fue una de las principales piezas en la difusión de las buenas nuevas en Nueva Inglaterra, sino también un propagador esforzado del Evangelio en los estados de Massachusetts, Oregón y Connecticut donde ganó almas para el Altísimo. Hábil para captar la atención de las multitudes, llevó igualmente a los pies de Jesucristo a un gran número de indios de los Estados Unidos y Canadá. Estudioso de la teología evangélica, jugó un papel decisivo en el establecimiento de la revista “El Heraldo de Sión”, la primera publicación metodista semanal en suelo estadounidense, mientras estuvo en Massachusetts. Como parte de su pastorado, escribió cuatro obras valiosas: “Himnos para uso de la
Hombre virtuoso, predicador meticuloso y misionero disciplinado fue una de las principales piezas en la difusión de las buenas nuevas en Nueva Inglaterra y un propagador esforzado del Evangelio en los estados de Massachusetts, Oregón y Connecticut donde ganó almas para el Altísimo. Hábil para captar la atención de las multitudes, llevó igualmente a los pies de Jesucristo a un gran número de indios de los Estados Unidos y Canadá.
iglesia Metodista”, “Colección metodista de himnos y melodías”, “El predicador metodista”, que contiene veintiocho prédicas sobre temas doctrinales y prácticos, y “Un discurso sobre la administración de la disciplina”.
Leal a la causa de Dios
En 1807, fue nombrado supervisor de los pastores de Dios de Nuevo Hampshire por los líderes de la Iglesia metodista. Posteriormente, el 28 de mayo de 1824, fue elegido y consagrado obispo de la mencionada denominación en un encuentro llevado a cabo en la metrópoli de Baltimore. Con enorme modestia, pero con la certeza de contar con la gracia y respaldo del Señor, realizó con diligencia las tareas y los deberes de la función que cumplió durante veintiocho años. Líder inteligente, varón simple y práctico, de mente aguda y buen juicio, desarrolló en su extenso ministerio una predicación reveladora que siempre enfatizó con demostraciones de exaltación y glorificación. Lector voraz de libros doctrinales y poseedor de una voz sonora, fue notable por su responsabilidad, su sabiduría, su rectitud y su profunda piedad. Competente para la administración, veló por el progreso y el crecimiento de los templos que tuvo a su cargo. El 9 de abril de 1852, después de haber padecido una enfermedad prolongada, el reverendo Elijah Hedding dejó de existir en la urbe de Poughkeepsie. Días antes de su fallecimiento, con suma tranquilidad, atestiguó que: “He servido a Dios más de cincuenta años. Generalmente he tenido paz, pero nunca antes había visto tanta gloria, tanta luz, tanta belleza. ¡Oh, quiero decírselo a todo el mundo! Oh, si tuviera una voz de trompeta. Ni un día, ni una hora, ni un momento he tenido temor de la muerte”. Con su historia y su defunción, el hermano Elijah entregó uno de los más ricos ejemplos de fe verdadera. Su biografía fue un triunfo de la bondad. Y su deceso una victoria de la redención ofrecida por el Creador. Firme defensor de la educación basada en principios bíblicos, logró que el Evangelio corriera y fuera glorificado en Canadá y los Estados Unidos en un tiempo importante para el crecimiento del cristianismo. Leal a la causa de Dios, ofreció un mensaje de esperanza.