Visita a las familias campesinas de Vereda San Juan en Ubalá, Cundinamarca por parte del H. Rafael Hernández
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Noticias de Provincia Enero 2025
Editorial
Noticias breves
Llamados a la Misión
La Pascua de Nuestros Hermanos
Llamados a ser testigos del amor de Dios
En la Celebración de mis 50 Años de Compañía
60 años de Compañía del P. Guillermo
Cardona, SJ
Centro de Fe y Culturas: 20 años al servicio de la dignidad humana
Cultivar la esperanza en tiempos de crisis
Administradores de la Misión
Cumpleaños Jesuitas enero y
“Oremos para que la comunidad eclesial acoja los deseos y las dudas de los jóvenes que sienten la llamada a servir la misión de Cristo en la vida sacerdotal y religiosa”.
«Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha llenado con su amor nuestro corazón por medio del Espíritu Santo que nos ha dado» Romanos 5, 5
Comenzar un año es una oportunidad para revisar y actualizar nuestras metas. Hemos disfrutado de unos días de descanso, de encuentros informales con nuestras familias y con miembros de nuestas comunidades para nutrirnos afectivamente, recrearnos y fortalecernos. Nada más oportuno que este momento para acoger la invitación de la Iglesia a vivir un año santo en el que podamos fortalecer la esperanza. El Papa invita a toda la Iglesia a hacerse peregrinos de la esperanza.
Hace muchos años le oí al P. João Batista Libânio, SJ, esta historia que nos regaló en el cierre del Congreso Continental de Teología en Porto Alegre, Brasil:
Había una vez un niño llamado Daniel. Vivía en un pequeño pueblo de Brasil. No era muy juicioso que digamos, pero un año, al terminar sus clases recibió un regalo de su papá. Lo llevó a conocer Rio de Janeiro, una de las ciudades más hermosas de su país. Al llegar, lo primero que fueron a conocer fue el inmenso mar. Daniel estaba admirado por la belleza y la grandeza de ese horizonte sin límites que se abría ante sus ojos. Daniel pidió que pudieran entrar en el mar y se montaron en una barca para dar un paseo. Las olas crecían y el mar embravecido amenazaba la pequeña barca. Regresaron a la orilla y fueron a descansar. En la noche Daniel soñó que iba atravesando el mar en una barca y que el mar estaba embravecido. Daniel pidió a Dios que le diera la posibilidad de cruzar el mar y las dificultades de la vida. La respuesta de Dios fue: “cree, espera y ama”.
El segundo día, Daniel fue con su papá a Botafogo, el barrio donde se levanta el cerro del Corcovado, sobre cuya cima está el Cristo Redentor que identifica a la ciudad. Esa mañana, sucedió un fenómeno extraordinario. Las nubes cubrían el cerro y el Cristo parecía volar allá en lo alto, sin ningún soporte ni pedestal. Daniel quedó deslumbrado con la belleza de este espectáculo. Esa noche, cuando fue a dormir, soñó que veía el gran Cristo volando en medio del cielo y le pidió a Dios que le regalara una escalera para subir hasta el cielo y así estar con Dios. La respuesta de Dios fue: “cree, espera y ama”.
El tercer día Daniel fue con su papá al centro de la ciudad y conocieron iglesias y museos. Al regresar a la casa, el papá de Daniel no podía abrir la puerta. La cerradura se había dañado y la llave no servía. Por fin, luego de muchos esfuerzos, lograron entrar. Esa noche Daniel soñó que estaba frente a la gran puerta del cielo. Una puerta enorme, cerrada con una chapa muy grande y fuerte. Y Daniel le pidió a Dios que le regalara la llave para poder abrir la puerta del cielo y entrar allí, donde Dios lo esperaba. La respuesta de Dios fue: “cree, espera y ama”. Daniel somos cada uno de nosotros.
El Papa Francisco dice en la bula con la que convoca al Año Santo: “He aquí porqué esta esperanza no cede ante las dificultades: porque se fundamenta en la fe y se nutre de la caridad, y de este modo hace posible que sigamos adelante en la vida. San Agustín escribe al respecto: «Nadie, en efecto, vive en cualquier género de vida sin estas tres disposiciones del alma: las de creer, esperar, amar»” (Spes non confundit, 3).
Leyendo un libro del filósofo coreano Byung-Chul Han, El espíritu de la esperanza, me sorprendió descubrir que, para algunos, la esperanza es contraria a la acción. Dice Han: “Desde la Antigüedad, siempre se ha considerado que la esperanza es opuesta a la acción. La consabida crítica dice que la esperanza se resiste a actuar porque le falta la resolución para hacerlo, que quien tiene esperanza no actúa y cierra los ojos a la realidad. Haciéndonos concebir ilusiones, la esperanza nos distraería del tiempo presente, de la vida aquí y ahora” (Han, 37).
Sin embargo, la esperanza cristiana, que se fundamenta en la fe y se nutre en la caridad nos anima siempre a afrontar el presente con la mirada puesta en el futuro. “Un presente que no sueña tampoco genera nada nuevo. Un presente así no tiene pasión por lo nuevo, entusiasmo por lo posible ni ganas de comenzar algo nuevo. Si no hay futuro, es imposible apasionarse”, nos recuerda Han en su libro (Han, 43).
Acompañemos a toda la Iglesia a vivir este Año Santo renovando nuestra esperanza y dando razón a los que nos pregunten por ella, tal como lo pide el apóstol Pedro: “Estén siempre preparados a responder a todo el que les pida razón de la esperanza que ustedes tienen” (1 Pedro 3, 15). Y no olvidemos a san Ignacio que en la décima parte de las Constituciones nos invita a poner solo en Dios nuestra esperanza: “Porque la Compañía, que no se ha instituido con medios humanos, no puede conservarse ni aumentarse con ellos, sino con la mano omnipotente de Cristo Dios y Señor nuestro, es menester en Él solo poner la esperanza de que Él haya de conservar y llevar adelante lo que se dignó comenzar para su servicio y alabanza y ayuda de las ánimas” (Constituciones, 812).
Quiero invitarlos a iniciar el año renovando el ánimo y la esperanza. Una esperanza que tiene bien puestos sus fundamentos en la fe y que cultiva y se expresa en obras de amor. Invito a todo el cuerpo apostólico a mirar al futuro con la confianza de sentirnos en las manos de Dios. La esperanza no defrauda. Nuestros sueños y nuestra esperanza en un futuro distinto se alimentan en el amor de Dios que nos sostiene.
Hermann Rodríguez Osorio, SJ Provincial
Bogotá, 20 de enero de 2025
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Acompaña: Juan Francisco Rodríguez
Más información: www.silencioyespiritualidad.com - 300 491 2575
Ejercicios Espirituales – Semana Santa
Fecha: del 12 al 20 de abril
Lugar: Casa Buenos Aires (Chinauta, Cundinamarca)
Acompaña: P. Héctor Londoño, SJ
La experiencia inicia el 12 de abril a las 5:00 p.m. y finaliza el 20 de abril a mediodía.
Diplomado – Actualización en los Fundamentos Conceptuales y Metodológicos de los Ejercicios Espirituales Ignacianos
Fecha: del 5 de mayo al 30 de mayo
Lugar: Instalaciones del CIRE - Cra 10 #65 - 48 y de la Pontificia Universidad Javeriana.
Ejercicios Espirituales de Provincia
Fecha: del 20 al 28 de junio
Lugar: Casa de Ejercicios Espirituales San Claver (Santandercito, Cundinamarca)
Acompaña: P. José Darío Rodríguez, SJ
La experiencia inicia el 20 de junio a mediodía y finaliza el 28 de junio a mediodía.
Abrimos este nuevo año con profunda gratitud por la vida y misión de dos compañeros jesuitas que nos inspiran desde su trabajo apostólico y pastoral en la Compañía.
El Padre José Alejandro Aguilar, SJ, nos comparte sus pasiones más profundas, su gusto por la ecoespiritualidad, el desarrollo rural sostenible y la educación - innovación. Se considera un gran seguidor del fútbol lo que lo llevó a ser capellán de la Selección Colombia en el mundial de 1994. A lo largo de su itinerario apostólico tuvo la oportunidad de hacer su magisterio en el Congo belga, una experiencia que lo enfrentó a distintos contrastes sociales y culturales.
Este recorrido que traspasa las fronteras de la Provincia continúa con el testimonio del padre Guillermo Cardona, SJ. Él nos comparte sus principales vivencias en más de 60 años en la Compañía y cómo su apostolado se transformó en su paso por África y la Amazonía: “Mis vivencias están marcadas por mucha intensidad como persona, como experiencia espiritual y como trabajo”. Asimismo, expresa que este ha sido el camino que ha escogido y al cual se siente llamado.
La Pascua de nuestros hermanos
VIRGILIO ZEA GONZÁLEZ, SJ.
Fue llamado por el Señor, en Bogotá, el 7 de enero de 2025
DATOS PERSONALES
Nació en Cali el 7 de marzo de 1933, en el hogar de Eloy Zea y Stella González, quienes tuvieron seis hijos más: Horacio, Stella, Ligia, Humberto, Hernando y Leonardo.
EN LA COMPAÑÍA
Ingresó a la Compañía en Santa Rosa de Viterbo el 03/08/1949; allí también realizó el juniorado, mientras que estudió la filosofía en Chapinero (1954-56). Hizo el magisterio en el Mortiño (1957 y la Merced (1958-59) y volvió a Chapinero para los estudios de teología (1960-63). Fue ordenado sacerdote el 27/09/1962. Su Tercera Probación tuvo lugar en La Ceja (1964), e hizo los últimos votos el 15/08/1966. En 1970 se doctoró en teología en la Universidad Gregoriana en Roma, con la tesis: La Teología de la fe en Guy de Broglie, SJ.
SU VIDA
Jesuita amable, destacado por su responsabilidad en cuanto se le confió y de hondo sentido religioso, que sirvió especialmente como docente de teología de numerosas generaciones de jesuitas. Tenía 91 años de edad, 75 de Compañía y 58 de últimos votos.
RECORRIDO APOSTÓLICO
• (1971) Bogotá, profesor teología Col. Máximo
• (1972) Bogotá, profesor teología, secretario Fac. Eclesiásticas Col. Máximo
• (1973-1974) Bogotá, profesor, Decano Fac. Teología U. Javeriana, asesor Rev. Javeriana, colabora en Rev. Ecllesiastica Xaveriana
• (1975) Bogotá, profesor teología, Dir. Carrera teológica para el Ministerio Col. Máximo
• (1976) Bogotá, profesor teología, secretario Instituto de Teología para Laicos Col. Máximo
• (1977-1979) Bogotá, profesor teología, Decano Medio Universitario Fac. Teología, Secretario Fac. Eclesiásticas, secretario Instituto de Teología para Laicos U. Javeriana
• (1980-1984) Bogotá, profesor Fac. Teología, Dir. Ciencias Religiosas U. Javeriana
• (1985-1989) Bogotá, profesor, Dir. Pastoral Fac. Teología U. Javeriana
• (1990-1997) Bogotá, Dir. Carrera Teología, profesor Fac. Teología U. Javeriana
• (1998-2003) Bogotá, Decano Medio Universitario Fac. Enfermería, profesor e investigador Fac. Teología U. Javeriana
• (2004-2008) USA, colabora en S. Joseph's Church, Yakima
• (2009-2012) Bogotá, Dir. Instituto Internacional de Teología a Distancia, colabora en Pastoral U. Javeriana
• (2013-2018) Bogotá, colabora en Instituto Internacional de Teología a Distancia y en Pastoral U. Javeriana
PUBLICACIONES
Entre sus múltiples escritos en revistas destaca su libro: Jesús, el hijo de Dios, publicado por la Universidad Santo Tomás en 1981.
• (2019-2021) Bogotá, colabora en junta directiva del Instituto Internacional de Teología a Distancia
• (2022-2025) Bogotá, en enfermería Res. San Alonso
VIRGILIO ZEA GONZÁLEZ, SJ
Fabio Ramírez Muñoz, SJ.
En este final de 2024 y comienzo de 2025 fallecieron cinco amigos míos, compañeros, sacerdotes y muy buenos cristianos y jesuitas: Germán Bernal Londoño, Augusto Berrío Peláez, Virgilio Zea González, Luis Ortiz Valdivieso y Jaime Salazar Londoño. Sus muertes y su recuerdo me afectaron por la tristeza de su ausencia, pero me consuelan el amor y la bondad de Dios y la misma bondad de ellos.
Augusto Berrío y Virgilio Zea, hombres de mi edad, fueron mis connovicios y compañeros desde jóvenes. Augusto, un jesuita bueno y apostólico, desde hace varios años se había transferido a California, por petición de su madre y varios de sus hermanos, que se habían ido a vivir a los Estados Unidos; trabajó allí principalmente en la pastoral de parroquias encomendadas a los jesuitas. Pero quiero decir algo sobre Virgilio, que fue muy cercano a mí hasta el final de su vida.
A mediados de 1949 nuestro maestro de novicios, el padre Cándido Gaviña, nos contó que en agosto iba a ingresar al noviciado un bachiller del colegio Berchmans de Cali. En ese tiempo los caleños tenían fama en el país de ser muy buenos deportistas, y nos imaginamos una persona alta y atlética. Cuando llegó Virgilio nos desencantamos, pues el que llegó era delgado y algo pequeño; ya era bachiller, pero no había cumplido los diecisiete años. Por supuesto, luego creció un poco más, y en fútbol se convirtió en una defensa algo temible.
Fuimos compañeros de noviciado, juniorado, filosofía y teología. Hizo su magisterio en la Escuela Apostólica de El Mortiño, Zipaquirá, y en San Bartolomé La Merced. Nos ordenamos el 27 de septiembre de 1962, dos semanas antes de instalarse el Concilio Vaticano II. Las reuniones, discusiones y documentos del Concilio fueron para nuestro grupo uno de los eventos más determinantes en nuestra vida de Iglesia.
Hicimos la Tercera Probación, como se usaba entonces, inmediatamente después de teología, con la sabia dirección del padre Jaime Martínez Cárdenas, en La Ceja. Fueron unos meses de vida y reflexión serena y de experiencias pastorales, principalmente en el medio rural de la diócesis de Sonsón-Rionegro.
En los dos años siguientes Virgilio fue socio de Jesús María Caycedo, maestro de novicios en La Ceja. Entre 1967 y 1970 hizo sus estudios de doctorado en teología en la Universidad Gregoriana de Roma.
En 1971 se incorporó como profesor a la Facultad de Teología de la Javeriana, entonces en Chapinero. Este fue su oficio de base durante treinta y dos años, hasta 2003. Vivió en la comunidad de Profesores de Chapinero y algunos años en la comunidad de la Universidad Javeriana. Al tiempo desempeñó muchos cargos, principalmente en la Universidad Javeriana o relacionados con la Facultad de Teología, y ejerció en múltiples formas su actividad pastoral y presbiteral: director de la Carrera Sacerdotal (un interesante programa de la Facultad de Teología que duró poco tiempo), secretario de la Facultad de Teología y de Teología para Laicos, director del Departamento de
Ciencias Religiosas, director de Pastoral de la Universidad, director de la Carrera de Teología y decano del Medio Universitario de las Facultades de Teología y de Enfermería.
En todos estos cargos y oficios y en su servicio pastoral Virgilio, procedió con una de sus mayores cualidades o virtudes: estar siempre dispuesto para servir a los demás, especialmente a los más débiles y pobres, y estar siempre disponible para la misión de un apóstol y un jesuita; además, sin pensar nunca en sus propios intereses.
Una de las actividades que más quiso Virgilio en sus los últimos años fue el trabajo en el Caguán, en promoción humana y pastoral. Por eso el actual Arzobispo de Cartagena y Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, Francisco Javier Múnera, vino a presidir las exequias de Virgilio, pues apreciaba mucho su trabajo cuando el fue vicario apostólico de San Vicente del Caguán.
Cuando en 2003 terminó su vinculación como profesor, se fue a trabajar hasta 2008 en la ciudad de Yakima, Estado de Washington, en el noroeste de los Estados Unidos, en la parroquia de Saint Joseph, principalmente con inmigrantes mexicanos. Algunos de ellos mantuvieron con él relaciones de amistad hasta el final.
Regresó a Colombia, y de 2009 a 2022 colaboró en el Instituto de Teología a Distancia, lo dirigió, y además prestó servicios de pastoral en la Universidad Javeriana.
Después atendió su salud en la enfermería de San Alonso Rodríguez, en Chapinero. Según claro testimonio de las enfermeras, fue un enfermo modelo, dócil y bondadoso. Al mismo tiempo tuvo la fortaleza para realizar hasta el final de su vida los ejercicios de fisioterapia que requería para superar las limitaciones propias del parkinson.
Virgilio Zea González nos deja el recuerdo de un jesuita disponible, sin ningún interés egoísta, siempre preparado para prestar un servicio, en el seguimiento del Señor Jesucristo.
Mira el especial de Ethos del P. Virgilio Zea acá o escaneando el código QR
La tenacidad y firmeza de una vocación
Víctor Martínez Morales, SJ.
Conocí al P. Virgilio Zea, SJ, siendo yo estudiante de teología fue nuestro profesor de Cristología, curso que no terminó ante la llegada a esta cátedra del P. Silvio Cajiao, S. J., semestres más tarde, iba a ser nuestro profesor de antropología teológica. Encuentros fortuitos y esporádicos se fueron presentando en el tiempo hasta mi llegada como Superior a la Comunidad de Profesores de María Inmaculada ya en el ocaso de su vida. Le he considerado un hermano mayor a quien le guardo respeto y de quien recibí su testimonio y ejemplo de vocación.
Conocimos a un Virgilio nervioso, emotivo y temperamental. El mismo que en otros momentos era reflexivo, sereno y calmado. Con ánimo siempre de aportar, contribuir y sumar. Podía con sus reacciones, en algunas ocasiones, causar rechazo, distanciamiento o deseo de evitarle y en otros momentos, llevar a la cercanía, despertar ternura y motivar una confianza tal que conducía a la apertura, la confidencialidad y suscitar un dialogo propio de la intimidad y desnudez del corazón.
Virgilio vivió intensamente su vida. Era en verdad, un hombre apasionado en lo que hacía. Sus intervenciones, su forma de ser y actuar, sus reacciones, todo él manifestaba un carácter de profunda intensidad y densidad vital. Inquieto por estar en búsquedas de respuestas a aquello que le interesaba. De ahí, su actitud de preguntar y preguntarse, de investigar, de no conformarse con logros fáciles. Siempre consideré que en su mente se agolpaba, en un solo instante, tal cúmulo de información y conocimiento que, en el momento de expresarse, podía parecer a sus oyentes, confuso, poco claro o enredado. No sucedía lo mismo con la pluma, pues en el momento de escribir era metódico, de ideas claras y diferenciadas.
Un gran y sincero aprecio despertó en profesores, estudiantes y personal administrativo de las facultades, de la Pontificia Universidad Javeriana, donde prestó su servicio como decano del medio universitario. ¡Con cuánta gratitud se refieren a él! Lo apreciaron y estimaron en singular medida. Testimonio de personas que se refieren a él como un verdadero sacerdote en su actitud de escuchar y aconsejar, en el cuidado y atención con trato delicado, así como en las ayudas que ofrecía de manera generosa, desinteresada y efectiva. Mencionan su alta sensibilidad y preocupación ante situaciones de carencia y vulnerabilidad, de pobreza o injusticia, de adversidad o maltrato. Ante ellos se mostró siempre solidario, dispuesto a colaborar, acompañar y servir hasta sus últimas consecuencias.
Muchas personas resaltan su generosidad y disponibilidad en ofrecer respuestas de ayuda, en buscar solución a los problemas que le planteaban, en contribuir de manera efectiva, en resolver la calamidad que salía al encuentro. Se evidencia su comportamiento religioso y presbiteral, el trato respetuoso y delicado, las maneras y formas en salir al encuentro de los otros, en vivir y celebrar la vida sacramental, en ser testimonio del ministerio recibido. Descanse en Paz.
En memoria del Padre Virgilio Zea González
Josefina Perdomo
El Padre Virgilio Zea González fue mi profesor cuando estaba en las aulas de la Universidad Javeriana, hace más de tres décadas. Desde entonces, analizando la difícil situación de Colombia y Latinoamérica me hizo sentir y comprender la urgente necesidad de poner nuestro granito de arena en la búsqueda de situaciones reales.
El Padre Virgilio Zea fue nuestro consejero, orientador, el maestro que nos enseñó y acompañó a la Hna. Suzanne Masingarbe Delmote, religiosa francesa del Sacre Coeur, a mí y a MUMIDAVI en programas y proyectos que nadie se atrevía hacer por lo delicado y complicado de la situación socio-política y económica de la región del Caguán bañada en sangre de tanta violencia.
A partir de Febrero de 2000 se incorporó con nosotras en la misión del Caguán, visitándonos dos veces por año, en las semanas de Pasión y Semana Santa y en las festividades navideñas; nos guió en la complicada tarea de intervenir en los conflictos que azotaban la región del Caguán con la extraña combinación de coraje, valentía, con prudencia, sabiduría, eficacia y eficiencia, sin herir las partes involucradas en el conflicto. Esto lo hizo aún desde la lejanía en su corta estancia en USA.
Así nos convirtió en garantes de paz y seguridad en esa convulsionada región y a nuestra casa en Cartagena del Chairá en un oasis de perdón, comprensión, caridad donde toda persona que golpeaba nuestra puerta, acudía a la protección y ayuda de él, de la Hna. Suzanne y de la mía, podía sentirse segura, a salvo y con un nuevo proyecto de vida. “Convertir los enemigos en amigos, en socios de una misma causa: “reconstruir el Caguán”, cambiar su historia de terror en una zona donde las personas, sus familias y la comunidad sin importar edad, creencia sociopolítica y religiosa, sin los prejuicios de clase socioeconómica, fueran acogidas/os, abrazadas/os con amor, sin discriminaciones, sin culpabilizar, sin temor.
Todo esto sólo lo podía hacer el Padre Virgilio Zea González que, como buen hijo de Dios y de Ignacio de Loyola vivía y poseía, no de teoría ni palabras vanas, un corazón generoso, sacrificado hasta el heroísmo, asumiendo con gozo y desprendimiento la pobreza, el compromiso radical por la redención de personas y de un pueblo que no conocía otro lenguaje diferente al sufrimiento y la muerte violenta.
Hoy, el Caguán llora su ausencia física, aunque tenemos la certeza que desde el Cielo continuará a nuestro lado compartiendo y solucionando nuestras tristezas y luchas y celebrando nuestras ilusiones realizadas y triunfos coronados.
Gracias, Padre Zea por su infinita Bondad, Generosidad, su Actuar Silencioso, Modesto, Humilde, Comprensivo, Constante, Progresista, Respetuoso de la libertad individual aunque pensaran diferente pero buscaran el Bien común; por revivirnos la esperanza y la alegría de convertir lo imposible en posible, la amenaza en ideales de transformación; de confiar siempre en un Dios que nos tiende Su Mano aún en medio de la tempestad cuando la barca parecía hundirse.
Usted, Padre Zea, nos enseñó a luchar y a creer siempre en un Dios que nos ama con locura. Reciba el Premio más que merecido, de la Presencia directa y del Amor del Dios Justo, del que usted aprendió a entregar su Vida por nosotras, por todas y todos.
Testimonios:
Mis recuerdos del padre Zea, recuerdo al Padre Zea, desde mis tiempos de estudiante recién graduada de enfermería de la Universidad de Antioquia; él fue quien dirigió un retiro espiritual antes del grado, durante esos días lo conocí y fue mi primer acercamiento a él.
Recuerdo que a pesar de tener puntos de vista filosóficos y religiosos muy distintos y gracias a su carácter bondadoso altruista y de avanzada, pudimos congeniar y e iniciar una linda amistad que perduró hasta su muerte, Él estuvo siempre cercano a mí: en mi matrimonio, cuando me convertí en madre, en el estudio de mis hijos, mi vida profesional, siempre interesado, cálido, cordial y colaborativo, siempre aconsejando y apoyando, Fue muchas veces el confidente, el amigo y la persona a quien yo comentaba cosas que con otros no podía…. Su partida, claro está, me llenó de tristeza pero a la vez de alegría porque tuvo una larga vida llena de cosas buenas y fructíferas; fue sobre todo un hombre ejemplar y un humanista.
Luz Helena Martínez Enfermera de la Universidad de Antioquia
El Padre Virgilio Zea, ¡¡¡¡un ser excepcional!!!!, su invaluable guía y soporte en muchos de los proyectos que desarrollamos en la Asociación Nacional de Enfermeras de Colombia, ANEC, orientados al apoyo a las poblaciones más necesitadas, en la realización de prácticas que mejoraran la calidad de vida de muchos pacientes. Estas actividades marcaron una época de crecimiento y reconocimiento de esta agremiación de Enfermeras como Organización al servicio dé la sociedad.
Su devoción incansable y amor por la comunidad fueron un ejemplo inspirador para todos nosotros en muchos de los proyectos profesionales; su guía espiritual y sus consejos prácticos fueron cruciales en mi crecimiento, el de mi esposo y mis hijos, quienes recibieron de sus manos los primeros sacramentos.
Aprecié enormemente su disposición siempre a ayudarnos, tanto en lo personal como en lo profesional; sus enseñanzas y apoyo para encontrar el camino correcto en muchos momentos difíciles y su sabiduría nos permitía volver a encontrar la paz, el propósito en nuestras vidas y la misión de servicio a Dios y los pacientes.
Su vida y obras fueron y serán fuente de inspiración para muchas generaciones de profesionales de la salud en el que motivaba a vivir con entrega, fe y esperanza.
Faltan palabras para expresar nuestros sentimientos hacia ese ser excepcional.
Luz Marina Montoya Enfermera de la Universidad Nacional
LUIS JESÚS ORTIZ VALDIVIESO, SJ.
Fue llamado por el Señor el 15 de enero de 2025
Fallecido en Cartagena a los 88 años de edad
Había cumplido 72 años de Compañía
Tenía 51 años de últimos votos
DATOS PERSONALES
Nació en Bucaramanga el 18 de diciembre de 1936, en el hogar de Samuel Ortiz y Elisa Valdivieso. Tuvo seis hermanos: Samuel, Pedro SJ, Inés, Elisa, Álvaro y Bernardo.
EN LA COMPAÑÍA
Exalumno del Colegio San Pedro Claver y de la Apostólica de El Mortiño, entró a la Compañía el 26 de noviembre de 1952 en el noviciado de Santa Rosa de Viterbo, donde también hizo el juniorado (1955-57). Estudió la filosofía en la Javeriana (1958-60) y realizó el magisterio en El Mortiño (1962) y San Bartolomé La Merced (1963). Estudió teología en la Javeriana (1964-67) y fue ordenado el 3 de diciembre de 1966. Realizó la tercera probación en Medellín en 1969 y los últimos votos en Pasto el 15 de agosto de 1973. Hizo estudios de especialización en filosofía en Lovaina (1969-70).
SU VIDA
Jesuita amable, destacado por su responsabilidad en cuanto se le confió y de hondo sentido religioso, que sirvió especialmente como docente de teología de numerosas generaciones de jesuitas. Tenía 91 años de edad, 75 de Compañía y 58 de últimos votos.
RECORRIDO APOSTÓLICO
• (1971) Bogotá, prefecto espiritual, profesor Col. Mayor San Bartolomé
• (1972-1974) Pasto, prefecto espiritual, promotor Campamentos Misión Col. San Francisco Javier, Dir. Instituto Nocturno Javeriano, capellán Policía Nariño
• (1975-1977) B/bermeja, vicario Parroquia Sdo. Corazón
• (1978-1979) Sabana de Torres, vicario Parroquia Santísima Trinidad
• (1980-1982) Bogotá, ministro, vicario Res. y Centro de Pastoral San Francisco Javier
• (1982-1983) Cúcuta, superior Res. y Parroquia San Pio X
• (1984) Bogotá, estudia pastoral
• (1985-1988) Maicao, vicario Parroquia San José
• (1989-1990) Buga, promotor comunidades rurales, Dir. biblioteca IMCA
• (1991-1992) Bucaramanga, vicario Parroquia Sdo. Corazón
• (1993-1995) Cali, colabora en Templo Votivo Sdo. Corazón
• (1996-1997) Cartagena, vicario Parroquia San Pedro Claver, colabora en Centro de Cultura Afro-Caribe
• (1998-) Cartagena, vicario Parroquia San Pedro Claver, capellán Col. María Auxiliadora (hasta 2006), Dir. Apostolado Oración (hasta 2005), colabora en Círculo de Obreros (hasta 2007), confesor, asesor espiritual, operario Parroquia San Pedro Claver.
Alfredo Ferro, SJ.
Enero 16 de 2025
Para culminar esta celebración de la vida de Lucho y su paso a la eternidad, quisiera agradecer inicialmente la presencia de monseñor Jorge Jiménez y monseñor Francisco Javier Munera, arzobispo de Cartagena, que nos presidió amablemente este funeral. Agradecer de corazón a los sacerdotes, religiosos y religiosas, a los jesuitas, a los familiares y amigos/as del P. Luis Ortiz Valdivieso, a quien despedimos con esta sentida y emotiva eucaristía, sacramento de comunión y expresión del resucitado, centro de la vida de Lucho como jesuita y como sacerdote. Quisimos hacerlo en este templo, particularmente familiar, donde Lucho por tantos años presidió la eucaristía bajo la figura del santo “esclavo de los esclavos”. Nuestra intención ha sido también poder a su vez, hacerle un sentido homenaje, por lo que ha significado su vida en los 88 años que pasó por este mundo haciendo el bien. Estamos alegres de poder entregar a Lucho al Dios de la vida, centro y razón de ser de su existencia, en su lucha permanente por conocer, amar y servir al único señor que no muere.
Lucho fue un hombre extraordinario, de diversas facetas, con una personalidad rica y variada, que para todos nosotros es un verdadero legado. Lucho fue ante todo un creyente de una honda espiritualidad, con vocación misionera, entregado cotidianamente a su labor pastoral y sacramental, simple, pobre, humilde, austero, gran investigador, autodidacta e inquieto intelectual-
EXEQUIAS DEL P. LUIS ORTIZ VALDIVIESO, SJ.
mente, fue un estudioso incansable, de palabras precisas y sabias, gran pedagogo y formador, consejero, confesor y director espiritual que en sus relaciones cultivó sus amistades, muchas de ellas aquí presentes. De corazón grande y profundamente misericordioso, persistentemente a la escucha, en especial con los más pobres y excluidos, además de ser pintor y músico aficionado, se caracterizó también por haber sido un crítico mordaz frente a lo establecido, apuntando siempre a lo alternativo y logrando la libertad de los hijos de Dios.
Demos gracias al buen Dios, encarnado en Jesús, quien ha amado profundamente a Lucho y a quien él siempre quiso seguir en su vida, dedicada al servicio y entrega de los demás. De esta manera, sin lugar a dudas, Lucho vivió en el día a día, la presencia del resucitado, que lo ha invitado a participar definitivamente de la gloria de Dios.
Como compañeros jesuitas, desde nuestra misión en Cartagena, comprometidos con la tarea de resignificar la figura de Pedro Claver, que fue el amparo de Lucho durante muchos años, queremos agradecerle a él, los años de entrega incondicional, permanente y cotidiana en este claustro y en este templo, donde seguramente seguirá vivo y donde reposarán sus cenizas, lugar donde él mismo, nunca quiso salir.
Gracias y que Dios los bendiga.
ASI EMPEZÓ LA SAGA
Contaba don Samuel Or tiz Moreno con prontitud las cuentas de su empresa Siendo también cuentero muy ameno le escuchaba los cuentos la princesa.
Elisa se llamaba y muy de lleno aumentaba en virtud reza que reza hasta que cabe el Santo Nazareno se juraron amor hasta en pobreza.
La vida transcurrió sin gran tropiezo bendecido en hijos y felices con dieta muy frugal, sin aderezo.
A nosotros nos quedan cicatrices: A veces se nos sale el Valdivieso Y otras nos sublevamos como Ortices.
Luis Ortiz, SJ. Cartagena, 11 de noviembre de 2015
El místico furioso
Jorge Camacho Chahín, SJ.
El 15 de enero de 1988 fue canonizado san Pedro Claver por el papa León XIII; 137 años después, el P. Luis Ortiz S.J. parece haber elegido la misma fecha para morirse, luego de casi treinta años de trabajo continuo en Cartagena de Indias.
Lucho llegó al Santuario de San Pedro Claver en 1996, a sus 59 años y herido de muchas batallas. Había transitado por diversos apostolados: sociales, educativos y pastorales, donde siempre se preocupó por los más pobres; en ellos –quizás por su carácter díscolo y rebelde– nunca permaneció mucho tiempo y terminaba siendo trasladado a otra misión por el provincial de turno.
Donde más tuvo estabilidad fue en la misión de la Guajira (1984-1988), la cual llevó con gran entusiasmo, insertándose en la cultura y haciendo un gran esfuerzo para aprender la lengua wayuunaiki, pero cuando ya sentía que empezaba a dominarla y a comprender vitalmente a sus interlocutores wayús, la Compañía de Jesús cerró dicha misión. ¡Duro golpe para sus esfuerzos misioneros!
De allí fue trasladado al Instituto Mayor Campesino (IMCA), donde sería testigo de un acontecimiento que marcó su existencia y lo sumió en una dura depresión: la masacre de Trujillo y en ella, la tortura y el asesinato cruel y despiadado del P. Tiberio Fernández, párroco de aquel municipio.
Años después, Lucho llegaría a Cartagena de Indias con el peso de la depresión por su experiencia en el Valle del Cauca, la memoria de empresas pastorales truncadas, el dolor de percibirse muchas veces incomprendido por sus superiores y su cuerpo deteriorado por los avatares misioneros, con diabetes y melanomas en su piel. La ciudad del Caribe lo fue sanando amorosamente; en el Santuario, Lucho encontró su madurez humana y espiritual, y se convirtió en el místico que conocí: Extraña mezcla de ángel, por su pureza de espíritu, santo, por su bondad y abnegación, y profeta del Antiguo Testamento, por su ira intransigente cuando veía alguna injusticia; por eso, una de sus discípulas más queridas, Gloria Escobar, con quien seguramente ya se habrá encontrado en la casa del Padre, lo bautizó: el místico furioso.
Su vida sencilla estaba repleta de cosas extraordinarias: tallaba cruces con una navaja en cualquier pedazo de madera, pintaba con óleo o con lápiz en distintas superficies, hacía caricaturas, componía poemas, tocaba su marimba, estaba enterado de las teorías de la física contemporánea… Pero toda su sabiduría no lo llenaba de ego; en las conversaciones, que con él siempre eran largas y deliciosas, preguntaba más de lo que hablaba y, sobre todo, escuchaba. Extensas y sentidas tertulias sobre cualquier cosa: rizomas, teoría de cuerdas, poesía, transdisciplinariedad, teología, política, etc. daban la impresión de que "quienes estábamos con él" conspirábamos contra algo; y en el fondo creo que sí, conspirábamos contra el paradigma del éxito y contra esta era de la razón estúpida, simplista y eficaz.
Lucho era una especie de Diógenes Laercio del siglo XXI, pues con su extrema austeridad y su humor sutilmente cínico se acercaba a cada persona con su lámpara para ver si descubría su filón de honestidad, incontaminado de vanidades. Pero al místico furioso le fue dado un don extremadamente raro y difícil de llevar; no era un místico de la Visión Beatífica, de la Presencia, sino más bien de la ausencia, un místico a quien le fue dada la visión del mal. No sabemos si el don le fue dado en algún arrobamiento o en un proceso paulatino de afinación de su discernimiento, pero esta visión era una carga pesada que le hacía percibir el mal, su fealdad, su manera de proceder, donde la mayoría de nosotros no lo percibíamos. Esto le hacía sufrir mucho, pero le sirvió sin duda para acompañar a muchísimas personas que acudían a él para la confesión, la asesoría espiritual, el apoyo discretísimo del pan para comer de cada día o para destramar los nudos más complicados y las heridas más hondas de sus vidas.
Su trabajo de acompañamiento y conversación espiritual le tomaba todo el día, tanto que a veces no subía a almorzar. Temiendo por su salud, una de sus acompañadas le sugirió entregar a los que fueran llegando una ficha con un turno, para que solo atendiera a los que humanamente fuera capaz; al principio hicimos diez fichas, pero como sus fuerzas se fueron menguando, tuvimos que reducir los turnos diarios a seis.
Muchas veces llegué a pensar que, si Cartagena no colapsaba del todo era porque en nuestra casa habitaba un místico furioso, tratando de contener con sus oraciones, su silencio y el ministerio de la reconciliación, las fuerzas del mal que comprendía como nadie puede hacerlo.
Ojalá su ejemplo nos dé, aunque sea un poco, su capacidad de tomar en serio la vida cristiana y la vocación, de no vivir mediocremente, pues como él decía: no basta con conocer, amar y servir al Señor, hay que conocerlo bien, amarlo bien y servirle bien, y no de cualquier manera.
Querido Lucho, amaste tan bien, que incluso en tu enfermedad animaste con tu fe a quienes te visitaron. Dos signos de resurrección, de tu período final, quedan en nuestra memoria: los vendedores ambulantes del centro haciendo un camino con sombrillas por la calle San Juan de Dios para que no te mojaras, porque estaba lloviendo, el centro estaba cerrado por la inundación y la ambulancia no podía entrar; y el de tantas amigas turnándose y peleándose las horas de cuidado en el hospital para nunca dejarte solo.
Tu voz profética de místico furioso se seguirá escuchando en nosotros después de tu Pascua, pero ahora iluminada con la Visión de Dios de la cual ya gozas.
P. LUIS ORTIZ VALDIVIESO, SJ
Alfredo Ferro, SJ.
Enero 16 de 2025
Al querer hacer memoria o comprender al jesuita que sepultamos estos días, Luis Ortiz Valdivieso, sacerdote jesuita, podemos considerar diversas facetas de una personalidad rica y variada, que para todos nosotros es un verdadero legado. Posiblemente no sea yo la persona más idónea para hablar de Lucho, pero en ocasiones nos toca, por el servicio que prestamos y en ese sentido, me gustaría acudir más a lo que percibí en este último tiempo y a los testimonios de otras personas que lo conocieron mejor que yo.
En medio de la simplicidad, sencillez y austeridad que fue algo muy propio de Lucho, descubrimos por diversas personas que lo conocieron y amaron, un hombre grande en sus 88 años que pasó por este mundo haciendo el bien.
Posiblemente se me escape algún rasgo de la personalidad de Lucho, pero estos, son algunos de los que quisiera destacar. Comienzo por el hombre de creencias sólidas y de una gran espiritualidad, algo propio y profundo en su vida, que transmitía con la mayor sencillez a los demás. No era desde las palabras, sino de su testimonio en el día a día del evangelio que se hacía carne. Le encantaba profundizar textos bíblicos, que recogía y compartía con suficiente conocimiento de manera pedagógica y los complementaba con reflexiones teológicas que alimentaban su fe y la de sus hermanos y hermanas. Lucho murió el mismo día en que fue canonizado San Pedro Claver, un 15 de enero de 1888 y fue en el templo del Santuario en donde por tantos años presidió la eucaristía bajo la figura del Santo “esclavo de los esclavos”.
Lucho fue un verdadero misionero, faceta esta que desarrollo en varias tareas que le fueron encomendadas a través de sus superiores en la Compañía y de manera más radical, entre los Guayús en sus años en la Guajira, experiencia que valoró sobre cualquier otra, pues solía decir que había aprendido más con este pueblo y su gente, que en todos los años de formación en la Compañía de Jesús, corroborando así el texto del evangelio de la experiencia del Dios de Jesús, cuando desde lo más profundo afirma, que Dios se revela especialmente a los pequeños y pobres de este mundo y se esconde a los sabios y poderosos. En realidad, nuestro amigo y compañero Lucho, vivió siempre su vocación como un llamado a ser fiel al evangelio, que no solo lo leyó, sino que lo hizo realidad en su cercanía y amistad con los más pobres y excluidos de esta sociedad, a quien siempre acogió con un corazón grande y generoso.
Lucho fue un nato “evangelizador” de la cultura, que pudo transmitir desde la sacramentalidad eclesial rica en símbolos y palabras y lo hizo particularmente a través de los innumerables niños y niñas que bautizó, de jóvenes que se acercaron a la comunión por primera vez, de parejas que quisieron sellar su amor a través del sacramento del matrimonio y de las cuales fue testigo, o de la celebración diaria de la cena del Señor, como acción de gracias y expresión de la comunión entre nosotros, con Dios y con la naturaleza. Fueron muchos los años que Lucho celebró la eucaristía de las 10:00 a.m. de los domingos en el templo de San Pedro Claver, donde tenía seguramente
fieles cautivos, que lo siguieron y acompañaron durante muchos años y a quien les predicaba con dedicación y cariño.
Lucho fue un estudioso consagrado, sabio e investigador, supo combinar el diálogo entre la ciencia con la creencia religiosa. Leía permanente literatura, filosofía y teología, y sabía entrar en comunicación con los avances de la ciencia, pues era una persona muy culta y leída. Manejaba desde los clásicos las lenguas muertas y algunas de las lenguas modernas, lo que le daba un bagaje de conocimientos y de exploración permanente, siendo la verdad una búsqueda y no algo definido o estático. Lucho nunca se jactó de grandes conocimientos, ni de poderes superiores desde lo sagrado, pues fue siempre muy humilde, guardando su cuota de testarudo y firme, en lo que él consideraba era innegociable y siempre tuvo tendencia a lo alternativo tanto en temas de salud o en otros campos de la ciencia, como en lo que significaba el desarrollo de la humanidad. Lucho así mismo, fue un gran educador y formador, ya sea desde lo formal en los colegios de la Compañía de Jesús a los cuales fue destinado y donde fue profesor de diversas materias, pero, sobre todo, desde la simplicidad de la vida ordinaria y cotidiana en el dialogo permanente y fluido con las personas. Para la mayoría de las personas que lo conocieron, su gran cualidad y capacidad fue la de ser un excelente director espiritual y confesor, tarea hoy difícil y abrumadora. Sabía escuchar y aprender de la escucha y sobre todo, dedicar el tiempo necesario que requerían las personas que querían reconciliarse, pedir un consejo o simplemente desahogarse. Los dramas que conoció envuelto en las paredes del santuario lo transportaban a la verdadera condición humana y a la dura realidad de mucha gente en esta ciudad profundamente inequitativa y de grandes contrastes.
Siempre muy inquieto e inconforme, se hacía muchas preguntas, de las que tenía pocas respuestas. Aunque no le gustaba que lo llamaran rebelde, siempre lo fue, pues tenía un espíritu abierto, amplio y de crítica a lo establecido, como cualquier maestro de la sospecha. Su rebeldía, con trazos de insurrección, lo llevaron muchas veces a cuestionar a sus superiores y le permitieron actuar con la libertad de los hijos de Dios, sin apegarse a normas o conductas.
Lucho, se caracterizó por ser un hombre pobre y sobrio, como fue el deseo de San Ignacio para todos los hombres y mujeres en el seguimiento de Jesús y que nos transmitió en sus Ejercicios Espirituales y particularmente a nosotros los jesuitas desde los votos o consejos evangélicos, cuando en el momento de la elección, se nos invita a asumir al Jesús pobre y humilde. Solo al acercarse a su cuarto, donde vivió tantos años, es que es posible entender su espíritu de total desprendimiento y sencillez. Nunca acumuló nada y lo que pudo ir teniendo en sus largos años en Cartagena cabe en 10 metros cuadrados.
Lucho, fue para muchos su confidente, su compañero o amigo-a incondicional. Nunca negoció la amistad y siempre actuó con toda libertad, sea seleccionando sus amistades o bien soltando algunas de ellas.
Lucho fue también músico y artista, faceta de su creatividad un tanto oculta, pues incursionó en sus ratos libres en estos campos y por ello mismo, logró expresarse tanto en la pintura como en la música. Pinto varios cuadros que iba regalando sin apego ninguno y guardaba como un tesoro
en su cuarto una marimba que tocaba en ocasiones muy especiales sintiendo cierto rubor por no poder tocarla mejor.
Lucho en sus últimos años en Cartagena, sin tener mayor acceso a grandes tecnologías, no necesito salir de este claustro para enterarse de lo que pasaba en el mundo, en la sociedad, en Colombia y en Cartagena, pues leía permanentemente la prensa, escuchaba noticias y leía todo tipo de artículos de actualidad que le llegaban a sus manos. Su mayor fuente de conocimiento era la posibilidad que tenía de preguntar, indagar o averiguar cosas de muy diverso tipo, a todos y cada uno de los huéspedes que pasaban por el Santuario de San Pedro Claver.
Desde nuestra fe podemos afirmar que estamos alegres de poder entregar a Lucho al Dios resucitado. Fue una vida cargada de sentido, donde el centro y la razón de ser para él fue siempre el poder conocer, amar y servir al único señor que no muere. Démosle gracias al buen Dios, que ha amado profundamente a Lucho encarnado en Jesús y a quien él siempre quiso seguir en su vida, dedicada al servicio y entrega de los demás. De esta manera, sin lugar a dudas, Lucho vivía en el día a día la presencia del resucitado, que lo ha invitado hoy a hacer parte definitivamente de la gloria de Dios.
Como compañeros jesuitas, comprometidos con la tarea de resignificar la figura de Pedro Claver, que fue el amparo de Lucho durante muchos años, queremos agradecerle a él los años de entrega incondicional, permanente y cotidiana en el claustro y en el templo de San Pedro Claver en Cartagena, donde seguramente reposarán sus cenizas y de donde él mismo, nunca quiso salir.
Aquel que te precedió Espíritu sencillo y humilde, derribando los más altos muros del ego con el espíritu de aquel que te precedió. Voz fuerte y profética, denunciando las injusticias de nuestro tiempo con la voz de aquel que te precedió.
Mirada tierna y dulce, penetrando y llenando lo profundo del alma con la mirada de aquel que te precedió. Peregrino incansable, haciendo arder corazones hablando de aquel que te precedió.
Intrépido soñador, despertando al más dormido de los hombres para soñar con aquel que te precedió, un mundo con corazón palpitando de amor.
Para Luis Ortiz, SJ. Pamplona, enero 11 de 2025
POR: CRISTINA ACEVEDO
De sus amigos:
Homenaje – Despedida al P Luis Ortiz Valdivieso, SJ.
Ruth Amaya
La señora Ruth Amaya, en representación de un grupo de feligreses y amigos del P. Luis Ortíz, S.J. quienes además lo cuidaron durante su hospitalización en sus últimos días, nos comparten este relato (que leyó durante la Eucaristía de exequias) lleno de amor, recuerdos y mucha gratitud.
Estoy aquí dirigiéndome a ustedes, en representación de los que fuimos sus amigos y amigas, y en ultimas “cuidadoras”, para compartir el sentir expresado en estas palabras, construidas entre todos nosotros, que de una u manera, tuvimos la gracia y la bendición de estar cerca del padre Luis, nuestro querido sacerdote, consejero, amigo, confesor, acompañante y guía espiritual.
Hay mucho que hablar del P. Luis Ortiz…. Pero el hilo conductor de este escrito es su legado amoroso, por eso nos centramos en esta recopilación de experiencias vividas, y horas compartidas con él; aunque no es posible expresar con palabras tanto bien recibido.
Entre sus amistades ha surgido la expresión “Santo”, alguien, muy sencillo y humilde como lo reflejaban sus sandalias, alguien que se consideraba indigno de ser tan querido, como él decía, que manifestaba su vulnerabilidad tranquilamente, y que aun, desde su martirio, en una cama de hospital, expresaba su alegría de poder ser sacerdote… por que Él sabia, en quien había puesto su confianza.
Su amor por cada persona, su dedicación, su atención total, su capacidad de escucha y amor, es signo de esta santidad.
El Padre Luis fue un hombre íntegro, sencillo, humano, servicial, humilde, firme, flexible y cariñoso. El trataba y aceptaba a todos por igual, sin juzgar ni cuestionar a nadie; ayudo a crecer
en fraternidad a muchos, debilitando estructuras sociales, y así nos enseñó a aceptarnos unos a otros, tal como es cada uno, y sacando lo mejor de cada cual. En el proceso de confesión nos conducía con paciencia a encontrar la causa o motivo para amar a Dios y de ser libres para amarlo.
Su dulce sonrisa, rompía los hielos más duros. Su espiritualidad, su oración y experiencia, nos ayudaba a resolver difíciles conflictos con gran sencillez. Con su lema “Conocer, amar y servir”, decía: No se ama lo que no se conoce, y por eso, sugería como el mismo lo hacía, dedicar siempre tiempo para conocer a las personas, despojándose de sí mismo, para lograrlo, y hacer un acompañamiento espiritual efectivo. No nos decía que era lo que debíamos hacer, sino que nos llevaba a buscar y encontrar las respuestas en la palabra de Dios, nos llevaba a actuar con libertad dejándonos guiar por el evangelio y la vida de Jesús. Para él lo principal siempre fueron las personas, se preocupaba y esmeraba por atender y escuchar a todo el que le solicitaba, generando fuertes lazos de amistad, fraternidad y compromiso, y era frecuente quedarse hasta tarde, sabía llegar a todos, acompañándonos en momentos difíciles, y apoyando cuando era necesario. Con seguridad surgirán innumerables relatos de personas que recibieron su cariño, su consejo y ayuda de manera anónima.
Lo recordaremos como “El padre de la dulce sonrisa”, quien además tenía un buen sentido del humor.
Siempre hablo de la necesidad de crear un “Centro de pensamiento cristiano”.
Durante el tiempo en el hospital, ya avanzada su enfermedad, aún seguimos aprendiendo del padre Luis, de su capacidad de entrega y abandono. Repetía con frecuencia “Dios es bueno, misericordioso, bondadoso y amoroso”. Y allí, desde su nuevo pulpito, nos aconsejo ‘Ver la vida como una película’, como la quisiéramos realizar, como protagonista o como una gran tragedia, y lo que se salga de nuestras manos se lo entregáramos a Dios padre y a María y a nuestros santos de devoción….
Con frecuencia decía: “Entre dos cosas escoge la mejor, la mejor es la que te de tranquilidad, más paz, mas alegría, Dios es paz, es amor es alegría.” “Hay que siempre hacer el bien”, “sean agradecidos constantemente, porque el cariño, la atención y cercanía a todas las personas es muy importante”, Me quiero dejar llevar por Dios, déjate tú, llevar por Dios” y decía también: “Acepto con paz y amor esta situación”. Y con frecuencia mirando hacia el cielo y en ultimas hacia el techo de la habitación repetía: “Padre en tus manos me abandono”.
Es importante resaltar, o más bien ver que más allá de las expresiones de cariño, gratitud y admiración hacia un santo sacerdote, él no solamente con su vida sino ahora con su muerte sigue gritando en forma silenciosa y sutil, que las promesas del Señor son ciertas y se cumplen, que él a los que optan por seguirlo les devuelve no solamente las cosas materiales que dejan, sino sobre todo les multiplica las madres, hermanos hijos y gente que los ama profundamente, en ese amor perfecto que es el amor que enseña Jesucristo el que se brinda abiertamente.
Muchos de tus cuidadores al saber que estabas enfermo, hasta tomaron un avión, no para pasar un día soleado de playa, sino para acompañarte en el hospital, o se colocaban en la lista de turno que llevaba el padre Ricardo para poder verte o cuidarte, esta lista a veces se vio interrumpida por personas externas que llegaban, no porque no hubiera quien te cuidara, sino por delicadeza
de tus compañeros jesuitas que se preocupaban para que no nos dobláramos de turno y no nos fuéramos a cansar.
Querido Luis ya no vas a necesitar nuestros pobres y humildes cuidados, pero en cambio tú seguirás cuidando de nosotros desde allá junto al padre Dios y a mamita María, y nos estará recordando de esa forma sutil, la importancia y la grandeza de volver a la confesión sacramental.
Gracias infinitas a Dios, por la vida del P Luis, por su presencia en nuestras vidas, por su sabiduría, por sus testimonios que nos animen a vivir una verdadera vida cristiana y el compromiso de seguir adelante.
Hasta siempre P Luis Ortiz, vivirás siempre en nuestros recuerdos.
LIBERACIÓN ESPIRITUAL
Bienvenido creyente peregrino Que arribas a la hidalga Cartagena Revisa tu pasado y tu destino Y aprende a disfrutar la paz serena del claustro colonial, hogar divino en que vivió Claver, el de alma buena. Encontrarás en él, aceite y vino para curar dolor, fatiga y pena.
Estas piedras no son historia muerta, memoria son del corazón herido, de alguien que sabe con el alma abierta proseguir escuchando tu gemido cuando te quejas de tu mala suerte:
¡Él sabe liberar al oprimido!
Luis Ortiz, SJ. Cartagena, 11 de noviembre de 2015
El Padre Lucho, amigo de los pobres
Álvaro Gutiérrez, SJ.
Durante varios años tuve lo oportunidad de vivir con el Padre Lucho en nuestra comunidad de Cartagena, de manera que son muchas las facetas de su personalidad que pude explorar. Sería larga la extensión de mi narrativa.
Ya en los albores de su vocación no muy bien definida, se puso en contacto con los Jesuitas porque le gustaba mucho el fútbol y oyó decir que la Comunidad tenía en El Mortiño una casa de estudios de bachillerato en donde florecía esa disciplina deportiva. No fue entonces el ejemplo de su hermano mayor Pedro, el que lo conmovió.
Su noviciado y sus estudios transcuyeron dentro de la normalidad en los climas de Boyacá y de la sabana bogotana. Apreció sobre todo su año de ciencias que lo marcó con cierto rigor investigativo y de confianza en las ciencias.
Una corta estadía en Europa lo puso en alerta y tal vez preveía ya lo que hoy se considera como la descolonización epistemológica. Reconoció en charlas posteriores que, de haberse quedado en Europa, tal vez no hubiera continuado en la Compañía. Así que su regreso se realizó por cuenta propia.
En un momento crítico de su trayectoria apostólica, en el CESDE de Medellín, al recibir al delegado del provincial, le preguntó a boca de jarro: ¿viene a consultar o a mandar? A mandar, le respondió el delegado.
“Pues mande”, le dijo Lucho. Reconoció más tarde que fue esta la entrevista más corta que tuvo en su vida.
Amante de su país tuvo el privilegio no solo de realizar una peregrinación, en tiempos de noviciado, sino dos. De manera que fueron muchos los lugares por los que pasó, lo que lo colocó en una posición privilegiada en el conocimiento del país, que más tarde desarrolló con la ayuda de enciclopedias que tenía bien referenciadas en la biblioteca de la casa.
Tenía grato recuerdo de su estadía de unos dos años en el vicariato de La Guajira. Decía que los capuchinos italianos fueron más acertados con los Guayús que los españoles de la misma congregación.
Además, de esta experiencia en territorio guajiro, decía que le había proporcionado más sabiduría, que sus largos años de estudio en la Compañía. Una pizca de exageración pero comparto esa percepción, refiriéndome también a mi experiencia congoleña. Por ello entre él y yo se estableció desde muy pronto una alianza estratégica.
Ya en Cartagena. Largos años de apostolado, haciéndose querer, sobre todo. por la gente sencilla. Fiel a su compromiso de atender las confesiones de las personas que vienen numerosas a nuestra casa, a tal punto que su caminar pausado por los corredores, arrastrando sus viejas sandalias, se aceleraba cuando lo llamaban para las confesiones.
Con la ayuda de las secretarias de la Parroquia, he podido lograr el número aproximado de bautizos que celebró a lo largo de casi treinta años en esta iglesia de san Pedro Claver: ¡2.800!
Una última anécdota que Lucho se complacía en referir: muy al comienzo de su estadía en Cartagena, lo invitaron a dar clases de filosofía en el seminario Mayor de San Carlos Borromeo. Así transcuyeron dos años, pero al tercero no recibió ninguna invitación. Curioso – ¡porque lo era! – indagó con el Obispo Tato, que había conocido en la Guajira y que hacía parte del Consejo Directivo del Seminario, el porqué de su exclusión. “Porque lo consideran muy claridoso”, le respondió Monseñor.
Fue llamado por el Señor, en Bogotá el 18 de enero de 2025
DATOS PERSONALES
JAIME SALAZAR LONDOÑO, SJ. RECORRIDO APOSTÓLICO
Hijo de Alejandro Salazar y Alicia Londoño, el P. Jaime Salazar Londoño nació en Bogotá el 16 de marzo de 1930. Tuvo seis hermanos: Berta, Mario, Luis Hernán, Álvaro, María Alicia y Luz María.
EN LA COMPAÑÍA
Ingresó a la Compañía el 3 de mayo de 1945 en Santa Rosa de Viterbo, donde también realizó el juniorado (1947-50). Pasó a Chapinero para estudiar la filosofía (1951-54). El magisterio lo hizo en Taiwan y luego en Medellín en el Colegio San Ignacio (1955-58). Regresó a Chapinero para estudiar la teología (1959-62). Fue ordenado sacerdote el 3 de diciembre de 1961 e hizo la tercera probación en La Ceja en 1963. Realizó los últimos votos el 2 de abril de 1981. Tenía 94 años de edad, 79 de jesuita, 63 de sacerdocio y 43 de últimos votos.
SU VIDA
Encarnó en su vida la espiritualidad ignaciana siendo un jesuita de discernimiento y contemplativo en la acción. Buen compañero de comunidad, trabajador, discreto, responsable y de grandes capacidades administrativas. La fragilidad de su salud no fue obstáculo para responder por su misión.
• (1964-1966) Bogotá, prefecto espiritual, profesor Pontificia Universidad Javeriana
• (1967) Bogotá, consiliario SETRAC y UTRACUN, capellán SENA
• (1968) Bogotá, prefecto espiritual, profesor Instituto Roosvelt
• (1969-1972) Manizales, profesor, rector Colegio San Luis Gonzaga, Director Asociación de Padres de Familia
• (1973-1987) Bogotá, Ecónomo de Provincia
• (1988-1989) Bogotá, operario Economato de Provincia
• (1990-1995) Bogotá, Director Hospital San Ignacio, Director Consejo Social Fundación Social (hasta 1993)
• (1996-1997) Roma, ecónomo Pontificia Universidad Gregoriana
• (1998-2003) Bogotá, rector, superior Colegio Máximo
• (2004-2012) Bogotá, Administrador Fondo Formación de los Nuestros, Director Asociación Voz de María, Director Emisora Kennedy
• (2013-2021) Bogotá, Administrador Fondo Formación de los Nuestros
• (2022-2025) Bogotá, escritor, Residencia Pedro Fabro
PUBLICACIONES
El Hospital Universitario de San Ignacio. Una experiencia humana. (1995)
Sus Memorias personales quedaron en proceso de publicación al momento de su deceso.
Entregando la vida hasta el final
Nelson Velandia, SJ
28 de enero del 2025
Nadie enciende una vela y la pone en un lugar escondido, ni bajo un cajón, sino en alto, para que los que entran tengan luz” (Lc 11, 33). Jaime Salazar, lucho su vida hasta el final y todo el tiempo quería poder dar hasta su última gota de sangre en el trabajo.
Tuve la gracia de acompañarlo sus últimos años de vida y de conocerlo un poco más de cerca. Lo primero fue descubrir que la parte administrativa fue su fuerte en la vida y ese don lo coloco al servicio de la Iglesia y de la Compañía. Se distinguió en Roma y acá en Bogotá en el servicio del economato. De acuerdo al testimonio de algunos, Jaime organizo buena parte de la administración central de la provincia y organizo esta dependencia, como una oficina más ágil y con ciertos avances de acuerdo a la época.
Acá en la comunidad siempre estuvo atento a las dinámicas que llevamos en casa y a involucrarse en los procesos comunitarios. Nunca perdió su lucidez y su mirada profunda en los asuntos de cada día, tanto en su oficina, como acá con los jesuitas. Quizás su debilidad fue que el cuerpo, poco a poco se fue desgastando y como un gran cirio, se fue apagando poco a poco.
Hace cinco años era el administrador del edificio de Chapinero. Por muchos años llevó este servicio y dado su buen equipo, llevó un buen manejo de los procesos que implican esta edificación tan grande y compuesta por tres comunidades diferentes y algunas instituciones que laboran en la parte norte del edificio. Su voluntad siempre fue férrea y un gran deseo por sacar adelante las misiones que se le daban. Hasta cuando el padre provincial, viendo que su condición no podía con dicha empresa fue destinado a escribir sus memorias.
Pienso que haberle dado la misión de escribir una autobiografía, especialmente de su vida apostólica, fue un buen acierto porque se sintió ocupado y por supuesto asumiendo una gran tarea.
Ahora bien, como un cirio encendido que a veces se ve sometido al viento, la salud de Jaime fue variando. Unos momentos
de gran valor, pero desafortunadamente algunos momentos de dificultad en su salud. Un cirio encendido con gran valentía que quería dar todo de sí; sin embargo, las contingencias de la vida y las batallas de tantos años hacen que el cuerpo no responda como se quisiera y la dependencia de otros para seguir adelante. En medio de estas vicisitudes, Jaime debe ser trasladado a la enfermería porque allí tiene una mejor y ante todo una atención profesional. Por supuesto, que nuestro deseo sería que las personas mayores participaran más de las actividades de la comunidad, pero esto se hace imposible tanto para el jesuita mayor como para la comunidad. No es fácil dar ese paso y siempre debemos estar preparados para cuando el Señor nos llame a esa etapa de nuestra vida.
Dada la fuerza de voluntad de Jaime y los buenos cuidados de la enfermería de San Alonso, ese cirio vuelve a encenderse y tener una llamarada más, para avanzar en la misión de escribir las memorias de su vida. Su lucidez y su organización llevan a sacar un borrador de casi 350 páginas, que con ayuda del historiador Germán Rey, van puliendo y redactando un buen texto para el servicio de los demás.
Fue grato para mi recibir ese deseo de hacer un buen libro y de recoger buena parte de la vida apostólica de Jaime. Era así como el fuego que se levanta en el cirio y alumbra en medio de la oscuridad y en algunos momentos en que esa pequeña llama se reduce pero que quiere luchar hasta el final.
El día antes de su pascua recibió el primer borrador del libro que estaba escribiendo y fue la confirmación de su misión cumplida. Apareció entonces la alegría de llevar a buen término esa empresa de escribir un texto y de constituirse como un testamento del trabajo realizado durante su vida, de ahí el titulo de su obra: Mi contribución espiritual al desarrollo social de un país.
Tuve la gracia de estar en los últimos acontecimientos de su vida. Fui a visitarlo el sábado 18 de enero en horas de la mañana. Se le veía cansado, en silencio y como esperando algo que fuera a pasar. En ese momento, la enfermera le coloca en uno de sus dedos el oxímetro y observo que su saturación está en 75% (Sp O2), rápidamente pasa a 65%, luego a 40% y finalmente a 20%. En ese instante la enfermera dice: “el padre ya murió”. Realmente es una sensación de impotencia, donde la vida se va y no se pueda hacer nada. Es ese cirio que ha luchado todo el tiempo y que su llama se agota poco a poco hasta cuando se extingue y no podemos hacer nada para recuperar la llama que en algún momento fue. Nos queda entonces el deseo de seguir orando por la pascua de Jaime y darle gracias por todo lo que él hizo, con sus luces y sombras, su gracia y su pecado. Dios le dio muchos dones para que ese cirio permaneciera encendido y pudiera dar mucha luz a los demás. Sigamos unidos en la oración y pidiendo para que el Señor nos siga dando más hombres como Jaime Salazar dispuestos a dar su vida por los demás y a encender otros fuegos.
HOMILIA EN LAS EXEQUIAS DEL P. JAIME SALAZAR LONDOÑO, SJ.
José Leonardo Rincón, SJ
Bogotá, Templo Nuestra Señora de La Soledad, 20 de enero de 2025
Quiero comenzar agradeciendo su presencia aquí. Evidencia el afecto profundo que todos los aquí reunidos tenemos por Jaime y del que todos tenemos con Dios por su vida, la profesional y la sacerdotal, pero, sobre todo, por su amistad y cercanía.
Agradezco también se me haya invitado a hacer esta homilía. Me imagino por ser yo el actual Administrador Provincial, responsabilidad que él ocupó durante 18 años y porque durante estos últimos siete años tuve con él una relación más cercana. Hubiese sido más difícil esta tarea de no ser por la generosa ayuda que me brindó Nicolas Morales al compartirme la versión final del libro que sobre su propia vida por estos días precisamente estaba corrigiendo y que como bien lo dijo el padre Provincial en la Introducción, fue la última misión que recibió en la Compañía. Misión que como todas las que tuvo, realizó a cabalidad y con exquisito cuidado. Libro, por cierto, que recomiendo leer y que él mismo quiso subrayar más que como narcisista apología de su obra, como su contribución espiritual al desarrollo del país.
Nuestra provincia colombiana celebró el año pasado 100 años de existencia. Jaime vivió 80 de ese centenar y yo 50 (si sumo los del colegio) por lo que al devorar el texto que redactó con amenidad y fluidez disfruté plenamente dado que resulté encontrando muchos puntos de coincidencia y sintonía, que en un diálogo que nos quedó pendiente tener, hubiese disfrutado aún más. Se nos fue Jaime sin poder estar presente en el lanzamiento de su obra póstuma, pero sí con la satisfacción del deber cumplido.
Él era el ecónomo de provincia cuando entré al noviciado. Oía hablar de Chutung pero no podía entender el porqué de ese apodo. Se me decía que era porque había sido misionero en la China y concluía que era su nombre en mandarín. No. Apenas vine a entender que era el nombre de la población que se le había asignado apostólicamente. Este detalle, como muchos otros muy interesantes, los he venido a entender al leer sus escritos o al dialogar en su momento con él. Su liderazgo juvenil, su vocación a la Compañía y luego misionera, sus años de primicias presbiterales en la Javeriana, su rectorado en Manizales que entre otras cosas evitó el cierre que había ordenado el survey; la transformación y modernización que logró en la administración provincial y que reconozco y públicamente agradezco todos los días porque fue hecha visionariamente; la gestión exitosa al frente del Hospital de San Ignacio y el reconocimiento que obtuvo en el sector hospitalario; sus invaluables aportes en la Fundación Social; sus años en la Gregoriana donde logró una renovación administrativa por todos reconocida y estas últimas décadas en Chapinero como rector y administrador donde, me consta también, dejó huella imborrable de su ordenado y muy cuidadoso trabajo. Jaime no podrá ser ignorado en la historia de esta Provincia al igual que tantos otros padres y hermanos, auténticos pilares que levantaron esta monumental obra que hoy tenemos.
Pero voy a tener que detenerme con esta evocación fascinante de las numerosas anécdotas de su existencia. La liturgia pide que más que una elegía del difunto se haga reflexión a la luz de la Palabra proclamada. Con gracejo decimos que no hay muerto malo y es verdad, siempre esa pascua hace alegre énfasis en la memoria de los motivos de grata recordación, pero un liderazgo como el de Jaime, es cierto también, suscitó detractores y desacuerdos: siempre ocurre con las personas firmes y de carácter, que con pasión sacan adelante los emprendimientos encomendados. Podrán ser criticados e incomprendidos, pero finalmente habrá de reconocerse que fueron providenciales y que en las coordenadas de esta humana historia nuestra fueron oportunos y necesarios. Jaime fue un excelente administrador, pero no fue solo eso, fue, sobre todo, sacerdote y pastor, virtudes que también me constan no solo por lo que narra el mismo sino por el testimonio que muchos de ustedes, aquí presentes, podrían corroborar con creces.
El hecho es que, al decir de Pablo a los Romanos, no se muere en vano, se muere para resucitar, se muere para tener una nueva vida y una vida eterna en Cristo. Es eco profundo de lo que nos dice el evangelio y que hemos escuchado tantas veces: hay que morir como lo hace el grano de trigo, para producir fruto abundante, para obtener buena cosecha. Hay que perder la vida desgastándose en el servicio para ganarla eternamente. Es una paradoja: perder para ganar, pero es lo que le da también sentido a ese lema nuestro de en todo amar y servir, porque el amor se muestra más en las obras que en las palabras, y obras son amores que no buenas razones. Sirviendo la causa del Padre, siguiendo al Hijo, con la fuerza del Espíritu, se tendrá una recompensa maravillosa. Jaime creo que entendió bien estas operaciones matemáticas, esta inversión del 100%x1 más la vida eterna y ése fue el sentido profundo que le dio a su existencia, pues no lo hizo para sí sino para la auténtica causa del Reino.
Dejo que sea Jaime mismo, con sus propias palabras, concluya esta homilía:
"Conocí una valiosa oración que fue el faro que enfocó mi vida, escrita por el cardenal Newman. Su mensaje inspiró mi entrega a Dios, que fuí reflejando a través de mi conducta, y forma de actuar como persona y sacerdote. A continuación, trascribo esta bella oración, con la que doy apertura a las memorias de mi vida. Déjame predicar tu nombre sin palabras Jesús mío, ayúdame a esparcir tu fragancia donde quiera que vaya; inunda mi alma con tu espíritu y tu vida; penetra todo mi ser y toma de él posesión, de tal manera que mi vida no sea en adelante sino una irradiación de la tuya. Quédate en mi corazón en una unión tan íntima que las almas que tengan contacto con la mía puedan sentir en mí tu presencia y que, al mirarme, olviden que yo existo y no piensen sino en Ti. Quédate conmigo. Así podré convertirme en luz para otros. Esa Luz, oh Jesús, vendrá toda de Ti; ni un solo de tus rayos será mío; te serviré apenas de instrumento para que Tú ilumines a las almas a través de mí.
Déjame alabarte en la forma que te es más agradable, llevando mi lámpara encendida para disipar las sombras en el camino de otras almas. Déjame predicar tu nombre sin palabras: con mi ejemplo, con tu fuerza de atracción, con la sobrenatural influencia de mis obras, con la fuerza evidente del amor que mi corazón siente por Ti."
Jaime: estás con Dios. Descansa en paz, siervo bueno y fiel. Entra en el gozo de tu Señor.
UNO
Es un miembro muy notable
Del gran clero colombiano
El que llega muy lozano
A la fecha memorable
Con su sonrisa inefable
Del feliz cincuentenario
Diez lustros luchando diario
De la oficina al altar
Con su modo peculiar
Del cual él es propietario.
DOS
Cincuenta años de contrato
Con Jesús y Compañía: Empresario de valía, Genio del economato. Y tendría para rato, Aunque en esto soy bisoño
Hablando de este retoño
Paisa por generación, Y rolo por adopción: Jaime Salazar Londoño
TRES
Al hacerse jesuita
Su vocación fue viajera
Ello hizo que se ofreciera
Para dar su vueltecita
Hasta la China visita
Y lo pusieron Chuntún
Y hasta aquí llegó el runrún
Que un hombre tan negociante
Era un peligro rampante
Para el gran Mao-tse-tún.
CUATRO
Una cosa de la China
Le quedó como divisa
La sempiterna sonrisa Maliciosa y sibilina.
José Adolfo, Remolina
Y todos los provinciales, En los bienes en los males, No la pudieron cambiar
Ni tampoco descifrar
Sus eternos sonrisales.
CINCO
Para Jaime la jornada
Empieza a la media noche
A veces calienta el coche
Cuando aún es madrugada
Con la misa celebrada
Con el oficio rezado
El desayuno tomado
Además de la oración
Y de la preparación
De tres juntas que ha citado.
SEIS
Cuando llega a nuesta casa
Se parece un ventarrón
Produce la sensación
De un asteroide que pasa.
Sin embargo, nunca aplaza
Ningún servicio oportuno
Que, pueda pedirle alguno
En esta comunidad:
Es amigo de verdad
Y hermano como ninguno.
SIETE
No se cuántas fundaciones
Cuántas juntas nacionales
También internacionales
Le escuchan sus reflexiones.
Son muchas las ocasiones
En que almuerza por la noche
Y vuela en su veloz coche
De una en otra Fundación
Sin que en tanto carrerón
Le escuchemos un reproche.
OCHO
Administró con solvencia
Por tiempo el Economato
Y lo digo sin recato
Fue modelo de prudencia
Hay que ver esa decencia
Al decirle no a la gente
Y esa forma inteligente
De argüirle al Provincial
Que tal arca está muy mal,
Que gastar es imprudente.
NUEVE
La Provincia Colombiana
Y en ella nuestro Hospital
Con todo su personal
Y también la Javeriana
Con la Patria colombiana
Celebran agradecidos
Tantos logros obtenidos
En diez lustros de servicio,
De entrega y de sacrificio
Sin aspavientos ni ruidos.
DIEZ
Quisiera aquí terminar
Con un sincero homenaje
A la virtud y al coraje
Que Jaime sabe mostrar.
Son fruto, en primer lugar,
De Dios y su providencia;
Y en segundo, de la herencia
De su papá y su mamá
Por ellos vislumbro ya
El premio de su existencia
Llamados a ser testigos del amor de Dios
Karen Dayanna Forero Comunicadora Misión Vocacional y Red Juvenil Ignaciana
En la vida de san Francisco Javier encontramos un reflejo del mensaje que nos deja la Navidad: la verdadera grandeza radica en la capacidad de amar y servir. San Francisco Javier, uno de los fundadores de la Compañía de Jesús, vivió con una profunda convicción de que el amor de Dios debía ser llevado a todos los rincones del mundo, especialmente a aquellos que más lo necesitaban, siguiendo el ejemplo de Jesús, quien se hizo pequeño y humilde en el pesebre para estar cerca de la humanidad. De manera que dejó atrás una vida cómoda y se dedicó por completo a la misión de anunciar el Evangelio, incluso en tierras lejanas y desconocidas.
Así mismo la Misión de Navidad, vivida por el equipo de Vocaciones, nos recuerda que todos estamos llamados a ser testigos del amor de Dios, tal como lo hizo San Francisco con total disponibilidad. De ahí que, los jesuitas continúen la tradición ofreciendo a los jóvenes inquietos la oportunidad de vivir esta experiencia vocacional. Ellos comprenden que la grandeza del amor de Dios se manifiesta en los gestos más sencillos, en la cercanía con los demás y en el servicio desinteresado a los más necesitados.
La misión se convierte de esta manera en una oportunidad para experimentar a un Jesús encarnado en los rostros de nuestra Provincia, donde, en su humildad y vulnerabilidad, Dios revela su amor incondicional y su cercanía a la humanidad.
Visita a los campesinos de la vereda San Juan en Ubalá, Cundinamarca por parte del Hermano Rafael Hernández y los misioneros.
Por otro lado, la búsqueda de la vocación es un llamado concreto a escuchar los signos de Dios, sin importar si el camino elegido lleva o no a una vida religiosa en la Compañía de Jesús. Por ello la experiencia de Misión esta diseñada para ofrecer herramientas de discernimiento, fomentar el encuentro cercano con Dios e invitar a los jóvenes a responder al amor divino y a la obra del Señor, tal como se revela en las comunidades de Altos de la Florida, Soacha; en el municipio de Ubalá, Cundinamarca; y en las veredas de San Luis y el Carmelo, donde fueron acogidos jesuitas y jóvenes para vivir juntos el milagro del nacimiento.
Les compartimos algunos testimonios de los misioneros que nos acompañaron:
Testimonios
Sebastián Mónico, estudiante de Teología en la PUJ
La Experiencia Vocacional Arrupe me ha permitido comprender mejor los contextos, ya que desde el principio los testimonios ofrecieron una visión profunda: no se trata de transformarse, sino de ser uno mismo para poder acoger y conocer la vida en comunidad. De esta manera, he aprendido a conocerme a través del ejercicio del discernimiento, lo que me ha llevado a descubrir una verdadera vocación para cada uno de nosotros.
Germán Corrales, candidato a la Compañía de Jesús
En el tapiz de la vida, donde se entrelazan rostros y realidades diferentes, he encontrado la alegría de compartir y construir nuestra historia. Esta experiencia me ha invitado a trascender mi propio ser para darme a los demás a través de gestos sencillos de servicio. Una sonrisa ilumina el alma y me recuerda la belleza de consagrar mi vida a Dios, amando y sirviendo a todos con generosidad.
Visita de candidatos a las casas campesinas de las veredas San Luis en el municipio de Ubalá, Cundinamarca.
Novena y actividades de Navidad con niños y niñas de Altos de la Florida, Soacha.
De las memorias de una misión
Otro año se va, otro año termina
Y la emoción del último mes
Se siente que la llama aviva
Aviva las tremendas ganas
Las ganas por llevar
Por llevar y anunciar
Que en simple nueve días
Cristo pronto nacerá.
Hacía dónde vamos con tantas ganas
Hacía dónde con tanto fervor
Nuestra misión se dirigía
A las veredas montañosas
De una cundinamarca llenas de color y sabor
En la estación la espera, espera
Un grupo de pequeños misionero
Jóvenes de todas partes de Colombia
Desde su norte hasta su otro extremo
Que sus ansias solo se llenan con ir anunciar el evangelio
Sin regreso atrás y sin reversa
Nos embarcamos en un viaje misterioso
Porque en nueve días
Se convertirían en hermosos recuerdos
Recuerdos que se vuelve gratos
Cada vez que llegan a mi pensamiento
De un increíble camino quebrado
Y de gente que su fé las hace tan honrados
De su dulce amabilidad
y de su dulce comprensión
En cada casa visitada
Se sentía el espíritu navideño
Cada pesebre bendecido
Cada casa por bendecir
Rociando agua bendita
La comunidad nos regalaba una sonrisa sin fin
También en una mochila que es orgullo de nuestro país
Llevamos el apreciado santo cuerpo
El cual la gente les llena en su sentido más pleno
Realizamos las novenas
Desde el más anciano hasta el más pequeño
Llevando la palabra
Por la qué Dios Se había vuelto
Un inocente que se arrullaba en consuelo
Ya las campanas suenan fuertemente
En el pueblo de ubala
Un veinticuatro la gente va Con fervientemente gozó aún niño que nacerá
Ya los días se han pasado
Los nueve días en su totalidad
Ya la misión se ha acabado es momento de regresar
Solo la nostalgia invade la hermosura
La que es misionar
Y de ser un gran jesuita
Porque ser jesuita
Vale la pena
En realidad.
Israel cuadrado osorio
De las memorias de una misión.
Novena y Eucaristía acompañada por los aspirantes a la Compañía de Jesús y el Padre Diego Giraldo en la Casa Pastoral Nuestra Señora del Camino.
Novena y Eucaristía acompañada por los aspirantes a la Compañía de Jesús y el Padre Diego Giraldo en la Casa Pastoral Nuestra Señora del Camino.
Aspirantes a la Compañía de Jesús en el inicio de Misión Arrupe en Ubalá, Cundinamarca
DEn la Celebración de mis 50 Años de Compañía
Víctor Marciano Martínez, SJ
ar gracias a Dios por estos cincuenta años de vida religiosa va más allá de los números. Se trata de darle gracias a Dios por la vida y la historia que me ha permitido vivir. Soy jesuita gracias a la formación recibida en mi hogar, aquella que se fue forjando al calor del fuego que mis padres y hermanos compartían e irradiaban en unidad y comunión. Soy jesuita gracias a jesuitas que, a lo largo de mi vida, aún hoy, han sido formadores del carisma ignaciano desde su testimonio y enseñanzas. Maestros de vida en virtudes y en ciencia, han compartido su sabiduría y con su modo de ser y proceder me han llevado a ser lo que quiero seguir siendo: compañero de Jesús. Peregrino con Ignacio, el Peregrino, tras las huellas de Jesucristo.
Me he sentido feliz en el seguimiento de Jesús, me he sentido feliz en mi vocación. Siempre la alegría ha caracterizado este caminar. En verdad, ha sido un proceso de realización personal, pero, ante todo, un camino de aspiración a la santidad desde lo ordinario, monótono y cotidiano de nuestra existencia. Soy pecador, reconozco mis límites, soy vulnerable y he vivido momentos de crisis y desolación, Y, también allí, he experimentado el amor misericordioso de Dios, invitándome a vivir con alegría las primicias del Reino.
Desde que ingresé a la Compañía de Jesús a hoy, he sido profesor. ¡Cuánto se aprende, cuando se enseña! Gozo preparando mis clases, armando un curso, creando formas de enseñanza. Es satisfactorio hacer comprensible la ciencia teológica desde lo que es mi especialización y experticia: la teología de los sacramentos y la teología de la vida religiosa. Doy gracias al Señor porque me dio el don de saber acompañar, gran parte de mi vocación y ministerio la he gastado en el acompañamiento personal y comunitario. Particularmente, he caminado con religiosas y religiosos en sus procesos de discernimiento, siendo testigo de la presencia del paso de Dios por sus vidas.
He respondido a la Missio Dei dada la obediencia impartida por mis superiores provinciales en casas de formación. Allí como ministro, ecónomo, acompañante espiritual y superior he querido dar lo mejor de mí. Con la gracia del Señor, me he hecho joven con los jóvenes, de ellos he aprendido a ser crítico, creativo, innovador, saber hacer lío, reírme de mí mismo, saber que no tengo la última palabra. He sido superior nombrado por los padres generales Adolfo Nicolás, S. J. y Arturo Sosa, SJ, de dos comunidades profesas, la comunidad de la Pontificia Universidad Javeriana y la Comunidad de Profesores de María Inmaculada en la cual vivo actualmente. En ellas he compartido con pares la responsabilidad y libertad en el trabajo cotidiano que exige la vivencia del magis, la calidad de lo que hacemos y el comportarnos en consecuencia con nuestro modo de ser y proceder como jesuitas. He compartido con jesuitas adultos que saben de prudencia, constancia y perseverancia en el buen obrar. Religiosos de paso firme, mirada realista y corazón
apasionado por lo que son y por lo que hacen. He compartido la sabiduría de los viejos, aquellos padres que, en su tercera y cuarta edad, saben irradiar la vivencia de su vocación, allí en el ocaso de sus vidas.
Doy gracias al Señor porque en estos años he caminado de la mano de algunos religiosos y religiosas que desde sus distintos carismas y espiritualidades han animado y alimentado mi identidad de jesuita que he colocado al servicio de diferentes órdenes, congregaciones e institutos. Nuestro trasegar en la Conferencia de Religiosos de Colombia-CRC y en la Conferencia de Religiosos y Religiosas de América Latina y el Caribe-CLAR ha sido una experiencia de acompañamiento mutuo, una escuela del afecto intercongregacional, intergeneracional e internacional que me ha fortalecido y hecho crecer en mi vocación.
Doy gracias al Señor porque en este tiempo he encontrado también laicos y laicas, matrimonios, parejas de ellos y ellas cuyo testimonio de vida ha alimentado mi fidelidad en el seguimiento de Jesús desde este estilo de vida.
Pido perdón al Señor y a todos ustedes por todo aquello que durante estos cincuenta años he realizado o dejado de hacer contrario al Evangelio. De ustedes espero la comprensión y aceptación de mis disculpas y sincero arrepentimiento para seguir juntos construyendo esta aventura de la fraternidad. Me acojo y abandono en el abrazo tierno y misericordioso de mi Padre Dios que me hará gozar y vestir de fiesta avizorando las primicias del Reino.
Gracias "Señor" por estos cincuenta años de vida en la Compañía de Jesús, tiempo de siembra y de cosecha, tiempo de gracia y libertad, tiempo que me permite vivir el presente con un corazón agradecido y que otea con esperanza el futuro que me ofreces.
Dios que comenzó en mí esta obra buena sea quien la lleve a feliz término. Amén.
60 años de Compañía del P. Guillermo Cardona, SJ
José Carlos Mantilla, SJ
Comunidad de formación San Francisco Javier
El 20 de enero se cumplieron 60 años desde que el padre Guillermo Cardona ingresó a la Compañía de Jesús. Para conmemorar tremendo aniversario, Memo –como muchos de nosotros le decimos– presidió una conmovedora eucaristía, en la que nos unimos en oración y acción de gracias por estos años de vida religiosa. Después, seguimos la celebración en el salón José María Posada SJ con una cena organizada por la comunidad parroquial. Así, en Villa Javier comenzamos el año de la esperanza con una noche llena de alegría.
El coro de la parroquia, vecinas de comunidades religiosas cercanas, proclamadores de la palabra, jesuitas de la comunidad y demás allegados de Memo nos encontramos para dar gracias a Dios por su vida y su vocación. Al son de la guitarra de Alfonso Franco, autor de la misa colombiana, entonamos algunos de los cantos que han acompañado a Memo en su caminar como jesuita y, por supuesto, le cantamos el cumpleaños. Hubo palabras de admiración y gratitud por las misiones que Memo ha desempeñado a lo largo de su vida en la Compañía, sobre todo ahora que está promoviendo el trabajo por la ecología integral. Celebraciones así animan a la comunidad parroquial y fortalecen nuestra vocación.
Para quienes vivimos en la comunidad de formación San Francisco Javier, Memo es un hombre que da testimonio del cuidado: con las mascotas de la casa, con la gente del barrio, con cada uno de nosotros y con la casa común. Desde que Memo llegó a nuestra comunidad, en Villa Javier siempre hay alguien con quien conversar, ya sea en el jardín, en el comedor o en algún pasillo cuando se dirige a la biblioteca con su portátil bajo el brazo. Estoy convencido de que todos admiramos la energía de este hombre que, a sus 79 años, irradia el mismo espíritu de servicio que lo llevó a ser misionero en África y en la Amazonía. En su cotidianidad, acompaña a laicos y religiosas, colabora en el CIRE, en el CINEP, en la parroquia, hace ejercicio, celebra la eucaristía y nunca deja de sonreír. Muchos de nosotros pedimos la gracia para vivir en la Compañía con tanta entrega y alegría.
Afortunadamente, seguiremos celebrando la vocación de Memo, pues el 3 de diciembre, se cumplirán 50 años de su ordenación sacerdotal. Aunque, compartiendo la vida con él, siempre hay un motivo para alegrarse y celebrar. Que la vida de Memo siga siendo un signo muy valioso de esperanza en este año jubilar.
P. Guillermo Cardona, SJ.
P. Guillermo Cardona, SJ y feligreses de Villa Javier.
Centro de Fe y Culturas: 20 años al servicio de la dignidad humana
Gabriel Ignacio Rodríguez, SJ Director del Centro de Fe y Culturas
Miembros, colaboradores y amigos del Centro de Fe y Culturas, durante la entrega de la Distinción Orden de Mérito Don Juan del Corral en la categoría Nota de Estilo, en reconocimiento a sus 20 años de servicio a la comunidad, otorgada por el Concejo del Distrito de Medellín, el 27 de noviembre de 2024.
En Medellín el año 2004, actuando en nombre de la Provincia, Horacio Arango, SJ, invitó a un grupo de líderes, hombres y mujeres, para asociarse entre sí y discernir junto con la Compañía de Jesús, cómo emprender una obra apostólica que aportara a la transformación ética y espiritual de la región. La contradicción entre la vigorosa religiosidad católica, declarada por la mayoría, y las conductas legitimadoras de iniquidad, exclusión, violencia e, incluso, de convivencia con las riquezas provenientes del narcotráfico, era escandalosa.
Esa distancia entre religiosidad declarada y espiritualidad se consideró como un problema cultural. Se llegó a la conclusión de crear una institución que, inspirada en la espiritualidad ignaciana, contribuyera a la transformación integral de los ci udadanos y de su cultura para lograr de una vida digna para todos. Teniendo presente que crecía una dinámica cada vez más secular, se quiso poner énfasis en la estrecha relación entre la fe y las que se entrelazaban en la sociedad, enfocándose particularmente en la dimensión ética.
Es así como, bajo la denominación “Centro de Fe y Culturas” (CFCs), surgió esta nueva obra apostólica en la Provincia. Era, y sigue siendo, una obra sin par: no es centro de espiritualidad, centro social, colegio o parroquia. Es una institución que cree que, gracias a la espiritualidad, los valores, las virtudes y el sentido ético es posible transformar personas y comportamientos sociales y, por tanto, la cultura.
Su propósito superior busca el reconocimiento de la dignidad de cada persona, el logro de una convivencia social justa y pacífica, y el cuidado del medio ambiente. El logo institucional simbolizó tal propósito de este modo: dos líneas curvas configuran un círculo no cerrado, que señala el mundo, con sensación de movimiento y en permanente transformación. Sobre él se dibujan las líneas de una cruz que lo acompaña; no es una cruz potente sino humilde, que envuelve el globo, ofreciéndole la fuerza del don de sí para la vida del mundo.
Desde sus inicios se consideró que el CFCs debía proyectarse a través de 3 líneas de acción: espiritualidad; ética e inclusión; y, reconciliación y paz. Ellas, a su vez, se concretan a través de 5 estrategias: (1) Grupos de reflexión; (2) Acompañamiento de personas, organizaciones y comunidades; (3) Formación espiritual, ética y social; (4) Conversación y deliberación pública; (5) Circulación de mensajes y contenidos empáticos y constructivos del tejido social.
Quienes hasta el momento han tenido la responsabilidad de su dirección1 han enfatizado aspectos de esta propuesta, que hoy se construye siguiendo las 4 Preferencias Apostólicas Universales de la Compañía, el Plan Apostólico de la Provincia y bajo la inspiración de la enseñanza que ofreció el P. Gustavo Baena, como también de las encíclicas Laudato Si' y Fratelli tutti.
Hoy el CFCs trabaja con comunidades y organizaciones populares en 3 territorios del departamento: Suroeste, Oriente y Valle de Aburrá. Ofrece al público en general y a organizaciones privadas y públicas 7 programas de formación para jóvenes y adultos. Auspicia 8 grupos de acción y reflexión, integrados por miembros y amigos del CFCs en campos vinculados a la misión institucional; Tertulia de miembros (cultura); Ética y empresa; Espiritualidad; Reconciliación
1. Cuatro han sido sus directores: Horacio Arango (2004-2016); Francisco de Roux (2016-2017), Rubén Fernández, con el apoyo de José Roberto Arango (2018-2019) y Gabriel Ignacio Rodríguez (2020-hasta hoy).
P. Horacio Arango, SJ, fundador del Centro de Fe y Culturas, y P. Gustavo Baena Bustamante, SJ, asesor espiritual del Centro, durante la firma del Acta de Constitución, 2007.
y paz; Vida interior, Compartir, Tertulia solidaria; Diálogo interreligioso, intercultural y ateo. Además, de los proyectos que consolidan el diálogo social, el legado de la Comisión de la Verdad, la reconciliación y paz.
Su equipo lo integran 13 colaboradores y la membresía es de 40 personas. Es una obra que explicita la colaboración entre el liderazgo de laicos y de la Compañía de Jesús en una región. Por 20 años se persiste en la convicción aglutinar sectores populares, empresariales, académicos, públicos y religiosos en la causa común de producir mutaciones en las creencias, comportamientos y expresiones culturares para reconocer y honrar la igual dignidad de cada ser humano.
Taller pedagógico sobre la Comisión de la Verdad en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación de Llano Grande, corregimiento de Dabeiba, Antioquia, 2019.
Jornada de formación R.E.P. (Reconciliación, Equidad y Paz), municipio de Urrao, Antioquia, 2024.
“Vivir
la fe en las culturas de hoy”
Gabriel Ignacio Rodríguez, SJ
Al cumplir 20 años de actividades, el Centro de Fe y Culturas (CFCs) consideró valioso poner por escrito cómo, en diversos espacios y perspectivas, la fe se hace presente en nuestra sociedad transformando su cultura, a través de personas concretas. En un mundo cargado de noticias negativas, creemos que es necesario dar conocer buenas prácticas que señalan que no todo está perdido y que la fe sigue actuando como levadura que penetra y transforma la masa.
Los seres humanos y sus instituciones generan formas de vivir, pensar, organizarse, celebrar y compartir la vida que se reiteran en el tiempo, es decir, se configuran como culturas. Si tales comportamientos y decisiones se inspiran en la experiencia cristiana deberían explicitar múltiples manifestaciones de humanidad y de búsqueda del bien común. Es lo que este libro, Vivir la fe en las culturas de hoy, desearía evidenciar en cada una de sus tres partes:
En su primera parte rinde homenaje al P. Horacio Arango, SJ (1946-2016), fundador del CFCs, reeditando una de sus intervenciones cuyo contenido sigue siendo actual. Además, recoge el itinerario institucional de 20 años de camino con sus intuiciones, hitos y trabajos.
En la segunda parte, una colección de artículos evidencia de qué manera la fe se hace presente en la vida de sus autores, ubicados en diversos nichos y dinámicas sociales y culturales. Manifiestan cómo su fe nutre sus vidas de modo discreto, consciente y lúcido, convirtiéndose en factor de análisis, en fuente de inspiración para las decisiones, en beneficio social y en germen de permanente crecimiento humano y salud espiritual.
La tercera parte recoge testimonios de lo que el CFCs ha significado para algunas personas que se han acercado a la institución, participando de sus programas o beneficios.
Ninguna de las reflexiones se erige como dogma. Son conclusiones provisorias en la permanente búsqueda de aquello que el Espíritu divino está construyendo en la sociedad. Lo hace a través de personas que le han abierto su corazón y su mente, movidos por el anhelo de aportar a un mayor bien colectivo que cuide la vida en sus más diversas expresiones.
ECultivar la esperanza en tiempos de crisis
Alix Katherin Niño Profesional de Comunidades Digitales
Oficina Provincial de Comunicaciones
l 24 de diciembre de 2024, con la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, el Santo Padre inauguró el Año Jubilar, una celebración que ocurre cada 25 años e invita a renovar nuestra relación con Dios. El lema de este jubileo es “peregrinos de esperanza”, un invitación que nos motiva a recuperar “la fuerza y la certeza de mirar al futuro con mente abierta, corazón confiado y amplitud de miras”. En la actualidad esta mirada es de especial importancia teniendo en cuenta la multiplicidad de factores desesperanzadores que hay en el mundo: conflictos internos, secuelas de la pandemia, el cambio climático y la injusticia social. Si observamos nuestro contexto más cercano podemos distinguir escenarios desoladores y caminos que nos separan; en nuestras obras, con nuestros hermanos y en las situaciones cotidianas hay momentos de desesperanza y desolación que nos alejan de la misión común. ¿Cómo cambiar esta realidad y transmitir la esperanza del jubileo?
Para mantener encendida la llama de la esperanza sólo es necesario mirar a nuestro alrededor; tantos rostros, historias y melodías que nos muestran a Dios encarnado en nuestra realidad y movilizando corazones. Cada individuo se convierte en un símbolo de amor incondicional y capacidad ilimitada de bondad para llevar luz a la creación.
La esperanza nos lleva a rememorar nuestra historia y agradecer por todos aquellos que han infundido paz en momentos de vulnerabilidad. A pesar del tiempo, su legado es ejemplo de la fuerza transformadora que las acciones esperanzadoras pueden realizar en las personas. De ahí la importancia de apoyar y fortalecer las iniciativas de sanación y reconciliación que se realizan en nuestras obras. Las acciones colectivas pueden generar efectos a largo plazo y potenciar nuestro campo de acción.
Esperanza no es sinónimo de esperar, es trabajar conscientemente para lograr los sueños dejando en la sabiduría de Dios el resultado final. Por esto, en este año los invito no solo a ser peregrinos, sino también a ser campesinos labradores de optimismo, comunicadores de fraternidad y reconciliación, voluntarios de entendimiento, sembradores de oportunidades, tesoreros del Evangelio, educadores de paciencia y agentes de paz para permear a la Provincia de una esperanza renovadora y una fortaleza apostólica que permita seguir apostando por la misión. Todos somos actores de la esperanza de nuestra Provincia.
Oramos por la situación actual de tantos hermanos y hermanas en la región del Catatumbo y enviamos a ellos una voz de esperanza y solidaridad.
MISIÓN Administradores
L a reforma pensionaL y afiLiación a accai: un paso importante para aLgunos de nuestros coL aboradores
Al iniciar este año 2025, les extendemos nuestros mejores deseos de prosperidad y éxito en cada uno de sus proyectos. Aprovechamos esta oportunidad para dirigirnos a ustedes con información relevante acerca de un aspecto fundamental para la seguridad y bienestar financiero de los colaboradores que, con la reforma pensional vigente en Colombia, no clasificaron al régimen de transición.
Un cambio clave para tu futuro pensional
En cumplimiento de la reforma pensional, se hace necesario que todos aquellos colaboradores que no pertenezcan al régimen de transición, realicen de manera personal su afiliación a una Administradora del Componente Complementario de Ahorro Individual (ACCAI) de su preferencia. Este paso es esencial para garantizar que sus aportes pensionales sean gestionados adecuadamente, permitiéndoles contar con una pensión complementaria que fortalezca su seguridad económica a futuro.
Plazo para realizar la afiliación
Es importante tener en cuenta que, como lo anunciamos previamente por correo electrónico a las personas que nos reportaron que no eran régimen de transición, el plazo para realizar este proceso venció el pasado jueves 16 de enero de 2025.
Según lo establecido por el Decreto 1225 de 2024, si no realizaron su elección antes de esta fecha, el sistema gubernamental asignará automáticamente una Administradora del Componente Complementario de Ahorro Individual (ACCAI) de manera aleatoria.
Recuerda: esta es una gestión personal
Queremos enfatizar que este proceso de afiliación es de carácter personal y no es responsabilidad de la Compañía de Jesús. Les recordamos que la Compañía de Jesús respeta y protege la privacidad de sus datos personales, por lo que no hemos revelado ninguna información personal de los colaboradores para este proceso.
Agradecemos su atención y compromiso en este proceso, y quedamos a su disposición para cualquier duda o consulta adicional.
importancia de incLuir póLizas e impuestos a cargo deL contratista
en Los contratos de prestación de servicios y obra civiL
Es importante tener en cuenta que los contratos son resultado de un acuerdo de voluntades entre las partes y, como consecuencia de ello, existen cláusulas que se deben pactar para salvaguardar riesgos previstos asociados a la ejecución del contrato.
Para determinar la pertinencia de incluir pólizas que garanticen el cumplimiento o diferentes aspectos contractuales, deberá analizarse cada caso en particular, lo cual dependerá del objeto y tipo del contrato, cuantía, obligaciones, o aquellos aspectos que se consideren relevantes en el análisis del riesgo. Adicionalmente es importante tener presente que para cada contrato pueden aplicar pólizas de garantía diferentes, por lo que no puede ser una cláusula determinada, sino pertinente al negocio jurídico que requiera llevar a cabo.
En relación con las pólizas de garantía es pertinente tener presente que en términos generales, quien tiene la carga contractual de la expedición y pago de las pólizas de garantía siempre será quien ejecute el contrato o el contratista, toda vez que quien asume el riesgo de un posible incumplimiento por diferentes aspectos dependiendo del objeto contractual es el contratante, para el caso que nos compete la Compañía de Jesús. En tal sentido el contratista deberá garantizarle al contratante el cumplimiento del 100% de las cláusulas contractuales pactadas, toda vez que en caso de configurarse o generarse un riesgo quien sufre el perjuicio es el contratante (Compañía de Jesús).
En relación con los Impuestos asociados al objeto contractual y tipo de contrato, se debe tener presente que en el contrato debe quedar claramente determinada esta obligación a la parte que corresponda de acuerdo con lo dispuesto en el Estatuto Tributario y demás normas que regulen la materia.
Si bien los contratos son un acuerdo de voluntades y las partes de manera libre pueden pactar las cláusulas que consideren pertinentes, no todo puede aceptarse, porque pierde la naturaleza y la eficacia que se busca en cada instrumento jurídico, por ejemplo: Si dentro del contrato se debe cobrar el IVA, este es un impuesto que está a cargo, en términos generales, del contratista o comprador. En tal sentido se sugiere que previo a realizar un negocio jurídico, se debe realizar el análisis económico del contrato y antes de establecer el valor de un bien o servicio, se deben tener presente los impuestos e incluirlos en cada propuesta o en la aceptación de la propuesta
o la oferta que realice la Compañía de Jesús, de lo contrario si la Compañía se compromete a asumir todos los costos, terminaría obligándose con cargas tributarias que no le corresponden, generando con ello un desequilibrio económico y financiero del contrato.
Lo mismo ocurre, con las retenciones que se deban practicar sobre los pagos realizados al contratista, el pago de aportes a seguridad social y personas a cargo del contratista para la ejecución del contrato, ente otras. Estas obligaciones deben quedar claramente determinadas para las partes desde el momento que se haya estructurado el contrato y así evitar reclamaciones posteriores.
La Compañía de Jesús, desde la Oficina de Asistencia Jurídica, viene trabajando en la estructuración del Manual de Contratación, con el fin de ser aplicable en todos sus aspectos a nuestros contratistas, proveedores, obras y demás interesados, el cual servirá de guía en la gestión y orientación de las actividades contractuales de carácter civil y comercial, garantizando que la adquisición de bienes y servicios, así como la contratación y ejecución de las obras civiles, se realicen con los más altos niveles de calidad, eficiencia y efectividad.
En atención a lo anterior, la gestión contractual, se ha venido desarrollando con base en las disposiciones contenidas en el Código Civil Colombiano, Código de Comercio, los decretos reglamentarios y demás normas que las adicionen, modifiquen o sustituyan, de acuerdo con la misión y el carisma de la Compañía.
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avanzamos juntos: mejoras aLcanzadas en La gestión financiera
El año pasado fue un período de grandes avances para la gestión financiera de la Compañía de Jesús. Gracias al trabajo comprometido del equipo hemos dado pasos importantes para fortalecer nuestra sostenibilidad y hacer un uso más eficiente de los recursos que nos permiten cumplir con nuestra misión.
Entre los logros más significativos se encuentran:
1. Un presupuesto más claro: Ahora contamos con un presupuesto mensualizado que nos permite comparar el desempeño anual, trimestral y mensual de manera más precisa, lo que facilita la toma de decisiones a tiempo.
2. Mejor gestión de nuestro dinero:
- Hemos estructurado un proceso más eficiente para administrar el flujo de caja.
- Negociamos con bancos aliados como Caja Social y Davivienda para mejorar las condiciones de nuestras cuentas, logrando desde mejores tarifas, hasta el pago de intereses por saldos que antes no generaban ingresos.
3. Invertimos mejor y pagamos menos:
- Estamos finalizando una actualización integral de nuestra política de inversión para asegurar que nuestros recursos trabajen de manera más eficiente.
- Negociamos una reducción en las comisiones de inversión con BTG Pactual, lo que se traducirá en importantes ahorros.
4. Construimos relaciones más fuertes con los Bancos:
- Logramos que Caja Social nos asignara un gerente corporativo para atender nuestras necesidades.
- Estamos unificando las condiciones con bancos clave para garantizar equidad en las tarifas y servicios que recibimos.
Estos avances reflejan nuestro compromiso con una administración responsable y transparente de los recursos. Aunque todavía hay retos por delante, como consolidar nuestras cuentas bancarias y poner en marcha nuestra nueva política de inversión, estamos avanzando en la dirección correcta.
Gracias a todos los que hacen posible este trabajo. Su confianza nos inspira a seguir mejorando y asegurando que cada decisión financiera contribuya a nuestra misión.
Cumpleaños de jesuitas en enero y febrero
2 Javier González
3 Luis Felipe Navarrete
7 Gerardo Villota 9 David Sánchez
Miguel Rozo 13
Carlos Maximiliano Fernández (MEX)* 21 Guillermo Cardona
Antonio José Sarmiento 23 Mario Fernando Cabal 25 Ricardo Delgado
Johnatan Muñoz 27 Andrés Nicolás Díaz 31 Byron Felipe Ibarra 2 Iván Restrepo 7 José Leonardo Rincón
Rafael Villota 9 Víctor Martínez
Marcos Augusto Gutiérrez
Guillermo Cabello
José Adolfo González
Germán Neira
Roberto Caro
César Javier Uribe
Luis Miguel García
Benhur Navarro 17 José Gabriel Gómez 18
Fabio Cifuentes
Luis Raúl Cruz
Rodrigo José Villanueva 23
Diego Andrés Cristancho
Enrique Julio Delgado
Un espacio para soñar juntos nuestra misión
Un sábado al mes de 11:00 a.m. a 12:30 m.
En vivo por Jesuitas Colombia
Sábado 15 de febrero 2025
Año Santo: Peregrinos de la Esperanza
¿Qué significa la invitación a vivir un año santo en clave de esperanza?
Ponente
Hermann Rodríguez Osorio, SJ
Provincial de la Compañía de Jesús en Colombia
Comentaristas
María José García
Dir. Servicio Jesuita de Refugiados en Norte de Santander
Omar Fredy Pabón, SJ
Párroco de la parroquia Nuestra Señora de la Macarena