Trilogía poética Rumores a la intemperie: Sombras del valle a la sombra del silencio al calor del filandón
Sombras del Valle Tres pilares, tres…
L
a arquitectura de estos versos se basa, a modo de balcón que da a la calle, sobre la llamada del valle, del que se huye bajo el impulso de temores infantiles para que el polvo que pinta las cunetas de grasa no se agarre a las suelas de las alpargatas. Para no seguir oyendo al final de cada jornada el ronco laborar por conquistar la ración de oxígeno que al minero tanto le cuesta.
E
l segundo pilar, no menos importante y firme, es la llamada de la sangre sembrada gota a gota, en el surco de los días en ese ir y venir de la Peña al llano, del pozo al soto, sin regatear generosidad ni esfuerzo.
E
l tercer pilar es la ausencia, la distancia que al partir engendra, con sus vacíos y añoranzas, el verso que se ofrece al viento para alimento del espíritu.
Rumores a la
intemperie
Jesús Cerezal Fernández, 1942
Jesús Cerezal Fernández
Sombras del valle
N
ació en Sabero (León), cuenca minera floreciente, por aquellos días. Creció como crecían los niños del Valle: aprendiendo el lenguaje de la mina, respirando el polvo del carbón y escuchando las toses lastimeras del minero, para aprender a esquivarlas. En las vacaciones escolares de verano los niños eran útiles para labores menores, pero importantes: correr tras las vacas, tirar del rastro, y ayudar en las faenas de la ceba y el ordeño. A los libros se les daba un prolongado descanso por aquellos días. Consciente de ello, y atento a la voz de lo alto, un día que el tío Tomás retejaba, haciendo equilibrio sobre el tejado con su gran humanidad, le dijo: “Rapaz, que dice el primo que si queréis ir alguno a los frailes”. Lo que diga mi madre, fue la respuesta. Todo lo demás fue llegando poco a poco: los latines, las dudas, el año de reflexión más profunda, los estudios serios en la Facultad de Teología y la ordenación sacerdotal. El verso surgió de pronto, cuando menos lo buscaba, como látigo de luz a su cabecera. Si bien, ya antes se aficionó a coleccionar palabras, prosa familiar para hacer llegar a las comunidades las noticias de la familia Agustino Recoleta en la Antena Informativa. Tarea que se le encomendó por los superiores durante 16 años largos. Fruto de esta encomienda fueron, además de la publicación periódica, la coordinación de tres publicaciones conmemorativas de otros tantos centenarios: IV Centenario de la llegada de los Agustinos Recoletos a Granada; Cien años de Historia: Imágenes con texto y Convento de Monachil: Escuela, Templo y Hogar. En 2018 vieron la luz dos publicaciones en prosa poética, tituladas Pintor de Sueños y Arreboles en el Camino. Hoy, en la conmemoración de su 50º aniversario de Ordenación sacerdotal, os ofrece este poemario y con él su gratitud y cariño.
Rumores a la intemperie
SOMBRAS DEL VALLE Sombras tristes, caminantes, alargadas, huidizas… sombras negras, amarillas, quejumbrosas florecillas que se ocultan al pasar, y visten los callejones, cual fantasmas juguetones, entre un siempre y un jamás… Sois la herencia que os dejo, sin reproches ni porfías, sin alabanzas baldías, sin volver la vista atrás.
Jesús Cerezal Fernández
Rumores a la intemperie SOMBRAS DEL VALLE
GRANADA 2019
© Jesús Cerezal Fernández Trilogía poética, Rumores a la intemperie sombras del valle © Diseño y maquetación: TADIGRA. Motivo de cubierta: Aurora Montes Quesada. Imprime: Taller de Diseño Gráfico y Publicaciones, S.L. Granada. tadigra@tadigra.com
puede imprimirse: Fray José María Sánchez Martín, Vicario Provincial. Protocolo nº 86/2019
Printed in Spain
Impreso en España
“Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.”
REGALO DE ILUSIÓN Fueron siete rosas. Siete rosas, siete, se fueron contigo, abriendo camino, perfumando ambiente, cantando dolor… todas ellas rojas, todas eran tuyas, Las que tú alumbraste con gozo y amor… Fueron el regalo a tu cabecera, la expresión rotunda del más tierno amor; las siete a tu lado para darte abrigo, para acompañarte en el último adiós. Para darte alivio, para perfumarte, para estar contigo en velada de amor… Siete rosas firmes temblando, ateridas, regalo de reyes, regalo de vida, entrega de amor. Se fueron contigo hacia el infinito, rompiendo el silencio, quebrada la voz… Rosas las más bellas, las más luminosas, brotaron del tronco de tu corazón.
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NUNCA ESCRIBÍ VERSOS Nunca escribí con oficio, ni rimé palabras, ni canté pesares de forma sonora, sólo para dentro… Fue tu ausencia quien me trajo a estos surcos, el deseo de hablarte bonito: sin prisas, sin ruidos; para hacerte presente en la casa, contarte mis cosas, para estar contigo… Fueron los quereres, el llanto, el destino; el dolor de no estar a tu lado, el temor al olvido, la sangre, el amor, el regalo que ya se me ha ido… Por eso te escribo esta tarde, para darte gracias por tu amor inmenso y sentirte cerca, a mi lado, en mis cosas, contigo… Nunca escribí versos… hoy, lo necesito.
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ESPACIO VACÍO El hueco de tu partida es difícil de llenar, tu sonrisa al recibirme, el beso de cada noche, un buenos días, mamá… Los años irán tejiendo el velo de distracción, el paño que enjugue el llanto, bálsamo del corazón… Mas la luz de tu mirada, la viveza de tu voz, se me fueron para siempre, ese vacío quedó. Hoy me agarro a los recuerdos, por no perder la ilusión: tu rosario, tu retrato, tu rincón en el salón… son amarres a la sombra del amor que ella me dió.
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DESTINO Encadenado a la ausencia pasas los días penando, como el ave que en su vuelo, los quebrantos va cantando. Pías arrepentimientos, graznas con tonos amargos, silvas una nueva vida, trinas deseos muy altos… mas, ¡ay!, la cadena es fuerte, y a ella estás amarrado. Entre sueños tú te escapas para sentirte aliviado, a la montaña y su luz, al río con sus encantos, a los destellos de nieve que de niño te arroparon. Mas la cadena es muy fuerte, te tiene bien amarrado; no valen carantoñas, ni promesas en descargo. Ahora, con canto de hombre, y con la vista en lo alto, has de construir el nido donde el vuelo te ha llevado. 10
¿QUIÉN NO FALLÓ ALGUNA VEZ? Fuiste veleidoso con la suerte, no le prestaste atención; por eso pasó a tu lado y la espalda te volvió. Muchas oportunidades te salieron al encuentro, mas tú estabas embobado, buscando otro cielo abierto en el que batir tus alas, romper barreras de siempre, estrenar caminos nuevos. Hoy lamentas el descuido, quisieras volver atrás; andar de nuevo el camino y poder rectificar… Mas la vida no perdona los errores cometidos, aunque brinda rostros nuevos, hallazgos agradecidos, ni peores ni mejores, pero por otro camino…
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Por eso, no te descuides, saca lecciรณn del pasado; si aprendiste de tu error, lo sufrido no fue en vano. Emprende camino nuevo con paciencia y buen hacer, que la vida es gran maestra para quien quiere aprender.
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ORACIÓN POR LA VIDA Hoy que la vida florece en tus entrañas, corres, como loca, para darnos la noticia; son tan inmensas tus ansias de madre, que le sueñas, le meces, le acaricias… Pero, ¡ay!, la noticia viene envuelta en por si acaso, en dudas y temores ya vividos… Mas la alegría de lo posible es tanta, que corres, vuelas, se te escapa. Hoy le pides al Señor de los remedios que cesen los temores, que se alejen; que haga realidad este misterio que es ya la razón de tu vivir; que no deje apagarse en el silencio el débil latir que es tu contento… Porque sabes que todo está en sus manos, le pides, esta tarde de alegrías, que lleve a plenitud este proyecto, obra de sus manos en las tuyas; que el misterio que toda vida encierra, se manifieste en el tiempo a tu medida. A Isabelita, mi sobrina y ahijada, que deseó ser madre con todo su ser, y corrió gozosa a darme la noticia.
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CANCIÓN DE MADRUGADA Amaneció traición y muerte la mañana que nadie se esperaba; se abrió camino en la sorpresa ruin, descargó violenta el certero golpe de la espada. Entró callada, sigilosa, muy temprano, como suelen los dolores de agonía; rompió el silencio de la noche en vela, quebró el recinto que guardaba sus amores. Desde entonces deambulo en mis pesares, voy y vengo por saciar mil desatinos; no encuentro razón para el llagar por sorpresa, a traición, como ella vino.
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SABOR AMARGO Era la noche de Reyes, cuando la ilusión pone los zapatos a la puerta… El sonar de las zambombas enmudeció de repente, sorprendido por la luna que a la Peña se asomaba, trayendo negros presagios en sus cuchillos de plata. El año, recién nacido, despertó desorientado, buscando reflejos nuevos donde reposar los días, perdidos en las honduras del abandono lejano. Mas se fundió entre sollozos al verse desamparado, sin atenciones, sin fiesta, con gusto a sabor amargo de puñales de otras hieles, que en el alma se han clavado.
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Los gallos de medianoche se hermanaron con las sombras, y caminaron a oscuras por veredas de amapolas, rojas, de color de fuego, que a la tarde se arrebola.
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SEGADORA Madrugaba el segador camino de la solana, el mirlo desde lo alto trinaba su amor al viento, el dalle, de muerte y fiero desafiaba a la mies, vengador y traicionero. Eran días de sudores, de cosecha, de labores, de cantos y de cigarras; de recoger para el año y guardarlo en la panera, de volver temprano a casa donde la familia espera. La cuadrilla, sofocada, hace un alto y se solaza; el segador, sudoroso, recostado en el ribazo, contempla la mies tumbada, abatida y humillada por hoja de acero fino, de su pulso cabruñada. Ella, ni cantos ni risas, ni descanso ni reposo, que su afán está en la casa donde los niños despiertan y no hay nadie que les cuide, nadie que oriente su día, nadie que lave sus caras y ordene su algarabía.
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PRESENTIMIENTO Sentada a la puerta de tu casa, con la calma de quien ya mucho ha vivido, esperaste la hora señalada, no quisiste darle plante a su llegada, ni partir para otras tierras, fugitiva. No entonaste lamentos ni aleluyas que turbasen la quietud de tu morada, te arropaste con toquilla de recuerdos, te recostaste en el rincón de tus pesares, y allí la recibiste, tranquila, serena, resignada. Lo viviste en silencio, con reserva, para dentro, sin lanzar al aire los ayes de la espera confiada, como se vive el misterio que inunda la existencia: dejando correr las penas y los días, generosa, entera, peregrina, en calma. Sólo un gesto, un adiós en despedida, que no es galante partir sin decir nada, quebró por un momento la entereza, cuando la vecina se asomó a decirte adiós, tu partida en la suya se delata. A Rafaela, buena vecina y amiga de mamá, que compartió con ella ratos de soledad e historias de otros días, y supo en su despedida, que no volverían a verse en la calle Cantil. A sus 97 años Rafaela se desplazó en tren desde León a Cistierna un 7 de enero, 14 grados bajo cero, para darle su adiós. El viaje lo hizo sola. Sobran comentarios…
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PESARES DE MI JILGUERO En agosto no le oí cantar, como solía, cargado de razón cada mañana; debió de avecindarse en otros pagos, rotas las ilusiones que al viento pregonaba. Era su trino vivo y melodioso, con él me despertaba alborotado, animando a sus crías que aún dormían, sacudiendo mi pereza con su canto. Pero tuvo noticias el jilguero, mi vecino, que la Dueña ya no estaba para oírle, que partió con el regalo de su vida para el Niño, y él también remontó el vuelo a lo invisible. Ya no pinta de colores la mañana, ni bebe el resplandor del sol que brilla; no canta, alborotado, su concierto, sólo busca, con su vuelo, la otra orilla.
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PÉTALOS Tarde de cortos paseos, senderos de sombras largas, bajan rumores de luto por donde ella paseaba, buscando rastros de ayer que hagan posible el mañana. Mientras, la luz se retira, los niños corren y cantan, ponen contento en el aire y dulzura en las miradas, de abuelos y paseantes, que de la “Fuentona” bajan. Al cruzarse, todos ellos, miran con mirada franca, sabiendo, como ellos saben, que en la cuadrilla alguien falta, alguien que era norte y guía y que el ritmo les marcaba. La luz, que lee el silencio, extendió su capa parda, recogió sombras y engaños pululando en las retamas, que rindieron su perfume para exhalarlo mañana. 20
QUE EL RÍO SE LO LLEVABA Ropa de tizne y de mina tendida en la hierba fresca, la tabla dentro del río, la mirada ausente, ajena, frotando se va la vida mientras hace la colada, para que vistan bonito los que viven en la casa. La corriente, como es niña, juega con la trucha y canta; le invita a saltar con ellos mientras va cantando el agua; el niño, que es confiado, da unos pasitos y avanza, para jugar con la espuma donde las truchas saltaban. El cajón, que fue testigo de su febril sobresalto, del arranque de fiereza por el instinto empujado, al verla saltar al agua sin pedir ayuda a nadie, comprendió lo que sentía el corazón de una madre. 21
DEL AGUA MANSA… Relataba con frecuencia, en horas de intimidad, para compartir recuerdos que no quería olvidar, los apuros de otros tiempos, las hieles de cada día, los malos ratos pasados, los afanes y alegrías. Era por el mes de junio, el sol rompía barreras, y se asomaba a los piornos, y acampaba en las praderas. Traía tintes rojizos, mercados en otras ferias, que regalaba a la espuma para celebrar la fiesta. El niño, como era niño, no sabía de quimeras, se sorprende de los lujos que la corriente refleja, y corre tras sus encantos de luces y de embeleso, sin advertir el engaño, queda de sus redes preso. La madre, como era madre, su corazón se alborota, se encara con la corriente que a su tesoro arrastraba, y como loba que cría, se lo arrancó a dentelladas sin atenerse a razones, porque aquél sol la cegaba.
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FLORES PARA TU VENTANA Era la mañana fría, fría de una muerte helada que paraliza, que aturde, y que las ganas desgarra. Están las gentes ausentes, están las puertas cerradas para que el miedo no entre, para que el amor no salga. Cerradas a cal de llanto, porque la pena rondaba, y amenazaba llevarse a quien por allí pasara, buscando jardín de flores que poner en la ventana, por donde vuela la vida, por donde el alma se escapa. El río suelta sus vahos, hijos de nieve en la altura, sobre sus cantos rodados huyen de la noche oscura, y el alba se desparrama desorientada, llorosa, corriendo como una loca en pos de su cima airosa. Lirios de color de lirio, morados como la pena, quieren asomarse al agua, beber su suerte morena, y los cristales de hilo les hieren en la mejilla, lastimando su perfume, que busca la luz del día.
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SOMBRAS Larga fue la noche, larga y sin entrañas, voraz e insensible, larga en el dolor. Nos trancó la puerta que ocultó la vida, que mordió el sosiego y ausentó la voz. Bajaron del monte jinetes locuaces, de embozo tejido con fiero rencor. Hollaron la estancia, patearon el campo, marcaron su huella sin duelo ni amor. Aullaron las sombras cargadas de sueño, saltaron las tapias, rompieron la paz. Mordieron, feroces, los sueños dorados, cual loba parida, hambrienta y sagaz.
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ESCLAVA Cadena que guarda ausencias, amarre de despedida, esclava de suerte adversa, prenda que tarde se olvida. Era grillete y adorno, testigo de amor fraterno, entrega, señal, recuerdo anudado al sentimiento. Mas una mañana fría, helada de muerte y llanto, rompió a llorar la cadena, y voló hasta su regazo. Con ella partió a la gloria para velar los desvelos, de aquél que vive soñando con otros tiempos y empeños.
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AL CALOR DE TU REGAZO Es la forma que tenemos los humanos de contar nuestras cosas y los días, sopesando las prisas y las horas cual moneda que llena nuestras vidas. Y tachamos el ayer, que ya pasó, programamos el mañana muy temprano, sin vivir el regalo del presente, que se escapa, e inconscientes le dejamos de la mano. Un año de los nuestros ha pasado y tú estas con nosotros, viva, a nuestro lado; es por eso que venimos como niños a tu encuentro, a poner nuestro tiempo en tu regazo. Llegamos, peregrinos, al encuentro cubriendo los espacios del olvido, llenando nuestros ojos de tu imagen, abriendo nuestras vidas al cariño. La luz de tu recuerdo, nuevamente, reflejada en el espejo del amor, nos hizo sonreir, sin hacer caso, a la nieve, ni a los fríos, ni al calor.
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CANCIÓN PARA UN DESPERTAR Eres aún muy niña para estas quimeras que suben y bajan en alas del viento, que rompen la calma del alma serena, que ocupan, que inquietan y queman por dentro. La alegría es honda, profunda, callada, gozosa y serena cuando es verdadera, hunde sus raíces, se nutre profundo, en la plena entrega del Dios del madero. Sus brazos abiertos en forma de cruz, llaman y bendicen, acogen y animan, a quienes de noche recorren la senda, a los que de día a tientas caminan. Pero tú, mi niña, descansa tranquila, que mamá te acuna, que papá vigila, que la luz es larga y alumbra el camino, que la dicha es grande desde que has venido.
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COMO LAS OLAS… Él llegó del viento, de la mar, de la bruma, traía en sus sienes cantos de sirena, murmullo lejano, rumores de espuma, los ojos cansados de tanto mirar. Las olas ruidosas, alegres, tranquilas, rozaban su mente con coplas de sal; cantaban lisonjas, arrullos, amores, riendo, mimosas, le hicieron soñar. Recogió las redes, las tendió en la arena, encendió un pitillo, le dio por pensar, y cayó en la cuenta, le vino a la mente, que marea ausente ya no vuelve más. Allí lo encontramos, ajeno, perdido, soñando otros puertos donde reposar; levantando el vuelo cual gaviota niña, que agita las alas y empieza a volar.
A Emilio, que humedeció sus bronquios faenando en la mar en largas jornadas, y hoy se recupera en el hospital de los residuos de salitre y frío acumulados en noches de mar bravía.
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ANGEL DORMIDO Abre esos ojos, mi niña, que quiero asomarme a ellos, para beber el misterio que se esconde tras los sueños. Y si no pudiera entrar porque soy torpe y no entiendo, cuéntamelos tú, mi vida, que necesito saberlos. Para estar cerca de ti, para vigilar tu sueño, para dar gracias a Dios que bendice a los pequeños.
A Valeria, que en el día de hoy, que cumple 15 desde que llegó a nosotros, se dispone a visitar al pediatra en revisión rutinaria.
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MATERNIDAD Un lucero y una estrella alumbran tu firmamento, el lucero marcó el rumbo, la estrella lo va siguiendo. Y tú contemplas y admiras la luz que procede de ellos, el brillo de sus mensajes, el sabor de sus destellos. Y disfrutas, extasiada, tu vida que crece en ellos, que se desborda en tu orilla que llena todos tus sueños... La estrella llegó más tarde, primero llegó el lucero, y entre lucero y estrella llenaron tu firmamento.
Para María José, mi sobrina, que vive el “gozo” de su segunda maternidad con plenitud de madre.
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BESO DE LUZ La luna madrugó, madre, para arroparte en tus sueños, para velar tus canciones, para acariciar desvelos que las sombras de la noche pintaban en tu aposento. Posó su luz en tu frente, espantó presagios fieros, llenó de gozo la almohada, ahuyentó torpes silencios que rondaban callejones, quebrando el quieto silencio. Extasiada contempló aquél familiar encuentro que se movía nervioso, algo triste, cabizbajo, sin comprender el misterio que apresa los corazones en sus sentires por dentro. Y después, ya en retirada, trascendidas las tinieblas, abriste los ojos, madre, contemplaste las estrellas henchidas de resplandor, que iluminaban la senda. 31
ECOS DEL VIENTO Por los caminos del viento, poniendo luz a la vida, cubre sus pasos un año, recupera la alegría de sus voces, de otros ecos, de otras risas ya baldías. Yo los atrapo y retengo, sujeto su melodía que se me escapa cantando, de esta ribera a su orilla, donde la vida perdura y hasta las tinieblas brillan. Ya se sosiegan las ganas de llorar por la partida, ya se serenan los duelos, aunque la dolencia siga, porque el viento ha susurrado que allí se goza, se alaba, que allí se vive por siempre, en una paz infinita.
Sentimientos compartidos con los hermanos en la celebración familiar del primer aniversario de la partida de mamá.
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MANTO DE NOBLE HILATURA La tarde, que peina canas, tiende su ropa al relente, empapada del camino, algo rota y desvaída, con jirones por adorno, desgastada, agradecida, porque cubrió los andares, porque vendó las heridas. Fue manto de paño tosco, sin brillante colorido, tejido de lana humilde hecho para dar calor, para cubrir las miserias, para arropar desconsuelos, para enjugar abandonos, para calmar el dolor. Cierto que en la primavera, cuando la vida brotaba, se imaginaba otras capas, de talla más ajustada, que dieran forma a los años y elegancia a la figura, pero ciñó aquellos cantos a una realidad madura.
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NOCHE DE LUZ Y DE GRACIA La luz que beben tus ojos en esta noche de gloria, nunca deberá apagarse, ni perder su resplandor, porque es mandato y tarea, palabra, camino y vida, que alumbres con tu presencia haciendo un mundo mejor. El destello luminoso que prendió en la noche santa, madre de todos los días, sembrados de vida nueva, ha de florecer contigo desde el rosal de tu cuna, luciendo rosas de amor en plenitud verdadera. Si te preguntan, mi niña, por tu nombre y procedencia, responde que eres cristiana, bautizada en aguas bravas que brotan de aquél torrente que inundó la vida entera, y es manantial que fecunda a su paso la ribera. Un velo de lino blanco cubre tu frente de nácar, es signo de vida nueva que en tu corazón remansa, que has de guardar, cada día, como recuerdo del alba que en la mañana de gloria puso luz en tu mirada.
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CONSEJO DE BIEN QUERER Atrás dejaste las sombras, los deseos y las ganas. Tú rompiste la distancia que separó sueño y ser. Te hiciste al mundo presente para tu casa alumbrar, llenaste un vacío inmenso, diste sentido al hogar. Hoy, tu presencia menuda, tierna y débil realidad, colma sus ansias de madre, alumbra cada rincón, pinta de rosa los días, saluda al sol al nacer y cuenta a los cuatro vientos la grandeza del querer. Toma aposento, sosiega, respira los aires nuevos, ensancha bien los pulmones, oxigena los sentidos. vete anotando en tu libro el regalo recibido, que es deuda de gratitud, de nobleza y bien nacido. Después, cuando ya mocees, y ella empiece a declinar, vuelve al libro de tu vida, relee bien tus escritos. Encontrarás que la madre es un regalo de Dios, que como ella en este mundo, ninguna estrella alumbró. Mas, aún está amaneciendo, las sombras no dejan ver, sigue durmiendo, mi niño, que ella vela tu descanso y espanta los sueños malos que a tu cuna van llegando, para que no te despierten ni mancillen su querer. A Roberto, que bien pudiera llamarse Desiderio, como su tatarabuelo materno, por lo mucho que fue deseado…
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MINERO Tiznado sube la cuesta, mugriento de mina y polvo, cargado con mil pesares que nacieron en el pozo. Doblado de angustia amarga, cansado por fuera y roto, soportando el duro peso que lleva escrito en el rostro. Respira lento y difĂcil, que respirar es un logro cuando se vive en la mina y vas muriendo en el pozo.
A Juanito, mi vecino, al que espiaba cada tarde para verle enderezar su figura al coronar la cuesta de los Valles, como guerrero que pone pie en el castillo conquistado al regresar de la batalla.
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LUTO EN EL VALLE Campanas taĂąen a duelo, gemido ronco y opaco, anunciando a cuatro vientos que el dios mina se ha enfadado. Mujeres de pena negra corren con ansia y temor a encontrarse con sus hombres, llenas de orgullo y temblor. Ojos de esposas y madres vierten amargo su llanto, por si acaso hubiera suerte, por si el suyo se ha salvado. Negros pesares avanzan, las horas ya van pasando y la agonĂa se extiende, en el Valle corre el llanto. Por la calle principal, enlutada para el caso, la luz de cuatro faroles abren al cortejo paso. La noche cubre la pena, la luna rasga su manto, que hombres recios, malheridos, para dentro van llorando. Cuatro viudas, cuatro cajas, muchos niĂąos y un quebranto caminan entre sollozos, y el cielo acoge su llanto.
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BESO DE PLATA Una infancia menuda, arrebujada en la necesidad, salía tras las vacas que cuidaba a buscar un rayo de sol compasivo.
La luna, cada mañana, le pone beso de plata para gastar en la fiesta, para vivir la jornada. El niño que en la vigilia a ser mayor ya jugaba, de los sueños de la noche casi todo recordaba. Soñaba con mil quimeras que su mente alborotaban: con ser mayor algún día para ayudar en la casa, con bosques llenos de vida donde la luz acampaba, con pájaros volantones que jugando practicaban. Soñaba con silicosis y respirar de agonía, con andares fatigados que las cuestas le traían, con rebaños de amapolas que en la solana pacían…, mientras el sol levantaba, en eso se entretenía. Por la vereda del día, mientras la luz avanzaba, sombras de miedo y de frío al cielo le demandaban, y el potro de sus temores que la noche torturaba, lleva a la grupa un lucero que del cielo se escapaba.
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PINGAJOS De lo alto pendían las ropas, harapos en guardia tendidos al sol, esperando la vuelta del dueño que bajó a la mina en turno de piedra, de grisú y carbón. Aguardaban, soñando, la vuelta, temblando de miedo, con gran ilusión; porque hay turnos que no vuelven todos, que faltan mineros que se quedan dentro, rotos de dolor. Son jornadas de rabia infinita, de luto y de llanto, de mucho dolor, y los trapos viven amarrados, colgando del techo, cantando la rabia del noble minero, que atrapado en el pozo quedó.
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ESPERANDO EL MAÑANA Con ojos entornados, velados a la luz, soñabas el futuro, repleto de ilusión; escribías sus nombres con trazos de primor, rotulabas la vida, familia en plenitud. Liabas con gran tiento los años venideros, fumabas el cigarro viendo al día pasar; saludabas las horas que en lento caminar, llenaban con su paso las sombras del sendero. El humo envuelto en magia ocultaba quimeras que poblaban de aullidos las copas de la luz, y acechaban con risas caídas y tropiezos pintando la figura por valles y praderas. Corrieron primaveras tras vacas fantasmales, segaron amapolas, quebraron su verdor; la sabia de los tallos, tiernos, recién, cortados, floreció en agua fresca de nuevos manantiales. Y tú sigues fumando la brisa de sus vidas, repasando las cuentas que casi nunca salen; y das gracias al cielo que te brindó alegrías que corren por las venas, cual torrente en crecida.
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PRIMAVERA ERES TU Dime tú, niña Valeria, que conoces la montaña, que sueñas con primaveras que florecen en tu almohada antes de que llegue el día, antes de que rompa el alba, si en la Peña nacen flores, hijas de la nieve blanca. Dime si ya hay margaritas, si echó flores el manzano, si despertó la colmena y empezó su laborar, si el pastor con su rebaño saluda al día cantando camino de la majada, con alegre despertar. Dime si el cuco embustero ya canta por las mañanas, para anunciar en el soto que primavera es llegada; si el roble cubrió sus nervios que lastimó la nevada, si los fríos se alejaron, si el sol caldea la campa. Dime si el espino albal, el que adorna tu ventana, el que corona de flores las esquinas de la casa, cobija entre sus espinas al jilguero y su nidada, defendiéndola del cuco con el vigor de sus ramas. Si la Cota ya ha vestido su verde manto de gala, si hay alboroto en el bosque, si hay revuelo entre sus ramas, es que llegó primavera, la que la vida derrama, la que ilumina tus ojos que ríen a carcajadas…
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CONFIDENCIAS
Fueron primaveras rodando siniestras, las que tú viviste, sin trinos ni flor, las que te alejaron del calor del nido, las que te llenaron de gozo y pasión. Valía la pena, dijiste a tu pena, levantar el vuelo, soñar el mañana, correr los caminos distantes, lejanos, darle tiempo al tiempo…, pronto crecerán. En estos quehaceres pasabas los días, volaban las horas sin mirar atrás, rumiando alegrías que siempre tardaban, diciendo en silencio: pronto crecerán. La sombra del humo de aquel cigarrillo, guardaba el secreto de tu corazón, cargado de empeño, de lucha y coraje, de distancia y pena, de entrega y amor.
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PINTANDO SOMBRAS La Mina pintó los días con luz de negro azabache, color de entrañas morenas, sin un requiebro en el aire que rompa las ataduras, que dé libertad al Valle. Tus ojos viven nostalgia porque la luz se les niega, y van ciegos por el túnel a la sombra de tu almohada, suspirando luces nuevas, destellos de luces blancas. Resististe con bravura, libraste bien la batalla, pasión de amor a los tuyos, entrega la vida entera, que aguanta mientras hay día, hasta que la noche llega.
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CAMINO DEL CEMENTERIO Mil faroles en la noche gritan a la luna parda, con voz ronca de mineros, como de santa compa単a, que hay dolor en la alturas, que hay luto por las monta単as, que el alma de un compa単ero yace en el pozo enterrada. La tarde tiende su velo, la noche presta la capa, y la comitiva, lenta, con paso firme avanzaba, para dar reposo al cuerpo, para dar sosiego al alma, para gritarle a la noche que fue una mala jugada. Las sombras de los faroles contra el cielo derramada, revisten a los fantasmas con sudario de mortaja, y ponen luto en los rostros y amargura en las entra単as de la triste comitiva, que hacia el campo santo avanza.
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EL HIJO DEL MINERO El niño llora angustiado porque en la calle le han dicho que el entierro fue mentira, que la caja está vacía, que enterraron tres briquetas, que el cuerpo no aparecía… Cuéntamelo mamaíta, dime tú que eso es mentira, que los niños me engañaron porque me tienen envidia, que papá ya está en el cielo, que no está en la galería… Por Dios, mamá, tú no llores, alegra esa cara y mira, dime todo lo que sepas aunque me sangre la herida, que necesito enterarme, que en ello me va la vida… Vete con la frente alta, y diles a tus amigos que papá está entre nosotros, que no saben lo que dicen, que reposa en campo santo, que en tu corazón pervive. 45
LA CANTINA DE AMPUDIA La cantina no es cantina, que es velada y es dolor donde se entierran la penas al calor de la bebida; porque vivir en el pozo para arrancarle la vida es vivir estando muerto, y enterrado cada día. La partida no es un juego, es velada en compañía, encuentro entre compañeros que comparten la agonía, mientras confirman que existen, fuera de la galería, y apuestan contra el destino bebiendo a tragos la vida. El humo de los cigarros es incienso en la partida que asciende entre juramentos porque las cartas no pintan… y recuerdan al minero que la tarde está vencida, que mañana, allá en el pozo, volverá a enterrar su vida. 46
FLOR CON ESPINAS Hoy, SeĂąor de la amargura, ha florecido un calvario, en la penumbra del huerto, sin que lo hubiera sembrado. Viene cargado de espinas, de sinsabores y llantos, de dolores y amarguras, de incomprensiĂłn y quebrantos. En el centro hay una cruz, un joven Cristo clavado, la madre viste dolores de siete espadas colgados, la luna les canta coplas, por si puede consolarlos. El hijo exhala un suspiro que rasga del cielo el manto, y Juan le escucha decir: ya todo estĂĄ consumado.
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Allí renace la vida, queda el llanto sepultado, que a los brazos de María nuestra vida ha encomendado, y ella, como madre buena, la encomienda le ha aceptado. Mi huerto ya viste gloria, su rincón se ha iluminado, ha florecido la vida y el cielo se ha despejado.
A Pedro y María José en esta tarde de calvario, para que la luz del día nuevo dé fortaleza a su espíritu.
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RÍO ARRIBA Hoy caminas de espaldas, como el río que se mece soñando nubes blancas, y desciende en la corriente de los días navegando, peregrino, en la nostalgia. Tus sueños se remontan río arriba, donde mana el venero de la gracia, donde anida la luz que alumbra el cielo, y se pierde en las sombras del mañana. La espuma te cuenta sus cuidados por retener la magia entre sus aguas, que ruedan hacia el Sur, destino y meta, con la mirada prendida en la Montaña. Los juncos que recortan la vereda marcando a la corriente su destino, te saludan erguidos, reverentes, admirados, alfombrando con su sombra tu camino.
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REGALO DE REYES 2012 Hoy hace tres años que te fuiste, tres años de recuerdos y añoranzas, tres años de ausencias y presencias, de idas y venidas al viento encadenadas. La distancia se acorta con los días, las horas van minando la muralla, y el eco que dejaste en nuestras vidas nos recuerda que la meta no está lejos…, y acoge nuestro afán cada mañana. Hoy acallo mis cuitas y pesares al rescoldo de otros días y otras brasas, al calor de tu regazo sin medida, a la luz de tu abrazo y tu mirada. La mañana fue gélida, la partida anunciada, la despedida serena, que el Padre la aguardaba, para echarle los reyes en su nueva morada.
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VAQUERO Llovieron primaveras cuajadas de promesas, corriendo en la pradera donde abril despertó, buscando flores nuevas para tejer la vida, para adornar la estancia de fragancia y amor. Bajaron de la Peña temporales de ausencia, con rayos que alumbraron silencio alrededor, con truenos de voz seca, rencorosa, soberbia…, y el eco de su orgullo por el valle rodó. Saliendo de la sombra, como un aparecido, bramó la vaca negra, pidiendo compasión, que truenos y centellas lastimaron los campos teñidos de amapolas, de rojo en esplendor. Los ojos empapados de tanta soledad, clamaron a lo alto, suplicando a la luz, que esquiva y engañosa jugaba a demorar, su condición de estrella, de senda y de quietud.
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CIEN AÑOS
Cien años hubieras hecho si aquel cincel indolente no modelara tu tronco, buscando vida inmanente…, que en eterna primavera caminaste hacia la orilla, donde tu imagen perdura noble, grandiosa, sencilla. Cien años, cien primaveras, mil rosales encendidos con brotes de sabia nueva, de tu tronco renacidos…, que no llegaron a verte porque la sombra ocultó el verdor del tronco viejo, que a la tarde se inmoló. Cien años y mil recuerdos, desgranados día a día del jardín de las andanzas, en alegre algarabía…, que hoy revivo en mis adentros mientras que el cincel me talla, y da vida a la figura que en mi tosco leño se halla. 52
EL CANTÓN DE MIS RECUERDOS
Fue el cansancio, las ganas, la añoranza, los que me trajeron a ti, plaza del ayer, donde la casa de mi infancia espera. Y yo, que busco huellas del pasado, te encontré pesarosa, permanente, remozada, en el callejero de las noches y los días. Mas me faltan pilares importantes que miraban al paisaje de la vida: la huerta, la escuela, la campana…, hoy ausentes del barrio en agonía. Y quise volver a verte en la distancia que marcan los vientos fugitivos, que llevaron los sueños escondidos y vuelven a tu vera y a su casa.
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PAN BENDITO Minero, cuero azabache, de tez curtida en el tajo, donde peleas las horas apenas han despertado, desafiando a las sombras que rondan la galería; dime cuál es el veneno que alimenta vuestras vidas, para enterrar la existencia en el fondo de la mina. Yo les vi cuando era niño y siempre me preguntaba: ¿De dónde vienen los hombres con la cara tan pintada? Mas aquellos ojos míos, llenos de color e infancia, miraban sólo por fuera donde el carbón ocultaba la nobleza de aquel rostro, la grandeza de aquél alma, la ofrenda de luz y pan que a la tierra le arrancaba de las paneras ocultas, bajo tierra sepultadas. Tras la tapia de los años, con la caricia del viento, se acostumbraron mis ojos al negro de cada día, al aliento mendigado mientras la cuesta subían, a la tos, fruto temprano, cosecha de galería.
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RECUERDOS COSIDOS AL ALMA Le oí llegar, llamar y preguntar, con lágrimas añejas en los ojos…, después, tras breve confidencia, se fue…, se fue para seguir preguntando. Llegaba aquella tarde del reino de las sombras, recuerdos de la infancia cosidos en el alma, peregrino cansado de soñar los caminos, buscador de raíces con nombre y apellidos. Y susurró bajito, muy quedo, para dentro, rumores recogidos en filandón, al alba: ¿acaso hijo de padres que en la noche se amaron, y olvidaron, con las prisas, formalizar un acta? Consultó las cunetas de la historia marchita, archivos de ignominia, deshonra y sinsabores, en busca de retazos de penas y amoríos, jardín florido en zarzas, en llanto y ababoles. Buscaba con angustia, en estos pagos yertos, la estrella que una noche alumbró su destino, que iluminó un instante con pena su llegada, y amamantó a sus pechos los llantos y gemidos.
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Mas la luz de las estrellas es fugaz y caprichosa, errante viajero sin rumbo fijo ni destino, vecina de las sombras, señora de la noche, amiga de los búhos, los peces y los ríos… Caminante que viaja sin tienda a sus espaldas, presencia que se aleja sin ruido ni atavíos.
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LA FOCA Caballo de hierro ya oxidado, que rondaba como lobo soledades, cabalga en ausencia, peregrino, trotando a ritmo alegre en estos valles. Detrás de ventanales, hoy cerrados, perdida la presencia en estos lares, quiere recuperar relincho joven, fantasma de feriante por las calles. Le vi pasar, cual náufrago perdido, por rutas que agravaron nuestros males, arroyo en lágrimas de huérfanos y viudas, cargado, cuesta arriba, de nubes y pesares. La luna, señorona, novia del campamento, se asoma a los balcones de su casa para aplaudir los rumores del gran rio, al trote del caballo, todo brío, con su carga.
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Al CALOR DE LA TEJERA Un horno de cocer el barro fue la estrella que le brindó algunos rayos de vida y calor, para suplir carencias… Rondaba como lobo soledades, ausencia de compaña, peregrino, buscando entre las huellas las edades, soñadas al andar por los caminos. Atrás quedan tapiales y vacío, buscando el grito mudo de un lamento, oculto tras las sebes del estío, que acecha la alegría en su aposento. Voló su mente cual náufrago en huida buscando, como loca, el horizonte; siguió su sombra mientras hubo día, sin rumbo ni destino, sólo un nombre. Ya no sueña la madre que se ha ido, quizás sintió su vuelo en un momento; acaso comprendió que estaba vivo, que su infancia añoraba otro aposento.
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LUNA EN VELA (ENCOMIENDA) Luna que sueñas el día mientras por el cielo rielas sembrando sueños de alcoba, deja a mi niño soñar, que está por venir el día y con él tú has de jugar en el jardín de los sueños, donde su cunita velas. Cuando llegue la alborada el vuelo levantarás, pero mientras tanto, luna, por mi niño has de velar porque la madre se ha ido, después de mucho luchar, a la vera del Dios Bueno…, desde allí os cuidará. El padre, que es hombre fuerte y de ruda complexión, cada mañana se aleja de la cuna de sus sueños, para perderse en el surco, que es labor de sus empeños y enterrar así el dolor que brota del corazón. Así las horas rumiando, mientras labra en la solana, con el corazón penando porque la ausencia es amarga, te pide a ti, luna amiga, que vigiles a su almohada porque la madre está ausente y el padre fuera de casa.
A Miguel, mi padre, que vivió la infancia en ausencia del mejor de los manjares, las caricias de una madre.
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ORACIÓN DEL MINERO Aquel minero, madre, que trae la vida a cuestas, con paso decidido y amor en la mirada, va buscando la percha donde colgar el alma, porque el dios del carbón la tiene muy rondada allá en la galería, donde la vida pasa. Una mañana joven, que con volar soñaba, le cortaron los vuelos que buscan el mañana, porque el presente negro, mientras la tierra araña, siembra lucha y pelea, cansancios y desgana. Su paso, algo cansino, es historia contada, vivida desde dentro en libro que no engaña, escrito con sudor y sangre derramada por cuatro compañeros, caídos de la jaula. Por eso su mirada, buscando el infinito, va surcando los cielos, por si Cielo alcanzara, y allí decirle al Padre que apague aquél infierno, hecho de luto y llanto, de duelo y de mortaja.
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CUANDO EL CANARIO CANTA… Negras son tus entrañas, ¡oh Valle de Sabero! Están petrificadas y yertas, olvidadas…, borrosas en la agenda mugrienta del poder. Por tus venas la alegría corrió con abundancia, el vino, la pelea y la tizne del carbón fueron motor y origen de sueños imposibles, que templó los rigores del tiempo en su dolor. Tus niños crecieron entre escombros de fatiga, tiznados por el miedo de un canario cantor; compartiendo lamentos de viudas tempraneras, soportando, heroínas, la ausencia del amor. Todo aquello pasó como pasa un mal sueño… de repente la boca del infierno se cerró; tus gentes huyeron cabizbajas, sin rumbo, dejando sepultados recuerdos de ilusión. Los fantasmas del Valle saltaron de alegría, se adueñaron del alma de cada callejón, borrachos deambularon celebrando la orgía de vida en abundancia que a ti nunca llegó…
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… Y tú, terco, resistes, lo intentas y peleas, te bates en lamentos errantes del ayer, que deambulan sombríos del Río hasta la Peña, por si el dios de la mina decide renacer.
Nota. Hubo un tiempo en el que los mineros, al adentrarse en el pozo donde quedaba el tajo, se hacían acompañar por un canario, compañero de fatigas, que detectaba la existencia de grisú en el ambiente, y por lo tanto, peligro para canario y minero en la galería.
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SUEÑOS CUMPLIDOS Sobre las altas horas de las noches y días, pintabas de ilusión el lienzo de los sueños, con rasgos esmerados en afanes y empeños, que el corazón llenaban de cantos de alegría. Los años remontabas en vuelo imaginario, dando cuerda al reloj que cuenta las jornadas, y mientras, distraído, las penas ocultabas, subiste a paso lento la cuesta del calvario. Mas el dolor no importa cuando la meta es cierta, los trabajos de hogaño se dan por bien pagados, aunque el tajo era duro y mal remunerado, soñando te decías: “el gran día está cerca”. Aquella melodía que a diario cantabas, te dio coraje y fuerza para seguir bregando, para verles crecer mientras vas caminando, por valles de honradez que con gozo cruzabas. Sentado en la otra orilla, liando un cigarrillo, contemplas, ya sin velos, cosecha de tus sueños, les recuerdas chiquillos, muy tiernos y pequeños: y das gracias al Padre que vela por los niños. A Miguel, mi padre, que echaba sus cuentas y soñaba con vernos crecidos, hechos hombres, honrados y fuertes y logró, a medias su sueño.
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PALABRAS DE BIEN QUERER Madrugó la madrugada sobre carroza de plata, para cantar con sus versos los amores mañaneros, para decirte en mil tonos arrumacos y cantares… lo estupendo que tú eres, lo mucho que te queremos Fueron llegando piropos, palabras de bien querer, que son suspiros del alma, flores del amanecer, que adornan cada latido de tu vida, que es la nuestra, del cariño y de la entrega que se sirve en nuestra mesa. Por eso, hermano querido, quiero recoger el canto de todos y cada uno, con quien compartes desvelos, y añadir hoy, que es tu día, a la mesa familiar, a quienes desde la ausencia, siempre presentes están. ¡MUCHAS FELICIDADES!
Para Carlos, mi cuñado, en el día de su cumpleaños, mientras le pido a Dios que siga bendiciendo su vida.
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CENCEÑO Me gusta esta palabra por sencilla, me suena a cascabel y a poca cosa, a risa que a porfía se regala, perfume de los vientos y las rosas. Me gusta porque sabe a pan de pueblo, horneado en el rescoldo de la hoguera, que se ofrece en el banquete de la casa, que se trilla en el verano de mi era. Me gusta por tierna, humilde y elegante, de talle fino, sencilla y sin dobleces, porque evoca la silueta de las mimbres que tejieron la cuna de mis gentes. Cenceño fue mi padre y su abolengo, hombre de bien, sincero y hacendoso, cargado de bondad y mil razones, cabal ante la vida y generoso. Cenceña y sin escudo mi fachada, crecí de cara al viento en sus andares, ligero de regalos y equipaje, mas rico en inquietud y libertades.
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A LA HORA DE LA CEBA Aquellos hombres no sabían llorar. Pertenecieron a un a generación que creció con la vista “gacha”, la espalda doblada sobre el surco y niebla en el corazón. Cada tarde, con las primeras estrellas, dejaba la labor en la heredad. Al llegar a casa le envolvía entre sus brazos, caricia encallecida, para cerciorarse de que estaba allí, que era real, que le aguardaba. Después, en la cuadra, le enseñaba el arte de cebar al ganado. Los dos se miraban, sintiéndose cómplices, a la luz mortecina del candil, como niños traviesos que ocultan sus fechorías a miradas enojosas, y guardan para sí secretos de soledad, de ternura y orfandad. En la penumbra del establo los dos, el abuelo y el padre, al unísono, rumiaban, en amor y compañía, la generosa ración de desdichas, de luto y de soledad, herencia de la santa que partió a hora Prima.
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Luego, mientras liaba un cigarrillo y descansaba, dejaba volar la mente… Sentados los dos sobre el cajón de los chochos, ya cocidos para la ceba, le hablaba, como caudillo que reposa, de tormentas y ganados trashumantes, de prados verdes, de valles y laderas inclinadas, donde florece el capilote rompiendo, allá por marzo, los cerrojos del invierno, que son tumbas, carceleras de la belleza que se oculta bajo tierra, a la espera del mañana. Así, aquél hombre nudoso, cuero curtido y atezado por los vientos, platicaba con el niño de congojas y penurias cada tarde ante el ganado, que rumiaba en duermevela, para dentro, las fatigas que la vida les dejara.
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PERLA ROTA La noticia le sorprendió de rodillas, por los suelos; afilando las uñas contra las baldosas. El compañero se adelantó para prevenir, por si la cercanía ayudaba a digerir la desgracia. Cuando la roca se abrió la salud rodó por tierra, la galería dió un grito, la vida quedó atrapada en un manto de carbón que el picador arrancaba. De luto va la noticia que como puñal se clava en las carnes ateridas, por los suelos derramadas, mezcla de raza y orgullo de dolor que rompe al alba.
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Por las mejillas rodando una perla se derrama, y sobre el suelo se estrella en canciรณn desesperada. Una voz hecha suspiro que a la madre se agarraba, le consolรณ entre sollozos, con voz de plata quebrada. ยกAy dolor de perla rotaยก ยกAy suerte de pena amarga! Que a los pobres alimentas mientras les partes el alma.
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DÉJAME QUE TE CUENTE “Deja que te cuente, padre, yo sé que te va a gustar”, son tus sueños que han crecido, que se han hecho realidad a pesar de las tormentas llegadas desde altamar. ¡Han pasado tantos años! ¡No sé por donde empezar! Ha crecido nuestra gente, ahora somos muchos más: hay infancia en nuestro huerto, madurez en la heredad, sabiduría en los años y amor en nuestro bregar. Te hablaré de los retoños que han florecido en tu hacienda; de su infancia y de sus risas, de su candor y belleza, que busca por los bancales por si encuentran tu presencia.
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Hay rosas que visten ya perfume de gran belleza, nardos de tallo florido, semilleros de grandeza, venero que en su abundancia da corriente al manantial. Ellos saben que plantaste el tronco donde nacieron, que lo regaste con mimo aquellos años primeros, hasta que tomaron forma y levantaron el vuelo. Algunas se han marchitado, han cesado de remar, se han recogido en el puerto y orientan nuestro bogar, para orientar nuestro rumbo en noches de oscuridad. Mas quiero que sepas, padre, que los de aquí y los de allá, siempre tendremos presente la lección que tú nos diste, con tu presencia menuda de amor, entrega y bondad.
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NO TE RINDAS ANTE EL FRENO NI EL BOCADO Otra vez reverdecen los quebrantos que salieron al encuentro en el camino, otra vez el zarpazo de sus garras amagaron con clavarse en tu destino. Mira al frente aunque te sientas malherido por la torpe arrogancia de la espada; clama al cielo cual potro que relincha reprochando a los vientos su venganza. No te rindas al bocado que te frena, lanza al viento tu lozana gallardía que relincha en la pradera con bravura, resistiendo a la espuela que te hiere su aguijón por amor y valentía. Potro noble que llevas a tus lomos la carga de ser hombre, al sol del mediodía, resiste, aguanta en la carrera la montura, peso muerto, condición de toda criatura.
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BUSCANDO TEMPERO Ni sillas de cortesía, ni aparador aparente. Cargaron “cuatro aparatos” con que vestían la casa, y se hicieron al camino con un manto de esperanza La nevada era importante, las calles recién pintadas de copos de nieve blanca, que desde el cielo bajaban bailando por bulerías, para despedir la marcha. No hay razón que los detenga, la suerte ya estaba echada; van buscando un porvenir donde se oxigene el alma, donde se labre la vida, donde se sequen las lágrimas. Luego vino el desengaño, la realidad y la nada; pero eso llegó más tarde..., antes hubo otras jornadas, otros pesares y agobios, otros fríos y nevadas, que helaron las ilusiones, y marchitaron las ganas. 73
índice
REGALO DE ILUSIÓN.............................................................. 7 NUNCA ESCRIBÍ VERSOS....................................................... 8 ESPACIO VACÍO.......................................................................... 9 DESTINO.....................................................................................10 ¿QUIÉN NO FALLÓ ALGUNA VEZ?.................................11 ORACIÓN POR LA VIDA.......................................................13 CANCIÓN DE MADRUGADA..............................................14 SABOR AMARGO......................................................................15 SEGADORA.................................................................................17 PRESENTIMIENTO..................................................................18 PESARES DE MI JILGUERO.................................................19 PÉTALOS......................................................................................20 QUE EL RÍO SE LO LLEVABA.............................................21 DEL AGUA MANSA….............................................................22 FLORES PARA TU VENTANA..............................................23 SOMBRAS ....................................................................................24 ESCLAVA......................................................................................25 AL CALOR DE TU REGAZO ...............................................26 CANCIÓN PARA UN DESPERTAR.....................................27 COMO LAS OLAS… ................................................................28 ANGEL DORMIDO..................................................................29 MATERNIDAD...........................................................................30 BESO DE LUZ............................................................................31 ECOS DEL VIENTO.................................................................32 MANTO DE NOBLE HILATURA ......................................33 NOCHE DE LUZ Y DE GRACIA........................................34 CONSEJO DE BIEN QUERER..............................................35 MINERO.......................................................................................36 LUTO EN EL VALLE................................................................37 BESO DE PLATA.......................................................................38 PINGAJOS....................................................................................39
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ESPERANDO EL MAÑANA..................................................40 PRIMAVERA ERES TU.............................................................41 CONFIDENCIAS.......................................................................42 PINTANDO SOMBRAS............................................................43 CAMINO DEL CEMENTERIO.............................................44 EL HIJO DEL MINERO...........................................................45 LA CANTINA DE AMPUDIA................................................46 FLOR CON ESPINAS...............................................................47 RÍO ARRIBA................................................................................49 REGALO DE REYES 2012......................................................50 VAQUERO....................................................................................51 CIEN AÑOS.................................................................................52 EL CANTÓN DE MIS RECUERDOS...................................53 PAN BENDITO...........................................................................54 RECUERDOS COSIDOS AL ALMA.....................................55 LA FOCA......................................................................................57 AL CALOR DE LA TEJERA....................................................58 LUNA EN VELA........................................................................59 ORACIÓN DEL MINERO.......................................................60 CUANDO EL CANARIO.........................................................61 SUEÑOS CUMPLIDOS.............................................................63 PALABRAS DE BIEN QUERER............................................64 CENCEÑO...................................................................................65 A LA HORA DE LA CEBA......................................................66 PERLA ROTA..............................................................................68 DÉJAME QUE TE CUENTE..................................................70 NO TE RINDAS ANTE EL FRENO NI EL BOCADO.......72 BUSCANDO TEMPERO..........................................................73
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Este libro se terminó de imprimir en la mañana del 23 de julio del año 2019, festividad de Santa Brígida, bajo el cariño y cuidado de los maestros artesanos de Taller de Diseño Gráfico y Publicaciones S.L. (TADIGRA), en Granada. Impreso con tecnología digital.
Trilogía poética Rumores a la intemperie: Sombras del valle a la sombra del silencio al calor del filandón
Sombras del Valle Tres pilares, tres…
L
a arquitectura de estos versos se basa, a modo de balcón que da a la calle, sobre la llamada del valle, del que se huye bajo el impulso de temores infantiles para que el polvo que pinta las cunetas de grasa no se agarre a las suelas de las alpargatas. Para no seguir oyendo al final de cada jornada el ronco laborar por conquistar la ración de oxígeno que al minero tanto le cuesta.
E
l segundo pilar, no menos importante y firme, es la llamada de la sangre sembrada gota a gota, en el surco de los días en ese ir y venir de la Peña al llano, del pozo al soto, sin regatear generosidad ni esfuerzo.
E
l tercer pilar es la ausencia, la distancia que al partir engendra, con sus vacíos y añoranzas, el verso que se ofrece al viento para alimento del espíritu.
Rumores a la
intemperie
Jesús Cerezal Fernández, 1942
Jesús Cerezal Fernández
Sombras del valle
N
ació en Sabero (León), cuenca minera floreciente, por aquellos días. Creció como crecían los niños del Valle: aprendiendo el lenguaje de la mina, respirando el polvo del carbón y escuchando las toses lastimeras del minero, para aprender a esquivarlas. En las vacaciones escolares de verano los niños eran útiles para labores menores, pero importantes: correr tras las vacas, tirar del rastro, y ayudar en las faenas de la ceba y el ordeño. A los libros se les daba un prolongado descanso por aquellos días. Consciente de ello, y atento a la voz de lo alto, un día que el tío Tomás retejaba, haciendo equilibrio sobre el tejado con su gran humanidad, le dijo: “Rapaz, que dice el primo que si queréis ir alguno a los frailes”. Lo que diga mi madre, fue la respuesta. Todo lo demás fue llegando poco a poco: los latines, las dudas, el año de reflexión más profunda, los estudios serios en la Facultad de Teología y la ordenación sacerdotal. El verso surgió de pronto, cuando menos lo buscaba, como látigo de luz a su cabecera. Si bien, ya antes se aficionó a coleccionar palabras, prosa familiar para hacer llegar a las comunidades las noticias de la familia Agustino Recoleta en la Antena Informativa. Tarea que se le encomendó por los superiores durante 16 años largos. Fruto de esta encomienda fueron, además de la publicación periódica, la coordinación de tres publicaciones conmemorativas de otros tantos centenarios: IV Centenario de la llegada de los Agustinos Recoletos a Granada; Cien años de Historia: Imágenes con texto y Convento de Monachil: Escuela, Templo y Hogar. En 2018 vieron la luz dos publicaciones en prosa poética, tituladas Pintor de Sueños y Arreboles en el Camino. Hoy, en la conmemoración de su 50º aniversario de Ordenación sacerdotal, os ofrece este poemario y con él su gratitud y cariño.