UNA NEVADA HISTÓRICA EN CARRICHES (TOLEDO) Nadie esperaba algo así. La llamaron borrasca “Filomena”, por aquello de favorecer que la comunicación sea más efectiva ante episodios adversos de viento, nieve o lluvia. Así no se nos olvidaría nunca. Las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología anunciaban que el ojo de la borrasca se instalaría sobre nuestra zona. Pero no sólo ellos: hubo también muchos meteorólogos que presagiaban nevadas sin precedentes en décadas, y advertían del peligro. Pero jamás pensamos en una nevada así en Carriches. La altura sobre el mar de nuestro pueblo (según el Instituto Geográfico Nacional) es de 545 metros y en muchas ocasiones, la nieve ha hecho acto de presencia, pero no ha cuajado. ¿Qué podía pasar? ¿Los Reyes Magos nos traerían nieve? pues, sí. Más de lo esperado. Una gran nevada se convierte en el fenómeno meteorológico y ambiental con mayor impacto sobre nuestra memoria. Mucha gente menciona en alguna ocasión que recuerda la nieve en su infancia o adolescencia, asociado a momentos alegres de diversión y entretenimiento.
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Sin embargo, también en lo que respecta a las nevadas, nuestra memoria falla con frecuencia y nunca está de más revisar los archivos particulares o públicos para recuperar datos e imágenes que han marcado la historia de nuestras familias. Nuestro pueblo nunca ha sido zona de nevadas, al no encontrarse cerca de montañas o sierras que lo propicien, ni en altura suficiente para que las mismas, si se producen, cuajen suficientemente. Por eso, los datos históricos son escasos en nuestra zona, aunque bien podemos recordar las nevadas o heladas que ha habido en Toledo a largo de la historia, y han sido varias: Tenemos constancia de nevadas y heladas acontecidas en Toledo el 31 de marzo de 1527, el 25 de abril y el 7 de junio de 1531. Otra efeméride la encontramos en el año 1536. En esta fecha se reseña que el río Tajo “se heló de tal manera que jugaban los niños sobre él y bailaban atravesándolo incluso con caballerías”. Se supone que llegaron a alcanzar unas temperaturas de 15 a 20 grados bajo cero. En otra ocasión, el 12 de abril de 1549, “se heló y quemó todo, quedando sin cosechas”.
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Sabemos de otra gran nevada en 1561, los días uno y dos de febrero. Se describe como una “nevada extraordinaria”, que nadie imaginaba. La Corte de Felipe II aún estaba en Toledo. Durante toda la noche, y el día siguiente no cesó de nevar. Se yugularon los abastos, la ciudad se transformó durante esos días en un inmenso lodazal; la Corte ya no podía estar por más tiempo en la ciudad. Ya en el siglo XVII, conocemos que hubo años fríos y heladores como 1614 o 1630, que en la Nochebuena de la Catedral mandaron “que por el grande frío que haze pongan brasero en el coro esta noche”. En 1694 comienza un periodo más frío, con “rigurosidad de los hielos en este invierno”, o en 1695, año de temporales malos de invierno. Otra de las ocasiones que el frío fue considerable y heló fue el 6 de febrero de 1697, cuando “se heló el Tajo a su paso por Toledo en todas partes, excepto en las corrientes de las presas”. En 1797, las crónicas también reseñan que se heló el río Tajo por el tremendo frío. Quedó constancia de ello por el sacristán de la parroquia de San Pedro, en la Catedral de Toledo, al final del libro de bautismo nº7. Hasta aquí el repaso a la historia más lejana a nosotros, pero ya sobre Carriches, y muy cercanas a fechas actuales, las nevadas y épocas de frío regresaron en multitud de ocasiones.
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Durante el siglo XX sabemos por la prensa que nevó el 18 de enero del año 1911, una “época de fríos rigurosos y crudísimos como hace muchos años no se recuerdan…”. El 25 de enero de 1914, la prensa se volvía a hacer eco de una nueva nevada. Algo que, como en otras ocasiones, sorprendió a todos.
El 8 de febrero de 1930 también se registró una importante nevada. La prensa de la época habla de un día entero sin parar de nevar, algo poco habitual en nuestra provincia. En enero de 1945, en toda nuestra zona, se registraron temperaturas mínimas. Fue el mes más frío del siglo XX en nuestro país, junto al mes de enero de 1914. Otra ola de frío se inició el día 1 de febrero de 1956 y remitió el 25. Durante este tiempo, se registraron temperaturas inferiores a cero grados. Ya en enero de 1971, año de grandes nevadas generalizadas, la ola de frío llegó a durar varios días, alcanzando temperaturas muy bajas. El 11 de marzo de 1975 nevó intensamente a primeras horas de la mañana, pero la llegada de lluvia hizo que no cuajara la nieve acumulada.
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Más próximo a nuestros días, y seguro que lo recuerdan, tuvimos una nevada el 5 de enero de 1997 de la que tenemos imágenes. Pudo cuajar, aunque duró poco tiempo.
Para terminar, el 30 de enero de 2006, que no terminó de cuajar, y los días 10 y 11 de enero de 2010, que tampoco, fueron las fechas más recientes de nieve en Carriches. Y llegó Filomena… en 2021.
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El día 7 de enero nada presagiaba lo que se nos venía encima. Muy de mañana, la nieve hizo acto de presencia en nuestro pueblo. Como en otras ocasiones, muy fina y débil, no dejaba de caer sobre nuestras calles, tejados y campos.
Así estuvo todo el día, y por la tarde, una fina capa anunciaba que esto iba en serio. Y amaneció el día 8 de enero. Asomado a la ventana, no podías creer lo que veían tus ojos: una imagen propia de una película de ciencia ficción: Carriches enterrado bajo la nieve. La dichosa borrasca había cumplido con sus expectativas y nos había dejado más de 50 cm de nieve en nuestras calles, una estampa ante la que muy pocos han podido resistirse.
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El día 9 enero siguió nevando, aunque en menor intensidad. Los tractores y máquinas comenzaron a retirar nieve porque era imposible moverse por el pueblo. Entre todos, voluntarios, operarios municipales, vecinos, se fueron despejando calles… La sal llegó a los lugares más necesarios de Carriches para evitar el hielo y las caídas, tan peligrosas…
De bien nacidos es ser agradecidos… todos aportaron lo mejor de cada uno para ayudar, intentando recuperar la normalidad cuanto antes.
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El domingo 10 de enero el sol salió en Carriches, dejando ver un pueblo dormido, inerte, de caminos ocultos, campos árticos y estrechas carreteras, que apenas dejaban llegar a él.
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La nieve costó que desapareciera, ya que las bajas temperaturas habían formado bloques de hielo por todos lados. La ola de frío duró hasta San Sebastián, que llegó otra borrasca y subieron algo las temperaturas. La lluvia hizo el resto.
Poco a poco, Carriches fue recobrando su aspecto habitual pero, no podremos negar que, la imagen que lució durante estos días, hicieron de nuestro pueblo un lugar de ensueño, navideño y mágico. Sin olvidar ese aspecto menos “amable” de la borrasca, de caos en hospitales, graves problemas de movilidad, destrozos de viviendas, árboles… todo un suma y sigue.
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Y es que por unos días, Filomena nos hizo soñar y disfrutar como enanos de un Carriches desconocido, congelado, estático, paralizado.
Jesús Sánchez de Haro Cronista Oficial de Carriches Página 10
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FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA BIBLIOTECA VIRTUAL DE PRENSA HISTÓRICA • El Día de Toledo. Año XVIII. Número 994. 28/01/1911 • La Campana Gorda. Año XX. Número 1055. 19/01/1911 • La Campana Gorda. Año XXII. Número 1218. 25/01/1914 HEMEROTECA DIGITAL. BIBLIOTECA NACIONAL DE ESPAÑA • Revista Nuevo mundo (Madrid), número 1883. 21/02/1930 BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA • Gonzálvez Ruiz, Ramón (1977). El clima toledano en los siglos XVI y XVII. Boletín de la Real Academia de la Historia. Tomo 174, págs 305-332. Madrid. • Moreno Nieto, Luis (1994). Toledo: sucesos, anécdotas y curiosidades. Editorial Zocodover. Toledo. • Mora del Pozo, Gabriel (1988). La ciudad de Toledo en 1723 vista por un ingeniero inglés. Revista Alminar. Revista del Profesorado. Nº 1. Toledo. AGRADECIMIENTO Quisiera agradecer a María Teresa Fernández Rumbero su amabilidad, por cederme algunas imágenes de la nevada de Carriches para este artículo.
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