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Sobre el A m o r por Bhakti Tirtha Swami

Bhakti Tirtha Swami (John E. Favors) fue un maestro espiritual y discípulo de Srila Prabhupada que enseñó y escribió profusamente sobre el amor y el liderazgo en tiempos modernos. Nació en 1950 en una familia cristiana. Estudió en la Universidad de Princeton donde participó del movimiento de Martin Luther King. Posteriormente, inició una busqueda espiritual por diferentes disciplinas orientales que lo llevarían fi nalmente al vaisnavismo. Sus libros adquirieron fama mundial debido a su capacidad para traducir en un lenguaje directo y fácil los profundos conocimientos del Bhakti Yoga.

Escuela de Amor 1. El amor es fundamental para estar sanos tanto física como espiritualmente. 2. El amor no es un negocio con un contrato que se pueda romper. 3. El amor es una decisión personal y nadie lo puede forzar. 4. Amor es aprender a querer nuestro verdadero ser, si no te quieres a ti mismo no podrás querer a nadie más. 5. El amor no se trata de dos personas desesperadas, que solo intentan buscar felicidad para ellos mismos, juntándose para robarse energía el uno al otro. 6. El amor se da entre dos personas completas y no entre dos mitades. 7. El amor es una relación sagrada en la que dos personas se juntan para servirse el uno al otro, revelar sus debilidades y virtudes para así ayudarse a avanzar en la vida. 8. El amor es la energía y el hambre del alma. 9. El amor es ver a nuestra pareja como un regalo del Universo Supremo. 10. El amor es “amor en acción”, llevando amor a todos los lugares donde vayamos. 11. El amor es incondicional y nunca es egoísta. 12. El amor es buscar una pareja para curar al mundo y no para escapar de él.

Armonizando energías “Todas las personas son una combinación de elementos masculinos y femeninos en variadas proporciones. Este hecho es evidente aun a nivel fi siológico; el cuerpo de todo varón contiene hormonas femeninas, y los cuerpos femeninos contienen hormonas masculinas. Las mujeres tienen senos, al igual que los hombres, y a pesar de todas las diferencias, los órganos reproductivos son semejantes en muchas formas. La pecaminosa cultura moderna nos empuja hacia un juego artifi cialmente distorsionado de roles entre los sexos. El hombre teme ser sensible, compasivo o desinteresado. Como no desarrolla su faceta gentil, no se convierte en una persona íntegra. Por su parte, la mujer aprende a abandonar su identidad, reprimir su iniciativa y tornarse pasiva. Ella no es una persona integral tampoco. Como resultado, la sociedad funciona de manera extremadamente desequilibrada y fragmentada. Otro aspecto de esta distorsión, particularmente en el caso de la mujer, es que con frecuencia es sometida a abusos, tratada como objeto o hasta privada de sus plenos derechos de ciudadanía tales como el derecho al voto o el derecho a poseer propiedades. Como resultado, muchas damas odian ser mujer. En la cultura moderna, como antídoto al tradicional papel pasivo femenino, se ha vuelto aceptable que las mujeres imiten a los hombres, haciéndose agresivas y competitivas, para ser participantes respetadas del sistema económico. Esto no es remedio para el desequilibro entres los sexos. La agresiva competitividad masculina que están emulando, es una distorsión de cualidades masculinas verdaderas, tales como la iniciativa, el coraje, el discernimiento y la acción decisiva y templada con amor. Cuando las mujeres intentan comportarse como caricaturas de los hombres, minimizan sus singularidades femeninas de intuición, inspiración y receptividad, y devalúan sus funciones como sustento y portadoras de la cultura, todo lo cual podría contribuir a salvar el planeta. Cuando los hombres adoptan cualidades femeninas distorsionadas, tornándose crecientemente pasivos, dependientes y débiles, no están aportando una solución tampoco. En consecuencia, la sociedad está en desorden. Como principio general, la mayoría de la gente en esta sociedad carece de auténticas cualidades femeninas, o no las expresa, mientras que los rasgos masculinos son sobre enfatizados para detrimento de todos. En realidad, el mundo entero sufre de carencia de energía femenina, según queda en evidencia por la forma terrible que estamos abusando del planeta”.

El amor no es siempre agradable “Como el amor no se defi ne por nuestras sensaciones agradables, el dolor puede ser una parte integral del amor. Aunque la mayoría de nosotros preferiría sentir felicidad y eliminar el dolor en nuestras relaciones, esta actitud se basa en un deseo de satisfacer nuestros sentidos. El amor genuino puede verdaderamente brindarnos gran felicidad, sin embargo puede también causar extremo sufrimiento. Si examinamos aunque sea un poco nuestras vidas, vemos que nuestra mayor pena casi invariablemente proviene de relaciones con quienes amamos. Quizás intentamos dar y no fuimos debidamente apreciados, o quizás quisimos hacer un contacto amoroso y de alguna manera no pudimos. ¿Quién no puede recordar la profunda herida de ser traicionado, decepcionado, desatendido o abandonado? Al mismo tiempo, nuestra mayor felicidad también ha procedido de relaciones con otros. Es paradójico que el amor, la fuerza más curativa que hay, puede también hacernos tan vulnerables al dolor. En una relación amorosa, cada difi cultad en nuestras vidas se convierte en un desafío para glorifi car y servir al Señor. Cuando alguien nos importa, las circunstancias difíciles son maravillosas porque demuestran la necesidad de mayor comunicación. Como nuestra pareja no recibió nuestras palabras o acciones en un ánimo amoroso, vemos una carencia de amor. Esto nos da una excitante oportunidad de servir y sustentar el bienestar de la otra persona. Cuando tenemos el control, nos sentimos bien respecto a todo. Pero en cuanto las circunstancias no son como se planearon, podemos tornarnos renuentes a complacer a nuestra pareja. Cuando tenemos dudas sobre la relación, la rechazamos. Estas dudas pueden surgir porque no tenemos una fe fuerte o porque nos sentimos inseguros. Con frecuencia proyectamos nuestros temores y fobias hacia nuestra pareja o nuestro medio ambiente para no enfrentar el hecho de que el problema está en nuestra propia conciencia”.

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