A G O S T O iskalti.com | AGOSTO 2019 | Año 3 No. 29
¿QUIENES SOMOS? Somos un equipo de profesionales terapeutas con más de 20 años de experiencia dedicados a la atención y educación psicológica. Nuestro principal objetivo es apoyar a las personas, hacerlas crecer sosteniendo el amor, los valores y la sana convivencia a tráves del autoconocimiento, logrando la estabilidad emocional, desarrollando las habilidades y competencias del individuo.
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Atención y educación psicológica
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“ Mtra. Diana Laura Gutiérrez Dicen por ahí: “¡Si la juventud supiera y la vejez pudiera!". ¿Será? Para nada se duda en que la experiencia vital adquirida a través de los años sea justamente el fruto cosechado utópicamente de sabiduría del camino recorrido; pero habría que comenzar a pensar en el valor incalculable de quien a través de sus pasos, le recorre, ¡la juventud!
En el año 1999 la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas estipuló el 12 de agosto de cada año como el Día Internacional de la Juventud. El objetivo de la celebración tiene como origen el poder pensar en los jóvenes como agentes de un cambio social, subrayando la importancia de su participación en la construcción de soluciones a problemáticas sociales actuales.
La ONU
define “juventud” como el grupo de personas entre los 15 y 24 años de edad que, hasta el año 2018, representaba mil 800 millones de jóvenes en el mundo, considerándose la cifra más alta alcanzada hasta ese momento. En México, sin embargo, la Ley del Instituto Mexicano de la Juventud (Imjuve) considera a los jóvenes como aquellos entre los 12 y los 29 años de edad, siendo un aproximado de 30.6 millones de personas en México, hasta enero del año 2019. Si bien a la juventud se le denomina como el periodo de maduración, biológica y psicosocial que permite a los sujetos transitar de la dependencia infantil a la autonomía adulta, es importante ir más allá para pensar y reflexionar sobre el lugar y el papel que a los jóvenes se les asigna, por encima del dato cronológico e incluso más allá de ser categoría de análisis de investigación de múltiples disciplinas. Dentro del imaginario social, ser joven es en muchas ocasiones sinónimo de rebeldía, inexperiencia, volubilidad y hasta de irracionalidad. En dependencia los diversos contextos sociales en los que éste se desenvuelva, ser joven implica ser y actuar “de cierta forma”, una forma en muchas ocasiones sin claridad, porque...
“NI SE ES NIÑO, NI SE ES ADULTO” Y ENTONCES ¿QUIÉN Y QUÉ SE ES?
En este sentido, las preguntas sobre ¿quién soy?, ¿cómo soy? y ¿hacia dónde voy? cobran gran importancia; la búsqueda de identidad, permite a que los jóvenes comiencen a diferenciarse de su familia para conformar un YO separado en términos de identidad. Esta búsqueda los lleva a “salir” del ámbito familiar con el fin de acercarse a círculos de padres, respondiendo al desarrollo de relaciones interpersonales fuera del contexto familiar y a su deseo ambivalente de individuación y pertenencia. Afuera se enfrenta a otras formas de percibir el mundo, con las que se identificarán o no, contribuyendo al cuestionamiento, aceptación, rechazo, reajuste y expansión de sus formas ya conocidas de pensar, ser y hacer. Ser joven es el inicio de un recorrido de encuentro personal, es saltar de un yo conmigo a un yo con alguien más fuera de mi círculo común, original y primario, la familia. Si bien el concepto de familia ha tenido transformaciones significativas a lo largo del tiempo debido a los cambios sociales, legales, económicos, culturales y demográficos; considerándola en la actualidad plural en sus diversas formas de coexistir, no han cambiado las funciones de ésta como institución social, siendo primordialmente de desarrollo y socialización de sus integrantes.
La familia es el organismo central, sobre la
cual se funda nuestro bienestar, es fuente de crianza, educación, y de apoyo económico y emocional a lo largo del ciclo vital. La importancia de la familia se ha transformado dejando de lado el concepto estructural para ahondar en su influencia respecto a las formas de relacionarse y la calidad de los vínculos en su interior. Entonces ¿cuál será la importancia que la familia tiene en la creación de la subjetividad juvenil? Ya en décadas anteriores se han popularizado frases que intentan colocar a los niños y los jóvenes como actores del futuro; sin visualizar que en realidad ellos son directores del presente, responsables ya de su propia historia.
Si bien el Día Internacional de la Juventud intenta sensibilizar desde la institucionalidad a los gobiernos y sociedad sobre el lugar de los jóvenes en el mundo actual e invita a tomar acción mediante políticas públicas para este sector en términos de educación, empleo, pobreza, salud, medio ambiente, delincu- encia, creación y recreación. ¿Qué estamos haciendo en las esferas más cercanas a ellos?, ¿Qué hace la familia y los adultos del hoy, en su interior para comenzar a escuchar y comprender sus inquietudes?, ¿Cómo, como adultos, aprender a no juzgarlos por su aparente “inexperiencia”?, ¿Cómo derribar las barreras intergeneracionales entre adultos y jóvenes?, ¿De qué forma éstos pueden comenzar a decir “quienes son” sin imposiciones ni obligaciones, pero si con el compromiso de compartir sus pensamientos y sentimientos?, ¿Cómo transmitir las experiencias de nuestros años sin que éstas tracen y determinen sus caminos?, ¿Cómo aceptar que ellos son producto de un devenir histórico y social en el que nosotros también participamos? Invito con entusiasmo a que desde casa y en los contextos cercanos como escuelas y comunidades, se les escuche a los jóvenes para llenarnos con su juventud, a dejar de lado la hiperexigencia y permitir que nos sorprendan con la energía de quien tiene un camino por hacer y descubrir, sobre todo porque en ese recorrido se descubrirán a ellos mismos y a su yo en el mundo.
No se trata de que no haya guía, ésta es esencial, necesaria y sumamente importante, se trata de permitir que ser joven no sea una etiqueta de ineptitud, sino un símbolo de nuevas formas de vivir y mover al mundo. Verlos, no como aquellos que se harán cargo del mundo en años venideros cuando “por fin” les llegue la adultez y la “racionalidad”, sino como quienes hoy tienen mucho por decir pero sobre todo mucho por proponer y hacer.
Dice Benedetti: “¿Qué les queda por probar a los jóvenes?... recuperar el habla y la utopía, ser jóvenes sin prisa y con memoria, situarse en una historia que es la suya… también les queda discutir con dios, tanto si existe como si no existe, tender manos que ayudan, abrir puertas, entre el corazón propio y el ajeno, sobre todo les queda hacer futuro, a pesar de los ruines de pasado, y los sabios granujas del presente”. Por ahora me resuenan estos párrafos, esperando que más allá de la letra bonita y la utopía, comprendamos que ser joven implica construirse en el camino al mismo tiempo que se recorre.
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