Capítulo 4. El significado de la amistad Y pasó el tiempo hasta que se hizo por la tarde. Yo me estaba preparando para salir a dar un paseo con Lisa, mientras que el resto de la casa estaba completamente en silencio. Nunca había estado tan tranquilo como hasta ahora. Cuando terminé de arreglarme, salí al pasillo y, como vi que estaban todas las luces apagadas, fui al cuarto de Lisa. -
Tocando la puerta - ¿Se puede? Pasa.
Al entrar, vi que aún estaba en pijama lo cual me sorprendió un poco porque habíamos quedado en 1 hora. -
¿Aún no estás vestida? Soy de las que se preparan algo tarde. – Dijo con una sonrisa sacando la lengua. Sonrío – Bueno, haz lo que veas. A propósito, ¿cómo es que están todas las luces de la casa apagadas? Hmm… Juan está durmiendo la siesta y Tyran a saber dónde estará, creo que habrá salido.
Entonces, Lisa, me miró de manera picaresca y se sentó junto a mí. -
Entonces… ¿Me perdonas por lo que te dije y por lo que te hice ayer? Por supuesto que sí. – Dije mientras la abrazaba. Gracias… - Dijo mientras apoyaba su cabeza junto a la mía.
Mientras tanto, el tiempo pasaba y nosotros dos seguíamos abrazados… -
Creo que me voy a ir vistiendo, que ya va siendo hora. – Dijo mientras se levantaba de la cama. Vale, entonces me iré a mi cuarto. Avísame cuando estés lista. – Dije bastante nervioso. Puedes quedarte si quieres.
En ese momento, mi cara se puso roja. -
-
Ji ji ji ji ji… ¡Qué mono! Estás rojito como un tomate. Pero no te vayas a pensar que te puedes quedar mirando, ¿eh? Puedes quedarte, pero dándote la vuelta y sin mirar. Así que, venga, date la vuelta. Pero serás… Me habías puesto muy nervioso que lo sepas. – Dije mientras me daba la vuelta.
Pasaron unos pocos segundos y entonces sentí unas manos cálidas abrazándome poco a poco.