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iskalti.com | JULIO 2020 | Año 4 No. 39
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AUTODISCIPLINA Por Miguel Angel Macías Reséndiz
Hoy vamos a hablar de algunas estrategias para ayudar a fomentar autodisciplina en nuestros hijos y en nosotros mismos. Primero tengamos claro el concepto de disciplina, que es la capacidad de apegarse y llevar a cabo objetivos establecidos en tiempo y forma. Puede definirse como la observación de las leyes y el comportamiento según las reglas establecidas, sin embargo, muchas veces también se ha asociado a conceptos como vigilancia, castigos, reproches, aplicación de consecuencias y básicamente a conflictos entre el representante de la autoridad y quien la recibe.
Normalmente en estas relaciones, los padres y educadores nos volvemos vigilantes de nuestros hijos y alumnos para que cumplan con sus obligaciones y ellos a su vez buscan cualquier estrategia astuta que les permita escapar de la regla, viviéndola como algo desagradable que limita su libertad. Como autoridad nos molestamos por su actitud rebelde y reprochamos el incumplimiento de su obligación y su rebeldía. No comprendemos por qué se rehúsan a obedecer, si la actividad parece tan sencilla… Pero no solo ocurre con los adolescentes, en realidad pasa en todas las edades y en todas las tareas que aún no dominamos, como por ejemplo al aprender un nuevo deporte, tocar un instrumento, aprender un idioma, aprender a jugar un videojuego o desarrollar habilidades para un nuevo puesto de trabajo.
Todas ellas implican un esfuerzo y una transformación personal. Enfocarnos en aprender cuando aún no se tiene dominio sobre una habilidad, tiende a ser agotador y frustrante, lo que nos orilla a abandonar el desarrollo y buscar la comodidad, incluso si ello representa algo indebido, por ejemplo a pasarnos el alto cuando nadie está viendo, esperar lo más posible para pagar una factura, mantenernos en cama hasta tarde en lugar de apurar nuestro ritmo y aprovechar el día y en caso de los jóvenes a no hacer una tarea, olvidar el libro con el que debían trabajar, no anotar la tarea completa, etc.
Si sabemos que nos procura algo bueno para nosotros mismos, ¿por qué es tan difícil de seguir? Si alguna vez hemos vivido el fruto de la disciplina ¿Por qué no es fácil mantenerla y ser constantes? Un motivo es que por lo general buscamos que las tareas que realizamos gasten la menor cantidad de energía que poseemos, lo que se traduce como placer. Por ejemplo el desarrollo de la tecnología se resume en desarrollar un instrumento que a la larga nos ayude a esforzarnos lo menos posible en conseguir un objetivo. Otra razón es porque desarrollar nuevas habilidades ha sido fomentado como una demanda del entorno social y no como una necesidad personal. Como cuando aprendimos a hablar, escribir, amarrarnos las agujetas, un segundo idioma, nadar, etc. Muchas de estas actividades ocurren porque nuestro entorno familiar y social nos lo exige, y no como una actividad desarrollada por el deseo propio. De manera que no se vive como un objetivo personal sino como una demanda externa que nos motiva poco.
Además del monto de tolerancia a la frustración y el esfuerzo sostenido que se requiere para el desarrollo de habilidades. La disciplina implica la contención de la expresión de la espontaneidad, ya que propone dirigir la energía hacia un objetivo concreto. Recordando el mito griego de Ícaro, el hijo de Dédalo el constructor del laberinto del minotauro que cayó al mar al desoír los consejos de su padre de no volar muy alto ni muy bajo para que sus alas de cera no se derritieran con el sol ni se humedecieran con el mar.
La auto-disciplina por otra parte, es la capacidad de llevarse a sí mismo a vigilar las reglas establecidas, sin necesidad de ser observado y perseguido por alguna autoridad. Sin perder su grado de dificultad, la auto-disciplina a diferencia de la disciplina externa, implica un monto importante de motivación personal. Exigirse a uno mismo estar en un ritmo, en una forma y en un orden sin necesitar de la vigilancia de alguien más, como los papás o los maestros. El componente que distingue la disciplina de la auto-disciplina radica en la motivación personal, la cual no se puede exigir (pues exigirla implica que no viene desde el sujeto, sino de su entorno) sino que se debe fomentar, demostrar y celebrar.
¿Cómo entonces desarrollamos auto-disciplina? La respuesta es muy amplia para reducirla en un pequeño artículo, pero un primer paso lo encontramos en el concepto de propósito personal y propósito de vida. Cuando somos capaces de preguntarnos ¿Cómo quiero ser, a quién me quiero parecer, como me gustaría que fuera mi vida en el futuro? Sale de nosotros un apetito que nos impulsa a alcanzar logros personales, a desarrollarnos en el camino que nos ilusiona y a tomar decisiones en pro de ese ideal en el que anhelamos convertirnos… eso es la motivación, el motor que impulsa hacia una dirección determinada.
En este punto el papel de los padres se vuelve muy importante para acompañarlos a desarrollar autodisciplina y no sólo en vigilar y reprender. Para ello te compartimos los siguientes tips que te ayudarán a desarrollar esta habilidad en tus hijos y en tu familia.
1.- Estar consciente del propósito que tiene aprender la nueva habilidad. Platicar con tu hijo y ayudarlo a comprender el PARA QUÉ le es útil desarrollar una actividad. Es importante que primero tú lo tengas claro.
2.- Contagia un estado de ánimo. Piensa en las cosas que por lo general disfrutas. Date cuenta que con sólo pensarlas por unos momentos, te genera un estado emocional de felicidad, éxito, alegría, etc. Esta relación emoción - actividad es la que debemos intentar lograr entre la habilidad que desarrollamos y la emoción con la que la pensamos. Se trata de imaginar todas las asociaciones positivas que tiene conseguir el dominio de la habilidad. Si logras relacionar estos estados de ánimo con la actividad, te encontrarás más dispuesto a realizarla.
3.- Establece objetivos claros, concretos y medibles. Inicia con pocos objetivos y a corto plazo, recuerda que adquirir una habilidad exige un gasto de energía importante y el ir viendo el resultado nos impulsa a seguir avanzando.
4.- Celebra cada pequeño cambio. La forma en que motivemos y celebremos cada pequeño esfuerzo y logro de tu hijo, es muy importante pues será el modelo que tendrá para aprender a celebrarse y corregirse a sí mismo.
5.- Construye para ti mismo un ideal a partir de ejemplos de vida y compártelos con tus hijos Dicen que uno es el promedio de las personas con las que se rodea, o quien con lobos anda, a aullar se enseña… También nos definen las personas que tomamos como guía, por lo que te recomiendo revisar quienes son esos modelos de vida personales, ¿qué historias de vida conoces? Es muy útil leer biografías de personas admirables que te inspiren a alcanzar tus objetivos.
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