R e v i s t a mu lt i c u ltu r a l d e Pate r n a d e R ive r a
NĂşm. 4. Marzo 2015. Revista trimestral.
Rafael
de Cózar, un romántico de vanguardia por Juan F. Sánchez
U
n estudiante algo desubicado deambula por los pasillos de la antigua Fábrica de Tabacos de Sevilla, hace años convertida en universidad. Un edificio colosal que compacta su suelo marmolado y pulcro con estatuas clásicas, patios con fuentes, y muchos, muchos, y muchas estudiantes cuya bulla hacen que el ambiente sea una mezcla entre templo respetuoso y ruidosa juventud a la caza de su futuro, a veces sin ser muy conscientes de ello. Aulas con encanto vienen a la memoria, de esas en forma de gradas a imagen de las películas americanas. ¡Cómo imponían esas clases cuando tocaba exponer frente al grupo! Por suerte, eso no ocurría muy a menudo. Ese estudiante era un servidor y ahora recuerdo cómo bajo esos muros fui conociendo a compañeros, algunos de los cuales siguen siendo mis amigos y, cómo no, profesores y profesoras que de alguna manera marcaron una etapa tan crítica de la vida, unos con más pena y gloria que otros. De entre ellos, uno de los que sale a relucir a menudo cuando coincido con esos amigos de los que hablo es sin duda el nombre de Rafael de Cózar. Esperando en la puerta de la clase, llegaba primero su manojo de llaves, después él. Lo acompañaba colgando de su cinturón un batiburrillo de abrepuertas que iban saltando a la vez que sus pasos sorteaban los interminables pasillos de la facultad. El todo que formaban sus patillas y bigote peculiares le hacían caer bien sin duda. Diría que era uno de los preferidos entre la masa estudiantil, sobre todo cuando abría la boca y empezaba a transmitir con esa visión tan característica y singular de la literatura, que era lo que yo estudiaba allí. Experto sobre todos los temas en vanguardia, sus estudios sobre poesía e imagen han obtenido el aplauso de críticos y entendidos en la materia. De él escuché por primera vez hablar de los poemas visuales, los caligramas de Apollinaire o los manifiestos
surrealistas de André Breton y Salvador Dalí. Apasionado de Bécquer, de su teoría de la creación amorosa más que de sus poemas, conectaba sin contratiempos romanticismo, realismo y vanguardias, bailando entre los límites de literatura y pintura para crear un collage literario o una pintura textual según viniese al caso. Y el caso es que son tiempos de friolera. Aprovechamos para traer uno de sus poemas. Hace frío esta tarde, hace frío y el polvo comienza a amontonarse como una húmeda piel sobre mi cuarto. Me levanto y en un verso apago el cigarrillo, escucho cómo pican los recuerdos, golondrinas de mi miedo son sus gritos, la espera de una llave que no canta o los pasos que se pasan, o no llegan, esta puerta de cinabrio en mi castillo. Sus ropas, sin estar, están aún calentando con su cuerpo cada estancia, sus ropas y mis pocas… …es la manta el último lugar donde llorar, mi armario en un bolsillo y en el pecho el baúl donde guardo cada hora, mi nuestra compartida soledad… Que tú tal vez estás desnuda igual de triste con otro igual de triste que te adora… Mi hora ya ha llegado, la transpiro, te respiro y te recuerdo, solo queda que en aquella transparencia de tu cuerpo hace frío, hace frío esta noche, hace frío. [Hace frío, Los huecos de la memoria, Rafael de Cózar]
Impartía una asignatura llamada Literatura III, que se correspondía con la literatura española de los siglos XIX y XX. Enseñaba tanto Romanticismo, como Modernismo, literatura fin de siglo, y,
cómo no, sus adoradas Vanguardias. Aparte de profesor, era pintor, y poeta. Además, como él mismo confesaría en la introducción de su libro de poemas Los huecos de la memoria, sus versos son más reconocidos que conocidos. Y es que Cózar, Fito para sus amigos, ha sido premiado tanto en su creación crítica como novelística y poética. Cuando tocaba, no sé si por pura casualidad, que empezara a explicar la obra de Camilo José Cela, su clase comenzó de la siguiente manera: «Camilo José Cela nació el 11 de mayo de 1916 y ha muerto a las 8:00 de la mañana del día de hoy». Era el 17 de enero de 2002. Dicho esto prosiguió hablando de La familia de Pascual Duarte, que era una de las obras incluidas en el programa. Sus alumnos recordamos con frecuencia una historia que él solía contar, y que ejemplifica su manera de explicar y entender la literatura. Desafiando a mi memoria, intentaré rescatarla tal y como él la contaba, sin muchas esperanzas de conseguirlo: Resulta que había unos gitanos que tenían un tigre en su patio de vecinos de las 3.000 viviendas (uno de los barrios más desfavorecidos de Sevilla). Muchos pensaban que era una locura pero como el tigre era del patriarca no se atrevían a decir nada y hacían como que no pasaba nada. El tigre fue creciendo y creciendo y cada vez pasaba menos desapercibido. A veces se escapaba correteando, aunque siempre volvía. El caso es que empezó a extenderse por el barrio la noticia de que en aquel barrio de vecinos tenían un tigre suelto. Ya era poco menos que un tigre adulto cuando llegó a oídos de sociedades protectoras de animales, que empezaron a hacer presión. Algunas voces se atrevían ya a mencionar el tema al patriarca y le intentaban hacer ver que podía causar cierto conflicto si pasaba algo con el tigre. En esto el patriarca dijo: «Al tigre nos lo vamos a comer este domingo en caldereta». Rafael de Cózar, nuestro profesor proseguía narrando: «Y los gitanos se comieron al tigre en caldereta». Para, por fin, terminar haciendo la siguiente afirmación: «Pues eso, señores, es el surrealismo».
Amigo íntimo de Juan Eslava Galán y Arturo Pérez Reverte (éste último lo convertiría en personaje de una de las entregas del Capitán Alatriste), era asiduo a las tertulias televisivas y radiofónicas dirigidas por Jesús Vigorra. Recuerdo un día que iba con mi padre en el coche y tenía la radio sintonizada en Canal Sur, como la
mayoría de nuestros padres. El caso es que escucho: «Rafael de Cózar» y todo orgulloso lanzo un «Ese es mi profesor». El programa iba de unos encuentros de música africana y en el coloquio Jesús Vigorra comenta lo bien que están escuchando una música tan placentera, a lo que responde mi entonces profesor: «Lo que nos falta es un porrito». Yo no pude más que mirar hacia abajo, hacerme el despistado y decir para mis adentros: «Esto es el surrealismo». La anécdota del tigre fue una de las más recordadas, cuando el pasado 13 de diciembre de 2014 nos despertó la noticia de que Rafael de Cózar había fallecido la noche anterior en un incendio en su casa de Bormujos. De la noticia se hicieron eco la mayoría de las cadenas de televisión y se extendió como la pólvora a través de las redes sociales. Aunque se han contado versiones contradictorias, al parecer bajó a la planta inferior a despedir a su mujer, cuando advirtió que su santuario de libros y su ordenador, con el que trabajaba en su próxima novela, se quemaban. No lo pensó dos veces, y agarrando un extintor, subió a intentar sofocar el fuego, muriendo ahogado por las llamas. Quedamos sobrecogidos por la noticia sus alumnos, y sobre todo su familia. Su hija, su mujer, hermanos y sobrinos no podían creer lo que había pasado. Él que había vivido para y de la literatura, moría ahora por ella. Se comentó que en su entierro, donde acudieron personalidades de la universidad y de la cultura sevillana y nacional, hubo una mezcla entre risas, admiración, rabia y alabanza con las intervenciones de su sacerdote, al que conoció en Bormujos, y quien recordó que el día en que se conocieron Rafael no dudó en declararse «ateo por la gracia de Dios» y de su amigo Arturo Pérez Reverte. Este último publicaría en su cuenta de twitter: «Ha muerto Fito Cózar. Mi amigo, mi hermano. En 25 años nunca lo vi malhumorado. Una de las mejores personas del mundo». No pasará mucho tiempo, esperamos. Pronto los libros de historia de la literatura se harán eco de sus versos, sus novelas, sus clases magistrales y su literaria muerte, que maldecimos todos los que llegamos a conocerle. Rafael de Cózar, un genio, un romántico de vanguardia.
© Impresiones Núm. 4 Marzo 2015 P ater n a de R i v e r a Coordinador: Juan F. Sánchez Benítez Secretario: Fernando Sánchez Moreno Consejo redactor: Andrés Carmona Blanco
Alberto Romero Cortés Juan F. Sánchez Benitez MªGloria Sánchez Benítez Fernando Sánchez Moreno Carlos Torres Reviriego Luis Manuel Villegas Noble
Coedita: Asociación Cultural Impresiones Ayuntamiento de Paterna de Rivera
Diseño y maquetación: Juan F. Sánchez Benítez Ilustraciones: Andrés Carmona Blanco Fotografías: Alberto Romero Cortés Entrevistas: Impresiones
Imprime: Copistería San Rafael. Calle Benjumeda, 36. Cádiz Envío de colaboraciones y sugerencias: impresiones.paterna@gmail.com www.facebook.com/ImpresionesdePaterna
Depósito legal: CA 184-2014 Tirada: 500 ejemplares
ISSN: 2341-3816