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RosarioCastellanos Tercera elegía

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Seddevivir

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I

Como la cera blanda, consumida por una llama pálida, mis días se consumen ardiendo en tu recuerdo Apenas iluminas el túnel de silencio y el espanto impreciso hacia el que paso a paso voy entrando

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Algo vibra en mi ser que aún protesta contra el alud de olvido que arrastra en pos de sí a todas las cosas pero ya nada alcanza a rescatarme de la tristeza inerte que me apaga

¡Ah, si pudiera entonces crecer y levantarme, alumbrar como lámpara alimentada de tu vivo aceite en una hoguera poderosa y clara!

Grandes espacios ciernen finas nieblas entre tu rostro, las que aquí le borran Tu voz es casi un eco y lejos resplandece tu mirada

Ii

Como queriendo sorprender tu ausencia desnuda, abro las puertas de improviso y acecho las ventanas entornadas

Encuentro las estancias desiertas y sombrías donde el vacío congela sus perfiles ciñéndose a la línea de tu cuerpo

Es como una profunda y simple copa para beber la integridad del llanto

I Iii

Tal vez no estés aquí dominando mis ojos, dirigiendo mi sangre, trabajando en mis células, galvanizando un pulso de tinieblas

Tal vez sea mi pecho la cripta que te guarda

Pero yo no sería si no fuera este castillo en ruinas que ronda tu fantasma nunca el sueño se fue tan injusto como cuando la ausencia ocupó también un lugar en la cama, y sólo quedaron las lágrimas.

Benditos los muertos en el instante en que el recuerdo los alcanza trascienden, parte nostalgia, parte anhelo, parte algo más, en el sueño donde el café y las historias ocupan su lugar en la mesa; Sueñan, viajan, se despiden y callan, abandonan el abandono. sus monedas de plata un muro de entre el sueño y el lamento, su cielo, un cuento de hadas que se desdibuja entre plegarias y flores.

Benditos también los que abrazan los que se quedan atrás, quienes besan la tierra en que plantan semillas donde sólo la nostalgia florece siempre habrá un momento que resguarde los abrazos pendientes pero las palabras –esas que ya nadie puede escuchar¿en qué lugar del alma encuentran refugio?

Roberto Méndez

Benditos todos ellos los que se van los que se quedan los que no se han ido.

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