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antes de la emigración y en la actualidad
from Trata mujeres dominicanas Costa Rica, Suiza y España marco estudios de género, migración y desarroll
El destino de las remesas suelen ser habitualmente las madres o los familiares cercanos (como hermanas), y suelen tener por mira sufragar los gastos de los hijos e hijas que han dejado en el país de origen, los gastos médicos de la familia y un proyecto muy común en todas las mujeres entrevistadas: la posibilidad de construirse una casa para volver un día a la República Dominicana o para que la disfrute su madre.
En algunos casos, no obstante, las mujeres se han encontrado con sorpresas, pues han llegado a la República Dominicana y se han encontrado con que, a pesar de haber enviado cantidades sustanciosas de dinero, la familia ha dilapidado todos los ahorros y no existe ninguna casa ni inversión realizada.
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Era un patrón recurrente que todas mandaban dinero a las madres y que las madres tenían hijos cuidando (institución no gubernamental 1 Esp.).
Las remesas aparecen igualmente en el análisis de las condiciones sociofamiliares y comunitarias en las localidades de origen (capítulo 10). En ese capítulo se muestran tendencias porcentuales en la recepción de remesas, además de las sumas que reciben las familias. Esto coincide plenamente con las informaciones que ofrecen las sobrevivientes de trata entrevistadas en Costa Rica, Suiza y España.
4.7. Conclusiones sobre el contexto sociofamiliar y económico de las sobrevivientes de trata dominicanas antes de la emigración y en la actualidad
El análisis del contexto sociofamiliar de las mujeres sobrevivientes de trata en Costa Rica, Suiza y España muestra la estrecha relación entre trata y migración, dado que la entrada y salida de la trata está marcada por la noción de la migración como una actividad asociativa-familiar.
Antes de la emigración y en la actualidad, las familias continúan reproduciendo estructuras diversas en las que el apego al modelo clásico —familia nuclear— varía y se recompone. Las familias de origen de las sobrevivientes de trata en los países de estudio responden a esta diversidad en virtud de que se ven afectadas por la masculinidad tradicional que favorece la irresponsabilidad paterna y la poligamia y sobrecarga a las mujeres como
las principales, y muchas veces únicas, responsables de hijos e hijas (Vargas/ Profamilia, 2019).
Dentro de esa estructura variada de las familias (extensas, monoparentales matrilineales, nucleares, ampliadas), se encuentran casos de familias de crianza como familias de origen. Las familias de crianza son frecuentes en los contextos sociales de pobreza y marginalidad, sobre todo en las comunidades rurales. Se entrega a hijos e hijas a diferentes familias cercanas (familiares, con relaciones de compadrazgo, vecinas) para que puedan cubrirles las necesidades fundamentales a cambio de que sus hijos e hijas realicen labores no remuneradas tanto en el ámbito doméstico como laboral. En estas familias de crianza, las sobrevivientes de trata tienden a ser explotadas en el trabajo doméstico y en labores agrícolas, viviendo así, en su niñez, una modalidad de trata con fines de servidumbre doméstica y explotación laboral. Se reproduce, de este modo, el modelo de trata denominado en Haití como «restavec», el cual está normalizado en el país. En las familias de crianza en la República Dominicana puede haber o no trata y explotación, pero normalmente la condición de relación familiar sirve como barrera para visibilizar dichas posibles situaciones.
La interacción en el interior de las familias de origen de las sobrevivientes de trata está muy marcada por relaciones de autoridad verticales, manifestaciones de violencia, poca comunicación y participación. Las sobrevivientes de trata han tenido que dedicarse desde su niñez a labores domésticas y, en algunos casos, al trabajo infantil por las condiciones de vulnerabilidad presentes en sus familias.
Las mujeres emigran siendo madres. La maternidad de las mujeres emigrantes, que en muchos casos han sido víctimas de abuso sexual y violencia de género a temprana edad, las empuja a buscar opciones para obtener ingresos y bienestar económico para sus hijos e hijas. La relación con estos se mantiene a través de la comunicación continua, el envío de remesas y la consulta permanente sobre decisiones vinculadas a la educación y salud, entre otras. Las familias se extienden más allá de las fronteras físicas, convirtiéndose en familias transnacionales (Sørensen y Vammen, 2016).
Esta interacción familiar a distancia genera, por un lado, ciertas ambivalencias, depresiones y culpabilización en las mujeres; y, por otro lado, la satisfacción de ofrecerles un cambio de vida a sus hijos e hijas. Estos sentimientos provocan el afán por la reagrupación familiar. Hacen todo lo posible por llevarse a sus hijos e hijas a los países de destino y muchas veces les toma años este proceso.
En algunos casos, la reagrupación familiar favorece que hijos e hijas puedan estudiar en el país de destino y obtener una movilidad y estatus social distintos de los de sus madres. En el análisis del fenómeno de las familias transnacionales, especialistas en el tema identifican las pérdidas afectivas que sufren las mujeres y sus hijos e hijas, llegando a considerar «la migración como una empresa poco gananciosa», y estableciendo que «las condiciones de la maternidad a distancia dejan en evidencia la contradicción entre un proyecto migratorio edificado en pro del bienestar de los hijos y la merma que sobre este bienestar ocasiona la cotidiana ausencia física de la figura materna» (Ariza, 2012: 34).
La mirada a las condiciones socioculturales de la interacción en las familias en la sociedad dominicana (Vargas/PLAN RD, 2020) deja la duda de si, estando la madre presente, la relación entre ella y sus hijos e hijas sería diferente a la que ella vivió en su familia de origen.
Pocas alternativas tienen las mujeres sobrevivientes de trata para salir de la trata sin continuar en el comercio sexual como trabajadoras sexuales. Las alternativas están enmarcadas dentro de la reproducción de los roles tradicionales de género y ofrecen baja remuneración: la mayoría está percibiendo ingresos en las áreas de la limpieza y el trabajo doméstico, en la elaboración de alimentos en comercios dedicados a ello, en salones de belleza y en la esfera del cuidado (envejecientes, niños y niñas). Muchas otras están dedicadas al trabajo sexual autónomo o tienen negocios vinculados a esta actividad (bares, hoteles-restaurantes, centros de masaje).
Después de la trata las condiciones socioeconómicas de las sobrevivientes son muy variadas. La principal vía de salida de la trata es el trabajo sexual autónomo tanto para las que han sufrido la trata con fines de explotación sexual como para las que han sufrido las modalidades para explotación laboral, matrimonio forzoso y servidumbre doméstica. El trabajo sexual se convierte en una de las pocas fuentes de ingreso a la que tienen acceso las sobrevivientes por las condiciones de irregularidad migratoria, baja escolaridad y presión por el envío de remesas a sus familias.
Muchas logran, a partir del trabajo sexual autónomo, generar ingresos suficientes para instalar emprendimientos, negocios de diversa índole. Otras se establecen en el sector informal o como empleadas.
Otra de las salidas del trabajo sexual autónomo es la práctica del sexo transaccional con amigos que entregan regalos caros que incluyen apartamentos.
Algunas sobrevivientes de trata, cuando salen de la trata, entran en periodos de crisis y desempleo.
Los ingresos que obtienen en el trabajo sexual les permiten enviar remesas a sus familias con regularidad, lo que no ocurre con otras actividades económicas, como el trabajo doméstico o en el sector informal. Aun así, varias de ellas salen del comercio sexual y se dedican a diversas actividades económicas que están caracterizadas por ser una extensión de la reproducción de los roles tradicionales de género y de la feminización del cuidado.