Un libro olvidado

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Un libro olvidado es un amigo que perdona

Fondo Antiguo de la Biblioteca Pública Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo

! José Herrera Peña 1. Incunables y libros antiguos. 2. El incunable Liber Chronicarum y Vasco de Quiroga. 3. Plantae selectae y Melchor Ocampo. 4. La Historia eclesiástica y Miguel Hidalgo

1. INCUNABLES Y LIBROS ANTIGUOS El Fondo Antiguo de la Biblioteca Pública de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, integrado por 22,901 volúmenes, ha sido formado a través de los siglos por bibliotecas de antiguas instituciones educativas y religiosas así como por las de algunos individuos notables. Dentro de las antiguas instituciones religiosas y educativas se cuentan, entre otras, la Compañía de Jesús de Pátzcuaro; varios conventos, como el de San Buenaventura, de Morelia, el de los carmelitas descalzos o el de San Francisco de Querétaro, y el Seminario de Morelia. Los fondos bibliográficos de los individuos corresponden principalmente a Francisco Uraga, José Ma. Chávez y Villaseñor, Mariano de Jesús Torres, Luis González Gutiérrez y Melchor Ocampo. El Fondo Antiguo está formado por obras de autores clásicos griegos y romanos, cristianos y no cristianos, sobre filosofía, historia, literatura, ciencias naturales, asuntos jurídicos, disciplinas médicas, física,


matemáticas, arquitectura y otras, que se produjeron desde la invención de la imprenta y su llegada a México, hasta el florecimiento de la industria editorial en Michoacán. El tiempo ha impreso su inexorable huella en los ejemplares que lo integran, tanto en sus páginas como en sus portadas, muchas de las cuales ya están muy dañadas. Dentro de este acervo bibliográfico se incluyen un incunable titulado Liber Chronicarum, Crónica de Nuremberg o Historia del Mundo, de Hartmannus Schedel (incunable es el libro publicado antes de 1500), y valiosos libros antiguos, tales como Speculum Conivgiorum aeditum, de fray Alonso de la Veracruz (1556); Septem novae legis sacramentis summarium, de Bartolomé de Ledesma (1566), y Vocabulario en lengua castellana y mexicana, de fray Alonso de Molina (1571).

! Crónica de Nuremberg
 Hartmann Schedel
 (1493)

! Speculum Conivgiorum
 fray Alonso de la Vera Cruz
 (1556)

! Vocabulario en lengua castellana y mexicana
 fray Alonso de Molina (1571)

A pesar de que los ex libris (literalmente: de entre los libros de…) que revelan su pertenencia, se inventaron desde que se inventaron los libros; los ex libris “modernos”, desde que se inventó la imprenta, y las marcas de fuego, según René Becerril Patlán, desde el Siglo de las Luces, es decir, desde el XVIII (aunque Mario A. Pérez Campa asegura que desde el XVII), algunos ejemplares de esta biblioteca carecen de ellos, por lo que es imposible saber de cierto quien fue su propietario original. 1. EL INCUNABLE LIBER CHRONICARUM Y VASCO DE QUIROGA La biblioteca de don Vasco de Quiroga estaba compuesta por 628 obras y una colección de mapamundis (además de la utilería y los edificios para su resguardo). Era una de las más completas y cuantiosas de su época. Fue legada por su propietario al Colegio de San Nicolás obispo, establecido en Pátzcuaro, y estaba organizada -según Francisco Miranda Godínezconforme a lo dispuesto por el primer reglamento bibliotecario que hubo en Michoacán y quizá en México, redactado por el propio legatario. Sin embargo, no se sabe si esos libros o, por lo menos, algunos de ellos, se conservan en la Biblioteca Pública. No se les estamparon ex libris. Luego entonces, no se sabe si la obra titulada Liber Chronicarum, Crónica de


Nuremberg o Historia del Mundo, del humanista, médico y físico alemán Hartmannus Schedel, formaba parte del legado bibliográfico del fundador del Colegio de San Nicolás. Este libro está ilustrado con grabados de Michel Wolgemuth y Hanns Pleydenwurff, maestros pintores de Nuremberg, de cuyo taller era aprendiz Alberto Durero, ahijado de Antón Koberger, el impresor que hizo el libro, así que es posible que algunos grabados que aparecen en sus páginas, particularmente del Apocalipsis, sean de Durero. Fue producido gracias a dos mecenas. En esa época, la mayor parte de los mecenas eran los papas, emperadores, reyes, príncipes, duques y otros hombres de estado. Sin embargo, en este caso, el seductor libro se publicó gracias a dos individuos excepcionales: Sebald Schreyer (1446-1520), un opulento hombre de negocios en bienes raíces y en minería, y su cuñado Sebastián Kammermeister (-1501), ambos de Nuremberg. El libro, publicado en latín el 12 de julio de 1493, es decir, nueve meses después del primer viaje de Colón, ofrece la monumental visión medieval sobre la historia del hombre, desde sus orígenes teológicos hasta la fecha en que fue escrita, y concluye con el inevitable futuro apocalíptico que le está reservado. La historia del mundo está dividida en siete edades, según el criterio de Isidoro de Sevilla (siglo VII), que son las siguientes: de la creación del mundo hasta el diluvio; …hasta el nacimiento de Abraham; …hasta el rey David; …hasta la cautividad en Babilonia; …hasta el nacimiento de Cristo; … hasta el tiempo presente (1492) incluyendo el futuro inmediato (hay hojas en blanco para ir registrando los sucesos conforme se presenten) y el futuro: la edad del anticristo, el fin del mundo y el juicio final. La Crónica de Nuremberg es un libro impreso con la técnica más avanzada que había en ese momento, escrito en latín con letra gótica, 556 páginas en gran folio, 64 líneas por página y cabecera. Es el incunable más ilustrado del mundo, pues cuenta con 1821 grabados (12 repetidos), de los cuales 596 representan retratos de papas, emperadores, reyes y hombres célebres; 2 mapas, uno del mundo ptolemaico, con Jerusalén al centro, y otro de la Europa nórdica y central (según la versión de Nicolás de Cusa), y 42 vistas panorámicas de distintas ciudades europeas; el resto corresponde a escenas del viejo y del nuevo testamento. La obra traducida al alemán apareció casi al mismo tiempo, el 23 de diciembre de 1493, es decir, cinco meses después de la latina. Se hicieron 1500 copias en latín y 1000 en alemán. Quince años más tarde, todavía se mantenían en bodega 339 copias en latín y 60 en alemán. Contra lo previsto, la venta se frenó porque la gente prefirió las ediciones “pirata” de Hans Schonsperger, producidas en Habsburgo en 1496-97 y en 1500, mucho más pequeñas, pero más baratas; hoy también incunables.


Para dar una idea del precio actual de la Crónica de Nuremberg, un folio de la obra, integrado por cuatro páginas, se vende en España en 160 libras esterlinas (no en euros), es decir, en más de tres mil doscientos pesos [http://

c g i . e b a y . e s / L i b e r - C h r o n i c a r u m - N U R E M B E R G CHRONICLE-1932_W0QQitemZ190228438903QQihZ009QQcategoryZ21537QQcmdZViewI tem] y un folio restaurado de ocho páginas se vende en Inglaterra en

$1,350.00 dólares (no en libras esterlinas), es, decir, en catorce mil pesos [http://www.ilab.org/db/detail.php?lang=ru&booknr=345346840].

Un ejemplar completo se vende en el mercado mundial según el estado de conservación en que se encuentre; por ejemplo, en Estados Unidos se remata uno en $150,000.00 dólares, es decir, en poco más de un millón y medio de pesos [http://www.antiqbook.com/boox/randal/26297.shtml] y en Gran Bretaña se subasta otro, cuyo valor promedio estimado es de 100,000 libras e s t e r l i n a s , e s d e c i r, m á s d e d o s m i l l o n e s d e p e s o s [ h t t p : / / www.liveauctioneers.com/item/5173369] (Consulta 1º julio 2008). En todo caso, el Liber Chronicarum ha sido el más popular de los incunables, a juzgar por el número de copias originales que todavía existen, quizá 800 latinas y 400 alemanas. Hay 223 bibliotecas en el mundo que disponen de un ejemplar, de las cuales 183 están en Estados Unidos (82%) y el resto en otros países (18%). En América Latina, hasta donde yo sé, no hay más que 3: uno en Morelia; otro en la Biblioteca Nacional de México, y el último en Brasil, en la Universidad de Sao Paulo. El incunable moreliano presenta una nota manuscrita que corresponde, al parecer -según Armando Mauricio Escobar Olmedo- al famoso humanista holandés Vossius o Gherard de Voss. No se sabe cómo ni cuándo llegó la obra a Michoacán; pero es probable que haya sido pocos años después de su publicación, es decir, a principios del siglo XVI, lo que significa que la obra está aquí desde hace casi cuatro siglos. ¿Quién la trajo a América? ¿Vasco de Quiroga, al llegar a Nueva España o al regresar de uno de sus múltiples viajes que hizo al viejo mundo? ¿Sería muy aventurado suponer que formaba parte de su biblioteca y que fue una de las 628 obras que la integraban, aunque no tenga su ex libris? Si no la trajo él, ¿quién fue? Lo importante no es admitir ni desechar la hipótesis anterior, sino plantearla y seguir las centelleantes trazas que producen en nuestra imaginación. Ha habido varias ediciones de la Crónica de Nuremberg, desde la “pirata” de Schonsperger hasta la fecha. La última de 1994 es de Vincent García Editores, de Valencia (que ha publicado 11 manuscritos, 32 incunables y otros valiosos libros antiguos), en coedición con la Biblioteca Nacional de Madrid. Su tiraje fue de 3000 ejemplares en facsímil, numerados y firmados por notario público, con la firma autógrafa del impresor-editor. Se utilizó papel


verjurado de fabricación especial. La encuadernación se hizo en pergamino sobre tabla de madera. La caja estuche está forrada en tela con lomo de piel grabado en oro, que fue fabricada especialmente para el facsímil así como para un libro-estudio en español realizado por Dietrich Briesemeister, Director del Instituto Ibero Americano en Berlín, Patrimonio Cultural Prusiano. Nunca se ha editado el ejemplar que se conserva en la Biblioteca Pública de la UMSNH. Ni siquiera se le ha fotografiado o digitalizado, condición sine qua non para llevar a cabo cualquier trabajo de conservación o restauración; pero no sería mala idea hacer una edición, quizá en sociedad con una gran empresa distribuidora de libros, que podría destinarse principalmente a los centros de educación superior de la República y a los de los países de América Latina. Por otra parte, hay Universidades como la de Jerusalén y bibliotecas como la Virtual de Andalucía, España, o la Gallica, Francia, que ofrecen por Internet la edición completa del ejemplar que poseen. Es lamentable que nuestra Biblioteca Pública carezca de recursos para hacer lo mismo y mostrar al mundo las imágenes del que conserva en resguardo. Antes de hablar del siguiente libro, veamos algunas imágenes del Liber Chronicarum:

! Hartmannus Schedel, autor del texto

! Liber Chronicarum


! El arca de NoĂŠ, Liber Chronicarum


Mapa del mundo, Liber Chronicarum

! Ciudad de Ratisbona, Liber Chronicarum


! Ciudad de Roma, Liber Chonicarum

! Ciudad de Nuremberg, Liber Chronicarum


! El reino del anticristo, Liber chronicarum

! Liber Chronicarum


! Liber Chronicarum


! Liber Chronicarum

! Liber Chronicarum


3. PLANTAE SELECTAE Y MELCHOR OCAMPO La obra Plantae Selectae, de Christoph Jacob Trew, ilustrada por Georgios Dionysius Ehret y publicada entre 1750 y 1773, también forma parte del Fondo Antiguo de la Biblioteca Pública de la UMSNH. El gran botánico sueco Carlos Lineo dijo de ella que "una tal obra no se ha visto hasta ahora y difícilmente se verá en los tiempos venideros". El doctor Gerardo Sánchez Díaz nos recuerda que esta brillante y excelsa joya bibliográfica, de gran valor artístico, científico y económico, también carece de marcas o sellos que nos indiquen quién o quiénes fueron sus primeros poseedores; que tenía anotaciones manuscritas al margen de sus páginas, y que al reencuadernarse, fueron borradas, "lo que nos impide establecer la identidad, mediante la comparación de la letra, de quién o quiénes pudieron haber hecho dichas anotaciones". Esta obra soberbia, como la anterior, es una de las más altas expresiones del arte pictórico aplicado a la botánica y una obra maestra de la bibliografía europea en la época de la Ilustración. Georg Dionysius Ehret, el diseñador de las láminas que aparecen en el libro, fue hijo de un jardinero del mercado de Heidelberg. Su padre lo puso a trabajar como aprendiz de jardinería y lo enseñó a dibujar plantas y flores; pero el joven prefirió pintar, más que trabajar, por lo que vivió muchos años en la penuria, hasta que sus diseños se convirtieron en noticia y empezaron a atraerle importantes admiradores y patrocinadores. Uno de sus mecenas fue Christoph Trew, potentado de Nuremberg, médico, amante de las flores y autor de varias obras sobre yerbas y plantas medicinales. Fue él quien escribió los textos de Plantae Selectae. Después de muchos años de trabajo conjunto, la obra de arte -que representa el triunfo del talento de Ehret sobre sus humildes orígenes- quedó armada. Ahora bien, dentro del inventario que levantaron los albaceas testamentarios de don Melchor Ocampo, esta obra fue registrada con el número 255 de un total de 490 que fueron entregadas al Colegio de San Nicolás. De este total, han desaparecido casi las dos terceras partes, pero hay algunas que jamás fueron incluidas en el inventario, a pesar de lo cual se encuentran en la biblioteca de la sala Melchor Ocampo del Colegio de San Nicolás o en la misma Biblioteca Pública. El único ejemplar de Plantae Selectae del Fondo Antiguo, ¿perteneció al ilustre michoacano? ¿Lo adquirió durante su viaje a Europa, que duró año y medio aproximadamente? ¿Eran de él las notas manuscritas a que se refiere el doctor Sánchez? Ya para entonces existían las marcas de fuego y muchos libros que pertenecieron al prócer tienen la suya; pero otros tantos carecen de ellas. Algunas tienen la anotación manuscrita "de la testamentaría del señor don Melchor Ocampo", pero otras no tienen ninguna.


En este caso, como en el anterior, lo importante no es admitir ni desechar la conjetura sobre su origen, sino plantearla: si no fue a Ocampo, ¿a quien perteneció? Si no la trajo él, ¿quién la trajo? La Crónica de Nuremberg y Plantae Selectae son dos joyas bibliográficas, dos grandes expresiones de la cultura universal. La primera marca el fin de una era histórica -la Edad Media- y la segunda representa una de las últimas cumbres a las que llegó la Ilustración. Si ambas obras pertenecieron y fueron leídas o anotadas por don Vasco de Quiroga y don Melchor Ocampo, respectivamente, eso significa que a su altísimo valor material, tendrá que agregársele un valor histórico muy especial, muy emotivo, muy nuestro. Sería difícil saber el precio de esta obra, porque no hay ninguna en venta en el mercado mundial; sin embargo, la reproducción de sus láminas se venden a $50.00 dólares, es decir, más de quinientos pesos mexicanos cada una: http://www.allposters.com/-sp/Plantae-Selectae-Posters_i1364188_.htm

Antes de pasar a la última obra, vale la pena ver algunas espléndidas imágenes a color de Plantae Selectae, cuyo sentido de realismo, su fina resolución y su asombrosa profundidad son similares –y a veces superioresa los de la fotografía moderna.

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! Ehret, el pintor


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Trew, autor del texto

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3. HISTORIA ECLESIÁSTICA Los libros anteriores, como se ve, apelan no sólo a la razón sino también a la emoción. Es el caso de la Historia Eclesiástica, de Claude Fleury. El autor, abogado y teólogo protegido por Bossuet, fue preceptor del hijo de Luis XIV y miembro de la Academia Francesa. Trabajó en su obra magna durante veinte años y la publicó por primera vez en francés en 1691. Tuvo tal éxito, que en pocos años se hicieron varias ediciones, creció de veinte a treinta y seis volúmenes, y fue traducida al latín, al alemán y al italiano. Voltaire dijo de Fleury que en la corte había vivido en la soledad y en el trabajo; que su Historia era la mejor de todas las que jamás se hayan escrito, y que sus discursos preliminares, además de historia, son filosofía. Hace varios años, estando en París, fui a la preciosa biblioteca de la Universidad de la Sorbona y pedí uno de los volúmenes de esta obra, consultada hace más de dos siglos por el profesor Miguel Hidalgo y Costilla, quien la cita en su Disertación sobre el verdadero método de estudiar teología escolástica (escrita en latín y en castellano). Al tenerla en mis manos sentí un estremecimiento espiritual indescriptible. Pues bien, no es necesario ir a la Sorbona para sentir esta singular sacudida del alma. Aunque no hay más que unos cuantos tomos -que proceden de ediciones distintas-, la obra también forma parte del Fondo Antiguo de la Biblioteca Pública. Cuando lo supe, no pude menos que formular la misma pregunta: ¿fue este ejemplar el que tuvo ante sus ojos nuestro ilustre Rector? ¿Sobre él y sus páginas llegó a posar su vista y asimilar su espíritu? No es probable, pero tampoco imposible. Como en los casos anteriores, aceptarlo o rechazarlo no es tan importante como plantearlo. Y así podría hablarse de otros muchos libros. El valor del Fondo Antiguo de la Biblioteca Pública, como se ve, es no sólo bibliográfico y económico sino también histórico y humano... El tiempo sigue obrando contra estas obras únicas. También la rapiña hizo que se perdieran muchas de las más venerables, pero todavía quedan algunas. Es imperativo conservar las que quedan y apoyar el proyecto de digitalizarlas a la mayor brevedad, como lo ha propuesto el Doctor Orépani García Rodríguez, Director General de Bibliotecas de la UMSNH. Así lo han estado haciendo desde hace varios años las bibliotecas no sólo del mundo sino también de nuestro país. Y si no hay recursos económicos, hay que obtenerlos de donde los haya. El caso es que no hay que dejar dormido este proyecto. Dice el proverbio hindú que un libro abierto es una mente que habla; un libro cerrado, una inteligencia que espera; un libro olvidado, un amigo que perdona, y un libro perdido, un corazón que llora.


No debemos permitir que lloren nuestros libros. Morelia, Mich., julio 2008.

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! http://books.google.com.mx/books?id=uP9NAAAAMAAJ&dq=Histoire+Ecclesiastique+Claude +Fleury&pg=PA1&ci=74,82,796,722&source=bookclip


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