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de la trata en Costa Rica, Suiza y España
from Trata mujeres dominicanas Costa Rica, Suiza y España marco estudios de género, migración y desarroll
El colectivo de mujeres trans es uno que presenta una elevada vulnerabilidad en cuanto a la explotación sexual y víctimas de trata por las prácticas más abusivas a las que son obligadas a someterse, consumo de drogas, más contagios por VIH, entre otras. Todo ello dificulta su recuperación y se requiera mucho más tiempo para recuperarse una vez han salido de las redes (institución no gubernamental, 8 Esp.).
2.3. Conclusiones sobre el contexto social e institucional de la trata en Costa Rica, Suiza y España
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Las restrictivas políticas migratorias en Costa Rica, Suiza y España históricamente han instaurado una normativa —en cuanto al delito de trata de personas— más dirigida al control migratorio que a la persecución del delito y la atención y asistencia a las víctimas. De este modo, tal y como señalan las mujeres entrevistadas, en las intervenciones policiales se les solicita su documentación para ver la situación migratoria en que se encuentran y, en caso de no tener sus papeles en reglas, proceder a su retención y expulsión. La legislación poco favorable para las víctimas de trata, las coacciones que estas sufren, junto con la falta de profundización en la preparación de los cuerpos de seguridad (que no llegan a indagar sobre la existencia o no del delito de explotación sexual), disminuyen las posibilidades de denuncia, por lo que el enjuiciamiento de tratantes se torna complicado y, en muchos casos, pueden continuar con su mercado humano con total impunidad.
Las restricciones migratorias suelen ofrecer un espacio propicio tanto a la trata como al tráfico ilícito de migrantes, pues, antes las dificultades muchas veces invencibles que impiden lograr dejar el país de origen, las redes de trata (y también de tráfico) pueden adaptarse y ofrecer salidas a través de sus estructuras a lo largo de todo el recorrido migratorio a cambio de sustanciosas cantidades de dinero.
Tanto Costa Rica como Suiza y España son países receptores y de tránsito de la trata en Latinoamérica y Europa. Estos tres países cuentan con una plataforma institucional para hacer frente a las situaciones de trata que se han presentado en los últimos años. En el caso de España, la Administración General del Estado, los Gobiernos autonómicos y algunas entidades locales, a través
de políticas públicas desarrolladas durante la pasada década, han consolidado una red de dispositivos y servicios de información, detección y atención integral y especializada a mujeres en contextos de trabajo sexual y víctimas de trata. Sin embargo, queda todavía mucho por hacer.
Una de las principales conclusiones que se pueden extraer de todos estos datos es la enorme invisibilización de las mujeres víctimas de trata, muchas de las cuales ni siquiera llegan a ser conscientes de que lo son y de cuáles son sus derechos.
En muchas ocasiones, las mujeres se culpabilizan por lo que les está pasando y no llegan a ser conscientes de su situación de víctima. Si ella quería venir e hizo todo lo que hizo por poder hacer el viaje, ¿qué derecho tiene ahora a quejarse?, ¿a quién va a denunciar?, ¿quién la puede ayudar si la culpa es suya? (informante clave 3, Esp.).
En España, según plantean las distintas instituciones entrevistadas, en materia de trata de personas con fines de explotación se ha transitado el camino desde la lucha contra la inmigración irregular y el crimen organizado, hasta el enfoque de DD. HH. que identifica a las víctimas del delito como titulares de derechos, fortaleciendo su capacidad para hacerlos valer, identificar a los titulares de deberes y exigir el cumplimiento de sus obligaciones.
La modalidad de trata que tiene fines de servidumbre doméstica es una de las más invisibilizada por el hecho de que la víctima trabaja de manera aislada, tiene miedo a perder el trabajo, sufrir la consiguiente pérdida de ingresos, ser deportada a su país de origen, etc. En estos casos las mujeres son muy resistentes a denunciar a quienes les pagan, por lo que la situación no hace sino perpetuar un círculo vicioso en el que las mujeres acaban «perdiendo» sus derechos.
El abordaje institucional de la trata muestra diferencias significativas entre los países. El registro y acreditación de la trata se complejiza en los casos de España y Suiza, lo que no ocurre en Costa Rica, donde la acreditación fluye con criterios homogéneos entre las instituciones responsables del tráfico ilícito y de la trata de personas. En España y Suiza hay muchas barreras para el acceso a los datos sobre la acreditación de casos de trata en dichos países y más aún por nacionalidad y modalidad. Estas barreras tienen matices distintos entre provincias y cantones.
La acreditación está mediada por las diferencias de criterios y normativas vinculadas no solo a cada territorio, sino también a la judicialización de la trata. Si los casos de trata no llegan a judicializarse por las diversas dificultades que presentan, no se acreditan y se pierde su registro. Es así como la trata tiene una mayor presencia en los tres países de lo que estos muestran en sus estadísticas.
El abordaje de la trata, además de estar afectado por los criterios normativos y jurídicos que dificultan su visibilización y la comprensión de toda su magnitud, igualmente se ve impactado por los estereotipos de género.
Las mujeres son las principales víctimas de trata en los tres países y es la trata para explotación sexual una de las modalidades más frecuentes. La estigmatización de las mujeres dominicanas en los tres países, donde se les asocia —por ser dominicanas— al trabajo sexual y se las convierte en mujeres objeto sexual, afecta notablemente su percepción como posibles víctimas de trata en explotación sexual. El imaginario cultural de los estereotipos de género, con los que se identifica a las mujeres dominicanas como «provocadoras», «sexis» o que les gusta «mostrar», invisibiliza la condición de trata que ellas viven en estos países y hace que se las considere según el prejuicio de que están en estos países «buscando hombres» o en trabajo sexual voluntario.
Esta narrativa permea el imaginario de las instituciones en estos tres países, sobre todo en Suiza, y por tanto afecta notablemente el reconocimiento de las posibles condiciones de victimización a causa de trata para explotación sexual, explotación laboral o de otro tipo en las dominicanas migrantes.