No voy a seguir en esto. Jorge Ordóñez Revisando Gacetas en relación con el control de precios de la carne me encontré diversas variaciones del mismo tema: En abril 03 Política y Precios señalaba: En abril de 1964, Joaquín Sanchez-Covisa escribía: “Contrariamente a lo que imaginan muchos, los precios no son invenciones odiosas del sistema capitalista. Son un indicador de la relación existente, en un momento dado, entre la cantidad de bienes disponibles -la oferta- y la necesidad que de esos bienes tienen los consumidores -la demanda. Los precios cumplen en la vida económica la insustituible función de distribuir los recursos escasos de la comunidad. Procurando utilidades a quienes combinan y utilizan eficientemente esos recursos. Un sistema de precios libres es un instrumento esencial para la organización racional de la economía. Cuando un político desea obtener el favor de la opinión, dispone del más fácil de los instrumentos demagógicos: la fijación de precios máximos de venta. Si los precios máximos fijados están por debajo del costo de producción, los productores obtendrán pérdidas y dejarán de producir. El Estado puede lograr un beneficio transitorio para los consumidores, quienes estarán en condiciones de adquirir a un precio menor los bienes producidos con anterioridad a la regulación. Pero a largo y mediano plazo obtiene el resultado económico inevitable: una mayor escasez de la mercancía y con ello un alza real del precio, ya que éste no hace sino indicar la relación entre la oferta y la demanda”. En febrero de 2004 Días muy activos y angustiosos tal vez anotábamos: “La inconveniencia de reconocer el déficit y la competencia desleal que representa la importación de carne con dólares oficiales permitió que se diera larga a la concertación de mecanismos de ajustes del mercado, previstos por la ley de mercadeo agrícola y responsabilidad de la Junta Nacional de la Carne. Todos los integrantes del circuito reconocen la necesidad de importar, todos saben que la imposición compulsiva del control de precios además de espasmódica será contraproducente pues reducirá la oferta y provocará desabastecimiento. Resolver la situación es responsabilidad de la Junta de la Carne”. En julio 05 La regulación de precios está cosechando amargos frutos decíamos: “Responsabilizar a la inflación acumulada por los aumentos del precio de la carne, es una muestra de ignorancia o de tremenda irresponsabilidad pues insinúa que algunos integrantes del circuito, tienen la potestad de fijar o siquiera afectar los precios del producto, cuando la verdad es que los ganaderos, industriales y comerciantes son tomadores de precio, siendo el mercado, entiéndase el juego de la oferta y la demanda, el que establece esa relación. Insisto, nadie tiene la facultad de ajustar precios, ellos son el resultado de una demanda insatisfecha y sólo lo resuelve mas carne o mas precio. Si el gobierno fuerza un descenso en el precio, aumentará la demanda aun más y el déficit será mayor. Pero eso no lo entiende un gobierno que profesa la planificación centralizada, que sólo tiene dos opciones: o te adula para que hagas lo que ellos dicen o te intimidan y amenazan para que hagas lo que ellos dicen. Con la regulación de precios y el control de cambio todos salieron perdiendo, unos mas temprano que otros”. En agosto 05 Por testarudo no por ingenuo digo: “No es la primera vez que desestiman mis opiniones, ni será la última. No me desalienta en lo mas mínimo, por el contrario salgo motivado a analizar qué ha fallado en mi argumentación y dispuesto a encontrar argumentos adicionales suficientes para convencer a quien me quiera oír que: 1) el problema de la carne es un problema de demanda insatisfecha que sólo lo resuelve mas carne o mayor precio; 2) el aumento de la demanda no es una ilusión, es el resultado de la multiplicación del gasto público destinado a becas, misiones, programas sociales, etc., sumados a los enormes y sucesivos aumentos salariales, la incorporación de cientos de empresas con mas de 20 trabajadores al programa de comedores industriales y el incremento en el monto de la cesta ticket; 3) la regulación de precios, lejos de suministrar mas carne al mercado, desanima la oferta y aviva la demanda agudizando la situación; 4) salvo 50% de las medicinas veterinarias y una mínima proporción de componentes para mezclas minerales, la totalidad de los insumos utilizados en la producción, beneficio e industrialización de la carne de res son de procedencia nacional y por ende, indemne a devaluaciones; 5) la carne venezolana es la mas barata de América (puesta aquí); 6) sólo cantidades limitadas de paletas deshuesadas, sin aranceles, con dólares controlados y subsidiadas son capaces de entrar a precios de regulación; 7) carne importada para abastecer a programas sociales no reemplaza compras nacionales, por el contrario, incorpora a compradores ocasionales de carne y en consecuencia expande el mercado”. Este empeño en desconocer el mercado nos enrumba rápida y fatídicamente a uno de los incuestionables logros del socialismo real “la tarjeta de racionamiento”.