Participación Política de las Mujeres.

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Diseño de campañas y comunicación digital para la participación política de las mujeres

21 de octubre de 2013

DISEÑO DE CAMPAÑAS Y

SISTEMATIZACIÓN

COMUNICACIÓN DIGITAL PARA LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA DE LAS MUJERES

Participación Política de las Mujeres Por Irene Pesantez - Ecuador Parte 3

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Conferencia “Participación Política de las Mujeres”

Relatora: Irene Pesantez. Consejo de la judicatura y activista por los derechos humanos de la Mujer La ponente consulta a la/os asistentes ¿Para qué quieren hacer política? ¿Porque lo político? Respuesta de la audiencia, en general: Para cambiar lo que no nos gusta. La humanidad ha evolucionado mucho y ha cambiado mucho. La participación política es necesaria para cambiar aquello que no nos gusta; pero nos hablara de una forma de participación especial, la de las mujeres. Continúa:

Consideraciones previas e importantes Para hablar de la política y de lo político es necesario reconocer algunos axiomas o puntos de partida, que aspiro y espero que a estas alturas de la evolución humana y de la revolución social, todos y todas podamos estar de acuerdo. Para hablar de la política y de lo político hay que reconocer axiomas. Estos son: 1.- En toda sociedad existe una división sexual del trabajo que transforma el sexo biológico en género social. El género es una categoría social e histórica que cambia en el espacio y en el tiempo. Nacer en Europa no es lo mismo que nacer en América y nacer mujer en Europa no es lo mismo que nacer mujer en América. No es lo mismo nacer en una u otra sociedad porque las expectativas de cada sociedad son diferentes con relación al ser mujer o al ser hombre. Tampoco es lo mismo nacer hace cien años que nacer en la actualidad. Cada sociedad construye sobre el sexo biológico un género social y automáticamente existe una división sexual del trabajo que da a la mujer unas funciones, espacios, atributos, formas de ser… que la sociedad o los hombres esperan que cumplamos. 2.- La división sexual del trabajo definió dos ámbitos dicotómicos, creando una situación de total desigualdad social entre hombres y mujeres: el ámbito de lo privado y el de lo público. Si existe división de trabajo también genera la división entre lo privado (femenino) y lo público (masculino) 3.- El ámbito de lo público (masculino) adquirió mayor valoración social que el ámbito de lo privado (femenino). Las mujeres quedan haciendo el trabajo doméstico. No sólo nos diferenciaron sino que nos separaron en relación al poder y nos alejaron unos de otros.

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4.- La sociedad patriarcal otorga a lo masculino y a todo lo que en esa sociedad se considere como tal, un plus de poder. Haga lo que haga el hombre, suele ser más valorado, aunque haga lo mismo que las mujeres. Por ejemplo, un hombre que corta el cabello, no es un peluquero sino que es un estilista y eso tiene otro estatus y otra valoración. Un hombre que cocina no es cocinero, sino chef. Todo lo que piensen digan o hagan los hombres de una sociedad patriarcal tendrá un plus de poder y será más valorado que lo que digan o hagan las mujeres. Lo mismo ocurre en una sociedad racista: lo que haga un blanco mestizo es más valorado que lo que haga un indígena o afro descendiente. Y lo mismo ocurre en una sociedad homofóbica que plantee la heterosexualidad como lo normal y lo homosexual como lo abyecto. O incluso en las sociedades clasistas que valoran más a aquellos que tienen poder económico y político que a los que no lo tienen. Una sociedad patriarcal es generalmente una sociedad clasista, sexista, racista, heterosexual y en la que la diferencia es motivo de desigualdad. Por ello, la discriminación por género no es sino una de las tantas discriminaciones que hoy en día vivimos en nuestras sociedades. Por ello, es lógico que las mujeres nos organicemos para vencer esa brecha de discriminación y nos aliemos con el movimiento indígena, LGTBI, ecologista... Todas nos organizamos de acuerdo a nuestros intereses pero con una base común: ser actoras de una sociedad a quienes se les niega las oportunidades del ejercicio de sus derechos por ser diferentes al modelo de lo humano concebido previamente y desde una posición abusiva. El modelo de lo humano es hombre blanco mestizo, con poder político y económico, con educación universitaria, no discapacitado, heterosexual… para ellos se legislan las políticas públicas con mayor facilidad porque son la hegemonía dominante 5.- El sistema patriarcal, que se basa en esta división sexual del trabajo, presenta como principal característica la desigualdad y la subordinación de las mujeres. El patriarcado es un sistema de poder en el que se ha naturalizado una inequitativa forma de relacionamiento entre hombres y mujeres. Los hombres tienen poder sobre las mujeres. Pero ese poder fluctúa y tiene ciertos cambios. Una mujer puede tener influencia sobre un hombre cuando la mujer es adinerada y el hombre es pobre. Pero incluso dentro de las mujeres podemos ejercer un doble rol de subordinada y subordinante, por ejemplo: una mujer puede estar subordinada ante su marido y ser subordinante ante una trabajadora 3


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doméstica o una persona indígena. Son categorías que se suman y crean niveles de jerarquías. La transversalización de la subordinación es un problema del sistema patriarcal, no de los hombres. Es el propio sistema el que otorga un plus de poder y la institucionalidad de ese sistema plantea que esta circunstancia es normal. Por ejemplo, en Ecuador, las mujeres pueden votar desde 1929 (con anterioridad se consideraba que las mujeres eran incapaces, al igual que las personas indígenas). Mucho se ha evolucionado desde entonces, sin embargo estas brechas de poder persisten, se mantienen, se producen, se reproducen y se perpetúan. Por ello es importante que las mujeres con conciencia de género podamos estar en ciertos espacios para ir cambiando el sistema. Uno de esos espacios es la política. En sociedades patriarcales la política ha sido considerada como una actividad masculina cuyo protagonista sigue siendo el hombre, hecho que se constituye en una de las principales barreras para la incorporación de las mujeres a sus actividades y organizaciones. Por todo lo dicho, considera que: a) La política, en un sistema patriarcal, en tanto actividad masculina tiene mayor valoración que cualquier actividad que se desarrolle en el ámbito privado, propio de lo femenino; Y ello lo podemos ver con cualquier otro caso. Por ejemplo, se valora más el ensamblaje de carros que el cuidado de la familia. El sistema ha ido desarrollando una serie de ideas que son mucho más perniciosas para las mujeres que para los hombres. La política tiene esa misma connotación b) la política establece sus reglas de juego desde las lógicas y experiencias de los hombres en tanto actividad masculina desconociendo generalmente los intereses de las mujeres; c) las mujeres desconocen y/o reprueban las reglas de juego de una actividad que ha sido concebida con y desde sus ausencias. Como consecuencia de ello podemos plantear dos tesis/escenarios para comprender la ausente participación de las mujeres en la política: 1) A la política no le interesa la participación de las mujeres a menos que estas respeten las reglas pre- definidas. Estas reglas no fueron construidas con nuestra participación.

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2) A las mujeres no les interesa la política con estas reglas pre-definidas. La primera tesis considera una dificultad estructural que limita la participación de las mujeres porque la política no está hecha para ellas. Por esta razón nos ha sido muy difícil ingresar a la política en igualdad de condiciones haciendo política formal. Las normas, el rayado de cancha, las reglas del juego no han sido definidas desde el interés de las mujeres y se nos hace difícil jugar un juego cuyas reglas no han tenido nuestra participación. En la política las mujeres no hemos dicho todo lo que teníamos que decir y por eso nos resulta tan difícil. De hecho, tuvimos que plantear acciones positivas y la paridad para que se nos considere. Entramos a la política a la fuerza, para que la política escuche nuestros planteamientos e intereses. Cabe preguntar a las mujeres que se arriesgaron a ingresar en este juego: ¿Cuánto les costó y aún les cuesta participar desde su propia identidad y con su propia libertad? La política es dura para la mujer que entra en el juego y tiene ciertamente todas las características de la empresa masculina (es muy competitiva); Ello lleva a que la mujer política, al colocarse en el espacio público, se vuelva masculina llevando consigo las demandas, las formas, los intereses y las aspiraciones de solo la mitad de la población mundial. Buscan superar estos sufrimientos y procurar el reconocimiento y prestigio político, pero lo hacen adoptando claves masculinas o representando intereses lejanos, extraños o impropios. Este tipo de mujeres que actúan con claves masculinas no nos representan. La segunda cuestión es preguntarse: ¿Es a las mujeres a quienes no nos interesa la política? La ponente cree que esta es la pregunta sobre la cual debemos reflexionar para enriquecer la política con nuevas perspectivas y miradas, reinventando las reglas del juego político a nuestra imagen y semejanza. “Quizás podríamos decir que tal y como está la política, no nos interesa, porque desconoce nuestras necesidades y planteamientos. Podemos decir que si nos interesa pero no tal y como está hoy en día. No nos interesa la política patriarcal y su institucionalidad porque no permite nuestra libérrima participación. Nos interesa estar es estos procesos, para cambiarlos, no para someternos a ellos. “ 5


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Entonces se pregunta, ¿Qué hacer para transformar? El reto es que todos y todas juguemos en igualdad de condiciones. Esto cruza por reconocer que las mujeres no podemos participar en política si no llevamos la convicción del cambio, de la transformación que nos permita aportar a la democracia y posicionar nuestros propios intereses y demandas. El reto es transformar la política. Las mujeres que aportan cambios y transformaciones, las irreverentes y quienes desafían el poder del patriarca, esas mujeres sí que nos representan. Ante la injusta división de ámbitos, su desigual valoración y todo lo que ello implica, la respuesta de las mujeres no se ha hecho esperar nunca: La lucha de las mujeres es una vieja historia que ha cosechado buenos frutos a cambio de precios muy altos! Luego señala como ejemplo a Olympe de Gouges en el año 1793: Asesinada en la guillotina por rebelarse contra el poder y sostener que las mujeres tenían derechos de ciudadanía, continúa: “No es raro presenciar la descalificación del movimiento feminista y de las feministas como personas no gratas y reñidas con la naturaleza y el orden establecido, aun sabiendo que la propuesta del movimiento es una de las propuestas más humanistas ya que enarbola la bandera de la equidad entre hombres y mujeres, justicia social y democracia (en el Estado y en la casa)”. La participación de las mujeres para cerrar la brecha política es muy grande, lo hemos abordado desde la agenda del gobierno y desde las leyes, por ej: El código de la democracia. Incidimos en todas las instancias públicas, en los espacios de toma de decisiones y para eso tenemos propuestas, porque si no “¿que mostramos?” La lucha sigue y la muestra de ello es que estamos nuevamente convocadas en este espacio, esta vez para resolver algo que nos compete de forma urgente: La participación de las mujeres en estas próximas elecciones y la defensa de la paridad conquistada. Para posicionarnos de mejor forma ante el nuevo proceso de participación, es preciso que profundicemos o al menos tomemos en cuenta algunos elementos que limitan la plena participación de las mujeres en el País. Con ello, señala que debemos reconocer las limitaciones y las fortalezas que permitirán removerlas o potenciarlas al interior de los 6


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partidos, movimientos y del propio sistema electoral. Respecto a las limitaciones: Limitaciones: •

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Los vínculos entre las actividades privadas, las domésticas y las públicas no son fáciles de equilibrar y romper para las mujeres. No por participar en otros ámbitos, dejamos de ser responsables del trabajo doméstico (sobrecarga de trabajo) Al participar en otros ámbitos, las tareas que se le asignan en la esfera pública son aquellas más semejantes a las privadas y que tienen menor valoración (desvalorización). No es extraño reconocer a mujeres que están participando en calidad de “relleno” en las listas de sus partidos o movimientos para cumplir con el principio constitucional de la paridad, que no tiene que ver solo con los porcentajes de participación hombres/mujeres, sino con la legitimidad de ese porcentaje. Es decir si tenemos un alto porcentaje de mujeres en puestos de decisión, pero estas no representan ni defienden nuestros derechos, no hablamos de paridad. No hay seriedad. La socialización femenina no nos prepara para las relaciones competitivas ni para la lucha por el poder que caracteriza a la política, que dicho sea de paso no son patrones o modelos a seguir. Hay una necesidad de redefinir la política y con ello la necesidad de redefinir el poder. Replantearnos la institucionalidad del poder: cómo, para qué, por qué, con quienes, cuándo, dónde… nosotros ejercemos poder. Porque el poder no se demanda, no se construye, sino que se ejerce. ¿Cómo lo estamos haciendo? No nos gusta ejercer el poder “sobre”, sino que desde el movimiento de mujeres reivindicamos un ejercicio de poder “para” y “con”: “para” determinar los objetivos y “con” la población en horizontalidad. No es un poder agresivo-abusivo. División del movimiento de mujeres y de las feministas frente a la participación de las “otras” en el Estado. Nosotras somos feministas que de casualidad estamos en un puesto de poder o decisión. Nuestra misión permanece, trasciende y transforma más allá y aun sobre las eventualidades de los cargos. Donde quiera que estemos (ámbito público o privado), lo fundamental es que podamos construirnos y constituirnos como defensoras de los derechos humanos y derechos de las mujeres. Escasos niveles de autonomía de las mujeres que no fortalecen su identidad y su autoestima. 7


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La presencia de las mujeres en espacios de poder sin autonomía solo sirve para lucir vanidades efímeras y falsas utopías.

Respecto a las Fortalezas: •

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Se ha logrado fijar en el imaginario colectivo la participación política de las mujeres como un ejercicio de derechos normalizado y habitual. La gente ya está preparada para tener una presidenta (con excepciones). Aunque ya tenemos en Argentina, Costa Rica, Brasil, próximamente en Chile… lo que nos da pautas de que si podemos llegar a esos espacios. La cada vez mayor flexibilización de roles, deja más espacio y tiempo para que las mujeres participen en la política. Hay cada vez un mayor margen para que los hombres entren en el espacio privado o reproductivo. La participación de las mujeres en algunos espacios de mayor jerarquía en el estado y su institucionalidad o en la sociedad civil y sus organizaciones, han posicionado su capacidad y se ha logrado “reconocer” la importancia de su participación para agregar otras visiones y experiencias. Se ha teorizado sobre las experiencias de las mujeres en la participación política y se ha visualizado la importancia de re conceptualizar dicha participación, el ejercicio del poder y del poder en sí mismo. Es hora de elaborar teoría desde nuestra propia experiencia para apoyar el perfeccionamiento de la participación en cuanto mujeres y en cuanto feministas. Es hora de que las mujeres que ocupan posiciones de poder que escriban/describan sus experiencias a las que seguimos el camino, hay que recuperar el conocimiento de las pioneras. Es necesario que teoricen, pues además debe entenderse que las mujeres políticas están en tales posiciones gracias a la lucha de los derechos de las mujeres. Fortalecimiento del movimiento de las mujeres a nivel mundial (Cumbres). Parte de las reflexiones deberá cruzar por reconocer cuanto si o cuanto no la participación de las mujeres en política ha contribuido para este fortalecimiento en el país. La voluntad cada vez mayor de las mujeres de participar en espacios de decisión como una forma de reivindicar su actoría como sujetas políticas. Antes la participación voluntaria de mujeres en la política era complicada. Hoy en día cada vez existen más mujeres dispuestas, a pesar de lo duro que puede llegar a ser para ellas. 8


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Aplicación formal del principio de paridad como una forma de impulsar la igualdad en la realidad social

Estas limitaciones y fortalezas nos plantean algunos elementos a considerar a la hora de participar en política. Indica que en esta hora y a estas alturas de la historia de las mujeres en el ámbito de la participación política es preciso meter el acelerador a fondo para lograr dar el salto cualitativo que tanto demandamos y que tanto nos urge. En esta medida es preciso que cada una de las mujeres políticas mínimamente: i.

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Reflexionen sobre el efecto diferencial del sistema electoral actual en la representación política de las mujeres en los órganos electivos y examinen, la manera de ajustar o reformar esos sistemas; Reflexionen y actúen sobre la estructura y los procedimientos de sus partidos y movimientos a fin de eliminar todas las barreras que discriminen directa o indirectamente contra la participación de las mujeres; Propongan y ejecuten iniciativas que les permita participar plenamente en todas las estructuras internas de adopción de decisiones y en los procesos de nombramiento por designación o elección. Insten a los partidos políticos y a sus movimientos a garantizarles la igualdad de oportunidades en el acceso a cargos en sus niveles de dirección y en el proceso de selección de candidatos/as a cargos de elección popular.

Señala que ya es hora de realizar la propuesta desde un pacto entre mujeres

“Trabajad juntas, desde las comunistas a la izquierda, hasta las conservadoras a ala derecha, para que podamos conseguir esa participación plena a la que tenemos derecho” Una alianza entre mujeres es necesaria para la participación política de las mujeres, por un lado, y por otro, es importante porque refrenda las particularidades de dicha participación. No se trata por lo tanto de “ingresar” en las esferas del poder patriarcal, sino de hacerlo desde un posicionamiento político que levante como bandera de lucha un mandato feminista. Ello supone adquirir la capacidad de cuestionar entre mujeres el poder desde dentro del poder y desde su propio juego, tanto más 9


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cuanto sabemos que una vez en el poder, las mujeres en política han sido capaces de implementar cambios políticos y legislativos sólo cuando se han unido en alianzas de carácter amplio denominadas bancadas femeninas. Éstas han sido particularmente eficaces cuando su trabajo se ha visto reforzado por sus vínculos con el movimiento de mujeres y con ONGs de la sociedad civil. Los esfuerzos organizativos de esta naturaleza han llevado a la aprobación de leyes en beneficio de la equidad y para apoyar la igualdad entre hombres y mujeres (violencia intrafamiliar, de cuotas y paridad en Argentina, Chile, Ecuador, República Dominicana, México y Perú).

Por tanto, comenta que este pacto es posible sí y solo sí concurren condiciones como: 1. Reconocernos

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como mujeres diversas, y esa diversidad reconocerla como fuente de riqueza y fortaleza. Debemos escuchar a las mujeres y no caracterizar “la” mujer ecuatoriana, sino reconocer nuestra diversidad y nuestras diferencias. Construirnos y construir sobre esa diferencia amplia, propuestas comunes e identificar aquello en lo que no estamos aún de acuerdo. Es preciso trabajar más sobre estos temas. Visibilizar y reconocer a las lideresas, los liderazgos y las propuestas lideradas por parte del movimiento y sus organizaciones. Hay que reconocerlas, a veces no queremos reconocer quien lidera los procesos. Eso no ocurre con los hombres porque llevan más tiempo jugando a este juego Saber que la lucha por los derechos de las mujeres es la estrella del sur que guía cualquier proceso de participación nuestra en cualquier tiempo y espacio. Definir mecanismos permanentes, sistemáticos y expeditos de comunicación, coordinación y colaboración entre las mujeres. Lo contrario provoca que las mujeres que llegan al poder generalmente se vayan quedando solas. Las mujeres que pusimos a esas mujeres también nos sentimos defraudadas porque no son tan cercanas. Solas ellas, abandonadas nosotras. Mecanismos de coordinación entre quienes van a ocupar puestos de poder y nos representan con sus propias bases, al tener sus base social que le soporte tiene poder legítimo y no delegado por nadie mas que su propia base. Y de esa manera puede luchar por las reivindicaciones de Genero. De lo contrario, tendrá que mirar qué dice quien decide. Lo que tenemos es que oir qué dicen las bases a las que representan. Por ello, es un contrasentido apoyar a las mujeres para 10


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ubicarlas como nuestras representantes y después abandonarlas y por otro lado las mujeres en la sociedad civil se sienten abandonadas por quien alguna vez le prometió representar sus intereses. Un pacto entre mujeres además cruza por: •

Plantear la democratización de los partidos y movimientos políticos a través de procesos responsables que incluyan a las mujeres y sus demandas en la militancia y en la toma de decisiones en la actividad partidaria. Exigir una participación más decidida y definida, de forma que podamos aportar como mujeres a cambios profundos en la forma del quehacer político del Ecuador y a consolidar su democracia.

Ello cruza por una auténtica capacitación con relación a los procesos, procedimientos, instancias y autoridades competentes en el marco de estas elecciones. Votar por aquellas mujeres que están en las listas de elección popular cuyas propuestas acojan o coincidan con los mandatos históricos de las mujeres Por último un pacto entre mujeres implica reflexionar y para ello es preciso no dejar de cuestionar y de exigir respuestas frente a preguntas como las siguientes: • •

¿Cómo vamos a resolver el eterno dilema entre “mujeres y Estado”? ¿Cómo vamos a evitar que las propuestas y mandatos que llevamos no terminen asfixiados por la burocracia, que termina viéndolo todo como “objeto de la administración”? ¿En qué medida la participación de las mujeres en espacios e instancias públicas y de decisión (de elección o de libre nombramiento) está contribuyendo al perfeccionamiento de la democracia en el país? ¿Cómo vamos a garantizar una articulación entre las mujeres más allá de su ubicación en los espacios de lo público estatal y de su militancia partidista? ¿Qué posibilidades hay? Las bancadas de mujeres son las impulsan los cambios, tal como pasó con la Ley 103, donde nos sentamos todas las mujeres. Su camiseta era por el “cambio” a favor de los derechos de las mujeres y no por la disciplina de su partido, que, dicho sea de paso, siguen siendo patriarcales ¿Estamos dispuestas o no a apostarle a una política democrática diferente que promueva nuevos valores como los 11


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de la ecología, el antimilitarismo y la solidaridad entre los pueblos? ¿Estamos preparadas para elaborar mandatos comunes mínimos que nos permita generar procesos de articulación más allá de las bancadas patriarcales?

Las respuestas a estas preguntas con seguridad nos darán las pistas que hoy necesitamos para retomar una participación diferente, más sabia, mejor estructurada, más sonora, con más claridades y mejores y más amplios objetivos comunes. Pero sobre todo, nos darán la conciencia de reconocer que la alianza entre mujeres es el único mecanismo que nos permitirá construir y ejercer poder para limitar el poder que nos subordina y cambiar las reglas del juego que nos han impuesto. La idea es que las respuestas a estas respuestas con seguridad nos darán las pistas que hoy necesitamos para retomar una participación diferente

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