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Documentos GACETA NÁUTICA · SUPLEMENTO ESPECIAL FAROS DE BALEARES · Edita Mallorca Press, S.L.

Cuatro faros de Baleares están de aniversario. El faro del Botafoc en Eivissa, el de la Mola en Formentera, y el de Capdepera y Alcanada en Mallorca cumplen 150 años desde su puesta en

funcionamiento. Siglo y medio de vida de unas instalaciones que albergan muchas historias y que siguen en activo y conservan su función principal. El arquéologo Fernando Contreras, director

Con la colaboración de la AUTORIDAD PORTUARIA DE BALEARES

del Ecomuseo de Cavalleria (Menorca), analiza en este texto la importancia histórica de los faros y reivindica su valor a pesar de las nuevas tecnologías. Para dar a conocer estas edificaciones

que forman parte de nuestro patrimonio marítimo, la APB ha creado la completa web farsdebalears.com, donde se encuentra toda la historia y la informaEVENTOS ción de los 34 faros de Baleares.

Fotografía del faro de Cap Llebeig en 1958. Una joya del ‘tesoro’ documental de la Autoridad Portuaria de Baleares. / APB

Memoria de la luz eterna Por FERNANDO CONTRERAS

Los faros no desaparecerán nunca de nuestras costas porque siguen siendo un referente. Los marinos esperan encontrar su luz blanca, intermitente y regular en la noche para que les haga compañía. Los faros, como los conocemos hoy, son relativamente modernos. La mayor parte se construyeron a mediados del siglo XIX y su historia se relaciona siempre con los avances técnicos y los nuevos descubrimientos aplicados a la navegación. Su llama eterna, que custodia nuestras costas, ha traspasado las barreras lógicas de la ciencia y se ha convertido en un símbolo motivo de inspiración artística y creativa. La relación del faro y el torrero está a punto de convertirse en una leyenda. En el presente, saber cómo conjugar su interés histórico, patrimonial y sentimental con otros usos que permitan conservar su antigua dignidad y mantener su

carácter más emblemático sobreviene una gran incógnita. En las Balears este tipo de iconos representan un total de 211 señales marítimas, de las que 34 son faros, siendo el número más elevado en nuestro país que ostenta una comunidad autónoma. Casi todos ellos siguen en uso, 10 se encuentran diseminados por las Pitiusas, otros 17 circundan Mallorca debido a su condición de isla matriz, en el eje central del Mediterráneo, y los siete restantes se asientan en Menorca. El siglo XXI nos lleva de camino a la absoluta dependencia de la tecnología. Sin embargo, en la práctica, un barco dotado del mejor equipamiento que indica su posiciona-

miento y rumbo vía satélite no deja nunca de buscar el destello del faro como travesía segura en la inmensidad del mar. «[Los faros] no nos orientan para navegar, pero de noche los miramos. Buscamos su luz blanca, intermitente y regular porque hacen compañía», asegura Joan Portas, capitán de un barco mercante que se desplaza regularmente de las Balears a la costa catalana. Siempre ha sido así. Desde tiempos pretéritos en los que el hombre comenzó a descubrir el mar practicando la navegación siempre cerca de la costa, sin perderla de vista, se orientó estudiando los accidentes naturales que destacaban en el paisaje, mirándolo desde el

océano y configurando las referencias de calas, cabos, salientes, promontorios... Como las Columnas de Hércules. Los primeros navegantes crearon de forma improvisada una serie de indicadores fijos que, en un primer momento, fueron grandes hogueras situadas en los puntos más elevados para obtener mejor iluminación y visibilidad. Para proteger las piras de las tempestades marítimas se situaban altas torres en lugares estratégicos cumpliendo así con la función de los primeros faros. El Coloso de Rodas y el faro de Alejandría -considerado como una de las siete maravillas del mundo en la Antigüedad- fueron los antecesores de la red romana de faros. En España se conserva de forma majestuosa la Torre de Hércules, en La Coruña. La civilización romana fundó en las Balears varias ciudades que se integraron en su imperio. Agustín Frau, autor de un artículo en el Boletín de la Sociedad Arqueológica Luliana de febrero de 1888, argumentaba que de Mallorca, Portopí fue durante muchos siglos el úni-

co punto de la costa inmediato a la bahía de Palma que ofrecía las mejores condiciones como abrigo de embarcaciones y puerto de atraque. En este sentido, el arqueólogo recientemente fallecido Damià Cerdà excavó en Portopí descubriendo restos romanos de ánforas y cerámicas que confirmaron la construcción de un faro para señalizar el puerto de la colonia romana de Palma extendido en el lugar actual de la vaguada entre el Muelle Viejo y el Teatro Principal. El enclave de Pollentia es también un testigo de otro núcleo romano en Mallorca. Una prueba arqueológica que apunta a la existencia de otro faro. Se trata del hallazgo en el año 1724 de una lámina de bronce en las proximidades del puerto de Alcúdia grabada con el texto: «A la salud de nuestro pueblo, se levanta esta torre de cuatro caras con base de mármol dedicada a los dioses Lares. Optatus Servi de sus ganancias adornó la torre situada en la cima, con una lucerna de bronce de dos luces, tejado pintado y cuatro escudos». Pasa a la página siguiente


II

Documentos GN [Faros de Baleares]

Portopí guarda en su interior una gran colección de aparatos que se exhibe a modo de museo gestionado por la APB Viene de la página anterior Desde la caída del Imperio Romano hasta la Edad Media la construcción de nuevos faros fue interrumpida, y la mayor parte de las balizas existentes desapareció. Durante esta época la mayoría de las señales estaba en las entradas de las ensenadas y su mantenimiento se privatizó o pasó a manos de la Iglesia. Los monjes y los ermitaños eran los encargados de avisar a los marineros de los peligros. La bahía de Palma vivió un momento de esplendor entre los siglos XIII y XVI, con uno de los mejores puertos comerciales del Mediterráneo custodiado por el faro de Portopí. Un manuscrito del año 1300 menciona una Turris Faraone en la cima donde hoy se encuentra el castillo de Sant Carles. Después de construir la fortaleza se decidió trasladar la torre al lugar donde actualmente se conserva y donde, además, en su interior, atesora una impresionante colección de objetos, lentes y aparatos mecánicos -impulsada por Rafael Soler- que se exhibe a modo de museo gestionado por Autoridad Portuaria. En 2002, el periodista y escritor Carlos Garrido coordinó un trabajo a cargo de varios especialistas publicado bajo el título Los faros de las Islas Baleares. En el volumen se advierte que en los faros convergían las ciencias puras y el humanismo. La aplicación de las ciencias puras se expresa en las leyes de ingeniería civil utilizadas para encontrar soluciones a las necesidades que exigía cada uno de los faros en función de la problemática que determinaba el lugar donde se emplazaba el edificio, planes que en definitiva debían perseguir la perennidad de la construcción concebida con el máximo rigor para luchar contra el oleaje, el salitre, los temporales y los fuertes vientos. Además, algunos de ellos se proyectaron en los lugares insospechados y aislados, como el promontorio del Cap de Formentor en Mallorca, que tuvo que instalarse en un terreno infranqueable y acabó convirtiéndose en una obra faraónica. Del campo de la física, debemos recordar la importante innovación que aportó el investigador francés Agustín Fresnel. Sus avances en el campo de la óptica se materializaron con la invención de unos aparatos lenticulares que a partir de 1922 se usaron, y hasta la actualidad, en todos los faros y que sirvieron para que la iluminación pudiera alcanzar distancias en el pasado inimaginables. En Balears, el precursor de los indicadores marítimos fue el inge-

Esta es la impresionante vista de 360 grados que ofrece el faro del Cap Gros, en la isla de Mallorca.

/ FARSDEBALEARS.COM

Un emblema Tras más de 78 de servicio, en 1981 el faro de la Riba se convirtió en un estorbo para la ampliación del puerto de los muelles comerciales y tuvo que ser demolido. La Junta del Puerto (ahora APB), consciente de su valor patrimonial y emblemático, numeró cada piedra para volver a reconstruirlo en su ubicación actual, al final del Moll Vell. En la imagen, el faro en su lugar original.

niero Emilio Pou. Él se encargó de erigir 17 de los faros que hay en las Illes durante el reinado de Isabel II para establecer la primera red moderna de señalización náutica. En 1847, España creó la Dirección General de Obras Públicas, de la que pasó a depender el órgano gestor del servicio de faros españoles. Hasta entonces, Balears sólo contaba

con tres atalayas situadas en Mallorca: el de la bahía del puerto de Palma, el emblemático faro medieval de Portopi y el que promovió el Ayuntamiento de Sóller en Punta Grossa. La mayor parte de las torres de Balears se proyectaron en la etapa comprendida entre 1847 y principios del siglo XX. La mayoría de ellas dotadas de aparatos impor-

tados por fabricantes franceses que utilizaban para alumbrar lámparas de aceite de oliva. Pero este combustible cayó rápidamente en desuso, pues a partir de 1883 fue sustituyéndose por la parafina y, poco tiempo después, por el petróleo. En aquel momento, las ópticas giraban mediante máquinas de relojería accionadas por pesas que se desliza-

ban hacia abajo y que se remontaban mediante una manivela movida por el farero. Ya en pleno siglo XX los continuos avances, cada vez más sofisticados, fueron modernizando la ingeniería de los faros con el aumento de la velocidad de giro de la linterna, el uso de flotadores de mercurio sobre los que se asentaba la base del foco luminoso, la implantación del vapor de petróleo a presión por medio de las lámparas “Chance” -de origen inglés- y el ensayo con lámparas que desprendían luz con gas acetileno hasta concluir con la electrificación y, en el presente, el empleo de energía fotovoltaica. En 2012, la mayoría de las señales marítimas se gestionan con un sistema de control remoto desde Palma de Mallorca y poseen un 99,6 por ciento de fiabilidad. La ley de Puertos y Costas de 1993 inició el rápido cambio que acabaría siendo definitivo para la vida de los fareros. Algunos de ellos se integraron como personal adscrito a Autoridad Portuaria. La profesión llega a su recta final. Atrás quedó la vida de unos hombres entregados permanentemente a la custodia del mar. Los fareros han sido considerados como personajes alejados del mundo. Vigías que han visto el tiempo pasar fumando tabaco de pipa, con gorra de marinero y contemplando el oleaje. Una imagen romántica más cercana al escenario novelesco de Julio Verne o al melancólico aventurero Corto Maltés de Hugo Pratt. En nuestra historia quedarán sus relatos marcados por otros tiempos. Es la memoria de la luz eterna.

Fernando Contreras es arqueólogo y y director del Ecomuseo de Cap Cavalleria (Es Mercadal, Menorca)


Documentos GN [Faros de Baleares]

III

Un museo virtual del mar balear MANTENIMIENTO

La Autoridad Portuaria ha creado una magnífica página web llamada farsdebalears.com donde se halla toda la información de los 34 faros del archipiélago y que permite la interacción con los usuarios La APB ha abierto su archivo con la historia de los faros y de los fareros a través de una página web que bien puede considerarse un museo on line de referencia para el estudio de estas instalaciones en Baleares. La página se llama www.farsdebalears.com y ofrece, entre otras muchas cosas, la posibilidad de visitar de forma virtual el faro de Portopí, «la joya de la corona», ya que es el tercero en activo más antiguo del mundo y alberga entre sus paredes una de las más extensas colecciones de piezas vinculadas a los faros y a su historia. Todo un referente patrimonial que, gracias a este ambicioso proyecto de divulgación cultural, está al alcance de todo el mundo. Con esta web, la APB quiere dar a conocer no sólo el valiosísimo patrimonio material y documental de los faros, sino también las historias humanas vinculadas al antiquísimo oficio de farero. La iniciativa busca, además, la interacción con el público, para que comparta su relación particular con los faros a través de la red. Cualquier ciudadano puede aportar información y fo-

tografías. Se trata, pues, de un proyecto abierto y sin precedentes en el ámbito internacional que ordena y hace públicos documentos prácticamente inéditos, como los planos de muchos de los faros del archipiélago balear y fotografías antiguas del magnífico fondo documental de la Autoridad Portuaria, el más importante de Baleares en lo que concierne a los puertos y a su historia. La web está pensada para satisfacer a toda clase de usuarios, tanto si son expertos en la materia como simples aficionados a la mar. Cada uno de los 34 faros cuenta con una ficha propia en la que están disponibles todos los datos técnicos (lo- Varias de las calización, alcance, altura ..), así como su historia, fotografías de 360º de las panorámicas que ofrece el punto más elevado de la torre y sus eventuales representaciones artísticas en obras plásti-

3,5 millones en la reforma de los faros

Plano del faro de Sa Dragonera. / APB

piezas expuestas en el del faro de Portopí. cas o en la cultura popular. El patrimonio material tiene su complemento indispensable en los relatos inmortalizados en vídeo de los últimos fareros de Baleares. Palabras

que hablan de un oficio perdido y que tienen tanto o más valor que los objetos. Lo mejor es, en cualquier caso, conectarse a www.farsdebalears.com y navegar por su aguas.

Consciente de su valor patrimonial y turístico, la Autoridad Portuaria de Baleares (APB) ha realizado en los últimos años un gran esfuerzo en el mantenimiento de los faros del archipiélago, con una inversión de cerca de 3,5 millones de euros en la reforma de sus fachadas y la sustitución de las carpinterías y los metales. Todos ellos están hoy en perfecto estado de revista. Entre los trabajos ejecutados destaca la instalación, en 2008, de nuevos equipos luminosos y balizas (150.000 euros), y la mejora de los cerramientos de todos los faros de Menorca (98.000 euros). En 2009 se procedió a la estabilización de la base y el muro del canal de San Jorge en Mahón y a la mejora de paramentos e impermeabilización de todos los faros de Formentera. En 2010, la partida más importante fue de 92.000 euros destinados a la reformar la cubierta de todos los faros de Mallorca. También cabe mencionar las obras interiores y la sustitución de barandillas en Mallorca y Menorca. El año pasado, la APB mejoró las líneas de media tensión en los faros de Mallorca, las cubiertas y los accesos a todos los edificios anexos en todas las islas Baleares, así como las acometidas eléctricas en el Dique del Oeste.


IV

Documentos GN [Faros de Baleares]

Rumbo a la reconversión Por PEPE QUIROGA

La historia de los antiguos fareros está llena de tópicos románticos, pero la realidad es otra: la mayoría vivía con sus familias. Hoy, que ya no se habitan los faros de Baleares, pueden tener otro tipo de usos De todos es sabido que los faros y fareros siempre han sido objeto de atención de escritores, pintores, fotógrafos y directores de cine. El mar y el viento, las tempestades y los naufragios, y la soledad de un entorno expuesto permanentemente a las fuerzas de la naturaleza siempre han constituido una evocación misteriosa y atrayente para cualquier amante de una buena narración imaginaria o real de la condenación a la que puede llegar la vida humana. De ahí que la historia de los fareros haya estado rodeada del romántico embrujo de una existencia aislada y sacrificada, llena de calamidades y privaciones, que les marginó socialmente como seres extraños por quienes, desde la comodidad, no entendían que tuvieran motivo para estar en otro sitio haciendo otra cosa. Hoy sabemos que nuestra idea sobre la vida de los fareros ha estado en muchos casos idealizada por tan truculentos relatos literarios y que la auténtica realidad de sus vidas, sin dejar de haber sido duras, rutinarias y difíciles, no era tan diferente de la del resto de sus semejantes. Casi todos ellos vivían en los faros con sus propias familias, permanecían tan sólo temporadas en los faros y su desempeño de la profesión, primero como funcionarios del Cuerpo de Torreros y posteriormente como miembros del Cuerpo de Técnicos Mecánicos de Señales Marítimas, fue adaptándose sucesivamente a los distintos adelantos tecnológicos hasta que, a partir de la segunda mita del siglo XX, se van automatizando los faros y su presencia en los mismos fue paulatinamente innecesaria. Dentro de los faros ya no hay fareros como los de antes, y los faros sin fareros ya no tienen la magia de antaño. Pero también es cierto, que aún siendo así, los faros siguen en pie, y que en su interior siguen conservados en estantes sus antiguos libros de señales y órdenes, sus documentos de abastecimientos y sus libretas de observaciones meteorológicas. Todo un material histórico que está siendo recopilado y catalogado, y cuyo potencial de estudio, aún sin explotar, nos deparará aún un mayor conocimiento sobre la historia de nuestros faros y nuestros fa-

reros que aportará muchas sorpresas. Todo un legado de información que han de conocer las nuevas generaciones. Actualmente se está discutiendo la propuesta de reconvertir parte de las instalaciones de los faros en pequeños albergues, museos o establecimientos gastronómicos, a fin de evitar su degradación y obtener un rendimiento turístico, habida cuenta su singular arquitectura y la trascendencia paisajística que les rodea. Una idea que cuenta con muchos apoyos en toda España y que en algunos casos ya ha prosperado. Como es el caso, aquí en Baleares, del impresionante faro de Formentor en Mallorca, que cuenta con una cafetería muy concurrida; de Coves Blanques, sede del Museo Marítimo de Sant Antoni de Portmany (Ibiza), de La Mola de Formentera, lugar de peregrinación turística por la espectacularidad de los doce haces luminosos del faro girando perpetuamente, que convierten este enclave en un lugar mágico y de visita obligada en las noches formenterenses; o de

Faro de Tramuntana en la isla de Dragonera, uno de los más bellos de Baleares. los menorquines de Artrutx, con un popular restaurante; de Cavallería, convertido por el Ayuntamiento de Es Mercadal centro de interpretación de una zona costera que contabiliza desde el siglo XIV más de setecientos naufragios, y de Punta Na-

ti, punto de encuentro de ornitólogos de todo el mundo por su estratégica localización para la observación de las aves migratorias. Otros faros se utilizan para fines científicos como es el caso del ubicado en Cabo Ses Salines, que alberga un

/ APB

centro de investigación del IMEDEA o el faro de Tramuntana, utilizado por el Consell de Mallorca para divulgar el parque natural de Sa Dragonera. Toda una serie de opciones que auguran que los faros cuentan con un prometedor futuro.

150 ANIVERSARIO Cuatro de los 34 faros de Baleares están de aniversario. Alcanada (Mallorca), Botafoc (Ibiza), Capdepera (Mallorca) y La Mola (Formentera) entraron en servicio hace exactamente 150 años. Todos ellos ofrecen hoy un aspecto esplendoroso gracias a los trabajos

constantes de mantenimiento y a las inversiones realizadas por la Autoridad Porturaria de Baleares. Aunque a lo largo del último siglo y medio han sido objeto de diversas modificaciones, los cuatro faros conservan su inconfundible silueta.

ALCANADA HOY. Alcanada se inauguró como faro de 6º orden, con óptica catadióptrica y luz fija. En 1866 se sacó a subasta el servicio de lancha, concediéndose por 584 escudos anuales. En 1867 los fareros dejaron de vivir en la isla y se trasladaron al puerto de Alcúdia. Hoy forma parte indisociable del paisaje.

CAPDEPERA AYER. Mirando hacia Menorca se encuentra este faro de singular nombre, al que Joan Manuel Serrat incluyó en Mediterráneo, la más conocida de sus canciones. La zona que envuelve al faro de Capdepera (junto al núcleo de Cala Rajada) es de una gran riqueza paisajística y ecológica. La foto es de 1930.

BOTAFOC AYER. Se puede decir que se encuentra ubicado en una frontera entre lo urbano y lo marino. Los pequeños islotes que anteceden al puerto de Eivissa fueron durante años, refugio de la gaviota Audouin, en una época en la que estuvieron al borde de la extinción. La imagen corresponde al año 1888.

LA MOLA HOY. Situado en uno de los enclaves más espectaculares de la isla de Formentera, este faro emblemático ofrece todo un espectáculo nocturno con un despliegue de doce potentes haces luminosos que giran incansablemente entre el mar y tierra. Es uno de los más conocidos de Baleares.


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