Educación orientada al logro

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educaci贸n orientada al logro


Sinéctica 14 Ene.-Jun./1999

EL PAPEL DE LA ESCUELA Y LOS MAESTROS EN EL LOGRO DE LA CALIDAD EDUCATIVA Luis González∗ Introducción

En los últimos veinte años con frecuencia ha aparecido en la literatura sobre educación, el término de calidad educativa como una prioridad a considerar. La educación intenta replicar para las escuelas los eslóganes de lo realizado en las empresas por autores como Demming, Crosby y Juran entre otros, sin pensar que la finalidad en ambas instituciones no es la misma, ya que las empresas al hablar de calidad se refieren a la manufactura de bienes de producción y prestación de servicios al cliente; la analogía no puede ir más allá del concepto; en el campo de lo educativo lo que se manufactura no es un objeto inanimado que se puede manipular, ni un objeto de consumo; la educación trabaja con el ser humano con potencialidad de crecer en lo académico, lo personal y con capacidad para optar y tomar decisiones. La educación no puede tener como meta la satisfacción de clientes individuales, que consumen los productos como lo plantea la teoría de la calidad para una empresa, ya que en la educación no se puede hablar de clientes individuales satisfechos. En lo educativo el cliente es la sociedad que aspira a ser justa, equitativa y democrática. Ver la calidad y/o excelencia académica desde la perspectiva de la empresa tiene en teoría, puntos rescatables por lo educativo; como que la administración esté al servicio de lo académico y no al contrario, como se practica en algunas escuelas. Una administración que posibilite el crecimiento personal y académico de sus principales clientes: los maestros y los alumnos y por medio de ellos la posibilidad de construir una sociedad que crece y alcanza las metas antes señaladas. Ver la educación desde un enfoque técnico y cosificante, no permite alcanzar la calidad y/o excelencia que deseamos en nuestras instituciones escolares. Documentos recientes abordan el problema de la calidad educativa como el último informe de la UNESCO La Educación encierra un tesoro,1 los reportes de la OCDE La Calidad en la Enseñanza,2 y Exámenes de las políticas nacionales de educación en México,3 que enfatizan el papel que la escuela y los maestros juegan en el logro de la calidad deseada para la educación. Al hablar de la ∗

Profesor titular del Departamento de Educación y Valores del ITESO.


escuela se refieren a las acciones administrativas que se instrumentan para propiciar la creación de una cultura de la calidad en las instituciones educativa y políticas conducentes al crecimiento de los maestros para habilitarlos en el logro de aprendizajes significativos en los estudiantes, centro al que debe dirigirse cualquier acción educativa relevante que realmente opte por alcanzar excelencia.

La escuela como facilitadora de una cultura de calidad El estudio realizado por la OCDE4 sobre la calidad de la enseñanza, se realizó con la intención de identificar en once países los efectos de las políticas orientadas a favorecer la calidad de los maestros y las condiciones en las que se pueden instrumentar con estas posibilidades de éxito. El estudio reporta los siguientes factores que propician calidad desde la escuela: •

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Una visión y valores. Una fuerte cimentación de valores es tal vez una condición necesaria en las escuelas que poseen estos niveles de calidad en sus maestros; visión y valores que son compartidos por toda la comunidad escolar. La organización de la enseñanza y el aprendizaje. Se señala que las escuelas que apoyan la calidad de sus maestros han desarrollado formas de organizar la enseñanza y el aprendizaje para apoyar los logros del estudiante. Arreglos administrativos. Los que se manifiestan en procesos de cambio en la organización escolar con el fin de apoyar la aspiración de tener maestros de calidad. Un proceso de generación de políticas. Conducentes a reafirmar el compromiso por la calidad educativa en relación a procesos de identificación de prioridades, planeación y evaluación. Liderazgo. Que debe ejercer el equipo directivo de las escuelas y el liderazgo que se debe impulsar para puntos concretos del proyecto de calidad en todos los niveles de la escuela. Desarrollo del equipo. Muchas de las escuelas que manifestaron calidad en su funcionamiento han desarrollado la infraestructura necesaria para lograr el desarrollo profesional del equipo. Relaciones con la comunidad. Escuelas de calidad establecen lazos poderosos con la comunidad y se responsabilizan de ésta, de quien toman algunos de sus valores clave.

En las escuelas de calidad existe una cultura de un espíritu y una ética que muestran niveles de calidad magisterial al igual que un estímulo de la institución educativa para que sus miembros tomen riesgos y experimenten.


Los maestros como factor clave en el logro de la calidad educativa Definir la calidad educativa, la calidad de un maestro o de la enseñanza no es una tarea sencilla, ya que este concepto es elusivo y polisémico, es decir, no en un concepto estático y uniforme, depende de la perspectiva de los sujetos involucrados en el quehacer educativo y está condicionada por el estilo de formación que posee el maestro, su personalidad y el contexto en el cual desarrolla su actividad docente, aspectos que evolucionan a través del tiempo. Alexander W. Astin construye una definición de calidad educativa que agrega a las diferentes acepciones dadas al concepto de calidad: como reputación alcanzada por la institución, cantidad de recursos, logros en la calidad de sus productos y en los contenidos. La excelencia como el impacto que la institución educativa tiene en el desarrollo del talento en sus maestros y estudiantes.5

Esta concepción tiene como promesa básica el que la verdadera y auténtica excelencia académica reside en la habilidad de la institución para afectar a sus estudiantes y maestros de manera favorable para incrementar su desarrollo intelectual y académico, y con esta base determine una diferencia significativa para sus vidas. Las instituciones educativas que poseen calidad y excelencia académica son aquellas que ponen como valor clave de su proyecto educativo, el impulsar el conocimiento y el desarrollo personal de los estudiantes y los maestros; el desarrollo de habilidades académicas y pedagógicas que les permitan ser productivos en su labor docente y consecuentemente crecer personal y profesionalmente. La definición de calidad como desarrollo del talento humano incluye las otras cuatro ya que se ha comprobado pero que no funcionan si no se centran en los sujetos clave del proceso enseñanza-aprendizaje, es decir, el alumno y el maestro. Otra razón para justificar lo antes señalado se contiene en el estudio de la OCDE que señala como características de una institución de calidad en términos de una visión, valores, acciones y cultura de calidad en las escuelas. Hablar de calidad del maestro ciertamente encierra una serie de características relacionadas con las de escuela de calidad y calidad académica antes señalados. Enumero brevemente algunas de estas, tendientes a elaborar un perfil congruente de un maestro empeñado en alcanzar calidad. Un maestro con calidad y excelencia docente es aquel que: •

Manifiesta un compromiso educativo que se evidencia por involucrarse de manera entusiasta por su trabajo, un deseo sincero de que sus estudiantes aprendan y tengan éxito en sus estudios, trabaja en colaboración directa con los esfuerzos que realizan otros maestros en la escuela y la comunidad profesional en esta línea, genera una atmósfera profesional manifiesta para involucrarse y dedicarse al trabajo. Posee los conocimientos y las herramientas para una enseñanza relevante, dicho en otros términos un maestro de calidad es aquel que sabe su materia no sólo en términos teóricos sino también prácticos, Un maestro capaz de aprender, enseñar y desarrollar conceptos específicos,


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habilidades e información relevante y actualizada a sus estudiantes de modo tal que estos aprendan a aprender. Aprecia a sus estudiantes aún cuando estos no se lo manifiestan, con el fin de crear una verdadera motivación y una actitud positiva hacia el aprendizaje por parte de estos. Este aprecio se manifiesta por medio de la paciencia, la perseverancia en su labor docente, apoyo para construir la autoestima, autoconfianza y autovaloración en sus alumnos. Otra forma de manifestación de aprecio por los estudiantes es a través de actitudes de acogida y empatía. Es un ejemplo de conducta moral no solo en el desarrollo intelectual de sus estudiantes sino también en el desarrollo del carácter ético, para lograr esto es preciso que el maestro sea ejemplo para los alumnos y posea una conciencia social desde la perspectiva de que la escuela tiene una función social que debe preocuparse por los problemas de socialización de género, de los asuntos relacionados con la conducta como producto de la socialización, de la necesidad de crear una auténtica estructura democrática en las aulas que favorezcan su vivencia, de un análisis de los hallazgos científicos que considere las creencias políticas e ideológicas de quienes las producen. Es capaz de manejar a los grupos eficazmente aunando y canalizando el interjuego de interacciones entre las personalidades individuales de 20 a 40 alumnos en el salón de clases lo que genera una secuencia de eventos impredecibles, esta actividad significa esa gran parte el arte de ser maestro. Incorpora nuevas tecnologías en la enseñanza. Estas herramientas frecuentemente son una motivación al aprendizaje de parte de los estudiantes. Domina múltiples modelos de enseñanza y aprendizaje; un buen maestro no sólo cuenta con una variedad de tácticas y técnicas para enseñar conceptos, habilidades e información específica sino que también ha desarrollado una compresión teórica y práctica de los diferentes modelos pedagógicos o filosofías educativas. El maestro de calidad es capaz de realizar ajustes e improvisar en su labor docente ya que es consciente que los modelos y filosofías deben instrumentarse de acuerdo a un entorno cambiante. Este estar consciente se manifiesta en su capacidad para adaptar su docencia de acuerdo a las necesidades de los estudiantes, las exigencias del sistema educativo y social y a los cuestionamientos. Conoce a sus estudiantes no como grupo sino individualmente, adecua sus modelos de enseñanza a sus características, es decir, utiliza aquellos centrados en la persona. Los conocimientos psicológicos y sociológicos de los estudiantes son mencionados entre los atributos de un maestro de calidad. Intercambia ideas con otros maestros, no es posible ser un buen maestro sin conversar con los demás maestros. Estos intercambios se dan a través de conversaciones formales organizadas por la escuela; por medio de conversaciones informales en los pasillos y durante los recesos. Ambas son importantes para el desarrollo profesional de los maestros. Un maestro que manifiesta la calidad de su labor docente es aquel que reflexiona sobre su quehacer diario en el aula, lo que denominamos


"recuperación de la práctica" mediante un proceso de acción–reflexión, (Schon, Carr, Kemmis, Elliot). Esta reflexión permite desarrollar procesos de enseñanza más contextualizados, modificar su práctica y entender las discrepancias existentes entre lo que se cree y lo que se hace en el aula. Colaborar con otros maestros, no sólo en el intercambio de ideas sino también trabaja en equipo con sus compañeros para planear, diseñar y enseñar conjuntamente. Realiza este trabajo consiente de las dificultades que implican las diferencias de personalidad y filosofías educativas de maestro a maestro. Un maestro que manifiesta un alto nivel de calidad es aquel que con base en la reflexión y recuperación de su práctica y a los intercambios y trabajos en equipo con los demás maestros aporta avances a la educación y a la profesión docente. Esto es posible gracias a la actual tendencia en el campo educativo para revalorizar la profesión docente en términos de: o Un maestro que investiga. o Que interviene directamente en la reestructuración del currículo establecido a través de lo que recupera de su práctica. o Un maestro codiseñador del currículo.

Finalmente un maestro de calidad contribuye en general a la sociedad, cuando incluye en sus preocupaciones lo social y diseña su enseñanza de modo tal que sus estudiantes se enfrentan con los problemas y conflictos sociales y se comprometen en la búsqueda participativa de soluciones a los mismos.

La calidad, esfuerzo conjunto de administradores y docentes La cultura de la calidad debe surgir de una intención de la institución educativa, pero trabajada conjuntamente con la comunidad académica. Desgraciadamente existe un divorcio entre los administradores y los académicos en el falso supuesto de que los primeros deben determinar lo que los segundos deben hacer. Cuando la función real de los primeros es apoyar lo segundo. No obstante lo antes mencionado la iniciativa para la conformación de una cultura de calidad debe ser una estrategia que surge de un proceso de planeación institucional participativa, la planeación estratégica puede ser una herramienta útil para este fin. Con esto quiero enfatizar en que la calidad y/o excelencia educativa no puede ser un agregado que solamente de imagen a la institución, con fines mercantilistas y sí un proceso intencionado. Conjunta y en colaboración administradores y docentes tienen que determinar lo que significan por calidad y de ahí definir políticas, cursos de acción y programas tendientes a instrumentar esa intención. Un proyecto de calidad trabajado de esta manera facilitará el compromiso de la comunidad para llevarlo a cabo y la participación responsable por que éste sea una realidad. Los proyectos que parten de la comprensión de los significados tienen más posibilidades de éxito que aquellos que de manera vertical son impuestos y dan pie a múltiples connotaciones de parte de quienes tienen que ejecutarlo.


Cierto es que el concepto calidad, una vez que éste es apropiado, tenderá a conformar las actividades de la institución educativa ya que las variables que entran en juego son múltiples y abarcan desde las políticas, las tomas de decisión, los procesos administrativos y por supuesto, todo lo relacionado académicamente como son los procesos de enseñanza aprendizaje, la investigación y la implantación de innovaciones educativas. Un primer efecto de contar con una cultura de calidad en la institución es la clara percepción que la escuela o la institución educativa es un espacio donde estudiante y maestros se sienten satisfechos con su situación, una sensación de que la escuela es agradable y el aprendizaje se está dando. Un lugar donde el proceso enseñanza aprendizaje se da. Cuando existe una cultura de calidad en las instituciones educativas, estas son verdaderas comunidades de aprendizaje en las que los maestros y los alumnos crecen personal y académicamente apoyados por los administradores, los que generalmente propician este clima de calidad a partir de las políticas y decisiones tomadas en esta línea. Sin este trabajo mancomunado entre administradores y académicos es muy difícil alcanzar el ideal de lograr calidad en la educación. Un segundo factor clave en el logro de la calidad educativa, según los resultados del estudio realizado por la OCDE, está relacionado con los esfuerzos de la institución para fomentar y apoyar con acciones concretas el crecimiento de los docentes. Múltiples son las acciones que pueden instrumentarse para optimizar este componente imprescindible en la consecución de instituciones de calidad. Es preciso preguntarnos en qué medida se ha trabajado con el equipo docente, para indagar cuales son sus expectativas de desarrollo profesional, cómo conceptualizan una auténtica calidad en el proceso enseñanza aprendizaje, cómo pueden incidir en un proyecto de este tipo con el fin de lograr una enseñanza y un aprendizaje significativo para los estudiantes quienes son el centro de todo el quehacer educativo, qué medidas se han tomado para recuperar las prácticas docentes con el fin de enriquecer su labor, la riqueza acumulada y su experiencia. De las respuestas a los cuestionamientos anteriores, se seguirá un proceso de planeación que favorezca la implementación de proyectos concretos que permitan un proceso gradual hacia la excelencia educativa que se desea. El papel que juegan los maestros en este proceso es primordial, ya que sin ellos y sin su compromiso para llevarlo al cabo poco se podrá conseguir, por más que se ideen proyectos en forma vertical. Los que la mayor de las veces, no son acertados ni apropiados por la comunidad académica de docentes. Si realmente deseamos alcanzar calidad y excelencia en nuestras instituciones educativas, requerimos la conformación de una cultura coherente con esta expectativa, de la que emanen políticas y cursos de acción que nos permitan hacerla una realidad. Es preciso el que tomemos conciencia de que el ejercicio profesional del maestro, cada vez, conforme pasa el tiempo, es más complejo y cambiante. Los roles que la sociedad contemporánea les asigna son múltiples, variados y más demandantes de lo que fueron en tiempos pasados. Lo anterior implica: •

Buscar nuevas estrategias para actualizar a los docentes, para que puedan hacer frente a los requerimientos de una sociedad en transición


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hacia un nuevo milenio, como la propuesta de trabajo para crear una cultura de calidad. Tomar conciencia de que sin esta actualización y perpetuando los esquemas del pasado, lograr calidad en el quehacer educativo, quedará solamente en buenos deseos e intenciones. La toma de conciencia favorecerá una mayor apertura al cambio y una opción comprometida por una acción congruente hacia el fin, al que aspiramos. Para caminar hacia la meta deseada es preciso considerar dos variables necesarias: cultura de calidad y calidad de los maestros, creados en un trabajo conjunto y colegiado entre los principales actores del hecho educativo, como lo son los maestros, los estudiantes, la comunidad y los administradores educativos.

No basta hablar de excelencia y calidad, se precisan acciones reales y bien pensadas, que marquen el inicio y fin de un proceso. La calidad es un proceso acumulativo, lo importante es iniciarlo y llevarlo al cabo, emprender la marcha y el camino.

Notas 1. El último informe de la UNESCO. La Educación encierra un tesoro, UNESCO, París, 1996. 2. OCDE. Quality in Teaching, Center for Educational Research and Innovation, OCDE, París, 1994. 3. OCDE. Exámenes de las políticas nacionales de educación. México educación superior, OCDE, París, 1997. 4. OCDE. Op. cit. 5. Astin, Alexander W. Achieving Educational Excellence, third edition, Jossey Bass, Publishers, San Francisco, 1987.


LOS PRINCIPIOS DE LA ENSEÑANZA CENTRADA EN EL APRENDIZAJE (ECA) Dr. Jesús Carlos Guzmán Coordinación de Psicología Educativa Facultad de Psicología, UNAM Septiembre 2014

El aprendizaje depende primordialmente de las acciones del estudiante (Cross, 1993 citado por Hativa, 2000). Algunos consideran a la enseñanza un arte y es probable que existan razones para pensar de esa forma; lo cierto es que ha constituido un objeto de indagación científica, desde hace más de cien años se han investigado sus peculiaridades y características. Una preocupación constante ha sido tratar de identificar los mecanismos que la hacen más efectiva, definiéndola como aquella que facilita el aprendizaje de los contenidos escolares por parte de los alumnos. La investigación psicoeducativa ha buscado conocer sus principales cualidades utilizando un proceso científico riguroso, para descubrir los principios que posibiliten mejorar las prácticas docentes. Al proceder así, se cuenta con la ventaja de disponer de un conocimiento resultado de una metodología que lo comprueba y valida, en contraste con uno derivado del sentido común, que podría ser interesante pero sin ser probado sistemáticamente y que muchas veces constituyen afirmaciones sin fundamento. Estudiar la enseñanza ha representado todo un reto para la investigación, tal como lo señaló Hargreaves (1998): Uno de los fines fundamentales de la práctica y la investigación educativa es el perfeccionamiento del aprendizaje. Pero, detrás del dominio del aprendizaje se esconde el misterio de la enseñanza. Comprenderla y desenmascarar los misterios de su práctica ha constituido un persistente y formidable desafío para quienes han intentado mejorar la calidad de la enseñanza y del aprendizaje en el transcurso de los años (pág. 165).

La investigación ha venido desentrañando este “misterio”; aunque todavía queda mucho por averiguar, hay temas inciertos y poco claros; pero es verdad que ahora hemos acumulado un corpus de conocimiento acerca de cómo es que las personas aprenden mejor, disponemos de un conjunto de principios, los cuales nos sugieren mecanismos y estrategias que, bien aplicados, hacen más probable el aprendizaje de los educandos.


Una enseñanza eficaz desde la perspectiva de la ECA precisa la plena comprensión por parte de los docentes de los mecanismos que explican cómo aprenden las personas. Este conocimiento les permitirá entender mejor cómo ocurre el proceso de aprendizaje, identificar los obstáculos que impiden su adecuado desarrollo y sobre todo aplicar las acciones para hacerlo más eficaz. Es decir, estos principios ayudan al maestro a fundamentar su práctica docente para justificar porque ciertas estrategias de enseñanza- como son las activas-, son más adecuadas que las tradicionales para que los estudiantes alcancen una compleja y profunda comprensión de los contenidos escolares. Asumiendo que en la docencia no hay “recetas de cocina”, esperamos que los principios que expondremos les sirvan a los profesores como guías para que sean utilizados de manera creativa y contextuada, ya que su uso adecuado precisa de su experiencia, del profundo conocimiento de sus alumnos y del lugar donde labora, así hará las adecuaciones pertinentes. Antes de revisar los principios describiremos la naturaleza general del aprendizaje. 1.1 Naturaleza del aprendizaje Se define al aprendizaje como el proceso que logra cambiar lo que las personas piensan, sienten y hacen (Bain, 2004); es decir, un buen aprendizaje repercute en diferentes esferas del individuo, no sólo en lo cognoscitivo o “académico”, sino también en sus acciones y sentimientos, sobre todo en su visión del mundo. Pero ¿Cómo sabemos que alguien aprendió? Cuando es capaz de ver la realidad de otra manera, cuando comprende cosas que antes no entendía, se fija en aspectos que antes pasaba por alto, profundiza en las razones, causas y explicaciones de los fenómenos y los sucesos; sobre todo al aplicar lo adquirido en una situación similar a la aprendida y cuando lo enseñado se vuelve parte de sus conocimientos personales. Otra forma de saberlo es cuando se percata de su ignorancia. Tal como lo expresó el poeta español Antonio Machado “Nuestras horas son minutos cuando esperamos saber y siglos cuando sabemos lo que se puede aprender”1. 1

Antonio Machado (1934). Proverbios y cantares.


Por eso se dice que la diferencia entre un sabio y un ignorante es que el primero tiene conciencia de que no sabe y de todo lo que le faltaría por aprender, ya lo dijo Sócrates: “Sólo sé que no sé nada”; en cambio, el segundo cree que lo conoce todo por eso no necesita cambiar ni aprender nada de nadie y, sobre todo, es ignorante de su propia ignorancia. El aprendizaje se distingue por ser un proceso activo ya que sin la participación decidida e intencional del educando no podrá darse; quien, además, asume su plena responsabilidad en ello y está dispuesto a realizar el esfuerzo necesario para lograrlo; tiene diferentes grados de complejidad, al pasar por distintos niveles de dificultad creciente que van desde lo sencillo o elemental hasta lo profundo o complejo; es integral porque afecta diferentes aspectos de la persona: en sus pensamientos, creencias, sentimientos, actitudes, formas de sentir, posturas ante la vida, etc.; de igual manera, sus productos o resultados son diversos, pueden ser verbales, cognoscitivos, despliegue de desempeños, mostrar actitudes positivas y, para su optimización, precisa ser auto-regulado o dirigido por el educando, ya que al aprender a aprender puede controlar y dirigir su propio proceso de adquisición de conocimientos, lo cual contribuirá a sus autonomía moral e intelectual, que son fines educativos muy apreciados. 1.2 Los principios del aprendizaje Los principios son guías que dirigen y justifican las acciones y actividades docentes, en este caso describiremos los que la investigación ha demostrado favorecen al aprendizaje. Los agruparemos en cuatro dimensiones, sin olvidar que cada uno de ellos es igual de importante, aunque el más conocido sea el cognoscitivo, referido a lo intelectual, “académico” o racional; todavía muchos lo consideran el único, pero también están los factores afectivos, los relacionados al desarrollo humano y social, y las diferencias individuales, los cuales desempeñan un rol igual de relevante, las cuatro aparecen en el esquema siguiente:


Esquema 1

LAS$DIMENSIONES$DEL$APRENDIZAJE$ Los$aspectos$ cognosci9vos$

Los$factores$$ afec9vos$

LAS$DIMENSIONES$ DEL$APRENDIZAJE$$$

Las$diferencias$ individuales$

Los$del$desarrollo$ y$sociales$

Reiteramos que ninguno es superior a otro, todos tienen el mismo peso y valor, evidentemente según el tema por aprender, las metas de aprendizaje y el contexto; uno de estos factores podrá cobrar más importancia que otro, pero el aprendizaje final será en menor o mayor medida la confluencia de los cuatro. Igual sucede con los principios, deben verse en su conjunto y nunca como entes aislados, los desglosamos y definimos uno por uno para facilitar su comprensión, pero deben de entenderse en su mutua interrelación. Los principios son trece y los describiremos agrupados en las cuatro dimensiones antes descritas.


Cuadro 1 Principios del aprendizaje agrupados por dimensiones A. LA DIMENSIÓN COGNOSCITIVA

B) LA DIMENSIÓN AFECTIVA

1. Aprender es construir conocimientos 2. Lo aprendido se basa en lo adquirido previamente. 3. Aprender es relacionar. 4. El aprendizaje está orientado a metas 5. Aprender a aprender. 6. El aprendizaje es influido por el contexto. C. LAS DIMENSIONES DEL DESARROLLO HUMANO Y SOCIAL 11. El aprendizaje es afectado por los factores del desarrollo humano. 12. El aprendizaje es influido por los aspectos sociales y culturales. Zona de desarrollo próximo (ZDP).

7. Aprender es resultado del esfuerzo. 8. La motivación es causa y efecto del aprendizaje. 9. El aprendizaje es favorecido y estimulado en una atmósfera de respeto y apoyo 10. Las emociones favorecen o entorpecen el aprendizaje. D. LA DIMENSIÓN DE LAS DIFERENCIAS INDIVIDUALES 13. El aprendizaje es un proceso personal y único

Antes de presentar los principios del aprendizaje clasificados en las dimensiones, se aclara que evidentemente no podrá presentar todo lo investigado sobre este tema por ser una tarea inabarcable; lo expuesto se basa en las sistematizaciones realizadas por diferentes autores entre los que destacan las de Coll y Solé (2001), de Darling-Hammond (2001) a nivel de sistema educativo, los planteados por Huba & Freed, (2002), los principios para un aprendizaje significativo elaborados por la American Psychological Association (APA, citados por Hativa, 2000); la propuesta de la National Research Council (2000) y las sugerencias Ramsden (2007), entre otros.


A) LA DIMENSIÓN COGNOSCITIVA Los principios correspondientes a lo cognoscitivo se presentan en el cuadro 2. Cuadro 2

1. Aprender es construir conocimientos. Ya que es un proceso de construir significados a partir de la información y la experiencia, lo cual contradice el supuesto del sentido común de concebirlo como una actividad pasiva, receptiva y relativamente sencilla. Por eso se refuta la idea muy generalizada de que aprender es realizar “copias” de la realidad, si esto sucediera así, bastaría con presentar muy bien la información al estudiante para que él o ella la aprendiera tal como la reciben, como si fueran grabadoras o scanners. Sobre esta visión se basa toda la enseñanza tradicional, por eso su preferencia por las clases expositivas, ya que desde su perspectiva así es como los alumnos van a aprender: “atendiendo a lo que dice el maestro”. Para ilustrar que el proceso no ocurre de esta manera recurriremos a una pequeña historia. Había una vez en una escuela un alumno que iba a faltar pero para evitar perderse la clase, le pidió a uno de sus amigos grabarla. Su compañero accedió y así lo hizo por lo que le entregó la cinta la siguiente vez que se vieron, su amigo se lo agradeció mucho. Sin embargo el que había realizado la grabación se quedó pensando y se dijo “¡qué buena idea!, le voy a pedir a otro amigo que me grabe las clases y así ya no asisto”. Como se fue corriendo la voz a otros alumnos se les ocurrió lo mismo y la acción se fue generalizando, hasta que un buen día entró el maestro a su salón, encontrando en los pupitres, en lugar de estudiantes, sólo


grabadoras. La historia termina así, con ese salón lleno de grabadoras y en la mesa del maestro ¡otra grabadora! Con esta historia pretendemos mostrar el hecho de que no somos grabadoras; podemos, por nuestra dotación genética, percibir la información del medio ambiente -si no tenemos fallas en nuestro sistema sensorial-, pero esa información física no la procesamos de la misma manera. Aunque el estímulo sea el mismo, cada uno de nosotros se fijará en ciertos aspectos y omitirá otros, recordará unas cosas y olvidará otras; esas diferencias se explican por las experiencias anteriores, intereses, expectativas, la atención prestada, nivel de conocimiento, personalidad, etc. Por eso, si bien usted al estar leyendo estas páginas, encontrará temas que relacionará con lo aprendido en otros textos o cursos, es probable que cuestione o reflexione sobre las ideas expuestas, es posible que se sienta desafiado e incluso habrá quien no esté de acuerdo con lo expuesto. Para otros, en cambio, con este texto reafirmarán o profundizarán lo que ya saben. Se darán cuenta que varias de las acciones aquí sugeridas ya las estaban aplicando en su clase, a otros quizá les ayude a refinar lo que hacían. En fin, hay un sin número de reacciones a la misma información, asimilada de múltiples formas tan variadas como son las personas y sus historias. Todos estos son aspectos del aprender, por eso es un fenómeno psicológico y no solamente físico; se basa en él, pero no lo define. Para ampliar este punto, se ejemplifica con lo señalado por Aebli (1988), quien indica que si les describimos a un grupo de personas un objeto y luego les pedimos que lo reproduzcan obtendremos diferentes representaciones y no una única o “verdadera”. A esto precisamente se refieren los constructivistas cuando establecen que aprender es una construcción personal de significados o cambio conceptual. Para lograrlo, el educando necesita realizarlo de manera intencionada ya que es una elaboración personal donde se conjuga la información recibida con las experiencias vividas.


Asumir plenamente este principio tiene profundas implicaciones en la enseñanza, porque si somos congruentes, para aprender no bastaría con “dar la clase”, sino que el estudiante tendría que implicarse activamente ya que es insuficiente ser receptor de la exposición del docente, por muy buena que ésta sea. Por ello si usted dicta o se la pasa hablando toda la clase impedirá que sus alumnos realicen esta apropiación personal de significados. La relevancia de asumir en todas sus implicaciones el principio que los estudiantes son activos constructores de su conocimiento, queda ilustrada mejor en esta pirámide que muestra la forma como aprendemos, fue elaborado por el psicólogo instruccional William Glasser y explica el porque del fracaso de la enseñanza tradicional para lograr que los estudiantes adquieran el conocimiento. Esquema 2


También se aclara una confusión muy generalizada que algunas personas tienen cuando escuchan la frase: “El alumno es el constructor de su propio conocimiento” y lo interpretan como que los individuos vuelven a descubrir los conocimientos que la humanidad lleva siglos de acumular. No se refiere a eso, sino que estos contenidos ya están dados culturalmente y de lo que se trata es que los estudiantes los reconstruyan para apropiarse de ellos. Para usar un símil, el agua tibia ya esta descubierta pero lo que se busca es que los alumnos asimilen su concepto de una manera significativa. 2. Lo aprendido se basa en lo adquirido previamente. El proceso de enseñanza debe comenzar con la identificación de lo que ya sabe el alumno; en especial, de sus ideas previas. Todos tenemos nociones sobre algo aunque conozcamos poco el tema, por eso debemos conocer las de nuestros alumnos para apuntalar sobre ellas nuestra enseñanza; seguramente estas nociones o pseudoconceptos serán simples, incorrectas o incompletas por eso se necesita refinarlas por medio de la enseñanza, enriquecerlas para hacerlas más profundas o complejas. Para pasar así de los procesos cognoscitivos elementales a los profundos. La relevancia de ligar el nuevo conocimiento con el existente fue destacada por Ausubel, Novack y Hanesian (1976) quienes afirmaron: “si tuviésemos que reducir toda la psicología educativa, en un sólo principio, enunciaríamos éste: el factor más importante que influye en el aprendizaje es lo que el alumno ya sabe. Averigüe esto y enseñe en consecuencia” (pág. 3). Aprender es, por definición, encarar lo desconocido o lo que ignoramos. Como dice Meirieu (2005) “en cada aprendizaje el alumno se enfrenta a algo que lo supera” (pág. 25). Para adquirir lo nuevo se necesita, muchas veces, romper o reacomodar lo que ya sabíamos porque ese saber puede ser un obstáculo para dominar el contenido novedoso. Por ello, debemos identificar las ideas previas de los estudiantes porque si no se cambiaron o “enriquecieron” no habrán aprendido;


o si lo hicieron fue un aprendizaje epidérmico porque no pasó de la piel, algo superficial o momentáneo que se olvida después del examen. La tarea de enseñanza bajo esta perspectiva es trabajar deliberadamente para lograr la modificación del conocimiento inicial de los estudiantes, conseguir lo que los constructivistas llaman el “cambio conceptual” que es cuando, de manera intencionada, se les induce a transformar sus creencias y nociones previas: éste es uno de los resultados de un buen aprendizaje.

Las acciones docentes entonces, estarán enfocadas en identificar las barreras que impiden que el alumno comprenda. Donde las nociones erróneas o incompletas sean sustituidas por los conceptos y principios correctos desde el punto de vista disciplinar o científico. Si las visiones iniciales de los estudiantes no son corregidas, puede suceder que sean incapaces de entender cabalmente los nuevos conceptos enseñados o pueden aprender sólo los necesarios para acreditar, pero volver a sus ideas iniciales en situaciones fuera de la escuela.

Es importante distinguir entre ideas y conocimientos previos. Las primeras, como hemos venido explicando, son las nociones que tenemos sobre algo aunque no lo conozcamos; en cambio, los conocimientos previos son lo que hemos aprendido anteriormente y nos sirve de base para adquirir el nuevo contenido. Una manera de identificarlos es realizando un examen diagnóstico para que, tomando en cuenta sus resultados, acomodemos la enseñanza al nivel actual de dominio de los estudiantes, porque ocurre frecuentemente que no saben lo que deberían y entonces tenemos que hacer un repaso o volver a revisar los contenidos hasta que los alumnos los comprendan ya que, de no hacerlo, la planeación didáctica o nuestro programa no podrá aplicarse tal como lo diseñamos. En síntesis, mientras las ideas previas son los objetos a ser transformados mediante la enseñanza, los conocimientos previos son nuestros “insumos” para empezar a hacerlo.


Por otra parte, Biggs y Tang (2009) sostienen que un aprendizaje es efectivo cuando modifica la manera como vemos al mundo y para lograrlo no basta la mera acumulación de conocimientos o de información, lo relevante es la forma como estructuramos y reorganizamos esos conocimientos, ya que la finalidad de la enseñanza es producir el cambio conceptual y éste se facilita cuando están presentes las siguientes condiciones:

Hay claridad tanto para el maestro como para los estudiantes acerca de cuáles son los resultados deseados del aprendizaje, se sabe de antemano a dónde se quiere llegar.

Los estudiantes se sienten comprometidos en adquirir ese aprendizaje, lo cual tiene que ver con la motivación, que es tanto resultado de una enseñanza efectiva como un requisito para la misma, como ampliaremos en un siguiente apartado.

El papel tan relevante que tienen las ideas y conocimientos previos se muestra en que nos ayuda a explicar parte del fracaso escolar, ya que si los alumnos van pasando de grado sin quedarse con los conocimientos revisados, no tendrán las bases para poder asimilar los más complejos y así se forma un círculo vicioso: quienes saben poco van a aprender poco al ser escaso lo que tienen para construir. Podemos ilustrar lo anterior mediante una metáfora: es como si quisiéramos colocar libros en un estante, pero si éste no existe o está incompleto, no podremos hacerlo. Lo opuesto también es cierto, al crearse círculos virtuosos donde saber y dominar realmente lo enseñado, va a incrementar la posibilidad de que esos alumnos aprendan mejor, porque el saber más servirá para aprender más. Este es uno de los beneficios que una buena enseñanza aporta, por eso es tan valorada y apreciada. En resumen, una buena enseñanza se basa en lo que ya domina el estudiante, porque no se puede crear el nuevo conocimiento de la nada, sino apoyarse en lo


existente. Para ampliar sobre el tema del papel de las ideas previas se sugiere revisar Carlos (2006) y Benito (2009). 3. Aprender es relacionar. Aprender es fundamentalmente una acción que involucra realizar conexiones tanto a nivel neuronal como conceptual -entre ideas y significados-, como experiencial -entre la mente y el medio ambiente, entre uno mismo y los otros-. Mientras más vínculos realicemos entre los conceptos, principios, ideas, emociones y perspectivas será mucho mejor. Por eso es de gran ayuda en la enseñanza dar una visión general de lo que se va a aprender y mostrar sus vínculos, así se ofrece al estudiante una imagen completa de lo que se va a aprender. Asimismo, entre mayores aplicaciones y usos hagamos del conocimiento que se está adquiriendo, mayor será el beneficio para el alumno al no ver temas aislados inconexos o insulares. Por eso ahora se enfatiza la transversalidad del saber. En todo momento debemos ayudar al alumno a hacer estas relaciones, vincular unos conceptos con otros, encontrar las coincidencias entre materias y estimularlos a ver las implicaciones de lo que están conociendo y revisando. Por ello, algunos definen a la persona inteligente como aquella que encuentra las mayores relaciones posibles entre los fenómenos, situaciones y hechos, los cuales en apariencia no la tienen, la que no se encierra en una disciplina o teoría sino descubre vínculos entre ellas, aunque sean temas de naturaleza diferente, como entre el mundo social y el natural, para mencionar un ejemplo. De ahí que una sugerencia didáctica desprendida de la ventaja de relacionar lo que se aprende, es que luego de la fase de adquisición del conocimiento, para consolidarlo pedir a los alumnos que lo revisado lo apliquen en problemas similares, lo usen en diferentes contextos, situaciones y circunstancias; donde el maestro explicite los nexos que tienen los diferentes tipos de conocimientos. Dewey (2006) ya enfatizaba este aspecto al pugnar por la continuidad entre los saberes y cuando criticaba los dualismos o las separaciones que se hacían entre


el conocimiento empírico y el racional, entre las ciencias naturales y las sociales, entre lo “académico” y el juego, entre el “cuerpo” y la “mente”, entre los saberes de la escuelas y los externos a ella, entre lo valoral y disciplinario, argumentando que estas divisiones se originaron desde los griegos para separar a las personas de acuerdo con su clase social, pero que ahora con la generalización de los valores democráticos, los avances científicos y del conocimiento social constituían una obsolescencia, de ahí que en las escuelas debieran ser ese lugar donde todo lo anterior se fundiera. Esa cualidad de interrelacionar es una de las ventajas de los mapas conceptuales y mentales porque precisamente ayudan al alumno a interrelacionar distintos tipos de conceptos en diferentes niveles. Ampliando lo anterior, esa es una de las principales razones por las cuales muchas de las reformas curriculares sugiere trabajar por proyectos y es, también, una cualidad distintiva de los métodos activos de enseñanza. 4. El aprendizaje está orientado a metas. La actividad del aprendizaje busca deliberadamente la consecución de ciertas metas o propósitos, caracterizadas por ser personalmente importantes y de trascendencia educativa y social. Donde el estudiante asume la responsabilidad por aprender. Aceptando el hecho de que todos los docentes debemos cumplir con un programa académico asignado en un plazo determinado (un ciclo escolar), hay que hacer todo lo posible para vincular los contenidos con temas de interés y provecho para los alumnos. La importancia de ello es que necesitamos la motivación del alumno para alcanzar las metas y cumplir con el programa, porque sin su concurso activo no será posible hacerlo. Para ello es imprescindible que lo enseñado tome en cuenta sus necesidades e intereses, haciéndole sentir que va a ser importante para su vida y no algo impuesto por otros. Así, en una Enseñanza Centrada en el Aprendizaje, el


maestro plantea metas de aprendizaje relevantes y pertinentes que impliquen un reto, pero sean realistas y alcanzables, donde todos los alumnos las conocen de antemano y se establecen las condiciones y criterios para constatar su dominio. Luego hay que seleccionar y aplicar las estrategias más adecuadas para la situación particular de enseñanza, evaluando al término de ella si se lograron los propósitos establecidos. Al relacionar lo enseñado con los intereses y motivos del alumno se incrementará su involucramiento y compromiso con la clase. Aquí se requiere saber conjugar dos aspectos: la obligación del docente para enseñar contenidos previamente determinados, y el respeto por los intereses y necesidades del alumno. 5. Aprender a aprender. Dado que aprender depende en última instancia del educando, necesitamos convertirlo en un buen aprendiz, es decir, en un aplicador eficaz de estrategias y métodos de aprendizaje; en un pensador que utiliza deliberadamente estrategias de razonamiento, de solución de problemas y de creatividad para usarlas en situaciones novedosas para alcanzar metas complejas de aprendizaje. El énfasis de que la educación debe fomentar estas habilidades, no sólo hacer que el estudiante retenga información, o acumule muchos datos, es porque el caudal de información disponible en la actualidad es inabarcable y hace imposible el tratar de aprehenderla. Lo mejor es enseñarlos a buscar, organizar, sintetizar y dar sentido a la información. Por eso un mal uso del Internet puede tener efectos nocivos, lo cual ocurre cuando los alumnos bajan información de sitios y tal cual la entregan al maestro, sin haberla leído o intentado hacer un resumen personal; si el docente acepta esa situación en poco ayudará al desarrollo de las habilidades cognoscitivas de los estudiantes: la comprensión de la información todavía es algo que el Google no puede hacer.


Otro factor es el avance científico-tecnológico que ocasiona un proceso acelerado de producción de nuevos conocimientos, ante lo cual la escuela siempre va a estar rezagada, nunca podrá estar a la par de los cambios y nuevos avances, de ahí que sea una quimera cualquier actualización disciplinaria. Ante esta situación, no podemos estar enseñando conocimientos que al poco rato van a ser obsoletos y sustituidos por otros; sino enseñar a los alumnos a dirigir su propio proceso de adquisición de conocimientos y así prepararlos para saber enfrentar las demandas e incertidumbres del mundo que les tocará vivir: de ahí el valor de enseñarles a aprender a aprender. Esta necesidad la podemos ilustrar utilizando la fábula china que dice “Si a un hambriento le das un pescado, le quitas el hambre ese día, pero si lo enseñas a pescar, le quitas el hambre toda su vida”. Eso mismo necesitamos hacer con nuestros educandos, en lugar de llenarlos de información hay que enseñarlos a saber buscarla, seleccionarla, integrarla y utilizarla para sus necesidades de aprendizaje. Para promover la autonomía intelectual del alumno, no es adecuado que aprenda reglas y principios sin saber bien su significado, utilidad o aplicación, sino que los comprenda y entienda sus implicaciones. Una manera de favorecerlo es estimular a que reflexione sobre sus procesos de adquisición de conocimientos, identifique los mecanismos empleados para aprender, se dé cuenta de ellos, los tenga plenamente ubicados para, posteriormente, emplearlos con plena conciencia y dominio. La investigación ha encontrado que para hacer más eficiente el proceso de aprender, el estudiante requiere monitorear su proceso, para identificar cuándo necesita obtener mayor información y cómo relacionarla con lo que sabe. Este diálogo interno se llama metacognición. Es la conciencia de saber que se sabe y la claridad para identificar qué acciones debe realizar para adquirir mejor aquello por aprender; es una actividad reflexiva sobre los propios procesos de pensamiento


para dirigir las operaciones mentales que facilitan la comprensión, la creatividad y el pensamiento crítico. En ella están incluidas la habilidad predictiva, explicarse a él mismo lo que está aprendiendo, percatarse de sus fallas y corregirlas, tener la capacidad de plantearse metas y buscar mecanismos para alcanzarlas. Un buen aprendizaje debe reflejar no sólo el qué se aprende sino cómo se aprende. Es de gran ayuda para su desarrollo intelectual que el alumno ubique aquellos métodos y formas de pensamiento que le son más benéficas y se acomodan a su modo de ser, estar abierto a recibir guía y retroalimentación del profesor. Para hacerlo debe utilizar los temas propios de la materia o disciplina, ya que estos procesos no se dan en el vacío sino precisan de los contenidos y así se conjugan la adquisición de los contenidos curriculares con la aplicación de las estrategias para aprender a aprender; o sea, el qué y el cómo recién mencionados. Si lo consigue, entonces habrá desarrollado habilidades cognoscitivas complejas para convertirse

en

un

aprendiz

estratégico

y

autónomo,

que

sabrá

dirigir

adecuadamente su propio proceso de adquisición de conocimientos. Los beneficios para el estudiante de lograrlo serán el tener un manejo conceptual amplio y profundo de la disciplina, de la materia o del tema; se habrá fomentado el razonamiento, el pensamiento crítico, la solución de problemas y la creatividad que en la actualidad son unas metas educativas muy apreciadas y de impacto económico. Es resumen, si fue exitoso el proceso autor regulatorio de aprendizaje el estudiante deberá mostrar las siguientes habilidades:

Recopilar y analizar información, integrarla, darle un sentido y usarla para resolver eficazmente los problemas planteados.

Comunicar, argumentar y justificar correctamente, de manera oral o escrita, sus puntos de vista y las propuestas realizadas.


Demostrar por medio de sus decisiones y juicios una comprensión profunda de los principios que rigen la vida humana y del mundo natural.

Perseverar para alcanzar sus metas no obstante las dificultades u obstáculos enfrentados, así como superar los fracasos, saber elegir y monitorear las acciones que harán más probable alcanzar metas de largo plazo.

Todo lo anterior adaptado al nivel de desarrollo de los alumnos y del grado que cursan. 6. El aprendizaje es influido por el contexto. Aprender es afectado tanto para estimularlo o frenarlo por los factores situacionales como la cultura, el contexto institucional, los saberes socioculturales, el avance tecnológico, los usos y costumbres del lugar donde vive, etc. Muchas veces este tipo de aspectos contextuales no son tomados en cuenta en la escuela. Por eso se pugna porque la enseñanza, el aprendizaje y la evaluación ocurran en contextos reales o similares a aquellos donde se le pedirá al estudiante que muestre lo aprendido, a esto se le denominan aprendizaje situado. Esto en contrapartida a muchas actividades que suceden en las aulas, que sólo tienen importancia dentro de la propia institución escolar pero con poco valor fuera de ella, por eso se dice que muchas prácticas escolares son arbitrarias, al convertirse en fines por sí mismas, alejadas del sentido de dar una preparación para “la vida”. De ahí que como educadores debemos cuestionarnos si lo que estamos enseñando tendrá un valor importante mas allá de servir como elemento propedéutico o de preparación para el siguiente nivel, la enseñanza debe darle a los estudiantes las herramientas para incidir adecuadamente en los problemas y situaciones que actualmente enfrenta, para que lo enseñado se vincule con su entorno y vida personal. Enseñamos no sólo para el futuro sino también para el presente.


Los factores culturales pueden afectar tanto positiva como negativamente dimensiones importantes del acto docente como son la motivación, el compromiso del estudiante con el aprendizaje, entre ellas las aproximaciones que tienen sobre él. Indudablemente ellos tienen un papel en la valoración que el alumno y su familia dan a la educación como factor beneficioso para sus vidas, o por el contrario, de poca repercusión en ellas, a esto se le denomina capital social.

Para concluir la revisión de los principios cognoscitivos del aprendizaje, se señala que para lograr el aprendizaje de temas o de un campo disciplinario, los alumnos necesiten: a) dominar profundamente los contenidos factuales y conceptuales de esa área de conocimiento, por ello en la ECA el dominio teórico es imprescindible, la diferencia con la educación tradicional es que toma en cuenta otros tipos de contenidos, no se queda en los datos o hechos sino los trasciende, da prioridad a los niveles cognoscitivos más complejos, así como a las habilidades y actitudes, b) comprender los hechos y las ideas dentro de un contexto o marco de referencia que les permita identificar patrones, relaciones y discrepancias de la información; de esta manera, podrán ubicar con mayor claridad lo relevante de lo irrelevante, lo prioritario de lo accesorio sin confundirse por el exceso de información y c) organizar su conocimiento de forma tal que les posibilite recuperar con facilidad la información pertinente para enfrentar cierta situación, por eso hay que ofrecer pistas o ayudas para su recuperación.

B) LA DIMENSIÓN AFECTIVA Reiteramos que aprender no es un proceso “frío” y racional, sino cargado de emotividad, la cual puede impedirlo o favorecerlo, por eso hay que tomarla en cuenta para hacer un manejo apropiado de las emociones, aquí se ofrecerán algunos ejemplos de cómo hacerlo. Se comienza describiendo los factores que impulsan el deseo por aprender y posteriormente las emociones suscitadas por él. En el cuadro 3 aparecen los principios relacionados con la parte afectiva del aprendizaje.


Cuadro 3

7. Aprender es resultado del esfuerzo. Ya que no es un proceso fácil, ni lo adquirido cae del cielo o “llega” sin más, el conocer requiere de determinación y carácter para no cejar en el empeño de dominar un cuerpo de conocimientos, por lo cual una tarea del docente es hacerle ver esta situación al alumno, para no engañarlo y se prepare para lo que le espera. Aquí es donde entran en juego los aspectos afectivos y motivacionales, porque el estudiante debe estar decidido a efectuar las acciones necesarias para aprender, comprometerse en el esfuerzo de superar los obstáculos y no desanimarse ante los fracasos, aspecto que profundizaremos en el siguiente apartado. En esta tarea ayuda mucho el que las metas escolares sean de importancia para ellos, sólo así estarán dispuestos a aceptar que vale la pena el esfuerzo realizado (Ver principio 4). Para que el educando quiera hacer lo requerido debemos motivarlo, tema que abordaremos a continuación. No queremos dejar de mencionar que obviamente el puro esfuerzo no es suficiente para aprender sino se precisa conjugarlo con los principios de


aprendizaje que estamos revisando en este documento. Igualmente, tampoco que quiere dejar de mencionar que para un alumno proveniente de un ambiente sociocultural precario, le va resultar más difícil aprender y por lo tanto su dedicación tendrá que ser mayor, también necesitará más apoyos y ayudas del docente. 8. La motivación es causa y efecto del aprendizaje. Motivar es un proceso psicológico que explica la dirección, fuerza y mantenimiento de nuestros actos. Nos da razones para entender por qué hacemos lo que hacemos, o nos mantenemos realizando algo a pesar de las dificultades, también tiene que ver con la dirección de nuestra conducta o por qué nos encaminamos a ciertas metas y dejamos de lado otras. Hoy en día este tema ha cobrado gran importancia, ya que lograr la motivación es la dificultad más importante de la enseñanza del siglo XXI, al ser la apatía de los estudiantes un problema mundial, así como su desinterés y aburrimiento hacia todo lo escolar, a veces con razón. Por eso necesitamos encarar este problema para hacer de la enseñanza una actividad placentera, amena y vital. Como dijo un alumno “que dé gusto entrar a clase”. Para comenzar tenemos que aceptar que los maestros ahora competimos con otras actividades (videojuegos, internet, las redes sociales) mucho más atractivas para los alumnos, por eso no debemos suponer que a ellos les gustará nuestro tema tanto como a nosotros, sería más realista asumir lo contrario; para esforzarnos entonces en explicitar las ventajas y beneficios personales que van a obtener si adquieren los conocimientos, más allá del elemento acreditador. La motivación es causa y efecto del aprendizaje ya que es requisito para lograrlo; a su vez, si lo adquirido fue interesante, grato y relevante para el alumno incrementará posteriormente el deseo por aprender.


Los factores motivacionales son cruciales para el aprendizaje, ya que afectan las creencias que tienen los estudiantes sobre sí mismos como aprendices y la propia naturaleza del aprendizaje, contribuyendo a adoptar una postura simple o profunda sobre él. Se asume que los problemas motivacionales son de tipo sistémico, por ello hay que intervenir sobre diferentes factores y poner en marcha simultáneamente varias actividades, ya que los resultados de una afectan a otras, así la suma de esfuerzos ayudarán al aprendizaje de los estudiantes. En el cuadro 4 aparecen los principales factores de la motivación escolar. Fue planteado por Santrock (2002), quien los agrupa en tres dimensiones: el alumno, el maestro y el clima de la clase, que se describen a continuación enfatizando, sobre todo, las referidas a los alumnos. Cuadro 4

Basándonos en el cuadro anterior, le ofreceremos una serie de recomendaciones agrupadas en las tres dimensiones para ayudarle a enfrentar problemas motivacionales. Un primer paso es reconocer que la motivación para aprender


está influida por los estados emocionales de la persona, por sus actitudes, intereses, creencias y sus formas de aprender. 8.1 Factores motivacionales relacionados con el alumno Un reto para el maestro es despertar en los alumnos el deseo de aprender, uno de los resultados más bellos de la enseñanza es haber logrado que nuestros alumnos amen el conocer por el conocer y disfruten el acto mismo de aprender, independientemente de la calificación. Para apoyar este esfuerzo le damos algunas recomendaciones: 8.1.1 Ayudarlos a establecer metas de aprendizaje relevantes y retadoras, pero realistas y específicas. Como vimos en el principio 4, las metas dan dirección al comportamiento y encaminan nuestros esfuerzos, si no tenemos claridad sobre ellas difícilmente sabremos a dónde queremos ir o si llegamos a donde deseábamos arribar, tal como lo ilustra este diálogo extraído de Alicia en el país de las maravillas entre el gato de Chesire y Alicia (Lewis, 1990, pág. 49): -“Podrías decirme, por favor, ¿cuál es el camino desde aquí?” -dijo Alicia. -“Depende mucho de adonde quieras ir” -dijo el Gato. -“No me importa mucho adónde” -dijo Alicia. -“Entonces, tampoco importa qué camino sigas” -dijo el Gato.

El establecimiento de metas es algo esencial para el aprendizaje por dos razones: una de ellas la acabamos de ilustrar con el diálogo ya que si no sabemos a dónde vamos no podemos dirigir nuestras acciones; la segunda razón es que será más probable despertar el entusiasmo de los educandos si las metas se vinculan directamente con sus necesidades e intereses. Sin este valor percibido por ellos será difícil lograr su compromiso con las acciones escolares, no le verán sentido a lo que hacen en clase y tampoco asumirán la responsabilidad por ello. Así, las metas de aprendizaje necesitan ser personales, si bien basarse en los propósitos del curso debe implicar un compromiso individual a cumplir mediante el mismo. Requieren ser específicas y no planteadas en términos generales o


ambiguos como “quiero ser un buen estudiante”; sino hacerlo mejor así: “al final del curso deseo haber aprendido a aplicar la trigonometría para resolver problemas de la vida real”. Otra cualidad de las metas es ser temporalmente próximas, no dejarse para un futuro indeterminado, sino indicar un periodo específico como al final del semestre o ciclo escolar. Finalmente, necesitan ser desafiantes e implicar un reto, es decir, no deben ser propósitos que se logren fácilmente pero tampoco irreales, imposibles o lejos del alcance de los estudiantes. Hay que buscar un término medio entre ambos polos; ser un desafió pero que pueda lograrse con los recursos actuales del estudiante. Un punto importante es quitar el “ego” en los resultados académicos, es decir, que el estudiante no ponga su ser o persona en ellos. Los logros o fracasos escolares no lo definen ni le dan valor como persona, son sólo actividades, sin duda importantes, pero de ninguna manera determinan quien es él o ella. Por eso, si no alcanza las metas escolares no debe sentirse un perdedor de la vida y para que no vuelva a ocurrir debe alentársele a revisar sus acciones para identificar lo que no hizo correctamente. Lo crucial es ayudarlo a tener claro lo que debe hacer y realizar su máximo esfuerzo para lograrlo en ocasiones posteriores, tomando en cuenta que muchas veces la obtención de las metas depende de diversos factores y algunos escapan al control del alumno. Aún si no lo consigue, recordar que nada es un fracaso sí de él se extraen lecciones y sirve para enfrentar mejor futuros retos. Otra razón más para quitar el “ego” en los resultados del aprendizaje es que el estudiante tomará como agresiones a su persona cualquier observación hecha a sus realizaciones, tornando difícil y tensa la relación maestro-alumno; pero sobre todo dificultará el proceso de retroalimentación que es vital para lograr el aprendizaje. 8.1.2 Preferir la motivación intrínseca en el aprendizaje. La motivación está influida por dos factores: uno extrínseco y otro intrínseco. El extrínseco es cuando la


conducta de la persona depende de si recibe o no reconocimientos externos o para evitar sanciones. Estos premios y castigos suelen ser efectivos, el problema es que cuando desaparecen, la gente deja de hacer lo que hacía, ya que su conducta era controlada externamente. En cambio, cuando el individuo actúa y no ceja en su empeño debido a que el acto mismo de aprender -en este caso- es placentero y es secundario obtener una calificación, la recompensa es hacer las cosas por hacerlas sin esperar una gratificación externa. A este tipo de motivación regulado por factores internos se le denomina motivación intrínseca. Su ventaja -a diferencia de la extrínseca- es que la persona seguirá actuando como lo hacía pese a la inexistencia de gratificaciones o sanciones externas, haciéndolo por convencimiento propio y no porque alguien se lo diga u ordene. Un ejemplo claro de motivos intrínsecos son los hobbies o pasatiempos, ¡cuántos de nosotros podemos pasar horas haciendo lo que nos gusta y no sentimos el paso del tiempo! Los alumnos estarán motivados internamente cuando disfruten el saber por el saber restando importancia a otro tipo de factores. Como decíamos antes, una meta educativa importante es lograr precisamente que sea un placer el poder explicarse la razón de ser de los fenómenos, tanto del mundo natural como social. 8.1.3 El papel de la atribución en el aprendizaje. Trata de dar respuesta a la pregunta ¿a qué causa le atribuyo lo que me sucedió? Las personas responden esta pregunta de dos maneras: unos piensan que se debe a las acciones de los otros, a la suerte, “a las malas vibras”, a los astros, al influjo de amuletos, etc. En estos casos la causa es externa a nosotros y poco podemos influir sobre ella. En cambio, hay quienes piensan que lo sucedido en su vida es fruto directo de sus actos, es resultado de lo hecho o dejado de hacer; es decir, no culpan a los demás de lo que les sucede, asumen la responsabilidad de sus acciones tanto de las que tienen efectos positivos como negativos.


Al tipo de causa al que atribuimos todo lo que nos sucede se le llama locus de control, el cual puede ser de tipo externo, como fue el caso del primer ejemplo, o interno como lo fue el segundo. SI nuestro locus es externo asumiremos poco compromiso por nuestras acciones; en cambio, cuando es interno, sucede lo contrario. La importancia de identificarlo es que si el locus de la persona es externo explicará sus fracasos o éxitos en función de causas ajenas a ella y los otros serán los causantes de sus desgracias, asumen el papel de víctimas. Al dar esa atribución espera que la solución, el remedio o salvación vengan de fuera y no de él o ella. Actúan de acuerdo con esta frase: “Los que deben cambiar son los demás no yo”. Para empezar a resolver esta situación la persona debe modificar su locus de control en la dirección explicada a continuación. Si el locus es interno, el individuo hará un análisis realista de lo sucedido, identificará el papel de los factores externos en lo acaecido y delimitará claramente sus efectos. Una vez concluida esta autocrítica asumirá su responsabilidad, procurará enmendar sus acciones a futuro, no le echará la culpa a los demás sino que hará un balance objetivo de lo sucedido. Es evidente que en todos los hechos de nuestra vida van a estar presentes ambos factores y en ciertas circunstancias tendrá más peso uno sobre el otro, puede suceder que a veces los externos nos rebasan, pero aún así en muchas ocasiones tenemos control sobre lo que nos sucede, tal como dijo el filósofo inglés Bertrand Russell (1970, pág.123): La felicidad para la mayor parte de los hombres y mujeres debe ser una conquista más bien que un regalo de los dioses, y en esta conquista debe desempeñar un papel importante el esfuerzo exterior e interior. Es evidente que la felicidad depende, en parte, de las circunstancias y, en parte de uno mismo.

Hay situaciones que nos ocasionan perjuicios o daños sobre las cuales tenemos muy poco control como son una catástrofe natural, un accidente o enfermedad, una crisis económica mundial, los cambios climáticos, los directivos que nos tocaron, etc., pero en otras el remedio está en nuestras manos. Como dice


Fernando Savater (1991, pág. 171) “lo que somos es el resultado de nuestras decisiones, de lo que hicimos o dejamos de hacer. Responsabilidad es saber que cada uno de mis actos me va construyendo, me va definiendo, me va inventando.” Si somos sinceros y francos con nosotros mismos, nos daremos cuenta que mucho de lo bueno o malo que nos pasa se debe en buena parte a nosotros. En el caso educativo es muy diferente el manejo de las situaciones si el alumno al reprobar un examen o el curso culpa al maestro de lo sucedido. La reacción será distinta de aquél que reprobó por no haber estudiado lo suficiente y así lo reconoce. Las soluciones para ambos eventos serán también distintas. El alumno del primer caso dirá que él no tiene que cambiar nada, quien está mal es el profesor, él o ella es sólo una “víctima”2 En sentido opuesto, al asumir que lo sucedido se debió a acciones no hechas, aceptará sus omisiones y para el próximo examen estudiará más, ya que, piensa, el remedio para su situación está en sus manos. Por eso es importante identificar dónde está el locus de control de los alumnos, así les ayudaremos en su proceso de maduración para volverlos, entre otras características, responsables de sus actos y capaces de afrontar adecuadamente las consecuencias de los mismos haciéndolos personas autónomas y auto dirigidas. En resumen, la motivación de los alumnos tiende a aumentar en la medida que reconocen que el éxito o fracaso escolar depende: 1) del esfuerzo que pongan en sus estudios y 2) de atribuir su éxito o fracaso a factores internos (vgr. dedicación al estudio) y no a factores externos cambiantes e incontrolables, como la buena o mala suerte, la poca ayuda recibida por los amigos, el humor del profesor, o al clima, etc. 8.1.4 Expectativas de logro. Son muy importantes las ideas del estudiante acerca del aprendizaje, pero también es crucial el concepto que tiene de sí mismo como aprendiz; por ejemplo, si se siente auto eficaz o sea, confiado en sus habilidades y 2

Este ejemplo se emplea bajo el supuesto de que el maestro actuó adecuadamente.


estrategias o si, por el contrario, desconfía de las mismas o asume que no las tiene. La autoeficacia implica el sentirse competente o saber que se cuenta con las herramientas para superar los retos académicos y lograr sus metas, en lugar de tener la sensación de ser incapaz, rebasado y abrumado por las demandas académicas y pensar que no cuenta con los recursos para afrontarlas. La expectativa de logro se relaciona también con la confianza en sí mismo y con una adecuada autoestima, que implica un conocimiento cabal de sus cualidades y limitaciones; es juzgarse realistamente sin exagerar sus capacidades creyendo que todo lo puede o, por el contrario, sentirse inseguro de sus habilidades con la sensación de que las circunstancias lo superan y ser tal su angustia que se “bloquea” o inmoviliza, ocasionando sentimientos de frustración, desagrado e impotencia lo que, agravado, conduce al rechazo de todo lo escolar. En este punto no nos estamos refiriendo a las capacidades de los estudiantes, el alumno puede tenerlas pero si es inseguro o con una baja autoestima no las mostrará. Desafortunadamente, muchas veces los mensajes que reciben de su entorno familiar o social son descalificatorios creándoles sentimientos de inseguridad y poca confianza en sus habilidades. También ocurre en caso contrario, donde el alumno soberbio pensará que todo lo sabe, no medirá las consecuencias y se meterá en problemas innecesarios además de no solucionar la situación. Por eso, lo mejor es ayudar al alumno a tener una imagen realista de sí mismo y de sus cualidades o fortalezas, apoyarlo a ser objetivo sobre los recursos con los que cuenta, sus limitaciones y a plantearse metas alcanzables. Para estimular este nivel de logro con el alumno habrá que trabajar poco a poco y paso a paso, ya que no es sencillo de conseguir sobre todo cuando su situación socioeconómica es deficiente; por eso habrá que ayudarlo para que logre diferenciar qué aspectos puede modificar pese a sus adversidades, para ello el papel de los padres de familia es fundamental. El punto es no asumir una posición fatalista ante estos factores externos, que sin duda afectan, pero siempre algo se podrá hacer para disminuir sus efectos negativos.


8.2. Factores motivacionales relacionados con el maestro Respecto a las acciones del profesor para incrementar la motivación, una de ellas es crucial: el entusiasmo del maestro por su trabajo o enseñanza, simplemente porque va a ser muy difícil motivar a los alumnos si el docente no está motivado, si realiza su labor con desgano y muestra poco compromiso con su trabajo. En cambio, si disfruta dar clase, ese sentimiento es transmitido a los estudiantes y repercute en su motivación. Otro principio es la comunicación, que significa ser claro en sus mensajes y en las instrucciones dadas a los estudiantes, además de verificar que han sido comprendidas y dar seguimiento a que se cumplan. Lo anterior es parte de la organización de la clase que debe tener respecto a las actividades y tareas solicitadas a los estudiantes, sin mezclar actividades que no estén terminadas y procurando dejar muy claro el objetivo de la tarea, los recursos y material por utilizar, los plazos para cumplir con ella y las características del producto o actividad que se entregará para ser evaluado. Por otro lado, los maestros deben recordar que son modelo para sus alumnos tanto para ser dignos de emular o, por el contrario, de evitar; hay que tenerlo presente para ser ejemplo de comportamientos y valores que se pregonan. 8.3. Factores motivacionales relacionados con el clima de la clase Para lograrse adecuadamente requiere que el docente cree un clima favorable que lo fomente, dé mutua confianza donde no existan el autoritarismo, las amenazas, el miedo o la imposición, sino consensuar las reglas de funcionamiento del curso, donde todos las respeten y cumplan, asumiendo las consecuencias de no hacerlo. Por ser este otro de los principios del aprendizaje no ahondaremos porque lo explicaremos mas adelante.


Para terminar lo referido a la motivación para el aprendizaje, esperamos que con las recomendaciones descritas, Usted cuente con mejores herramientas para afrontar los problemas motivacionales de sus estudiantes. Le sugerimos enfrentarlos siguiendo las tres dimensiones analizadas, diagnosticando el problema y a partir de ello poner en práctica las sugerencias aquí expuestas, las que considere pueden ser la solución. Lo que se trata es de crear un clima donde el aprendizaje sea un proceso lúdico e interesante, grato para todos, disfrutable aunque aceptando que conseguirlo no es tarea fácil. 9. El aprendizaje es favorecido y estimulado en una atmósfera de respeto y apoyo. Enseñar y aprender son procesos interpersonales por lo cual, para desarrollarlos adecuadamente, precisa del apoyo e involucramiento de otros. Requieren que el docente cree un clima favorable, de mutua confianza donde no existan el autoritarismo, las amenazas, la crueldad, el sadismo, la indiferencia, el aburrimiento, el miedo o la imposición, sino caracterizado por el respeto, el apoyo, el aprecio por el trabajo de los estudiantes, estimulando su deseo de aprender y animándolos en todo momento para que su afán no decaiga. Este ambiente no es caótico ni se cae en el libertinaje, porque hay reglas claras que son acatadas por todos. La gran diferencia es que no son impuestas, sino consensuadas entre el maestro y los alumnos, donde ellos entienden su razón de ser y son cumplidas tanto por el docente como por los estudiantes, asumiendo los involucrados las consecuencias de su incumplimiento. Cuando se crea una atmósfera de este tipo, los alumnos no temerán equivocarse, todos se sentirán respetados y valorados. Tendrán la seguridad de expresar libremente sus ideas, dudas o inquietudes sin el miedo de ser ridiculizados o ignorados. Donde “equivocarse está permitido” y no va a pasar nada salvo la corrección puntual y específica del maestro. El camino del aprendizaje está lleno de baches, rutas erradas, avances, retrocesos y muchas dudas, de ahí la necesidad de este tipo de atmósfera donde los estudiantes aprendan de sus


errores; la consigna debe ser “¡Retos elevados sí, alta ansiedad no!” (Huba y Fred, 2000 pág. 36). Hay que saber distinguir cuando el alumno no quiere participar o se rebela, lo que constituye un problema disciplinario que tendría otras soluciones, de cuando el estudiante no puede, ya que la tarea solicitada por el maestro está fuera de sus capacidades actuales y cuya solución precisaría de aplicar los apoyos pedagógicos precisos. Es fundamental la creación de una atmósfera propicia para el aprendizaje donde el alumno se sienta a gusto, sin amenazas, sabiendo que cuenta con el apoyo para enfrentarse a lo desconocido, a los retos que toda tarea de aprendizaje demanda; todo lo anterior, ayudará a la motivación del alumno, tal como lo señalamos en el principio anterior. 10. Las emociones favorecen o entorpecen el aprendizaje. Aprender nos suscita diferentes sentimientos ya sean positivos o negativos como son el placer, enojo, aburrimiento, discrepancia, gusto, ansiedad, etc. Las de tipo positivo como la curiosidad, el disfrutar y el deseo incrementarán la motivación y las ganas por aprender, sobre todo ayudarán a un desempeño eficaz. Por el contrario, emociones negativas como el miedo, la ansiedad excesiva, el coraje o la inseguridad, generalmente, afectan la motivación, interfieren con el aprendizaje y ocasionan un pobre rendimiento. De lo anterior, se desprende que debemos estar muy atentos sobre el tipo de emociones que despiertan tanto nuestro comportamiento como los temas o contenidos revisados en los alumnos; habrá tópicos que los hagan confrontar las ideas o creencias que tenían, cuestionándolas o abriéndoles perspectivas que no tenían antes, eso produce ansiedad por lo que hay que saber tratarla. En cambio, existirán otros temas con los que estén de acuerdo y reafirmen lo que sabían, o se sientan atraídos hacia lo expuesto. Igualmente, nuestras acciones y modos de actuar pueden producir molestia o enojo, aunque también confianza y apego; así


que debemos estar pendientes del efecto que causa nuestra conducta en los estudiantes. El maestro debe hacer un manejo adecuado de las emociones, reduciendo o ayudando a superar las negativas y haciendo todo lo que esté a su alcance para que lo enseñado sea grato y atractivo, estimulando la seguridad y confianza del educando. Igualmente, para favorecer la autonomía intelectual y moral del estudiante es conveniente, si se dan las circunstancias, organizar debates y discusiones donde los alumnos tengan oportunidad de manifestar adecuadamente sus reacciones emocionales, ofreciendo razones o argumentos para fundamentar lo expuesto. De esta manera tendrán muy claro el origen de sus creencias, lo cual ayuda a la madurez, sobre todo cuando son capaces de modificar lo que pensaban debido a que los argumentos de sus compañeros los convencieron, sin tomar como afrenta personal las discrepancias u oposiciones a sus puntos de vista. Por eso hay que evitar la idea de que “pierdo” si alguien me convenció o me hizo modificar mis ideas -lo cual debería ser lo ideal en todo debate y, si generalizamos, de una sociedad democrática- donde se confrontan las diferentes posturas y al final de este proceso se llega a un consenso donde están aglutinados e integrados las mejores aportaciones del debate. Por eso se dice que una mente inteligente es aquella capaz de aprovechar lo mejor que los demás le ofrecen y aprender algo de todos. Incorporamos en este principio el tema que ha despertado interés en los últimos años, el de la inteligencia emocional, que consideramos necesario revisar por que se vincula con el desarrollo de las competencias sociales y de convivencia. La inteligencia emocional se define como la capacidad personal de comprender tanto los propios sentimientos o emociones así como ser capaz de percibir adecuadamente las de los demás, incluye también la facultad de hacer un manejo


adecuado de nuestras emociones de acuerdo con las circunstancias (Salovey y Mayer 1990, citado por Coleman, 1997). La importancia de la inteligencia emocional es que repercute tanto positiva como negativamente en muchas áreas de nuestra vida como son el trabajo, la familia, nuestras relaciones personales y de pareja. En el caso educativo se ha encontrado que tiene mayor incidencia para el logro académico y profesional que el Cociente Intelectual (CI), es decir, personas con una buena inteligencia emocional tendrán unas relaciones personales más satisfactorias, una mejor calidad de vida y, muchas veces, mayor rendimiento escolar que aquellas muy inteligentes pero con pobre inteligencia emocional. Entre las repercusiones negativas de un mal manejo de la inteligencia emocional se encuentran ciertas características que Guevara Niebla (2005) denominó analfabetismo emocional, refiriéndose cuando las personas son categóricos, que sólo ven las cosas de la vida como blanco o negro, “buenos” vs. malos”; es decir, juzgan la situaciones y a las personas sin matices ni puntos grises o intermedios, todo es una cosa o la otra; o egocéntricos, que se consideran el centro del universo y con la tendencia de percibir los acontecimientos como todo centrado en ellos, incapaces de descentrarse o ver las situaciones desde otras perspectivas; también están los auto confirmadores, quienes sólo se fijan en los hechos o en la información que confirma sus aseveraciones y creencias, dejando de lado o sin tomar en cuenta los hechos que las refutan, aunque sean abrumadores o de plano descalifican los resultados que contradicen lo que piensan. Precisamente una de las funciones de la educación es combatir este tipo de mentalidad infantil, modificarla constituye uno de los signos de madurez y ajuste personal. Finalmente, en la relación con los alumnos hay que cuidar el modo como los tratamos y las actitudes que tenemos hacia ellos, por eso debe evitarse caer en las profecías auto cumplidas, definidas como aquellas ideas iniciales que se tiene hacia un grupo y luego el docente se fija sólo cuando la conducta de los alumnos concuerdan con la primera impresión. Por ejemplo, si les han dicho que el grupo


que le toca es muy indisciplinado, usted puede llegar con prejuicios y estar demasiado sensible cuando los alumnos se portan mal, pero no dar igual peso cuando no lo hacen. Al tener una opinión inicial negativa o expectativas “hacia la baja” sobre nuestros alumnos tendrá el efecto de producir precisamente ese resultado, ya que muy probablemente se harán realidad al término del curso, cumpliéndose nuestra expectativa inicial. La investigación sobre este tema ha demostrado que tener una opinión negativa sobre un grupo de alumnos hace que el docente no realice el esfuerzo necesario para sacarlos adelante y ante cualquier falla pensará “claro eso tenía que pasar con alumnos tan deficientes, no se puede hacer nada por ellos” y entonces realiza muy poco por corregir sus limitaciones. Las profecías auto cumplidas funcionan tanto en sentido negativo -como lo acabamos de describir- como en positivo: también el tener altas expectativas de logro sobre nuestros estudiantes hace que al final su rendimiento académico mejore. Los dos últimos factores del aprendizaje aparecen en el cuadro 5. Cuadro 5


C) LAS DIMENSIONES DEL DESARROLLO HUMANO Y SOCIAL 11. El aprendizaje es afectado por los factores del desarrollo humano. Los factores del desarrollo humano o psicológico en sus diferentes esferas: biológica, física, lenguaje, emocional, intelectual, etc., son la base del aprendizaje ya que pueden favorecerlo o entorpecerlo, constreñirlo o estimularlo. El desarrollo puede ser una frontera o un insumo pero un buen aprendizaje siempre va a fortalecerlo y ampliarlo. De ahí que toda enseñanza deba partir de lo que los alumnos saben o manejan y tomar en cuenta sus diferencias en el dominio de los distintos aspectos del desarrollo. Algunos estudiantes tendrán mayor capacidad en unas áreas y menos en otras; vgr. La intelectual, la emocional, la motriz, etc. Entender estas diferencias hará que el maestro pueda adecuar su enseñanza a los diferentes estilos de aprendizaje de los educandos. Si la enseñanza fue efectiva indudablemente repercutirá en mejorar todas las esferas del desarrollo de los educandos. Esto es así ya que el estimular las áreas de desarrollo favorecerá que los estudiantes estén mejor preparados para asimilar los nuevos conocimientos y otros más complejos. Recordar lo dicho sobre los círculos viciosos y virtuosos según sean los antecedentes que tengan los alumnos, los cuales serán un apoyo y gran ayuda si la enseñanza los ofreció o tuvieron un adecuado proceso de desarrollo, pero deficientes si lo aprendido por el estudiante no repercutió en mejorar su desarrollo personal al ser superficial, epidérmico o poco significativo. Para realizar lo anterior, se demanda del profesor ser un experto en el aprendizaje y en el desarrollo humano o psicológico, empleando sus habilidades de observación y análisis para averiguar lo que sus estudiantes saben, sienten y piensan, empleando este conocimiento para crear situaciones de aprendizaje y vincular lo nuevo con lo que ya se tiene. En síntesis, la relevancia de tomar en cuenta los aspectos del desarrollo es que los educandos aprenderán mejor si lo enseñado se adecua a su nivel de


desarrollo, pero, lo opuesto también es cierto, a un alumno con deficiencias en su desarrollo le costará trabajo aprender o se le dificultará más. El profesor identificando estos aspectos tendrá elementos para diseñar mejores estrategias instruccionales y utilizar aquellos materiales didácticos que sirvan mejor considerando los tipos de estudiantes que tiene. No quisiéramos concluir sin destacar el papel tan importante que cumple el docente al ser el primero en detectar a estudiantes con alguna discapacidad o limitación y si es, así su papel de canalizarlo para recibir una atención especializada o trabajar de manera interdisciplinaria con otros profesionales para ayudar a los alumnos a potenciar sus capacidades hasta donde ellas lo permitan.

12. El aprendizaje es influido por los aspectos sociales y culturales. Zona de Desarrollo Próximo. El aprendizaje es facilitado por las interacciones sociales, la cultura, las relaciones interpersonales y la comunicación con otros. Este aspecto es tan importante que hay toda una corriente psicopedagógica llamada sociocultural que pone el acento en lo social, su autor más representativo es L. S. Vigotski quien formuló el concepto de zona de desarrollo próximo (ZDP), al plantear que hay un nivel actual que tienen los alumnos pero hay otro que se puede alcanzar o arribar pero sólo podrán hacerlo con la ayuda de otros, de alguien experto o de quien sabe más sobre ese tema. Dejados sin ese apoyo los estudiantes no podrán lograrlo o sería muy difícil que lo alcanzaran. Por esta razón criticamos la noción de facilitador como abstinencia docente, ya que la ayuda del profesor es insustituible para poder alcanzar ese nivel. Una vez recibido este apoyo el alumno debe practicar, ser corregido hasta lograr el pleno dominio de la ejecución, donde el docente da una ayuda diferenciada dependiendo del nivel de logro del estudiante, apoya más al que así lo requiere y menos al que ya domina la tarea. A partir de lo antes expuesto, desde esta perspectiva se define así a la docencia: “enseñar consiste en asistir al aprendizaje a través de la zona de desarrollo próximo (ZDP). Se puede decir que hay enseñanza cuando se ofrece


ayuda en algunos puntos de la ZDP en los que el aprendizaje necesita de ese auxilio” (Gallimore y Tharp, 1993 p. 220). Un ejemplo claro de la influencia de los aspectos sociales es el aprendizaje cooperativo, entendido como aquel dónde los estudiantes aprenden entre sí y no únicamente en función de lo que el profesor dice o hace dentro del salón de clase. Cooperar es trabajar juntos para lograr metas compartidas, entre iguales, donde todos se ayudan mutuamente y el destino de uno es la suerte de todos. Finalmente, no esta por demás recordar que la educación es crucial para las sociedades humanas, no es un lujo sino una necesidad vital, tal como fue expuesto por Dewey (2006): La verdadera naturaleza de la vida consiste en luchar por continuar siendo. Puesto que esta continuación sólo puede asegurarse por renovaciones constantes, la vida es un proceso de auto renovación. Lo que la nutrición y reproducción son a la vida fisiológica, es la educación a la vida social. Esta educación consiste primordialmente en la transmisión mediante la comunicación. La comunicación es un proceso a compartir la experiencia hasta que ésta se convierte en una posesión común (págs. 19-20).

Sin olvidar el rol primordial que la educación tiene en la socialización de las personas, lo cual fue resaltado por Durkheim (2009) cuando aseveró que: “La educación es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre las que todavía no están maduras para la vida social para encaminarlas hacia las metas que una sociedad determinada considera importante adquieran” (pág. 14). En síntesis, de acuerdo con este autor la educación es el mecanismo por medio del cual se socializa a las nuevas generaciones de una manera deliberada, intencional y metódica. Lo transmitido por esta socialización son: ideas, creencias, actitudes, valores, visiones de la vida, estados físicos, prácticas sociales y formas de hacer las cosas. Al hacerlo transforma y cambia al individuo, lo encamina a un deber ser, lo hace ir más allá de su circunstancia y de su actual comportamiento. Si se consigue lo vuelve un ser social, no un egoísta, una persona preocupada por los otros no sólo por sí mismo o su familia.


D) LA DIMENSIÓN DE LAS DIFERENCIAS INDIVIDUALES 13. El aprendizaje es un proceso personal. Cada quien aprende de manera diferente, no hay dos formas iguales de hacerlo ya que cada uno tiene distinto estilo derivado de su origen socioeconómico, personalidad, motivación, interés, experiencias de aprendizaje y sus capacidades. Cada aprendizaje tiene su propio ADN o huellas dactilares que lo hace único para quien lo vive. Como decíamos, una de las funciones de la educación es favorecer cada una de las capacidades y talentos con los que nacen las personas. La interacción entre las diferencias individuales de los alumnos con las condiciones curriculares y culturales es uno de los factores clave que los afectan. Si bien, la necesidad de la homogeneización del acto educativo, o de darle lo mismo a todos en la enseñanza, es algo que ya Comenio había establecido; en la actualidad se enfatiza que simultáneamente la enseñanza debe amoldarse a las características (culturales, étnicas, sociales, de capacidades) de los alumnos. O sea, hay que uniformar el acto docente, pero a la vez dar el toque individual que cada alumno precisa y acomodar la enseñanza a su situación específica cultural y socioeconómica. Lo anterior representa un reto importante para los docentes, pero beneficiará a los alumnos haciendo que aumente su motivación y rendimiento. Valorar la diversidad. Tal como fue expresado por Meireau (2004), uno de los principales retos que tienen ahora las escuelas es acoplarse a los diferentes tipos de capacidades e inteligencias de los educandos, por lo tanto la enseñanza debe ser rica y variada. Darling-Hammond (2001) dice que los profesores eficaces emplean una gama amplia de estrategias basadas en el conocimiento sobre sus estudiantes así como de sus formas de pensar y aprender. Tal como ha sido destacado por varios de los autores aquí mencionados, este proceso se enriquece cuando el profesor conecta el aprendizaje con los procesos vitales y experiencias de sus estudiantes, obteniendo un mejor rendimiento.


La aceptación de la diversidad entre los alumnos tiene ventajas no sólo académicas sino también interpersonales, por que vivirán el reto que significa colaborar y trabajar con personas diferentes a ellos sin que signifique una fuente de conflicto, sino algo que enriquecerá a todos. Así estamos fomentando y viviendo el valor de la tolerancia, más que pregonarlo o aprenderlo teóricamente.

A manera de conclusión, en este documento revisamos el fundamento teórico e investigativo que sustentan los 13 principios del aprendizaje de una enseñanza centrada en el mismo, se tomaron como eje las cuatro dimensiones del aprendizaje, cuya comprensión es necesaria para utilizar las estrategias didácticas mas idóneas derivadas de ellas. Esperamos que con estos principios le ayuden a ofrecer a sus alumnos una mejor enseñanza.


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