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¿A quién pertenece la ciudad, a las personas o a los autos?
Héctor Cortés Ruiz*
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En Coahuila circulan más de un millón de automóviles, lo cual coloca al estado entre las 15 entidades del país con mayor número de vehículos automotores en circulación, de acuerdo a cifras del INEGI. En Saltillo y su zona conurbada actualmente circulan cerca de 400 mil vehículos.
En los últimos 5 años el volumen de autos se incrementó en 76,536 unidades, con 15,307 vehículos en promedio al año. Esto ha provocado que las vialidades sean insuficientes, y tengamos necesidad de construir más infraestructura vial.
Me viene a la mente la analogía de cuando subimos de peso compramos una talla más grande y al poco tiempo ya no entramos en la ropa. Sin considerar ir al doctor y seguir una dieta, decidimos adquirir una talla más grande y así seguimos hasta un día morir por la obesidad.
Saltillo está a tiempo de cambiar paradigmas en su movilidad. Tenemos que inhibir el uso del auto, pero ello requiere dar a sus habitantes alternativas para moverse. La pregunta obligada es ¿Cómo y cuáles alternativas?
Se ha demostrado en algunos países de Europa y de América que el transporte público es una excelente opción, siempre y cuando éste sea eficiente, es decir puntual, económico, limpio, seguro y digno. Además, es necesario incrementar las ciclovías en toda la ciudad y construir banquetas amplias y libres de obstáculos que inviten a caminar.
Algunas ciudades están diseñadas para el auto, aislando a las personas. Pensamos que tenemos garantizado el poder desplazarnos, creemos que las ciudades se planifican y diseñan para ir al trabajo, a la escuela o a los espacios de esparcimiento y convivencia social.
La movilidad es de las actividades más importantes de una ciudad, pero ¿Qué pasa si la movilidad en vez de beneficiarnos nos perjudica? Si el modelo de movilidad prioriza el auto individual, en consecuencia se incrementan la contaminación, el tráfico, el estrés, inseguridad, los problemas de salud y el deterioro de la economía familiar.
El ser humano posee la aptitud natural para caminar, y los asentamientos humanos fueron construidos para favorecer el traslado de las personas preferentemente a pie. La industrialización, cambios migratorios y el crecimiento de la población sin planificación urbana y horizontal crearon nuevas exigencias para movernos más rápido en distancias cada vez más grandes, priorizando la movilidad en coche como principal solución.
La movilidad en coche no sólo es perjudicial para el medio ambiente sino también para nosotros. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) los accidentes de tráfico están dentro de las 10 causas de mortandad en el mundo ajenas a enfermedades. Las noticias de accidentes de tránsito con consecuencias fatales son publicadas en los diarios cada vez con mayor frecuencia, confirmando los indicadores de la OMS.
Los automotores se ubican entre los principales generadores de emisiones contaminantes, la contaminación provocada por ellos da como resultado una mala calidad del aire que afecta el aparato respiratorio, así como el sistema cardiovascular, neurológico y reproductivo de las personas.
Un estudio reciente demostró que la contaminación acústica es igual de grave que la contaminación del aire.
¿Qué pasaría si las ciudades se diseñaran para tener sistemas de movilidad que permitan a las personas ser más felices y más sanas? Porque la movilidad es una oportunidad para la interacción social, la actividad física y tener contacto con nuestro entorno, todos ellos factores que incrementan la felicidad y el bienestar.
Investigaciones indican que las personas que van caminando o en bicicleta al trabajo disfrutan más de su viaje que los que van en coche.
La tendencia mundial se orienta a densificar las ciudades construyendo vivienda vertical y esto sólo se puede lograr si sus habitantes dejan de usar el auto como hasta hoy, ya que no habrá espacio suficiente para estacionamiento de los vehículos. Pero lo más grave es que, de no limitarse el crecimiento vehicular, se tendrán que construir calles y avenidas más amplias y aun así los congestionamientos serían mayores a los actuales.
Es tiempo que los gobiernos de los tres niveles y los ciudadanos reflexionemos sobre qué estamos haciendo mal y corregir para detener el crecimiento del parque vehicular, la contaminación y demás problemas relacionados que nos impiden tener la calidad de vida que todos deseamos.
Es compromiso de todos heredar a nuestros hijos, nietos y generaciones futuras una ciudad más amable con el medio ambiente, lo más parecida a la que nosotros recibimos, convencidos que ellos harán lo mismo y sólo así garantizaremos la ciudad inteligente a la que aspiramos los saltillenses.
* Presidente del Colegio de Ingeniero Civiles