Protegiéndolos de algo que no conocemos

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AGOSTO iskalti.com | AGOSTO 2021 | Año 5 No. 50


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Protegiéndolos de algo que no conocemos

Por Coach José Enrique Cervantes Cervantes

¿En este preciso momento podrías evocar cuál es el recuerdo más preciado que tienes de tus hijos? ¿Qué es lo que más te gusta de ellos? Estoy seguro que sí, no obstante, date un tiempo para responder antes de continuar leyendo este texto…


¿Quién se opondría a decir, qué parte de ser madre o padre es acumular y atesorar todo aquello que perpetúe en la memoria las acciones de nuestros hijos? Recordar cuando venían en camino, cuando llegaron a nuestras vidas, cuando de algún modo empezaron a comunicarse con nosotros, las maneras en que nos tocaron con su joven alma y enriquecieron nuestro mundo. A partir de entonces y con el correr de los años, muy probablemente podamos rememorar con la misma dicha qué sentimos cuando los vivimos, los sucesos y nuevos episodios que ellas y ellos, emprendieron en cada una de las diferentes etapas en que hemos vivido a su lado. Quizá entonces, e ingresando en la dimensión de las paradojas, lo que más nos guste de ellos no sea sólo uno dos puntos dentro de un listado de actos o características y el recuerdo más preciado que se puede tener de un hijo, tendrá que ver precisamente con ese cúmulo de momentos que sumados representan la vida que, de un modo u otro, nos ha tocado compartir con ellos. Así pues, seguramente son más de uno los recuerdos que convergen en tu mente; sin embargo, casi estoy seguro que todas esas memorias engloban situaciones de éxito, del cómo se han conformado ellos mismos, llegando a ser las pequeñas o jóvenes, pero siempre maravillosas personas que conocemos; sin perder de vista tu compañía, protección y dirección dentro de este mundo en el que nosotros, si identificamos los peligros (quizá no todos) y engaños intrínsecos.


Retomando el tema, ¡nos encanta su corazón! La manera en que aman a la gente; como comparten su existencia y sabiduría con nosotros, con otras personas y otros seres; sus opiniones, su sentido del humor, su ingenio, sus respuestas, sus dudas y ocurrencias; sus ganas de aprender; su aprecio por la vida; su generosidad y también sus ganas de luchar por algo y ganar; sus intenciones, sus secretos y el poderoso impulso que los lleva a construir sus propios mundos. En fin, el listado podría ser enorme y tú lector o lectora bien podrías hacerlo aún más grande. Ahora bien, quiero señalar que los siguientes cuestionamientos podrán parecer una inflexión en la narrativa y así consecutivamente las ideas que se irán adjuntando.

¿Conoces los factores que pudieron, pueden o podrían lastimar, o causar daños graves a esas situaciones de éxito en tus hijos? ¿Hay algún escenario donde toda esa belleza se pueda ver derribada? Cuando ni si quiera queremos que sea tocada. ¿Puedes protegerlos de esos peligros? ¿Puedes enseñarlos a que se protejan de todo ello?


Si bien los medios nos muestran un mundo exterior: las calles, las escuelas, los lugares de reunión y convivencia social, las vías de transporte público, etc., duro y peligroso (y aunque a veces este planteamiento también involucra tintes para matizar sistemas de control o, por otro lado, para publicitarse y venderse), es verdad el mundo es peligroso. Y es en ese afán de protegerlos, de seguirlos cuidando cuando conviven con ese mundo exterior, que les proporcionamos teléfonos celulares, para permanecer el mayor tiempo en contacto con ellos, confirmar sus ubicaciones, desplazamientos y rutinas, así como para proveerlos de una herramienta a la que pueden acceder de inmediato y comunicarse en casos de necesidad o emergencia; y esto no es un pretexto, es real y la utilidad de este recurso en muchos momentos se ha visto bien empleada. No obstante, dentro de esas pequeñas cajas planas metemos a sus bolsillos la posibilidad y el riesgo de acceder a todo tipo de información de tu hija o hijo así como, contenido ilícito, poco saludable o agresivamente nocivo. ¿Sabes a lo que me refiero verdad? Pero la pregunta indicada deberá ser ¿Hasta dónde sabes de lo que te estoy hablando? Quiero continuar presentando el concepto de “Sesgo de supervivencia” y explicaré de manera muy concisa su procedencia: en plena segunda guerra mundial se comenzó hacer un análisis para reforzar los puntos débiles de los aviones de combate, para lo cual se estudiaron gráficas de los daños causados por artillería enemiga a los aviones que pudieron regresar de las misiones bélicas. La idea que tenían era blindar las zonas de las naves donde más impactos eran recibidos; hasta que consultando a A. Walt, un matemático húngaro emigrado a los Estados Unidos, señaló, que el gráfico debería ser interpretado justo al revés y que lo que debería reforzarse eran las zonas donde no había impactos. Esas marcas, por lo tanto, sin dejar de ser peligrosas, señalaban las zonas en el fuselaje de los aviones, que se permitían ser dañadas y aun así no ser derribados y que las zonas más críticas y donde seguramente fueron impactados los aviones que no regresaron a la base, eran las que en estas gráficas permanecían intactas; por lo tanto, más susceptibles de ser reforzadas.


Es de aquí que el concepto de entender algo sólo por las personas o elementos sobrevivientes, puede ser dirigido a la interpretación, el conocimiento o la resolución de un problema, considerando de manera unívoca los factores observables, dejando fuera otros que, muy probablemente teniendo mayor peso, en apariencia no son notorios.

¿Las maneras en que están creciendo y a lo que se enfrentan las nuevas generaciones difiere en muchos sentidos de las maneras en que crecimos y a lo que nos enfrentamos generaciones anteriores? Existen muchas cosas nuevas en la llamada era de la información ¿Existirán nuevos riesgos? Los peligros con que antes nos enfrentábamos comenzaban en el mundo físico y por supuesto que impactaban en el ámbito y la salud de la psique, pero de pronto la raíz solíamos encontrarla, ya lo he dicho, en un suceso vivido de manera presencial. Algunos de nosotros pudimos resolver estas pruebas , otros las sobrellevamos y algunos nos quedamos atorados. Sin embargo, contamos con experiencia pragmática al respecto. Son de esos peligros conocidos por nosotros que buscamos informar a nuestros hijos para protegerlos ¿pero qué hay de lo que viven en su mundo y nosotros no conocemos?


Podemos comenzar enseñándolos a cruzar las calles con precaución, a cómo disuadir y huir de un acosador, a cómo mantenerse seguros en compañía de personas confiables, a cómo denunciar cuando alguien los quiere tocar con malas intenciones, podemos enseñarlos a que distingan con quien hablar y con quien no y por supuesto con quien no irse; esto y más, porque todo eso lo vivimos. Y por ende ellos sólo alcanzarán, cuando les sea posible, a distinguir un peligro en las situaciones que nosotros les señalamos, pero aquellas que nosotros no conocemos es imposible que lo identifiquen como algo que pueda causarles daño. A muchos de nosotros posiblemente, el mundo de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) nos sea impreciso, confuso o del todo extraño. Podemos imaginar cómo se mueve, pero lejos estamos de precisarlo; lo que es un hecho es que no estamos utilizando la tecnología de la manera en que ellos la utilizan. Difícilmente podemos saber a ciencia cierta lo que sucede en el vastísimo tiempo, sea de día o de noche, que se mantienen conectados de manera virtual con conocidos y extraños por medio de uno o más dispositivos o qué aplicaciones utilizan para ello; tampoco nos es del todo entendible la razón de la tremenda ansiedad por captar la atención y aceptación de las comunidades, o la terrible depresión que les puede causar el desinterés o rechazo a que se sientan aludidos; los agravios de que son objeto por no pertenecer a este mundo virtual o no mantenerse a su altura jugando bajo sus reglas. Adicionalmente nos costaría trabajo hallar, los porques de crearse un personaje mediante los contenidos que suben a las redes (imágenes, videos, comentarios, historias, agregando, compartiendo, aceptando o rechazando) para ensamblarlo como el “avatar” con el que quieren ser identificados en el mundo del que participan.


A los que hemos crecido en un mundo por llamarlo así, “más análogo”, no nos será fácil llegar a entender, si acaso tan solo podamos vislumbrar las proporciones que tiene, el que el universo de nuestros hijos ya no sólo se circunscriba a las personas que conocen en sus colegios, en sus clubes, en sus barrios o comunidades, que ahora se han extendido hacia todos los que pueden alcanzar conectándose a la red (¡y que también aquellos, pueden alcanzar a nuestros hijos, sin nosotros conocer o controlar sus intenciones!), universo en el cual todo se les presenta como una colosal y en muchas oportunidades, desleal competencia. Hasta aquí hemos abordado y de manera sumamente breve el tema del reconocimiento virtual como una medida de integración y éxito social, sin profundizar en los complejos procesos de la sana construcción de la personalidad y pertenencia a un grupo por los que todo niño o adolescente están pasando ¿Qué tan profundo la aceptación o rechazo pueden afectar a la visión que tienen de su persona? Y por lo tanto los riesgos en que se involucran para ser aceptados socialmente y conseguir más “likes”, buscando con sus posibilidades, transmitir la imagen más atractiva de sí mismos, copiando sea cuales fuesen, los modelos que estén siendo tendencia, para generar interés y aceptación en… ¿Ya lo hemos dicho con antelación verdad? En conocidos y extraños.


Entre tanto coexiste un número extenso de situaciones que pueden causar conflictos a la salud mental, emocional y física de nuestros hijos ¿Cuántos más conoces? ¿Cuántos puntos rojos en la gráfica del avión podemos observar? ¿Pero cuántos no? Aquí menciono un reducido listado: Impacto en sus relaciones sociales, al verse disminuidas o carecer de habilidades sociales en la vida real por no mantener contactos más allá de los virtuales. Distorsión de los puntos de vista de la realidad, por juzgarla mediante información parcial o errónea adquirida en la red. Poca o nula tolerancia a la frustración y un escaso control de impulsos debido a la sobre exposición de estímulos que se les presentan. Carencia de motivaciones al realizar otras actividades, encontrando en el mundo virtual, satisfactores, no siempre sanos y si suficientes para permanecer adictos a las pantallas. Riesgo al estar expuestos, en perfiles públicos a las interacciones con acosadores y agresiones de propios y extraños. Si, ya sé que de todo eso has oído hablar, incluso en algunos puntos te has capacitado para manejarlos con tus hijos y entre otras cosas saber configurar sus dispositivos, con filtros y controles parentales. ¿No obstante, cuánto de esto sólo ha quedado como un mero planteamiento? O nuevamente ¿en dónde “NO” se ven los puntos rojos en el avión? Por haber oído de algo o leído uno o dos artículos no quiere decir que sepamos manejarlo, menos volvernos expertos al respecto. El mundo virtual es un hecho, y en él navegan nuestros hijos. Y con todo, un niño nunca se ahogará mientras permanezca fuera del agua, pero en esa inmensidad de océano que es la red ¿De verdad crees que no existen atractores excelentemente bien pensados y estratégicamente colocados para llamar su atención, cautivarlos y retenerlos bajo las superficies? ¡Mejor, enseñémoslos a nadar!


¡Pero oh desilusión! Porque este artículo tampoco te dará las soluciones definitivas para enfrentar los peligros que en el mismo se plantean. Su valor consiste en influenciarte a que los busques. Los padres son el primer determinante de cómo un hijo emplea la tecnología. Y será maravilloso cuando llegamos a educar su consumo de maneras sanas; ayudándolos a prevenir situaciones nocivas y dándoles el acompañamiento suficientemente correcto cuando se conciban afectados por alguna de estas situaciones. En particular por ejemplo y haciendo referencia a lo que hemos tratado hoy, haciéndoles ver, como un principio de realidad, que la gente no siempre va a estar de acuerdo con ellos; ni con su imagen, ni con sus pensamientos, ni con sus gustos. Que incluso habrá quienes los critiquen o se burlen de ellos o busquen lastimarlos emocionalmente, pero a lo que atacarán es a ese “avatar” que ellos diseñaron y publican en sus redes, no en el fondo y si nuestros hijos no se los permiten, a la integridad de su persona. Asimismo, busquemos elementos que fortalezcan su autoestima y los ayuden a contener estos ataques y regular sus emociones. ¿Y cómo y en dónde buscamos? Este punto no es el verdaderamente trascendental. Pues como hicieron en la citada investigación de la segunda guerra mundial, busquemos profesionales en relación a las temáticas pertinentes al caso, quienes puedan ayudar, a padres e hijos a entender ese mundo. Y a los que nos ayuden a corregir o sanar los daños que se hallan derivado. Lo verdaderamente trascendental es que tú, afanoso lector que me has acompañado hasta estas líneas, te preguntes y respondas ¿Cuándo? Voltea a ver a tus hijos estoy seguro que en este día, más de una vez los verás mirando una pantalla. ¿Cuándo comenzarás a capacitarte para adentrarte en ese mundo? Y al saber que nuestros hijos crecen allí, entender qué consecuencias están recibiendo. ¿Cuándo comenzarás a tomar decisiones con menos condiciones de incertidumbre?. El responder ese “¿CUÁNDO?”, te compromete a actuar.


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