Carriches, del 6 al 16 de Abril de 2017
1
Saluda del Párroco Queridos hermanos en Cristo: Nos acercamos a la Semana Santa, a la celebración de los Misterios de nuestra Redención, a la celebración del Misterio del Amor de Dios por nosotros, manifestado con claridad en la entrega de Jesucristo. Vivamos estos días con Él. Pidámosle que nos introduzca en estos Misterios desde su Corazón, para tocar su Amor personal a cada uno de nosotros, para tocar su sufrimiento, para tocar su dolor por los desprecios, las burlas, las indiferencias, los abandonos de los suyos, para tocar el consuelo por los que lo acompañaron con amor, para tocar el gozo de la resurrección. Abramos el corazón a Cristo. Dejémonos lavar por su Sangre y alimentar por su Cuerpo. Toquemos con fe, su Corazón, su Amor, como Tomás. Atrevámonos a tocar el Corazón de Cristo, roto de Amor por nosotros. Dejemos que entre en nuestra vida y la invada toda. Que Cristo nos convierta a Él. Vivamos con sinceridad, con entrega y devoción estos días santos. Vuestro sacerdote José Francisco León Carmona
2
Horarios y Cultos 6 de Abril A las 19:00 horas: Confesiones. 7 de Abril VIERNES DE DOLORES A las 18:00 horas: Santa Misa. 8 de Abril SÁBADO DE PASIÓN A las 18:00 horas: Santa Misa. 9 de Abril DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR A las 10:30 horas: Bendición de Palmas y Ramos en la Plaza Eduardo Martínez Casas, seguida de Procesión, entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. A continuación: Santa Misa del Domingo de Ramos. 12 de Abril MIÉRCOLES SANTO A las 16:30 horas: Confesiones. 13 de Abril JUEVES SANTO EN LA CENA DEL SEÑOR A las 18:45 horas: Santa Misa en la Cena del Señor. A continuación: Procesión de la Pasión de Ntro. Señor, con las imágenes de Ntro. Padre Jesús Nazareno, Stmo. Cristo de la Misericordia y Ntra. Sra. de los Dolores. A las 22:00 horas: Hora Santa ante el Monumento.
3
Horarios y Cultos 14 de Abril VIERNES SANTO EN LA PASIÓN DEL SEÑOR A las 11:00 horas: Via-Crucis, desde la ermita de la Virgen de la Encina hasta la parroquia. A las 19:00 horas: Celebración de la Pasión del Señor. A continuación: Procesión del Santo Entierro, con las imágenes de la Santa Veracruz, Santo Sepulcro y Ntra. Sra. de los Dolores. 15 de Abril SÁBADO SANTO DE LA SEPULTURA DEL SEÑOR A las 12:15 horas: Oración de la Soledad, junto a la Virgen de la Encina. A las 21:00 horas: Santa Vigilia Pascual. 16 de Abril DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR A las 11:00 horas: Procesión del Encuentro, con las imágenes de Ntra. Sra. del Rosario y Jesús Resucitado. A continuación: Santa Misa Solemne de Pascua.
4
Viernes de dolores Celebramos el Viernes de Dolores contemplando a María junto a la Pasión de su Hijo, para de esta manera verla como corredentora de la humanidad. María sufre viendo sufrir al que más ama. Y ama que su Hijo sufra porque ama aquello por lo que su Hijo está clavado en la cruz. Se ha unido a la entrega de su Hijo, y por eso permanece firme en el lugar que todos han abandonado. Virgen poderosa en el dolor que no ha querido ahorrarse ni una gota, ni un segundo, de la pasión de su Hijo. Quería estar con Él, hasta el fin. Acompañándolo con la verdadera compasión que era hacerse uno con Él en el sacrificio. La ternura de María resulta incomprensible para los blandengues de este siglo. Por eso se dice que lo que Jesús sufrió corporalmente María lo padeció en su corazón. Hoy, al fijarnos en la Dolorosa y mirarla sin ningún filtro, allí despojada de todo, porque a Jesús lo han crucificado ignominiosamente, caemos en la cuenta de que ella está también en el camino de todas las personas que sufren. Su corazón, modelado en el horno del amor verdadero, extiende su amor a todos los hijos que sufren. Desde la cruz le dijo el Señor, mirándola a ella y al discípulo que amaba: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Fue encomendarle el sufrimiento de todos los hombres que, a través de ella, había que asociar a la cruz. Virgen, Virgen dolorida. Ni Dios, aun siendo la Madre de su Hijo, te quiso excluir de esta realidad que asola a tanto ciudadano de nuestro mundo: el sufrimiento, los interrogantes, las pruebas, las soledades como el gran cáncer de la modernidad. 5
Nunca tenemos tantos medios para sentirnos acompañados y, por otro lado, nunca el hombre se ha sentido tan sólo. Ahí está su ternura y su compasión: no permitir que ningún dolor del mundo se pierda por las cloacas del resentimiento, del sinsentido o del absurdo. Ella está ahí, portando en su corazón traspasado ese dolor y uniéndolo a la ofrenda infinita de su Hijo. Y ahí se muestra su victoria de Madre: porque nada se pierde. ¡Déjanos, María, acompañarte en éste, tu personal calvario!
6
Domingo de Ramos
Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí, tu Rey vendrá a ti, Justo y Salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, así sobre un pollino hijo de asna. (Zacarías 9, 9-10) La espera se torna a su fin, las vísperas tienen los días contados. Comienza la semana en la que los cristianos reconocemos con voz firme y con fe profunda: “Cristo, mi Señor, se entrega por todos nosotros, da su vida por nuestra salvación”.
“Dichoso el que viene en nombre del Señor” “Hosanna al Hijo de David” (Mt 21,9) Así comienza un año más el final de la Cuaresma, nuestro paso al Tiempo Pascual. Carriches vuelve a abrirse de par en par para dejar que nuestro Rey, humildemente montado sobre una borriquita, haga su entrada triunfal en nuestro pueblo, y especialmente, en nuestros corazones. Cristo viene alegre y decidido a mostrarnos a todos su apuesta firme y serena por nosotros: los que vivimos aquí, los que llegan de fuera, los que sin serlo, por unos días, se consideran como carrichanos. Y llega temprano: Nuestro Señor se anuncia desde primeras horas de la mañana con la lectura de la Pasión. Y Cristo es aclamado por una congregación de fieles que al son de alegres trompetas celebran la fiesta de su llegada. Jesús admite el homenaje. Su triunfo es sencillo, avanza sobre un pobre animal por trono y es acompañado por un sencillo borriquillo. Jesús quiere también entrar hoy triunfante en la vida de todos nosotros sobre una cabalgadura humilde: quiere que demos testimonio de Él, en la sencillez de nuestro trabajo bien hecho, con nuestra alegría, con nuestra serenidad, con nuestra sincera 7
preocupación por los demás. Nos toca decidir: o vivir con Cristo o ser meros espectadores de una semana llena de sensaciones, olores, colores, sabores… y procesiones. Dirige tu opción en la mirada que hagas al júbilo de los fuegos artificiales y muestra el estado de tu corazón al Amor glorioso que acompaña la llegada de Nuestro Salvador. Nunca olvidemos que “el que persevere hasta el fin, ése se salvará” (Mt. 10,22). Y no nos separemos de la Virgen porque Ella nos enseñará a ser constantes.
8
Lunes santo
Ayer recordábamos la entrada triunfal de Cristo en Jerusalén. La muchedumbre de los discípulos y otras personas le aclamaron como Mesías y Rey de Israel. Al final de la jornada, cansado, volvió a Betania, aldea situada muy cerca de la capital, donde solía alojarse en sus visitas a Jerusalén. Allí, una familia amiga siempre tenía dispuesto un sitio para Él y los suyos. Lázaro, a quien Jesús resucitó de entre los muertos, es el cabeza de familia; con él viven Marta y María, hermanas suyas, que esperan llenas de ilusión la llegada del Maestro, contentas de poder ofrecerle sus servicios. En los últimos días de su vida en la tierra, Jesús pasa largas horas en Jerusalén, dedicado a una predicación intensísima. Por la noche, recupera las fuerzas en casa de sus amigos. Y en Betania tiene lugar un episodio que recoge el Evangelio de la Misa de hoy. Seis días antes de la Pascua —relata San Juan—, fue Jesús a Betania. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con Él a la mesa. María tomó entonces una libra de perfume de nardo auténtico, muy costoso, ungió a Jesús los pies con él y se los enjugó con su cabellera, y la casa se llenó de la fragancia del perfume. (Jn 12, 1-11) Que gran oportunidad para quienes esta semana no trabajan fuera de casa, aprovechar este día para compartir con los seres queridos, familiares o amigos, que no se visitan con frecuencia, aprovechemos también para visitar a Jesús en el Sagrario, en la Eucaristía, meditar su Palabra, orar con Él y vivamos esa amistad que nos ofrece sin condiciones y dejemos que al igual que Lázaro y sus hermanas nos visite con frecuencia. Así como Jesús dedicaba todos los días a hacer un rato de oración, así se alimenta la amistad, conversando, hablando de lo que nos pasa cada día. No lo dejemos de hacer ningún día, aunque sea unos pocos minutos.
9
10
Martes santo
Hoy, la liturgia nos adentra en el drama que está a punto de desencadenarse y que concluirá con la crucifixión del Viernes Santo. «En cuanto tomó Judas el bocado, salió. Era de noche» (Jn 13,30). Siempre es de noche cuando uno se aleja del que es «Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero». Lo que más impresiona del relato es comprobar que la traición se fragua en el círculo de los íntimos, de aquellos que han tenido acceso al corazón del Maestro. “Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar”. Es muy probable que nos consideremos seguidores de Jesús, sin saber lo que se quiere decir cuando se afirma ser uno de los suyos. La Palabra nos ofrece muchas pequeñas luces para ir descubriendo diversos aspectos del seguimiento. Hoy nos confronta con nuestras traiciones. La palabra “traición” es muy dura. Apenas la usamos en nuestro vocabulario. Hemos buscado sinónimos como debilidad, error, distancia, etc. Pero ninguna de estas palabras tiene la fuerza del término original. Hablar de traición supone hacer referencia a una relación de amor y fidelidad frustrada. Sólo se traiciona lo que se ama. ¿Estaremos nosotros traicionando a Jesús a quien queremos amar? Lo traicionamos cuando: 11
No cumplimos promesas que hacemos a nuestros seres queridos. No tenemos tiempo para “perderlo” gratuitamente con él y no asistimos a la Eucaristía cada domingo, o cada día. Usamos su Palabra para nuestro beneficio, sólo como proyección de nuestros deseos o mezquindades. Volvemos la espalda a los “rostros difíciles” en los que él se nos manifiesta: Mendigos en las calles, los que han caído en las drogas, los pobres sin alimento, techo o abrigo que tenemos a nuestro lado. Damos por supuesta su amistad y no lo buscamos cada día, no sacamos un rato para dialogar con Él como un amigo. Repetimos mucho su nombre pero no estamos dispuestos a dejarnos transformar por él.
12
Miercoles santo
“Porque el Hijo del hombre va a morir, como está escrito de él; pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado! Más le valiera no haber nacido!”. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: “¿Acaso soy yo, Maestro?”. Jesús le respondió: “Tú lo has dicho” (Mt 26,14-25) Cuando el amor hacia el Señor se entibia, entonces la voluntad cede, y nos dejamos caer en la tentación que se nos ofrece de muy variadas maneras. Dada nuestra naturaleza frágil, no hay que permitir que disminuya el fuego del fervor que, si no sensible, por lo menos mental, nos une con Aquel que nos ha amado hasta ofrecer su vida por nosotros. El Espíritu Santo nos advierte: “El que está de pie, cuide de no caer”. Y en el Padrenuestro decimos: “no nos dejes caer en la tentación”. Nunca estamos seguros e invariables en lo referente a conservar el amor de Dios. ¿Cómo es posible que quien tiene el amor de Dios pueda perderlo?, porque el amor, donde reside, resiste al pecado. Por tanto, ¿cómo puede entrar allí el pecado? Si el amor es fuerte como la muerte, duro en el combate como el infierno, ¿cómo pueden las fuerzas de la muerte o del infierno, es decir, los pecados, vencer al amor, el cual por lo menos le iguala en fuerza y las sobrepasa en ayuda y en derecho? ¿Cómo puede ser que un alma que razona, una vez que ha saboreado tan gran dulzura como es la del amor divino pueda jamás, voluntariamente, tragar las aguas amargas de la ofensa a Dios? Hasta los mismos cielos están estupefactos y los ángeles se quedan pasmados de asombro al ver esta prodigiosa miseria del corazón humano, que abandona un bien tan amable para apegarse a cosas tan deplorables. Seamos perseverantes para no caer en la tentación de fallarle al Señor, que da la vida por todos y cada uno de sus hijos y recordemos que a 13
Jesús le duele el corazón no tanto por haber sido traicionado cuanto por ver a un hijo alejarse irremediablemente de Él. No tengamos miedo de aceptar la voluntad de Dios. ¡Señor, sí, Tú siempre quieres lo mejor para mí! No permitas que me separe de ti! Amén.
14
jueves santo
MISA DE LA CENA DEL SEÑOR
Esta Misa sintetiza lo que ocurrirá el viernes, sábado y domingo. La entrega que Jesús viviría personalmente en su pasión y su cruz, El, por propia voluntad, la hizo por primera vez con sus discípulos en la Última Cena. Esta Misa evoca tres dones del Señor: la Eucaristía, el Orden sacerdotal y el mandamiento del Señor sobre la caridad fraterna. El texto en que Jesús lava los pies de sus discípulos resume las enseñanzas del Señor y nos ayuda a repensar nuestra fe y cómo vivirla para ser fieles a su proyecto. Avanzada la noche, y antes de servirse la cena, Jesús nos enseñó que la verdadera grandeza se mide por nuestra capacidad de servicio a los demás. Para los cristianos, el jueves santo rememora la institución de la cena del Señor o eucaristía, y en ella Cristo mismo nos invita a servir a los demás así como también él lo hizo: «Pues si yo, el Maestro y Señor, les he lavado a ustedes los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Yo les he dado un ejemplo, para que ustedes hagan lo mismo que yo les he hecho» (Juan 13.14–15). Jesús se dirige a sus discípulos y les dice, ustedes ya saben estas cosas, ¡felices si las ponen en práctica! Jesús quiere e invita a sus discípulos a demostrar con gestos y actitudes nuevas el conocimiento de las cosas de Dios que hay en nuestro corazón. En esto se encuentra la felicidad, el sentido pleno de la existencia: en vivir para los demás como servidores.
15
16
17
18
viernes santo
El ayuno y la abstinencia del Viernes Santo son ofrecimiento al Señor que asciende a la Cruz. Con esas privaciones nos preparamos para revivir en cada uno de nosotros la suerte de Jesús: en este día lo más importante no es comer o descansar sino orar y contemplar. Es el único día del año en el cual los católicos no celebramos la Eucaristía. Conmemoramos la Pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo y la Iglesia nos invita a subir al Calvario para experimentar la misericordia, el amor y la ternura de Dios. Usamos el color rojo del mártir que da su vida por salvarnos a todos. Celebramos la Pasión y muerte de Jesús por medio de la Palabra, por la Adoración a Dios mediante el misterio de la cruz, la que besamos como adhesión y compromiso con Cristo. Meditamos sobre la muerte en una cruz, la cual constituía una pena denigrante, tanto que estaba destinada sólo para los esclavos, los provincianos y los criminales más bajos. Jesús sufrió una muerte violenta por ser fiel a la verdad predicada y por hacer el bien. Su vida y sus principios atrajeron la furia de muchos. No soportaron que sanara a un paralítico porque lo había hecho el día equivocado; no admitieron que se acercara a los marginados y excluidos; no aceptaron que hiciera milagros sin el consentimiento de la jerarquía religiosa; no asintieron que el amor, como él decía, fuera la ley suprema de la vida. Fue perseguido por presentar el rostro generoso de Dios y por hacer presente, por medio de sus acciones, la bondad de ese Dios. Se entregó en la cruz y lo hizo para que todos tuviéramos perdón de los pecados; esa fue una entrega consecuente con su vida de servicio. La muerte de Jesús es una expresión del amor de Dios; gracias a ella es posible el perdón del Señor: «El amor consiste en esto: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo, para que, ofreciéndose en sacrificio, nuestros pecados quedaran perdonados» (1 Juan 4.10). Es el perdón de Dios y la reconciliación con él lo que está en el centro de la celebración del Viernes Santo. 19
20
sabado santo
El Sábado Santo se presenta como una jornada de silencio y recogimiento. Los altares estarán desnudos, no hay ninguna ceremonia litúrgica. Día dedicado especialmente al acompañamiento espiritual de María en su dolor o pérdida del Hijo Triste pues va a recibir en sus brazos el cuerpo maltratado de su Hijo. Cuántas veces lavaría con cuidado ese cuerpo cuando era sólo un bebé, curaría sus heridas de sus juegos infantiles y le había visto crecer en edad y sabiduría. Y ahora ese cuerpo, llagado por nuestros pecados descansa inerte en sus brazos. Dolor que traspasa su alma, no hay dolor como su dolor, pues el amor intensifica la ruptura física de la muerte. Triste, pues en cada herida de su Hijo descubre la huella de nuestros pecados, a los que acaba de admitir como hijos. En el Sábado Santo, la Iglesia vela en compañía de la Virgen María. Jesús ha sido depositado en el sepulcro. José de Arimatea y Nicodemo han pedido el cuerpo a Pilato y lo han sepultado en una tumba nueva. Podemos imaginar la situación de los discípulos, contrariados, y también a la Virgen, traspasada por el dolor, ya que su Hijo a muerto verdaderamente y lo ha hecho sufriendo en su propio cuerpo todas las consecuencias de la maldad humana. A la soledad y frialdad del sepulcro se une la de los corazones, mucho más terrible y dolorosa, por lo que comporta de desamor. Hay silencio, pero es expectante. Algo ha de suceder. Los signos que han acompañado la muerte del Señor así lo indican. Lo que se nos va a dar es mucho mayor de lo que podíamos imaginar, pero ahora nos toca esperar. «¡Qué silencio más denso! ¡Qué soledad más abrumadora! Has sido enterrado y cada uno vuelve a su casa. El mundo queda huérfano y culpable. ¡Qué infinita la soledad de María! Ella, infinitamente más sensible a Dios que nadie en el mundo, sola sin su Hijo. Y María Magdalena, a quien le fue devuelta la dignidad por el Señor con una sola mirada. Y los apóstoles, aterrados por la persecución y viviendo como ovejas sin su pastor. Pero nosotros podemos entrar en el corazón de la Virgen y con ella esperar el gran acontecimiento de mañana: la resurrección. 21
22
Domingo de resurreccion La Semana Santa concluye con el acontecimiento salvífico de la Resurrección. La muerte no ha tenido poder sobre Cristo, la ha vencido y ha resucitado por el poder del Espíritu Santo. El sepulcro está vacío, pero aun así las mujeres buscan el cuerpo de Jesús. Los ángeles les responden:
Como ellas temiesen e inclinasen el rostro a tierra, les dijeron: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recordad cómo os habló cuando estaba todavía en Galilea, diciendo: “Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado, y al tercer día resucite.“ Y ellas recordaron sus palabras. (Lc 26, 5-8) La Resurrección nos abre la puerta a la vida eterna en Dios. Cristo ha resucitado aun cuando las mujeres no lo saben. Han visto morir a Jesús y lo han visto ser enterrado, pero no lo vieron resucitar. Se acercan al sepulcro y no lo encuentran. Nosotros vemos nuestros problemas como ese sepulcro, lugar de muerte, y por ello al sentirnos sin fuerzas nos preguntamos dónde está Cristo. Pero hoy debemos reflexionar sobre las palabras de los ángeles: ¿por qué buscar entre los muertos al que vive? ¿Dónde estamos buscando a Cristo? Ya no está en el sepulcro, pero nos quedamos ahí. Nuestra vida diaria cambiará de rumbo cuando comprendamos que Cristo está vivo, que no está en el sepulcro. No busquemos en el sepulcro, la bendición. El domingo de 23 Resurrección regresa el blanco victorioso de la victoria de Dios.
Nuestra vida debe estar con la esperanza puesta en la Resurrecciรณn. Sabiendo que debemos pasar por la Cruz, vivamos con gozo el triunfo de Cristo. Una semana que nos hace vivir la nueva vida en Dios, y que nos deja llenos de vida para continuar este caminar cristiano. De ahora en adelante, no busquemos a Cristo en el sepulcro.
A L E L U Y A
24
Semana Santa en Carriches
De entre las diferentes celebraciones festivas que se suceden en nuestro pueblo, la Semana Santa tiene un significado muy especial. Junto al fervor religioso que acompaña estas fechas, donde se conjuga tradición y arte, la Semana Santa en Carriches se ha convertido en una nueva reunión de la familia y los amigos, de aquí y de fuera, en torno a las celebraciones de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. La Semana Santa es una oportunidad muy especial para acoger a todos nuestros visitantes con los brazos abiertos, dispuestos a ofrecerles lo mejor de nuestra hospitalidad. También de conocer un poco mejor nuestro pueblo, con las mejores imágenes en procesión por las silenciosas calles de Carriches, y donde es fácil comprender los valores que han convertido la Semana Santa en parte esencial del calendario. Son valores que nos hablan de tradición, de historia, de arte, de emoción, de sentimientos..., son valores que pueden palparse perfectamente en el ambiente de estos días, que cada uno vive desde sus más íntimos sentimientos, religiosos o profanos, pero con la dulce sensación de participar en estas celebraciones. 25
La Semana Santa en Carriches, castellana por la forma de vivirla, en silencio y austeridad, se remonta a finales del siglo XVI, cuando nacen en nuestro pueblo las diferentes cofradías. La del Santísimo Sacramento, encargada de realzar la Sagrada Eucaristía, celebrar el Corpus Christi; y la Santa Veracruz, cofradía de penitencia que era la encargada de los principales actos de la Semana Santa. A finales del siglo XIX, se les une la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, quien procesionaba con la bella imagen que ha llegado a nuestros días. Carriches tiene que apostar decididamente por la potenciación de estas fiestas en todos los ámbitos. Creemos que son parte muy importante de nuestro patrimonio cultural y social, reconociendo el gran esfuerzo que en estos días realiza la parroquia. Animamos a la participación en todos los actos para que la Semana Santa de Carriches crezca cada año y cada vez sean más quienes vengan a conocerla. Jesús Sánchez de Haro Cronista Oficial de Carriches
26
Parroquia de la CĂĄtedra de San Pedro en AntioquĂa Excmo. Ayuntamiento de Carriches (Toledo) Colabora: