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(fundado en diciembre de 1975) Editado por los Agustinos Recoletos Provincia de Santo Tomás de Villanueva Nº 142 junio 2006
Fotografía Del Archivo y Álbum personal Maquetación Hermanos Medina Impresión Editorial Imprenta Santa Rita Monachil (Granada) Depósito legal GR-115-1998 C/ Briones, 26 28042 Barajas, Madrid Teléfono: 91-748 00 11 - Fax: 91-748 01 97 E-Mail: curtomas@oarecoletos.org E-mail revista: antenainformativa@oarecoletos.org E-mail: curiaprovincial@satovi.org
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CARTA DEL P. PROVINCIAL Saludos y Recuerdos
FAMILIA
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Por aquellos pagos Momentos inolvidables
SEMINARIO
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Vamos p´alante Noviciado y Teologado
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¿Quién era Marcelino...? Pero, ¡este hombre! Tan cerca de tí La vida de tu vida Granada recuerda al P. Marcelino Caminando juntos Amigo
13 13COMUNIDAD Biografía en brasileño
Redacción Jesús Cerezal Fernández (Director) Antonio Carrón de la Torre Colaboran en este número P. Provincial,, Dña. María Aurora Rodríguez, Familia Álvarez Rodríguez, P. José Mª Garde, P. Acacio Pinto, P. Sebastián Olalla, P. Julián Hernández, P. José Álvarez, P. Jesús Cerezal, P. Antonio Carrón, P. Juan Antonio González, P. José Miguel Fernández, P. Alfredo Arce, Don Cristóbal Piñar, Don Eduardo de la Plaza, Don Gustavo Romero, Don A. Jesús Gil, Don Manuel F. Martín, Dña. Loreto Martín-Moreno, Maider y Vicky, Dña. Josefina X, Catequistas Santa Mónica, Don Adolfo Martínez, Don Domingo López, Don Ignacio Jiménez, Don Javier Redondo, Don Manuel Pedreira, Don Javier Ruano, M. R. P. General, Hna. María Paz Martín, P. Manuel Prados, P. Miguel Ángel Hernández, Don Jose A. Lechuga, Don Joaquín Alvadalejo, P. Rodolfo V. Pérez, Don Jorge Cevallos y Don José Ramón José Ramón Guzmán.
En tono diferente...
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COLEGIO SANTO TOMÁS
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Un maestro auténtico En el recuerdo In Memoriam Gracias por tu entrega Nunca olvidaré...
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BOLETÍN INFORMATIVO PROVINCIA SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA
SALUDO DEL DIRECTOR:
Sumario
ANTENA INFORMATIVA
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PASTORAL
36 38 39 41
Desde el recuerdo Muy cercano Cantor del cántico nuevo Cuando un amigo está lejos
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Pabellón, lugar de crecimiento
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Al P. Marcelino Un minuto de silencio No somos nadie Dedicó su vida a los demás Mis charlas con Marcelino Palabras de aliento
42 42DEPORTE Escuela de vida
45 45TESTIMONIOS Desde Motril
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GOBIERNO
54 56 57 58 60
Fiel y entrañable amigo Se sabia peregrino ¡Adios, hermano! De repente Sencillo y Ciudadoso...
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P. Marcelino y la Fraternidad seglar
DE LA FRATERNIDAD SEGLAR 61 61RINCÓN ... Y la familia GALERÍA DE FOTOS Para el recuerdo
Queridos lectores de «Antena Informativa»: El presente número de nuestra revista es extraordinario, en cuanto al contenido se refiere. Bien sabe Dios que me duele tener que presentarlo, porque he de comunicaros que está dedicado a un hermano que se ausentó, gran amigo y mejor religioso, con quien he compartido muchas horas de trabajo y vida. Juntos hemos rezado, viajado, trabajado y vivido... En mayor o menor medida todos los que colaboran en este número han sentido de cerca el calor, la amistad y la grandeza de nuestro padre provincial, Marcelino Álvarez Rodríguez, que en hora temprana fue llamado por el Padre para recibir la recompensa. Cada cual a su manera ha querido testimoniar su admiración y cariño por él. A todos, en nombre de la familia Álvarez Rodríguez y de la provincia Santo Tomás de Villanueva, O. A. R., nuestro agradecimiento, porque sabemos reconocer la verdadera amistad y el cariño que en todas las colaboraciones se respira para con él. No pretendemos, de ningún modo, hacer un panegírico fúnebre de su recuerdo, que a él nada le hubiera …como rosa de suave olor gustado; tampoco
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En tono diferente...
desgranar sus grandes cualidades de pedagogo, amigo, maestro, músico, y buen religioso…, cualidades con las que el Señor le dotó y él puso al servicio de quienes tuvimos la suerte de encontrarle en nuestro camino. Queremos, solamente, recoger algunas de las múltiples manifestaciones que, espontáneamente, nos han hecho llegar quienes, como nosotros, le conocieron y sienten la necesidad de reafirmar el testimonio de su presencia entre los que quedamos, por si su legado nos sigue ayudando… Este será el tono que encontraréis en los relatos, semblanzas y artículos del presente número: recuerdos y manifestaciones de cariño que cada uno de los colaboradores le han dado a su trabajo. Son sollozos del corazón, expansión de sentimientos, gratitud acumulada y admiración reprimida mientras le tuvimos a nuestro lado y que hoy se hace homenaje y canción para nuestro querido hermano, profesor, guía, amigo y compañero. El Director P. Jesús Cerezal Fernández
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Carta del P. Provincial
Saludo y recuerdo
Queridos hermanos: Paz y esperanza en el Señor. Sirvan estas líneas para saludaros y unirme en vuestra oración por el eterno descanso del P. Marcelino. Ante el desconcierto que sufrimos en un primer momento al conocer la noticia, más tarde la aceptación de la cruda realidad, realidad dura y esperanzadora, y finalmente aceptando la voluntad de Dios en sus designios insondables, quisiera reflexionar en voz alta con vosotros. Ha pasado ante nuestra vida una persona cabal, un hombre bueno en el mejor sentido de la palabra. Hemos conocido un maestro en la tarea de vivir comprometido con Jesús y con los hermanos. Maestro en el arte-ciencia de educar a la infancia y juventud, no necesitando imponerse por la fuerza, sino por la autoridad moral y cariño hacia sus alumnos. ¡Qué rastro tan profundo ha dejado en muchas generaciones de granadinos!. ¡Cómo recuerdan y valoran a su «cura»!. Maestro en alegrar la vida de los demás empezando por los hermanos de casa; su entusiasmo vital contagiaba sobre todo en las sobre mesas de los días de fiesta y cumpleaños tocando la guitarra y cantando; su conversación en las recreaciones, su acompañamiento en el deporte... Maestro en la siempre difícil tarea en el ejercicio de la autoridad. No ejercía movido por el poder
Como las flores del campo.
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sino por el servicio a los hermanos; escuchaba sin prisa, planteaba las cuestiones en sus justos límites, aconsejaba con tino, animaba siempre, soportaba con paciencia las contrariedades... Hemos disfrutado de la presencia de un hombre bueno, de su calidad humana, de su cercanía, de su sentido fraterno de familia, de su amistad. Vivimos en unos tiempos de cambios rápidos y profundos donde junto a grandes logros en el orden tecnológico, de comunicación y de reconocimiento de derechos humanos, surgen nuevas formas de esclavitud y aislamiento que afean la humanidad. Pues bien, en todas las épocas de la historia, Dios suscita personas que manifiestan uno de sus múltiples rostros que indican el camino de servicio a los hombres. Me atrevería a decir que el P. Marcelino con su vida nos está señalando que el camino para construir la nueva humanidad pasa por la cultura del amor, por ser personas de comunión, por ser maestros y expertos en comunión. Desde este momento y hasta el próximo capítulo, según nuestras leyes, asumo la responsabilidad y me pongo a vuestro servicio como prior provincial. En unión fraterna, Madrid, 9 de abril de 2006 Alfredo Arce Medida Prior Provincial
pagos...
aún resuena su voz, y seguirá sonando, mientras el campo aguante Desde la distancia que ponen los años, y con el calor de la infancia compartida, Aurora, prima de Marcelino, nos regala algunos recuerdos llenos de emoción y ternura, envueltos en regionalismos. A Marce siempre le gustaron los pueblos, especialmente el suyo; uno de montaña muy pequeño que cuando jugábamos al escondite lo recorríamos varias veces de cabo a rabo. Se llama Castro de la Lomba, elevado sobre un pico rocoso y con el río Omaña por sus pies. Nosotros fuimos los «medianos» de una extensa familia; éramos muchos entre primos y vecinos. Un verano fui objeto de las «picias» de un chico que me traía mártir, Marce se ocupaba en defenderme….. «Déjala, no le tires del pelo» y como Marce era más corpulento el otro desistía, así que descubrí el truco para salvar la cabellera y opté por no alejarme mucho del primo defensor. Supongo que sería pesado llevar una niña enclenque detrás pero nunca se quejó: Marce no se quejaba nunca y sonreía siempre. En el pueblo se trabajaba mucho con las ovejas, con la burra a por la ropa al río, a por la leña… y se comía también mucho. Recuerdo los desayunos con patatas sazonadas, leche migada, la miel, la mantequilla; ésta se obtenía con aquella «maravilla de la técnica» la mazadera que el abuelo trajo de la Coruña, instalada en la bodega; la cocina vieja, la silla de la abuela….. Recuerdo el alboroto de la casa, el lío de gente fija y mediopensionista ( abuelos, tíos, primos, el cura y la maestra), las carreras por el pue-
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Por aquellos
Familia
Los padres de Marcelino, Jesús y Alcides.
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FAMILIA Por aquellos pagos... blo, los «calechos» después de cenar en la fábrica de la luz con Marga jefa de la guardería cantando a la vuelta; y cada verano alguno más a la mesa..... Marce, sus hermanos y el bueno de tío Jesús trabajaban duro en el pueblo y al final del día el sonido de la esquila, el olor a vaca, el ordeñe tardío, los rosarios con letanías interminables, la risa floja y las monsergas del abuelo. Luego murió su hermano Teo, y Marce se fue a estudiar -¿estás estudiando para cura?y él sonreía y no contestaba. Las primas fuimos a verle a Martutene y siempre le encontrábamos jugando al fútbol ¡Ten cuidado que aquí los meten a todos curas! Aguantó nuestras bromas con paciencia y buen humor. Y Marce se ordenó; fuimos todos, comimos y cantamos y la tía Alcides, su madre, que La siega.
Fue joven de sonrisa franca.
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cantaba alto pero no muy bien aquel día cantó mejor que nadie. Y pasó a ser Marcelcura, todo junto y de Una Vez. Luego el trabajo, la vida, recuerdo Granada, conocí el colegio, más bien el campo de deportes... Y cada verano, el pueblo; está tú primo el cura jugando a los bolos ¿Marce, te quedas a comer? Era una delicia invitarle, todo le venía bien con las charlas de sobremesa y las caminatas por el monte, las misas y celebraciones, los planes….
« Podemos hacer un museo etnográfico en el pajar de Cándido» ... El arreglo de la Iglesia. El último verano con voluntarios trabajaron preparando la pared, sacando las piedras y poniendo la «cancilla» nueva en el pórtico... «el año que viene, dijo Marce, volveremos para terminar y arreglar el coro»... ¡Cuánto disfrutaba en el pueblo y cuánto le gustaba regresar!. El próximo verano Marce no estará por los caminos de Omaña, y yo recordaré su última conversación » volveré a la enseñanza»... Y siempre lo hizo: nos enseñó con su estilo de vida, su sencillez, su alegría y su conformidad que se puede ser feliz con bastante poco: una guitarra, un bastón y una mochila llena de comprensión y bondad. Porque Marce era un hombre bueno y su recuerdo siempre quedará en estas montañas… Y en el pueblo que tanto quiso. Mª Aurora Rodríguez García
momentos
inolvidables... Querido Marce: Hermano, tío, primo, sobrino; en estos días tan duros para nosotros y tan felices para ti, queremos hacer un pequeño recordatorio de los muchos momentos inolvidables que hemos vivido contigo. A nosotros nos sirve de consuelo y estamos seguros que algunos acentuarán tu sempiterna sonrisa y otros te harán reír abiertamente.
6 de Octubre de 1946 En tu querido Castro fuiste un niño alegre, tranquilo, bonachón, ayudando en los trabajos y disfrutando de ese río, «tu río», en el que tantas y tantas veces te bañaste. Oír su rumor desde casa al
Su primera misa en Castro, a la llegada a la Iglesia.
amanecer y a la puesta del sol era «glorioso», dijiste no hace aún tres meses. Luego el Colegio, y ya solo te veíamos en vacaciones, pero ¡cómo las aprovechábamos!. Se trabajaba mucho, es cierto, era la época de recogida de cosechas. ¿Recuerdas cuando íbamos, muy temprano, a segar cantando y dando voces para despertar a todo el pueblo?. ¡Cuántas bromas nos gastábamos unos a otros! ¡Cuánta alegría!. Con los años cada vez que nos reuníamos recordábamos las anécdotas divertidas y tú eras el que más reía.
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Marcelino:
Familia
25 de Julio de 1971 Creemos, sin temor a equivocarnos, que después de la Ordenación en Monachil, el día más importante de tu vida: TU PRIMERA MISA EN CASTRO. Era el día de Santiago, patrono del pueblo. Saliste de casa, la puerta adornada con arcos, y llegaste a la iglesia, también llena de arcos y flores que habíamos puesto la víspera, montado en un borrico y rodeado de toda la familia, vecinos, amigos y gentes de la comarca que querían estar contigo. A esos pueblos ibas todos los veranos a decirles la misa los domingos. Tuviste en el altar, además de compañeros, al Padre José -para nosotros, tío José- que te hizo la homilía.
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FAMILIA Momentos inolvidables... ¡Qué orgulloso estaba! Y ¡cómo nos sentimos todos!... Como es costumbre en nuestra familia, cantamos y cantamos, que es como mejor sabemos expresar nuestra alegría. Hombre, alguna lagrimilla también se vió, ya sabes, la emoción... y las coplas de la salida como es costumbre. ¡¡Qué día!!. Has casado hermanos, sobrinos, primos, amigos; bautizado a sus hijos. En esos momentos tan alegres, tú los hacías aún más entrañables; y en los días tristes, que también los hemos tenido, contigo llegaba la calma, la serenidad, la aceptación, el alivio... A lo largo todos estos años había unas fechas señaladas, intocables, que nadie quería perder y que
6 de Abril de 2006 Ese día no era una de nuestras fechas. Todos querríamos haber estado contigo pero Dios lo dispuso de otra manera. Consuela saber que te habrán recibido con gran alegría y con el mismo cariño con el que te despedimos. Seguro que sabias que mucha gente te apreciaba, pero no podías imaginar cuánta, ni lo arropados que nos hemos sentido en estos momentos tan difíciles. Marce, el vacío que dejas es muy grande pero, como tu dirías, hay que seguir adelante unidos…
Dando la comunión a sus padres, en la boda de uno de sus hermano
Con sus hermanos, en el 25 aniversario de su ordenación
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se programaban con mucho cariño: sabíamos que venías. Agosto, Año Nuevo, San Blas, siempre lo mismo y siempre tan emotivo: hay que limpiar la iglesia, quién hace las lecturas, quién lleva las ofrendas, qué cantamos... Tu misa, tu homilía, el recuerdo y una oración por los que ya no estaban.. La comida y luego tu guitarra. Hacíamos el recorrido a nuestro cancionero, ¿cuántos pajaritos reunió San Antonio?, nunca estaban todos, pues... a empezar otra vez, hasta que, entre risas, lo dejábamos por imposible. ¡Qué recuerdos!, ¡Cómo nos gustaba estar juntos¡ ¡Cuánto disfrutamos¡
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Tus hermanos y sobrinos.
¡Vamos p´alante!
¡Vamos p´alante! Es el grito de ese entusiasta deportista que nunca se da por vencido. Es el grito que quise escuchar a Marcelino, cuando apenas tenía quince años y jugaba al futbol en aquellos campos de Martutene. Es el grito, la voz, la frase que ha llevado consigo y que nos ha gritado toda su vida y se ha ido con ella a la otra vida. Marcelino cayó fulminado en espera de que el semáforo se pusiera verde al lado de una oficina de servicio Expres. Eran las 10,50 horas del día 6 de abril cuando se encaminaba a celebrar la misa de las 11 horas en la parroquia de Santa Mónica de Madrid. ¡Misterios de Dios!: a la espera de un semáforo verde y junto a una agencia de servicio urgente e inmediato…
Conocí a Marcelino cuando era un adolescente (15 años). Era persona reflexiva, callada, sencilla, compañero de sus compañeros; yo diría que un poco tímida. Estaba cursando su año cuarto de la carrera religiosa-sacerdotal, en el colegio apostólico de Nuestra Señora de la Consolación, (Bº. de Martutene). Lo estoy viendo jugar al futbol de delantero centro; puesto en el equipo donde los remates de cabeza son el principal distintivo de un punta, punta o como llaman los antiguos nato. Cabeza que por cierto tenía muy bien amueblada, como dicen hoy día. Cabeza que, por otra parte, daba frutos muy inteligentes. Sus calificaciones eran extraordinarias y su sensatez era notable. Mar-
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Seminario
celino era responsable como una persona adulta. Siempre sin olvidar el grito: ¡Vamos p´alante! Viví con él en la comunidad del colegio Santo Tomás de Villanueva en Granada. Éramos jóvenes. Marcelino destacaba por ser religioso entusiasta, participativo y muy comunicativo. Su tranquilidad en las reuniones comunitarias era encomiable; su participación comedida y acertada y su juicio era escuchado, por lo menos por mí, con suma atención. Tengo que señalar su papel de animador de la comunidad. En esos momentos de esparcimiento y recreación se transformaba. Agarraba su guitarra y como decía un religioso de la comunidad se asemejaba a «Pepe el Habichuela», gran guitarrista del tablao flamenco. No tenía prisa. Poco a poco, iba desgranando e interpretando lo que llevaba dentro: humor, alegría, paz y el deseo de animar a todos los que vivíamos con él. Tengo todavía en mi retina la imagen de Marcelino afeitándose bajo un puente al pie de la «Santiña» (Virgen de Covadonga). Después de haberse desperezado, colocó su espejo y antes del afeitado, cantaba a la naturaleza y al Creador. Pasaron los años y he vivido con él en esta curia provincial. Viajero incansable, c o n ve r s a d o r discreto y animador de los momentos gozosos y felices de esta comunidad. Quisiera, Marcelino con sus compañeros en el colegio de St. Rita para terminar, destacar una gran cualidad (no se fijen en los términos que voy a emplear): Escuchador infatigable. Así veo y vi a Marcelino en mi vida. Pero siempre con ese grito, muy significativo: ¡Vamos p´alante! José Mª Garde
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A la memoria de Marcelino Noviciado y Teologado
El día 19 de septiembre de de sosiego en la habitación se El P. Acacio Pinto García, 1966 ingresamos al noviciado cambiaron por tiempo de traen Monachil (Granada) ocho bajo de limpieza en la huerta compañero de curso y amigo jóvenes, llenos de expectativas. y los jardines. Los teólogos, además de hermano, pone Entre ellos Marcelino. Los entonces vestidos de «santo voz y letra a algunos recuerocho terminamos el noviciado hábito» sentían envidia de los dos de los años de noviciado novicios que íbamos vestidos un año después e hicimos la profesión religiosa por un pede chandall, excepto en los y de facultad de Teología. ríodo de tres años. Nuestro actos comunitarios. maestro fue el P. Eugenio GaRecuerdo dos situaciones llástegui, que pronto comenzó a llamarnos a todos anecdóticas vividas en nuestro noviciado. La pri«Canutos» o en singular, cuando se refería a uno en mera tiene que ver con el fútbol, gran afición de particular. Marcelino. En nuestra programación de actividaNo nos resultó fácil adaptarnos al nuevo siste- des estaba incluido un partido de fútbol los dominma de vida. Era muy diferente al del seminario de gos en la mañana. Se jugaba en el frontón de los «Santa Rita» , en San Sebastián. Tantas horas en la novicios. Éramos ocho, cuatro contra cuatro. El habitación se nos hacían eternas. Marcelino no fue problema era hacer los equipos. Un novicio quería ajeno a esta experiencia, aunque cada uno la vivió ganar siempre y para ello tenía que jugar siempre con mayor o menor intensidad. Nuestro maestro con el mejor. Sin duda alguna éste era Marcelino. pronto se percató de la situación y muchas horas Pero a la vez no quería jugar contra dos compañe-
Equipo del curso, los mejores
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ros. La razón: uno empujaba mucho, el otro carecía de técnica futbolera. Total que después de largas y acaloradas discusiones los equipos eran siempre los mismos: uno, los cuatro más altos y fuertes, y el otro, los más bajos y débiles. Ni aún así ganaban siempre los primeros.
Camino de la facultad de Cartuja.
Para unos jóvenes, pletóricos de energía física, como nosotros, un partido de fútbol a la semana nos parecía poco. Así que, a hurtadillas del maestro, organizábamos cada jueves otro partido. El Padre maestro ese día se pasaba casi toda la mañana confesando a las novicias mercedarias de Cájar. Nos ponía una tarea: limpiar los jardines de la fachada del convento. Bautizamos dicha tarea con el nombre de «La vuelta al ruedo». La ejecutábamos a un ritmo vertiginoso. Después el partido de fútbol hasta un poco antes de la llegada del P. Eugenio, que en más de una ocasión llegaba antes de lo acostumbrado y nos sorprendía en el juego. Nunca nos
recriminó por ello. Algunos de los novicios sentían remordimientos en su conciencia porque este partido no estaba dentro de la programación. Marcelino, muy abierto, decía: «A Dios y al maestro de novicios les gusta la alegría de los jóvenes y además divertimos a los teólogos que vivían en las habitaciones que dan a nuestro frontón, porque dejan un rato sus pesados libros de teología escolástica para ser espectadores de nuestros emocionantes partidos. Así que no hay problema. ¡A jugar!». La otra anécdota tiene que ver con la escucha de la radio. Nuestro noviciado coincidió con una guerra entre judíos y árabes. Después de la cena y antes de los últimos rezos comunitarios de la noche nuestro querido maestro nos acompañaba en la sala de recreo con el transistor. Junto a él escuchábamos las noticias de la noche. Casi todas tenían que ver con la guerra, que a nosotros no nos interesaba demasiado. Al final del noticiero daban noticias deportivas. En ese momento el P. Eugenio apagaba el transistor y nos hacía sus propios comentarios sobre la guerra. Os podéis imaginar la gracia que nos hacía. Casi todos nos retirábamos, pero Marcelino se quedaba escuchando los sabrosos comentarios del Padre maestro. Terminamos el noviciado, hicimos la profesión religiosa y comenzamos los ocho en el estudio de la teología. Todos los teólogos comenzamos a estudiar en la Facultad de Teología de la Cartuja. Ese año nos juntamos centenares de estudiantes: los de las diócesis de Granada, Guadix, Almería, Málaga, Jaén y Murcia, además de los jesuitas, carmelitas y trinitarios. Nuestro primer año era selectivo, debíamos sacar un promedio de 7 puntos para pasar a la licenciatura. Marcelino fue el mejor de los nuestros y uno de los mejores de todo el curso. Siendo teólogos nos iniciamos en las primeras experiencias pastorales con la catequesis de niños y
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SEMINARIO Noviciado y Teologado
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SEMINARIO Noviciado y Teologado jóvenes. Marcelino inició sus experiencia con jóvenes del barrio de Monachil, Cájar y Huétor Vega. Los sábados y domingos le veíamos con su guitarra rodeado de jóvenes de ambos sexos. Era muy querido por los jóvenes y admirado por sus dotes intelectuales, por su entrega y sentido de escucha, diálogo y comprensión. En la convivencia comunitaria fue siempre ejemplar: buen compañero, solidario, trabajador, siempre anteponía el bien común al propio y ajeno a la crítica y murmuración. Dotado de un agran personalidad y preparación, siempre tenía iniciativas innovadoras en la oración para no caer en la rutina. Durante varios años dirigió los cantos litúrgicos en las celebraciones. Esto exigía horas de ensayo y fue admirable por la paciencia que nos tenía a los que no nos gustaba mucho la música o desafinábamos. También de estos años recuerdo algunas anécdotas vividas a su lado. Un sábado al mes salíamos a pasear por la sierra. Íbamos por grupos. El nuestro era el más numeroso y nuestros paseos eran largos. Debíamos llevar suficiente comida para todo el día. Marcelino cargaba sobre sus espaldas el macuto más pesado. Nunca hubo por su causa ninguna discusión. Cuando por cualquier causa surgía
Misa de ordenación sacerdotal.
algún altercado siempre mediaba para apaciguar los ánimos exaltados. También, siendo teólogos, jugábamos muchos partidos de fútbol. Ahora era ya en el campo de
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fútbol. Era muy técnico, jugaba de delantero. Casi siempre un compañero de curso, (Nemesio), mucho más bajo que él. En los balones aéreos, Nemesio le desplazaba con un sutil empujoncito. Marcelino a veces se sonreía y le decía al defensa: «está bien que me empujes alguna vez, pero no tantas». A lo cual contestaba Nemesio dándole una palmadita cariñosa: «Macho, aguanta». o «a la próxima haré lo mismo». Marcelino respondía con una solemne carcajada. Detalles como éste manifiestan cual era el temple sereno de este gran religioso, compañero y amigo. Finalizo diciendo que el 4-07-1971 nos ordenamos seis de los ocho que iniciamos el noviciado y teologado. Marcelino estuvo presente en mi Cantamisa el 18-07-1971. El predicador asignado para la celebración era Jesús Cerezal. Como se acercaba la hora y el predicador no se hacía presente, le dije a Marcelino: «si no llega Jesús, tendrás que predicar tú». Recuerdo que me contestó: «ábreme la puerta del huerto de tu casa para que en el silencio del lugar y el verdor de las verduras, que han sembrado tus padres, me viene alguna idea». Al fin llegó el predicador y no hubo necesidad de improvisar la homilía. Justamente una semana después estuve yo en su cantamisa. El día anterior había llovido en su pueblo, Castro de la Lomba, y las calles estaban llenas de barro. Siguiendo las costumbres de su pueblo, acompañado de un her mano, Marcelino y algunos jóvenes de Monachil que fueron a su cantamisa, fuimos a casa del P. Pío Peláez, trajimos una borrica y en ella montamos a Marcelino, que hizo el viaje desde su casa hasta la Parroquia a lomos de la pollina. P. Acacio Pinto
Biografía
Hagamos el elogio de los hombres de bien, de la serie de nuestros antepasados; grande gloria les repartió el Altísimo, los emgrandeció desde tiempos antiguos (Eclesiástico 44,12)
de Fr. Marcelino Álvarez Rodríguez AGOSTINIANO RECOLETO
Reseña biográfica fue hecha por el P. Sebastián Olalla, prior del seminario Santo Agostinho en Maringa, Brasil, para ofrecérsela a nuestros seminaristas que se forman en el citado seminario. Fr. Marcelino Alvarez nasceu no dia 6 de outubro de 1946 na pequena cidade de CASTRO DE LA LOMBA da Província e diocese de Leon – Espanha. Filho do casal Jesus e Alcedes, camponeses que formaram uma família numerosa. Com apenas 13 anos ingressou no seminário menor da Província de Sto. Tomás de Vilanova da Ordem dos Agostinianos Recoleto na bela cidade de S. Sebastián. Neste seminário cursou 1º e 2º Grau. O curso de Filosofia o fez no seminário de Santa Rita da mesma Ordem na mesma cidade. O seminarista Marcelino sempre se destacou por ser um aluno brilhante nos estudos, sério y responsável nos seus trabalhos, excelente esportista, principalmente no futebol que era o esporte mais praticado no seminário, brincalhão no trato, bom colega, boas qualidades artísticas para o teatro, para a música tanto na voz, como nos instrumentos de teclado e violão. Seu temperamento tranqüilo, sereno, e ao mesmo tempo brincalhão fez dele um excelente colega e companheiro. Com este estilo de vida y no ambiente do seminário foi consolidando sua vocação para a vida religiosa e sacerdotal. Ingressou no Noviciado do convento de Nossa Senhora do Bom Conselho de Monachil (Granada) no ano de 1966 e fez a profissão no mesmo convento aos 20 de Setembro de 1967.
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Comunidad
Os estudos de teologia foram no mesmo convento e na faculdade de teologia da Cidade de Granada onde obteve o bacharel em Teologia e na Escola de Magistério Pe. Manjón o título de magistério, professor de 1º Grau. Foi ordenado de sacerdote na igreja do convento de Monachill aos 4 de Júlio de 1971. No ano de 1987 obteve o mestrado em Psicologia na Universidade de Granada. Seu primeiro destino foi como professor e formador do Seminário menor de S. Sebastián (19711973), porem a maior parte de sua vida religiosa e sacerdotal foi na educação no Colégio de Santo Tomás de Vilanova de Granada (1973-1998) até que foi eleito Prior Provincial da Província de Sto. Tomás de Vilanova (1998-2006) Fr. Marcelino foi um religioso agostiniano recoleto educador de crianças, adolescentes e jovens de dedicação y entrega total, sem descanso. Esse educador sempre com e ao lado do aluno tanto na sala de aula, na capela, nos campos de esporte de futebol, basquete, handebol, vôlei, natação; pelas montanhas de Sierra Nevada, nos acampamentos de verão, no banco de treinador e de técnico, como na prática do esporte sendo mais um colega de jogo. Todo um pai, mestre, amigo, colega, irmão; de talante sério, alegre, brincalhão, atento, sem olhar para o relógio, a tempo completo, tempo total.
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COMUNIDAD Biografía Seus dez últimos anos, mais ou menos, lhe correspondeu estar na direção do Colégio de Santo Tomás de Vilanova, prior da comunidade educativa agostiniana recoleta deste colégio e de Provincial da Província de Sto Tomás de Vilanova. Anos de direção e de governo em tempos nada fáceis para a educação nos colégios e para o governo dos religiosos. Fr. Marcelino seguiu sua pedagogia de sempre: presença e proximidade. No era amigo de grandes discursos e protocolos porem muito amigo de estar presente e também a tempo total com os religiosos espalhados em quatro áreas muito distantes –Espanha, Brasil, Argentina e Venezuela- e em ministérios muito diferentes: seminários, paróquias, igrejas e capelas dos mais diversos apostolados e pastorais, colégios, missões, etc...Grandes foram para ele e para todos nós os desafios, porem Fr. Marcelino sempre deixava escapar palavras simples de ânimo e esperança; gestos de amizade e confiança, sinais de uma fé profunda no Senhor da messe, de amor pelo Reino de Deus e de santo orgulho de seus religiosos que trabalham na seara do Semeador. No que ao nosso seminário de Santo Agostinho se refere, Fr. Marcelino foi o Pe. Provincial que esteve sempre presente desde seu cargo: no projeto, na construção, na inauguração e nos primeiros passos deste seminário. A sua primeira visita a Maringá foi com motivo de saudar e apresentar o projeto do seminário para Dom Murilo, arcebispo de Maringá junto com todo o conselho do Vicariato de Santo Tomás de Vilanova –Ano 2001-. No mês de Abril do ano 2003 fez uma visita fraterna para conhecer a vida do seminário, os seminaristas e o andamento das obras do novo seminário. Ele esteve presente na inauguração e bênção
Vista aérea del Seminario
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do seminário e capela no dia 05 de dezembro de 2003. A última visita foi mais oficial, a chamada visita de renovação, aos religiosos, era o mês de julho de 2004. Nesta visita na sua mensagem final escrevia para nós os religiosos da comunidade deste seminário: «A vosotros os há correspondido protagonizar este projeto que já podemos considerar encaminado, aunque el camino formativo e de promoción vocacional em estas nuevas condiciones, apenas acaba de comenzar. Constituye um desafio y uma gran oportunidad y la fuerza de la unión ante el desafio. Con mi agradecimiento e felicitación por la labor realizada hasta aquí, con la confianza en Dios y en vuestro espíritu religioso, os invito a afrontar este momento con la alegria e prudencia de quien camina, la decisión humilde de quien sirve y la fraterna colaboración de hermanos». Y no seu «Informe Provincial» para o próximo Capítulo no item dedicado ao Vicariato de Brasil no parágrafo final das observações gerais: letra e) escreve: «La comunidad y Seminário San Agustín de Maringá debe ser em los próximos años um centro de irradiación de nuestro carisma que enriquezca la Iglesia em Brasil e em toda la província». A morte lhe surpreendeu hoje mesmo, assim, de repente, em pleno serviço de prior provincial, quando já estava para terminar seu mandato, no dia 06 de abril. A morte nos deixa órfãos desse pai especial, com saudades de esse bom amigo e colega. Descanse em paz e receba o prêmio merecido pela sua vida consagrada agostiniana recoleta neste Ano Missionário Agostiniano Recoleto para seguir, lá nos céus, missionando a Deus. P. Sebastián Olalla del Río
era
«Toda la fecundidad de la vida religiosa depende de la calidad de la vida fraterna en común» (Juan Pablo II)
Marcelino
y cómo era...?
Que, ¿quién era Marcelino? Todos lo sabemos, conociendo su DNI. Pero… ¿cómo era «nuestro» Marcelino?. Habiendo convivido durante veintidós años en la misma comunidad… él era profesor en el Colegio y encargado además de los deportes y yo cómo párroco coincidíamos a cenar juntos, cuando ya la comunidad había cenado. Tuvimos la oportunidad de hablar y conversar sobre muchos temas en la sobremesa, que se hacía muchas noches demasiado larga. Podéis suponeros que los temas fuesen variados y que en muchos coincidiéramos y en otros no. En esas cenas y conversaciones fui conociendo más y más a Marcelino. Descubrí un Marcelino profundo, enamorado de su vocación religiosa y de su comunidad, ¡cuánto la valoraba…! Y cuánto valoraba a cada uno de sus miembros, también y sobre todo, a los oficios más humildes, como el de la portería, el de la cocina, etc. A este propósito, habiéndole dicho yo: «¿valía la pena hacerse fraile, acariciar un ideal excepcional, soñar un camino extraordinario, para encontrarse recorriendo un pasillo de cuarenta metros, con un manojo de llaves en la mano, una puerta sin abrir, un timbre que tocar, un receptor de teléfono que levantar, unas patatas que mondar, unos huevos que freír, esto es, las cosas comunes y vulgares que existen en el convento?». «Es necesario precisar, me respondió. No estamos llamados a hacer, sino a ser. Cuando está de por medio una vocación, no importa lo que se hace, sino lo que uno llega a ser. La llamada del Señor no
significa estar llamado a realizar cosas grandes; significa poseer un corazón grande. Solamente los hombres pequeños necesitan levantarse sobre el pedestal de acciones extraordinarias, que hagan ruido, que llamen la atención, que constituyan una noticia, para sentirse importantes. Las personas verdaderamente grandes pueden llevar las zapatillas de cada día, pero su paso será siempre majestuoso». Lenguaje sencillo; contenido profundo como era todo él, como era su persona. De hecho he admirado mucho a este hombre tan bueno, tan sencillo y tan profundo. Menos diplomático que otros; que sabía escuchar y sabía hacerse escuchar. Se imponía sobre todo por lo que era, por su «ser». Incluso sé que, a fuer de fraile auténtico, con su trato ha iluminado, ha animado a no pocos que,
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¿quién
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Comunidad Santo Tomás de Villanueva, año 1999
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COMUNIDAD ¿Quié era...? gracias a él, han encontrado un equilibrio y una paz que en parte habían perdido. ¿Por qué hombres así, cuando uno se aproxima a ellos, dan ganas de crecer y dejan tras sí una huella que invita a seguirlos?. Ante el Señor, esta tarde me he puesto a pensarlo. En otra velada nocturna de «pos-cena», me decía: «Desde mi nacimiento, como todo hombre, soy «alguien». Prototipo irrepetible. Pero lo que soy, tengo que llegar a serlo. Como el árbol en bruto que recibe el artista, y del que progresivamente tiene que sacar la obra maestra soñada. Soy infinitamente más rico de lo que pienso, puesto que el Padre me ama personalmente desde siempre. ¿Por qué componerme, disfrazarme, para intentar parecer a los ojos de los otros, distinto de lo que soy? He de ser yo mismo, simple y puro bajo la mirada de Dios y la de mis hermanos. Los otros necesitan de mí, de mi verdadera persona y no del personaje, porque lo que es único en mí es lo que es indispensable. Si hago comedia, les estoy robando a los hermanos de la comunidad. Si les ofrezco lo artificial, los dejo con hambre. De la misma manera, cada miembro de la comunidad tiene algo que aportarme». En unos Ejercicios espirituales y en un rato libre, coincidimos paseando por el campo de fútbol,
Día de convivencia comunitaria en el nacimiento del Guadalquivir
cerca de la imprenta, allí en Monachil, y le pregunté qué me podía decir sobre la pastoral Parroquial de la Parroquia Santo Tomás de Villanueva. «Mira, me dijo, quien vive instalado y satisfecho, alimentándose de lo que pasa, no llegará a plantearse cuestiones trascendentes. Y la cuestión por excelencia, por la que merece la pena vivir es descubrir el auténtico valor de la fe, que da sentido a la vida. Y
esto es válido para el seglar y para el religioso. La verdad se reduce a esto que nos ha dicho en esta última meditación el Director de estos Ejercicios que lo mismo que el religioso que trabaja en la docencia como el que trabaja en parroquia, debe hablar mucho con Dios en la oración para poder hablar luego de Dios en el campo de nuestro trabajo». En este tema de la oración, nosotros debemos ser «profesionales», «especialistas»; en esa fuente del contacto y de la intimidad con el Señor experimentaremos la gracia y la necesidad de ser sus «testigos». Este es el verdadero momento de gracia del testigo para transmitir la fe: el ofrecimiento sencillo y humilde, espontáneo y llano, sin aspavientos, del testimonio de su propia vida, tocada profundamente por el Misterio». «El testigo, me decía, no vive como si se hubiera convertido del todo, sino convirtiéndose. Recuerda cada día su propia experiencia de haber sido salvado; mejor, de estar siendo salvado». Y me recordaba la pregunta que se hacía y nos hacía Pablo VI en la Exhortación Apostólica «Evangelii Nuntiandi»: «En el fondo, ¿hay otra forma de comunicar el evangelio que no sea la de transmitir a otro la propia experiencia de fe?». (EN). «Al hombre moderno no le dice nada una predicación llena de ideas y conceptos que hablan sólo a la inteligencia. En nuestras iglesias se predica el cristianismo, pero no a Cristo. La Iglesia no es un sistema de vida basado en derechos y deberes, sino en una relación en la que «nada es Ley porque todo es Gracia». …. Y nos fuimos porque era la hora de la meditación. Y siempre será verdad:
Quien se toma en serio su santidad y lucha por conseguirla, pasa por diversos pasos: 1º.- No es santo ni lo parece. 2º.- Lo parece y no lo es. 3º.- Lo es y lo parece. 4º.- Lo es y no lo parece. El último vive con tanta naturalidad una vida santa, que ni se nota , no llama la atención. Esa es la mayor y mejor santidad. Así ha sido Marcelino, como el cuarto. Doy gracias a Dios, por este regalo que nos ha hecho, regalándonos a Marcelino. P. Julián Hernández
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Con admiración y cariño el Tío José, pepe en la familia, le vea pasar, ir y venir, rezar y cantar y, desde un respetuoso silencio decía para sus adentros...
Pero,
¡Este Hombre! Debido a la distribución de las habitaciones, Marcelino pasaba siempre por delante de mi puerta. Se oía siempre canturreando, y yo no podía reprimir esta exclamación: Pero, ¡este hombre! Después de reuniones de mucha responsabilidad, venía siempre cantando una canción. Mi reacción era la misma: Pero, ¡este hombre! Yo sabía que eran reuniones de mucha responsabilidad y puede ser que acompañadas también de alguna tensión y algo más. Pero él siempre canturreaba. Marcelino era un hombre práctico y deberíamos sacar una lección para este mundo de hoy que suspira por la comunicación, por el altruismo y por la necesidad de que le oigan. De entre las muchas cosas que se. han oído y que se han escrito de ti, yo, tu tío, no quisiera marcharme con el saco roto. Recorrí a pie, casi como una meditación, desde el lugar donde dejaste el coche hasta el vértice de las calles María Molina y Castelló: y aquí es donde comenzó tu último adiós. Este itinerario ya es para mi sagrado; me proporcionó grade equilibrio, sosiego y serenidad. Además despertó en mi vivencias imborrables: diálogos, planes, propósitos, comunicaciones de todo género y también mesa y mantel, ¡hombre!. Tú que por tu oficio y para acortar distancias cruzaste tantas veces el océano, y mira dónde y de qué manera nos fuiste a dejar. No comprendemos, pero lo Tío y sobrino aceptamos.
Marcelino, podía añadir muchas cosas más, pero termino: implorar para ti equilibrio y paz parece que no es necesario; pues mientras viviste entre nosotros hiciste gala de ello. Lo que sí te deseo desde ya, es que estés sumergido en el mar sin fondo y goces de la felicidad sin fin., Recuerdo, Tu tío José
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Tan
C ERCA que
no te vi...
Trabajé, viví, recé a tu lado, tan cerca de ti que Me parece que aún no te tocaba, que no era tu tu sombra de hombre inmenso no me dejó apre- hora, que te adelantaste, tal vez porque estabas en ciar tu grandeza, porplenitud de capacidad que la disimulabas y maduro en tu entrehablando casi para ga, pero…, acaso por Tú, paciente, escuchabas muy atendentro, calladito, apeesa razón el sembranas susurrando, dor que puso en ti el to, escuchabas siempre, escuchabas como en un suspiro. don de la fe y la semiSólo hoy que te has lla de la vocación pencon respeto, casi con unción…, ido caigo en la cuensó que ya era tiempo, haciendo tuya cada situación dolota del vacío que queque había urgencia da en los espacios por recoger los frutos rosa, cada problema, cada preocudonde te movías, del maduros, que era una pación, cada alegría, para ayudar y gran campo que cupena dejar la cosecha bría tu ser de amigo, para más adelante…, poner un poquito de bálsamo donde religioso, de hery decidió llamarte en de había dolor, o para incrementar mano, de hombre de esta mañana tan temDios. prana. Nos quedamos el júbilo de la confidencia con una Necesito explacon el gesto contrariacanción de alabanza a Dios en el yarme, dar salida a aldo y con el amargor gunos sentimientos de la despedida, pero hermano. Desde tu categoría de que se atropellan por aceptamos los desiggritar a los cuatro nios del Padre bueno, padre, de educador, de maestro, vientos que labrando que quiso llevarte a su limabas ruindades e incrementaa tu lado la viña del lado, dejándonos desSeñor no supe apreconcertados y muy bas gozos que hacías tuyos por tu ciar tu calidad y maestristes. Cuando las lácondición de hombre de entrega y tría, tus dotes de gogrimas se hayan secabierno, tu capacidad do y empecemos a ver comunión… de gestión, tu mano la luz nueva, cuando izquierda para sacar cubramos los huecos adelante situaciones que deja tu ausencia, enconadas que te venían mal encaradas. echando mano de la fe saldremos adelante; aunque
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eso sí, te pido que intercedas por nosotros ante el Padre de la Vida, que buena falta nos hace. Una confidencia: Como bien recuerdas soy un sentimental y, por eso mismo, cuando vi que unos jóvenes colocaban al pie del féretro, que contenía tu cuerpo, el bolso y tu bastón de corre caminos, y tu guitarra de celebrar, los símbolos de tu paso por la vida con marcha alegre, me emocioné porque recordé tu paso firme de caminante que tiene muy claro su destino, y con el himno de la alegría grabado en el rostro, recorre las etapas de la vida dejando música a su paso. Cuando a la tarde vi a tus pies quietos el equipo de sentirte libre, el bastón y el bolso compañeros de caminatas y horizontes abiertos, se me aflojaron
los sentimientos y me dejé empapar de emoción y llanto. Fue la voz del dolor por la partida que se unió a los acordes de tu guitarra recostada a tus pies como ofrenda y canción. Ella, que fue testigo de veladas de campamento al resplandor de las estrellas, y animadora de sobremesas en convivencia fraterna, enmudeció esta tarde para escuchar los latidos del corazón de tus amigos que rezaban, y el sollozo sordo de sus sentires, rumiando su dolor…, entonces, también ella encomendó a sus cuerdas una plegaria de alabanza al Dios bueno por el regalo de tu vida. P. Jesús Cerezal Fernández Secretario provincial
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comunidad Tan cerca que...
Reta, sitio de descanso de los religiosos de la vicaría de Argentina.
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La vida de tu
muerte
Soy el destino. Vicente Aleinxandre
Ante tu féretro me duele el hombre, amigo. Mármoles embetados de pena son mis venas, mis huesos, calcáreas poleas ausentes de sinovia en sus junturas, un campo floreciente de hondos dolores, notas negras en el pentagrama de mi vida arrancadas a la lira de mi espíritu por el plectro de tu muerte… Y así el dolor, como violento corzo enviste mi entraña y se encarama a la cima de mis salobres ojos, balcones por donde el llanto se descuelga. Una a una cayendo somnolientas las lágrimas del cirio de tu vida fundieron en le tiempo con las mías eterna catedral, de amor y de amistad, de agujas paralelas perennemente inhiestas más allá de esta muerte madrugadora.. Este mundo es un caladero improvisado de barcos inciertos que navegan en una singladura hacia otro puerto al sol de un tiempo sin ocaso. Por eso hay esperanza en el lindero de mi vida y la tuya que ha probado la muerte-donde se acuna la Vida-, palabras mariposas de colores que vuelan mis campos y mis montes. Así, en una hondonada de mi alma, a contra sol del olvido, conservo intacta la nieve de tu fiel recuerdo. Que te guarde así, indeleble, mi corazón, ciprés en el dolor erguido, verde centinela de la vida de tu muerte. Y así, tu morir atrae irresistible al bajel de mi existencia a las playas eternas, rubias por el sol de la esperanza, de un terso mar sin márgenes, mi mar en tu playa, y en mi ribera, -eterna, para siempretu voz sin palabras. P. José Miguel Fernández
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«Soy el destino que convoca a todos los que ama, mar único al que vendrán todos los radios amantes que buscan su centro»
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Hay vidas que marcan rumbo cierto…
Granada recuerda al P. Marcelino Eucaristía en memoria del «cura», del profesor, del entrenador, del compañero, del amigo… Fueron muchos los ojos, muchas las manos, mu- nidad Seglar de la parroquia. Fueron, a su vez, muchos los corazones que sintieron cerca al P. Marce- chos los detalles que se dejaron ver en la ceremolino en su larga estancia en la ciudad de Granada. Y nia: emotivos testimonios, profundos momentos así quedó de manifiesto con la multitudinaria asis- de oración, gratos recuerdos, expresivas y sugerentencia a la Eucaristía que, en su memoria, se cele- tes canciones… Y, sobre todo ello, un sentimiento: bró, en la Parroquia Santo Tomás de Villanueva, el el del profundo agradecimiento hacia ese hombre pasado 21 de abril. Antiguos alumnos, profesores, al que todos recuerdan como «un grande». En días sucesivos, Granada siguió rindiendo horeligiosos y religiosas de muchas congregaciones religiosas presentes en la ciudad, amigos de mu- menajes al P. Marcelino: diversos artículos en difechos años… lleno «hasta la bandera». Nadie quería rentes medios de comunicación, minutos de silendejar pasar la oportunidad para rendir homenaje a cio al inicio de competiciones deportivas, continuas este hombre que, de alguna manera, a todos cauti- llamadas telefónicas y mensajes dirigidos a la comunidad del colegio de Granada, peticiones de cavó, y deja «algo» en cada uno. La Eucaristía fue presidida por el P. Provincial, lles de la ciudad con su nombre… Y es que el «cura» dejó huella. Fueron muchos Fr. Alfredo Arce, acompañado por los priores de las comunidades de Granada, Monachil y Motril, y los años que el P. Marcelino se dejó querer en esta por numerosos agustinos recoletos de las comuni- tierra granadina y muy buena la semilla que plantó. Ahora llegó el tiempo de que «el grano de trigo diera su dades de la ciudad. En la homilía, el P. Alfredo destacó las grandes fruto» y, a juzgar por lo que estamos viendo, parece cualidades de «el cura» (cariñoso «mote» con el que que la cosecha fue buena. era conocido por aquí). Y no fue el único: las ofrenFr. Antonio Carrón de la Torre das, las peticiones, un emotivo montaje fotográfiColegio Santo Tomás de Villanueva. Granada co sobre la vida de Marcelino, las acciones de gracias que, con gran cariño, prepararon amigos, profesores, alumnos, dejaron, a más de uno, con el corazón encogido. Gran afecto y gratitud era lo que se desprendía en cada palabra pronunciada en esta Eucaristía, celebrada en contexto pascual, y en la que se invitó a vivir todos estos acontecimientos desde la Resurrección de Jesús… con alegría… porque, en palabras del P. Alfredo «Marcelino estaba preparado para este momento». La celebración estuvo animada por dos coros: el de los jóvenes de las JAR de Granada y el de la Frater- Misa de funeral en la parroquia santo Tomás de Villanueva.
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Caminando No por lo que yo entiendo fuiste mi amigo, ni santo; ni tampoco en el camino hablamos de querernos tanto. Es cierto que, juntos, nos sedujeron robles, espliego y pinares, las montañas y romeros, las guitarras y cantares. Pero fue en el sendero y barro, donde te descubrí humilde y por el nardo tocado, cuando atisbé tu hombre, al niño de corazón alado. Un niño había en la cena, nada más; en la tarde gris, con manteles blancos. Era tu última cena, preñada de gente, con tus labios fríos y el Pan blando. Dijeron que, aunque arropado en vida por amigos y sus besos, moriste sólo y sin lágrimas, entre asfalto y sin lecho. Y ahora yo grito alto que «no es verdad de la buena la que se atreve a robar la razón del corazón. Ya que es mentira mayor, la que busca sepultura o viste de muerte al amor».
juntos Con la disculpa de tu autoridad quisieron relegarte al destierro y, junto a otros muertos, enterrarte con tu bondad.
Tú nunca estuviste sólo. Y, hasta la muerte en su intento, con crueldad y contento, con soledad, cobarde, con muerte quiso matarte. Pero fue vencida en primavera, cuando el cielo vino a ayudarte. Entonces aconteció el milagro: fue el viento, con la nieve, Sierra Nevada, Granada. Fueron flores, tus dolores; del azahar sus candores. Fue el Omaña, fue Inicio, en montones todos corrimos. Hasta Castro de la Lomba, donde la mañana es dulce y honda, fuimos todos a verte, Marcelino, a rezar a Dios, por quererte. Hoy, Dios, guarda testigo, tus palabras últimas, contigo, de lo que tú dijiste, y con celo repetiste: « Que tus vacaciones serían, de esta vez, continuadas, seguidas, en tu pueblo, como tú querías». Amigo, se cumplió la profecía: El Señor te llevó a Castro y, después, a la eternidad ¡ Descansa en paz! PD.: ... Pero la próxima vez, avisa. Eso no se hace con un compañero de camino.
Campo trabajo juvenil, Castro de la Lomba.
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Juancho
amigo Eres brocal, Pozo y agua, Que mitigas los ardores del camino.
Eres fuego, Luz ardiente, Que iluminas las quebradas del camino.
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Eres cierzo, Viento fuerte, Que despejas los fantasmas del camino. Eres ungüento, Nardo puro, Que perfumas los quebrantos del camino. Eres Verónica, Ternura blanca, Que cobijas los escarnios del camino. Eres tú... ¡Amigo! P. Fr. Alfredo Arce Medina Prior Provincial
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De la llegada del P. Marcelino al Colegio Santo Tomás de Villanueva de Granada, curso 1973-1974, apenas nos queda una fecha algo borrosa en el calendario de la memoria, una imagen cargada de juventud en algún documento gráfico de la época y algún recuerdo opaco en el tiempo. De los 25 años de su vida que entregó al servicio de la juventud granadina, florece un nutrido grupo de exalumnos que agradecen su entrega como mejor saben y entienden, pero de todo corazón. Del adios a su colegio, 1998, tenemos una foto repleta con el personal del centro que le arropa, un poema que canta sus desvelos, y muchos hasta luego, que reclamaban su vuelta. Como homenaje de despedida le celebran los artículos, recuerdos y testimonios que algunos profesores, en nombre propio y de toda la plantilla del centro, nos ofrecen en esta sección dedicada al profesor, al docente, al formador, al animador, al amigo…
P. Marcelino
al un maestro autentico Con estas sentidas palabras Miguel Hernández evocaba la figura de su gran amigo Ramón Sijé tras su muerte. Sentimientos similares experimentamos los que hemos tenido el privilegio de conocer a este fraile bonachón, abierto siempre al diálogo, y de una entrega y generosidad admirables; carta de presentación que le sirvió para ganarse el corazón de todos aquellos que lo trataron. Marcelo se ha marchado demasiado pronto. Una sensación de vacío y un profundo sentimiento de tristeza nos embargan. Quisiéramos que el tiempo se detuviera para justificar algo que no tiene explicación, debilidad humana que nos ratifica eso, que somos humanos. Si el P. Marcelino estuviera entre
«Yo quiero ser llorando el hortelano de la tierra que ocupas y estercolas, compañero del alma tan temprano». (Miguel Hernández)
nosotros, que lo está, nos diría, con esa voz tenue y suave que le caracterizaba: «tened ánimo»,»no desfallezcáis», «lo vamos a conseguir», «confiad en el Señor…» Fue un enamorado de la vida, un paciente educador –enseñaba sin someter-, un consumado alentador en los estudios, en el deporte, en los tropiezos y dificultades diarias…; un hombre que confiaba apasionadamente en el hombre, y en Dios.
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Colegio St.Tomás
Personal del colegio Santo Tomás
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COLEGIO St. TOMÁS Al Padre Marcelino...
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El miércoles cinco de abril, a las cinco de la tarde, me despedía de él con un fuerte abrazo, como siempre lo daba él, (con cierto estremecimiento, ahora ese abrazo me parece o lo quiero hacer más intenso). Me comentó que en los días posteriores a Semana Santa estaría de nuevo por aquí, por su Granada. Nunca pude imaginar que dos días después, precisamente sobre las cinco de la tarde, le estábamos dando sepultura en el cementerio de la Almudena de Madrid. Aún hoy, no encuentro la razón de ser a este desgraciado acontecimiento, que nos parece un mal sueño del que nos queremos despertar cuanto antes… Ojalá lo hubiera sido. Allá por los años setenta, llegó al Colegio Santo Tomás de Villanueva, radiante de ilusión, este fraile agustino, recién ordenado sacerdote, leonés de nacimiento y «granaíno» de angustia, de complexión fuerte y corazón grande. Casi treinta años estuvo con nosotros, en nuestro Colegio, como profesor, como coordinador de deportes, como tutor, como director…, hasta que en el curso escolar 98/99 sus superiores le asignan el cargo de Prior Provincial de la Orden, lo que le obliga a trasladarse a Madrid, llevándose en su corazón a Granada, y dejando en esta ciudad parte de ese corazón que todavía sigue latiendo. Los que hemos tenido la oportunidad de convivir con él sabemos que hemos perdido a una persona excepcional, a un sabio consejero, a un consumado animador de grupo, a un… santo como lo llamó el P. Alfredo en el funeral «corpore insepulto». Pocas veces se le vio de mal humor, por no decir ninguna, y si lo estaba, procuraba transmitir siempre sensaciones positivas, a los alumnos, a los profesores, a las familias, a sus hermanos de Orden, a todo el que se acercó a él. Y bien que lo pudimos comprobar la tarde del viernes siete de abril cuando le estábamos diciendo el último adiós, con lágrimas contenidas y con una profunda tristeza, al son de los Salmos que a él tanto le gustaban. Padres, muchos de Granada, profesores, antiguos alumnos, frailes hermanos de Orden, monjas agustinas, Provinciales de otras Ordenes, Presidentes de organismos estatales… cientos de personas, amigos todos, estábamos diciéndole adiós a un hombre bueno. Se ha marchado de puntillas, sin molestar a nadie, sin aires de grandeza. Se merecía otra despedida; de ahí que le estemos tributando este pequeño e insuficiente homenaje a quien tanto nos dio sin pedir nada a cambio. El día seis de abril, sobre las once de la mañana, el corazón le dijo «basta»; lo-
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graron reanimarlo, pero horas más tarde su corazón definitivamente dejó de funcionar… «Temprano levantó la muerte el vuelo, temprano madrugó la madrugada, temprano estás rodando por el suelo». Eran aproximadamente las cinco de la tarde, terribles cinco de la tarde, cuando nos dirigíamos en comitiva al cementerio de la Almudena para darle cristiana sepultura. El coche en el que hacía el viaje definitivo tenía como matrícula el número 0011… Caprichos del destino y de los números… Un número que nos traslada, entre otras cosas, al deporte, al fútbol, a todos los equipos del colegio… Hasta su equipo de siempre, el BarÇa, se ha puesto de acuerdo para alegrar su despedida. Las muchas generaciones de jóvenes que han pasado por nuestro colegio seguro que estarán tristes porque el «cura», como le llamaban cariñosamente, ya no podrá transmitirles esa inquietud – tan agustiniana-, esa ilusión por vivir y ser feliz, ese espíritu comunitario –siempre le gustaron las actividades y los deportes colectivos-, ese no arrugarse ante la adversidad, ante las malas calificaciones, ese espíritu de lucha por conseguir la victoria, ese saber aceptar la derrota y felicitar al contrario…; ese alegrar la sobremesa con su guitarra, las excursiones en autobús, las convivencias con las familias, con los profesores, las salidas a la montaña, tan reconfortantes… Muchos e interminables recuerdos… ¿Acaso no estamos ante un gran maestro? Sin embargo, gracias a Dios, no todo se lo ha tragado la tierra; todos sabemos que la impronta de este fraile está ahí, sigue viva… (Cuando el grano de trigo muere, da su fruto: Gracias, Marcelo, por todo lo que has hecho por nosotros). «Volverás a mi huerto y a mi higuera: por los altos andamios de las flores pajareará tu alma colmenera…» Cientos de jóvenes, y menos jóvenes, hemos llorado tu muerte, a la vez que nos hemos sentido contentos y satisfechos por haberte conocido. La sociedad en general, y la granadina en particular, debe estar muy agradecida por haber tenido la oportunidad y el privilegio de convivir con un «santo». Sean estos valores el sello indeleble que el Padre Marcelino, Marcelo, «Marce», «el cura» ha dejado en nuestros corazones, y el testimonio de agradecimiento, nuestro aplauso. Cristóbal Píñar Vico Profesor del Colegio Sto.Tomás de Villanueva de GRANADA
«¿Qué decir del P. Marcelino? Después de tres años como alumno suyo, seis como hermano de Orden (el último como hermano de Comunidad) y diecisiete años como amigo, me cuesta trabajo pensar que no me van a llamar por teléfono para cenar, interesarse por mis cosas, mi familia, mi pareja, mis hijos... Creo en la resurrección, pero me fastidia mucho que se lo haya llevado tan pronto. Me consuela pensar que somos muchos los que estamos en este mismo barco. Marce, nos vemos arriba.» D. Julio Vargas, antiguo alumno.
«Prefiero pensar que Marcelino sigue vivo en mí, que su labor y su obra se ve reflejada en tantos antiguos alumnos que obtuvimos de él su templanza y su ternura, su paciencia y su prudencia. Olvidarte no podremos, pues no se olvida a quien se quiere; así que tendrás para siempre ocupado en nosotros un espacio en el hueco donde guardamos nuestros mejores recuerdos. SIEMPRE MARCELO»
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D. José María «Chema» del Moral Alonso Profesor del Colegio Santo Tomás de Villanueva de GRANADA.
«La noticia del fallecimiento del P. Marcelino nos ha dejado consternados a mi familia y a mí. Le ha traicionado su gran corazón, después de muchos años juntos en un sinfín de facetas: colegio, Apa, Club Deportivo Agustinos; Fraternidad OAR… Llegamos a unirnos en una gran amistad que siempre me dejó lleno, tanto a nivel religioso como social. El entrañable P. Marcelino siempre demostró que era un buen sacerdote y una gran persona. ¡Mi único consuelo es que ya tengo a un gran valedor en el cielo, y doy gracias a Dios por los años compartidos con él, y por ser su amigo.» D. Antonio Selfa Navarro, Vicepresidente del Club Deportivo Agustinos. GRANADA.
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COLEGIO TestimoniosSt. TOMÁS «Es muy fácil hablar sobre el P. Marcelino, decir cómo era, qué recuerdos guardo yo de él. Es muy fácil, porque desde que lo conocí, y de esto hace muchos años, su presencia fue cálida cercanía. Era esa figura que uno necesita si está bien o si está mal. Cuando querías pasar un rato distendido y alegre, él te acompañaba con su carcajada franca y su conversación ocurrente. Pero si el ánimo no estaba para muchas cantinelas, su palmada en la espalda, el apretón de su manaza en el brazo, su palabra oportuna y aquella mirada serena te hacían sentir la fortaleza de un amigo. ¿He dicho que es fácil hablar sobre el P. Marcelino? No, que esto no expresa lo que yo quiero decir de él… ¡Qué difícil, pero qué difícil…! Es imposible que yo pueda expresar lo que fue para mí el P. Marcelino…» Srta. Tere Legarra Lopetegui Profesora del Colegio Santo Tomás de Villanueva de GRANADA.
«En los años que tuve la gran suerte de relacionarme con él, bastantes entre sus cargos en el colegio y en el de Provincial, puedo asegurar que nunca le oí una voz más fuerte que otra, una alteración en su comportamiento, pausado y a la vez rotundo, aun en momentos de dificultad. Su mirada, su voz, su forma de acoger, su sosiego, eran una invitación a la confianza, a la amistad sincera. En definitiva, ha sido una gran persona física y moralmente. Pensar en el Padre Marcelino es pensar en lo que él siempre transmitía: PAZ». Manuel Ruiz Travesí Expresidente de la Asociación de Padres de Alumnos del Colegio Santo Tomás de Villanueva de GRANADA.
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«¡Vive Dios, que estás gozando con Él! Tan cierto como el sol anaranjado se oculta en la bella Granada que te atrajo con su embrujo y su misterio, y te aceptó desde el primer momento, y tú le correspondiste inundándola de humildad, tolerancia, bondad y equilibrio espiritual. Nos dejas muchas ideas, frases u obras emprendedoras, como tú solo sabías hacer. Eras sublime y así sigues estando, en el aula, en los campos de juego con los muchachos, en las marchas por los montes que tanto te gustaban. Hablábamos de todo y de… ¡Dónde estás! Queríamos vivir como maestros buenos y justos… ¡Ya los has conseguido, campeón! Nos dejas un legado incomparable en el recuerdo y el corazón lleno de nostalgia… ¡Cuánto podríamos haber seguido disfrutando de tu amistad! Nuestros hijos también notarán por mucho tiempo tu ausencia. ¡Marcelo, estás con todos nosotros AHORA y SIEMPRE!». D. Emilio Sánchez López Profesor del Colegio Santo Tomás de Villanueva de GRANADA.
«Cuando me enteré de su muerte, experimenté una extraña sensación, difícil de explicar, mezcla de tristeza y de felicidad a un tiempo; nunca antes había sentido algo parecido. Lo primero que apareció fue una pena desgarradora; pasaron por mi mente miles de imágenes de nuestro Cura, las más bonitas que he -hemos- vivido -jugando en el patio, entrenándonos a baloncesto, enseñándonos en clase, de excursión, en los viajes que hicimos, abrazándonos el día de nuestra boda, bautizando a nuestros hijos...- y también las más reconfortantes -siempre estaba ahí en los momentos difíciles para auparnos y darnos aliento-. Todo eso se había esfumado; se había ido el Maestro, el amigo, el entrenador, el consejero, el Cura.... Ya nunca más tendríamos ese reconfortante abrazo que nos aguardaba cada vez que pasábamos por la capital. Todavía hoy, en la soledad, lloro amargamente cuando pienso en él. Pero la amargura vino entonces -y viene ahora- acompañada de una alegría desmesurada. Con su muerte he comprendido que era Dios el que nos guiaba a través del Cura; era eso lo que había en él que a todos cautivaba y no alcanzábamos a explicar. Hoy sé que hemos convivido con un Santo y que desde este momento nuestra vida será más plena con él velando por nosotros desde arriba. Muchas gracias, Cura».
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COLEGIO St. TOMÁS Testimonios
Cecilio Gómez Cabrera Antiguo alumno, profesor Titular de la Facultad de Derecho de GRANADA.
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al
Padre Marcelino en el recuerdo Fue allá por el año de 1975 cuando le vi por primera vez. Por aquel entonces yo ultimaba el bachillerato en el colegio de Santo Tomás de Villanueva. El padre Marcelino parecía un hombre educado, respetuoso, de gesto adusto y hasta un poco bronco, pero sólo en su fachada externa. Todos los días le encontraba en el patio del colegio con su mirada puesta en los grupos de escolares que jugaban a la hora del recreo. A veces, desde la ventana, le contemplaba dirigiendo la clase de educación física o supervisando partidos de baloncesto, de fútbol sala, de balonmano…, el deporte era su hobby, su afición favorita y el cometido que tenía asignado en el centro. Era un profesor más, un padre agustino como cualquier otro y que como todos cuidaba de nuestra formación. Pero tenía algo especial. La realidad es que durante esos años no llegué a intimar con él y mantuvimos una relación normal de profesor-alumno. Pasan los años y marcho a la Universidad. Yo llevaba a honra ser un alumno agustiniano, un alumno de esos que han pasado toda la vida ligada al colegio, de esos que no pueden olvidar la que había sido mi casa durante tantos y tantos años. Por eso volvía con frecuencia al centro para saludar a los padres, para conversar con ellos, para seguir sus consejos. Para mi uno de los días mas esperados era el sábado por la tarde. Llegado el momento acudía al patio de deportes para disfrutar un partido de futbito. Nos juntábamos antiguos alumnos y algunos «frailes», el Padre Alfredo, el P. José María López, el P. Miguel, el P. Felix…, el P. Marcelino. Constituimos una peña que nunca olvidaba su cita semanal y que actuaba en total camaradería. El Padre Marcelino seguía siendo uno más, un «fraile» al
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que respetaba y se hacía respetar y al que poco a poco me iban uniendo fuertes lazos de amistad. Cinco años estuve en la Facultad. Concluidos los estudios me encuentro desorientado, sin ideas de futuro, pero he aquí que «mi casa», el colegio de Santo Tomás, me reclama. El centro me oferta dar clases de historia, pero sólo trece horas semanales. Es poco, pero me parece una oportunidad que no puedo dejar escapar. Me liga ahora al colegio otra obligación, la del docente comprometido con el ideario agustiniano. Me integro en el equipo directivo y estoy a diario con el P. Felix y el P. Marcelino en la constante lucha de formar y educar a los alumnos. Mi amistad con «Marcelo», se hace más intensa. Un día me dice: ¡oye colega¡ hacía falta que contactaras con antiguos alumnos que estén interesados en formar un equipo de balonmano. Queremos llegar alto, lo más alto posible. Sus palabras fueron premonitorias. Entrenados por el P. Alfredo subimos al equipo por primera vez a la segunda división nacional y el nombre de Agustinos fue respetado en la competición deportiva además de ser conocido en toda Andalucía. En otro extremo, en el plano educativo, constituimos un sólido equipo tutorial en el curso de octavo. Antonio Megías, Loli Heredia, el P. Marcelino y yo planificábamos el seguimiento de las clases, las actividades, los exámenes, los viajes….. Pero a la vez, en momentos de relajamiento, departíamos amigablemente e intercambiábamos nuestras inquietudes, nuestras preocupaciones, nuestras aficiones o el diario acontecer de la vida nacional. El P. Marcelino era un auténtico apoyo para cualquiera de nosotros. Como experto sicólogo sabía trasmitir paz, tranquilidad, sosiego. En la mañana, cuan-
do me veía llegar sabía que humor traía. Si me veía deprimido me decía: ¿Qué te pasa, colega?, ¿esto que es? Y suavemente me empujaba con su hombro. ¡Venga, no seas exagerado¡ ¡Anímate¡ Mira, el sábado nos vamos de caminata¡ Planificábamos rutas en el entorno: la Sierra de la Alfaguara, el Trevenque, la Sierra de Huetor. Era la cura que necesitaba. Durante la marcha trataba directamente el problema que me afligía. Luego, analizaba las circunstancias y aplicaba su particular terapia reparadora. Problema resuelto. En ocasiones era él quien me buscaba. También era humano y necesitaba la compañía de un fiel compañero. ¡Venga colega¡ ¿tienes libre? Vamos a pasear mañana por la ciudad y conversamos. Un buen día la Orden le requirió para un puesto de mayor responsabilidad. Le nombraron Padre Provincial de la Provincia de Santo Tomas y tuvo que abandonar su puesto en el colegio. Los compañeros lo sentimos en el alma. Sabíamos que ello le alejaba un poco de nosotros, pero también comprendíamos su enorme valía personal y el porqué de su elección. Con todo organizamos una fiesta de despedida, aunque él nos previno para que fuese con gran sencillez. Bondad, modestia, generosidad, ….son epítetos que definen a las claras su personalidad y su forma de ser. El P. Marcelino marchó a Madrid. Ocasionalmente visitaba Granada por razones propias del cargo y siempre aprovechaba el momento para saludar a los amigos, a los compañeros, a los alumnos. Uno de tantos fue el día 5 de abril. Le vi en el garaje del colegio preparando su regreso al Provincialato. Le toqué suavemente el hombro y me granjeó una tenue sonrisa como siempre solía hacer.
¡Hombre, colega¡ ¿Cuándo vas a ir por Madrid? Le contesté que a ver si podía aprovechar algún día libre. También le interrogué por los días que iba a permanecer en Granada. ¡Me marcho hoy por la tarde¡ tengo muchas ocupaciones en Madrid. Fueron sus últimas palabras pues no le volví a ver. El viernes, día seis, me dieron la triste noticia. Había fallecido repentinamente mientras caminaba en dirección a la parroquia de Santa Mónica. Fue un duro golpe pues horas antes le había visto pletórico de salud. Esa tarde los nervios prendieron en mí ya que le recordaba en todo momento. Al día siguiente marché a su entierro. Quería estar en su despedida y verle antes de partir a su última morada. No pudo ser pero me queda la satisfacción de haber podido tocar el féretro donde reposaban sus restos. Han pasado los días y todavía le recuerdo con emoción. En mi mente se me representa su figura, su aspecto fornido, su mirada, su bondad, su comprensión, su paz interior, esa que tanto dispensó a todos los que le rodeamos en vida. Solo puedo decir que fue un gran hombre, un hombre de paz, un hombre de concordia, un hombre de fe. Me queda la satisfacción de haberle conocido, de saber que fue lo que siempre quiso ser, un agustino recoleto. A la Orden dedicó los mejores años de su vida y ahora descansa junto al Padre. Su llamada ha sido precisa, urgente, repentina y él, como buen cristiano, no ha querido demorar su partida. Desde el que fue tu colegio, un emocionado recuerdo de tu amigo, de tus compañeros, de tus alumnos.
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COLEGIOen St. TOMÁS el recuerdo
Eduardo de la Plaza Profesor del colegio Santo Tomás de Villanueva, Granada
Don Eduardo comparte la mesa presidencial en la despedida del P. Alfredo Arce, 1994.
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Memoriam Marcellini patris, fratris amicique In
«No es lo que importa llegar pronto ni solo, sino llegar con todos y a tiempo» (León Felipe) Cuando en la tarde del pasado 6 de abril me comunicaron que Marcelino había muerto en Madrid esa misma mañana, no podía dar crédito a tan sorprendentemente necrológica información y, tras la estupefacción inicial, tardé algún tiempo en asimilar el fatal desenlace, lo cual pude ratificar después tras hablar con otros compañeros de mi Centro, tan consternados como yo. Efectivamente, aquel hombre leonés, sencillo, amable, siempre sonriente y muy cercano, que te hablaba con ese tono de voz a veces tan bajito, nos había dejado físicamente, aunque, por supuesto, su valiosísimo legado perdurará entre nosotros, tanto en este Colegio Santo Tomás de Villanueva de Granada, en el que tantos años vivió y con el que tanto se vinculó, ganándose el afecto y el cariño de mucha gente, como en el resto de Visita a Roma puntos geográficos mundiales donde tuvo que tomar decisiones desde su responsabilidad como Prior Provincial de la Orden. En la mañana del día 5 de abril, a primera hora, cuando asistí con los chicos de segundo de Bachiller a la capilla del Centro para que recibiesen el Sacramento de la Reconciliación, Marcelino entró y le estreché las manos, como hacía cada vez que nos veíamos. Pero esta vez sería ya la última que realizaría este gesto de amistad. En realidad, sin yo saberlo en aquel momento, me estaba despidiendo terrenalmente de él para siempre, y pienso que, por
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casualidad de su agenda, su presencia aquel día en Granada fue para dar el último adiós a esta ciudad y a este Colegio, al que tantísimas horas dedicó en todas las misiones asignadas, desde las deportivas en sus inicios, hasta las de la Dirección del Centro en sus últimos años. En septiembre de 1994 conocí por primera vez a Marcelino, cuando me llamó para entrevistarme y contratarme como nuevo profesor de Latín, cuando él comenzaba su nueva etapa de director, permitiéndome acceder por primera vez al mundo laboral dentro de mi vocación docente. Tres años después, en septiembre de 1997, tras mi etapa militar, volvió a contar conmigo, depositando de nuevo su confianza en mí para que impartiese la lengua de Cicerón y Virgilio en este Colegio. En 1998, me asignó mi primera responsabilidad tutorial, precisamente en el nuevo equipo de tercero de ESO del que él mismo formaba parte. Por ello, y por todo cuanto me fue enseñando en los cursos que compartí con él, redacto estas líneas con las que deseo expresar a Marcelino, a título póstumo, mi más sincero agradecimiento como profesor que, al igual que algunos más, tenemos un buen puesto de trabajo y pertenecemos a una comunidad educativa agustiniana por él. A partir de ahora, puesto que su presencia espiritual continúa entre nosotros, debemos ser fieles continuadores de su obra y velar por que los valores que nos ha legado sigan creciendo día a día en la formación de unos alumnos buenos y ejemplares cristianos, muy bien preparados por sus altos conocimientos académicos, y muy sanos por el deporte. Es el mejor homenaje que sus amigos granadinos podemos hacer a un fraile agustino recoleto que un día decidió consagrar su vida a Dios y dedicarla con máxima entrega al servicio de los demás. Gracias, Marcelino. Nunca te olvidaremos. REQUIESCAS IN PACE. Antonio Gustavo Romero Hidalgo Profesor del Colegio Santo Tomás de Villanueva, Granada
Gracias por
tu entrega
Dicen los libros que algunas de las estrellas que brillan en el cielo nocturno se extinguieron hace millones de años. Pero los libros no hablan de milagros cotidianos, y es que hay personas que resplandecen incluso cuando nos acompaña su ausencia, y cuyo corazón sigue latiendo en el pecho de todos los que estuvieron cerca alguna vez. Aquel jueves por la mañana, todos perdimos algo. Unos, a un maestro; otros, a un compañero; muchos, a un amigo; y los que más afortunados eran, las tres cosas. Hoy, si me atrevo a situarme entre los últimos es tan solo para darte las gracias: • Como ALUMNO, gracias por tu paciencia, por tu vocación y tu entrega, y por enseñarnos más de lo que ningún temario podrá jamás abarcar. • Como COMPAÑERO, gracias por tu escucha, tu consejo, por tu confianza plena, por dejar siempre tu puerta abierta y animarnos a entrar. Gracias por calzar nuestras sandalias antes de juzgar.
• Como AMIGO, gracias por empujarnos cuando no sabíamos que podíamos hacerlo, por prestarnos tu hombro cuando la senda se hacía estrecha, por tus abrazos llenos de ternura, por tu afable sonrisa y tu sereno optimismo. Hoy, aunque nos duela no ver tus huellas en el camino, te sentimos cercano, como siempre, resucitando en cada recuerdo: en cada canasta que se encesta en el patio, en los ecos del Pabellón, en los susurros de nuestra capilla, en las risas de los pasillos, en cada aula, en cada vereda de Sierra Nevada, en cada nota de guitarra… Gracias por tu entrega, por demostrarnos que se puede ser grande y sencillo a la vez, por ponernos el listón tan alto. Gracias por no medir el amor. Gracias, y hasta siempre, Cura.
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Antonio Jesús Torres Gil Profesor del Colegio Santo Tomás de Villanueva
Admirando la creación desde la sierra de Madrid
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Nunca
Olvidaré...
«Nunca olvidaré la tarde del 6 de Abril de este año 2006. Eran casi las seis de la tarde cuando me llama mi hijo por teléfono diciéndome que me tenía que dar una mala noticia... ¿Qué pasa, hijo? … Con la voz entrecortada me responde: el Padre Marcelino ha fallecido. De inmediato me fui al Colegio con la esperanza de que no fuese cierto, pero no. Cuando llegué, los rostros del Padre José María, del Padre Antonio, de D. Cristóbal y las demás personas que allí se encontraban me confirmaron que era cierto lo que mi hijo minutos antes me había dicho. Su corazón, ese CORAZON tan grande que tenía EL CURA, como familiarmente le llamaban sus niños, le había fallado. Esa noche no pude conciliar el sueño y repasé, desde el día que lo conocí hasta este fatídico 6 de Abril, cada uno de los momentos que con él compartí. Fue hace casi 28 años, cuando tuvimos la gran suerte de que mi hijo lograra una plaza en el Colegio de Santo Tomás de Villanueva, «Los Agustinos». A principio de curso, el Padre Marcelino nos convocó a todos los padres de los nuevos alumnos, en el Salón de Actos del colegio, para informarnos
Encuentro en el amor y la amistad
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«El porvenir de la humanidad está en las manos de quienes sepan dar a las generaciones venideras razones para vivir y razones para esperar»
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Conc. Vaticano II, Gaudium et Spes, 31.
de todas las actividades deportivas que tenían previstas, y que dada la gran variedad de las mismas nos pidió colaboración. Cuando finalizó la reunión me presenté a él para decirle que contase conmigo para esa labor que a mí me pareció maravillosa. Me preguntó que en qué deporte se había inscrito mi hijo, le contesté que en fútbol, y me dijo, pues ya tienes el equipo del que te vas a ocupar. Comencé ese mismo año. El coche que tenía era un Mini y con él desplazaba a siete u ocho niños, imaginaros la talla de cada uno, por los colegios de Granada acompañado la mayoría de las veces por la Srta. Paquita. Pero los niños crecían y esas competiciones escolares se les quedaban pequeñas. Marcelo, ¿qué hacemos? No te preocupes, me respondía, vamos a hacer un equipo federado de infantiles; pero, Marcelo,-le respondía- eso conlleva gastos de fichas, arbitrajes y equipar al equipo… No te preocupes, me decía, tú te encargas de pedirle a Aguas de Lanjarón, que era y sigue siendo la empresa en la que trabajo, las camisetas y yo me encargo del resto. Nunca había problemas para él. Después pasamos a la competición de juveniles, donde aparte de los «problemas», anteriormente comentados, se necesitaba tener un campo, del que el colegio no disponía, pero como siempre, para él, por sus niños, no había problema que no solucionara. Se puso en contacto con la Universidad y a cambio de hacer filial el equipo de balonmano del colegio a esta Institución, por aquellos años un equipazo, nos cedieron un campo para jugar. Fueron unos años inolvidables, pues él fue nuestro entrenador y nos acompañaba a todos los partidos. Recuerdo que las charlas que les daba antes de comenzar los partidos, la mayor parte de las mismas, eran para repetirles, una y otra vez, cómo se debían comportar en el campo con el contrario. Marcelo, cuánta enseñanza nos diste y cuánto aprendimos de ti durante todos aquellos años.
Entrenando se puede crecer desde dentro
Los «niños» ya no son tan niños, pues llega el final de su etapa en el colegio, SUS AGUSTINOS DE TODA LA VIDA, y tienen que abandonar su CASA, sus profesores, sus compañeros, sus Curas... SU CURA, para pasar a la Universidad. Pero se resisten, saben que es otra nueva etapa de sus vidas, pero repito, se resisten a ello. ¿Qué hacer? Pues lo mismo que siempre, plantearle el problema, otra vez más, a quién siempre supo resolverlos, al PADRE MARCELINO. No sin dificultades, logramos entre todos federar a dos equipos de fútbol sala, ya que el fútbol entrañaba más dificultades. Hasta hace cuatro años, uno de ellos ha estado compitiendo, y no han continuado por sus compromisos profesionales, pues parte de ellos han tenido que trasladar su domicilio fuera de Granada, pero los que han quedado aquí siguen haciendo deporte en SU CASA, en su pabellón todos los jueves. El otro equipo sigue compitiendo, nutriéndose con alumnos que terminan su etapa colegial. También recuerdo el campeonato de fútbol sala que organizó para « viejas glorias», padres de alumnos, profesores y los Frailes del colegio, como a él le gustaba llamar. Unos años inolvidables. No quiero dejar de reseñar otra gran idea del Padre Marcelino, la de crear la Asociación Deportiva del Colegio, donde cada dos componentes de la Directiva, se encargaban de una actividad deportiva, de todas las que se realizaban en el colegio, (Balonmano, Fútbol, Baloncesto, etc…). Recordaré siempre una reunión donde el CURA plan-
teó otro gran proyecto, el de construir un Pabellón Cubierto para que los niños pudiesen hacer deporte cuando por el mal tiempo no podían hacerlo en los patios. Aquí el problema que se nos planteaba era mayor: ¿Cómo financiarlo? Alguno comentó: esto es imposible, una utopía. Pero, como siempre, el Padre Marcelino no se rendía, nos dio toda clase de ideas para conseguir dinero. Involucró a la Asociación de Padres, de la que se obtuvo una ayuda muy importante, y, finalmente, a la Orden de Los Agustinos, que fue quién soportó la mayor parte del presupuesto. Ahí está el pabellón cubierto EL PABELLÓN DEPORTIVO AGUSTINOS PADRE MARCELINO ALVAREZ, nombre con el que a partir de ahora se le va a conocer, tras el acto que tuvo lugar el día 20 de mayo, día del deporte, en el que el Padre Provincial de los Agustinos, P. Alfredo Arce, -otro gran animador deportivo-, y tras escuchar y atender el sentir popular de muchos que conocieron a este fraile, descubrió la placa que recordará al CURA, y en la que se ha reproducido una frase de san Agustín que refleja fielmente el espíritu que Marcelo quiso infundir a todos los alumnos: «Mientras haya ganas de luchar, hay esperanza de vencer». Quiero recordar también, las horas y conversaciones tan amenas que he compartido con él, caminando por esos senderos de las sierras de Granada, que tanto le gustaban, y guardaré, con todo el cariño del mundo, el bastón que me regaló y que él mismo hizo. Por último, CURA, y ahora me dirijo a ti para decirte que LAS PERSONAS QUE ESTAN EN NUESTRO RECUERDO NUNCAN MUEREN. Marcelo, tú estás y estarás siempre en nuestro recuerdo».
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COLEGIO St. olvidaré TOMÁS Nunca
Manuel F. Martín Antiguo miembro de la Asociación Deportiva del Colegio Santo Tomás de Villanueva.
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desde el
Recuerdo Agradecido Querido Marcelino: Desde que hace unos días recibí la noticia de tu fallecimiento no dejo de pensar en ti. Cierro los ojos y veo tu cara, oigo tu voz. En cualquier momento parece que va a sonar mi móvil y escucharte tan campechano a ver si vamos al monte mañana. La última vez fue hace un mes, era un sábado por la noche y estabas en Málaga. Te apuntaste de in-
Eucaristía al aire libre un día de convivencia.
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mediato a la excursión y a la mañana siguiente, temprano, ya estabas en Fuente Grande, esperándonos, para subir a la Cruz de Alfacar. En estos días me vienen a la memoria multitud de encuentros, siempre gozosos. Qué extraña virtud tienes de dejar siempre a la gente en paz. Mi amiga Victoria dice que hablar contigo es como tomarse un valium: por muchos problemas que tengas, desaparecen. Recuerdo especialmente una conversación de una gran profundidad en Almuñecar, entre Antonio Muñoz, tú y yo, en medio de un jaleo espantoso (todas las familias del grupo de matrimonios más algunos añadidos, los vinos, las cervezas, las tapillas, el chorizo y la cecina que habías traído de León, los niños brincando…). Eso sólo puede pasar contigo. Yo oía el ruido como si fuera muy lejano, tan absorta estaba en tus palabras. Hablábamos de cómo Dios nos cambia la vida y tu narrabas tu experiencia personal, como sufriste un gran vuelco cuando ya llevabas años de religioso, habías terminado tus estudios, te habías
ordenado de sacerdote, procurabas hacer las cosas bien, cumplir los mandamientos, formarte, ayudar a los demás, en definitiva estabas viviendo tu vocación y tu vida de forma estable y satisfactoria, cuando, de pronto, Dios irrumpió en tu vida y derribó todo tu castillo. Una experiencia personal, fuerte del Amor de Dios te dejó desconcertado y a la vez con la intuición y el gozo profundo de haber encontrado el sentido de tu vida. Te diste cuenta de que habías empezado la casa por el tejado y que de nada valían ni cumplir los mandamientos, ni tantos estudios, ni siquiera el sacerdocio, si no ponías en los cimientos el Amor de Dios, como un regalo, un tesoro que recibes gratis, junto con una invitación a participar libremente en el plan de amor de Dios para toda la humanidad. Nos contabas que te llevó un tiempo recuperarte del vuelco y volver a recomponer tu orden interior, pero ahora basado en la confianza en Dios.
Al cabo de un tiempo observaste que en la práctica hacías más o menos las mismas cosas que antes, pero ya no eran un camino de perfección para llegar a Dios, sino la respuesta al amor recibido y eso resultaba más liberador y mucho más gozoso. Y nos contabas esto con una humildad y una sencillez admirables. ¡Qué suerte hemos tenido de conocerte!. Doy gracias a Dios por haber disfrutado de tu amistad, aunque no fuera una amistad muy exclusiva. Estos días me estoy encontrando con muchísima gente que se consideraba tu amiga. También doy gracias a Dios porque a través de ti nos hace ver que se puede vivir con serenidad, amor y humor en este mundo tan complicado y, a veces, tan agresivo. Marcelino, allí donde estés, que sepas que te queremos. Loreto Martín-Moreno Eléxpuru
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PASTORAL Desde el recuerdo...
Animando con su guitarra un alto en el camino
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Pastoral
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Un modelo muy
Cercano
Guardo muchos recuerdos a su lado y todos son buenos. Guardo muchas imágenes de su rostro y siempre es alegre. Guardo muchas miradas y todas me dan paz. No hay reproches porque se haya ido, sólo la pena de no tenerle entre nosotros para guiarnos. Porque él tenía la capacidad de dar a cada uno lo que necesita y recoger lo mejor de cada uno. ¡Cómo no! Le conocí en mi amado Brasil, lejos de todo y de todos. Y ¡cómo no! Nada más conocerle, me sentí en casa. Se mostró cercano desde el principio y me enseñó que tener un «alto cargo» dentro de la orden merece mucho respeto pero no marca una distancia. Después le encontré en muchas celebraciones, convivencias, visitas, campamentos… Y siempre fue auténtico: con su guitarra para celebrar lo que haga falta, su disponibilidad para echar una mano, comprometido con los jóvenes cristianos, y sincero cuando era necesario dejar las cosas claras. En definitiva, sabía estar en cada momento siendo instrumento de Dios. Apostó por las JAR y ganó nuestra lealtad. Creo que hablo en nombre de todos si digo que tenemos el alma triste, se nos ha ido Miembros del grupo JAR de San Sebastián un gran apoyo. Pero no estamos perdidos porque nos ha dejado un modelo de vida muy cercano y la alegría de haberle conocido. El Padre Marcelino fue un gran hombre, un buen padre, todo un amigo y doy mil gracias a Dios, por haberle puesto en mi camino.
Se me hace difícil pensar que no voy a verle más, que no voy a coincidir con él en una reunión, o en una actividad de Pastoral Juvenil. Ya no está. Y no me entristece por él, que estará gozando de la presencia de Dios; me entristece por mí, por nosotros, que ya no tendremos la suerte de tenerle a nuestro lado. Sé que nuestra labor ahora es dar gracias a Dios por cada ocasión que vivimos con él, pero se hace difícil, muy difícil. Hace unos días hablaba con un agustino y me decía que le daba miedo que nos olvidásemos pronto de Marcelino, que seguramente poco a poco iremos recobrando nuestro ritmo de vida y ya no le tendremos tan presente. Hay una frase que dice algo así como que las personas no mueren mientras vivan en los corazones de quienes les recuerdan. Creo que Marcelino sembró mucho en nuestros corazones como para que se borre de nuestras vidas fácilmente. Sé que no sólo de recuerdos se vive. Después de un golpe de estos, la realidad se impone, y nos damos cuenta de que hay que seguir viviendo. Creo que después de saber que ya no contábamos con Marcelino nos hemos dado cuenta de que nos queda una gran labor por hacer y un gran hueco que llenar. Intentemos que todo lo bueno que recibimos de él sea puesto al servicio de los demás y, en concreto, de nuestra familia agustiniana. Sepamos poner paz, sepamos escuchar, sepamos dar palabras de aliento, sepamos agradecer, sepamos ser más humanos y accesibles. Además, no olvidemos la oración, esa forma de comunicarnos con Dios, pero también con nuestros intercesores allí arriba. Seguro que nuestro hermano y amigo nos echa una mano si se lo pedimos. No va con él dejarnos solos, ¿a que no?
Maider Grupo JAR Donosti
Vicky Grupo JAR Donosti
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El Padre
M arcelino, cantor del cántico nuevo ¿Quién canta? El P. MarCon el paso del tiempo, celino. ¿Qué hacía? Unirnos he descubierto que según el Se nos ha invitado a cantar al Sey uniéndonos, alabábamos estado de ánimo en el que ñor el cántico nuevo. El hombre y orábamos a Dios cantannos encontremos, necesitanuevo conoce el cántico nuevo. El do su música amor-comumos oír unas veces, una cantar es función de alegría y, si lo nión. melodía suave que impregLa primera vez que oí al ne nuestro espíritu, que nos consideramos atentamente, función P. Marcelino cantar y pulsar sirva para soñar e incluso de amor. las cuerdas de una guitarra, para hacer oración. Hoy, San Agustín sermón, 34,1 fue un domingo de Resume voy a referir, a la que rrección, en el que acompanos hace volver al pasado ñado de dos frailes, intery a recordar lo que esas notas significaron en momentos importantes de pretaron canciones de toda la vida, sencillas y conocidas, de las que alegran el espíritu y traen a nuesnuestra vida. La música que interpretaba el P. Marcelino a la tra mente recuerdos queridos. Cantaron varias, pero guitarra era una música alegre y festiva que unía los una me caló muy dentro: «El grito de América». corazones; la llamo amor-comunión. Él conocía el Sentí en mi interior la sensación de que compartían poder de la música, no en vano estuvo durante años un secreto muy íntimo; la cantaron con toda el alma: dedicado a la enseñanza, pero sobre todo para un Hoy sé lo que representa América para el agustino agustino recoleto, la música es importante. San recoleto: la misión, «Id por el mundo y anunciad el EvanAgustín, tiene un tratado dedicado solamente a la gelio». Corría el año 2002, y en la parroquia santa Mómúsica. En el sermón 34, nos invita a cantar: «Cantemos al Señor el cántico del amor», que es el Cán- nica no había coro en ese momento, él nos propuso formar uno. Aquí vuelve a aparecer «el cantor tico Nuevo del que nos hablan los salmos. En el sermón 34, dice: La alabanza del canto resi- del cántico nuevo». Alabar a Dios y enseñarnos a orar cantando. Aprendimos bastante, entre otros de en el mismo cantor.
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`PASTORAL Cantor del cántico nuevo
Coro al que acompañaba el P. Marcelino, cuando la agenda se lo permitía
el himno a Ntra. Sra. de la Consolación, que teníamos gran interés en aprender, y el «El vaso nuevo», que fue un descubrimiento. Me sentía barro en manos de Dios, así, que siempre que lo canto, oro al mismo tiempo. Se volvía a cumplir el deseo del P. Marcelino: alabanza y oración en el canto. Durante algunos años, pocos; siempre que estaba en Madrid: en Nochebuena, sábado de Pascua y el día de la conversión de san Agustín, aniversario de las promesas de los fraternos, tuvimos la gran suerte de tener al P. Marcelino alegrando y uniendo a todos con su música, amor-comunión. Su preocupación por los jóvenes era grande. Durante un tiempo dio catequesis a un grupo de confirmación de adolescentes. Todos sentíamos una gran admiración por él, se dio y entregó a los demás como lo que era: un sacerdote consagrado. Proclamó la Palabra de Dios a donde fue; su recuerdo perdurará entre los que le conocimos. Le gustaba caminar, le encantaba la naturaleza, ante la grandeza de lo creado, me imagino, llegaría a la oración contemplativa. Entonces solamente cantaría y alabaría su alma, si el amor de Dios le dejaba. El Padre algunas veces no deja hablar, sino sentir.
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Hoy lo tenemos en la Gloria. Interpretará para el Padre no solo «El grito de América», también entonará el grito de todo hombre y condición de cualquier continente. Le envidio. El Padre y él «pasearán a la hora del atardecer» (Gn.). En algunos momentos se sentarán a charlar y a contemplar las bellezas del cielo y de todo lo creado. Seguirá cantando el Cántico del amor, ya ante el Amor mismo. El día 6 de abril de 2006, día en que se reunió con el Padre, el salmo de la Eucaristía decía así:
Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro. Recordad las maravillas que hizo, sus prodigios, las sentencias de su boca. Este salmo contiene un mensaje; nos lo ha dejado, para que lo descifremos en soledad. A dios, P. Marcelino. ¡Hasta que nos volvamos a ver! Josefina López Acebal Catequista
Cuando un Amigo está lejos
Los jóvenes aprecian el esfuerzo que el Padre Marcelino hacía para ayudarles a crecer en la fe. Se lo dicen es estas letras que le envían Querido Marcelino: Cuando un amigo está lejos tiendes a recordar los momentos compartidos. Hemos tenido la suerte de que Santa Mónica haya sido tu casa muchos años. Echando la vista atrás recordamos aquella pascua en la capilla de abajo en la que nos enseñaste otra manera de vivir la cruz. No eras hombre de muchas palabras. Preferías escuchar para sacar de nosotros lo más íntimo. Nos es difícil recordar un enfado tuyo puesto que tu buen humor nos acompañaba siempre.
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Pastoral
A pesar de tus muchos viajes tu gran preocupación por los jóvenes te llevó a ofrecerte como catequista de un grupo de confirmación apostando siempre por nosotros, sirviéndonos de guía ante las incertidumbres de la fe. Marcelino, no sólo has sido catequista sino animador, amigo, compañero, misionero. Catequista es aquella persona que transmite su vivencia de Cristo, toda tu vida ha sido una catequesis. Te echamos de menos, pero te sentimos cerca.
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amigo Eres brocal, Pozo y agua, Que mitigas los ardores del camino.
Eres fuego, Luz ardiente, Que iluminas las quebradas del camino.
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Comunidad
Eres cierzo, Viento fuerte, Que despejas los fantasmas del camino. Eres ungüento, Nardo puro, Que perfumas los quebrantos del camino. Eres Verónica, Ternura blanca, Que cobijas los escarnios del camino. Eres tú... ¡Amigo! P. Fr. Alfredo Arce Medina Prior Provincial
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De la llegada del P. Marcelino al Colegio Santo Tomás de Villanueva de Granada, curso 1973-1974, apenas nos queda una fecha algo borrosa en el calendario de la memoria, una imagen cargada de juventud en algún documento gráfico de la época y algún recuerdo opaco en el tiempo. De los 25 años de su vida que entregó al servicio de la juventud granadina, florece un nutrido grupo de exalumnos que agradecen su entrega como mejor saben y entienden, pero de todo corazón. Del adios a su colegio, 1998, tenemos una foto repleta con el personal del centro que le arropa, un poema que canta sus desvelos, y muchos hasta luego, que reclamaban su vuelta. Como homenaje de despedida le celebran los artículos, recuerdos y testimonios que algunos profesores, en nombre propio y de toda la plantilla del centro, nos ofrecen en esta sección dedicada al profesor, al docente, al formador, al animador, al amigo…
P. Marcelino
al un maestro autentico Con estas sentidas palabras Miguel Hernández evocaba la figura de su gran amigo Ramón Sijé tras su muerte. Sentimientos similares experimentamos los que hemos tenido el privilegio de conocer a este fraile bonachón, abierto siempre al diálogo, y de una entrega y generosidad admirables; carta de presentación que le sirvió para ganarse el corazón de todos aquellos que lo trataron. Marcelo se ha marchado demasiado pronto. Una sensación de vacío y un profundo sentimiento de tristeza nos embargan. Quisiéramos que el tiempo se detuviera para justificar algo que no tiene explicación, debilidad humana que nos ratifica eso, que somos humanos. Si el P. Marcelino estuviera entre
«Yo quiero ser llorando el hortelano de la tierra que ocupas y estercolas, compañero del alma tan temprano». (Miguel Hernández)
nosotros, que lo está, nos diría, con esa voz tenue y suave que le caracterizaba: «tened ánimo»,»no desfallezcáis», «lo vamos a conseguir», «confiad en el Señor…» Fue un enamorado de la vida, un paciente educador –enseñaba sin someter-, un consumado alentador en los estudios, en el deporte, en los tropiezos y dificultades diarias…; un hombre que confiaba apasionadamente en el hombre, y en Dios.
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Colegio St.Tomás
Personal del colegio Santo Tomás
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COLEGIO St. TOMÁS Al Padre Marcelino...
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El miércoles cinco de abril, a las cinco de la tarde, me despedía de él con un fuerte abrazo, como siempre lo daba él, (con cierto estremecimiento, ahora ese abrazo me parece o lo quiero hacer más intenso). Me comentó que en los días posteriores a Semana Santa estaría de nuevo por aquí, por su Granada. Nunca pude imaginar que dos días después, precisamente sobre las cinco de la tarde, le estábamos dando sepultura en el cementerio de la Almudena de Madrid. Aún hoy, no encuentro la razón de ser a este desgraciado acontecimiento, que nos parece un mal sueño del que nos queremos despertar cuanto antes… Ojalá lo hubiera sido. Allá por los años setenta, llegó al Colegio Santo Tomás de Villanueva, radiante de ilusión, este fraile agustino, recién ordenado sacerdote, leonés de nacimiento y «granaíno» de angustia, de complexión fuerte y corazón grande. Casi treinta años estuvo con nosotros, en nuestro Colegio, como profesor, como coordinador de deportes, como tutor, como director…, hasta que en el curso escolar 98/99 sus superiores le asignan el cargo de Prior Provincial de la Orden, lo que le obliga a trasladarse a Madrid, llevándose en su corazón a Granada, y dejando en esta ciudad parte de ese corazón que todavía sigue latiendo. Los que hemos tenido la oportunidad de convivir con él sabemos que hemos perdido a una persona excepcional, a un sabio consejero, a un consumado animador de grupo, a un… santo como lo llamó el P. Alfredo en el funeral «corpore insepulto». Pocas veces se le vio de mal humor, por no decir ninguna, y si lo estaba, procuraba transmitir siempre sensaciones positivas, a los alumnos, a los profesores, a las familias, a sus hermanos de Orden, a todo el que se acercó a él. Y bien que lo pudimos comprobar la tarde del viernes siete de abril cuando le estábamos diciendo el último adiós, con lágrimas contenidas y con una profunda tristeza, al son de los Salmos que a él tanto le gustaban. Padres, muchos de Granada, profesores, antiguos alumnos, frailes hermanos de Orden, monjas agustinas, Provinciales de otras Ordenes, Presidentes de organismos estatales… cientos de personas, amigos todos, estábamos diciéndole adiós a un hombre bueno. Se ha marchado de puntillas, sin molestar a nadie, sin aires de grandeza. Se merecía otra despedida; de ahí que le estemos tributando este pequeño e insuficiente homenaje a quien tanto nos dio sin pedir nada a cambio. El día seis de abril, sobre las once de la mañana, el corazón le dijo «basta»; lo-
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graron reanimarlo, pero horas más tarde su corazón definitivamente dejó de funcionar… «Temprano levantó la muerte el vuelo, temprano madrugó la madrugada, temprano estás rodando por el suelo». Eran aproximadamente las cinco de la tarde, terribles cinco de la tarde, cuando nos dirigíamos en comitiva al cementerio de la Almudena para darle cristiana sepultura. El coche en el que hacía el viaje definitivo tenía como matrícula el número 0011… Caprichos del destino y de los números… Un número que nos traslada, entre otras cosas, al deporte, al fútbol, a todos los equipos del colegio… Hasta su equipo de siempre, el BarÇa, se ha puesto de acuerdo para alegrar su despedida. Las muchas generaciones de jóvenes que han pasado por nuestro colegio seguro que estarán tristes porque el «cura», como le llamaban cariñosamente, ya no podrá transmitirles esa inquietud – tan agustiniana-, esa ilusión por vivir y ser feliz, ese espíritu comunitario –siempre le gustaron las actividades y los deportes colectivos-, ese no arrugarse ante la adversidad, ante las malas calificaciones, ese espíritu de lucha por conseguir la victoria, ese saber aceptar la derrota y felicitar al contrario…; ese alegrar la sobremesa con su guitarra, las excursiones en autobús, las convivencias con las familias, con los profesores, las salidas a la montaña, tan reconfortantes… Muchos e interminables recuerdos… ¿Acaso no estamos ante un gran maestro? Sin embargo, gracias a Dios, no todo se lo ha tragado la tierra; todos sabemos que la impronta de este fraile está ahí, sigue viva… (Cuando el grano de trigo muere, da su fruto: Gracias, Marcelo, por todo lo que has hecho por nosotros). «Volverás a mi huerto y a mi higuera: por los altos andamios de las flores pajareará tu alma colmenera…» Cientos de jóvenes, y menos jóvenes, hemos llorado tu muerte, a la vez que nos hemos sentido contentos y satisfechos por haberte conocido. La sociedad en general, y la granadina en particular, debe estar muy agradecida por haber tenido la oportunidad y el privilegio de convivir con un «santo». Sean estos valores el sello indeleble que el Padre Marcelino, Marcelo, «Marce», «el cura» ha dejado en nuestros corazones, y el testimonio de agradecimiento, nuestro aplauso. Cristóbal Píñar Vico Profesor del Colegio Sto.Tomás de Villanueva de GRANADA
«¿Qué decir del P. Marcelino? Después de tres años como alumno suyo, seis como hermano de Orden (el último como hermano de Comunidad) y diecisiete años como amigo, me cuesta trabajo pensar que no me van a llamar por teléfono para cenar, interesarse por mis cosas, mi familia, mi pareja, mis hijos... Creo en la resurrección, pero me fastidia mucho que se lo haya llevado tan pronto. Me consuela pensar que somos muchos los que estamos en este mismo barco. Marce, nos vemos arriba.» D. Julio Vargas, antiguo alumno.
«Prefiero pensar que Marcelino sigue vivo en mí, que su labor y su obra se ve reflejada en tantos antiguos alumnos que obtuvimos de él su templanza y su ternura, su paciencia y su prudencia. Olvidarte no podremos, pues no se olvida a quien se quiere; así que tendrás para siempre ocupado en nosotros un espacio en el hueco donde guardamos nuestros mejores recuerdos. SIEMPRE MARCELO»
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D. José María «Chema» del Moral Alonso Profesor del Colegio Santo Tomás de Villanueva de GRANADA.
«La noticia del fallecimiento del P. Marcelino nos ha dejado consternados a mi familia y a mí. Le ha traicionado su gran corazón, después de muchos años juntos en un sinfín de facetas: colegio, Apa, Club Deportivo Agustinos; Fraternidad OAR… Llegamos a unirnos en una gran amistad que siempre me dejó lleno, tanto a nivel religioso como social. El entrañable P. Marcelino siempre demostró que era un buen sacerdote y una gran persona. ¡Mi único consuelo es que ya tengo a un gran valedor en el cielo, y doy gracias a Dios por los años compartidos con él, y por ser su amigo.» D. Antonio Selfa Navarro, Vicepresidente del Club Deportivo Agustinos. GRANADA.
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COLEGIO TestimoniosSt. TOMÁS «Es muy fácil hablar sobre el P. Marcelino, decir cómo era, qué recuerdos guardo yo de él. Es muy fácil, porque desde que lo conocí, y de esto hace muchos años, su presencia fue cálida cercanía. Era esa figura que uno necesita si está bien o si está mal. Cuando querías pasar un rato distendido y alegre, él te acompañaba con su carcajada franca y su conversación ocurrente. Pero si el ánimo no estaba para muchas cantinelas, su palmada en la espalda, el apretón de su manaza en el brazo, su palabra oportuna y aquella mirada serena te hacían sentir la fortaleza de un amigo. ¿He dicho que es fácil hablar sobre el P. Marcelino? No, que esto no expresa lo que yo quiero decir de él… ¡Qué difícil, pero qué difícil…! Es imposible que yo pueda expresar lo que fue para mí el P. Marcelino…» Srta. Tere Legarra Lopetegui Profesora del Colegio Santo Tomás de Villanueva de GRANADA.
«En los años que tuve la gran suerte de relacionarme con él, bastantes entre sus cargos en el colegio y en el de Provincial, puedo asegurar que nunca le oí una voz más fuerte que otra, una alteración en su comportamiento, pausado y a la vez rotundo, aun en momentos de dificultad. Su mirada, su voz, su forma de acoger, su sosiego, eran una invitación a la confianza, a la amistad sincera. En definitiva, ha sido una gran persona física y moralmente. Pensar en el Padre Marcelino es pensar en lo que él siempre transmitía: PAZ». Manuel Ruiz Travesí Expresidente de la Asociación de Padres de Alumnos del Colegio Santo Tomás de Villanueva de GRANADA.
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«¡Vive Dios, que estás gozando con Él! Tan cierto como el sol anaranjado se oculta en la bella Granada que te atrajo con su embrujo y su misterio, y te aceptó desde el primer momento, y tú le correspondiste inundándola de humildad, tolerancia, bondad y equilibrio espiritual. Nos dejas muchas ideas, frases u obras emprendedoras, como tú solo sabías hacer. Eras sublime y así sigues estando, en el aula, en los campos de juego con los muchachos, en las marchas por los montes que tanto te gustaban. Hablábamos de todo y de… ¡Dónde estás! Queríamos vivir como maestros buenos y justos… ¡Ya los has conseguido, campeón! Nos dejas un legado incomparable en el recuerdo y el corazón lleno de nostalgia… ¡Cuánto podríamos haber seguido disfrutando de tu amistad! Nuestros hijos también notarán por mucho tiempo tu ausencia. ¡Marcelo, estás con todos nosotros AHORA y SIEMPRE!». D. Emilio Sánchez López Profesor del Colegio Santo Tomás de Villanueva de GRANADA.
«Cuando me enteré de su muerte, experimenté una extraña sensación, difícil de explicar, mezcla de tristeza y de felicidad a un tiempo; nunca antes había sentido algo parecido. Lo primero que apareció fue una pena desgarradora; pasaron por mi mente miles de imágenes de nuestro Cura, las más bonitas que he -hemos- vivido -jugando en el patio, entrenándonos a baloncesto, enseñándonos en clase, de excursión, en los viajes que hicimos, abrazándonos el día de nuestra boda, bautizando a nuestros hijos...- y también las más reconfortantes -siempre estaba ahí en los momentos difíciles para auparnos y darnos aliento-. Todo eso se había esfumado; se había ido el Maestro, el amigo, el entrenador, el consejero, el Cura.... Ya nunca más tendríamos ese reconfortante abrazo que nos aguardaba cada vez que pasábamos por la capital. Todavía hoy, en la soledad, lloro amargamente cuando pienso en él. Pero la amargura vino entonces -y viene ahora- acompañada de una alegría desmesurada. Con su muerte he comprendido que era Dios el que nos guiaba a través del Cura; era eso lo que había en él que a todos cautivaba y no alcanzábamos a explicar. Hoy sé que hemos convivido con un Santo y que desde este momento nuestra vida será más plena con él velando por nosotros desde arriba. Muchas gracias, Cura».
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Cecilio Gómez Cabrera Antiguo alumno, profesor Titular de la Facultad de Derecho de GRANADA.
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Padre Marcelino en el recuerdo Fue allá por el año de 1975 cuando le vi por primera vez. Por aquel entonces yo ultimaba el bachillerato en el colegio de Santo Tomás de Villanueva. El padre Marcelino parecía un hombre educado, respetuoso, de gesto adusto y hasta un poco bronco, pero sólo en su fachada externa. Todos los días le encontraba en el patio del colegio con su mirada puesta en los grupos de escolares que jugaban a la hora del recreo. A veces, desde la ventana, le contemplaba dirigiendo la clase de educación física o supervisando partidos de baloncesto, de fútbol sala, de balonmano…, el deporte era su hobby, su afición favorita y el cometido que tenía asignado en el centro. Era un profesor más, un padre agustino como cualquier otro y que como todos cuidaba de nuestra formación. Pero tenía algo especial. La realidad es que durante esos años no llegué a intimar con él y mantuvimos una relación normal de profesor-alumno. Pasan los años y marcho a la Universidad. Yo llevaba a honra ser un alumno agustiniano, un alumno de esos que han pasado toda la vida ligada al colegio, de esos que no pueden olvidar la que había sido mi casa durante tantos y tantos años. Por eso volvía con frecuencia al centro para saludar a los padres, para conversar con ellos, para seguir sus consejos. Para mi uno de los días mas esperados era el sábado por la tarde. Llegado el momento acudía al patio de deportes para disfrutar un partido de futbito. Nos juntábamos antiguos alumnos y algunos «frailes», el Padre Alfredo, el P. José María López, el P. Miguel, el P. Felix…, el P. Marcelino. Constituimos una peña que nunca olvidaba su cita semanal y que actuaba en total camaradería. El Padre Marcelino seguía siendo uno más, un «fraile» al
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que respetaba y se hacía respetar y al que poco a poco me iban uniendo fuertes lazos de amistad. Cinco años estuve en la Facultad. Concluidos los estudios me encuentro desorientado, sin ideas de futuro, pero he aquí que «mi casa», el colegio de Santo Tomás, me reclama. El centro me oferta dar clases de historia, pero sólo trece horas semanales. Es poco, pero me parece una oportunidad que no puedo dejar escapar. Me liga ahora al colegio otra obligación, la del docente comprometido con el ideario agustiniano. Me integro en el equipo directivo y estoy a diario con el P. Felix y el P. Marcelino en la constante lucha de formar y educar a los alumnos. Mi amistad con «Marcelo», se hace más intensa. Un día me dice: ¡oye colega¡ hacía falta que contactaras con antiguos alumnos que estén interesados en formar un equipo de balonmano. Queremos llegar alto, lo más alto posible. Sus palabras fueron premonitorias. Entrenados por el P. Alfredo subimos al equipo por primera vez a la segunda división nacional y el nombre de Agustinos fue respetado en la competición deportiva además de ser conocido en toda Andalucía. En otro extremo, en el plano educativo, constituimos un sólido equipo tutorial en el curso de octavo. Antonio Megías, Loli Heredia, el P. Marcelino y yo planificábamos el seguimiento de las clases, las actividades, los exámenes, los viajes….. Pero a la vez, en momentos de relajamiento, departíamos amigablemente e intercambiábamos nuestras inquietudes, nuestras preocupaciones, nuestras aficiones o el diario acontecer de la vida nacional. El P. Marcelino era un auténtico apoyo para cualquiera de nosotros. Como experto sicólogo sabía trasmitir paz, tranquilidad, sosiego. En la mañana, cuan-
do me veía llegar sabía que humor traía. Si me veía deprimido me decía: ¿Qué te pasa, colega?, ¿esto que es? Y suavemente me empujaba con su hombro. ¡Venga, no seas exagerado¡ ¡Anímate¡ Mira, el sábado nos vamos de caminata¡ Planificábamos rutas en el entorno: la Sierra de la Alfaguara, el Trevenque, la Sierra de Huetor. Era la cura que necesitaba. Durante la marcha trataba directamente el problema que me afligía. Luego, analizaba las circunstancias y aplicaba su particular terapia reparadora. Problema resuelto. En ocasiones era él quien me buscaba. También era humano y necesitaba la compañía de un fiel compañero. ¡Venga colega¡ ¿tienes libre? Vamos a pasear mañana por la ciudad y conversamos. Un buen día la Orden le requirió para un puesto de mayor responsabilidad. Le nombraron Padre Provincial de la Provincia de Santo Tomas y tuvo que abandonar su puesto en el colegio. Los compañeros lo sentimos en el alma. Sabíamos que ello le alejaba un poco de nosotros, pero también comprendíamos su enorme valía personal y el porqué de su elección. Con todo organizamos una fiesta de despedida, aunque él nos previno para que fuese con gran sencillez. Bondad, modestia, generosidad, ….son epítetos que definen a las claras su personalidad y su forma de ser. El P. Marcelino marchó a Madrid. Ocasionalmente visitaba Granada por razones propias del cargo y siempre aprovechaba el momento para saludar a los amigos, a los compañeros, a los alumnos. Uno de tantos fue el día 5 de abril. Le vi en el garaje del colegio preparando su regreso al Provincialato. Le toqué suavemente el hombro y me granjeó una tenue sonrisa como siempre solía hacer.
¡Hombre, colega¡ ¿Cuándo vas a ir por Madrid? Le contesté que a ver si podía aprovechar algún día libre. También le interrogué por los días que iba a permanecer en Granada. ¡Me marcho hoy por la tarde¡ tengo muchas ocupaciones en Madrid. Fueron sus últimas palabras pues no le volví a ver. El viernes, día seis, me dieron la triste noticia. Había fallecido repentinamente mientras caminaba en dirección a la parroquia de Santa Mónica. Fue un duro golpe pues horas antes le había visto pletórico de salud. Esa tarde los nervios prendieron en mí ya que le recordaba en todo momento. Al día siguiente marché a su entierro. Quería estar en su despedida y verle antes de partir a su última morada. No pudo ser pero me queda la satisfacción de haber podido tocar el féretro donde reposaban sus restos. Han pasado los días y todavía le recuerdo con emoción. En mi mente se me representa su figura, su aspecto fornido, su mirada, su bondad, su comprensión, su paz interior, esa que tanto dispensó a todos los que le rodeamos en vida. Solo puedo decir que fue un gran hombre, un hombre de paz, un hombre de concordia, un hombre de fe. Me queda la satisfacción de haberle conocido, de saber que fue lo que siempre quiso ser, un agustino recoleto. A la Orden dedicó los mejores años de su vida y ahora descansa junto al Padre. Su llamada ha sido precisa, urgente, repentina y él, como buen cristiano, no ha querido demorar su partida. Desde el que fue tu colegio, un emocionado recuerdo de tu amigo, de tus compañeros, de tus alumnos.
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COLEGIOen St. TOMÁS el recuerdo
Eduardo de la Plaza Profesor del colegio Santo Tomás de Villanueva, Granada
Don Eduardo comparte la mesa presidencial en la despedida del P. Alfredo Arce, 1994.
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Memoriam Marcellini patris, fratris amicique In
«No es lo que importa llegar pronto ni solo, sino llegar con todos y a tiempo» (León Felipe) Cuando en la tarde del pasado 6 de abril me comunicaron que Marcelino había muerto en Madrid esa misma mañana, no podía dar crédito a tan sorprendentemente necrológica información y, tras la estupefacción inicial, tardé algún tiempo en asimilar el fatal desenlace, lo cual pude ratificar después tras hablar con otros compañeros de mi Centro, tan consternados como yo. Efectivamente, aquel hombre leonés, sencillo, amable, siempre sonriente y muy cercano, que te hablaba con ese tono de voz a veces tan bajito, nos había dejado físicamente, aunque, por supuesto, su valiosísimo legado perdurará entre nosotros, tanto en este Colegio Santo Tomás de Villanueva de Granada, en el que tantos años vivió y con el que tanto se vinculó, ganándose el afecto y el cariño de mucha gente, como en el resto de Visita a Roma puntos geográficos mundiales donde tuvo que tomar decisiones desde su responsabilidad como Prior Provincial de la Orden. En la mañana del día 5 de abril, a primera hora, cuando asistí con los chicos de segundo de Bachiller a la capilla del Centro para que recibiesen el Sacramento de la Reconciliación, Marcelino entró y le estreché las manos, como hacía cada vez que nos veíamos. Pero esta vez sería ya la última que realizaría este gesto de amistad. En realidad, sin yo saberlo en aquel momento, me estaba despidiendo terrenalmente de él para siempre, y pienso que, por
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casualidad de su agenda, su presencia aquel día en Granada fue para dar el último adiós a esta ciudad y a este Colegio, al que tantísimas horas dedicó en todas las misiones asignadas, desde las deportivas en sus inicios, hasta las de la Dirección del Centro en sus últimos años. En septiembre de 1994 conocí por primera vez a Marcelino, cuando me llamó para entrevistarme y contratarme como nuevo profesor de Latín, cuando él comenzaba su nueva etapa de director, permitiéndome acceder por primera vez al mundo laboral dentro de mi vocación docente. Tres años después, en septiembre de 1997, tras mi etapa militar, volvió a contar conmigo, depositando de nuevo su confianza en mí para que impartiese la lengua de Cicerón y Virgilio en este Colegio. En 1998, me asignó mi primera responsabilidad tutorial, precisamente en el nuevo equipo de tercero de ESO del que él mismo formaba parte. Por ello, y por todo cuanto me fue enseñando en los cursos que compartí con él, redacto estas líneas con las que deseo expresar a Marcelino, a título póstumo, mi más sincero agradecimiento como profesor que, al igual que algunos más, tenemos un buen puesto de trabajo y pertenecemos a una comunidad educativa agustiniana por él. A partir de ahora, puesto que su presencia espiritual continúa entre nosotros, debemos ser fieles continuadores de su obra y velar por que los valores que nos ha legado sigan creciendo día a día en la formación de unos alumnos buenos y ejemplares cristianos, muy bien preparados por sus altos conocimientos académicos, y muy sanos por el deporte. Es el mejor homenaje que sus amigos granadinos podemos hacer a un fraile agustino recoleto que un día decidió consagrar su vida a Dios y dedicarla con máxima entrega al servicio de los demás. Gracias, Marcelino. Nunca te olvidaremos. REQUIESCAS IN PACE. Antonio Gustavo Romero Hidalgo Profesor del Colegio Santo Tomás de Villanueva, Granada
Gracias por
tu entrega
Dicen los libros que algunas de las estrellas que brillan en el cielo nocturno se extinguieron hace millones de años. Pero los libros no hablan de milagros cotidianos, y es que hay personas que resplandecen incluso cuando nos acompaña su ausencia, y cuyo corazón sigue latiendo en el pecho de todos los que estuvieron cerca alguna vez. Aquel jueves por la mañana, todos perdimos algo. Unos, a un maestro; otros, a un compañero; muchos, a un amigo; y los que más afortunados eran, las tres cosas. Hoy, si me atrevo a situarme entre los últimos es tan solo para darte las gracias: • Como ALUMNO, gracias por tu paciencia, por tu vocación y tu entrega, y por enseñarnos más de lo que ningún temario podrá jamás abarcar. • Como COMPAÑERO, gracias por tu escucha, tu consejo, por tu confianza plena, por dejar siempre tu puerta abierta y animarnos a entrar. Gracias por calzar nuestras sandalias antes de juzgar.
• Como AMIGO, gracias por empujarnos cuando no sabíamos que podíamos hacerlo, por prestarnos tu hombro cuando la senda se hacía estrecha, por tus abrazos llenos de ternura, por tu afable sonrisa y tu sereno optimismo. Hoy, aunque nos duela no ver tus huellas en el camino, te sentimos cercano, como siempre, resucitando en cada recuerdo: en cada canasta que se encesta en el patio, en los ecos del Pabellón, en los susurros de nuestra capilla, en las risas de los pasillos, en cada aula, en cada vereda de Sierra Nevada, en cada nota de guitarra… Gracias por tu entrega, por demostrarnos que se puede ser grande y sencillo a la vez, por ponernos el listón tan alto. Gracias por no medir el amor. Gracias, y hasta siempre, Cura.
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Antonio Jesús Torres Gil Profesor del Colegio Santo Tomás de Villanueva
Admirando la creación desde la sierra de Madrid
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Nunca
Olvidaré...
«Nunca olvidaré la tarde del 6 de Abril de este año 2006. Eran casi las seis de la tarde cuando me llama mi hijo por teléfono diciéndome que me tenía que dar una mala noticia... ¿Qué pasa, hijo? … Con la voz entrecortada me responde: el Padre Marcelino ha fallecido. De inmediato me fui al Colegio con la esperanza de que no fuese cierto, pero no. Cuando llegué, los rostros del Padre José María, del Padre Antonio, de D. Cristóbal y las demás personas que allí se encontraban me confirmaron que era cierto lo que mi hijo minutos antes me había dicho. Su corazón, ese CORAZON tan grande que tenía EL CURA, como familiarmente le llamaban sus niños, le había fallado. Esa noche no pude conciliar el sueño y repasé, desde el día que lo conocí hasta este fatídico 6 de Abril, cada uno de los momentos que con él compartí. Fue hace casi 28 años, cuando tuvimos la gran suerte de que mi hijo lograra una plaza en el Colegio de Santo Tomás de Villanueva, «Los Agustinos». A principio de curso, el Padre Marcelino nos convocó a todos los padres de los nuevos alumnos, en el Salón de Actos del colegio, para informarnos
Encuentro en el amor y la amistad
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«El porvenir de la humanidad está en las manos de quienes sepan dar a las generaciones venideras razones para vivir y razones para esperar»
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Conc. Vaticano II, Gaudium et Spes, 31.
de todas las actividades deportivas que tenían previstas, y que dada la gran variedad de las mismas nos pidió colaboración. Cuando finalizó la reunión me presenté a él para decirle que contase conmigo para esa labor que a mí me pareció maravillosa. Me preguntó que en qué deporte se había inscrito mi hijo, le contesté que en fútbol, y me dijo, pues ya tienes el equipo del que te vas a ocupar. Comencé ese mismo año. El coche que tenía era un Mini y con él desplazaba a siete u ocho niños, imaginaros la talla de cada uno, por los colegios de Granada acompañado la mayoría de las veces por la Srta. Paquita. Pero los niños crecían y esas competiciones escolares se les quedaban pequeñas. Marcelo, ¿qué hacemos? No te preocupes, me respondía, vamos a hacer un equipo federado de infantiles; pero, Marcelo,-le respondía- eso conlleva gastos de fichas, arbitrajes y equipar al equipo… No te preocupes, me decía, tú te encargas de pedirle a Aguas de Lanjarón, que era y sigue siendo la empresa en la que trabajo, las camisetas y yo me encargo del resto. Nunca había problemas para él. Después pasamos a la competición de juveniles, donde aparte de los «problemas», anteriormente comentados, se necesitaba tener un campo, del que el colegio no disponía, pero como siempre, para él, por sus niños, no había problema que no solucionara. Se puso en contacto con la Universidad y a cambio de hacer filial el equipo de balonmano del colegio a esta Institución, por aquellos años un equipazo, nos cedieron un campo para jugar. Fueron unos años inolvidables, pues él fue nuestro entrenador y nos acompañaba a todos los partidos. Recuerdo que las charlas que les daba antes de comenzar los partidos, la mayor parte de las mismas, eran para repetirles, una y otra vez, cómo se debían comportar en el campo con el contrario. Marcelo, cuánta enseñanza nos diste y cuánto aprendimos de ti durante todos aquellos años.
Entrenando se puede crecer desde dentro
Los «niños» ya no son tan niños, pues llega el final de su etapa en el colegio, SUS AGUSTINOS DE TODA LA VIDA, y tienen que abandonar su CASA, sus profesores, sus compañeros, sus Curas... SU CURA, para pasar a la Universidad. Pero se resisten, saben que es otra nueva etapa de sus vidas, pero repito, se resisten a ello. ¿Qué hacer? Pues lo mismo que siempre, plantearle el problema, otra vez más, a quién siempre supo resolverlos, al PADRE MARCELINO. No sin dificultades, logramos entre todos federar a dos equipos de fútbol sala, ya que el fútbol entrañaba más dificultades. Hasta hace cuatro años, uno de ellos ha estado compitiendo, y no han continuado por sus compromisos profesionales, pues parte de ellos han tenido que trasladar su domicilio fuera de Granada, pero los que han quedado aquí siguen haciendo deporte en SU CASA, en su pabellón todos los jueves. El otro equipo sigue compitiendo, nutriéndose con alumnos que terminan su etapa colegial. También recuerdo el campeonato de fútbol sala que organizó para « viejas glorias», padres de alumnos, profesores y los Frailes del colegio, como a él le gustaba llamar. Unos años inolvidables. No quiero dejar de reseñar otra gran idea del Padre Marcelino, la de crear la Asociación Deportiva del Colegio, donde cada dos componentes de la Directiva, se encargaban de una actividad deportiva, de todas las que se realizaban en el colegio, (Balonmano, Fútbol, Baloncesto, etc…). Recordaré siempre una reunión donde el CURA plan-
teó otro gran proyecto, el de construir un Pabellón Cubierto para que los niños pudiesen hacer deporte cuando por el mal tiempo no podían hacerlo en los patios. Aquí el problema que se nos planteaba era mayor: ¿Cómo financiarlo? Alguno comentó: esto es imposible, una utopía. Pero, como siempre, el Padre Marcelino no se rendía, nos dio toda clase de ideas para conseguir dinero. Involucró a la Asociación de Padres, de la que se obtuvo una ayuda muy importante, y, finalmente, a la Orden de Los Agustinos, que fue quién soportó la mayor parte del presupuesto. Ahí está el pabellón cubierto EL PABELLÓN DEPORTIVO AGUSTINOS PADRE MARCELINO ALVAREZ, nombre con el que a partir de ahora se le va a conocer, tras el acto que tuvo lugar el día 20 de mayo, día del deporte, en el que el Padre Provincial de los Agustinos, P. Alfredo Arce, -otro gran animador deportivo-, y tras escuchar y atender el sentir popular de muchos que conocieron a este fraile, descubrió la placa que recordará al CURA, y en la que se ha reproducido una frase de san Agustín que refleja fielmente el espíritu que Marcelo quiso infundir a todos los alumnos: «Mientras haya ganas de luchar, hay esperanza de vencer». Quiero recordar también, las horas y conversaciones tan amenas que he compartido con él, caminando por esos senderos de las sierras de Granada, que tanto le gustaban, y guardaré, con todo el cariño del mundo, el bastón que me regaló y que él mismo hizo. Por último, CURA, y ahora me dirijo a ti para decirte que LAS PERSONAS QUE ESTAN EN NUESTRO RECUERDO NUNCAN MUEREN. Marcelo, tú estás y estarás siempre en nuestro recuerdo».
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COLEGIO St. olvidaré TOMÁS Nunca
Manuel F. Martín Antiguo miembro de la Asociación Deportiva del Colegio Santo Tomás de Villanueva.
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desde el
Recuerdo Agradecido Querido Marcelino: Desde que hace unos días recibí la noticia de tu fallecimiento no dejo de pensar en ti. Cierro los ojos y veo tu cara, oigo tu voz. En cualquier momento parece que va a sonar mi móvil y escucharte tan campechano a ver si vamos al monte mañana. La última vez fue hace un mes, era un sábado por la noche y estabas en Málaga. Te apuntaste de in-
Eucaristía al aire libre un día de convivencia.
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mediato a la excursión y a la mañana siguiente, temprano, ya estabas en Fuente Grande, esperándonos, para subir a la Cruz de Alfacar. En estos días me vienen a la memoria multitud de encuentros, siempre gozosos. Qué extraña virtud tienes de dejar siempre a la gente en paz. Mi amiga Victoria dice que hablar contigo es como tomarse un valium: por muchos problemas que tengas, desaparecen. Recuerdo especialmente una conversación de una gran profundidad en Almuñecar, entre Antonio Muñoz, tú y yo, en medio de un jaleo espantoso (todas las familias del grupo de matrimonios más algunos añadidos, los vinos, las cervezas, las tapillas, el chorizo y la cecina que habías traído de León, los niños brincando…). Eso sólo puede pasar contigo. Yo oía el ruido como si fuera muy lejano, tan absorta estaba en tus palabras. Hablábamos de cómo Dios nos cambia la vida y tu narrabas tu experiencia personal, como sufriste un gran vuelco cuando ya llevabas años de religioso, habías terminado tus estudios, te habías
ordenado de sacerdote, procurabas hacer las cosas bien, cumplir los mandamientos, formarte, ayudar a los demás, en definitiva estabas viviendo tu vocación y tu vida de forma estable y satisfactoria, cuando, de pronto, Dios irrumpió en tu vida y derribó todo tu castillo. Una experiencia personal, fuerte del Amor de Dios te dejó desconcertado y a la vez con la intuición y el gozo profundo de haber encontrado el sentido de tu vida. Te diste cuenta de que habías empezado la casa por el tejado y que de nada valían ni cumplir los mandamientos, ni tantos estudios, ni siquiera el sacerdocio, si no ponías en los cimientos el Amor de Dios, como un regalo, un tesoro que recibes gratis, junto con una invitación a participar libremente en el plan de amor de Dios para toda la humanidad. Nos contabas que te llevó un tiempo recuperarte del vuelco y volver a recomponer tu orden interior, pero ahora basado en la confianza en Dios.
Al cabo de un tiempo observaste que en la práctica hacías más o menos las mismas cosas que antes, pero ya no eran un camino de perfección para llegar a Dios, sino la respuesta al amor recibido y eso resultaba más liberador y mucho más gozoso. Y nos contabas esto con una humildad y una sencillez admirables. ¡Qué suerte hemos tenido de conocerte!. Doy gracias a Dios por haber disfrutado de tu amistad, aunque no fuera una amistad muy exclusiva. Estos días me estoy encontrando con muchísima gente que se consideraba tu amiga. También doy gracias a Dios porque a través de ti nos hace ver que se puede vivir con serenidad, amor y humor en este mundo tan complicado y, a veces, tan agresivo. Marcelino, allí donde estés, que sepas que te queremos. Loreto Martín-Moreno Eléxpuru
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PASTORAL Desde el recuerdo...
Animando con su guitarra un alto en el camino
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Pastoral
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Un modelo muy
Cercano
Guardo muchos recuerdos a su lado y todos son buenos. Guardo muchas imágenes de su rostro y siempre es alegre. Guardo muchas miradas y todas me dan paz. No hay reproches porque se haya ido, sólo la pena de no tenerle entre nosotros para guiarnos. Porque él tenía la capacidad de dar a cada uno lo que necesita y recoger lo mejor de cada uno. ¡Cómo no! Le conocí en mi amado Brasil, lejos de todo y de todos. Y ¡cómo no! Nada más conocerle, me sentí en casa. Se mostró cercano desde el principio y me enseñó que tener un «alto cargo» dentro de la orden merece mucho respeto pero no marca una distancia. Después le encontré en muchas celebraciones, convivencias, visitas, campamentos… Y siempre fue auténtico: con su guitarra para celebrar lo que haga falta, su disponibilidad para echar una mano, comprometido con los jóvenes cristianos, y sincero cuando era necesario dejar las cosas claras. En definitiva, sabía estar en cada momento siendo instrumento de Dios. Apostó por las JAR y ganó nuestra lealtad. Creo que hablo en nombre de todos si digo que tenemos el alma triste, se nos ha ido Miembros del grupo JAR de San Sebastián un gran apoyo. Pero no estamos perdidos porque nos ha dejado un modelo de vida muy cercano y la alegría de haberle conocido. El Padre Marcelino fue un gran hombre, un buen padre, todo un amigo y doy mil gracias a Dios, por haberle puesto en mi camino.
Se me hace difícil pensar que no voy a verle más, que no voy a coincidir con él en una reunión, o en una actividad de Pastoral Juvenil. Ya no está. Y no me entristece por él, que estará gozando de la presencia de Dios; me entristece por mí, por nosotros, que ya no tendremos la suerte de tenerle a nuestro lado. Sé que nuestra labor ahora es dar gracias a Dios por cada ocasión que vivimos con él, pero se hace difícil, muy difícil. Hace unos días hablaba con un agustino y me decía que le daba miedo que nos olvidásemos pronto de Marcelino, que seguramente poco a poco iremos recobrando nuestro ritmo de vida y ya no le tendremos tan presente. Hay una frase que dice algo así como que las personas no mueren mientras vivan en los corazones de quienes les recuerdan. Creo que Marcelino sembró mucho en nuestros corazones como para que se borre de nuestras vidas fácilmente. Sé que no sólo de recuerdos se vive. Después de un golpe de estos, la realidad se impone, y nos damos cuenta de que hay que seguir viviendo. Creo que después de saber que ya no contábamos con Marcelino nos hemos dado cuenta de que nos queda una gran labor por hacer y un gran hueco que llenar. Intentemos que todo lo bueno que recibimos de él sea puesto al servicio de los demás y, en concreto, de nuestra familia agustiniana. Sepamos poner paz, sepamos escuchar, sepamos dar palabras de aliento, sepamos agradecer, sepamos ser más humanos y accesibles. Además, no olvidemos la oración, esa forma de comunicarnos con Dios, pero también con nuestros intercesores allí arriba. Seguro que nuestro hermano y amigo nos echa una mano si se lo pedimos. No va con él dejarnos solos, ¿a que no?
Maider Grupo JAR Donosti
Vicky Grupo JAR Donosti
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El Padre
M arcelino, cantor del cántico nuevo ¿Quién canta? El P. MarCon el paso del tiempo, celino. ¿Qué hacía? Unirnos he descubierto que según el Se nos ha invitado a cantar al Sey uniéndonos, alabábamos estado de ánimo en el que ñor el cántico nuevo. El hombre y orábamos a Dios cantannos encontremos, necesitanuevo conoce el cántico nuevo. El do su música amor-comumos oír unas veces, una cantar es función de alegría y, si lo nión. melodía suave que impregLa primera vez que oí al ne nuestro espíritu, que nos consideramos atentamente, función P. Marcelino cantar y pulsar sirva para soñar e incluso de amor. las cuerdas de una guitarra, para hacer oración. Hoy, San Agustín sermón, 34,1 fue un domingo de Resume voy a referir, a la que rrección, en el que acompanos hace volver al pasado ñado de dos frailes, intery a recordar lo que esas notas significaron en momentos importantes de pretaron canciones de toda la vida, sencillas y conocidas, de las que alegran el espíritu y traen a nuesnuestra vida. La música que interpretaba el P. Marcelino a la tra mente recuerdos queridos. Cantaron varias, pero guitarra era una música alegre y festiva que unía los una me caló muy dentro: «El grito de América». corazones; la llamo amor-comunión. Él conocía el Sentí en mi interior la sensación de que compartían poder de la música, no en vano estuvo durante años un secreto muy íntimo; la cantaron con toda el alma: dedicado a la enseñanza, pero sobre todo para un Hoy sé lo que representa América para el agustino agustino recoleto, la música es importante. San recoleto: la misión, «Id por el mundo y anunciad el EvanAgustín, tiene un tratado dedicado solamente a la gelio». Corría el año 2002, y en la parroquia santa Mómúsica. En el sermón 34, nos invita a cantar: «Cantemos al Señor el cántico del amor», que es el Cán- nica no había coro en ese momento, él nos propuso formar uno. Aquí vuelve a aparecer «el cantor tico Nuevo del que nos hablan los salmos. En el sermón 34, dice: La alabanza del canto resi- del cántico nuevo». Alabar a Dios y enseñarnos a orar cantando. Aprendimos bastante, entre otros de en el mismo cantor.
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Pastoral
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`PASTORAL Cantor del cántico nuevo
Coro al que acompañaba el P. Marcelino, cuando la agenda se lo permitía
el himno a Ntra. Sra. de la Consolación, que teníamos gran interés en aprender, y el «El vaso nuevo», que fue un descubrimiento. Me sentía barro en manos de Dios, así, que siempre que lo canto, oro al mismo tiempo. Se volvía a cumplir el deseo del P. Marcelino: alabanza y oración en el canto. Durante algunos años, pocos; siempre que estaba en Madrid: en Nochebuena, sábado de Pascua y el día de la conversión de san Agustín, aniversario de las promesas de los fraternos, tuvimos la gran suerte de tener al P. Marcelino alegrando y uniendo a todos con su música, amor-comunión. Su preocupación por los jóvenes era grande. Durante un tiempo dio catequesis a un grupo de confirmación de adolescentes. Todos sentíamos una gran admiración por él, se dio y entregó a los demás como lo que era: un sacerdote consagrado. Proclamó la Palabra de Dios a donde fue; su recuerdo perdurará entre los que le conocimos. Le gustaba caminar, le encantaba la naturaleza, ante la grandeza de lo creado, me imagino, llegaría a la oración contemplativa. Entonces solamente cantaría y alabaría su alma, si el amor de Dios le dejaba. El Padre algunas veces no deja hablar, sino sentir.
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Hoy lo tenemos en la Gloria. Interpretará para el Padre no solo «El grito de América», también entonará el grito de todo hombre y condición de cualquier continente. Le envidio. El Padre y él «pasearán a la hora del atardecer» (Gn.). En algunos momentos se sentarán a charlar y a contemplar las bellezas del cielo y de todo lo creado. Seguirá cantando el Cántico del amor, ya ante el Amor mismo. El día 6 de abril de 2006, día en que se reunió con el Padre, el salmo de la Eucaristía decía así:
Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro. Recordad las maravillas que hizo, sus prodigios, las sentencias de su boca. Este salmo contiene un mensaje; nos lo ha dejado, para que lo descifremos en soledad. A dios, P. Marcelino. ¡Hasta que nos volvamos a ver! Josefina López Acebal Catequista
Cuando un Amigo está lejos
Los jóvenes aprecian el esfuerzo que el Padre Marcelino hacía para ayudarles a crecer en la fe. Se lo dicen es estas letras que le envían Querido Marcelino: Cuando un amigo está lejos tiendes a recordar los momentos compartidos. Hemos tenido la suerte de que Santa Mónica haya sido tu casa muchos años. Echando la vista atrás recordamos aquella pascua en la capilla de abajo en la que nos enseñaste otra manera de vivir la cruz. No eras hombre de muchas palabras. Preferías escuchar para sacar de nosotros lo más íntimo. Nos es difícil recordar un enfado tuyo puesto que tu buen humor nos acompañaba siempre.
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Pastoral
A pesar de tus muchos viajes tu gran preocupación por los jóvenes te llevó a ofrecerte como catequista de un grupo de confirmación apostando siempre por nosotros, sirviéndonos de guía ante las incertidumbres de la fe. Marcelino, no sólo has sido catequista sino animador, amigo, compañero, misionero. Catequista es aquella persona que transmite su vivencia de Cristo, toda tu vida ha sido una catequesis. Te echamos de menos, pero te sentimos cerca.
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Deporte
deporte
el es escuela para la vida
Nos enseñó a que fuera dios el que pusiera sentido a nuestras vidas Todavía, en memoria caliente de la muerte del Padre Marcelino, me piden que escriba unas líneas sobre él, hay momentos en la historia de una vida en los que nos da un vuelco el corazón, porque está demasiado cargado de emociones, para el que esto escribe, uno de esos momentos ha sido la muerte del Padre Marcelino. La muerte siempre nos sorprende, incluso cuando la esperamos, no es el caso del Padre Marcelino, lo inesperado de la suya, añade aún más dolor al sentimiento. Nos conocimos al poco tiempo de iniciar su andadura el colegio Santo Tomás de Villanueva, él llegaba recién ordenado sacerdote, yo era el pro-
fesor de Educación Física; muy pronto, su afición al deporte, nos unió en una amistad que ha durado hasta su muerte y que seguirá viviendo en el recuerdo, fueron muchos años compartiendo inquietudes y alegrías, fueron muchos años y jamás le vi enfadado o con un mal gesto, para cualquier problema, siempre tenía un gesto amable, una media sonrisa que desarmaba los enfados y las malas caras. De esta colaboración inicial nacieron los campamentos, la actividad extraescolar más solicitada por alumnos y padres, los días pasados en La Alfaguara difícilmente pueden olvidarse.
Era el despuntar de las actividades al aire libre en el colegio Santo Tomás de Villanueva
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EscuelaDEPORTE para la vida
Campamento en la Alfaguara
No es sencillo conjugar formación y alegría, no es sencillo aunar preparación y diversión, no es sencillo, pero eso es lo que consiguió el padre Marcelino desde el momento mismo de su llegada al Colegio, y es que él creía en la esperanza, que como virtud teologal nos enseña a hablar con Dios y a esperar en Él; él creía en la esperanza pero, también, esperaba en la fe y sabía transmitirlo, eso hacía de él ese amigo que todos hemos deseado tener, un hombre de exquisita humanidad que le ganaba el corazón de cuantos tuvimos la suerte de conocerlo.
Nuestra amistad siguió cuando fue director del Colegio y cuando yo dejé de ser profesor. En el congreso para conmemorar los 25 años del Colegio volvimos a colaborar y luego en la conmemoración del centenario de la llegada de la Orden Agustiniana a Andalucía, al poco tiempo fue elegido Prior Provincial. Recuerdo mis palabras cuando nos despedimos, le dije: La Orden ha ganado un Prior, yo he perdido un confesor, él se echo a reír, asegurándome que seguiríamos viéndonos, y así fue, siempre que venía a Granada, hasta pocos días antes de su muerte. Descanse en paz el hombre, el fraile, el amigo, que nos enseñó a que fuera Dios el que pusiera sentido a nuestras vidas. Adolfo Martínez Ruiz.
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Deporte
Pabellón Deportivo «P. Marcelino Álvarez»
El Pabellón Deportivo del Colegio Santo Tomás de Villanueva de Granada recibe el nombre del P. Marcelino Los que vivieron de cerca los acontecimientos fueron testigos de la gran dificultad que, en su día, supuso la construcción del pabellón deportivo del colegio de Granada. Y al frente del gran sueño y de los grandes «quebraderos de cabeza» no estaba otro sino «el cura de los deportes», el P. Marcelino. Él fue, sin duda, el gran impulsor de esta iniciativa. Y ha sido, por ello, precisamente, por lo que, desde distintas instancias de la Comunidad Educativa del colegio, Equipo Directivo, Junta Directiva de Asociación de Madres y Padres, Junta Directiva de la Asociación Deportiva y de la Asociación de Antiguos Alumnos, se solicitó al Consejo Provincial que «se bautizara» al pabellón deportivo del colegio con el nombre del P. Marcelino Álvarez. La propuesta fue acogida con gran entusiasmo. En el documento oficial, el P. Provincial destacaba que «es una gran satisfacción para el Consejo Provincial que se honre la memoria de nuestro P. Marcelino, poniendo su nombre al pabellón
Pabellón, fueron días de ilusión y mucho trabajo
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deportivo en el que tanta ilusión y sudores puso para su realización». El acto tuvo lugar el día 20 de mayo, en el contexto de la celebración del «Día del deporte», una jornada festivo-deportiva organizada todos los años en el colegio de Granada, en la que se invita a toda la comunidad educativa, alumnos, padres y profesores, a compartir un día fraterno en torno al deporte. En la edición de este año el lema era «La diversión y el deporte van cogidos de la mano». Con las gradas del pabellón llenas, y la presencia de antiguos y actuales presidentes de la Asociación Deportiva, Asociación de Madres y Padres, Asociación de Antiguos Alumnos y Equipo Directivo del Colegio, el P. Provincial descubrió la placa conmemorativa, con que quedaba «bautizado» el pabellón con el nombre del Padre Marcelino Álvarez. Hubo palabras de agradecimiento del P. José Manuel Cambero, Presidente de la Asociación Deportiva, del P. Félix Berdonces, consejero provincial, que leyó el oficio por el que se atendía la petición, y el emotivo recuerdo del P. Alfredo Arce, quien fue tantos años director del colegio. Tras el descubrimiento de la placa vino la entrega de premios a todos los equipos ganadores en esta edición del «Día del Deporte», y las menciones a los alumnos que habían conseguido puestos destacados en competiciones oficiales. Sin duda, una jornada para el recuerdo y un objetivo alcanzado: quien, en su día, inició este sueño, hoy lo ve realizado… Fr. Antonio Carrón de la Torre Colegio Santo Tomás de Villanueva. Granada
Padre Marcelino Álvarez Rodríguez PROVINCIAL DE LOS AGUSTINOS RECOLETOS
El pasado seis de abril fallecía repentinamente en Madrid el Padre Marcelino Álvarez Rodríguez, Provincial de los Agustino Recoletos de la provincia de Santo Tomás de Villanueva, demarcación a la que se encuentra adscrita la comunidad de Motril. Si alguna palabra puede definir a este querido y admirado padre agustino es la de hombre bueno, afable y dialogante para con todos los que hemos tenido la dicha de conocerle. El periodista Manuel Pedreira, antiguo alumno, le ha dedicado en estos días un emocionado recordatorio desde la columna del diario Ideal y bueno está que «El Faro» tenga también esta pequeña deferencia como muestra de condolencia hacia la comunidad agustiniana de nuestra ciudad. El padre Marcelino Álvarez ha sido un Agustino Recoleto de esos que dejan huella. Fue una de esas personas a las que honestamente se le reco-
noce el haberse dedicado en cuerpo y alma a la que ha sido su vocación, la vida religiosa. Nacía Marcelino un 6 de octubre de 1946 en el municipio de Castro de Lomba (León). Allí cursaba sus estudios primarios y movido por sus arraigados sentimientos religiosos ingresaba en el seminario de la Orden de Agustinos. Posteriormente inicia su noviciado en Monachil, ciudad granadina en la que culminará su profesión temporal el día 20 de septiembre de 1967. Tras los estudios de teología y su profesión solemne, sería ordenado sacerdote el día 4 de julio de 1971. Su plena disposición al apostolado de la Orden le lleva a ocupar el cargo de profesor y más tarde el de director del Colegio de Santo Tomas de Villanueva de Granada, donde da plena vitalidad a su papel como docente y educador. Re-
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Testimonios «In Memoriam» desde Motril
Mesa que presidió la presentación de Actas del Congreso Histórico
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TESTIMONIOS «In Memoriam»
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Miembros de la comisión organizador del Congreso Histórico
cursos no le faltan para ello pues el padre Marcelino era licenciado en Teología y Sicología, además de diplomado en Magisterio. A la par da rienda suelta a su gran pasión, el deporte, que pone en práctica en el Centro Agustiniano y la asociación de antiguos alumnos, a la que dirige desde el club balonmano de Agustinos. Tiempo después la Orden le requiere para el desempeño del cargo de Vicario Provincial y luego el de Prior Provincial, puesto para el que fue reelegido en el XXX Capitulo Provincial. Marcelino Álvarez confirió desde su cargo una particular atención a nuestra ciudad, sede de la residencia y el colegio de San Agustín. Como Provincial quiso celebrar por todo lo alto el que fue primer Centenario de la llegada de la Orden a Motril. Acontecía aquella efemérides allá por el año de 1999 y ahí quedan las hemerotecas para testimoniar el éxito del congreso que fue organizado a sus expensas. Motril entero supo agradecer públicamente esos cien años de servicio y apostolado. El momento culminante se alcanzaba en la inauguración de la exposición de fotografías que llevaba por título «Cien años de presencia en Motril». Allí, en la sala de «La Palma», el entonces alcalde de la ciudad, Luis M. Rubiales, antiguo alumno agustino, hacía entrega de una placa de reconocimiento a la Orden y les dedicaba unas breves palabras de condescendencia por su entrega y generosidad. Fue una muestra de gratitud recíproca pues nada de ello hubiera sido posible sin la grata acogida que desde siempre ha dispensado este pueblo a la Comunidad. Y de ello no queda duda pues son innumerables las ocasiones en que se les ha recordado la disposición de aquellos primeros padres y, sobretodo, su labor docente en pos del engrandecimiento educacional de Motril. El padre Marcelino quedó realmente gra-
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tificado de ver el teatro Calderón completamente repleto de personas que se adherían a la conmemoración agustiniana, en la que no faltó, incluso, la persona del Ilmo. Sr. D. Antonio Cañizares, arzobispo de Granada. El Padre Marcelino volvió en numerosas ocasiones a Motril para gestionar actuaciones propias de su cargo. En una de ellas el teatro Calderón se vistió nuevamente de gala para la presentación del volumen de las actas conmemorativas del congreso centenario. Otra vez llenó hasta el «gallinero», detalle que supo agradecer con su peculiar forma de ser, con su voz pausada y hondamente reflexiva. En ocasiones, cuando el momento lo requería, Marcelino sabía aflorar al exterior su lado humano, el que caracteriza al ser amigo de sus amigos. Ese momento no lo desaprovechaba; largos paseos, charlas de los problemas cotidianos, de la vida misma y sus sabios consejos. Recuerdo su presencia en una noche de verano de hace unos años cuando departimos en las Explanadas junto a un docente granadino, gran amigo de él. Y como fondo una copa de ron de Motril. Al Padre Marcelino le sorprendió la llamada divina en Madrid, en plena caminata, cuando contaba 59 años de edad. Fue una llamada urgente, inesperada, que le impidió despedirse de todos cuantos le han granjeado su amistad. No tuvo espera. Se fue el padre agustino, se fue el hombre, se fue el amigo, pero deja el recuerdo de su obra, por cierto, buena obra. Desde Motril un recuerdo emocionado hacia su persona. Domingo López Fernández NOTA. Crónica publicada en el «Faro de Motril».
El padre
«Que te vaya la vida, hermano, no en lo divino sino en lo humano, no en las estrellas sino en tus manos.» Pablo Neruda
Marcelino
La comunidad educativa de Granada, en parti- rrota en la educación de los jóvenes, y por ello no cular, ha perdido a un gran pedagogo; y Granada cejó ni un momento en hacer de estas actividades entera a un hombre excepcional. Se nos ha ido el «cruz de guía», hasta el punto de perder el sueño, Padre Marcelino, y de la misma forma que este leo- como así sucedió cuando se construyó el pabellón nés llegó a nuestra ciudad, hace treinta años más o deportivo cubierto del Colegio. ¿Cuántas noches menos, se ha marchado, sin que se notase su parti- en vela, sin saber de dónde iban a salir los cuartos?, da o su presencia, como tantas veces, pues este agus- de la misma forma se desvivió por sacar hacia detino recoleto, por la gracia de Dios, tenía entre sus lante los famosos campamentos de verano, muchos virtudes la sencillez de querer pasar desapercibido, de ellos en la Alfaguara, y donde pasaron unos vesin molestar a nadie, deseo que difícilmente logra- ranos inolvidables cientos de chavales, aprendienba conseguir, pues su bondad, en el sentido más do, entre otras cosas, el respeto a la naturaleza y a machadiano de la palabra, irradiaba a todos los que convivir en una relación entre iguales. Se ha ido sin estaban con él. A esta humildad, había que añadirle que se vea realizado su otro gran sueño, dotar a la su cruz particular, que no era otra que las enormes comunidad agustino recoleta de un campamento responsabilidades que le otorgaron, como director de verano y albergue de montaña, en un lugar pridel Colegio Santo Tomás de Villanueva, como Su- vilegiado en el parque natural de Sierra Nevada, nos perior de la Orden en España… A Marcelino no le consta que hizo las gestiones oportunas, pero difigustaban los cargos, pero sabía asumirlos con gran cultades legales impidieron su realización. Igualmendignidad, sin quejarse, aceptando la voluntad y el te, y aunque la agenda de su cargo oficial se lo imdeseo de quienes confiaban en su persona. Todo pedía, fue un gran animador cultural, al potenciar un ejemplo de servicio a los todo este tipo de actividemás. dades, como el grupo de Pero sobre todo, el pateatro o la agrupación dre Álvarez, y es por ello musical, conjunto, o lo por lo que dedicamos este que fuese, donde particiSalón de Grados, es que inpaba tocando la guitarra, dependientemente de sus como un joven más, pues virtudes humanas y sacersu ánimo no tenía edad. dotales, ha sido un gran peTodas estas virtudes dagogo, en la comunidad nos animan, creo que es educativa de Granada, al el sentir de muchos graser un extraordinario imnadinos, a solicitar a trapulsor de los valores edu- Lo que parecía un sueño, el Pabellón, gracias al tesón fue realidad vés de la opinión públicativos a través del deporca, en esta columna, al Sr. te y de las actividades extraescolares como procla- Alcalde de Granda, que una de las calles de nuestra maron en su día Cubertin, Huizinga, Diem, Caji- ciudad lleve el nombre de Marcelino Álvarez, por gal, Piaget, por citar algunos ejemplos. El sabía su dedicación en cuerpo y alma a los jóvenes de como nadie la importancia que tiene el deporte Granada. como agente generador de actitudes y pautas: saTe has ido, pero para muchos de nosotros, estás, crificio, esfuerzo, constancia, lealtad, superación, … como dice el poeta, en lo divino y en las estrellas. que esperaba verlos en el comportamiento cotidiaIgnacio Jiménez Soto no de los estudiantes, tanto en su vida académica Profesor de Derecho Administrativo de la UGR como particular. También era muy conocedor del valor moral que tanto tiene la victoria como la de- Artículo publicado en el diario LA OPINÓN de Granada
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Testimonios
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Testimonios Continuan los gestos
en recuerdo del
P. Marcelino
Un minuto de silencio en el partido del Granada C. F. Granada no se olvida del P. Marcelino. Día a día, continúan publicándose artículos recordando su gran labor educativa y humana, en y para la ciudad; son, cada vez, más las voces que piden una calle con su nombre en la ciudad; toda una ciudad volcada en el recuerdo agradecido. El pasado domingo, 23 de abril, un nuevo gesto tuvo lugar al inicio del partido del Granada C.F., guardándose un minuto de silencio en memoria del P. Marcelino. Ofrecemos, a continuación, otro de los artículos publicados en los últimos días, en esta ocasión en una web dedicada a deportes de la ciudad: http://www.granadaenjuego.com
El Padre Marcelino Hoy no les voy a hablar de fútbol. O quizá algo sí, pero no del Granada CF, ni de otros. Pocas épocas marcan más nuestra vida que la infancia y la adolescencia. Y las mías, como la de muchos granadinos, estuvo marcada por mi paso, desde preescolar hasta la puerta de la Universidad, por el Colegio Santo Tomás de Villanueva. Más conocido quizá por todos como «los Agustinos». Una época que, pasados ya casi 20 años desde que salí de allí con la nota de Selectividad, recuerdo con una tremenda nostalgia. Con un tremendo orgullo. Con agradecimiento a unos padres que tuvieron no pocos sacrificios para «darme lo mejor»; a la labor que su excepcional equipo humano, religioso o no, hacía y a buen seguro sigue haciendo. Y a los que quiero aprovechar para hacerles llegar un sentido abrazo en estos duros momentos. De allí procede el «núcleo» de mis mejores amigos; a unos los sigo viendo y a otros menos. La mayoría, lógicamente, eran compañeros de curso. Pero también forjé un cariño por muchos de los que allí me tuvieron como –rebelde y distraído– alumno. Aunque algunos me «cateaban»; otros, te
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ponían la cara o la oreja como un tomate –eran otros tiempos, ya saben-, como el inolvidable padre Miguel que ya nos dejó hace años. Pero todos excepcionales, como el entrañable Alejandro, al que busqué un agosto para que me casara en las Angustias, algo de lo que tan honrado me sentiré siempre. O el bonachón Alfredo, entonces director... A uno de aquellos viejos amigos le quiero dedicar hoy un recuerdo, un homenaje público. Porque el padre Marcelino Álvarez, el querido e inolvidable Marcelo, nos dejó el 6 de abril pasado. Es muy difícil escribir sobre Marcelino. Porque era una persona absolutamente excepcional. Quizá una de las mejores que he conocido. Marcelino era, ante todo, un hombre HUMILDE y BUENO. Era muy difícil verle enfadado, aunque tenía carácter. Era de trato amable, cercano, pero sin empalago. Como buen castellano, no estaba todo el día de guasa, pero tenía sonrisa franca y risa abierta y contagiosa. La palabra «enemigo» jamás fue pronunciada por él, ni su nombre nunca pudo ser pronunciado junto a ella. Era la mejor semblanza que haya conocido de lo que antes se conocía como «un maestro». Enseñó muchas asignaturas, pero su mejor enseñanza fue la humanidad que irradiaba.
Tutor de curso inmejorable -¡doy fe!-, con mano experta y siempre la misma bondad lo mismo impartía Religión, que Latín, que Matemáticas, que Sociales, que Educación Física y Deportiva. Y es por esta faceta por la que me he decidido a publicar esto aquí. Maestro de maestros, educador global de seres humanos, Marcelino encontró en ese deporte que adoraba el vehículo ideal para la transmisión de los mejores valores, cristianos o no: el esfuerzo, la superación, el aprendizaje. Artífice de ese pabellón cubierto que con esfuerzo y apuro se levantó en el viejo y pequeño campo de fútbol. Quizá fue el primer gran entrenador, el precursor de la gran cantera de baloncesto que entonces ya era y sigue siendo el colegio de los Agustinos. Yo lo recuerdo enseñándonos a botar el balón, a avanzar, a tirar a canasta, cómo bascular hacia los lados en defensa abriendo los brazos, o en fútbol, a parar un balón, a no dar punterazos, a pasar el balón con el interior del pie, a levantar la cabeza, a recordar que tras atacar, «se descansa abajo». Para todos tenía paciencia, para todos tenía ánimo, ¡y no era fácil, créanme! En mi caso, aunque no llegué ni cerca de «ganarme las habichuelas» con el deporte, al menos acabé manejando el balón de baloncesto con mínima coherencia, y con los pies un poquito mejor, afición esta de la que sigo disfrutando en la «cham-peñas league». Que se detenga el juego… La última vez que le vi era ya director, muy a su pesar por su discreción y humildad, del colegio. Fui a pedirle un favor; porque hay que reconocer que allí casi nunca vamos a dar, sino a pedir. Hará 10 años que no le veía ni casi sabía de él. Pero la noticia de su muerte con sólo 59 años ha sido como un latigazo. Y escri-
biendo estas líneas, confieso que tengo un nudo aprisionándome la garganta. Cuánto le debo a ese hombre. Cuántos granadinos no tendrán la misma deuda de gratitud que yo. Y cuánto le debe el deporte base de esta ciudad. Leí un artículo sobre él no hace mucho en un diario. No conozco al autor, pero supongo que también fue alumno suyo. Seguramente con más acierto, también ha descrito la semblanza de este gran hombre. Acababa con una petición al Ayuntamiento, a la que me sumo: que pronto podamos pasear por la «calle del P. Marcelino Álvarez». Gracias, Padre. Mil gracias, Marcelo. Por todo. Descansa en paz, AMIGO. Javier Redondo
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Gestos enTestimonios recuerdo...
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Testimonios
No somos nadie...
el Padre Marcelino Por los patios aquellos siempre había un cura con un balón. No vestía sotana ni alzacue-llos, más bien acostumbraba a ir de allá para acá embutido en un chándal o con vaqueros y camisa. Pero casi siempre con un balón y muchos niños alrededor. Más que alto era recio, ancho de hombros, compacto, nervu-do. Daba la impresión de haber prac-ticado deporte en su juventud, aunque más bien habría que atribuir su robus-ta naturaleza a la crudeza de los invier-nos y a los estíos no menos implaca-bles de su León natal. De aquellas tie-rras legendarias y ásperas se trajo, sin embargo, un carácter abierto, pausa-do, reflexivo, campechano, de sonrisa pronta y de una humanidad a prueba de bombas... y de chaveas. Del elenco de curas que durante casi tres lustros nos abrió los ojos a la vida -junto con un manojo de señoritas y maestros ‘civiles’- el Padre Marcelino nos dejó a todos una impronta imborrable. Lo recuerdo en clase, con su parti-cular timbre de voz castellano tan aje-no al granaíno, aplicado en enseñar-nos las reglas gramaticales y, lo más importante, a ‘convivir’ sin matarnos los unos a los otros. Nunca olvidaré la técnica tan sorprendente que em-pleaba para acallar la turbamulta en que a veces se convertía aquella clase de 45 energúmenos
Equipo de balonmano «Agustinos»
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(me río yo ahora de las ratios). De repente, en pleno alboroto, el Padre Marcelino inte-rrumpía la explicación, guardaba silencio y se limitaba a mirarnos. Cuanto más alto era el estrépito, más impasible e inmóvil se mostraba. El griterío entonces se acrecentaba un instante pero luego, de súbito, se des-plomaba, como si una corriente eléc-trica nos hubiese sacudido a todos. Acostumbrados al bocinazo y desar-mados por una reacción tan insospe-chada, pasábamos de los berridos al estupor y al silencio en un parpadeo. Ése era el ‘Marcelo’, un cura franco y bondadoso, promotor de la actividad deportiva en el colegio, entrenador de todos los equipos, ya fueran de fútbol, fútbol sala, baloncesto, balonmano, voleybol... y porque no se estilaba aún el pádel. Con el tiempo llegó a director del colegio y, años después, a provincial de los Agustinos Recoletos en Grana-da, pero para entonces ya le había per-dido la pista. Una pose esnob y desa-gradecida me llevó durante años a mirar con desdén esa etapa escolar que ahora contemplo como un autén-tico paraíso perdido. Yo y otros muchos soltamos amarras, hinchamos los pulmones con una euforia progre y vana, y borramos de la memoria a gente muy querida. Fui un iluso y aho-ra una lágrima empapa de ingratitud mis recuerdos. Al leer su esquela en IDEAL supe que se apellidaba Álva-rez Rodríguez y que se fue para el otro barrio en Madrid, donde residía. Lla-mé al colegio y me dijeron que se le paró de golpe el corazón. Me extrañé. Si algún órgano le funcionaba bien a aquel hombre era ése. Tiene gracia, pero me da mucha pena que no vayas a ver a tu Barça del alma ganar este año la Copa de Euro-pa. Es igual, Marcelo, sólo por eso te mereces un cielo para ver a tu equipo ganar. Manuel Pedreira
Marcelino
dedicó su vida a los demás
Sr. Director de IDEAL: Soy un antiguo alumno del colegio de Los Agustinos de Granada que, por circunstancias de la vida, llevo viviendo fuera de mi ciudad natal desde hace mucho tiempo. Esta semana, hablando con mis padres, me enteré de la muerte del Padre Marcelino. Gracias a la edición digital he podido rescatar el artículo publicado en su periódico sobre esta gran persona; gran persona tanto física como espiritualmente. Aunque soy más amigo de elogiar a las per-sonas en vida que a su muerte no he querido dejar pasar más tiempo para dedicarle unas palabras de agra-
decimiento y cariño a un «cura» que supo enseñarnos asignaturas, deportes, que fue mi entre-nador de baloncesto, el sacerdote que me casó y, ante todo, una buena persona, que supo transmitirme los buenos valores de la vida. Sin duda los que fuimos alumnos de ese estupendo colegio y tuvimos la suerte de conocerle siempre guardaremos un recuerdo de gratitud y amor hacia este agustino que dedicó su vida a los demás. Gracias, Padre. Descanse en paz.
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El Padre
Testimonios
Javier Ruano Jadraque
«Monachil Club de futbol», que jugó en 2ª regional
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Testimonios
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Mis charlas con
Marcelino
Eran sobre las 11 horas de un día, víspera de cia…, la llamada se cortó, miré el número del cual Navidad de 2005; y apareciste por la puerta de mi me llamaban y comprobé que era, efectivamente, lugar de trabajo, como siempre, querido amigo, hi- del Hospital…, no puedo expresar lo que realmenciste vibrar de nuevo mi alma, un fuerte abrazo y te sentía: incredulidad, dolor, llanto… Hablar de ti, Marcelino, es un orgullo para mi; un vamos a tomar un café y charlar unos minutos. Me preguntabas cómo me iban las cosas, por han pasado los días y todavía tengo un nudo en la mi familia, y cuanto más oía tus palabras y te obser- garganta; creo que tu mensaje al igual que nuestra vaba, me daba cuenta de que algo en ti había cam- relación estuvo lleno de ellos, hoy lo veo muy clabiado, tu tono de voz era más bajo que el habitual, ro, al hilo de nuestra última conversación; respecto a la forma de dejarnos ahora entiendo los mote veía muy delgado y tu mirada cansada. Entre sorbo y sorbo nuestra conversación giró tivos, tú no podías estar presente en todos los luentorno a la situación actual, cómo los valores hu- gares donde se te echaba en falta… Marcelino, manos, que siempre fueron la base para que las ahora eres universal porque has conseguido desgeneraciones de chavales fueran hombres de pro- de arriba estar presente en nuestras vidas, cada vecho, estaban siendo objeto hoy más que nunca uno de los que te conocimos tenemos una parte de un ataque sistemático por parte de sectores de de ti, no formas parte del recuerdo sino de nosola sociedad…, en tus ojos vi que ésto te preocu- tros mismos, del día a día. Tu ejemplo de entrega ha de ser un estímupaba. Me daba la senlo continuo, y a vosación que asumías sotros la familia más que hoy más que directa que él tenía, nunca había que fasus Her manos de jarse para poder camComunidad, como él biar las cosas. decía, no titubeéis ni Un día del mes de un instante en vuesabril sobre las 11,30 tra fe y vuestra labor; horas sonó mi móvil; corren tiempos difíal otro lado una voz ciles en que el munde mujer agitada y do parece que toma nerviosa me decía que unas directrices osllamaba del Hospital curas; sois nuestra de la Princesa de Maesperanza con vuesdrid y que le habían tro ejemplo y labor dado mi nombre para diaria; tenéis en las avisarme de que un manos el futuro de familiar mío, Marcelas generaciones velino Álvarez, estaba nideras, no desfallezen muy mal estado, cáis. que se encontraba en la U.C.I., y que por Jorge Ceballos favor me hiciera carAmigo y exalumno go de esta circunstan- R.P. Marcelino, en los cultos de la Virgen de la Sierra, Cabra, 2005
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Palabras de aliento para el maestro que fue, y de gratitud para el amigo, que dejó huellas en el alma
Ahora doy algunas clases a chavales mayores que Querido cura. Querido Marcelo. Hace tiempo que no habla- los tuyos. Pero es lo mismo: enseñar, educar. Los mos. Nos tenemos que echar unas cañas. Tampo- mismos verbos aplicados a niñatillos de ocho años, co es que tenga gran cosa que decirte. Ya sabes..., adolescentes de catorce o jovenzuelos de veintidós. por vernos, que ya es bastante. Por ver cómo nos Las mismas ganas, la misma voluntad de comparha pasado la vida. Nosotros vamos pa´ viejos y es- tir. ¡Bah!, quizás se pueda aportar algunos conocitamos en esa fase tan tontorrona en la que nos vol- mientos más en algún momento de especial lucivemos pesados ensalzando nuestras tonterías de dez, pero no te creas: eso viene en los libros o en mocedad. Y más en esta época frenética de cam- internet. Y educar en el campo, andando trochas, bios en la que el tiempo ha perdido completamen- suscitando el descubrimiento personal, que es la te su sentido: ya no hay antes, ni ahora, ni después, tarea más grata del que enseña. Y qué coño, hablando mal y pronto, cuando me sólo un «ya» enfermizo e impaciente. Cada vez nos pesa más la vida, y las pérdidas que se van acumu- repaso a mí mismo y pienso que quisiera ser de lando en nuestra memoria. Pero avanzamos, que mayor, te veo en mi receta. A veces en silencio y a no es poco, y para bien, que el optimismo y la ale- veces cantando, o poniéndonos un tapón, o desgría hay que cultivarlos, porque si no, nos volve- cuajeringándome la mano con esa zarpa que tenías, o al menos así la recuerdo (aunque tal vez sea un mos mustios de puro aburrimiento. Todavía robo de vez en cuando algún instanti- problema de escala: éramos tan chicos...). Sé que tendría que conformarme, y resignarme, llo a la prisa para echar unos recuerdos. Y ahí entras tú, Marcelo. Claro que la responsabilidad es y alegrarme, porque estarás compartiendo tu nueva toda tuya: porque te hiciste fuerte en nuestras en- vida con tu Dios, al que tanto diste. Bueno, ¿qué tendederas, como bien fuerte que eras, labrando ga- quieres que te diga? Que nos has fastidiado, Marcelerías neuronales de cordura y de bondad. Eso es lo lino, por no decir palabras mayores. Que aunque a que tienen los buenos maestros: que os hacéis im- veces he tratado de volverme ateo, agnóstico, protestante o budista, y a fe que le he puesto intención y prescindibles para nuestras añoranzas. Ñoñerías de madurito en ciernes. Quizás. Pero ganas (y excusas no me han faltado), llegan momenes que sigo jugando (mal) al baloncesto tal y como tos como éste en los que los recuerdos cambian de fase y se hacen sólidos y pesame dejaste en el equipillo de dos de tanta tristeza como aboctavo. Aporrear la guitarra lo sorben, y recobro algo la espedejé, porque me lo aconsejaranza. Sobre todo porque lo que ron los médicos ante el riesgo sería un auténtico despilfarro que suponía esta actividad para para todos es que te perdiésemi integridad. Continuo anmos también para la otra vida. dando por el monte sólo por Pero bueno, ya hablaremos. andar, y por respirar, y por ver Y, mientras tanto, quédate el paisaje, que para eso está el con aquello que dijo el más monte; y cuando alguien saca poeta de todos los poetas: que una bota de vino en mitad de Entre amigos, celebrando la amistad la travesía y hace una paradita para remojar el gaz- tenemos que vernos, compañero, porque lo que es nate, ¿qué quieres que te diga, cura?, que me acuer- hoy, me duele hasta el aliento... do de ti. Me temo que toda la retahíla de mis herJosé Ramón Guzmán Álvarez manos, Juanjo, Rafa, Pablo y Luis, también. Y mira Profesor (a ratos) de la Escuela de Ingenieros que hace tiempo que no nos vemos. Tus obligaciode Montes de Córdoba nes, las nuestras...
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Testimonios
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Gobierno
P. Marcelino,
fiel y entrañable amigo
Se encontraron de jóvenes, compartieron ilusiónes y proyectos, le incluyó en su equipo de gobierno provincial y, cuando fue elegido Geneal de la orden de Agustinos Recoletos, le traspasó el bastón de la responsabilida provincial… Conocí al P. Marcelino el año 1958 — ¡hace casi medio siglo! — en el seminario menor de San Sebastián (Martutene), cuando yo ya llevaba tres años envuelto semiconscientemente en esta aventura divino-humana de querer ser fraile. Posteriormente convivimos en las distintas etapas de formación inicial, filosofía y teología, siempre con la distancia de tres cursos. Más tarde, siendo ya religiosos, compartimos preocupaciones formativas durante dos años (cursos 1971 a 1973) en Martutene (con más de 300 aspirantes) y, posteriormente, durante cuatro años y medio (1994-1998), el servicio de go-
PP asistentes al LIII capítulo general de la Orden
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bierno de la Provincia Santo Tomás de Villanueva, sucediéndome en el cargo de Prior provincial. A partir de ahí, nos ha correspondido realizar varios servicios comunes para la Orden. Partiendo del conocimiento y convivencia que he podido tener con el P. Marcelino, ofrezco, todavía bastante consternado por el fuerte impacto que me ha producido su reciente e inesperado fallecimiento, mi testimonio acerca de su persona. La muerte de Marcelino es para quienes fuimos sus amigos y vivimos junto a él, familiares, compañeros de comunidad, de equipo docente o deporti-
Sesión de trabajo en la curias genera
vo, alumnos…, un símbolo de esos enormes bocados en vacío o puntadas sin hilo que sufre la existencia humana, a medida que transcurre la edad. Podemos consolarnos refugiados en el privilegio seguro de haberlo tratado, de haber compartido con él tantas dificultades, circunstancias y vicisitudes diversas, disfrutando de muchos momentos agradables, apoyándonos inquietos en situaciones críticas y orando con lágrimas en las mejillas, esperanzados y agradecidos en más de una ocasión. Pero el consuelo humano es una solución barata donde refugiarse cuando el percance nos ha arruinado o malherido y los días se encuentran más pobres, más difíciles de llenar, más enigmáticos. Marcelino se ha ido al encuentro del Señor un 6 de abril, albor de primavera del calendario civil, en la aurora de su madurez y plenitud vital, adelantándose unos días a la Pascua del calendario litúrgico. Él ya ha pasado a la Pascua eterna con la lámpara encendida y, seguramente, feliz de haber cumplido su misión. Preocupado estaba por cumplir puntualmente su misión sacerdotal en el altar de Cristo cuando fue llamado definitivamente a celebrar con Él su triunfo pascual. Es verdad que hubiéramos querido que en aquellos momentos definitivos estuviera acompañado en la despedida por los suyos y rodeado del afecto conmovido de la comunidad agustino-recoleta. Conociendo a Marcelino, yo estoy seguro que realizó el paso con el corazón sereno, porque el mejor recuerdo que nos ha dejado es su testimonio de fe intrépida, mansedumbre y abandono en Dios. Cuántas veces repetía: Dios proveerá.
Suele decirse que todos crecemos algún palmo al morir, cuando se leen las esquelas funerarias y reseñas necrológicas o se recuerdan en el calendario litúrgico y, cómo no, también en la oración. Y es verdad que la emoción y la añoranza enaltecen a quien se ausenta. En esta ocasión, nos hemos encontrado con una talla humana y evangélica muy grande, la de Marcelino, como persona cercana, transparente y alegre que nos ha dejado una estela luminosa de estilo personal serio y gozoso, inteligente y eficaz, atento siempre a las personas y a los signos de los tiempos, preocupado por la acción del Espíritu y por la promoción humana de cuantos estaban encomendados a su responsabilidad. A su lado jamás había penas ni tristeza, pues aun en los momentos de mayor preocupación, siempre rebosaba y repartía un especial optimismo. Damos gracias a Dios por el don de la persona de Marcelino, por tanto bien recibido por medio de su ministerio, por lo que ha significado su servicio a la Iglesia en la Orden de Agustinos Recoletos y por el amor que ha sabido manifestar a todos. Su firme y serena adhesión a la voluntad de Dios y la acogida cordial, alegre y sincera a los hermanos hasta el final, sin reservarse tiempo para descansar, son el sello más hermoso de una existencia apasionante por Cristo y por la humanidad, dedicada toda ella a la causa del Reino de Dios y del bien del hombre. Oremos por él, ore él por nosotros.
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Fiel y GOBIERNO entrañable amigo
Fr. Javier Guerra Ayala Prior General
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Se sabia
Peregrino Está muy vivo el recuerdo de su presencia en- de muchachos. Me contestó: «Es muy fácil. Esto te da tre nosotros. Y perdurará. Hablar del P. Marcelino vida y yo lo paso fenomenal con los chicos». Dinámico, emprendedor y andariego, caminaba es hablar de un hombre enamorado de su vocación agustiniana recoleta. Servidor entre sus her- siempre. Tenía que quemar azúcar y él disfrutaba manos, andaba siempre itinerante, era difícil en- cumpliendo la orden médica. Y se fue callado, ligero, cumpliendo un acto contrarle en su «nueva sede». Le conocí en FAE en el servicio de superior de servicio como era su actitud habitual. Mienprovincial, solícito y servicial. Siempre servicial. Era tras caminaba hacia la iglesia de santa Mónica a un hombre conciliador. Ningún conflicto tenía su- celebrar la Eucaristía, un infarto le sorprendió ficiente entidad como para desembocar en ruptu- en el camino y, con su propia vida como ofertorio, celebró en la eternidad el encuentro cara a ras. Había que intentar resanar. Cuando el viento soplaba de cara no se arre- cara con el Dios a quien buscó y amó durante draba. Hombre recio, nacido y curtido en la so- toda su existencia. Su mochila y su bastón compañeros inseparabria geografía leonesa, sabía encarar las dificultables nos hablan de des e intentar de su espíritu joven y nuevo el esfuerzo de su actitud itineque parecía imrante: se sabía peposible. regrino. He visto llorar En la FAE te a varios de sus guardamos la grahermanos en su titud y el reconofuneral. Y es que cimiento a un herel P. Marcelino llemano reconciliavaba prendidos al dor y amante de la alma muchos vida consagrada y afectos, nacidos al de la vocación hilo de su humaagustiniana. nismo, de su voGracias, queriluntad de unidad, do Marcelino por de su cordialidad el legado que en tu y de su franca alevida nos ofreces: gría ( él y su guihombre de fe y tarra formaban comunión, vivienuna estampa de Asamblea de FAE, de la que Marcelino era vicepresidente do con pasión y todos conocida). Era un hombre de comunión, sus profundas con- alegría tu vocación de consagrado,. No tenías que vicciones no le impedían escuchar atentamente explicar muchas cosas, tu vida dio razón de tus amores y tus sueños. Descansa en paz, hermano. otras visiones de la vida y de las cosas. Siempre atento a lo vital. En cierta ocasión le Hna . María Paz Martín A.M. pregunté cómo hacía un provincial para poder parPresidenta de FAE ticipar activamente en un campamento de verano
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¡Adios
Hermano!
Se nos ha ido a la casa del Padre Fr. Marcelino, brarse; aunque se viva encorvado, pero siempre miPrior Provincial; hombre de servicio, por lo tanto rando hacia delante y con esperanza que era lo que un religioso de autoridad, porque eso es la ser Su- Marcelino trasmitía en su conversación, y en su preperior Mayor o Provincial, servir desde este difícil sencia. lugar a los hermanos, con las características que Yo desde este lugar de Argentina y en nombre conlleva: Soledad- Silencio – Prudencia – Astucia de mis hermanos, doy gracias a Dios por los años – Cariño – Justicia – Sabiduría y Perspicacia. Son que le conocimos y pedir perdón por los sufrimienalgunas de las virtudes que debe tener el que sirve tos y amarguras que pudiera vivir a causa de nuesen la autoridad; y esto es lo que demostró Fr. Mar- tros problemas o dificultades; y alabar al Dios de celino en los años de su mandato, siempre dispues- las misericordias por la vida de nuestro Hermano to para escuchar, buscando el bien del hermano, Mayor y pedirle a él que desde el cielo nos acompapero fuerte ante la injusticia y ante los intereses que ñe e interceda por nosotros. ¡¡¡ Gracias Marcelino!!! no fueran el bien común. Marcelino, era un homBuenos Aires, 12 de mayo 2006 bre de diálogo, pero era un convencido en las deP. Manuel Prados terminaciones; la obediencia, no es un consenso, es una opción de fe y un camino hacia la santidad, en el diálogo el eje es el amor, y por el amor, se hacen y se mandan determinaciones que se asumen, y se carga con las consecuencias. En el servicio de la autoridad, rodea ciertas opiniones y a veces intereses que deben ser vividas en soledad, y Marcelino, vivió en este trienio momentos difíciles y sufrientes que solía torear como valiente rejoneador con su canto y con su convivencia, pero los problemas y las angustias, se viven solo, y siempre dejan huella en la vida. A veces las espaldas, no dan para llevar uno solo tanto peso, pero siempre está el Señor con su fuerza ayudando para no que- Comunidad del seminario San Ezequiel, Argentina
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De
repente...
De repente nuestros destinos se unieron para servir a la Provincia... De repente gané un hermano, y aquel hombre de chándal, que cuando joven seminarista veía jugando con los niños en los campos del colegio de Granada, pero desconocido para mí, se tornó familia, se tornó muy próximo, cercano, alguien que parecía que siempre había hecho parte de mi vida. ¿Cómo entender esto? ¿Cuál era la magia de Marcelino? ¿Cuál era su secreto? ¿Qué milagro era ése? De repente sin conocerme confió en mi y depositó en mis manos los cuidados de una parcela muy querida de la Provincia que es Brasil. De repente sin conocerle le dije que sí, que podía contar conmigo. Todo fue de repente, pero nada fue pasajero, porque por donde Marcelino pasaba dejaba las marcas profundas de su fuerte personalidad. Teníamos ritmos bien diferentes: yo siempre con prisa, él siempre con calma; yo siempre queriendo soluciones para ayer, él siempre esperando y confiando en el mañana. Pero... y no me preguntes cómo, él siempre conseguía armonizar los tiempos, contornear las situaciones, conciliar los ritmos sin necesidad de imponerse por la fuerza de la autoridad que ejercía; muy por el contrario ganaba las pequeñas batallas a través de la mansedumbre y suavidad en su manera de proceder. Nunca conseguí enfadarme con Marcelino, aunque tuviera mis mo-
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Viajero incansable, iba y venía…
tivos; me era imposible alterarme con él, aunque giosos de la Provincia y muchos de la Orden, un este fuera mi primer propósito. Su abrazo «que- gran hombre, un hombre de Dios. El cargo de Provincial fue apenas el vehículo branta-huesos», su mirada profunda y llena de bondad y la suavidad de su voz eran las armas con las que Dios usó para darlo a conocer y hacernos disque siempre me desarmaba y me hacía entender lo frutar de su presencia siempre querida y marcante. De repente... que las palabras no conseguían. De repente entró en mi vida, sin protocolos ni Creo que esa era su magia y su embrujo; yo creo presentaciones que era esa la clave de De repente... su secreto y estoy seTodo el ser de Marcelino transpiraba esDe repente se guro que era por eso fue, sin despedirse, que las personas conperanza. Nunca vi a nadie confiar y acrede la misma forma seguían ver en Marceditar tanto en las personas como al bueno que entró, sin hacer lino con tanta facilidad de Marcelino, aunque las circunstancias ruido. la bondad y la presenrecomendaran justamente lo contrario y las De repente se cia de Dios estampada fue, pero no se llevó en sus ojos. En definievidencias fueran las peores posibles. Yo todo, nos dejó un tiva, ¿ser santo no conpensaba que él era ciego, que no veía las ejemplo extraordinasiste precisamente en cosas, que no se enteraba... hoy entiendo rio de solicitud, de asemejarse lo más poentrega, de generosisible a Dios? que él veía sí, pero con ojos y corazón dad, de amor a la De repente se fue... puros. Hoy entiendo que el veía como Orden y a la Proviny la conmoción que Dios ve: con confianza y esperanza en las cia, nos dejó un ejemsufrimos todos los personas. Dios nunca desiste de nosotros, plo de fe incomparaque le conocíamos no ble en las personas, fue por la muerte del Marcelino que vivía en la frecuencia y sinde esperanza y optiPadre Provincial, pues tonía de Dios tampoco desistía mismo. Nos dejó rápidamente otro relimuchas cosas que ni gioso capacitado ocusiquiera su abrazo pó su cargo y su función, sino por la pérdida del P. Marcelino, que na- «desgarrador» podirá arrancar de nosotros. De repente... ganamos un intercesor. die podrá sustituir. El cargo que durante casi ocho años ocupó, Fr. Miguel Ángel Hernández OAR hizo posible que fuera conocido por todos los reli-
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GOBIERNO De repente
...siempre con la mano cálida y acogedora
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Sencillo y cuidadoso en el trato, gustaba compartir
Responsabilidades Tal como yo le conocí siempre desde su estreno sacerdotal en Matutene, donde yo estuve con él dos años, siempre fue muy reflexivo a la hora de tomar decisiones y siempre en plan de compartir todo con gran generosidad y sin querer imponer sus ideas. Desde su puesto de Provincial, en las veces que con él nos reuníamos los tres Vicarios de América, siempre quería que nosotros ofreciéramos ofertas sobre los temas que él proponía para que entre todos pudiéramos tomar las decisiones en el caso propuesto. Siempre se veía sereno, a pesar de las preocupaciones y hasta con alegría y así nos trasmitía confianza participativa para llegar a
las mejores conclusiones o decisiones, tanto a niveles regionales, como provinciales, como en cuanto a las personas y sus destinos. Verdaderamente su modo de ejercer la autoridad era compartirla con nosotros. Por otra parte era muy cuidadoso para dar informaciones sobre religiosos con problemas, manifestando un gran respeto por todos ellos y no saliendo de boca informaciones más allá de lo estrictamente necesario para orientar bien el caso. De igual manera sabía respetar decisiones tomadas por los Vicarios, aunque no siempre estuviera de acuerdo con alguna de ellas, en cuyo caso solía hacerlo con claridad y -en ocasiones- con firmeza. Por supuesto, era muy consciente de que la oración previa a estos encuentros o diálogos de Superiores mayores era importante y solía hacer con la debida pausa y sentido. Cuando las decisiones tomadas habían resultado compartía lo positivo de la misma para que todos nos sintiéramos parte en ello; cuando no resultaban exitosas solí manifestarse preocupado, pero no abatido y nos invitaba también a compartirlo desde el Señor. Su talante siempre era de sencillez y sin manifestar autosuficiencia, sino más bien humildad y confianza en los demás. P. Pablo López Vega Vicario de Venezuela
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El P. Marcelino y
la familia
En casa del justo, cuya vida es según la fe, y que todavía es lejano peregrino hacia aquella ciudad celeste, hasta los que mandan están al servicio de quienes, según las apariencias, son mandados. Y no los mandan por afán de dominio, sino por su obligación de mirar por ellos; no por orgullo de sobresalir, sino por un servicio lleno de bondad San Agustín, CD 19,14.
Mis oídos no escucharán más su breve y profunda exclamación siempre que nos encontrábamos: «¡¡hombre!!... ¿y la familia?». En mi mente y corazón sí que resonarán, creo que siempre, por el halo gozoso que emanaban sus palabras y la forma de expresarse. Sus hermanos religiosos y otros hermanos seglares dibujarán con mejor pluma, fruto de un mayor conocimiento personal, al hombre, al fraile, al prior provincial... Yo quiero fijarme en una faceta que, con el tiempo, cada vez más me llamó la atención. Recuerdo la última vez que la manifestó. Una fría mañana de enero, domingo día 15, nos despedía en la estación de autobuses de Madrid a nuestro presidente nacional y a un servidor. «José Antonio, saludos a la familia, cuídala...» Puede parecer, a primera vista, algo rebuscado, pero no. Siempre que coincidimos fue una constante La familia Lechuga en él su interés por la familia. No recuerdo grandes homilías suyas sobre el tema (la memoria puede fallar). Sí que doy testimonio, estoy en condiciones de hacerlo, de esa su callada labor (como tantas otras) «pro familia». Un interés tan continuado lo mismo en el encuentro como en la despedida, a veces en la conversación, deja huella, es siembra y, afirmo que da frutos.
¿Un estilo de hacer apostolado familiar? Doctores tiene la Iglesia. Me atrevo a asegurar que son muchos los papás y las mamás que han «cultivado» la familia gracias a esa peculiar ‘cantinela’ en el saludo. Hoy, al recordarle con estas líneas, quiero darle las gracias P. Marcelino. Y lo hago alto y claro. Por usted, en mi casa, y en muchas ocasiones, se ha «hecho familia»: ´me ha preguntado, me ha dicho, se acuerda de...’ Y claro, hemos hablado de la familia, en familia, hemos compartido recuerdos, problemas, alegrías, vivencias colegiales... Y hemos hablado de usted, con cariño, como ‘lo familiar que era’. En estos tiempos que vivimos en los que toca, porque sí, cargarse a la familia institución natural, usted supo ser un suave baluarte de la misma. ¿Sin proponérselo? No lo creo. Hoy, también me pregunto: su estilo de «cultivar» la familia ¿no sería fruto coherente de su amor por esa otra gran familia agustino recoleta a la que dedicó y por la que ofreció su vida? Porque, en verdad, P. Marcelino, se le veía rebosante de felicidad cuando hablaba de ella: «estás en casa...», «estás en familia...», «la otra sí...», «familia que os quiere a todos los seglares». Sea como fuere, esa pequeña vela encendida alumbrando recuerdos de familia ha iluminado muchas veces, al menos en un hogar, la grandeza de ese tesoro regalo de Dios. En nombre de mi familia y mío propio, P. Marcelino, un abrazo agustino recoleto ¡¡así de grande!!. José Antonio Lechuga Rodríguez
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Rincón de la Fraternidad Seglar
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Rincón de la Fraternidad Seglar
El P. Marcelino y la Fraternidad Seglar OAR España
Al sentarme frente al ordenador para escribir estas líneas para Antena Informativa, surge en mi mente el recuerdo de una frase que le escuché (al igual que otros, supongo,) bastantes veces al P. Marcelino:»tenemos todo el tiempo del mundo.» Era una expresión que, al menos en mi experiencia personal, surgía en él cuando le planteabas cuestiones de una manera súbita o cuando tu mismo planteamiento llevaba implícita la respuesta o la solución que buscabas. Era, creo yo, como una máxima de prudencia, de moderación, de entereza, que también denotaba su carácter pacífico y providencialista. Tal vez se pregunte el lector, al leer el título y el principio de este artículo, que relación existe entre uno y otro. Contestaré a esta pregunta afirmando que, nuestro provincial fallecido, tuvo una benéfica influencia en el desarrollo y en el ser de la Fraternidad Seglar. Influencia que, en nombre de todos los fraternos y el mío propio, hemos, de saber agradecer, y nos tiene que servir de estímulo para seguir trabajando por el bien de la Fraternidad Seglar.
Fraternidad seglar OAR de Granada
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El P. Marcelino fue el «culpable» de que, después de unos principios vacilantes del Consejo nacional, se reemprendiera la marcha firme del mismo con los frutos del segundo y tercer encuentro nacional que tanto han significado en el desarrollo de las fraternidades. Él, con su comprensión, sus alientos y su poner a nuestra disposición medios materiales y humanos, lo hizo posible. Fue su intervención de «arbitraje» la que hizo superar una situación de crisis del Consejo nacional, que lo tenía paralizado. Su hospitalidad era ejemplo vivo de cómo deberíamos vivir, también nosotros, la fraternidad. Su amistad, generosa con todos, con jóvenes y mayores; dándose sin medida. Su alegría, serena, espontánea, juvenil. Su cercanía, tan llena de sencillez y nobleza. Te has ido, Marcelo, a la casa del Padre. Has pasado a disfrutar del tiempo eterno. Intercede para que nosotros, los fraternos, sepamos vivir todo el tiempo de este mundo. Joaquín Albaladejo Solano Presidente Fraternidad Seglar OAR España
dicho...
Algunas frases del P. Marcelino Álvarez recogidas de sus circulares a la Provincia Introducción: Si traducir es traicionar, más lo es seleccionar y recortar. Sin embargo, también presta el servicio de ofrecer unas pinceladas que nos ayudan a acercarnos a la forma de pensar de otro, en este caso de nuestro querido P. Marcelino. Meditaba y medía las palabras, hemos sido testigos de cómo matizaba las expresiones a fin de recoger mejor el sentido de su pensamiento. Releyendo sus circulares, que están en todas nuestras comunidades, podemos caer en la cuenta de las líneas maestras de su pensamiento, ya que son denominador común de sus escritos. Ejerció un magisterio en la provincia a base de recalcar ejes fundamentales y de establecer constantes. Es realista pero desde el optimismo de la gracia. Muestra una gran humildad y una inmensa esperanza. No eran sus circulares grandes discursos, que los hubiera hecho bien, sino exhortaciones de ánimo y recuerdo de los puntos centrales de nuestra vida. El tono en las circulares de los dos últimos años se vuelve un poco más grave, ¿puedo decir que está algo dolido?, pero sus expresiones de esperanza y confianza en Dios y en los hermanos se me aventuran más hondas y, si cabe, más profundas. He elegido unas pocas frases, unos pocos pensamientos. Me he atrevido a poner en negrita lo que yo considero el eje de ese pensamiento, pero en algunas hay varios. También he puesto y –os invito a ello- una o varias «fotos mentales» de algo que hizo Marcelino de eso que dice en cada frase, es decir, cómo por vía de hechos contribuyó a poner en práctica estos pensamientos. Recuerdo muchas fotos, soy testigo de muchos hechos. Palabras y hechos para un magisterio de vida. Agradezco a Dios haber estado cerca de Marcelino y por su persona Dios ha cuidado mi vocación y me ha orientado en el camino, famoso camino. Que releamos despacio y con cariño sus pa-
labras, que calen hondo, que sin duda nos ayudarán como personas y como religiosos.
Así nos decía Marcelino: 1.- Agradezco a toda la provincia las muestras de confianza de que he sido objeto y confío en la providencia de Dios y en la comprensión de los religiosos más que en los aciertos y capacidades que me asisten para la tarea encomendada durante este periodo1.
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Nos dejó
Pensamientos
2.- Una etapa más del caminar común en pos del Señor que nos ha llamado y va por delante y con nosotros2. 3.- Ahora viene un tiempo para ir traduciendo estos contenidos (del Capítulo) en tareas3. 4.- Más importante que los aspectos organizativos es la vida de cada día, la experiencia gozosa del encuentro personal y comunitario con el Señor en respuesta agradecida a su gracia. De esta experiencia brota nuestro canto y nuestro servicio a la Iglesia4. 5.- El agradecimiento supone la toma de conciencia de que Dios está siendo bueno con nosotros, no sólo ha sido grande, lo está siendo. Sólo se agradece un don cuando se ejerce con confianza y cariño. Si nuestra acción de gracias a Dios no nos lleva a la humildad y a confiar en Él y en los dones que nos ha dado, nuestro agradecimiento es autoengaño. Nuestra gratitud se apoya en el perdón del Dios fiel, que nos demuestra su amor por encima de nuestras limitaciones, debilidades y culpas. Este es el fundamento de nuestra confianza y de nuestra esperanza5.
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Pensamientos 6.- Nuestro testimonio de vida austera, compartida con los más necesitados y cercana a ellos será el testimonio y el cauce para colaborar al progreso de todos y a la justicia social6. 7.- Transformar los buenos propósitos en tareas, tanto a nivel personal como de comunidad local y provincial7. 8.- Apertura franca a los seglares que comparten con nosotros muchos valores, algunos aspectos de nuestra vida y múltiples responsabilidades en nuestros apostolados8. 9.- El gozo de vivir el amor de Dios, que ha sido derramado en nuestros corazones, es la buena noticia que mueve nuestra vida y lleva a plenitud la unidad de los hermanos. Es el camino por el que hemos de avanzar constantemente. La paz y concordia entre los hermanos constituyen nuestro testimonio en la Iglesia (Cfr. Const. 21)9. 10.- Ser testigos de fraternidad en este momento significa: - Anunciar, de palabra y con hechos, el amor misericordioso del Padre, creador de un orden nuevo, en el que reina la confianza y aceptación mutua, la cercanía, la delicadeza, la participación y el diálogo. - Desterrar de nuestros ambientes las actitudes que provocan odio, divisiones, desigualdades injustas, intransigencia, frustración. - Denunciar adecuadamente las actuaciones y situaciones que atentan contra la paz10. 11.- Nuestra condición de pobres afectiva y efectivamente debe llenar toda nuestra vida y llevarnos a compromisos concretos11. 12.- No podemos darnos por satisfechos en nuestra cercanía y atención a los pobres. Siempre podemos dedicar más recursos a esta urgencia de comunión y fraternidad cristiana12. 13.- Renovamos nuestros más profundos sentimientos de amor, gratitud y devoción ferviente a la Virgen Santísima, perfecto dechado de vida consagrada a Dios, maestra de vida interior y de vida apostólica, madre de la Orden con el título especial de la Consolación, «signo de esperanza cierta y de consuelo para el peregrinante pueblo de Dios» (Cfr. Const. 30)13.
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14.- Aceptar personal y comunitariamente nuestras limitaciones (edad, salud, preparación, número...) y fallos, en la confianza de que en ellas se realiza la fuerza de Cristo, como acicate para la confianza mutua. Éstas no nos eximen de aportar a la vida común todo lo que está en nuestras manos y en nuestras posibilidades14. 15.- (Sobre la Virgen María) Ella experimentó como nadie la fuerza del Misterio Pascual en la sencillez de cada día, descubriendo cómo la entrega hasta el final produce frutos de alegría, de nueva vida, de satisfacción profunda, colaborando al establecimiento del Reino de Dios15. 16.- Es evidente que todos debemos crecer en santidad, en relación personal fiel y comprometida con Dios y en vivencia de nuestra carisma, pero no son pocos los ejemplos de piedad acendrada y sencilla, de fraternidad contagiosa, de entrega laboriosa y dispuesta al servicio evangelizador y de alegre esperanza16. 17.- (Sobre Marajó) Gracias a Dios no faltan religiosos para atender esta encomienda eclesial con profunda y encomiable entrega personal17. 18.- Creo que es digna de todo elogio la labor caritativa, callada, serena y efectiva de nuestros religiosos en las situaciones de grave necesidad en Venezuela y Argentina18. 19.- Dentro de este tono positivo, debo poner de relieve también un cierto aire de conformismo acomodado al «modus vivendi» del entorno; algunas formas de trabajo individualistas, cuando no a espaldas de la comunidad; una actitud bastante extendida de repliegue ante las limitaciones y achaques que los años nos van deparando; cierta frialdad en la forma de realizar nuestros actos comunitarios de culto y devoción; y escasa movilidad para atender las tareas comunes19. 20.- Parece importante llenar de contenido, en relación con Dios, nuestros actos de vida común20. 21.- El aspecto comunitario de nuestro carisma nos ofrece muchas oportunidades de crecimiento y nos exige grandes dosis de abnegada y afable humildad, confianza alegre en Dios y en los hermanos, comunicación intracomunitaria, trabajo en equipo y disponibilidad21.
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Pensamientos
Interioridad. Pintura del P. Miguel Lucas, OSA
22.- (Sobre evangelizar) Esta misión exigirá de nosotros una mentalidad abierta a la pluriculturalidad, una disposición efectiva para la movilidad pastoral al servicio del evangelio, integrando las distintas nacionalidades y una desinteresada acción social. No podemos escatimar los medios necesarios para establecer lazos de unión que vayan haciendo posible ese camino22. 23.- El ejercicio de la acción solidaria significa: - Atención laboriosa, sacrificada y entusiasta a los ministerios que tenemos encomendados. - Disponibilidad renovada a «salir de nuestra tierra». La atención a nuestros ministerios, con un sentido evangélico de que reciba más quien más necesita, exige en las actuales condiciones, una notable dosis de movilidad al servicio del bien común. No en vano la aportación de personal es elemento primordial de cualquier obra de evangelización. - Exige igualmente un mayor testimonio de austeridad, de acercamiento afectivo a los más necesitados, y aportación más abundante para ayuda social preventiva y asistencial23. 24.- Me parece particularmente luminoso y motivador el mensaje de que tomemos a María como ejemplo de persona que va ascendiendo a lo largo de su vida hasta realizarse en ella la plenitud de la Resurrección, por lo que es llevada en cuerpo y alma al cielo24.
25.- Ponemos nuestras infidelidades, limitaciones, esperanzas y proyectos en sintonía con la Cruz y Resurrección del Señor, y nos disponemos, como comunidad provincial, a compartir el Gozo de la Pascua y a recibir con mayor plenitud el Don del Espíritu que nos une para formar el Pueblo de la Nueva Alianza25. 26.- Confío en Dios que es fiel, en todos y cada uno de los religiosos de la provincia, que intentamos buscar en común su voluntad y estamos dispuestos a llevarla a cabo, contando con nuestras limitaciones y con todas las personas que nos apoyan con su estima personal y su oración26. 27.- Será necesario que todos intentemos descubrir los aspectos más valiosos que nos animen a continuar viviendo con alegría y entusiasmo nuestra santificación27. 28.- Este objetivo fundamental de nuestra santificación personal, no se reduce al ámbito individual, ni al sólo aspecto espiritual, se concreta en la vivencia comunitaria de nuestra respuesta al Señor y se extiende en la labor de servicio a la Iglesia en los diferentes ministerios apostólicos28. 29.- Tanto a nivel personal como comunitario necesitamos actuar con fidelidad y actitud de renovación constante29.
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Pensamientos 30.- Nuestro compromiso de santificación personal sólo se entiende en un esfuerzo sincero por profundizar en la vida fraterna, don de Dios que nosotros tenemos que realizar en nuestras relaciones personales y que debe impregnar todo nuestro estilo de vida y de organización30. 31.-Estamos obligados a descubrir la calidad de nuestra vida consagrada, en la que actúa Cristo por su Espíritu, en cuyas manos estamos y renovamos, día a día, nuestro animoso compromiso de fidelidad. 32.- (Sobre algunas salidas de religiosos) No resulta fácil de ver la mano de Dios en estos hechos, pero los aceptamos con fe en el Dios misericordioso, que nos está llamando a una mayor fidelidad, un humilde agradecimiento por su gracia y un compromiso más firme en su seguimiento31. 33.- Confío en que, con el buen sentido de los religiosos, la sinceridad en el diálogo, el perdón mutuo y los compromisos de todos en asumir las responsabilidades que corresponden, consigamos que la marcha (...) de las comunidades y de todos los religiosos en general continúe por el camino común que Dios nos va trazando. Puede ser un momento propicio para fortalecer la confianza en Dios que está con nosotros, las relaciones comunitarias, y la firmeza en nuestros compromisos religiosos32.
de nosotros mismos y una razonable innovación exterior35. 37.- Estamos convocados a aceptarnos mutuamente con nuestras diferencias e integrarlas en una comunión más amplia y abierta. Estoy convencido de que la nueva evangelización tendrá este sentido de comunión como uno de sus pilares36. 38.- La solemnidad de Santo Tomás de Villanueva, Patrón de la Provincia, nos invita, un año más, a la alegría y al agradecimiento a Dios desde una conciencia firme del «precioso tesoro que se esconde en nuestra vida». Os felicito y animo a descubrir y purificar los múltiples valores que constituyen lo mejor de cada uno de nosotros. 39.- El conocimiento y meditación de nuestro texto constitucional es imprescindible para vivir con autenticidad nuestro carisma y experimentar con gozo nuestra condición de agustinos recoletos37. 40.- Un breve y sentido recuerdo para los religiosos que han pasado al seno del buen Dios, que han sido para nosotros regalos suyos y que interceden por nosotros en su presencia38. Marcelino, intercede por nosotros en su presencia. Fr. Rodolfo V. Pérez Velázquez Vicario Provincial
34.- Una vez más me es grato manifestar mi gratitud a todos los religiosos que entregan sus mejores dones y sus mejores años en la Misión que la Iglesia ha encomendado oficialmente a la Provincia en la Isla de Marajó. Sin ánimo de comparaciones odiosas, realizan con alegría y entrega la labor misionera que, por carisma, por historia y por encomienda expresa de la Iglesia nos corresponde a toda la provincia. En algunos casos son los que más sienten en sus carnes las limitaciones de personal y asumen su soledad con un encomiable espíritu apostólico y fraterno33. 35.- Pienso que, en medio de nuestros dones, compromisos, dificultades, aciertos y errores, el peligro mayor que tenemos es el conformismo34. 36.- Creo que necesitamos un ejercicio de renovación interior que actualice nuestra respuesta personal y comunitaria a Dios, reactivando lo mejor
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Notas: 1 a 8 Prot. 244/00 de septiembre de 2000. 9 a 14 Prot. 226/2001 de 7/10/2001. 15 a 24 Prot. 106/2002 de 8 de abril de 2002. 25 Carta de 5 de abril de 2003. 26 a 30 Prot. 345/2003 de 9 de octubre de 2003. 31 a 32 Prot. 022/2004 de 16 de enero de 2004. 33 a 38 Prot. 273/2004 de 7 de octubre de 2004.
6 Octubre 1964
Nació en Castro de la Lomba, León, en el seno del matrimonio compuesto por Jesús y Alcides. Le esperaban los hermanos mayores: Consuelo, Cándido, Margarita, y Teodoro, para darle la bienvenida. Luego llegaron Raquel y Jesús, que vinieron juntos, y el último fue José María.
24 Septiembre 1958
Ingresó en el colegio apostólico de Martutene, San Sebastián, para tomarse muy en serio lo de estudiar y jugar. Por tierras del Omaña los campos se le quedaban chicos, y un poco en cuesta.
19 Septiembre 1966
Inició el noviciado, bajo la mirada atenta y experta del P. Eugenio Gallástegui. Año que dedicó con intensidad a descubrir la voluntad de Dios para su vida, y a jugar al fútbol, para mejorar la técnica adquirida en los años de latinidad.
20 Septiembre 1967
Hizo su profesión temporal por 3 años, como era habitual en la época. En septiembre del mismo año comenzó los estudios de Teología en la Facultad de La Cartuja en Granada, y allí destacó, a decir de profesores y compañeros, tanto en estudios como en conducta ejemplar.
21 Septiembre 1970
Tras la experiencia de entrega al Señor ya tenía muy claro que lo suyo con Dios era serio y definitivo, e hizo la profesión perpetua en Monachil, Granada, lugar donde había hecho la profesión temporal.
4 Julio 1971
Fue ordenado sacerdote de manos de Monseñor Emilio Benavent, quedando su vida entera consagrada para el servicio en la viña del Señor. La etapa de Formación Inicial estaba cubierta y el campo de trabajo listo esperando los brazos fuertes y jóvenes del P. Marcelino.
Cursos 71 al 73
Fue destinado al seminario menor de Martutene, San Sebastián, como formador.
Cursos 1973 al 1998
Permaneció en el colegio Santo Tomás de Villanueva. Sabedor de la necesidad de una buena preparación en ciencias humanas estudió, nocturno para no sustraerse del trabajo del colegio, la carrera de Psicología, se especializó en deporte, obteniendo el título de entrenador nacional… y puso mucho tesón y amor en el trabajo de educar a los jóvenes.
Año 1997
Fue elegido vicario provincial, razón por la que hubo de hacerse cargo de la Provincia como Prior Provincial, al ser elegido Prior General de la Orden el Rvdmo. P. Fr. Javier D. Guerra, 1998.
Capítulo Provincial año 2000
Fue elegido Prior Provincial, cargo para el que fue reelegido en el capítulo del año 2003.
6 Abril 2006
Acudió a la cita con el Padre de las misericordias, y desde ese día le tenemos intercediendo por nuestra Provincia y por todos y cada uno de los religiosos que la formamos.
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Fechas y Acontecimientos
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Antena informativa 1. De pequeño creía que Dios nos miraba desde el «Pico Cueto» a todos, y él escuchaba cada atardecer, por si tenía algo que decirle…. Un día oyó que le llamaba y se hizo Agustino Recoleto.
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Fotos: archivo provincial Texto: P. Jesús Cerezal Fernández
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2. Con el paso de los años volvió al pueblo a cantar misa y hacer partícipes de su alegría a familiares y vecinos de la comarca; era el 25 de julio de 1971, y hasta la iglesia llegó a lomos de una pollina. Costumbres del lugar… 3. Un altar extraordinario, muy querido por Marcelino, era el que se alzaba en el bosque, en armonía con la Naturaleza, rodeado de matrimonios a los que acompañó en el seguimiento de Cristo. 4. Hay una viña plantada en el Callejón de las Vacas, rincón de la Granada encantada, a la que fue destinado como operario, con la misión de desbrozar, cavar y plantar…, y a ello dedicó sus mejores años. 5. Él, junto con su comunidad, que la convivencia con los hermanos y la comprensión hace que se desvanezcan los fantasmas, prepararon la tierra y comenzaron la siembra en los corazones jóvenes. Eran los primeros años… 6. Sabia muy bien el sembrador que era menester depositar buena semilla en el fondo del cada alma …, de cada campo…, porque desde el amor se puede descubrir el tesoro oculto en cada vida..
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7. Afloraron los primeros frutos, germinó la semilla plantada, y con dedicación y cuidado, creció sana y alegre; cabía esperar buena cosecha… 8. Cosecha de frutos maduros, de amor listo para la entrega… 9. Con el paso fugaz del tiempo, de los años y de la vida, sus hermanos le pusieron en la manos la nave de la provincia y le encomendaron el gobierno… 10. Les hablaba del Dios Bueno que llama desde cualquier pico…, de no ocultar el rostro a su paso…, de no tener miedo a escuchar su voz…, de lo ilusionante de trabajar en la viña… 11. Algunos lo entendieron, se ilusionaron, siguieron la voz del maestro y hoy son operarios en la parcela del Señor…
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12. Estrechar la mano del representante de Cristo en la tierra es un gesto que al creyente le conforta y da firmeza… 13. La alabanza al Señor es doblemente oración si se acompaña de acordes arrancados a las cuerdas del corazón tensas por la vida interior… 14. Ver a Jesús vivo y alimentarse de El fue su fortaleza, darlo a los fieles para su encuentro y adoración, su tarea… 15. El pueblo, otra vez el pueblo, tornar a las raíces humildes, a sus prados y sus montes, lugar de oración y encuentro…, proyecto soñado cada verano…, ilusión interrumpida para entregarse… 16. Una mañana temprano se perdió en el asfalto y oyó la voz del Padre, la misma que le habló desde el «Cueto»…, y le invitó a penetrar en el silencio, a romper las ataduras dolorosas, a contemplar las verdes praderas, a participar en el banquete del amor, a vivir la vida sin muerte… Desde ese día allí vive, desde allá intercede, junto al Padre nos espera…