Primavera y Pascua – Javier Bussons Gordo Vigilad vuestras venas, habitantes del hemisferio norte, porque el próximo 20 de Marzo la primavera correrá por ellas. Ese día tan especial, en todos los rincones del planeta el día durará lo mismo que la noche. Es el llamado equinoccio de primavera, que podremos aprovechar para hacer dos experimentos interesantes: encontrar los puntos cardinales, ya que el Sol sale exactamente por el Este y se pone exactamente por el Oeste y conocer nuestra latitud geográfica: a mediodía, los que estén en el Polo verán el Sol a ras de horizonte y los que estén en el Ecuador lo verán en lo más alto del cielo (el cénit); los españoles lo veremos a un ángulo sobre el horizonte que, restado de los 90º que hay del Ecuador al Polo, nos da nuestra latitud norte. Mide dicha altura y comprueba la latitud resultante. En 2016 el miércoles 23 de marzo disfrutaremos de la primera luna llena de la primavera y, en consecuencia, el domingo 27 será la Pascua de Resurrección. Esta manera de definir la fiesta móvil por excelencia como “el domingo siguiente a la primera luna primaveral” es heredada de la tradición hebrea según la cual la salida del pueblo judío de Egipto se conmemoraba el día 15 del mes de Nisan. En el calendario hebreo, inspirado en el calendario lunar de los babilonios, el mes comienza con la luna nueva, pasa por la luna llena el día 15 y dura 29 días y medio ¡ay, Babilonio, qué mareo!, ¿no podían tener meses normales como todo cristiano? Pues no: resulta que a la Luna le da por “llenarse” en ciclos de 29 días, 12 horas, 44 minutos y 3 segundos. Claro, el cisco se monta cuando uno quiere utilizar un calendario lunar de 354 días (12 por 29.5) para unas cosas (definir la Pascua) y uno solar de 365 días para otras (decir cuándo empieza la primavera): si este año el día uno del mes lunar de Nisan cayera, por ejemplo, el 15 de Marzo, al año que viene caería el 4 de Marzo y cada año se iría adelantando 11 días (la diferencia entre 365 y 354) y uno puede acabar celebrando la Semana Santa y la Navidad a la vez, por ejemplo, quemando a Judas en la Cabalgata de Reyes, y no es plan. Para apañar un poco este tinglado y ajustar ambos calendarios, los judíos añadían un mes lunar extra cada tres o cuatro años; igual que nosotros, para ajustar el calendario de 365 días a la verdadera duración del año llamado trópico (365 días y casi un cuarto) tenemos que añadir un día en los años bisiestos y hacer algunas florituras más, de las que hablaré luego. Y los cristianos decidieron hacer lo mismo con el mes lunar extra, pero faltos de una normativa común, las diferentes comunidades no se ponían de acuerdo sobre si tal año tocaba añadirlo o no y en algunos casos llegaron a celebrar la Pascua antes del comienzo de la primavera. En seguida reinó la confusión sobre tan sagrada fecha entre los cristianos seguidores de Policarpo de Smirna, los celtas, los coptos, los romanos, los ortodoxos, etc. En el Concilio de Nicea del año 325 se intentó poner orden y se adoptó como oficial la definición de arriba. Pero las diferencias atávicas entre las iglesias del Este y del Oeste pudieron más que los lazos de unión y, en 1582, tras el Concilio de Trento, los cristianos occidentales adoptaron el nuevo calendario gregoriano (preparado por Christopher Clavius para el Papa Gregorio) mientras que los del Este siguieron fieles al calendario juliano (debido a Julio César). La reforma gregoriana buscaba ajustar con mayor precisión el año solar al paso de las estaciones: las florituras de las que hablaba consistieron en eliminar 10 días del mes de Octubre de 1582 y hacer que sólo uno de cada cuatro años seculares (los que acaban en dos ceros)
fuera bisiesto: por tanto, ni el 1700, ni el 1800, ni el 1900 fueron bisiestos y sí lo fue el 2000, como lo serán el 2400, el 2800, etc. Con los diez días eliminados en 1582, más los tres eliminados en 1700, 1800 y 1900, hemos acumulado hasta hoy una diferencia de 13 días con el calendario juliano que siguen los ortodoxos. Por eso ellos celebran la Navidad, la Pascua (“Paskha”) y otras fiestas unos días más tarde. Un dato curioso: nuestra Pascua no puede caer nunca ni antes del 22 de Marzo ni después del 25 de Abril.
Equinoccio en Chichen Itzá (México): los indios mexicas construyeron la pirámide de tal manera que en el equinoccio se vieran siete triángulos brillantes en el lado de sombra.
Sólo para los más atrevidos: ¿cómo calcular la fecha de Pascua? Para calcular la fecha de Pascua se hace lo siguiente: a cada año se le asigna una letra (llamada dominical) según que el primer domingo sea el 1 de Enero (letra A) o el 2 (letra B) ... o el 7 (letra G) y un número del 1 al 30 (llamado epacta) que indica en qué día de su “período” se encontraba la luna el 1 de Enero (días desde la luna nueva). Por ejemplo, el año 2015 tiene letra dominical D, pues el primer domingo fue el 4 de Enero, y epacta 11, pues al comienzo del año habían pasado 11 días desde la última luna nueva. Por tanto, hubo luna llena cuatro días después, el 5 de enero, y después el 4 de febrero, el 5 de marzo y la primera luna llena primaveral fue el 4 de abril (en vez de contar 29,5 días de lunación, una vez se cuentan 30 y otra 29). La Pascua fue, pues, el domingo siguiente: el 5 de abril. Para calcularla otros años hay que saber: i) Que la letra dominical va retrocediendo un lugar cada año no bisiesto y que los años bisiestos tienen dos letras dominicales (una antes y otra después del 29 de Febrero). Por tanto es la D en 2015, la C y la B en 2016, la A en 2017, la G en 2018 y así sucesivamente. ii) Que la epacta avanza 11 cifras cada año (si pasa de 30 hay que restarle 30): es 11 en 2015, 22 en 2016, 3 en 2017 (pues 33-30=3), 14 en 2018, etc. Ejercicio: ¿cuándo será la Pascua en el año 2019? Gian Dominico Cassini (16151712) construyó un “telescopio” de 68 m, llamado La Meridiana, en la Catedral de San Petronio (Bologna) para calcular la fecha de Pascua.