Nicolás de Oresme (1323-1382) Rvdo. D. Eduardo Montes
E
n la última etapa de la Edad Media encontramos a este personaje extraordinario que armonizó en su persona muy diversas ramas del saber: físico, astrónomo, musicólogo, economista, teólogo, predicador y obispo de un lugar por otros motivos bien conocido de los católicos: Lisieux. No deja de resultar desconcertante para el hombre moderno esta capacidad de nuestro obispo de Lisieux para abarcar tanto y tan diverso temario. Y siempre con excelentes resultados hasta el punto que en 1970 la Unión Astronómica internacional dará su nombre a un cráter de la Luna. La verdad es que la especialización de los estudios tardaría aún mucho en llegar. Como una muestra de este hecho nos limitaremos a citar el caso del médico aragonés Miguel Servet (1511-1553) que haría público su descubrimiento de la circulación pulmonar… en un libro de Teología. Entre las intuiciones científicas de Nicolás de Oresme se cuentan: la hipótesis referente al Sin duda resultará interesante el des- movimiento rotativo de la Tierra (demostrando tacar aquí que los trabajos astronómicos su compatibilidad con la doctrina bíblica), utilización de las coordenadas geométricas (ande Oresme sobre el movimiento rotato- ticipándose así a las características generales rio de la Tierra prepararán posteriores de la geometría analítica cartesiana). Además, sus estudios sobre el impetus en la caída de los cuerpos, sobre el movimiento de los proyectiles y sobre la aceleración, abrieron el camino a la cinemática de Galileo.
aportaciones de Nicolás Copérnico (14731543) y del mismo Galileo Galilei (15631642). Y, aunque cálidamente elogiados por Pico de la Mirándola (1463-1494), más modesto sería el éxito alcanzado por tres magníficos tratados que dedicó a Libro del cielo y del mundo (1377) – En esta imagen las esferas no se ubican en torno a la Tierra sino en torno a Dios. La esfera inmediata a Dios es la de las estrellas fijas. La más externa, la de la Luna.