BENEMERITA ESCUELA NORMAL “Manuel Ávila Camacho”
Curso: Educación Histórica en Diversos Contextos
Tema: Historia de Mi Propio Contexto Teatro Hinojosa
Maestro(a): Martina Alvarado
Alumna: Jazmín Vázquez Miranda
Educación Preescolar
TEATRO HINOJOSA Se construyó entre los años de 1872 y 1878 por don José Ma. Ortega, bajo el gobierno del jefe político don José Ma. Hinojosa. En su fachada hacen acto de presencia las clásicas combinaciones del cinco y tres de elocuente simbolismo. Durante décadas se iluminó con lámparas de carburo a las que daba vigor un gran espejo en el techo. En su operatividad, el recinto sirve de escenario para todo tipo de actividades, tanto culturales como sociales y políticas. El Teatro Hinojosa es una joya arquitectónica, pues cuenta con una estructura única, bella madera oscura tallada en su interior y una acústica excepcional, que fueron creadas tras más de dos décadas de edificación.
Su historia comenzó a finales del siglo XIX, cuando Don José María Hinojosa promovió su edificación, la cual se llevó a cabo con la participación directa de la población, que aportó no sólo dinero, sino mano de obra, para hacer realidad lo que hoy
es
uno
de
los
teatros
más
bellos
de
Zacatecas.
El teatro toma su nombre precisamente de este personaje que fue uno de los principales impulsores de su edificación y quien muere sólo un año después de su apertura.
En 1871 comenzó su construcción, la cual se concluyó totalmente en 1890, aunque se inauguró antes de estar terminado, porque la gente ya quería utilizarlo, y eso es natural en un lugar como Jerez, considerado una cuna cultural y que aún en la actualidad es el segundo municipio que más libros produce en el estado, luego de la capital zacatecana, explica.
El insigne inmueble, ubicado en el centro de este municipio, tierra del escritor Ramón López Velarde, tardó más de 20 años en ser construido, hasta que se inauguró el 1 de noviembre de 1878, informa el cronista adjunto de esta ciudad, Héctor
Rodríguez.
Entre las características que hacen al Teatro Hinojosa único están su acústica,
eufonía
y
resonancia;
así
como
su
estructura
mozárabe.
Tan valioso es este centro de cultura para la población jerezana, que en 1913, cuando entraron a la ciudad las fuerzas del movimiento revolucionario incendiaron el
teatro
y
la
alcaldía.
Contrario a lo que se pensaría, "la gente prefirió apagar el teatro y dejar quemar la presidencia municipal, con lo que se perdió el archivo histórico", narra a modo
de
anécdota
el
entrevistado
en
exclusiva
por
Notimex.
Tras ello, durante algunos años fue cuartel general y después sala de cinematografía.
Al destacar el valor arquitectónico e histórico del recinto, el cronista destaca su diseño único, que tiene una caja acústica para que los actores se escucharan perfectamente
sin
necesidad
de
utilizar
altavoces
ni
micrófonos.
Aunque no se sabe quién es el autor de la perfecta acústica del edificio, todavía existe debajo del escenario, aunque tapada con madera, una fosa hidroacústica, que permitía con el llenado o vaciado de agua, aumentar o bajar el volumen
de
la
voz
de
actores.
Además, la sala central y el escenario tienen pequeñas inclinaciones, que permitían a la asistencia observar a los histriones de la cabeza a los pies.
Con 137 años de existencia, este edificio es realmente un monumento de esta población, que muestra a las y los visitantes un interior rústico, con madera tallada
y
cientos
de
sillas
con
respaldo
alto.
Tiene capacidad para recibir a 469 espectadores en las localidades de luneta, plateas, palcos y galerías. No cuenta con butacas, sólo sillas, que en sus inicios no había
y
el
público
tenía
que
traer
y
llevarse
de
sus
casas.
Sostiene en su techumbre arcos torales, entre los que destacan el de proyección, el de la boca del escenario y el de retención de fondo.
Su forma es la de una herradura y su escenario está bajo un arco de medio punto,
elaborado
en
cantera
rosada,
típica
de
esta
tierra
colorada.
En su arquitectura se observa la mano de obra de los albañiles de aquella época que donaron un día de su trabajo, el que no cobraron, para la construcción; mientras que los presos realizaron el labrado de la piedra y la población dio dinero y mano de obra para acarrear los materiales