¿Por qué nos cuesta aceptar nuestros errores?

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MARZO iskalti.com | MARZO 2021 | Año 5 No. 45

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¿Por qué nos cuesta aceptar nuestros errores?

Por Miguel Angel Macías Reséndiz Pese a que es natural en el ser humano equivocarse; aceptar frente a los demás que cometemos errores (e incluso frente a uno mismo) es algo que a muchos nos cuesta hacer.

Decidí escribir sobre este tema al escuchar a un conferencista comparar la cultura occidental con la oriental, en ella mencionaba que en la cultura occidental es difícil asumir la responsabilidad de nuestras acciones y que preferimos evadir el tema o minimizar las consecuencias tanto hacia los demás como para nosotros mismos.

Por otro lado comparaba este actuar tan común, con la cultura oriental en la cual es natural asumir los errores, pues es una condición muy ligada a otras tradiciones arraigadas en su cultura, tales como el honor y la templanza del carácter.

Este problema es de gran impacto en la vida cotidiana, dado que en la cultura en que vivimos hoy en día no es muy bien visto que una persona cometa errores. Esto lo podemos notar por ejemplo en la facilidad con la que enjuiciamos o señalamos a otro por el simple hecho de emitir una opinión distinta a la nuestra. Los señalamientos en las redes sociales y los medios de comunicación están a la orden del día. Podemos reconocer cómo el juicio hacia los demás tiende a ser sumamente descalificador, es muy común que se señale a un individuo o a un grupo por alguna falta, haciéndolo acreedor al reproche del resto de la comunidad y la descalificación social.

Esta actitud, pese a ser tan común, se vuelve por si misma peligrosa para el mismo grupo, el cual envía el mensaje permanente de no permitir los errores bajo el costo del señalamiento social, lo cual orilla a los individuos que la componen a no distinguirse ni llamar la atención para evitar ser juzgados y en otros casos preferimos quedarnos con inseguridades o inquietudes por miedo a ser criticados si fallamos o decimos algo incorrecto. Recordemos cómo cuando estábamos en la escuela evitábamos participar o preguntar dudas por miedo a ser juzgados y como esto persiste en los climas laborales, cuando nos piden opinar en una junta, sentimos temor de ser criticados.

Cuando cometemos un error, por lo general intentamos obviarlos, pasar de largo de ellos, dar la vuelta o a lo más, excusarnos cuando somos confrontados. Sin embargo, si queda la posibilidad de huir en lugar de hacerle frente a la equivocación, suele ser una puerta más fácil de cruzar.

El primer obstáculo al que nos enfrentamos para aceptar nuestros errores, es colocarnos frente al juicio externo (lo cual nunca es una tarea sencilla) dado que una de las principales fuentes de afecto y protección con los que cuenta nuestra mente, es la validación de nuestras acciones y de nuestra propia persona, por medio del cariño que recibimos de los otros. De manera que al ser juzgados, se pone en juego este sentido de pertenencia y tendemos a evitar nuestras expresiones de singularidad y mantenernos inmersos en la comunidad, porque al saberte aceptado por tu núcleo social te sientes seguro.

Existe entonces de manera natural un temor a la crítica, ya que aunque sea constructiva, hiere y fragiliza el amor propio y genera ansiedad.

Sin embargo, no es el único obstáculo al que nos enfrentamos, ya que independientemente de la percepción del mundo externo, aún hay otro ojo vigilante de nuestras acciones que juzga nuestro actuar, el cual es nuestra propia consciencia.

Ella está construida a partir de las maneras que aprendimos de la comunidad para juzgar las acciones de los otros, de la madurez del temperamento y lo radical del juicio de cada uno. Es decir que una persona que tiende a ser muy dura hacia los demás, por lo general puede tener un juicio muy duro hacia sí mismo, de manera que temerá una represalia de la misma categoría que él aplica hacia el exterior. Las personas que tienden a ser inflexibles hacia los demás muestran más dificultad para aceptar sus errores; como dice el refrán popular:

“

Con la vara que midas, serás medido

”

Dependemos de un auto-concepto positivo para ser independientes y confiados en nosotros mismos, que nos permita sentirnos fuertes. Tratamos de observar nuestras cualidades y capacidades personales para hacerle frente a los retos que se nos presentan día a día.

De manera que asumir nuestras fallas nos hace sentir avergonzados frente a los demás y vulnerables frente a nosotros mismos. ¿Cómo hacer entonces para aceptar mis errores?

Es necesario comprender que si nos negamos a aceptar que cometemos errores, significa que hay partes de nosotros mismos que no queremos conocer. Una manera positiva que puede ayudarnos a enfrentar nuestros errores es pensar que cuando una crítica nos afecta, habla de algo de nosotros que necesita sanar, por lo que es una manera de cuidar de nosotros mismos.

Marco Aurelio, un filósofo estoico, decía “enfrenta las adversidades como si estas fueran un ejercicio” lo que quiere decir que confiemos en que saldremos bien librados del conflicto y que tenemos la capacidad de hacerle frente. Esta frase nos permite enfrentarnos con mayor seguridad al reto que tenemos delante.

Debemos de ser capaces de conocernos de una manera menos ficticia, ya que nos hemos construido como personas que no cometen errores y eso es una fantasía que detiene nuestro desarrollo personal.

El gran riesgo que tenemos al evitar asumir una falla, es que huimos del aprendizaje y nos condenamos a repetirla una segunda y tercera vez.

Hay que generar una visión positiva de aquel que es capaz de reconocer su error, construir una imagen mental de un sujeto que crece después de cometer una equivocación y entender que asumir un error te permite corregir y mejorar.

Aquí te doy unos tips que te ayudarán a sortear estas situaciones y a aceptar nuestros errores de una mejor manera.

Reflexiona:

1.-

Al momento de juzgarte a ti mismo, cambia tu manera de decir “Estoy haciéndolo mal” por “¿Qué puedo mejorar de lo que estoy haciendo?”

2.-

Cuando alguien señale una falla, identifica tu emoción inicial que te impulsa a protegerte o huir y piensa que, al corregirla te estarás cuidando y que en cuanto lo logres te sentirás muy satisfecho contigo mismo.

3.-

¿Qué tan fácil me es juzgar de manera severa a los demás? Cuida de no serlo demasiado, ya que de la misma manera tu propia mente te juzgará.

4.-

Reconoce las cualidades de aquellas personas con las que no coincidan tus puntos de vista.

5.-

Confía en que tienes las herramientas suficientes para hacerle frente al conflicto, e identifica acciones concretas para adquirir aquellas que te hacen falta trabajar.

El Clan Pro-Defensa

agradece a todos los que participaron en el concurso “Tú donas el título, nosotros el contenido... El artículo vive”.

El título ganador de la rifa es:

“PENSÁNDONOS JUNTOS COMPLETAREMOS LA MISIÓN” Cuyo autor Javier Eduardo Peña Palacios es el acreedor a la capacitación de protección personal para un niño de 6 a 11 años.

Estén pendientes, próximamente tendremos más sorpresas.

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