Número 3. Año 2015
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presentamos nuestra 3ª revista de Individual, llena de ilusión y no menos empeño. Pues a pesar de la baja de muchas de nuestras colaboradoras y del poco tiempo del que disponemos, ha sido posible darle cuerpo. Las ganas no nos faltan, pero los colaboradores sí. Os invitamos a contactar con nosotros y dejarnos vuestra impronta. En esta ocasión han puesto su granito de arena René Báez, gran diseñador todoterreno y Alejandro Herrero, artista precoz que nos deja sin palabras y con una curva en la sonrisa.
individualrevista@gmail.com
SegĂşn la Real Academia de la Lengua EspaĂąola, el adjetivo recargable se define como aplicable a aquello que se puede recargar.
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ecargar en su primera acepción, y como cabía esperar, como el prefijo re indica, quiere decir, volver a cargar. Pero en su segunda acepción, se detalla como la acción de aumentar la carga o el trabajo. Para sentir más el peso etimológico de la palabra en su acepción quinta, nos concreta que puede significar también adornar con exceso a alguien o algo. Pues nuestras vidas a cuenta de lo recargable que es todo se han convertido en eso, en un exceso.
Paso a detallar: El pobre de Caracable, perdón, (la confianza es lo que tiene) C guerra, la Segunda, recargaría su vida después de la muerte de a su vuelta, su público y los directores le estarían esperando com para nada, sus papeles fueron mediocres, y la más controvertid convirtió en la última, la que no vió ni proyectarse. Murió a los 1 cargable. En su sexta acepción, la RAE y en términos de tauroma reiteradamente en la misma suerte, especialmente en la de vara esto no es lo que nos ocupa. ¿Realmente necesitamos recargar nuestras vidas más aún? Todo cargables, vivimos para y por ellos, ¿cuántas veces miramos la c el cepillo de dientes estamos pendientes de ellos, a veces más q no, lo peor no es eso, porque, total, de aquí a nada nos reproduci hijos. Me refiero al tiempo que perdemos y a ese daño no contro están haciendo a nuestro planeta. Detrás de cada uno de estos imprescindibles hay una doble car tras ya deprimentes vidas y la segunda, y no menos importante, l nuestro condumio, nuestro globo terráqueo.
Clark Gable, creyó que con irse a hacer la su querida esposa, y sobre todo creyó que mo un héroe, recargao, pero un héroe. Pues da, y menos mediocre de sus películas, se 12 días del rodaje y todo ¿por qué?, por reaquia, se refiere como a la acción de cargar as. Un poco varas si debía ser… pero bueno
os nuestros aparatos electrónicos ya son recarga de los mismos? Desde el móvil hasta que de nuestros niños o mayores. Pero bueiremos por esporas y no habrá ni padres ni olado (porque no quieren controlarlo) que
rga, una recarga, la que aplicamos a nuesla que sufre nuestro suelo, nuestro sustento,
Entre mi tostada y mi café, siempre me encuentro con la tesitura de seguir empanaa o hacerme la emparanoiaa y opto por esta última. Porque como decía mi abuela: piensa mal y acertarás. Habéis oído hablar de las tierras raras, ¿verdad? Esos elementos químicos que están al final de la tabla periódica y que hasta ahora eran escasísimos. Pues ahora por arte de birlibirloque pueden extraerlos mejor y los tienen todos debajo de la China. Con ellos están hechas casi todas las cosas electrónicas que nos rodean, pero lo que se lleva la palma son las baterías, cada día más perdurables, hechas en su gran mayoría de esas tierras rarunas. Yo sabiendo cómo se las gastan estos chinos de nuevo cuño, aprieto mucho el culo y no sólo porque ya he empezado a sustituir el pan por el arroz, sino porque quién me dice a mí que esta gentecilla menuda no está detrás de los últimos terremotos. Fracking, esa es la palabra que me ronda hace tiempo, la extracción de recursos no convencionales del subsuelo, hace que maldiga hasta este momento de redacción, sabiendo que detrás de este artilugio con el que escribo ha habido un expolio de eso que ellos llaman subsuelo. Toqueteando sus entrañas, sin mirar las consecuencias de sus traqueteos, nos han arrollado en un alud de extraordinaria necesidad que nos está dejando enterrados en vida.
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amos a hablar de letras plasmadas en un papel, no de pantallas táctiles ni ordenadores. Nada como la celulosa para hilvanar los pensamientos que descienden por el brazo, fluyen por la mano y se gestan en la cabeza. Y es que el cerebro tiene un vínculo innegable con la mano escritora, como si de una marioneta se tratara, la mueve a placer. Y cuando la mano parece concentrada en escribir, sigue mandando la mente. El bolígrafo se desliza de arriba abajo, de izquierda a derecha, de dentro hacia afuera… en una sincronización de movimientos que automatizamos, no sin mucho esfuerzo, en la infancia. Esos movimientos están regidos por nuestra psicomotricidad, nuestro carácter, por nuestra emotividad, nuestra inteligencia, por nuestro estado anímico, etc. Al igual que en el teatro del día a día nos mostramos gesticulantes como humanos que somos, con la escritura ocurre lo mismo, se debate sinuosa contra el papel con el mismo nervio que nos caracteriza en nuestro escenario habitual. ¿Cómo explicarlo? Si el papel a interpretar en nuestro guion mental resulta ser coqueto, diplomático, seductor, sensible; un papel atractivo que sabe lidiar con su entorno y adaptarse a los distintos escenarios. En consonancia, nuestra grafía será curva, redondeada, repleta de bucles. En cambio,
si interpretamos a un personaje de carácter fuerte, sólidos principios, testarudez y firmeza; es decir, alguien más disciplinado y decidido, nuestra escritura será mucho más angulosa, rígida y presionada. Así que se nos presenta un escenario vacío situado frente a un expectante público, que, en grafotérminos viene a ser como una página en blanco, y nosotros tenemos que decidir cómo llenar ese espacio. Si nos duele la cabeza, estamos de mal humor o nuestra autoestima está pegada a la suela de zapato ajeno, la interpretación dejará un regusto diferente y el público quizá no se muestre tan acogedor. En el folio ocurre lo mismo, pues las letras delatarán cansancio, malestar y un autoconcepto más pequeño de lo habitual. Si llegados hasta aquí, queridos lectores, habéis dilucidado que la vida es una constante representación, una imagen que ofrecer a los demás, estáis en el buen camino. Y si además habéis comprendido que esa imagen se corresponde con nuestra escritura, esa que plasmamos en el papel de la manera en la que se nos antoja; entonces habéis logrado llegar al quid de la cuestión. Porque, efectivamente, la grafía habla de cómo somos cada uno, pero sobre todo habla de cómo queremos que nos vean los demás. Cada persona muestra sus cartas y se guarda otras tantas en la manga.
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Ahí es cuando entra en juego la firma. Ésta explora nuestra parte más visceral, más primitiva y es la única que revela quiénes somos realmente. Es lógico que texto y firma guarden una correlación. De hecho, de su parecido podemos extraer connotaciones positivas, como que la persona es bastante transparente y no tiene mucho que ocultar. No obstante, si texto y firma difieren considerablemente, nos acercaremos más a la hipótesis de la representación: en el ambiente social se interpreta una comedia y en el ambiente íntimo se interpreta un drama (por poner un ejemplo). Dicho más coloquialmente, se tienen dos caras o se vive una doble vida.
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Siempre habrá casos y casos, estados de ánimo diferentes, saludes distintas, o trances vitales que deformen y transformen nuestra escritura, ya que ésta forma parte de nosotros y nos identifica, igual que nuestra voz, nuestra risa o incluso nuestra forma de vestir. Y, naturalmente, la letra de cada persona irá evolucionando a la par que su vida progresa y experimenta cambios. Llamémosla ciencia, técnica o método de estudio, la grafología tiene un lugar importante en el conocimiento de las personas, y aunque no es exacta (pues se basa en seres impredecibles), siempre es una manera apasionante de conocer lo que guardamos dentro.
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Todos rechazamos las dictaduras, es lo que se debe hacer ¿no?… pero ¿de verdad?, ¿es eso cierto? Bueno, todas menos las que nos autoimponemos utilizando la complejidad de nuestros queridos y casi siempre útiles cerebros. El retruécano mental es de tal calibre, que aceptamos gustosos exactamente lo mismo que rechazamos. Pasamos por el aro de lo que la sociedad considera aceptable y lo tomamos como propio, sin apenas reflexión. Entre todos nos hemos construido la cárcel de lo políticamente correcto y paseamos felices sintiéndonos libres con nuestras bonitas mordazas. No nos permitimos ver más allá de los barrotes de nuestras adornadas jaulas, que nos protegen y nos aíslan de los peligros del mundo; y del mayor de todos: un cerebro pensando en libertad, sin molde que lo ahorme. Así lo políticamente correcto tiene una solución y un pensamiento adecuado para cada situación, para cada persona, para cada creencia... Afecta a todos los ámbitos de la vida: desde lo social a lo más íntimo y personal. Nos da las pautas a seguir cuando somos de derechas y cuando somos de izquierdas, cuando somos religiosos y cuando somos ateos, cuando estamos casados y cuando estamos solteros, etc. Nos da las fórmulas magistrales, las píldoras a modo de frases hechas para cada ocasión. Fabrica las cajas y no nos queda más remedio que intentar encajar en ellas. Los eufemismos que genera nos salvan hasta de nosotros mismos y de nuestros pensamientos más auténticos. En todas partes oímos lo mismo y lo hacemos nuestro al repetirlo sin, ni siquiera, darnos cuenta.
Los espíritus librepensadores son raros y los estigmatizamos socialmente porque, pese a nuestras cadenas, nos gusta creernos libres y esos “locos osados” pueden ponernos en cuestión. Lo políticamente correcto es una mala hierba que tiene en nuestra atrofia, nuestros temores y la pereza que me hace coger lo que me dan, el abono perfecto para su crecimiento incontrolado. Por no hablar de la verdad, ¡qué miedo nos da la verdad!, no queremos verla, no la buscamos y hacemos lo posible por esquivarla y cuando pese a nuestros esfuerzos, nos topamos con ella, no nos gusta y la encubrimos, la disfrazamos para convertirla en algo más conveniente. Así llegamos a este reino maravilloso de lo correcto en el que nos negamos a nosotros mismos, nuestra esencia, nuestra cualidad de seres únicos y nos adocenamos en una masa indistinguible con tal de ser aceptados. ¡Cuidado! No piense, no se exprese, no sea usted mismo, no vaya a ser que alguien a quien ni siquiera conoce, le señale con el dedo y le tilde de...no sé… ¿demagogo? Se nos da muy bien calificar a los demás pero argumentar es harina de otro costal, se vende cara y no está al alcance de cualquiera. No hay que salirse del tiesto nunca, ni cuando pensamos, ni cuando opinamos, ni en la forma que adoptan nuestros cuerpos, ni en la ropa que llevamos, ni en nada, ni siquiera nos está permitido oler a persona. Tenemos que oler a flores o a cualquier mistura química antes que a nosotros mismos. Llegados a este punto, a cada uno le toca decidir dónde pone la barrera entre su higiene personal y la completa sumisión al dictado.
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ño, 1984. País, Canadá. Acontecimiento, la fundación de un grupo, formado por artistas de circo callejeros jóvenes, llamado Les Échassiers de Baie-Saint-Paul. Durante la década de los ochenta y los noventa los espectáculos del grupo (fundado por Guy Laliberté y Daniel Gauthier) saborearán numerosos triunfos. Pero también, al cabo de los años sufrirán una sucesión de fracasos. Es cuando, buscando mejores alternativas, Laliberté decide llevar el espectáculo por un camino diferente y darle otro sentido. La metamorfosis comienza en el año 2002. A partir de entonces el grupo arrasa allí donde va, siendo el lugar de crecimiento profesional para miles de artistas de más de cuarenta países y el impulso necesario para cumplir los sueños de cada uno de ellos. Hoy el mundo conoce a este “montaje dramático de artes circenses y esparcimiento callejero”(ellos mismos se definen así) como el Circo del Sol. Acorde con su nombre, que significa juventud, dinamismo y energía, la trayectoria profesional del circo es un ejemplo de crecimiento evolutivo del show acrobático. Lejos de ofrecer al público espectáculos manidos con protagonistas tan habituales como animales privados de libertad, la innovadora empresa juega, una vez más, una buena mano: apuesta por el impacto
visual que causa en el público la detallada y minuciosa elaboración de trajes y maquillaje, envuelta con música en vivo. Para ello cuenta, como no puede ser de otra manera, con excelentes músicos y cantantes. ¿Quién no recuerda la grandiosa y polémica Alegría – su producción de mayor éxito – presentada más de 5.000 veces ante 14.000.000 espectadores durante cinco años? En esta empresa, comprometida con la sociedad, parece que profesionalidad, respeto y trabajo insisten en ir de la mano. Y eso gracias a que sus dirigentes se hicieron la pregunta: ¿Estamos a tiempo de cambiar el mundo y construir uno mejor? En realidad, este es el sueño de los fundadores del Circo del Sol que les impulsa a crear su gran obra maestra. Sin duda, sus espectáculos siempre generan debates, despiertan interés y enamoran a generaciones. La gente cuenta su experiencia, vivida bajo los focos de los escenarios con una gran unanimidad: las dos horas de espectáculo de acrobacia aérea y terrestre, que entre número y número pasa de manera ininterrumpida, se hacen imperceptibles. Así mismo, las dimensiones del escenario no son muy grandes, lo que garantiza a cada persona del público buenas vistas sin que se pierda los acontecimientos y los detalles. Pero ¡ojo!, muchos advierten que hay que leer-
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se lo que pone en las entradas: acudir 30 minutos antes. ¿Para qué? Eso cada uno lo tendrá que descubrir por sí mismo. La oportunidad acaba de entrar por la puerta grande de Europa: el pasado día 6 de mayo se estrenó el espectáculo Amaluna en Madrid y a partir del 3 de julio de 2015, el público de PortAventura también tendrá el honor. Esta vez el dramaturgo decide representar la fortaleza de las mujeres, codificada en el título de la obra que significa madre protectora del planeta, en una historia fascinante que, como cabe de esperar, cuenta con personajes, creados con una exquisita dedicación. Entre «Desfile mágico», «Danza de Pavo real» y «Aro y cuenco de agua» (estos son sólo algunos de los capítulos del espectáculo), conoceremos
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a reinas, diosas, amazonas y jóvenes enamorados, envueltos en el halo del valor, la belleza y la sed de amor verdadero. El público enganchado a la magia del Circo del Sol, hoy por hoy, se cuenta por millones en cada ciudad donde se hayan representado sus producciones. El éxito de los espectáculos es tal, que, aparte de ser portadores de numerosos reconocimientos y premios internacionales, el Circo del Sol, ya tiene su propia estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood y en el de Canadá. Y para los que se queden con ganas de más, en Andorra a partir del 4 de julio y hasta el 1 de agosto, presentan también, por tercer año consecutivo en Andorra, su nuevo espectáculo Storia, Scalada un evento al aire libre, gratuito y único en Europa.
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rrojando datos, que en este caso no tengo ganas de arrojar, más de la mitad de españoles no tienen claras las reglas ortográficas y de la otra mitad, la mitad de la mitad desconocen toda regla ortográfica. Según piensan, así escriben. ¡Y gracias que saben escribir! porque si no ¿qué sería del whatsapp, del instagram y de hombres, mujeres y viceversa? Pero gracias a Góngora y Quevedo que están juntos en la sopa de letras del más allá, aún existen garantes de la lengua española, con discrepancias eso sí, como ellos tuvieron en vida. Y ahí está la riqueza de nuestra lengua, en esas disputas. Es algo tan serio y a la vez tan entrañable, que si alguno de ese cuarto de ignorantes se pudiera asomar a la historia de la lengua española le daría el subidón de su vida. Esa adrenalina que van buscando de garito en garito les sería insuflada de un chutazo, lleno de vértigo, viajando por el trepidante río de tinta de nuestra lengua madre. Desde que los monjes de Santo Domingo de Silos empezaron a poner orden en todo aquel maremágnum de ideas sin poder relatar, hasta el día de hoy, baladí tarea creerán algunos que es la de marcar con tildes la orografía de una simple frase. Si por un momento pensaran cómo hubiera cambiado su vida con una simple coma. Aquella
frase mal interpretada por la carencia de la misma, pudo haber sido la diferencia entre estar con la persona de la que aún sigues enamorada o con el trol que tienes al lado. Aunque les diera por arrepentirse de su mala ortografía, no sólo eso les bastaría, lo malo de todo esto, es que necesitarían también de un receptor, porque claro, si el que recibe tu mensaje tampoco sabe leer un acento, lleve tilde o no... ¡estamos arreglados! Aquellas epístolas de siglos pasados, que eran el único medio de relación para parejas cercanas separadas por guantes, abanicos y miradas de viejas, no hubieran sido posibles sin la buena emisión y recepción del mensaje. Cuántas antologías de chistes hechas en este reciente siglo dejado atrás, a propósito de la mala ortografía, no serían nada al lado de la recopilación en franja horaria estudiantil de los whatsapp de un solo instituto. ¡Cuántos malos entendidos sin aclarar! ¡Cuánto amor sin ser correspondido por culpa de una simple interrogación! ¡Cuánta falta de respeto en una oración! ¡Cuántas ganas de comunicar y qué poco eco revertido! Todavía quedamos guardianes de la palabra (wordwarriors), empeñados en que nuestros hijos lean (hablen) y escriban cada vez mejor; que amigos y lectores sientan en su máxima
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esencia lo que les decimos y escribimos. Eso sólo lo conseguimos desde el mimo y el cuidado de cada letra. Que lleve en su seno como si de una célula se tratara, todos sus componentes. Y como científicos de I+D introducimos en cada palabra, todo el material genético del que ha sido despojada por algún proxeneta del bufido cacofónico más malsonante. Qué estos queden relegados a la poca conversación que requiere la obra histriónica de los pomperos ppepesoeros del ladrillo y a sus burbujas. Esa obstinación que da el poder, haciendo hasta de la palabra escrita un arma arrojadiza, en su afán de jugar una y otra vez al mismo juego, se convertirá si no lo remediamos en un Scrabbel en el que todos perderemos.
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En esta cruzada, algunos, nos tatuamos los signos y llamadas de la corrección ortotipográfica en el brazo, hay quien incluso, no se le puede sacar de casa, como es el caso de mi amigo Alex Herrero (en las fotos), que atenta contra todos los carteles con erratas, pero sin llegar a tanto, demos a estas vocales su sitio, haciéndolas grandilocuentes cuan liebre saltando por los matojos de la oración. Sembremos de signos de exclamación e interrogación, haciendo de nuestros escritos paseos sinuosos donde quiera que sean leídos. Y que brillen con su buena colocación, cuan farolas encendidas, dando paso a todo sentimiento al fin transmitido y sobre todo recibido.
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