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JOYAS DE LA HISTORIA
texto: texto: martiño suárez fotografía: fotografía: adolfo enríquez
protectoras del hostal
No por ser una estampa bastante conocida de esa Compostela oculta a la vista de todos deja de ser una imagen perturbadora: sobre el alero del Hostal dos Reis Católicos, frente al tercer mayor lugar de peregrinación católica del mundo, una escultura de granito se retuerce ofreciendo al espectador una vista directa de sus genitales y su trasero. Más extraña se hace aún la visión si llueve, pues del orificio en cuestión rezuma el agua. Esta gárgola, junto con sus cincuenta compañeras, fue edificada con un sentido utilitario (evacuar el líquido), pero también con intención simbólica. De lo contrario, ¿por qué tomarse tantas molestias y jugársela con diseños tan atrevidos?
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Medio centenar de figuras rodean el Hostal por sus caras este, oeste y sur. Aunque el edificio se levantó a inicios del siglo XVI, es probable que sus gárgolas se tallasen un poco después, justo cuando este elemento arquitectónico comenzaba a pasar de moda en el resto de Europa, con los aires del Renacimiento.
Porque las gárgolas son un elemento muy medieval. Están enteramente conectadas a una época en la que la piedad extrema y lo grotesco convivían, fruto de unas condiciones de vida durísimas y de la sensación de que la existencia se escapaba de las manos sin que nadie supiese muy bien por qué. Comenzaron a aparecer con asiduidad en los edificios góticos del siglo XII. Según cuenta la profesora Dolores Herrero en su libro La gárgola y su iconografía, se estima que empezaron a usarse en la catedral de Laon, en la Picardía francesa, a principios del s. XII,
joyas de galicia
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Las gárgolas del Hostal siguen funcionando perfectamente tras casi medio milenio
y que a finales de la centuria ya no había iglesia en los alrededores de París que no tuviese las suyas.
Eran para la época un invento fantástico. Su principal virtud es que canalizan el agua y la separan de los muros. Hasta que se comenzaron a emplear generalizadamente, la lluvia se escurría por los muros de los edificios, dañándolos sin remedio, o se acumulaba en las limahoyas, las juntas de los tejados. Su situación fue aprovechada por los mejores canteros para transformarlas, pasando de recurso puramente utilitario a auténtica obra de arte.
Y la verdad es que las gárgolas del Hostal dos Reis Católicos siguen funcionando perfectamente después de casi medio milenio de servicio. Evidentemente, el tiempo les ha pasado factura, pues son uno de los elementos que más estrés soportan en un edificio histórico. Algunas de ellas están muy deterioradas, aunque sus formas son distinguibles. Reinan, como ocurre en otros edificios compostelanos, animales como el jabalí, símbolo de fuerza y de coraje y relacionado en Galicia con las estirpes caballeras que mandaban en el país. También hay diablos de fieras dentaduras, amenazando al viandante. Pero algunas de ellas son especialmente curiosas.
La que más, la del hombre que hace de vientre justo a la derecha de la portada plateresca del Hostal. Es una imagen deliberadamente impúdica que hace reflexionar sobre qué andaría pensando el escultor que la realizó. Puede que, como afirma el periodista y experto Benxamín Vázquez, los canteros quisieran reflejar en parte el ambiente de El jardín de las delicias, pintado por El Bosco unos años antes y en el que la profusión de culos y escenas lujuriosas es patente. O que, como apunta la profesora Dolores Herrero, simplemente la relación que había en aquellos tiempos con las heces y otras secreciones humanas no fuese tan distante como la que tenemos hoy: «Como el estiércol, eran parte del ciclo de la vida, muerte y renacimiento, y como todas las demás materias encontraba su camino hasta en las páginas de los libros de oración».
En esa misma fachada principal, a la izquierda, otra figura ofrece sus posaderas al espectador. Se trata de un perro, símbolo del fiel guardián, que se lame las heridas como un pecador que expía sus pecados. En el centro, las majestuosas águilas se relacionan con el emblema de los Reyes Católicos, promotores de la obra original, a principios del siglo XVI.
Al doblar la esquina por la rúa de San Francisco prosigue el espectáculo de monstruos y animales salvajes, interrumpido por varias imágenes muy curiosas. En dos de ellas, un hombre monta a una fiera, intentando abrirle las fauces, algo que se relaciona con el pecado de la gula y las ansias de comer más de lo que se puede digerir. Más allá, una mujer abre la boca con un gesto de horrible dolor, cubriéndose parte de la cara con una mano, quizá arrepintiéndose de sus pecados. Después, otro hombre mostrando sus nalgas, un león con un niño entre sus patas y, ya en la esquina, la pérfida gorgona griega, capaz de transformar en piedra a quien la mire a los ojos.
¿Por qué estas gárgolas tienen esa tendencia a lo amenazador? Aparentemente, su función era, en cierta medida, la de espantar simbólicamente a los enemigos y proteger el edificio. Es curioso que este tipo de figuras demoníacas o burlonas aparezcan en culturas muy alejadas y en tiempos muy diversos. Los edificios que los Ming levantaron en la Ciudad Prohibida de Pekín (s. XV), lo que queda de la ciudad de Tehotihuacán en México (ss. III-VII), las puertas de Babilonia (s. VI) o la misma Gran Esfinge de Giza (s. XXVI a.C.) son representantes de este cuerpo de guardianes pétreos, que en el caso del Hostal parecen velar por el sueño de sus huéspedes. ᴥ
SAN MARTIÑO PINARIO
Apoteosis de lo grotesco
Si las gárgolas del Hostal dos Reis Católicos muestran imágenes de pesadilla, ¿qué decir de las que adornan los tejadillos del cercano monasterio de San Martiño Pinario? Son más de 70 las que rodean el edificio. Lechuzas, jabalís, perros monos diabólicos o carneros comparten espacio con dragones lenguaraces; en la fachada principal, una serpiente de agua enseña sus dientes en un ademán que muchos turistas confunden hoy con el pico del Pato Donald; más allá, una sirena muestra sus encantos con más bien poco pudor; y ya en la rúa da Moeda Vella, cerca de la portada de la iglesia, un peregrino con sombrero jacobeo mira con olímpica indiferencia a los paseantes. También en esta calle hay una curiosa efigie fruto de su tiempo: un hombre, con facciones africanas, mostacho y turbante, la caricatura perfecta del musulmán de la época, muestra la lengua a quien lo mira.
Jael Joyería destina el 20% de las ventas de esta colección a la Asociación de Ayuda a Niños Oncológicos de Galicia
CLASSIC FUSION 40 YEARS ANNIVERSARY
texto: texto: remedios mera fotografía: fotografía: adolfo enríquez
frente a frente con a coruña
Desde la playa de Naval es fácil entender por qué A Coruña ha sido tan importante para la historia de Galicia. Aquí se distingue perfectamente la arquitectura natural de la bahía, cerrada sobre sí misma y con un acceso no angosto (como puede ser el de la ría de Ferrol), pero sí complicado y repleto de bajíos que hay que conocer para no acabar naufragando. Que se lo cuenten a los numerosos barcos que quisieron acceder sin tomar las precauciones adecuadas y acabaron embarrancando, y a la memoria vienen, seguro, algunos episodios relativamente recientes.
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La playa de Naval forma parte de la parroquia de Dorneda y del municipio de Oleiros, fundamental en el hinterland coruñés. En esta zona viven miles de personas que día a día se desplazan a la ciudad para trabajar, hacer sus compras o disfrutar del ocio. Y viceversa: sus arenales, como este de Naval, son un polo de atracción de coruñeses que huyen del asfalto para disfrutar de un día de sol, o de un paseo por el monte aledaño.
El panorama resume muy bien varias características que han hecho grande a la ciudad. Aquí al lado está el castillo de Santa Cruz, que formaba parte de las defensas del puerto herculino junto con el castillo de Santo Antón (a la derecha, sobresaliendo de la nariz de la península coruñesa) y el de San Diego, hoy desaparecido. A este último se lo comió una de las ampliaciones del puerto, auténtico motor económico y cultural de Galicia, pues por mar han entrado aquí no solo bienes y divisas, sino cultura, formas de ver el mundo y hasta el fútbol y el rock and roll. La mole portuaria de A Coruña sigue presidiendo el centro de la estampa que se aprecia desde Oleiros, respaldada por los rascacielos de una ciudad que hizo de crecer en altura una forma de ser, con algunos de los edificios más altos de Galicia recortándose en el cielo.
Por último, hacia la izquierda, un espacio tan dinámico como simbólico en estos días: el de los hospitales. En un área reducida se encuentran el antiguo hospital de Oza, el moderno Marítimo, la mole del Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña y, más allá de As Xubias, el Teresa Herrera. En recintos como estos se libra estos días la batalla más importante de esta generación. Y se ganará, seguro. ᴥ
texto: olga gonzález alonso fotografía: adolfo enríquez
música y alma en estudio 54
Lo primero que llama la atención de Estudio 54 es su exquisita decoración. El cuidado por el detalle y su carácter acogedor atraen irresistiblemente a quien pasa por delante aunque no tenga especial interés por la música. Porque música es lo que alberga en su interior esta tienda situada en el número 8 de la calle Gómez Ulla de Santiago. O, mejor dicho, música en potencia. La que ofrecen las más de 300 guitarras eléctricas y acústicas que conforman el actual stock del establecimiento y tapizan sus paredes. Y es que su propietario, Ricardo Rey, Richard, las trata «como si fueran auténticas obras de arte».
Con 20 años de vida, Estudio 54 se ha convertido en un referente nacional e internacional para guitarristas profesionales y aficionados. Sus instrumentos viajan desde Santiago a toda España y Europa, pero llegan también a países más lejanos, como Australia y Nueva Zelanda. Instrumentos que son, básicamente, guitarras, aunque también bajos, amplificadores y un amplísimo surtido de pedales se hacen hueco entre ellas. «La especialización es el secreto» afirma Richard, quien cree que la clave del éxito radica también en poner alma a todo lo que hace, en buscar «el equilibrio entre la cabeza y la pasión».
«Tienes que tener claro que lo que diriges es un negocio, pero para que ese negocio funcione es fundamental ponerle pasión, ilusión y mimo en los detalles». Detalles que van desde crear un ambiente agradable en la tienda hasta el embalaje personalizado y lujoso de cada producto vendido. Pasando, por supuesto, por un cuidadísimo trato al cliente. La mayor parte de los guitarristas que triunfan en el actual panorama musical en España pasan por Estudio 54 «cada vez que vienen a Galicia». Pero, una vez dentro, ninguno de ellos es más especial que el que se acerca por afición o el joven que quiere hacer sus primeros pinitos en la música, sino que «para nosotros todos son iguales y les ofrecemos la misma atención y asesoramiento». Todos ellos pueden «no solo ver las guitarras, sino tocarlas, examinarlas, disfrutarlas en sus manos».
La profesionalidad es otra de las características de este establecimiento. Pese a actuar durante muchos años como baterista en diversas orquestas, Richard siempre sintió una especial atracción por la guitarra, y cuando decidió guardar las baquetas y abrir el negocio estudió a fondo todo lo relacionado
con ese instrumento. Ello le permite ofrecer un surtido de la máxima calidad, que adquiere a los mejores proveedores, «especialmente italianos, franceses y holandeses» y que no es fácil encontrar en otras tiendas similares en nuestro país.
Esta especialización y profesionalización, junto con las nuevas tecnologías, han permitido expandir el negocio a todo el mundo, para lo que Estudio 54 se apoya en una plataforma internacional de venta especializada en instrumentos musicales que tiene su base en Estados Unidos, además de en su página web. Pero también tiene mucha clientela en Galicia, especialmente «gente que tiene la música como hobby y quiere una buena guitarra». O coleccionistas que se dan el gusto de adquirir una de las piezas vintage de los años 60, 70, 80 ó 90 que se pueden encontrar también en la tienda.
La variedad es inmensa en Estudio 54, donde guitarras de unos cientos de euros conviven con otras de varios miles. ¿La joya de la corona? Richard no tiene respuesta a esa pregunta, porque «para mí, todas estas guitarras son como hijas, no puedo decantarme por ninguna en concreto». Si hubiera un incendio, añade, «lo que rescataría sería el alma de la tienda». El alma de Estudio 54, que ya forma parte de la de los músicos compostelanos y del resto de país. ᴥ
MONTBLANC HOMENAJEA EL MONTBLANC HOMENAJEA MENSAJE ECOLOGISTA DEL EL MENSAJE ECOLOGISTA DEL PRINCIPITO PRINCIPITO
Los clásicos son esas obras a las que siempre Los clásicos son esas obras a las que siempre se vuelve. Como El principito, el inolvidable libro se vuelve. Como El principito, el inolvidable lide Antoine de Saint-Exupéry, que contiene tantas bro de Antoine de Saint-Exupéry, que contiene capas literarias y filosóficas como se le quieran tantas capas literarias y filosóficas como se le buscar. Montblanc incorpora un instrumento de quieran buscar. Montblanc incorpora un instruescritura a su colección dedicada al inmortal mento de escritura a su colección dedicada al protagonista del cueno, una edición especial de inmortal protagonista del cuento, una edición su mítica pluma Meisterstück inspirada en los especial de su mítica pluma Meisterstück insprincipales personajes. pirada en los principales personajes.
Los diseñadores y artesanos de la casa Los diseñadores y artesanos de la casa alemana alemana han querido destacar el mensaje ecohan querido destacar el mensaje ecologista de logista de Saint-Exupéry en su inmortal texto Saint-Exupéry en su inmortal texto para la tercera para la tercera edición de su pluma homenaje. edición de su pluma homenaje. Si los anteriores Si los anteriores diseños se centraban en los diseños se centraban en los personajes del Zorro personajes del Zorro (2018, destacando los (2018, destacando los lazos de amistad) y el lazos de amistad) y el Aviador (2019, sobre la Aviador (2019, sobre el valor de la educación y necesidad de la educación y los valores), en la los valores), en la nueva creación de Montblanc nueva creación de Montblanc el protagonista el protagonista es el planeta en el que vivía el es el planeta en el que vivía el Principito. Todo Principito. Todo el mundo recuerda cómo el el mundo recuerda cómo el pequeño y curioso pequeño y curioso personaje cuidaba con amor su personaje cuidaba con amor su asteroide B612, asteroide B612, mimando la única rosa que crecía mimando la única rosa que crecía en él, libránen él, librándola de malas semillas de baobab. Este dola de malas semillas de baobab. Este mensamensaje de protección al medio ambiente flota en je de protección al medio ambiente flota en la la filosofía creadora de la pieza ahora presentada. filosofía creadora de la pieza ahora presentada. El incofundible cuerpo recio de la MeistersEl incofundible cuerpo recio de la Meisterstück está tück está realizado en resina color borgoña, en realizado en resina color borgoña, en recuerdo de recuerdo de la rosa. El Principito aparece grabala rosa. El Principito aparece grabado en el plumín, do en el plumín, cuidando de su querida plancuidando de su querida planta. El capuchón está ta. El capuchón está grabado con estrellas y grabado con estrellas y el nombre del asteroide el nombre del asteroide B612 que, en el libro, B612 que, en el libro, el protagonista abandona el protagonista abandona para conocer otros para conocer otros mundos. También en la tapa mundos. También en la tapa destaca un mendestaca un mensaje para la posteridad, una frase saje para la posteridad, una frase del filosófico del filosófico Zorro: "On ne voit bien qu’avec le Zorro: On ne voit bien qu’avec le coeur. Es decir, coeur". Es decir, solo el corazón ve con claridad. solo el corazón ve con claridad.
Una nueva pieza de escritura recuerda al inolvidable personaje creado por Antoine de Saint-Exupéry
fotografía: adolfo enríquez
compostela desde las torres hedjuk
Desde el interior acristalado y diáfano de estas torres hermanas, diseñadas por el arquitecto neoyorkino John Hedjuk (1929-2000), y a las que su compañero en The New York Five, Peter Eisenman, se refirió como iglesia sin cuerpo, se disfruta de una magnífica vista de la ciudad de Santiago. Destinadas inicialmente al parque de Belvís, y con una altura de veinte metros, se sitúan en el lado sur del Monte Gaias. En la actualidad acogen actividades culturales y pedagógicas, uso muy distinto al de su función original, proyectadas como torres botánicas. Su extraña fisonomía las ha elevado a la categoría de icono universal de la Ciudad de la Cultura.
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En perfecta sintonía arquitectura-paisaje, estas curiosas construcciones se hayan inmersas en el llamado Bosque de Galicia, auténtico pulmón verde en el que se desarrollan diversos árboles autóctonos de nuestra comunidad: robles, castaños, laureles y abedules, entre otras especies vegetales, han sido plantados con la participación de numerosos ciudadanos y escolares. Una senda para recorrer a pie o en bicicleta que discurre a lo largo de tres kilómetros salpicados de miradores de descanso, permite llegar al parque de la Ballena, zona de ocio infantil presidida por el cetáceo que rinde homenaje a uno de los grandes pintores gallegos, el mítico Urbano Lugrís, en cuya obra la referencia al mundo marino es recurrente.
El entorno de las torres Hedjuk se puebla con diversos edificios que conforman el complejo arquitectónico de la Ciudad de la Cultura entre los que destaca el Museo Gaiás, que abarca una superficie expositiva de más de siete mil metros cuadrados, o la Biblioteca de Galicia, en la que se custodia el legado de numerosos artistas e intelectuales gallegos. El legado de Isaac Díaz Pardo, la biblioteca de Basilio Losada, las obras de Carlos Casares, los manuscritos de Camilo José Cela y diversas obras y grabados de Seoane forman parte de sus fondos.
Entre el espacio en el que se asientan las torres Hedjuk y Santiago de Compostela se produce una equilibrada interacción, una especie de diálogo entre colina y ciudad. Desde las torres Hedjuk y las
terrazas situadas a sus pies —elevándose sobre el verde pedestal de bosque autóctono— podemos disfrutar de mágicos atardeceres e impresionantes puestas de sol, que nada tienen que envidiar a las disfrutadas por los peregrinos en Fisterra. Como si de una ventana abierta se tratase, el mirador ofrece una panorámica espectacular de la urbe jacobea en la que destaca la presencia de la basílica apostólica como núcleo de un casco histórico que es Patrimonio de la Humanidad. A su vez, desde numerosos puntos de la ciudad, y en claro guiño a las torres de la catedral, se divisan las torres Hedjuk como señales luminosas, evocadoras de un Camino de Estrellas que continúa señalando la tumba del apóstol Santiago, poético despertar jacobeo de Galicia.
Desde las torres es posible apreciar otro célebre templo románico; en este caso, la Colegiata de Sar, construida por el arzobispo Diego Gelmírez, y reforzada por contrafuertes proyectados por Fernando de Casas. En el entorno de la iglesia, los tranquilos rumores del río, inmortalizado por Rosalía de Castro en su obra En las orillas del Sar guardan todavía sorpresas como la imagen de la vírgen gótica recientemente hallada en su lecho.
A poco que prestemos atención a la panorámica que se despliega más allá de las torres Hedjuk, y que a muchos sugiere la imagen de dos botellas de nuestros apreciados vinos, podremos descubrir los secretos ocultos que nos reserva esta milenaria ciudad, origen y meta del Camino de Santiago. ᴥ