Una recopilación de mis mejores artículos publicados
Crónicas Torrichanas Nº 12
Los fósiles de Carriches
Jesús Sánchez de Haro
© Jesús Sánchez de Haro 2014
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2 Antiguo Juego Pelota, actual patio del colegio público donde se encuentra el pozo
Los fósiles de Carriches Podíamos haber salido en los libros de Antropología, pero no; al final fue una falsa alarma. Artículo publicado en la Revista Cultural Adovea, en agosto de 2007.
Hace algunos años, casi por casualidad, como en otras muchas ocasiones, revisando bibliografía pude observar una referencia a Carriches que me llamó la atención: se habían encontrado huesos fósiles en nuestro pueblo. Claro está, mi curiosidad hizo ponerme a investigar sobre el asunto y aquí, en este artículo, resumo los datos más importantes.
Todo comienza con la construcción de un pozo en los años 1924-1925 junto al juego pelota, donde a unos 8 o 10 metros de la superficie aparecen unos restos fósiles. Los huesos son recogidos por el teniente coronel de infantería don Máximo Vergara Malumbres y depositados en el Museo Antropológico Nacional sito en el Paseo de Atocha de Madrid. La Sociedad Española de Antropología,
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Etnografía y Prehistoria encarga a don Domingo Sánchez y Sánchez un informe para informarles sobre si los huesos son humanos o no. Domingo se puso a investigar, necesitando practicar algunas observaciones comparativas para llegar a determinar con precisión la especie zoológica a la que pertenecían los restos. En realidad, lo que a la Sociedad le interesaba era saber si tales restos eran humanos o no, porque en el primer caso podrían constituir un dato muy importante en relación con su antigüedad y la del terreno a la que correspondía el yacimiento; mientras en el segundo caso quedaría reducido a un hallazgo de orden paleontológico, que tal vez,
carecería de antropología.
interés para
la
Los materiales aportados por el señor Vergara eran, de hecho, escasos en número y pobres en caracteres. Eran, en efecto, tres piezas pequeñas (la mayor medía 5 centímetros en su mayor longitud), y por desgracia, poco expresivas para determinar los huesos a los que pertenecen. El estado de fosilización en que se hallaron era muy avanzado. Los huesos estaban completamente petrificados, mineralizados; y si a esto se añade la circunstancia de haberse hallado incrustados en una roca caliza, podría pensarse que tales restos, así como el yacimiento
en el que se hallaron, pertenecen a época geológica bastante remota, acaso anterior a la aparición de la especie humana. En realidad, los tres trozos de hueso antes mencionados, que constituyen el material de investigación, podían reducirse a dos piezas solamente, porque dos de los fragmentos procedían de uno mismo, que debió romperse en el momento de ser extraídos. La pieza más pequeña midió aproximadamente 3 centímetros en su mayor longitud por 2 y medio escasos de anchura y un espesor que varío desde 2 milímetros en su parte más delgada hasta unos 7 u 8 en la más gruesa. Era de forma cuadrangular, con el borde grueso, que correspondía a uno de los lados cortos, curvo y un poco truncado en el vértice agudo. Cóncavo por una cara y convexo por la opuesta. La superficie cóncava era regularmente lisa como si correspondiese a una cavidad y la externa era evidentemente una superficie de fractura. En las indicaciones escasas que acompañaron al envío se decía que el hueso parecía ser un trozo de cráneo, más a modo de ver del estudioso, esa creencia era equivocada. Nada en él revelaba su procedencia craneal, ni de la especie humana ni de ningún otro animal. El resto del hueso conservaba rasgos estructurales suficientes para afirmar que no se
trataba de una pieza de hueso craneal de mamífero. A juicio del señor Sánchez y Sánchez la pieza se correspondería con una cavidad cotiloídea de un hueso sacro para la articulación del fémur o la glenoidea del omóplato para la articulación del húmero. Los otros dos fragmentos de hueso fósil del lote que consideraron unidos formando una sola pieza, ofrecieron aún menor dificultad para decidir respecto a su procedencia humana. Bastó una ligerísima inspección para comprobar que no pertenecían al esqueleto humano. El trozo de hueso en cuestión era un fragmento de hueso largo de una de las extremidades de un mamífero. Y aún sin compararlas con otras piezas de otros esqueletos, afirmó pertenecían a un mamífero artiodáctilo o perisodáctilo (mamíferos con pezuñas como el onagro, caballo, burro). Era un hueso próximo a una extremidad, que midió 8 centímetros de longitud por unos 5 de ancho y 3 o 4 de grueso.
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Onagro o asno salvaje
En el esqueleto humano no hay ninguna disposición parecida a ésta, además de que ni las dimensiones ni la conformación del hueso pueden permitir duda respecto a este particular. En resumen, se afirmó sin temor de incurrir en error que los huesos
fósiles de Carriches traídos a la Sociedad por el señor Vergara no pertenecían a ningún individuo de la especie humana, y por consiguiente, el interés del yacimiento para la Sociedad era muy secundario mientras no se encontraran en él restos humanos.
Jesús Sánchez de Haro Cronista Oficial de Carriches
Cronista Oficial de la
Villa de Carriches (Toledo)