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HISTORIA DE VIDA

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LITERATURA

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Contrató un santero para intentar romper la relación con una mujer que practicaba la brujería y pasó una etapa muy difícil de su vida. Atrapado en ese laberinto diabólico pidió ayuda a Dios. Pronto los espíritus que lo atormentaban se esfumaron. Había sido liberado y tenía un nuevo futuro.

EL HOMBRE QUE LA BRUJERÍA ESCAPÓ DE

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PAULINO Abrego quería abandonar a su esposa para marcharse con otra mujer de la que se había enamorado sin atenuantes. Cuando tomó la decisión de dejar la casa, una de sus hijas enfermó de pronto gravemente, impidiéndole que pudiera cumplir sus planes. Mara, su esposa, estaba enterada de la relación extramatrimonial que él mantenía y pretendió salvar a su hogar en un último esfuerzo. Le dijo que aquella mujer estaba involucrada en la brujería y que le había hecho un maleficio para arrancarlo del seno de la familia. Al comienzo él no creyó; sin embargo, ciertos detalles de su amante lo decidieron a acudir a un santero. Buscaba ayuda para romper el embrujo que lo ataba a esa mujer como una cadena invisible que parecía irrompible y lo subyugaba completamente a la voluntad de ella. Apenas llegó, el brujo le dijo directamente que varios miembros de su familia iban a morir si no hacía los rituales que le había preparado; le entregó tres envases para “purificar su casa” y le hizo una rara confesión; dijo que él servía al diablo y que solo tenía el 49% de poder, el otro 51% estaba en otras manos. Durante todo el trayecto de retorno, Paulino se preguntaba quién tendría el otro 51% del poder mencionado por el santero. Pensó por largo rato hasta que se dio cuenta que ese otro no podría ser otro que Dios y entendió que era víctima de un engaño; al llegar a su casa, sacó los envases y los tiró al desagüe. No necesitaba la ayuda de un fanfarrón.

Un comienzo difícil

Paulino Abrego Urriola quería superar esta dura crisis. Era una de una de las más graves de su vida, signada por las dificultades. Había tenido que enfrentar la muerte desde el primer día de su vida, en un pequeño pueblo de la provincia de Veraguas, Panamá. Su madre, Domiciana Urriola, tuvo complicaciones en el parto y, cuando a él lo sacaron del vientre materno, no respiraba porque estaba ahorcado con el cordón umbilical; en realidad, pudo llegar a este mundo casi de milagro. Transcurrió su infancia en la miseria y la escasez; su familia era pobre y su

ELISEO AQUINO / FOTOS: ARCHIVO FAMILIAR

padre, que también se llamaba Paulino, se esforzaba para poder darles algo de comer, pero lamentablemente sufrió un accidente y él, a los doce años, tuvo que trabajar para ayudar a su madre. En su adolescencia empezó a ir a fiestas y beber alcohol; un día salió con sus amigos a divertirse a otro pueblo, en el camino de regreso se encontró con unos pandilleros que lo persiguieron con machetes para robarle. Se escondió en unos matorrales y, de esa manera, pudo escapar.

Alcohol y la brujería

A los 18 años se graduó como bachiller en contabilidad; en esa época, también conoció a su esposa Mara y a los 26 años se fue a vivir con ella en el barrio de Nueva Libia, Panamá. Paulino trabajaba con denuedo y ganaba el suficiente dinero para permitirle cierta comodidad a su familia; esa falaz prosperidad también le abrió la posibilidad de divertirse, empezó a salir los fines de semana con sus amigos para tomar; descuidó la relación que tenía con su esposa, poco a poco el alcohol empezó a dominar su vida y no podía de dejar el licor, además empezó a buscar a otras mujeres. Cierto día, cuando tenía 33 años, salió de su casa, manejando su camioneta, como todos los días; en el camino, apareció de pronto, una mujer bien vestida y de buena presencia, que llamó su atención. Esa visión le cambió la vida. Con el deseo de conocerla empezó a buscarla y, pocas semanas después, pudo entablar una relación sentimental con ella. Muy pronto, una de sus vecinas se dio cuenta de que Paulino, antes de llegar a su casa, pasaba por el domicilio de aquella mujer y le contó todo a su esposa. Ella buscó confirmar la versión con sus propios ojos; cierto día los sorprendió a los dos y, lleno de ira, empezó a golpearlo. Paulino no podía dejar a aquella mujer y, al contrario, sentía el deseo de abandonar a toda su familia. Por aquel entonces, tenía tres hijos que parecían no importarles mucho con tal de estar junto a la amante. Mara empezó a consultar a brujos que le decían que aquella mujer practicaba la hechicería y que había hecho un amarre para atrapar a su marido. Fue que allí que le contó todo a él; aunque su versión fue inicialmente desestimada, logró sembrar la duda. Paulino fue a la casa de la amante, revisó todo sin que nadie se diera cuenta y logró encontrar

que ella tenía un altar con muchos objetos de brujería y velas. Cuando la mujer llegó, fingió indignación y lo increpó por haber examinado sus cosas sin su autorización. “Si querías saber algo pudiste preguntarme”, le dijo exaltada. El hombre ya no tenía dudas.

El ataque maléfico

Después de ese día, se apartó de aquella mujer, pero algo extraño comenzó a sucederle. Sufrió accidentes en varias ocasiones y en una de ellas casi pierde la vida; su familia también recibía extraños ataques espirituales. Por esos días unos compañeros de trabajo que eran cristianos, le predicaron el Evangelio y le invitaron para que fuera a la iglesia, pero él los rechazó; sin embargo, más adelante, en varias ocasiones ellos se acercaron para decirle que estaban orando por toda su familia. Confundido le contó a otro compañero de trabajo lo que pasaba y este le recomendó a su padrino, quien practicaba la santería, y podría

ayudarlo; de esa manera fue por tres veces junto a su esposa a la casa del babalao que, finalmente, lo defraudó. Ahí se dio cuenta de que estaba en medio de una lucha entre el bien y el mal. Aquella misma noche, luego de botar las pócimas entregadas por el brujo, se fue con toda su familia a la iglesia donde asistían sus compañeros cristianos, cuando llegó los hermanos le recibieron con los brazos abiertos. Después del mensaje, Paulino pasó al altar, donde entregó su vida a Cristo, junto a su esposa Mara; ahí pidió una oración para que el Señor guarde su hogar.

Libre de la brujería

Después de su conversión, tuvo ataques y tentaciones del enemigo; en las noches sentía que las piedras caían sobre el techo de su casa y escuchaba ruidos en la cocina. En esos momentos empezaba a orar, reprendiendo al diablo y los demonios. Una noche sintió de repente que alguien entraba a su habitación y empezó a jalarle los pies a su esposa; entonces empezó a reprender al demonio, en el nombre de Jesús. La lucha espiritual duró hasta las cuatro de la mañana; al final, el Señor les dio la victoria. Algunos hermanos le empezaron a compartir prédicas del pastor Carlos Guerra y del pastor Manuel Zúñiga; estos mensajes empezaron a fortalecer su espíritu y le sirvieron para vencer esta batalla espiritual. Después de varios meses de lucha, el Señor le dio la victoria, se bautizó juntamente con su esposa; desde ese momento empezó a servir al Señor llegando a ser pastor de una iglesia.

Guardado de la muerte

Con el pasar de los años, Paulino fue librado de la muerte en varias ocasiones; en una oportunidad se cayó de un techo que arreglaba y se fracturó la columna; los médicos dijeron que no volvería a caminar, pero después de una oración pudo recuperarse completamente. En otra ocasión sufrió un accidente de tránsito donde hubo un quíntuple choque; milagrosamente él y su esposa Mara salieron ilesos; la camioneta en que viajaban quedó totalmente destruida, ningún rescatista creía que ellos estuvieran vivos; ambos salieron ilesos de aquel choque. De esta manera a pesar que el enemigo quiso quitarle la vida, Dios lo guardó de todo peligro. En la actualidad, Paulino sirve al Señor, con su esposa y sus cuatro hijos, como presbítero de la zona 13 en la iglesia del MMM en San Isidro.

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