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LA RAZÓN • Sábado. 20 de febrero de 2016
GTS Por C. DUERTO- Madrid sta semana la televisión francesa ha emitido un reportaje en el que Don Juan Carlos hace balance de sus 40 años de reinado, pero pasando de puntillas por su caída en Botsuana, un incidente por el que conocimos al doctor Ángel Villamor, uno de los traumatólogos españoles de referencia internacional y para el que la cadera del Rey Emérito no era un hueso inédito.Veintisiete años ejerciendo la medicina le han proporcionado la mejor experiencia clínica. Fue su buen hacer el que evitó que Dani Pedrosa se retirase de la competición deportiva tras la lesión de su antebrazo derecho. «Al mes de operarle, Dani se reincorporó al mundial. Desde los podios nos llamaba emocionado y agradecido». Marta Fernández, novia de Jaime Martínez-Bordiú, es otra de sus pacientes. «Me caí esquiando y nadie me daba una solución. Gracias a las infiltraciones con células madre evitaré operarme y volveré a andar con tacones», dice.
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LOS 20 AÑOS QUE «EL JEFE» OCULTÓ SU COJERA Gonzalo Pérez
Traumatólogo de prestigio internacional, Ángel Villamor comenzó a tratar a Don Juan Carlos de una lesión de rodilla dos años antes del incidente de Botsuana y revela que el Rey Emérito estuvo disimulando una cojera provocada por un accidente de esquí en 1992. Su andar característico se debía a que flexionaba simétricamente la otra rodilla
◗ ÉXITO PRECEDENTE
◗ UN RETO DE ESTADO
La del Rey Juan Carlos es una relación más longeva y compleja porque, aunque todos los pacientes son iguales, lo cierto es que «asusta intervenir a un Jefe del Estado». Pero Villamor asumió el reto. «Cuando conocí al Rey ya necesitaba una cirugía. Acudió a mí por la experiencia de mi currículum. Empezamos a tratarle dos años antes del accidente de Botsuana por una lesión en la rodilla que se hizo en 1992 esquiando, de ahí que acudiera a la Expo de Sevilla con muleta. No se recuperó bien y le quedó una deformidad que le impedía extender por completo la rodilla. Para evitar que se notara su cojera, estuvo 20 años flexionando simétricamente la otra, de ahí ese andar tan peculiar que acabó repercutiendo en sus caderas y en la zona lumbar. Era una especie de acordeón que le hacía caminar echado hacia de-
lante y algo agachado y que disimulaba gracias a su altura». La primera intervención se hizo para solucionar esa dolencia. «Lo más difícil con el “Jefe” era decidir la fecha de la cirugía, porque siempre tenía algún compromiso. La única vez que hemos discutido fue cuando decidió anular por cuarta vez la cirugía de rodilla por problemas de agenda. Llevaba los últimos meses cojeando y muy medicado con analgésicos por los dolores que la artrosis le producía. Aquel día me planté en su despacho y le dije que no podía dejarlo pasar más tiempo. Después de una breve discusión, me dio la razón y anuló el viaje. Me abrazó y comenzamos los preparativos». Al año de la operación, se rompió el tendón de Aquiles y hubo que operarle cuando se planteaban intervenir la cadera derecha. La
en silla de ruedas, apareció la infección en la cadera izquierda, algo muy frecuente porque el germen puede estar latente en la prótesis o llegar por la sangre desde otro foco de infección, por ejemplo, una muela. Estuvieron dos meses preparando la cirugía. «Nunca fue una operación a vida o muerte». De acuerdo con la Casa Real llamaron al jefe de la clínica Mayo, al doctor Cabanela, especialista de reemplazo de prótesis infectadas, para formar el mejor equipo. «La técnica quirúrgica que tuvimos que emplear es la llamada‘‘recambio en dos tiempos’’, que consiste en retirar la prótesis infectada, colocar una temporal envuelta en antibiótico para limpiar y desinfectar el hueso y, a los tres meses, sustituir esta cadera provisional por la definitiva».
caída de Botsuana terminó por fracturarla. «Le sintetizamos la fractura de esa cadera y aprovechamos también para operarle la artrosis, evitando dos intervenciones y dos rehabilitaciones». Salió perfecto y en un mes hacía ya vida normal. A los dos años, sin embargo, seguía con dolores y problemas motivados por la lesión de columna. «La segunda prótesis de cadera tuvo que hacerse de urgencia pues decidimos, junto a los especialistas que le trataban la columna que, antes de que le operasen ésta, era imprescindible estirar la cadera que llevaba tanto tiempo caminando en flexión. La columna comprimía los nervios por la artrosis que deformaba las vértebras y se había convertido en urgente. Era una cirugía muy agresiva. Salió con una casi parálisis
«AHORA NOS VEMOS MENOS PORQUE SÓLO REQUIERE EL CUIDADO DE UN FISIO», DICE VILLAMOR EL REY CANCELÓ CUATRO VECES UNA OPERACIÓN. VILLAMOR SE PLANTÓ EN SU DESPACHO de la pierna derecha y la rehabilitación fue más ardua y prolongada. Si el resto de operaciones necesitaron de una recuperación de entre uno y dos meses, la columna llevó casi un año y aún lleva un bastón por inseguridad de esa pierna». Mientras se recuperaba
El éxito les precedía, ya que en 2007, la Academia Americana de Cirugía Ortopédica, otorgó al doctor Villamor y a su equipo el premio a la mejor técnica quirúrgica. De toda esta cronología se deduce que Villamor no ha dejado cojo al Rey, aunque «El Jefe», como le llaman los que le tratan, lleve un bastón por seguridad. Aquellas visitas semanales a La Zarzuela se han espaciado, pero eso no es óbice para que la familia del Rey le siga teniendo como traumatólogo de cabecera. No es de extrañar entonces que fuera una de las personas que celebró con el Rey una fecha tan especial como el aniversario de sus 40 años de reinado. «Era una cena con un grupo reducido y disfrutamos del buen humor de Su Majestad». «He sentido siempre su agradecimiento. Seguimos llamándonos y viéndonos aunque no con tanta frecuencia. Ahora sólo precisa un mantenimiento físico que consigue con su fisioterapeuta», añade. Jesús G. Feria
LOS MOCASINES «MADE IN SPAIN» DE DON JUAN CARLOS Uno de los intereses del Rey «jubilado» es promocionar la calidad de los productos españoles. Hace dos semanas, aconsejado por un amigo, Don Juan Carlos decidió hacerse unos zapatos a medida en Glent, la tienda madrileña de la calle Jorge Juan. Escogió el establecimiento, además de por la gran calidad del calzado puramente artesanal y de exquisito diseño, por ser una marca cuyo capital es 100% español. El
padre de Felipe VI se decantó por unos mocasines clásicos que rondan los 290 euros. «Su actitud es lo que marca la diferencia, hace sentir muy bien a la gente», afirman desde el establecimiento. Porque estuvo una hora y 45 minutos pasando las pruebas: desde medirse el pie, hasta probar la horma y personalizar el diseño. «Se dejar asesorar, pero sabe lo que quiere. Está de muy buen ánimo». A la podóloga, de los
nervios, le salió un herpes en la boca, y rápidamente Don Juan Carlos bromeó con ella para rebajar tensión: «¡Pero qué te ha salido ahí!», bromeó. «Está pendiente de todos los detalles. Se despidió de nosotros en la tienda, pero después, ya en el coche, volvió a hacerlo desde la ventanilla». Don Juan Carlos pagó sus zapatos y prometió que volvería. «Ha sido todo un placer para nosotros tenerlo aquí», aseguran.
Zapatos «Glent» a medida del Rey