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JOYAS DEL DEPORTE

texto: s. fraga fotografía: adolfo enríquez

ejercicio sin rutinas en crossfit drk

Ponerse en forma y ganar en calidad de vida «recuperando las sensaciones de la infancia». Así definen en Crossfit DRK (Bergondo) su fórmula para conseguir que público de todas las edades acuda a ejercitarse con un método tan sencillo como divertido y a la vez exigente. Con sesiones intensas y variadas, adaptadas a todas las edades y condiciones físicas, este gimnasio «anti rutina» se ha convertido en uno de los centros de reunión de la comunidad crossfitera de la comarca.

Situado en una amplia nave diáfana en el polígono de Bergondo, el gimnasio emplea el método del crossfit, un modo de entrenamiento que ha ganado adeptos en los últimos tiempos. Se trata, en palabras de su responsable, Marcos Buján, de hacer las cosas un poco más simples y basarse en movimientos más sencillos y naturales: «Nosotros apenas tenemos máquinas; nuestros cuerpos son las máquinas», explica el entrenador.

El crossfit emplea «movimientos funcionales ejercitados a una alta intensidad y en continua variación», combinando elementos de la gimnasia, el atletismo o la halterofilia para trabajar tanto la resistencia como la fuerza, la flexibilidad, la velocidad o la agilidad. «Es sencillo y directo», explica Buján, «y nunca rutinario, porque la rutina es el enemigo: cada sesión es diferente a la anterior».

En Crossfit DRK los ejercicios están supervisados en todo momento por entrenadores que ayudan a sacar lo mejor de cada persona. A las sesiones acuden hombres y mujeres desde los 7 años a los 65, siempre con propuestas e intensidades adaptadas al estado físico de cada uno. Los entrenamientos se llevan a cabo casi siempre en grupo, «la mejor forma de ir un punto más allá».

La experiencia propia de Marcos Buján fue la que le llevó a abrir el gimnasio hace dos años junto con sus socios John Fernández y Arantxa Prado: «Yo trabajaba en algo totalmente diferente y era usuario de un centro. Al final, siempre me veía ayudando a otros compañeros y buscando cómo salir de la rutina, que es de lo que se trata cuando se hace ejercicio: liberar dopamina y sentirse bien».

Así que decidió «dar una vuelta a todo y cambiar de estilo de vida», creando este centro que es uno de los lugares de encuentro de la creciente comunidad crossfitera del entorno coruñés. «La sensación de grupo es muy importante, intercambiar sensaciones y apoyarse mutuamente», apunta. La crisis de la Covid-19 obligó al gimnasio a adaptarse a todas las normativas sanitarias de emergencia, pero la instalación sigue funcionando a pleno rendimiento: «A quien le gusta entrenarse, se entrena también con mascarilla», destaca Buján. ᴥ

«Nosotros apenas tenemos máquinas; nuestros cuerpos son las máquinas»

» Marcos Buján

fotografía: adolfo enríquez

la torre de la carraca, el gran mirador de compostela

En los últimos meses, la catedral de Santiago ha incorporado a su oferta cultural la visita a la Torre de la Carraca, la situada a la izquierda de quien contempla la fachada del Obradoiro; así llamada por contener en ella la carraca, el gran instrumento de madera que resuena en Viernes Santo sustituyendo a las majestuosas campanas de su pareja del lado sur.

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Esta nueva visita, que completa la programación museística de la catedral —de por sí rica y que incluye, también, la colección permanente dispuesta en el edificio claustral, las exposiciones temporales del Palacio de Gelmírez o diversos espacios singulares, entre los que cabe destacar el Pórtico de la Gloria—; permite no solo asomarse desde más de sesenta metros de altura al gran mirador de la ciudad de Santiago, al que llegamos después de un ascenso de ciento treinta y seis peldaños, sino también conocer mejor una parte importante de la historia de la catedral compostelana.

Tal y como señaló en su día el profesor Yzquierdo Perrín, podría decirse que «la fachada del Obradoiro es fruto de la sabiduría y buen hacer de dos genios del arte: la estructura (medieval), pertenece al Maestro Mateo; su remodelación barroca, a Fernando de Casas»; si bien entre medias se llevaron a cabo distintas intervenciones que fueron modificando y al tiempo actualizando el frente occidental de la catedral apostólica a nuevas necesidades y a los gustos artísticos de cada época.

El proyecto del Maestro Mateo incluyó la conclusión de las obras de construcción de la catedral románica por su extremo oeste, en donde construyó el Pórtico de la Gloria y su fachada exterior, formada por un cuerpo central, organizado a su vez en varios registros y dos torres a los lados, de las cuales la que estaba orientada al norte se quedó por motivos desconocidos con una altura menor que su pareja del sur. Esta monumental fachada, que abría el Pórtico hacia lo que hoy es la plaza del Obradoiro, precisamente en recuerdo del gran taller situado a los pies de una catedral entonces en construcción, tenía una especial importancia en la configuración espacial y escenográfica del templo, no solo por sus relieves y esculturas, sino también por el cuidado estudio lumínico que bañaba de luz, a través de unos grandes vanos que desmaterializaban con gran audacia la arquitectura, el interior del templo, generando en los fieles y peregrinos una sensación mágica e indescriptible.

La fachada mateana sufrió distintas reformas parciales, al menos desde las primeras décadas del siglo XVI, entre ellas las que en distintos momentos del siglo XVII se ocuparon de reforzar la parte baja de la torre sur que, al igual que todo ese flanco del complejo catedralicio, ofrecía desde siempre problemas de estabilidad. Con esas modificaciones incluidas, se nos presenta la fachada, hacia 1657, en el dibujo realizado por el canónigo José Vega y Verdugo para su informe sobre el estado de la catedral, el cual supuso el punto de partida para su remodelación barroca. En dicho dibujo se aprecia la torre norte, adosada al Palacio Arzobispal y sobre la que todavía no se había hecho modificación alguna. Precisamente en el mismo informe Vega y Verdugo incidió en la necesidad de actuar en la

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Fernando de Casas aprovechó las estructuras preexistentes para configurar una fachada icónica

fachada para modernizarla y hacerla más armónica, entre otras cosas señalando la diferencia de altura existente entre ambas torres y lo poco apropiado de sus respectivos remates, que llega a calificar como «palomares», concluyendo con una personal propuesta de remodelación que igualaba el tamaño de las torres e incluía unos curiosos remates en forma de chapiteles de pizarra.

Aunque la propuesta del citado canónigo para el frente occidental de la catedral no se iba a llevar a cabo, sí que supuso un primer paso para que el Cabildo se plantease la necesidad de intervenir en la fachada, algo que se iba a llevar a efecto poco después, en una primera fase, bajo la dirección del arquitecto Peña de Toro, entonces Maestro de obras de la catedral, con la construcción de la nueva Torre de las Campanas en el lado sur de la fachada. Comenzaba de este modo la historia de la fachada del Obradoiro que, sin embargo, todavía habría de esperar un tiempo para la realización del proyecto concebido por Fernando de Casas Novoa.

Desde luego, debía resultar bastante extraña la apariencia de la fachada, en los primeros años del siglo XVIII, con una torre barroca, que aprovechaba su estructura original medieval y los estribos que se le habían añadido, con una gran diferencia de altura respecto a su pareja del otro lado; y con un cuerpo central en el que se había intervenido en varias ocasiones, por ejemplo, para modificar su portada, tapiar algunos vanos de la parte alta o para dotarla de una majestuosa escalinata de acceso.

Los destrozos ocasionados por la caída de un rayo sobre la fachada en 1729 fueron la mejor excusa para que el Cabildo se decidiese a encargar un nuevo proyecto en el que se equilibraría la apariencia del conjunto, se manifestaría la grandeza y singularidad de la Iglesia de Santiago, desarrollando todo un programa de apoteosis jacobea, tal y como se había hecho con anterioridad en la capilla mayor; y, por fin, se recuperaría la iluminación interior de la catedral mediante los grandes vanos abiertos en la nueva fachada. Unas obras que se iniciarían bajo la dirección del referido Fernando de Casas en el año 1738 y que se habrían de prolongar hasta 1750.

Como se ha comentado, Fernando de Casas, que ya había trabajado en la Torre de las Campanas para solucionar los daños causados por el rayo de 1729, aprovechó las estructuras preexistentes para configurar un proyecto que el profesor Vigo Trasancos ha definido como «integrador», con el cual consiguió dotar de armonía la fachada. Para ello igualó las dos torres, repitiendo en la de la Carraca la apariencia de la de las Campanas, añadiendo incluso su estribo y espacio lateral en la terraza; configurando un cuerpo central protagonizado por sus grandes vanos y desarrollando, en el conjunto, un programa iconográfico de exaltación de lo jacobeo que se corona, en la peineta, con la imagen de Santiago Peregrino adorado por la monarquía española.

Con la obra de la Torre de la Carraca se remató el proyecto de la nueva fachada del Obradoiro, si bien Fernando de Casas falleció poco antes de verlo terminado, de lo que encargaron sus ayudantes Lucas Ferro Caaveiro y Clemente González Sarela. Pronto, la fachada se convirtió en icono de una moderna catedral compostelana que, al tiempo, era respetuosa con su historia, integrando sus elementos previos que pasaban, de la mano de Casas, a vestirse de barroco sin perder con ello su esencia.

En la actualidad, una vez finalizada la reciente restauración a la que se ha sometido el conjunto de la fachada, es posible comprobar todo ello, tanto en el exterior como al interior. En el recorrido por las entrañas de la Torre, a la que se accede desde el Salón de Ceremonias del Palacio de Gelmírez, apreciamos los cuerpos medievales de la parte inferior, así como los añadidos del proyecto de Fernando de Casas y el sistema constructivo, en el que se suceden una serie de cuartos interiores que ayudan a aligerar la estructura. Algunos de estos espacios sirven actualmente como lugares de almacenamiento y exposición de elementos arquitectónicos y escultóricos procedentes de la vieja fachada mateana —otros se exponen en las salas del Museo— y otro de los

cuartos acoge la gran carraca original, de mediados del siglo XVIII, que fue restaurada por el Consorcio de Santiago en el año 2010 y sustituida, en su ubicación en la torre, por una réplica que ha permitido desde entonces recuperar el sonido característico de la Semana Santa compostelana.

Desde este lugar se goza de una perspectiva inédita del reverso de la fachada del Obradoiro

Así mismo, con ocasión de la referida restauración de la fachada se realizaron interesantes descubrimientos que han permitido un mejor conocimiento de la historia de las torres de la catedral. En la parte baja de la de las Campanas se recuperó una gran escultura mateana que, sin duda, debió de pertenecer a la fachada exterior del Pórtico de la Gloria; así como otra pieza atribuible al enigmático Maestro de los Paños Mojados, coetáneo de los primeros tiempos del proyecto de Mateo en la catedral. Además, en ambas torres se descubrieron los pasadizos que desde ellas permitían el acceso al ándito que recorría la parte superior de la fachada, al interior, para dar servicio al gran rosetón con vidrieras que bañaba de luz el interior de la catedral.

Continuando la ascensión por las escaleras de granito que recorren el alma de la torre, se llega a la puerta de comunicación con las cubiertas que, como es sabido, eran originalmente pétreas y permitían a los peregrinos un acceso cargado de simbolismo en el proceso de renovación espiritual realizado con su peregrinación. Desde este lugar se goza, además, de una perspectiva inédita del reverso de la fachada del Obradoiro y, con ello, del diálogo entre lo medieval y lo barroco, que se hace especialmente evidente en el cuerpo de ambas torres.

Por fin, los dos tramos superiores de la Torre de la Carraca permiten asomarse a un mirador privilegiado sobre Compostela y los tejados de la zona antigua santiaguesa. El más alto de ellos, próximo ya al cupulín que remata la torre, es de difícil acceso, pues las escaleras se van estrechando; por este motivo, las visitas rematan en el cuerpo previo, que alberga la Carraca y que cuenta con una amplia balconada desde la que es posible contemplar una completa panorámica en 360º de la ciudad de Santiago y alrededores, así como vistas inéditas de elementos de la catedral ocultos a simple vista, entre ellos los propios detalles de la fachada del Obradoiro, de la Torre de las Campanas, las Cubiertas, el Claustro, el Cimborrio o la Torre del Reloj. Sin duda, la Torre de la Carraca constituye la mejor de las ventanas abiertas en Compostela y un verdadero tesoro que ya forma parte del selecto grupo de Joyas de Galicia. ᴥ

REDISEÑOS DEL CARRERA PARA EL CUMPLEAÑOS DE TAG HEUER

TAG Heuer conmemora su 160 aniversario dando nuevos aires a un mito: el Carrera, quizá su reloj más conocido. Asociado con la velocidad de las carreras automovilísticas, este icónico modelo ha recibido durante los últimos meses todo un baño de juventud con ediciones especiales, reediciones y homenajes a su pasado.

A lo largo de 2020, TAG Heuer ha puesto a la venta varias ediciones especiales de su emblemática colección de cronógrafos Carrera. Tras el lanzamiento del 160 Years Silver Dial Limited Edition y el 160 Years Montreal Limited Edition, la marca de relojería suiza de lujo presenta el tercer y último reloj de la serie, el modelo TAG Heuer Carrera Sport Chronograph 160 Years Special Edition. Este nuevo cronógrafo está disponible en dos versiones: una con esfera azul y otra con esfera blanca. Ambos modelos están impulsados por el movimiento de manufactura propia Heuer 02 y están limitados a 1860 ejemplares, en referencia al año que vio nacer la compañía.

El reloj TAG Heuer Carrera Sport Chronograph 160 Years Special Edition está inspirado en el clásico modelo Heuer «Dato 45», que fue famoso en 1965 por ser el primer cronógrafo Heuer de pulsera en contar con un disco de fecha giratorio. Al igual que su famoso predecesor, la esfera de la edición especial TAG Heuer Carrera Sport Chronograph cuenta con una ventanilla de fecha a las 12. Para Catherine Eberlé-Devaux, directora de TAG Heuer Heritage, el rediseño «fue un proceso fascinante y un verdadero privilegio tener la oportunidad de repasar todos los extraordinarios modelos Carrera cuando nos dispusimos a crear nuestra selección para el aniversario, afirma la responsable del legado de la marca».

Tres versiones limitadas de su icónico cronógrafo celebran 160 años de historia

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