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Impulsando la transición
from Yuyeras, la revista del monte Yuyeras, la revista del monte. 1° edición noviembre 2020 Cocinado a f
Multisectorial por los humedales
En el transcurso del corriente año, los problemas ambientales relacionados al río Paraná y su entorno comenzaron a tener gran relevancia en la agenda social y mediática, marcando la diferencia con años anteriores donde se daban grandes sucesos pero sin mucha atención por parte de la mayoría de los sectores.
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Actualmente, la problemática más visible y explícita de este ecocidio son los continuos incendios en los humedales, sumándose en el último tiempo el posible acuerdo porcino entre Argentina y China. Sin embargo, hubo factores ambientales y sociales que cortaron con el silencio y produjeron que los asuntos relacionados a la naturaleza, de la cual somos parte, tomen la importancia que merecen.
En este sentido, el factor más relevante que modificó la manera de ser y estar en el río y sus alrededores fue la sequía extrema. A su vez, esta escasez produjo la bajante del río Paraná, la cual conlleva la disminución del nivel de agua de los humedales. Estas circunstancias, dan lugar a que haya más vegetación al descubierto y mayor riesgo de incendios, colaborando así con la intensificación de los mismos.
Para adentrarnos en la historia, en 1996 a manos de Felipe Solá se aprobó la comercialización de la soja transgénica en nuestro país, lo que marcó un cambio profundo en el sistema productivo y exportador; esto conllevó la expansión de la frontera agrícola para, de esta manera, posicionarse dentro del mercado mundial. Al necesitar cada vez más tierras para esta producción, el ganado fue desplazado de los campos y trasladado hacia las islas. A partir de esto, nace la histórica costumbre de las quemas intencionales de vegetación para la renovación de la misma que sirve como alimento para el ganado. La diferencia actual es que a partir del bajo nivel del río, son mayores las condiciones para que los incendios prosperen; esta situación es distinta a años anteriores ya que la creciente permitía el cese de los mismos, dándole humedad al suelo. Además, están involucrados los sectores inmobiliarios y mineros con grandes presiones e intereses por estas tierras, siendo los responsables de que años anteriores la Ley de Presupuestos Mínimos para Humedales no sea sancionada.
Por otro lado, desde 2018, se incrementaron los proyectos de extracción de arena de sílice que se utiliza para el proceso de fractura hidráulica. Esta arena es trasladada hacia Vaca Muerta principalmente en camiones, acarreando grandes riesgos por el polvo silíceo como la silicosis , los cuales son desconocidos por gran parte de la población. Irónica y no inocentemente, esto sucede en Entre Ríos, una provincia que a través de las luchas sociales fue declarada libre de fracking; sin embargo, hoy en día colabora con esta práctica brindándole más del 80% de arena, una de sus materias primas.
Es importante saber qué son y cómo funcionan los humedales para entender las consecuencias que conllevan la destrucción de los mismos. Por esto, es pertinente aclarar que son terrenos cuya superficie se encuentra inundada total o parcialmente y de forma permanente o intermitente, siendo este último el caso de los ubicados en el Delta; estas fluctuaciones dependen de cada humedal, ya que la conformación de los mismos es muy variada. De esta manera, los humedales almacenan, retienen y liberan agua, funcionando como esponjas y permitiendo así un movimiento circular. Debido a esta dinámica y a muchas otras características que poseen, dan lugar a un ecosistema único en el que habitan miles de especies biológicas que han evolucionado en conjunto con el mismo.
Sugerentemente, los humedales tienen gran significación en Argentina, y también en el mundo, ya que componen más del 20% del territorio nacional. Los mismos cumplen un rol muy importante en la mitigación del cambio climático y la purificación y retención del agua, impidiendo así grandes inundaciones. Además, conservan mayores cantidades de carbono que otros ecosistemas. A partir de esta perspectiva, nace la preocupación por la manera de relacionarse con el entorno, en pos de preservar la biodiversidad. Esta última es entendida como la relación entre los distintos actores que habitan estos lugares, incluyendo a todas las especies que estamos, en este caso, adaptadas a las dinámicas del río.
Sin embargo, la sequía es solo una de las consecuencias de la crisis climática que presenciamos. En estas últimas semanas, los incendios quemaron gran parte del Delta del Paraná, la cual podría tardar más de una década para restaurarse totalmente. Por lo tanto, estamos hablando de una problemática que necesita urgentemente estar en la agenda de les gobernantes, quienes están actuando tardía e ineficazmente.
De esta manera, es fundamental nombrar las causas de los mismos: los campos son prendidos fuego en pos de conseguir terrenos despejados y hacer terraplenes para prevenir posibles inundaciones y generar negocios inmobiliarios. En el mismo sentido, otro de los orígenes es el agronegocio: realizan quemas para renovar las pasturas y alimentar al ganado; por otra parte, estos incendios acarrean secuelas muy severas para la salud ambiental y la biodiversidad de estos lugares. De igual manera, no son hechos aislados ya que forman parte de una estructura sociocultural e histórica, para la cual las únicas metas son la producción y las ganancias, dejando de lado toda posibilidad de sustentabilidad y bienestar para todos los habitantes de la tierra.
Por lo tanto, la raíz de este asunto es mucho más profunda: es el sistema extractivista enmarcado en el capitalismo y sus desembocaduras que es protegido, avalado y prolongado por los gobernantes, los cuales sacan provecho del mismo; esta organización social se basa en la acumulación por desposesión, tanto de territorios como de culturas. Esto es un problema estructural porque se repite constantemente, ya que son acciones que suceden en el Delta del Paraná y también en el resto del país y otros lugares del mundo, como Misiones, Salta, Chaco, California, Amazonía y África. Además, estos últimos años, se han deforestado millones de hectáreas también dedicadas para el agronegocio, muchas veces ilegalmente y evitando por completo los informes del IPCC que advierten el colapso climático en caso de aumentar 1°C la temperatura de aquí a 2030. En cuanto a esto, según datos compartidos por Greenpeace, entre 2016 y 2018, en Chaco se destruyeron más de cien mil hectáreas, incluso cuando la mitad de las mismas pertenecían a zonas protegidas por la Ley 26.331 de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques Nativos. En Salta, son evidentes las compras y loteos de terrenos, en los cuales habitan comunidades de pueblos originarios, sufriendo así el exterminio cultural sistemático. De esta manera, las consecuencias ambientales son también sociales y muy profundas, tales como la marginación y el desplazamiento de comunidades originarias y campesinas a zonas urbanas, problemas respiratorios a partir de las quemas, fumigaciones cercanas a las escuelas rurales que producen cáncer y demás secuelas que nos deja el modelo extractivista.
No obstante, el aspecto más irónico es la desviación de los verdaderos culpables hacia otros sectores, tal como el pesquero artesanal, el cual es juzgado y acusado injustamente de iniciar las quemas. Así, se desliga de responsabilidad a las grandes empresas que poseen gran poder político y económico. A modo de ejemplo, encontramos a Rufino Baggio, una de las personas procesadas por los incendios y dueño de la empresa de jugos que exporta a más de 70 países y factura cantidades exorbitantes de dinero. En este sentido, es pertinente preguntarnos qué sucede con actores sociales como el mencionado anteriormente: ¿cuántas de estas personas han sido penalizadas por los crímenes ambientales que produjeron? ¿Tiene sentido sancionar con enormes montos de dinero a quienes tienen gran poder adquisitivo? Y yéndonos por las ramas aunque sin dejar de profundizar : ¿es posible contabilizar la naturaleza? ¿Cuál es su valor? Entonces, si pusiéramos en la balanza todos los costos socioambientales del modelo hegemónico productivo, podríamos pensar que estamos pagando para que se lleven recursos, es decir, biodiversidad.
En este sentido y a modo de ejemplo, la carne y los granos no son los únicos elementos que se venden, también se ven afectados los componentes originarios, tales como el agua, los minerales y nutrientes del suelo.
Retomando lo mencionado al inicio de la presente nota, este año se dieron grandes cambios sociales, pero ¿cómo sucedieron? A partir de las quemas intencionales y el humo asfixiante que llegó a muchas localidades, la gente comenzó a movilizarse y replicar los reclamos y el hartazgo por la situación. Particularmente en Paraná, la Multisectorial por los Humedales surgió por la preocupación de un grupo local de jóvenes que habían sido contactades por gente de Rosario, ya que se preguntaban qué acciones estaban llevándose a cabo desde este lado del río. Luego de eso y con más ímpetu que antes, estes jóvenes convocaron a un primer encuentro para conocerse, verse las caras o más bien los ojos a causa del barbijo y saber qué querían hacer y cómo lograrlo. Esa primera asamblea en la Plaza de las Colectividades fue muy concurrida y hubo gran acuerdo para seguir movilizándose por los humedales y, más generalmente, por la biodiversidad; todo esto se dio a pesar del aislamiento, ya que entienden que si la pelea no se da ahora, luego va a ser muy tarde.
Actualmente, como Multisectorial, las acciones que llevamos a cabo están vinculadas a la movilización en redes sociales y, en algunas ocasiones, presencialmente. Como herramientas potenciadoras y auténticas tenemos el arte y la educación ambiental, participando siempre de manera colaborativa, para generar más visibilización y participación de la comunidad. En materia legal, nos centramos en elaborar pedidos formales de información sobre el funcionamiento de algunas normativas. A partir de esto, podremos exigir con más fuerza y precisión lo necesario para proteger estos ambientes.
Con respecto a nuestras visiones, deseamos cambiar la forma de relación con la naturaleza por una que sea saludable, entendiéndonos como parte de ella y no como dueñes , priorizando la salud y el bienestar de todos los seres que habitamos la tierra.
Para garantizar esta forma, creemos necesario cambiar las estructuras de este sistema, partiendo del cuestionamiento de nuestros hábitos de producción y consumo, teniendo en cuenta modelos como la agroecología, la soberanía alimentaria y la sustentabilidad. Comprendemos y percibimos que el camino es en comunidad y en armonía con la naturaleza, incluyendo todas las voces y las especies que la habitan, y así, encaminarnos hacia una transformación colectiva.
Esperamos que la lectura de estas páginas hayan sido un lindo viaje para tus sentidos y esperamos volver a encontrarnos con el calor del Veranito bajo la sombra de algún Sauce!
Abrazo Yuyero! Como dice una médica bien yuyera que anda por tierras patagónicas : )
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