Durante la conquista y toda la época colonial hubo Resistencia: indígenas y negros lucharon incesantemente contra la dominación, contra muerte y vejaciones. Las
Bejarano, por destino, escogieron otro camino para su reivindicación y liberación: la cocina. A través de su Granjería fueron invadiendo los paladares de españoles y mantuanos hasta obtener una considerable fortuna que les pudo comprar la “blancura” (¿mofa?); mediante Cédula Real se les permitió ir a misa de blancos como cualquier “cristiano” en esa sociedad postiza. Ernesto Valiente Madriz expone un relato, que aparte de
describir la elaboración de dulces que hicieron famosas y acaudaladas a estas tres negras, revela un ímpetu rebelde mezclado con ingredientes minuciosamente escogidos
para obtener una torta que trascendería los tiempos. El lector sabrá muy bien desmenuzar todo lo que parece ingenuo en La granjería de las manumisas Bejarano, y ver que la lucha se puede hacer incluso con melao.