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En santo que surgió de una pandemia
El santo que surgió de una pandemia
E
n el a ñ o 15 7 6 , l a p e s t e , u n a e n f e r med ad infecciosa mortal parecida a la tifoidea, asoló el puerto de Milán y la mortandad espantosa obligaba a que los cadáveres fueran arrojados a unas grandes fosas, s in plegarias ni rito s funerario s e inmediatamente cubiertos de tierra.
Familias enteras enfermaban y morían sin recibir otro auxilio que el que se prestaban mutuamente, sin ayuda exterior, porque todos temían el contagio.
Muchas veces los que tenían una probabilidad de vivir perecían por la total carencia de alimentos adecuados y de las necesarias medicinas.
En tan terribles casos era cuando verdaderamente se veía si los pastores y directores espirituales eran genuinos o farsantes.
Así lo entendió el cardenal Carlos Borromeo, arzobispo de Milán. Sus consejeros le recomendaron que se retirase a algún lugar de la región hasta que la peste hubiera desaparecido de Milán, pero él respondió:
“El deber de un pastor es dar la vida por sus ovejas, y y o n o p u e d o a b a n d o n a r a m i r e b a ñ o e n e s t e momento de peligro. El deber de un obispo es escoger la conducta más noble”, dijo este santo varón.
Permaneció, pues, en la ciudad apestada y guío al pueblo, velaba a los enfermos, visitaba los hospitales y con su ejemplo alentaba a su clero a llevar los consuelos espirituales a los moribundos. Durante todo el tiempo que duró la peste, trabajó intrépida e infatigablemente.
Mientras, la vida severa y ordenada del cardenal y sus familiares, así como su bien aireado y espacioso palacio, los preservó de la enfermedad, pero según el sentir de aquellas buenas personas, no podría ser debida sino a un milagro la protección de la vida de qui en d iariament e predi caba en l a cated ral, se acercaba al lecho d e los ap estado s para da rles alimento y medicinas o suministrarles los últimos sacramentos.
Es más, tan lejos estaba de pensar en la salvación de su vida que, estando arrodillado un día ante el altar mayor de la magnífica catedral, solemnemente se ofreció en sacrificio, como Moisés, en aras del bien de su pueblo.
Carlos Borromeo salió indemne de la peste, así como sus 28 sacerdotes. Dio pruebas de un heroísmo admirable en la práctica de la caridad cristiana. En 1610 fue canonizado.
Este reconocimiento a San Carlos, no por lejano en el tiempo, deja de ser un precedente válido al otorgamiento de la medalla "Miguel Hidalgo" que entregó recientemente el pres i d e n t e A n d r é s M an ue l L ó p e z Obrador a integrantes, hombres y mujeres, del personal del sector salud, muchas de ellas posmortem, que, con singular valor y entrega, han salvado de las garras mortíferas d el C o vi d -1 9 a mi l l o n es d e mexicanos.