Capítulo 1. El inicio de una historia… La historia comienza hace 8 años de lo sucedido en el prólogo… Había pasado bastante tiempo desde que inicié mi viaje, hasta que al final llegué a la ciudad de Magnolia. Había escuchado rumores de que en la ciudad había un gremio muy bueno de magos, así que fui a corroborarlo, así que entré en la ciudad. Era bastante animada y había bastante gente por las calles, el tiempo era soleado y poco más adelante estaba el mar. Me pude fijar en un edificio bastante alto que estaba al final de la ciudad, justo delante del mar. Era el edificio del gremio del que había oído hablar: Fairy Tail. Entonces le eché valor y entré al gremio a hablar con la maestra y poder inscribirme como mago oficial. Por lo visto, no hubo problemas. La maestra era una gran persona y me aceptó sin hacerme muchas preguntas y en un par de minutos ya tenía la marca del gremio en mi antebrazo. No entendía como iría el ingreso de nuevos miembros en un gremio, pero aun así, no le di mucha importancia. Una vez ingresado, vi que el gremio era bastante alegre y con mucha gente, pero sobretodo, bastante ruidoso, aunque eso no me importaba. Como no conocía aún a nadie, lo primero que hice fue irme al tablón de misiones de al lado de la escalera para buscar una misión de mi nivel y conseguir dinero para alquilar una casa por la zona. Había bastantes misiones y no sabía muy bien cuál escoger, pero al final me decanté por una misión de escolta por el monte Hakobe, así que cogí el papel del tablón y desaparecí como si de una sombra fuese. Al atardecer, llegué al monte Hakobe en un carruaje mágico para escoltar al hombre que se encontraba esperando en el otro lado al día siguiente. Así que me dispuse a atravesar el monte, pero algo me llamó la atención mientras me ponía en camino. Era un anciano que estaba herido, así que me acerqué a ayudarlo. -
¿Se encuentra bien, señor? Sí, pero – Tose – algo me empujó por el acantilado de allí arriba y me torcí un poco la muñeca en la caída. No se preocupe, lo acompañaré a su casa. – Dije mientras le llevaba hacia la casa del pie del monte.
Mientras lo acompañaba, había un grupo de bestias llamados Vulcans bastante cerca intentando hacer un refugio en la nieve debido a que una ventisca cada vez estaba más cerca. Uno de ellos se percató de mí y de mi acompañante. Entonces se dio cuenta de que era el anciano al que atacó y tiró por el acantilado. El Vulcan se alejó de sus compañeros y vino a por nosotros a toda prisa por detrás y, sin apenas darme, se puso detrás de nosotros. -
¿Eres que cayó del acantilado? – Dijo sin ni si quiera mover un músculo y mirando al horizonte. De repente dio un salto hacia el viejo sin fijarse en mí. - ¡MORIR!
En mitad del salto, el Vulcan se vio interrumpido por una sombra gigantesca que cubría al anciano.