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Una tarde trabajando (I. Marinangelli)………………………………..Pág

Una tarde trabajando

Un chico y su mamá llegaron a las 5 de la tarde “al cangu” , para abrir sus puertas a los clientes. Por su vestimenta, el frío astillaba el cuerpo. Sin embargo, estaban listos para comenzar a vender.

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Ni bien abrieron ya tenían gente. La primera que entró era una mujer de unos 50 y pico de años, saludó y empezó a elegir qué comprar, ya que dio varias vueltas. Hasta que encontró qué llevar: eligió una botella de miel de vidrio grande, muy rentable con el precio; después compró algo de verdura como papas, tomates y lechuga; luego, yendo a la caja, vio un paquete de Cerealitas y lo agarró. Mientras que le pasaban todo por la registradora, se puso a conversar con el pibe:

- ¿Y cómo vas con el colegio? - Voy bien, por ahora. - ¿En qué año estás? - Estoy en 3er año. - Ah, ya te falta poco para terminar ¿Ya tenés idea si vas a ir a Sociales o a Naturales? - Por ahora, pienso ir a Naturales. - Ah, mirá, qué lindo. Bueno me voy que sino no llego a mi casa. - Chau.

Después que se fue la señora, se pusieron a envasar algunas cosas que tenían atrás. Pero en medio de eso, entró alguien que les cortaría la charla. Como solo era una persona, no se molestó y fue la mamá a atender. Entonces, el chico siguió envasando. Cuando casi terminaba con la bolsa de maní cervecero, escuchó que se abría la puerta otra vez y se fijó para ver quién era. Se trataba de una chica que suele venir siempre a buscar lo mismo: un paquete

de Chester. La gran mayoría de veces que viene, viste lo mismo: una campera azul oscura, un pantalón gris y unas zapatillas negras con detalles en blanco. Después de esa chica, entró otra. Saludó y se dirigió directamente a la sección de fiambres. Ni bien vio que necesitaba algo de esa sección, la llamo a la señora para que le venga a cortar. Luego, el hijo la atendería en la caja. Pidió 200g de paleta y 300g de queso. Además, un cachito de cremoso. Una vez que terminó, llegó a la caja, dejó las compras y se puso a elegir algunas cosas más. Parecía que iban a comer pizzas, ya que llevó paleta, queso. Además, papas fritas y chizitos, como de picada. Preguntó si podía pagar con Cuenta DNI, el chico le dijo que sí y le empezó a hacer el proceso. Una vez que terminaron con todo, se lo puso en una bolsa, se despidió y se fue. Luego, a la parte de atrás del local, donde no tenía frío, pero la mamá, sí. Mientras que seguía envasando, entró un señor de unos 40 y pico, vestido tan elegante qué parecía deslumbrar como una estrella. Su mamá pensó que iba a un cumple. Esta vez fue ella a atenderlo porque estaba más cerca. Después de un ratito, escuchó que lo llamaba. Se asomó para ver qué necesitaba y le pidió que llevara las cajas de las cosas que compró. Como él no lo había atendido, no sabía que tenía, pero por lo que pudo ver por arriba, llevaba lechugas, tomates, vinos, gaseosa. Dedujo que sí era para un cumple, ya que cuando llegó al auto, vio que tenía globos y un regalo enorme. Le dijo gracias y se fue. Siguió envasando lo que quedaba, pero de la nada entró un montón de gente a la vez y tuvo que ir atender y ayudar a la madre. Poco a poco los fueron atendiendo a todos. Una chica joven, un chico de unos veintipico, un señor de unos treinta y algo, todos abrigados de los pies a la cabeza. Una vez que terminaron con todos, entró una chica conocida para ellos, jugadora de fútbol femenino. Al día siguiente tenía un partido importante contra Villa

del Parque. No se le veía más que sus ojos marrones, porque estaba tapada con un cuellito y una bufanda. Compró paleta y queso, llevó una pizza, un DR Lemon, algunos chocolates y Saladix de pizza. Cuando llegó a la caja, la dueña y su hijo le dijeron: - Algo rápido. - Sí, que mañana nos toca jugar y hay que comer algo liviano. - ¿Cómo dicen que salen mañana contra Villa? - Y, no sé, porque ya jugamos y la última vez nos ganaron por un gol. Así que vamos a ver mañana. Bueno, me voy que tengo que descansar. - Chau, nos vemos. Suerte en el partido. -Gracias. Después de eso, llegó el hermano del chico que tomaría su turno y así él podía ir a su casa.

Iván Marinangelli

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