Tradición Católica : Enero-Marzo 2019

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Indice Editorial: La verdadera misión de la Comisión Ecclesia Dei.................................. 1 Es inconcebible que la Iglesia se haya equivocado durante dos milenios.......... 3 P. Davide Pagliarani

El futuro de la Iglesia y de las vocaciones está en las familias............................. 7 P. Davide Pagliarani

El Papa Francisco suprime la Comisión Pontificia Ecclesia Dei........................... 15 Catecismo de las verdades oportunas: los ralliés (vistos por Mons. Lefebvre)............................................................. 17 P. François-Marie Chautard

50 años de Humanae Vitae: teorías y prácticas inmorales y legitimidad de cierta regulación de la natalidad....................................... 27 P. José, O.F.M.

La Anti-música.......................................................................................................... 33 Christopher Fleming

Crónica de la Hermandad en España..................................................................... 38 Las tres culturas....................................................................................................... 39 Rvdo. D. Eduardo Montes

La primavera del postconcilio................................................................................ 41 L. Pintas

Le recordamos que la Hermandad de San Pío X en España agradece todo tipo de ayuda y colaboración para llevar a cabo su obra en favor de la Tradición. Los sacerdotes de la Hermandad no podrán ejercer su ministerio sin su generosa aportación y asistencia. NOTA FISCAL Los donativos efectuados a la Fundación San Pío X son deducibles parcialmente de la cuota del I.R.P.F., con arreglo a los porcentajes, criterios y límites legalmente establecidos (10 % de la base liquidable).

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Editorial

La verdadera misión de la Comisión Ecclesia Dei

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l simple sentido común indica –y la experiencia confirma- que actualmente es imposible vivir plenamente nuestra santa fe católica y defenderla bajo la aprobación de la Roma conciliar. En la Carta Apostólica Ecclesia Dei, del 2 de julio de 1988, Juan Pablo II dirigía una llamada solemne “a todos los que hasta ahora han estado vinculados de diversos modos con las actividades del arzobispo Lefebvre, para que cumplan el grave deber de permanecer unidos al Vicario de Cristo en la unidad de la Iglesia católica y dejen de sostener de cualquier forma que sea esa reprobable forma de actuar. Todos deben saber que la adhesión formal al cisma constituye una grave ofensa a Dios y lleva consigo la excomunión debidamente establecida por la ley de la Iglesia”. La Comisión, que se crea en ese momento, y que a comienzos de este año 2019 acaba de ser suprimida, desde su origen tuvo por misión recuperar a todos los sacerdotes y fieles de la Hermandad: “se constituye una Comisión, con la tarea de colaborar con los obispos, con los dicasterios de la Curia Romana y con los ambientes interesados, para facilitar la plena comunión eclesial de los sacerdotes, seminaristas, comunidades, religiosos o religiosas, que hasta ahora estaban ligados de distintas formas a la Fraternidad fundada por el arzobispo Lefebvre y que deseen permanecer unidos al Sucesor de Pedro en la Iglesia católica, conservando sus tradiciones espirituales y litúrgicas”. Para Juan Pablo II, se trataba tan sólo de “respetar en todas partes la sensibilidad de todos aquellos que se sienten unidos a la tradición litúrgica latina”, es decir, que no se les permitía la misa de siempre por razones doctrinales, por motivos de fe, sino por una cuestión de “sensibilidad”, por razones sentimentales y subjetivas. Tras las consagraciones episcopales de 1988 Roma concedió la celebración de la antigua liturgia a algunas comunidades que, en contrapartida, tuvieron que reconocer la nueva misa como un rito plenamente legítimo y abstenerse de toda crítica al Concilio Vaticano II. Fueron condiciones establecidas desde el principio. La carta circular Quattuor abhinc annos, decretada por la Congregación para el Culto Divino con fecha 3 de octubre de 1984, que establecía por primera vez cierta tolerancia respecto de la misa tradicional, desde su despótica supresión de hecho en 1970 y persecución bajo Pablo VI, dejaba bien manifiesto a quién se dirigía esta “concesión”: “Conste públicamente, sin ambigüedad alguna, que dicho sacerdote y los respectivos fieles en nada comparten la actitud de los que ponen en duda la legitimidad y exactitud doctrinal del Misal Romano promulgado por el Romano Pontífice Pablo VI en 1970”. A continuación, se recordaba que “esta concesión, signo de la solicitud del Padre común para con todos sus hijos, habrá de usarse en tal manera que no ocasione perjuicio alguno a la observancia fiel de la Reforma


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Editorial: La verdadera misión de la Comisión Ecclesia Dei

litúrgica en la vida de cada una de las comunidades eclesiales”. Y ese presupuesto es el que se esconde detrás de cada concesión romana a la misa tradicional. Comenzaron las comunidades Ecclesia Dei con un silencio que consideraban prudente. Tuvieron, cada vez más, que ofrecer garantías. Se sometieron sin darse cuenta a la presión psicológica del liberalismo, tanto más eficaz cuanto que parece menos asfixiante. En particular se les obligó a aceptar (o, al menos, no criticar) la libertad religiosa y el ecumenismo. Asimilar el Concilio y sus reformas, entre ellas la nueva misa, ha sido la petición reiterada cansinamente por la Roma conciliar. Como botón de muestra, las palabras que dirigía el Papa Francisco a la Fraternidad de San Pedro en su 25º aniversario: “A través de la celebración de los Misterios sagrados según la forma extraordinaria del rito romano y las orientaciones de la Constitución sobre la Liturgia Sacrosanctum Concilium, así como la transmisión de la fe apostólica tal como se presenta en el Catecismo de la Iglesia Católica, pueden contribuir, en fidelidad a la Tradición viva de la Iglesia, a una mejor comprensión e implementación del Concilio Vaticano II”. Lejos de resistir firmemente, las comunidades Ecclesia Dei han aceptado todas más o menos la nueva liturgia, que en todo caso evitan atacar francamente, forzándoseles poco a poco a abandonar la doctrina tradicional. Aceptadas con muchas restricciones en las diferentes diócesis, su situación confirma hasta la evidencia la existencia del “estado de necesidad” invocado por nuestro venerado fundador, el arzobispo Marcel Lefebvre, para justificar las consagraciones de 1988. Es un hecho que si no hubiese realizado dichas consagraciones episcopales (“operación supervivencia de la Tradición” como las llamaría) el 30 de junio de aquel año, la Roma conciliar no habría concedido jamás la liturgia tradicional a todas estas comunidades. Y está igualmente claro que la misión de la Comisión Ecclesia Dei era combatir la labor de salvación espiritual de Mons. Lefebvre. Se trataba de marginalizar su obra y volverla inaccesible, apartar de ella a los fieles y hacer cesar el combate de la Tradición, recuperando a los descontentos. Pero dicha Comisión ha llegado a su término. El Papa Francisco la ha suprimido el pasado mes de enero y sus funciones serán directamente desempeñadas por la Congregación para la Doctrina de la Fe. Por una parte, el Papa Francisco reconoce “que los objetivos y los asuntos tratados por la Comisión Pontificia Ecclesia Dei son de naturaleza predominantemente doctrinal”, esto sin duda respecto de la Hermandad de San Pío X, sus congregaciones amigas y su común oposición a las innovaciones y reformas salidas del Concilio Vaticano II; por otra constata que “los institutos y comunidades religiosas que celebran habitualmente según la Forma Extraordinaria han encontrado una estabilidad propia de número y de vida”; dicho de otra manera, que no plantean problema, pues están dentro de la legalidad (legalidad conciliar) y se los considera estabilizados, vale decir asimilados o neutralizados. Hoy como entonces es imposible, para quienes quieren defender íntegramente la fe y la misa católicas sin tacha, ponerse en manos de autoridades que contradicen, mitigan o relativizan esa fe católica y reducen uno de los gloriosos ritos inmemoriales que la expresan a mera cuestión de “sensibilidad”. m


Es inconcebible que la Iglesia se haya equivocado durante dos milenios El Padre Pagliarani, Superior General de la Hermandad San Pío X, concedió al Salzburger Nachrichten una entrevista exclusiva difundida el sábado 15 de diciembre de 2018, en donde explica lo que todo católico espera del Papa: la transmisión fiel del depósito de la fe, que es la adhesión de la inteligencia a la revelación divina y no una experiencia subjetiva individual. Desafortunadamente, los recientes documentos romanos, como la exhortación Amoris Laetitia, favorecen un subjetivismo que ya no reconoce una verdad universalmente válida, lo que causa una gran confusión y destruye el impulso misionero de la Iglesia para con las otras religiones..

El fundador de la Hermandad San Pío X, Mons. Marcel Lefebvre, fue excomulgado en 1988 por haber ordenado cuatro obispos sin permiso. En 2009, el Papa Benedicto XVI levantó las excomuniones: ¿qué significó para ustedes? Para nosotros no ha cambiado nada, pues siempre hemos considerado tales excomuniones como infundadas. No obstante, algunas personas, que antes no se atrevían, cobraron ánimo para unirse a nosotros. Esto también ha facilitado nuestras relaciones con ciertos obispos y una parte del clero, sobre todo los sacerdotes jóvenes. Francisco también ha hecho concesiones: ¿qué más esperan? Esperamos aquello que cada católico pide a la Iglesia en el momento del bautismo: la fe. La revelación divina quedó consumada, y es deber del Papa transmitir fielmente este depósito de la fe. El Papa, pues, tiene que poner fin a la crisis que sacude a la Iglesia desde hace ya 50 años. Esta crisis se desencadenó por una

novedosa concepción de la fe centrada en la experiencia subjetiva de cada uno: se cree que el individuo es el único respon-

sable de su fe y puede optar libremente por cualquier religión, sin distinción entre verdad y error. Sin embargo, todo eso contradice la ley divina objetiva.

¿De qué manera la Hermandad San Pío X puede mostrarse conciliadora con el Papa?


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Es inconcebible que la Iglesia se haya equivocado durante dos milenios

La Hermandad Sacerdotal San Pío X está profundamente apegada al Sucesor de Pedro, incluso cuando se opone a los errores del Concilio Vaticano II. Empero, nos encontramos profundamente consternados por la característica fundamental del pontificado actual, que es la aplicación completamente novedosa del concepto de misericordia. Esta queda reducida a una panacea para todos los pecados, sin impulsar hacia una conversión verdadera, a la transformación del alma por la gracia, la mortificación y la oración. En su Exhortación apostólica post-sinodal Amoris laetitia, el Papa da a los cristianos la posibilidad de decidir sobre cuestiones de moral conyugal caso por caso, según su conciencia personal. Esto contradice netamente la orientación clara y necesaria dada por la ley de Dios. Vemos aquí un eco de la espiritualidad de Lutero: un cristianismo sin exigencia de renovación moral, un subjetivismo que ya no reconoce ninguna verdad universalmente válida. Todo esto ha causado una profunda confusión en el clero y en los fieles. Todo hombre busca la verdad, pero para encontrarla necesita ser guiado por el sacerdote, igual que el alumno necesita la dirección de su maestro. ¿Qué ha producido a este respecto el 2017, Año Lutero? Desde el siglo XVI, la Iglesia católica se acercó a los protestantes para convertirlos y traerlos de vuelta a la verdadera Iglesia. El Año Lutero no ha servido para este objetivo primero de regreso de los protestantes; por el contrario, los ha confirmado en sus errores. Y eso es porque, desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia piensa que todo hombre puede encontrar a Dios en su propia religión.

Es una premisa que reduce la fe a una experiencia personal e interior y que, por tanto, hace que ya no consista en la adhesión de la inteligencia a la revelación divina.

Preguntado por los obstáculos que afronta el ecumenismo, el Papa Francisco señalaba en octubre de 2016: «En lo personal, creo que debemos mover el entusiasmo a la oración común y las obras de misericordia, es decir, trabajar juntos en ayudar a los enfermos, los pobres, los que están en prisión. Hacer algo juntos es una forma elevada y eficaz de diálogo. También pienso en la educación. Es importante trabajar juntos y no de forma sectaria. Debemos tener muy claro en todo caso que hacer proselitismo en el campo eclesial es pecado. Benedicto XVI nos dijo que la Iglesia no crece por proselitismo, sino por la atracción. El proselitismo es una actitud pecaminosa. Sería como convertir a la Iglesia en una organización. Hablar, rezar, trabajar juntos: este es el camino que debemos tomar. Mira, en la unidad el que nunca se equivoca es el enemigo, el diablo. Cuando los cristianos son perseguidos y asesinados lo son por ser cristianos y no porque sean luteranos, calvinistas, anglicanos, católicos u ortodoxos. Hay un ecumenismo de sangre». En la fotografía, estatua del heresiarca excomulgado presidiendo la audiencia papal en la sala Pablo VI, el 16 de octubre de 2016.

Hay también en otras religiones muchas personas que llevan una vida moralmente buena, según su


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alma y conciencia. ¿Dios reconocerá sus méritos? La Iglesia es esencialmente misionera. Cristo dice: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Los hombres no pueden salvarse sino por Él. Ha fundado una

Los motivos que argumentaba la Iglesia católica para su condena a la masonería eran fundamentalmente: el carácter secreto de la organización, el juramento que garantizaba ese carácter oculto de sus actividades y los complots perturbadores que la masonería llevaba a cabo en contra de la Iglesia y los legítimos poderes civiles. La pena estipulada era en todo caso la excomunión, estableciéndose además una pena especial para los clérigos y los religiosos en el canon 2336.

única Iglesia, que es la Iglesia romana. Esta verdad teológica ha de proclamarse tanto como la rectitud de la moral y el esplendor de la Misa tradicional según el rito tridentino. La búsqueda sincera de la verdad en las otras religiones no basta para producirla. Por eso hay que ayudar a esas almas a salvarse. Si un alma puede salvarse fuera de la Iglesia católica, lo hace a pesar del error en el que se encuentra, y no gracias a él; en todo caso, únicamente se salva por Jesucristo.

Su predecesor Bernard Fellay ha calificado a los judíos, masones y modernistas como “enemigos de la Iglesia”. ¿También han de convertirse

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los judíos a la Iglesia católica, igual que dice Ud. de los protestantes? El modernismo es uno de los errores más peligrosos: no en vano, hasta el Concilio Vaticano II, la Iglesia exigía a todos sus sacerdotes prestar el juramento antimodernista, el mismo que he jurado yo. En cuanto al judaísmo, sería un pecado imperdonable excluir al pueblo judío de los bienes y tesoros de la Iglesia católica. La misión salvífica de la Iglesia es universal, y no puede dejar de lado a ningún pueblo. Ud. rechaza los documentos esenciales del Concilio Vaticano II, tales como el de la libertad religiosa o el del ecumenismo. ¿Es sólo otra interpretación o, por el contrario, Ud. rechaza completamente tales textos? El Vaticano II se definió a sí mismo como un concilio puramente pastoral. Sin embargo, se tomaron decisiones dogmáticas de gran importancia como las que ha citado, y que han llevado a una transformación completa de la fe. El Papa Benedicto XVI estimó que las divergencias entre Roma y la Hermandad Sacerdotal San Pío X residían en un problema de interpretación de los textos del Concilio. Bastaba con analizar esos textos para hacer posible el acuerdo. Pero nuestra posición no es esa: la Hermandad San Pío X rechaza del Concilio Vaticano II todo aquello que se opone a la Tradición católica. El Papa tendría que declarar erróneo el decreto sobre la libertad religiosa


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y corregirlo en consecuencia. Estamos convencidos de que algún Papa lo hará y volverá a la doctrina pura que era la referencia antes del Concilio. Las cuestiones de la libertad religiosa, el ecumenismo y la constitución divina de la Iglesia fueron ya tratadas por los Papas anteriores al Vaticano II. Basta con retomar sus enseñanzas. Es inconcebible que la Iglesia se haya equivocado durante dos milenios y que no haya conseguido hallar la verdad so-

bre estas cuestiones hasta la época del Concilio, de 1962 a 1965. ¿Le supone un cargo de conciencia el encontrarse, a ojos de Roma, en estado de cisma con la Iglesia? De hecho, Roma no nos considera como cismáticos, sino más bien como “irregulares”. En todo caso, si no tuviera la certeza de trabajar dentro de la Iglesia católica romana y por ella, dejaría de inmediato la Hermandad. m

Comunicado de la Casa General de la Hermandad San Pío X sobre el encuentro entre el Cardenal Ladaria y el Padre Pagliarani El jueves 22 de noviembre de 2018, el P. Davide Pagliarani, Superior General de la Hermandad San Pío X, se dirigió a Roma, invitado por el Cardenal Luis Ladaria Ferrer, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Estuvo acompañado por el P. Emmanuel du Chalard, mientras que el Card. Ladaria lo fue por Mons. Guido Pozzo, Secretario de la Comisión Pontificia “Ecclesia Dei”. La entrevista se desarrolló en las oficinas de la Congregación para la Doctrina de la Fe, entre las 16:30 hs. y las 18:30 hs. Tuvo por finalidad permitir al Card. Ladaria y al P. Pagliarani encontrarse por primera vez y evaluar el estado de las relaciones entre la Santa Sede y la Hermandad San Pío X, desde la elección de su nuevo Superior General, en julio pasado. En el transcurso de la reunión con las autoridades romanas, se recordó que el problema de fondo es propiamente doctrinal, y que ni la Hermandad ni Roma pueden eludirlo. Por causa de esta divergencia doctrinal irreductible, ninguna de las tentativas de elaborar un proyecto de declaración doctrinal aceptable para las dos partes ha llegado a buen término en estos siete años. Por ello, la cuestión doctrinal sigue siendo absolutamente primordial. La Santa Sede declara lo mismo cuando afirma solemnemente que el establecimiento de un estatuto jurídico para la Hermandad solamente podrá realizarse luego de la firma de un documento de carácter doctrinal. Todo conduce, pues, a la Hermandad a retomar la discusión teológica, consciente de que Dios no le pide necesariamente que convenza a sus interlocutores, sino que dé ante la Iglesia el testimonio incondicional de la fe. El futuro de la Hermandad está en las manos de la Providencia y de la Santísima Virgen, como lo prueba toda su historia, desde su fundación al presente. Los miembros de la Hermandad sólo desean servir a la Iglesia y cooperar eficazmente en su regeneración, hasta dar sus vidas por su triunfo, si es necesario. Pero no corresponde a ellos elegir el modo, ni los términos, ni el momento de lo que pertenece sólo a Dios. Menzingen, 23 de noviembre de 2018


El futuro de la Iglesia y de las vocaciones está en las familias El Padre Davide Pagliarani, Superior General de la Hermandad San Pío X, concedió una entrevista exclusiva a La Porte Latine, en la que recuerda la fecundidad de la Cruz para las vocaciones y las familias. Insiste particularmente en la necesidad de mantener el auténtico espíritu del Fundador, Mons. Marcel Lefebvre, “espíritu de amor por la fe y la verdad, por las almas y por la Iglesia”, ante la reciente canonización de Pablo VI y la promoción de la sinodalidad en la Iglesia.

Han pasado cinco meses desde que fue elegido Superior General de la Hermandad San Pío X por un período de doce años. Estos cinco meses le han permitido sin duda tener una primera visión de conjunto de la obra fundada por Mons. Lefebvre, que completa su extensa experiencia personal. ¿Tiene una primera impresión general? ¿Cuáles son sus primeras prioridades para los próximos años? La Hermandad es una obra de Dios, y cuanto más la descubrimos, más la amamos. Dos cosas llaman más mi atención en este descubrimiento. Primero, el carácter providencial de la Hermandad: es el resultado de las elecciones y decisiones de un santo guiado sólo por una prudencia sobrenatural y “profética”, cuya sabiduría apreciamos aún más a medida que pasan los años y que la crisis de la Iglesia se agrava. Luego, he podido observar una vez más que

no estamos exentos de pruebas: Dios santifica a todos nuestros miembros y a nuestros fieles, mediante fracasos, dificultades, decepciones, en una palabra, por la cruz y no por otros medios.

Las vocaciones provienen de hogares donde no se respira amargura ni crítica hacia los sacerdotes. Con 65 nuevos seminaristas este año, la Hermandad tiene su récord de inscripciones en sus seminarios en los últimos 30 años. Ha sido director del seminario de La Reja (Argentina) durante casi seis años. ¿Cómo favorecerá el de-


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sarrollo de vocaciones cada vez más numerosas y fuertes? Estoy convencido de que la verdadera solución para aumentar el número de vocaciones y su perseverancia no reside principalmente en medios humanos y, por así decirlo, “técnicos”, como boletines informativos, visitas apostólicas o publicidad. Ante todo, una vocación necesita salir de un hogar donde se ama a Nuestro Señor, su Cruz y su sacerdocio, un hogar donde no se respira amargura ni crítica hacia los sacerdotes. Es por ósmosis, a través del contacto con padres verdaderamente cristianos y sacerdotes profundamente imbuidos del espíritu de Nuestro Señor, que se despierta una vocación. Debemos continuar trabajando en este ámbito con todas nuestras fuerzas. Una vocación nunca es el resultado de un razonamiento especulativo o de una lección que hemos recibido y con la que estamos intelectualmente de acuerdo. Estos elementos pueden ayudar a responder al llamado de Dios, solamente si ponemos en práctica lo que mencionamos anteriormente. El 14 de octubre, el Papa Francisco canonizó al Papa que firmó personalmente todos los documentos del Concilio Vaticano II, al Papa de la nueva misa, al Papa cuyo pontificado estuvo marcado por los 80.000 sacerdotes que abandonaron el sacerdocio. ¿Qué le inspira esta canonización? Esta canonización debe conducirnos a una profunda reflexión, más allá de la emoción de los medios de comuni-

cación que duró unas pocas horas y no deja ninguna marca profunda ni entre sus partidarios ni entre sus oponentes. Antes bien, después de unas pocas semanas, la sola emoción nos pone en el riesgo de dejarnos a todos en la indife-

Pablo VI fue el papa de la ruptura con la Tradición, y por este mismo hecho tenía plena conciencia de la violencia del cambio que impuso a la Iglesia. Puso su mano en el timón, incluso mientras lamentaba en conciencia la contradicción que imponía sobre la vida de la Iglesia. Fue un papa dividido.

rencia. Debemos tener cuidado de no caer en estas trampas. Primero, me parece bastante obvio que con las beatificaciones o canonizaciones de todos los papas a partir de Juan XXIII, se ha tratado de “canonizar” en cierta manera el Concilio, la nueva concepción de la Iglesia y de la vida cristiana que el Concilio ha establecido y que todos los papas recientes han promovido. Este es un fenómeno sin precedentes en la historia de la Iglesia. La Iglesia post-tridentina nunca pensó en canonizar a todos los papas sin distinción desde Pablo III a Sixto V. Ella canonizó solamente a San Pío V, y eso no por sus únicos vínculos con el Concilio de Trento o su aplicación, sino debido a su san-


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tidad personal, propuesta como modelo es el signo de que todo lo que proviene para toda la Iglesia y puesta al servicio de esta Constitución y se basa en ella, de la Iglesia en cuanto Papa. está en peligro de muerte y que se debe El fenómeno que estamos presen- tratar de salvarlo por todos los medios ciando actualmente nos hace pensar posibles. La historia demuestra que más bien en el cambio de nombre de las principales plazas y avenidas, después de una revolución o un cambio de régimen. Pero es necesario leer esta canonización también a la luz del estado actual de la Iglesia, porque el afán de canonizar a los Papas del Concilio es un fenómeno relativamente reciente y tuvo su expresión más manifiesta con la canonización casi inmediata de Juan Pablo II. Esta determinación de “apresurarse” muestra una vez más la fragilidad en que se encuentra actualmente la Iglesia salida del Concilio. Lo queramos admitir o no, el Concilio es considerado como algo “superado” por un ala ultra progresista y pseudo-reformadora. Pienso, por ejemplo, en el episcopado alemán. Por otro lado, los más conservadores se Pío V fue sobre todo un gran reformador. Entre ven obligados a verificar, por la fuer- San las reformas que promovió, siguiendo el concilio de za de las circunstancias, que el Con- Trento, recordamos la obligación de residencia para obispos, la clausura de los religiosos, el celibato y cilio ha desencadenado un proceso los la santidad de vida de los sacerdotes, las visitas pasque conduce la Iglesia a una esteri- torales de los obispos, el impulso a las misiones, la code los libros litúrgicos, la censura de las pulidad cada vez mayor. Frente a este rrección blicaciones. La rígida disciplina que el santo Pontífice proceso aparentemente irreversible, impuso a la Iglesia fue también norma constante de su Vivía el ideal ascético del fraile mendicante. San es normal que la jerarquía actual in- vida. Pío V murió el 1 de mayo de 1572 a los 68 años de edad tente devolver al Concilio, por medio y fue declarado santo por el Papa Clemente XI en 1712. el último de los papas que alcanzó el honor de los de estas canonizaciones, un cierto Fue altares hasta el advenimiento de san Pío X. valor, que pueda frenar la tendencia inexorable de los hechos concretos. estas medidas generalmente son insuHaciendo una analogía con la socie- ficientes para dar nueva vida a aquello dad civil, cada vez que un régimen está cuyo tiempo ya pasó. en crisis y se da cuenta de ello, intenta Solamente la Hermandad podrá ayuhacer redescubrir la Constitución del dar a la Iglesia, recordando que es una país, su carácter sagrado, su perenni- monarquía y no una caótica asamblea dad, su valor trascendente... De hecho, moderna.


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Hace tres años (17 de octubre de 2015), el Papa Francisco pronunció un importante discurso para promover la “sinodalidad” en la Iglesia, invitando a los obispos a en adelante “escuchar a

curso del 25/11/2017), es apoyándose en esta nueva sinodalidad que promulgó las nuevas leyes que simplifican los procedimientos de nulidad del matrimonio, o que escribió Amoris Laetitia, luego del sínodo sobre la familia. ¿Reconoce en ello la voz del Espíritu Santo? ¿Qué puede decirnos acerca de esta nueva expresión utilizada hoy por las autoridades de la Iglesia? El debate cíclico sobre la sinodalidad no es más que la proyección en El Papa tiene su autoridad personal porque es obis- el post-Concilio de la doctrina conciliar po de Roma y, como obispo de Roma es el sucesor de san Pedro en la cátedra de Pedro en Roma. sobre la colegialidad y los problemas Por eso, es el pontífice universal porque es obispo que ha creado en la Iglesia. de Roma. Primero debe ser nombrado obispo de De hecho, se habla muy a menudo Roma, se convierte en sucesor y, al ser sucesor de Pedro, se convierte en Pontífice universal. Esta es de ello, incluso en debates que tienen la tradición y la verdad que la Iglesia enseña. Por eso todos los carde-nales que eligen al Santo Padre otro objetivo o tratan de otros temas. son párrocos de Roma, porque es al clero de Roma Pienso, por ejemplo, en el último sía quien corresponde la elección de su obispo. Tonodo sobre la juventud, donde se mendos los cardenales tienen un título romano y son párrocos de Roma. Sobre las iglesias de Roma po- cionó el tema por enésima vez. Esto déis ver el blasón de tal y cual cardenal. Todos son demuestra que la jerarquía aún no ha realmente párrocos y tienen la obligación de hacer la visita pastoral de su Iglesia cuando van a Roma. encontrado una solución satisfactoria, Los cardenales eligen el obispo de Roma que, al y esto es inevitable, puesto que el proconvertirse en tal, se convierte en Papa de la Iglesia universal. Así, pues, el nombramiento del Papa es blema es insoluble. personal. Los obispos reciben su consagración perDe hecho, la colegialidad coloca a sonalmente y tienen una gracia especial en razón de su consagración; también los sacerdotes son la Iglesia en una situación permanente consagrados en forma personal. La autoridad en la de cuasi concilio, en la utopía de queIglesia se ha entregado siempre en forma personal. Pero ahora se quiere cada vez más sustituir y aho- rer gobernar la Iglesia universal con la gar la autoridad de esa persona con la autoridad participación de todos los obispos del de un colegio. Esto es lo que hace que la autoridad mundo. Esto ha provocado, de parte tenga las manos atadas. Mons. Lefebvre, Un obispo habla de las conferencias episcopales nacionales, una reivindicación de descenDios hasta que escuchen con él el tralización sistemática e insaciable, que grito del pueblo, y a escuchar al nunca terminará. Nos enfrentamos a pueblo hasta que respiren la vo- una especie de lucha de clases por parluntad a la que Dios nos llama”. te de los obispos, que ha producido, en Según sus propias palabras (dis- ciertas conferencias episcopales, un


El futuro de la Iglesia y de las vocaciones está en las familias

En febrero de 2018, la Conferencia Episcopal Alemana dejó en libertad a sus sacerdotes para que, discerniendo caso por caso, permitieran la comunión del cónyuge luterano de un fiel católico. La propuesta salió adelante por una abrumadora mayoría de los votos y en ella se especificaba que la comunión podría recibirse tras un “serio examen” de la conciencia del comulgante potencial por parte del sacerdote, cuando el cónyuge luterano “afirme la fe de la Iglesia Católica” (?) y “anhele satisfacer un hambre de Eucaristía”. No se aclara cómo un luterano puede “afirmar la fe de la Iglesia Católica” y seguir siendo luterano en ningún sentido coherente.

espíritu que podría definirse como precismático. Sigo pensando en el episcopado alemán, que ofrece el ejemplo de todas las deformaciones actuales. Roma está en un callejón sin salida. Por un lado, frente a los episcopados nacionales, debe tratar de salvar algo de su autoridad minada. Por otro, no puede renunciar a la doctrina conciliar ni a sus consecuencias, sin poner en tela de juicio la autoridad del Concilio y, en consecuencia, la base de la eclesiología actual. De hecho, todos caminan en la misma dirección, pero a velocidades diferentes. Los debates en curso manifiestan este malestar latente y, especialmente, el hecho de que esta doctrina revolucionaria es fundamentalmente contraria a la naturaleza monárquica de la Iglesia. Solamente se encontrará una solución satisfactoria cuando se la rechace definitivamente.

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Es paradójico, pero solamente la Hermandad puede ayudar a la Iglesia, recordando a los papas y obispos que Nuestro Señor fundó una Iglesia monárquica y no una caótica asamblea moderna. Llegará el día en que este mensaje será escuchado. Por el momento, es nuestro deber conservar este profundo sentido de la Iglesia y de su jerarquía, a pesar del campo de batalla y de las ruinas que tenemos ante nosotros. ¿Cómo podría la Iglesia corregir los errores del Concilio? Después de cincuenta años, ¿es realista pensar así? Desde un punto de vista puramente humano, no es realista pensar así, porque tenemos ante nosotros una Iglesia completamente reformada, en todos los aspectos de su vida, sin excepción. Es una nueva concepción de la fe y de la vida cristiana, que ha generado de manera coherente una nueva forma de concebir la Iglesia y de vivir en ella a diario. Humanamente, volver atrás es imposible. Pero olvidamos, tal vez con demasiada frecuencia, que la Iglesia es fundamentalmente divina, aunque está encarnada en los hombres y en la historia de los hombres. Un día, un papa, contra toda expectativa y contra todo cálculo


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El futuro de la Iglesia y de las vocaciones está en las familias

humano, retomará las riendas y todo lo que se debe corregir será corregido, porque la Iglesia es divina y Nuestro Señor no la abandona. De hecho, no dice nada distinto cuando promete solemnemente que “las puertas del infierno no prevalecerán contra ella” (Mt. 16,18). El brillo de la divinidad de la Iglesia será tanto más fuerte cuanto irreversible parece la situación actual. Este año 2018 fue el trigésimo aniversario de las consagraciones episcopales realizadas en Ecône por Mons. Lefebvre, verdadera operación de “supervivencia de la Tradición”. ¿Considera que esta operación fue por su naturaleza única, y que también tuvo éxito por el hecho de que hoy obispos aceptan conferir ordenaciones y confirmaciones en el rito tradicional, o cree que con el paso de los años habrá que considerar nuevas consagraciones? El futuro de la Hermandad está en manos de la Providencia. Depende de nosotros discernir sus signos, de la misma manera que lo hizo nuestro Fundador, fielmente, sin querer anticipar o ignorar la Providencia. Aquí tenemos la lección más hermosa de Mons. Lefebvre, y muchos de los que no lo entendieron en su tiempo, volvieron poco a poco sobre sus afirmaciones. El verdadero espíritu de nuestro Fundador: un espíritu de amor por la fe y la verdad, por las almas, por la Iglesia, en un espíritu de genuina caridad entre los miembros. El Distrito de Francia es el más antiguo y más importante, incluso si ahora está “seguido de cerca” por

«¿A qué se debe que las puertas del infierno hagan tanto alboroto en este momento? La historia de la Iglesia siempre ha sido agitada por persecuciones, herejías, conflictos con el poder temporal y, en algunas épocas, conductas licenciosas por una parte del clero y hasta de algunos Papas. Pero esta vez la crisis parece más profunda, porque afecta a la misma fe. El modernismo con el que hoy nos topamos, no es una herejía como las demás, sino «el conjunto de todas las herejías». Las persecuciones no vienen sólo de fuera sino también del interior del santuario. Se pretende institucionalizar un clero que dimite, o de malas costumbres, y se alienta y se cubre de honor a los mercenarios que entregan las ovejas al lobo. A veces se me reprocha que pinto la situación con colores muy oscuros; que lanzo una mirada de desaprobación, con no sé qué complacencia, sobre una evolución que, a fin de cuentas, es lógica y necesaria. Pero el propio Papa que fue el alma del Concilio Vaticano II, comprobó con tristeza muchas veces la descomposición de la que hablo. El 7 de diciembre de 1969, Pablo VI decía: «La Iglesia se encuentra en una hora de inquietud, de autocrítica y hasta, podría decirse, de autodestrucción. Es como una perturbación interna, aguda y compleja. Es como si la Iglesia se golpeara a sí misma». Mons. Lefebvre, Carta abierta a los católicos perplejos

el de los EE. UU. ¿Cuáles son las prioridades humanas, materiales o apostólicas que ha establecido


El futuro de la Iglesia y de las vocaciones está en las familias

para su nuevo superior, el R. P. de Jorna, quien durante 22 años fue Director del Seminario de Ecône? Todas las prioridades se pueden resumir en muy pocas palabras. El nuevo Superior de Distrito tiene la hermosa tarea de garantizar que se conserve en todas nuestras casas y por todos los miembros de la Hermandad el verdadero espíritu que nuestro Fundador nos legó: un espíritu de amor por la fe y por la verdad, por las almas, por la Iglesia y, especialmente, lo que se desprende de todo esto, un espíritu de genuina caridad entre los miembros. En la medida en que mantengamos este espíritu, tendremos una buena influencia en las almas y la Hermandad seguirá atrayendo muchas vocaciones. ¡Un hermoso y emocionante programa! Pero también será necesario que los fieles se asocien plenamente con él. Usted los ha visto llegar por miles a la reciente peregrinación a Lourdes durante la cual celebró la misa solemne del domingo de Cristo Rey. ¿Qué les pide? ¿Qué les propone? Me sentí profundamente conmovido cuando vi peregrinos de todas las edades en Lourdes y, en particular, muchas familias y niños. Esta peregrinación es verdaderamente especial y muy significativa. Nos recuerda que el futuro de la Iglesia y de las vocaciones está en las familias donde los padres han plantado la Cruz de Nuestro Señor. De hecho, sólo la Cruz de Nuestro Señor y la generosidad que resulta de ella engendran familias numerosas. Frente a nuestra sociedad

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egoísta y apóstata, castigada por su propia esterilidad, no hay un testimonio más noble y precioso que el de una joven madre rodeada por una corona de niños. El mundo puede elegir no escuchar nuestros sermones, pero no puede evitar ver este espectáculo. Y eso también representa a la Hermandad. Al fin de cuentas, es el mismo ideal de la Cruz, lo repito una vez más, que hace que un alma se consagre a Dios, y que una ma-

dre se dedique generosamente y sin reservas a la educación y la santificación de todos los niños que la Providencia quiere confiarle. Finalmente, esta peregrinación nos recuerda también y, sobre todo, que cualquier renacimiento sólo puede hacerse bajo el manto de la Santísima Virgen, porque, en el desierto presente, no hay lugar en el mundo que siga atrayendo a las almas tanto como Lourdes. A los fieles de Francia les digo simplemente esto: recuerden que aquellos que los precedieron fueron combatientes y cruzados, milites Christi, y que la batalla actual por la defensa de la fe y de la Iglesia es, sin lugar a duda, la más importante que haya conocido la historia. ¡Feliz y santo año 2019! m


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El futuro de la Iglesia y de las vocaciones está en las familias

«El católico liberal es una persona de doble faz, en continua contradicción. Quiere mantenerse católico y al mismo tiempo tiene el afán de agradar al mundo. Afirma su fe con miedo de parecer demasiado dogmático y actúa de hecho como los enemigos de la fe católica. Un Papa ¿puede ser liberal y seguir siendo Papa? La Iglesia siempre ha amonestado severamente a los católicos liberales. A todos no los ha excomulgado. También aquí debemos permanecer dentro del espíritu de la Iglesia. Debemos rechazar el liberalismo, venga de donde venga, porque la Iglesia siempre lo ha condenado con severidad por ser contrario al Reinado de Nuestro Señor, y en particular al Reinado Social. El alejamiento de los cardenales de más de 80 años y los conventículos que prepararon los dos últimos Cónclaves no hacen inválida la elección de esos Papas. Inválida, sería mucho afirmar. Podrían, sí, hacerla eventualmente dudosa. Mas la aceptación unánime de los cardenales y del clero romano, posterior a la elección, es suficiente para convalidar la elección. Esta es la opinión de los teólogos. La cuestión de la visibilidad de la Iglesia es demasiado necesaria para su existencia, como para que Dios pueda omitirla durante décadas. El argumento de los que afirman la inexistencia del Papa pone a la Iglesia en una situación confusa. ¿Quién nos dirá dónde está el futuro Papa? ¿Cómo podría ser designado un Papa donde ya no hay cardenales? Este espíritu es un espíritu cismático, al menos para la mayoría de fieles que se afiliarán a sectas verdaderamente cismáticas, como la del Palmar de Troya, la de la Iglesia Latina de Toulouse, etcétera. Nuestra Fraternidad rechaza absolutamente compartir estos razonamientos. Queremos permanecer aferrados a Roma, al sucesor de Pedro, pero rechazamos su liberalismo por fidelidad a sus predecesores. No tenemos miedo de decirlo respetuosamente pero firmemente, como San Pablo frente a San Pedro. Por eso, lejos de rechazar las oraciones por el Papa, aumentamos nuestros rezos y suplicamos para que el Espíritu Santo lo ilumine y lo fortalezca en el sostén y defensa de la fe. Por eso jamás me he negado a ir a Roma cuando me ha llamado, o cuando me han llamado sus representantes. La Verdad debe afianzarse en Roma más que en cualquier otro lugar. Pertenece a Dios, que la hará triunfar. Por consiguiente, no se puede tolerar que los miembros, sacerdotes, hermanos, hermanas, oblatas de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, se nieguen a rezar por el Papa y afirmen que todas las Misas del Novus Ordo Missae son inválidas. Es cierto que sufrimos de esta incoherencia continua, que consiste en elogiar todas las orientaciones liberales del Vaticano II, y al mismo tiempo en tratar de atenuar sus efectos. Mas esto nos debe incitar a rogar y a mantener firmemente la Tradición, pero no por eso afirmar que el Papa no es Papa. Para terminar, debemos tener el espíritu misionero, que es el verdadero espíritu de la Iglesia, hacer todo por el Reino de Nuestro Señor Jesucristo, según la divisa de nuestro Santo Patrono San Pío X, “Instaurare omnia in Christo”, restaurar todo en Cristo, y sufrir como Nuestro Señor en su Pasión por la salvación de las almas, por el triunfo de la Verdad. “In hoc natus sum”, dijo Nuestro Señor a Pilato, “ut testimonium perhibeam veritati” (“Yo he nacido para dar testimonio de la Verdad”)». † MARCEL LEFEBVRE, 8 de noviembre de 1979


El Papa Francisco suprime la Comisión Pontificia Ecclesia Dei

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l 17 de enero de 2019, el Papa Francisco suprimió la Comisión Pontificia Ecclesia Dei, que fue creada en 1988 por su antecesor, el Papa Juan Pablo II. La Carta Apostólica, en forma de Motu Proprio, del Papa fue publicada al mediodía del 19 de enero por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, y añadida a L’Osservatore Romano. A partir de ahora, las responsabilidades de la Comisión se colocarán enteramente en manos de la Congregación para la Doctrina de la Fe, la cual designará una sección especial para hacerse cargo de ellas. Esta transferencia, explica el Sumo Pontífice, responde a una necesidad expresada durante una reunión de este dicasterio, el 15 de noviembre de 2017, aprobada por él mismo el 24 de noviembre y validada en una sesión plenaria en enero de 2018. El Papa recuerda cómo, hace más de treinta años, el día siguiente a las consagraciones episcopales de 1988, Juan Pablo II deseaba facilitar la “comunión eclesial plena de sacerdotes, seminaristas, comunidades religiosas o individuos hasta el momento vinculados de distintas maneras a la Fraternidad fundada por Monseñor Lefebvre”. El objetivo era ayudarlos a “permanecer unidos al

Sucesor de Pedro en la Iglesia Católica, permitiéndoles conservar sus propias tradiciones espirituales y litúrgicas”. Esta preservación de las tradiciones espirituales y litúrgicas fue asegurada en 2007 por el Motu Proprio Summorum Pontificum del Papa Benedicto XVI.

Monseñor Lefebvre había visto la manera en que Roma trataba a los grupos que se habían separado de la Hermandad, o se habían acogido al indulto de 1984. A unas comunidades, como los conventos de Flavigny y Fontgonbault, se les obligó a admitir el Novus Ordo y, a otros grupos se les ponían mil trabas, cuando no se les instrumentalizaba descaradamente con el deseo de vaciar de fieles los prioratos de la Hermandad. Pero todas estas maniobras se volvieron, en este caso, contra el Vaticano, pues suscitaron una muy prudente desconfianza en Monseñor Lefebvre, que ya veía, en todas las conversaciones, un intento de absorber a la Hermandad, dejándole la Misa de San Pío V, para conducirla suavemente hacia las reformas conciliares y la nueva Misa. Esta sería la finalidad de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, creada por Juan Pablo II el 2 de julio de 1988

La reseña histórica del Papa Francisco tiene el mérito de mencionar que esta


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El Papa Francisco suprime la Comisión Pontificia Ecclesia Dei

Comisión Pontificia fue originalmente fundada sobre la condena de Monseñor Lefebvre y su obra. En sus treinta años de existencia, se limitó principalmente a cuestiones litúrgicas, con la intención de responder a la “sensibilidad” de los sacerdotes y fieles conservadores, y de contrarrestar el crecimiento de la Fraternidad San Pío X en todo el mundo... Pero una vez que se levantaron las supuestas excomuniones de los obispos de la Tradición en 2009, Benedicto XVI estimó que las cuestiones doctrinales en curso eran una buena razón para adjuntar la Comisión Pontificia Ecclesia Dei a la Congregación para la Doctrina de la Fe. El objetivo era abrir la puerta a las discusiones doctrinales con la Fraternidad San Pío X. La Primacía de la Doctrina de la Fe

Hoy, el Papa Francisco escribe que las comunidades religiosas que pertenecen a la Comisión Pontificia han adquirido estabilidad, tanto en su número como en sus actividades; garantizando la celebración de la Misa en su “forma extraordinaria”. Pero, señala, “las cuestiones tratadas por esta misma Comisión Pontificia eran principalmente de naturaleza doctrinal”. Dichas objeciones y cuestiones son claramente irrelevantes para estas comunidades. Desde luego, es para la Fraternidad San Pío X que siguen representando un problema. Esto es lo que los cardenales señalaron el 15 de noviembre de 2017, cuando “solicitaron que el diálogo entre la Santa Sede y la Fraternidad San Pío X fuera llevado a cabo directamente por la Con-

gregación antes mencionada [para la Doctrina de la Fe], ya que las cuestiones tratadas son de naturaleza doctrinal”. Una conclusión es evidente: como las llamadas comunidades Ecclesia Dei han

preservado “sus tradiciones espirituales y litúrgicas”, claramente no tienen relevancia en esta discusión. El hecho de que permanezcan vinculadas a una sección de la Congregación para la Doctrina de la Fe, es meramente incidental. Tienen la Misa, las “tradiciones espirituales y litúrgicas”, pero no toda la doctrina que esto conlleva. Eso es lo que siempre ha reprochado la Fraternidad San Pío X a Dom Gérard [fundador del monasterio benedictino en Le Barroux, que trabajó con Monseñor Lefebvre hasta 1988] y a todos aquellos que creyeron que debían romper la unidad de la Tradición para negociar un acuerdo exclusivamente práctico. La crisis de la Iglesia no puede reducirse tan sólo a una cuestión espiritual o litúrgica. Es algo mucho más profundo, porque tiene que ver con la esencia misma de la fe y la doctrina de la Revelación, el derecho de Cristo Rey a reinar aquí sobre los hombres y sobre las sociedades. m


Catecismo de las verdades oportunas: Los “ralliés” (vistos por Mons. Lefebvre) P. François-Marie Chautard

1 - ¿Qué son los ralliés? Se llama ralliés a las comunidades, los sacerdotes y los fieles que, habiendo elegido en un primer momento la defensa de la Tradición después, a partir de las consagraciones del 30 de junio de 1988 y la excomunión fulminada contra Mons. Lefebvre, Mons. de Castro-Mayer y los cuatro obispos consagrados, eligieron ponerse bajo la dependencia efectiva de la jerarquía actual al tiempo que conservaban la liturgia tradicional. Se unieron pues a la Iglesia conciliar. Por extensión, el vocablo “ralliés” designa a las comunidades, los sacerdotes y los fieles que conservan la liturgia tradicional pero aceptan los principales errores conciliares, así como la plena validez y la legitimidad del novus ordo de Pablo VI y de los sacramentos promulgados y editados por Pablo VI. “Dom Gérard, en su declaración, levanta acta de lo que se le otorga y acepta ponerse bajo obediencia de la Roma modernista, que permanece radicalmente anti-tradicional”(1).

* “Ralliés: los que se unen o adhieren a un régimen o posición; término francés muy cargado allí de connotaciones político-religiosas desde los tiempos de la III República y, por ello, falto de buena traducción al español (ndt).

2 - ¿No es peyorativa la palabra “ralliés”? Sí, la palabra “ralliés” es peyorativa porque expresa una traición a la Tradición. 3 - ¿En qué traicionaron los ralliés a la Tradición? Los ralliés traicionaron a la Tradición porque, muchos entre ellos, después de haber comenzado a servirla, dejaron de defenderla, después la abandonaron, han hecho poco a poco apología de los errores conciliares, y se han opuesto a la Tradición y a sus defensores. “Nos traicionan. Dan ahora la mano a quienes echan por tierra la Iglesia, a los liberales, a los modernistas”(2). 4 - ¿Por qué se dice que los ralliés han dejado de defender a la Tradición? Decimos que los ralliés han dejado de defender a la Tradición porque, desde 1988, ya no denuncian los errores conciliares (nocividad de la nueva misa, del nuevo código de derecho canónico, del diálogo interreligioso, de la libertad religiosa etc.)(3). “Cuando dicen que no han cedido en nada, es falso. Han cedido la posibilidad de oponerse a Roma. Ya no pueden decir nada. Deben callarse habida cuenta de


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los favores que se les han acordado. Les es ahora imposible denunciar los errores de la Iglesia conciliar”(4). 5 - ¿En qué los ralliés han hecho poco a poco apología de los errores conciliares? Los ralliés han hecho poco a poco apología de los errores conciliares al sostener sin reservas la legitimidad y la validez del rito de la misa nueva, al defender la doctrina de la libertad religiosa, como el Padre Basilio del Barroux que ha publicado un alegato en su favor en seis volúmenes, al legitimar la reunión de Asís y el diálogo interreligioso, como el superior de la Hermandad de San Pedro, al aceptar regirse por el nuevo código de derecho canónico, al no rechazar públicamente las reformas recientes del Papa sobre la anulación de matrimonios, al aceptar la canonización de Juan Pablo II que puso por obra las reformas conciliares, o al concelebrar la nueva misa como el difunto Dom Gérard, Mons. Wach o Mons. Rifan. “Del punto de vista de las ideas, giran muy suavemente y terminan por admitir las ideas falsas del Concilio, porque Roma les ha concedido algunos favores para la Tradición. Es una situación muy peligrosa”(5). 6 - ¿En qué los ralliés han condenado a la Tradición y sus defensores? Los ralliés han condenado a la Tradición de tres maneras: primeramente, al defender posiciones contrarias a esta Tradición, en segundo lugar, al servir de cebo para atraer a los verdaderos fieles

de la Tradición hacia una posición de compromiso; en tercer lugar, al acusar a sus defensores –principalmente a los sacerdotes y fieles de la Hermandad Sacerdotal de San Pío X (HSSPX)- de ser excomulgados y cismáticos(6). Varios matrimonios celebrados en la HSSPX

Roma esperaba que las sanciones contra las consagraciones de 1988, injustamente exageradas por el decreto, y sobre todo por los medios de comunicación, darían como resultado que la Hermandad se disolviera en breve plazo y que los fieles abandonaran en masa la Hermandad. Pero nada de eso ocurrió: la ceremonia de consagración fue multitudinaria y las cartas de apoyo y felicitación por parte de los fieles fue una riada incesante. Sólo unos pocos seminaristas y sacerdotes (menos del 7 por ciento) abandonaron los seminarios de Zaitzkofen y Flavigny; es más, por curioso que parezca, el número de fieles se incrementó visiblemente (casi en un 20 por ciento). También se apartó la comunidad de monjes de Le Barroux. Pero, en comparación al número de los que quedaban, el golpe resultaba ser mucho más pequeño de lo esperado por Roma. El Vaticano se frotó las manos cuando supo de las defecciones y constituyó la comisión pontificia Ecclesia Dei para acoger a los disidentes. En la fotografía, Dom Gérard, abad del monasterio de Le Barroux.

han sido así anulados por falta de forma canónica a petición de sacerdotes ralliés. “Todo lo que se les ha acordado, no se les ha consentido sino con el fin de hacer de tal suerte que todos los que adhieren o están vinculados a la Hermandad se separen de ella y se sometan a Roma”(7).


Catecismo de las verdades oportunas: los “ralliés” (vistos por Mons. Lefebvre)

7 - ¿No es injusto respecto de jóvenes comunidades Ecclesia Dei o miembros que han entrado en esas comunidades después de 1988? No es injusto decir que todas las comunidades Ecclesia Dei (es decir las comunidades ralliées)(8) traicionan a la Tradición porque se presentan oficialmente como tradicionales, mientras que no lo son realmente y engañan así a los fieles y a la Tradición. Solo Dios es juez de las intenciones de los corazones y hay ciertamente muchos sacerdotes celosos y piadosos en esas comunidades. Pero, al adherir a esas comunidades, asumen la responsabilidad de las posiciones doctrinales que son propias de las mismas. 8 - ¿Los ralliés no defienden la misa de siempre? Los ralliés defienden la misa de siempre pero la defienden mal, porque para defender bien la misa de siempre hace falta: primeramente, celebrarla y honrarla –lo cual hacen; en segundo lugar, rechazar y denunciar la nueva misa que se opone a la misa de siempre –lo cual no hacen; en tercer lugar, unir la misa tradicional a la plena y entera doctrina de la Iglesia –lo cual no hacen. En fin, “la cuestión de la liturgia y de los sacramentos es muy importante, pero no es la más importante. La más importante es la de la fe”(9). “En adelante Roma parece accesible a la idea de permitir decir la misa antigua, la misa católica y, en consecuencia, ya no debería haber problema para nosotros. Pero de ese modo nos pondríamos en contradicción, porque al mismo tiempo que Roma da por ejemplo a la Hermandad de San Pedro (…) la auto-

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rización de decir la misa de siempre, al mismo tiempo, hacen firmar una profesión de fe en la cual está inscrito el Concilio, en la cual hay que admitir el espíritu del Concilio. (…) ¿Cómo querer ahora

«No es injusto decir que todas las comunidades Ecclesia Dei (es decir las comunidades ralliées) traicionan a la Tradición porque se presentan oficialmente como tradicionales, mientras que no lo son realmente y engañan así a los fieles y a la Tradición». En la fotografía, Don Gilles Wach, fundador del Instituto de Cristo Rey Sumo Sacerdote.

la misa de siempre, aceptando el espíritu que destruyó esa misa de siempre? Es ponerse en completa contradicción”(10). 9 - ¿Cómo justifican los ralliés su unión a la Roma modernista? Los ralliés justifican su unión a la Roma modernista invocando la mano tendida por Roma, la obligación de obe-


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Catecismo de las verdades oportunas: los “ralliés” (vistos por Mons. Lefebvre)

decer a las leyes y a las autoridades legítimas de la Iglesia(11), la necesidad de pertenecer a la Iglesia visible(12), la posibilidad de obrar mejor a favor de la Tradición en el interior de la Iglesia y el cisma de las consagraciones del 30 de junio de 1988. 10 - ¿Qué debe pensarse de la mano tendida por Roma? La mano tendida por Roma no se daba por el bien real de la Tradición en la Iglesia, sino para conducir progresivamente a los tradicionalistas a los errores conciliares. Era una táctica. “Reflexionando bien, nos parece claramente que el fin de los coloquios y de la reconciliación es reintegrarnos en la Iglesia conciliar, la única Iglesia a la cual hacían ustedes alusión en los catecismos. Nosotros pensábamos que ustedes nos daban los medios para continuar y desarrollar las obras de la Tradición.”(13) “Lo que Roma concede ahora a favor de la tradición, no es sino un gesto puramente político, diplomático para forzar la unión con ella. Pero no es una convicción de los beneficios de la Tradición.”(14) 11 - ¿Qué debe pensarse de la obligación de obedecer a las leyes y a las autoridades legítimas de la Iglesia? Todo católico debe obediencia a las leyes y a las autoridades legítimas de la Iglesia precisamente en tanto que esas leyes y esas autoridades son legítimas, es decir al servicio del bien común. Al contrario, todo católico debe oponerse a leyes y órdenes ilegítimas aunque sea prescritas por autoridades legítimas. Ahora bien, si la HSSPX no pone en cuestión la legitimidad de las autoridades eclesiásticas, recusa la de las leyes y

órdenes de inspiración conciliar, como el conjunto (y no la integridad) de las normas del nuevo código de derecho canónico, por ejemplo. “Hay quienes se ponen enfermos por pensar que debamos oponernos a Roma. No están de acuerdo. Y bien, es porque no han visto verdaderamente el problema de la invasión liberal en Roma. (…) No tienen quizá sino una fe sentimental, aquellos que dudan. No tienen el sentido doctrinal del magisterio, de la Iglesia de siempre, de la Tradición, de la fe católica. Dicen: “No estamos totalmente de acuerdo, pero no podemos separarnos del Papa. Preferimos una unión legal, canónica, regular con las autoridades eclesiásticas. No podemos seguir así indefinidamente separados de las autoridades romanas y de los obispos. No es posible. Pero, van a ver, vamos a guardar la Tradición. Haremos esto de aquí, esto de más allá. No queremos dejarnos engañar”. Todos los que nos han dejado y dijeron eso, todos han cedido. No podían soportar estar demasiado separados de las autoridades eclesiásticas”(15). 12 - ¿La Hermandad de San Pío X y las comunidades amigas están fuera de la Iglesia visible? “Esta historia de Iglesia visible de Dom Gérard y del señor Madiran es infantil. Es increíble que se pueda hablar de Iglesia visible respecto de la Iglesia conciliar por oposición a la Iglesia católica que intentamos representar y continuar”(16). “¿Dónde está la Iglesia visible? La Iglesia visible se reconoce por los signos que ha dado siempre de su visibilidad: es Una, Santa, Católica y Apostólica. (…) ¿dónde están las verdaderas marcas de la Iglesia? ¿Están más en la Iglesia ofi-


Catecismo de las verdades oportunas: los “ralliés” (vistos por Mons. Lefebvre)

cial (no se trata de la Iglesia visible, se trata de la Iglesia oficial) o entre nosotros, en lo que representamos, en lo que somos? Si hay todavía hoy una visibilidad de la Iglesia, es gracias a vosotros. Esos

«Estas personas, ya antes del Concilio —cardenales Montini, Bea, Frings, Liénart, etc.—, consideraron que tenían que buscar una vía nueva para universalizar a la Iglesia y hacerla admisible para el mundo moderno tal como es, con sus falsas filosofías, sus falsas religiones, y sus falsos principios políticos y sociales. Prefirieron dejar en la sombra la vía de la fe, demasiado intolerante con el error y el vicio, y demasiado ventajosa para la Iglesia católica romana y, por consiguiente, demasiado exigente, ya que obliga a un combate y a una vigilancia continuos, colocando a la Iglesia y al “mundo” en un estado de perpetua hostilidad». Mons. Lefebvre, El golpe maestro de Satanás

signos no se encuentran ya entre los demás. Ya no hay entre ellos unidad en la fe, ahora bien, es la fe la que está en la base de toda visibilidad de la Iglesia. La catolicidad, es la fe una en el espacio. La apostolicidad es la fe una en el tiempo y la santidad es el fruto de la fe, que se concreta en las almas por la gracia de Dios, por la gracia de los sacramentos. Es totalmente falso considerarnos como si no formásemos parte de la Iglesia visible. (…) es engañarse asimilando Iglesia oficial e Iglesia visible.”(17)

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13 - ¿Es verdad que es más fácil obrar por la Tradición en el interior de la Iglesia? No, no es verdad; primero, porque los tradicionalistas no están fuera de la Iglesia; segundo, porque la defensa de la Tradición supone protegerse del contagio conciliar; tercero, porque la profesión de la fe supone una distinción neta de los posiciones que una colaboración oficial disminuiría. “¿No entraría (…) en el plan de la Providencia que la Tradición católica de la Iglesia no se integrase en el pluralismo de la Iglesia conciliar, en tanto que ésta mancillase el honor de la Iglesia católica y ofuscara tanto su unidad como su visibilidad?”(18) “Son cosas fáciles de decir. Ponerse en el interior de la Iglesia ¿qué quiere decir? Y primero de todo ¿de qué Iglesia hablamos? Si es de la Iglesia conciliar, haría falta que nosotros, que hemos luchado contra ella durante 20 años porque queríamos la Iglesia católica, regresáramos a esa Iglesia conciliar para sedicentemente convertirla en católica. Es una completa ilusión”(19). “La renovación no puede realizarse en adelante salvo por obispos libres de hacer revivir la fe y la virtud cristiana por los medios que Nuestro Señor confió a su Iglesia para la santificación de los sacerdotes y de los fieles. Sólo un medio enteramente despejado de los errores modernos y de las costumbres modernas puede permitir esta renovación. Este medio, es el medio que visitaron el cardenal Gagnon y monseñor Perl, medio formado por familias profundamente cristianas, con muchos hijos, y de


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donde provienen numerosas y excelentes vocaciones”(20).

Es el mayor peligro que les amenaza. Si hemos luchado durante 20 años para evitar los errores conciliares, no es para ponernos ahora en manos de aquellos que los profesan”(22). “Me parece oportuno analizar la ac-

14 - ¿Es verdad que las consagraciones del 30 de junio de 1988 son un cisma? El cisma es un rechazo de obedecer por principio a la autoridad del Santo Padre. Ahora bien, las consagraciones del 30 de junio de 1988 no contienen esa voluntad. Las ordenaciones episcopales de 1988 manifiestan por el contrario la fidelidad de la HSSPX a la Sede Apostólica a pesar de sus extravíos. Una de las mayores pruebas de fidelidad al Papa no consiste en seguirTexto del mandato que se leyó en la le por falsa obediencia en sus errores, ceremonia de consagraciones episcopales el 30 de junio de 1988 sino en apartarle de ellos tanto como «¿Tenéis un mandato apostólico? sea posible. — Lo tenemos. 15 - ¿Es al menos exacto que seguir a la Hermandad conduce al cisma? Existe evidentemente un peligro de tender al cisma al evitar someterse a la autoridad pontificia imbuida de sus errores, al tomar la costumbre de actuar independientemente del Papa. “Habría peligro de cisma si los obispos consagrados por Monseñor Lefebvre se constituyesen en jefes de iglesias autónomas (o autocéfalas, como dicen los ortodoxos)”(21). Lo cual no es el caso. Sin embargo, ese peligro es ciertamente menor que el de asimilar los errores conciliares inoculados por las autoridades eclesiásticas. “Nos hace falta absolutamente convencer a los fieles (…) de que es un peligro ponerse en manos de los obispos conciliares y de la Roma modernista.

— Léase. — Este mandato lo hemos recibido de la Iglesia Romana que sigue siendo fiel a la Santa Tradición recibida de los Apóstoles. Esta Santa Tradición es el depósito de la Fe, que la Iglesia nos manda transmitir fielmente a todos los hombres para la salvación de sus almas. Desde el Concilio Vaticano II hasta hoy, las autoridades de la Iglesia Romana están animadas por el espíritu modernista; han obrado en contra de la Santa Tradición; “ya no sufren la sana doctrina; (…) apartan los oídos de la verdad para volverlos a las fábulas” como dice San Pablo en su segunda epístola a Timoteo (4, 3-5). Por esto juzgamos que todas las penas y censuras que da la autoridad no tienen ningún valor. En cuanto a mí, que “ya estoy a punto de ser ofrecido en sacrificio, siendo ya inminente el momento de mi partida”, estoy oyendo el llamamiento de las almas que me piden que les den el pan de vida, que es Cristo. Esa multitud me da compasión. Me resulta, pues, una obligación grave transmitir la gracia de mi episcopado a estos queridos sacerdotes aquí presentes para que ellos, a su vez, puedan conferir la gracia sacerdotal a muchos otros santos clérigos, formados según las Santas tradiciones de la Iglesia católica. Por este mandato de la Santa Iglesia Romana siempre fiel, elegimos para el episcopado en la Santa Iglesia Romana a los sacerdote que está aquí presentes, como auxiliares de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X».


Catecismo de las verdades oportunas: los “ralliés” (vistos por Mons. Lefebvre)

ción del demonio para debilitar o reducir a la nada nuestra obra. La primera tentación consiste en mantener buenas relaciones con el papa o los obispos actuales. Evidentemente es más normal estar en armonía con las autoridades que estar en conflicto con ellas. La Hermandad será entonces acusada de exagerar los errores del Concilio Vaticano II, de criticar abusivamente los escritos y los actos del papa y de los obispos, de apegarse con una rigidez excesiva a los ritos tradicionales y, en definitiva,

«Las comunidades que han obtenido la liturgia tradicional a cambio de su silencio sobre los errores del Vaticano II son en particular la Fraternidad San Pedro, el Instituto Cristo Rey, la abadía benedictina de Barroux, la Hermandad San Vicente Ferrer en Chémere, el Instituto de Opus Mariae, las dominica docentes de la rama de Pontcallec, la Administración Apostólica San Juan María Vianney de Campos, en Brasil. Estas comunidades son generalmente designadas bajo el nombre global de “comunidades Ecclesia Dei”». En la fotografía, Mons. Fernando Arias Riffan, Superior de la Hermandad San Juan María Vianney, que tras haber publicado las 62 razones para no asistir a la nueva misa, asumió que fue una equivocación.

de presentar una tendencia al sectarismo que la conducirá algún día al cisma. Une vez mencionada la palabra cisma se servirán de ella como de un espantajo para dar miedo a los seminaristas y a sus familias, conduciéndolas a abando-

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nar la Hermandad tanto más fácilmente cuanto que los sacerdotes, los obispos y Roma pretenden ofrecer garantías a favor de cierta Tradición”(23). 16 - ¿La posición de los ralliés conduce al cisma? La posición de los ralliés conduce al cisma. Porque el cisma consiste no solamente en rechazar la primacía del Papa sino también en rechazar la Tradición. Ahora bien, participar en esa demolición de la Tradición participa de una actitud cismática. “Esta Iglesia conciliar es una iglesia cismática, porque rompe con la Iglesia católica de siempre. Esta Iglesia conciliar es cismática porque ha tomado como base su puesta al día conforme a principios opuestos a los de la Iglesia católica. La Iglesia que afirma semejantes errores es a la vez cismática y herética. Esta Iglesia conciliar no es ya pues católica.”(24) “En la medida en que el Papa se alejaría de esta tradición, se convertiría en cismático, rompería con la Iglesia. (…) Todos aquellos que cooperan a la aplicación de esta transformación aceptan y adhieren a esta nueva iglesia conciliar y entran en cisma.”(25) 17 - ¿Son válidos los sacramentos de los sacerdotes ralliés? Los sacramentos de los sacerdotes ralliés son válidos en la medida en que sus ordenaciones lo son (respecto de los sacramentos que requieren que el ministro sea sacerdote). Ahora bien, cabe alguna duda sobre el sacerdocio de los clérigos ralliés que han sido ordenados por obispos a su vez ordenados dudosa-


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Catecismo de las verdades oportunas: los “ralliés” (vistos por Mons. Lefebvre)

mente en razón de intenciones equívocas y del nuevo rito de las ordenaciones episcopales (desde 1968). En cuanto a las confirmaciones dadas en las comunidades ralliées, la duda de la validez se plantea adicionalmente en relación con la materia utilizada para el santo crisma. Si el aceite no es aceite de oliva, como hoy está autorizado y se practica, una duda subsiste. “Todos estos seminaristas que están aquí presentes, si mañana Dios me llamase, y sin duda ello ocurrirá sin que tarde mucho, y bien, esos seminaristas ¿de quién recibirán el sacramento del orden? ¿De los obispos conciliares, cuyos sacramentos son todos dudosos porque no se sabe exactamente cuáles son sus intenciones? ¡No es posible!”(26) 18 - ¿Podemos asistir a las misas de los ralliés? No, no podemos asistir a las misas de los ralliés, primeramente porque la asistencia a misa es una profesión pública de fe y esta profesión de fe se altera por los ralliés, en segundo lugar porque la asistencia a la misa ralliée comporta una relativización de las oposiciones doctrinales, y en tercer lugar porque tal asistencia desarrolla contactos peligrosos para la fe. “Dicen también: la misa está bien, vamos a ella. Sí, está la misa. Está bien, pero hay también el sermón; hay el ambiente, las conversaciones, los contactos antes y después, que hacen que suavemente se cambia de ideas. Es pues un peligro y por ello, de manera general, estimo que eso forma un todo. No se va solamente a misa, se frecuenta un medio. Hay evidentemente gente que es

atraída por las bellas ceremonias, que van también a Fontgombault, donde se ha retomado la misa antigua. Se encuentran en un clima de ambigüedad que, a mi modo de ver, es peligroso. Desde el

«No podemos asistir a las misas de los ralliés, primeramente porque la asistencia a misa es una profesión pública de fe y esta profesión de fe se altera por los ralliés, en segundo lugar porque la asistencia a la misa ralliée comporta una relativización de las oposiciones doctrinales, y en tercer lugar porque tal asistencia desarrolla contactos peligrosos para la fe». En la fotografía, celebración de la Santa Misa por el cardenal Guido Pozzo, antiguo secretario de Ecclesia Dei.

momento en que se encuentra uno en ese ambiente, sometido al Vaticano, sometido en definitiva al Concilio, se termina por convertirse en ecumenista”(27). 19 - ¿Cuál debe ser nuestra actitud respecto de los ralliés? “[Dom Gérard] querría al mismo tiempo conservar la amistad y el apoyo de los tradicionalistas, lo cual es inconcebible. Nos acusa de ser “resistencialistas”(28). “No tendremos ya ninguna relación con el Barroux y advertimos a todos nuestros fieles que no apoyen ya una obra en adelante en manos de nuestros enemigos, enemigos de Nuestro Señor y de su Reino universal”(29). “Es claro que todos aquellos que nos dejan por sedevacantismo o porque quie-


Catecismo de las verdades oportunas: los “ralliés” (vistos por Mons. Lefebvre)

ren someterse a la jerarquía actual de la Iglesia al tiempo que esperan conservar la Tradición, no podemos ya tener relaciones con ellos. No es posible. Decimos, nosotros, que no se puede estar sometido a la autoridad eclesiástica y conservar la Tradición. Ellos afirman lo contrario.

«Nosotros hubiéramos podido adoptar otras actitudes, especialmente la de la oposición radical: “El Papa admite las ideas liberales, por tanto es herético, por consiguiente. no hay Papa”. Es el sedevacantismo. Se acabó, ya no se mira más a Roma. Los cardenales nombrados por el Papa no son cardenales, todas sus acciones son nulas” (...) Personalmente siempre he pensado que se trataba de una lógica demasiado simple. Y la realidad no es tan simple. No se puede tachar a cualquiera de herético auténtico tan fácilmente. Por eso me pareció que debía permanecer de este lado de la realidad y conservar el contacto con Roma; de considerar que en Roma había, a pesar de todo, un sucesor de Pedro. Un mal sucesor, es cierto, al que no hay que seguir, porque tiene ideas liberales y modernistas (...). Esta actitud que, personalmente, he creído que era mi deber, es de todas maneras la más prudente, la más razonable y, al mismo tiempo, la más apostólica, pues mantiene la esperanza de poder convertirle. A fuerza de oposición y manifestarle nuestra postura quizás el Papa acabe por reflexionar. A la inversa que los sedevacantistas, nosotros actuamos frente al Papa como frente al sucesor de Pedro. Nos dirigimos a él como tal y rogamos por él. La mayoría de los fieles y de los sacerdotes tradicionalistas estiman también que ésta es la solución más prudente y juiciosa: reconocer que hay un sucesor de Pedro, pero al que es necesario oponerse, a causa de los errores que difunde. Mons. Lefebvre

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Es engañar a los fieles. (…) nosotros queremos estar absolutamente indemnes de componendas tanto respecto de los sedevacantistas como respecto de quienes someterse a la autoridad eclesiástica”(30). “Que tengamos contactos con ellos para recuperarlos para la Tradición, para convertirlos, si acaso. Es el buen ecumenismo. Pero dar la impresión de que casi lo lamentamos y que, después de todo, iríamos encantados a hablar con ellos, no es posible”(31).

20 - ¿Al contrario, no habría que unirse y hacer frente común? “El pacto de alianza estaba en vigor desde hacía 15 años. No había más que renovarlo el 30 de junio en la unanimidad doctrinal y prudencial: era indispensable para continuar el combate por Cristo Rey. (…) Quien [Dom Gérard] rompió la alianza sagrada llama ahora a una nueva alianza”(32). “Creo que lo que ha contribuido a perder a Dom Gérard es su preocupación por “abrirse a todos aquellos que no están con nosotros y que podrían también sacar provecho de la liturgia tradicional”. Nosotros queremos intentar, decía, no tener ya esa actitud crítica, estéril, negativa. Vamos a esforzarnos por abrir nuestras puertas a todos los que eventualmente no tengan nuestras ideas, pero que amen la liturgia, a fin de hacerles participar también en los beneficios de la vida monástica. Desde aquella época yo me había inquietado por lo que consideraba como una operación muy peligrosa. Era la apertura de la Iglesia al mundo y se ha constatado ciertamente que es el mundo el que ha


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Catecismo de las verdades oportunas: los “ralliés” (vistos por Mons. Lefebvre)

convertido a la Iglesia. Dom Gérard se ha dejado contaminar por ese medio que ha recibido en su monasterio”(33). 21 - ¿No es un poco severo? “Pero no. (…) No tenemos dificultades con Roma con el corazón alegre. No es por gusto por lo que hemos debido combatir. Lo hemos hecho por principios, por guardar la fe católica. Y ellos estaban de acuerdo con nosotros. Y después, de golpe, se abandona el verdadero combate para aliarse con los destructores bajo pretexto de que se les concede algunos privilegios. Es inadmisible. Han abandonado prácticamente el combate de la fe. Ya no pueden atacar a Roma”(34). m (1) Mons. Lefebvre, carta del 18 de agosto de 1988 al padre Tomás de Aquino. (2) Entrevista exclusiva con Mons. Marcel Lefebvre, Fideliter nº 79 de enero-febrero 1991. (3) Para más información, podemos remitirnos a Combat de la foi nº 176 “Ecclesia Dei? Danger!”, marzo de 2016, o al Padre Gaudron, Catecismo católico de la crisis en la Iglesia, ed. Fundación San Pío X, 2014, último capítulo. (4) Entrevista exclusiva con Mons. Marcel Lefebvre, Fideliter nº 79 de enero-febrero 1991. (5) Entrevista exclusiva con Mons. Marcel Lefebvre, Fideliter nº 79 de enero-febrero 1991. (6) En su carta al Papa del 8 de julio de 1988 Dom Gérard solicitaba para sus monjes “la gracia de que se nos levanten todas las censuras e irregularidades en que hayamos podido incurrir por el hecho de que la mayor parte de nuestros sacerdotes han sido ordenados por Su Excelencia Monseñor Marcel Lefebvre, entonces suspenso” Fideliter nº 67 enerofebrero 1989, p. 10. “Es una razón suplementaria para no aceptar un cisma y lo he dicho públicamente desde las primeras amenazas hechas contra Écône, hace ya un año” (R.P. Bruno de Blignières, Famille chrétienne, 21 de julio de 1988). (7) Entrevista exclusiva con Mons. Marcel Lefebvre, Fideliter nº 79 de enero-febrero 1991. (8) En dependencia de la comisión romana fundada por el motu proprio epónimo por el que se condenaron las consagraciones de 1988. Esta Comisión ha sido suprimida el 19 de enero de 2019 y sus competencias absorbidas por la Congregación para la Doctrina de la Fe.

(9) Entrevista exclusiva con Mons. Marcel Lefebvre, Fideliter nº 79 de enero-febrero 1991.“““ (10) Mons. Lefebvre, sermón con ocasión de los 20 años de la Hermandad, Fideliter nº 76 de julioagosto 1990, p. 11. (11) “Dejando por otro lado todas las cosas iguales, es decir la fe y los sacramentos a salvo, es mejor estar de acuerdo con las leyes de la Iglesia que contravenirlas” Declaración de Dom Gérard, Fideliter nº 65, septiembre-octubre 1988, p. 18. (12) “Es perjudicial que la propia Tradición de la Iglesia sea relegada fuera de su perímetro oficial, visible. (…) La visibilidad de la Iglesia es uno de sus caracteres esenciales” Declaración de Dom Gérard, Fideliter nº 65, septiembre-octubre 1988, p. 18. (13) Mons. Lefebvre, carta del 24 de mayo de 1988 al cardenal Ratzinger. (14) Entrevista exclusiva con Mons. Marcel Lefebvre, Fideliter nº 79 de enero-febrero 1991. (15) Mons. Marcel Lefebvre, Fideliter nº 68 de marzo-abril 1989, p. 13-14. (16) Entrevista exclusiva con Mons. Marcel Lefebvre, Fideliter nº 70 de julio-agosto 1989, p. 6. (17) Conferencia de Mons. Lefebvre, Écône, 9 de septiembre de 1988. (18) Padre Schmidberger, Fideliter nº 65 de septiembre-octubre 1988, p. 20. (19) Entrevista exclusiva con Mons. Marcel Lefebvre, Fideliter nº 70 de julio-agosto 1989, p. 6. (20) Mons. Lefebvre, carta del 20 de mayo de 1988 al papa Juan Pablo II. (21) Dom Gérard, sermón del 2 de agosto de 1987, Fideliter nº 67 de enero-febrero 1989, p. 5. (22) Entrevista exclusiva con Mons. Marcel Lefebvre, Fideliter nº 70 de julio-agosto 1989, p. 13-14. (23) Carta de Mons. Lefebvre a Mons. de Galarreta en 1989. (24) Reflexiones, 29 de julio de 1976, Itinéraires, La condamnation sauvage, nº 40. (25) Mons. Lefebvre, entrevista al Figaro del 2 de agosto de 1976. (26) Mons. Lefebvre, sermón de las consagraciones. (27) Entrevista exclusiva con Mons. Marcel Lefebvre, Fideliter nº 79 de enero-febrero 1991. (28) Mons. Lefebvre, carta del 18 de agosto de 1988 al padre Tomás de Aquino. (29) Mons. Lefebvre, carta del 18 de agosto de 1988 al padre Tomás de Aquino. (30) Conferencia en Flavigny, diciembre de 1988, Fideliter nº 68, p. 16. (31) La Iglesia infiltrada por el modernismo, p. 139. (32) Padre Schmidberger, Fideliter nº 65 de septiembre-octubre 1988, p. 20. (33) Mons. Lefebvre, Fideliter nº 66 de noviembrediciembre 1988, p. 14-15. (34) Entrevista exclusiva con Mons. Lefebvre, Fideliter nº 79 de enero-febrero de 1991.


50 años de Humanae vitae: teorías y prácticas inmorales y legitimidad de cierta regulación de la natalidad Padre José O.F.M.

E

l 25 de marzo de 1347 nació el vigesimotercero entre los hijos de Jacobo y Lapa Benincasa. La llamaron Catalina. Habría de convertirse en santa Catalina de Siena. Dos hijos más llevarían hasta veinticinco el número total de los hijos del humilde tintorero de Siena. Hoy, en lo que se acostumbra a llamar “la Tradición” para designar a la población católica que se reconoce en el combate llevado a cabo por el arzobispo Marcel Lefebvre, existe una familia de 19 hijos que es, que yo sepa, la más numerosa de nuestro grupo de población. La evocación de esos números suscita en general más fácilmente la crítica que no la admiración. Las razones parecen perentorias para censurar a los padres cuya fecundidad parece irreflexiva. En cualquier caso, se piensa, si las condiciones de vida del siglo XIV italiano permitían quizá la existencia de tales familias, la vida moderna las excluye radicalmente. Al recordar que han existido o existen todavía familias con tantos hijos, mi intención no es en absoluto que los padres se fijen como objetivo ¡tener el mayor número posible de hijos! Tal pretensión sería absurda y de ningún modo conforme al espíritu de la Iglesia. Se trata más bien de mostrar que la cuestión del número de hijos es tanto más delica-

da cuanto que el abanico de ese número puede ser más amplio que lo que a menudo estimamos. Si se está de acuerdo en la idea de que debe tenerse el número de hijos que Dios quiera ¿cómo conocer ese número? Antes que correr el riesgo de juicios temerarios sobre unos u otros ¿no habría más bien que postular que circunstancias extremadamente diversas, de una familia a otra, pueden explicar de

Catalina de Siena tuvo 24 hermanos. Por desgracia, la mitad murieron en edades tempranas, incluida su hermana gemela.

manera perfectamente legítima la gran variabilidad del número de hijos? Me parece útil exponer a qué principios hay que remitirse para que la fecundidad de los esposos católicos sea lo que debe ser: generosa y razonable.


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Comencemos por excluir las teorías y las prácticas inmorales de regulación del número de hijos antes de recordar la doctrina tradicional de la Iglesia que exalta la familia numerosa pero reconoce la existencia de motivos que permiten a los esposos, con plena buena conciencia, espaciar los nacimientos, vale incluso decidir no tener ningún hijo más.

«El matrimonio es la célula fundamental de la sociedad que une en un destino común a un hombre con su mujer y sus hijos. Esta comunidad familiar tiene su origen en un contrato elevado a la dignidad de sacramento, libremente consentido, que comporta unos compromisos prescriptos por la ley natural y por el Creador. La libertad del contrato reside en la elección del cónyuge, pero no sobre las obligaciones que, por ser tales, no pueden depender de la voluntad humana. En efecto, los fines del matrimonio son los siguientes: la procreación y la educación de los hijos, la ayuda mutua facilitada por la unidad de los espíritus y los corazones en la busca de una perfección más grande. El respeto a estos fines asignados por Dios al matrimonio debe traerles a los esposos y a sus hijos el verdadero bien al cual Dios los destina para su mayor gloria. Monseñor Lefebvre, Cartas pastorales

I – Teorías y prácticas inmorales En otra ocasión(1) ya mostré cómo, desde el Concilio Vaticano II al Código de Derecho Canónico de 1983, se ha impuesto una perversión en la doctrina de los fines del matrimonio. El escamoteo

de la tradicional distinción entre fin primario y fines secundarios del matrimonio se decidió para hacer triunfar con suavidad esta revolución que consiste en poner en un plano de igualdad, y en realidad invertir, los fines del matrimonio. El sacramento del matrimonio no estaría ya establecido con vistas primero de todo a la procreación y la educación de los hijos, sino en provecho de un perfeccionamiento o “realización” de los esposos. ¿Pero qué es esa realización que curiosamente ha conducido a la relegación de la transmisión de la vida? Es con la mayor frecuencia un egoísmo que no se llama o reconoce como tal, el rechazo de las estrecheces y los sacrificios, evidentemente numerosos, que vienen exigidos por una fecundidad generosa. He aquí por qué no es en absoluto sorprendente que la promoción de esa realización de los cónyuges haya sido acompañada primero en el aula conciliar, después, de una forma muy violenta, con ocasión de la publicación de la célebre encíclica Humanae vitae del 25 de julio de 1968, por la reivindicación de la modificación de la moral de la Iglesia sobre el uso de los medios anticonceptivos. Cientos de teólogos, conferencias episcopales enteras se alzaron públicamente contra la reafirmación de las conclusiones morales tradicionales que el papa Pablo VI recordaba en su encíclica. El Papa del Concilio fue censurado, desmentido, abucheado, y perdió su prestigio y popularidad en el campo progresista por haber reafirmado la exclusión de “toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en


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su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga, como fin o como medio, hacer imposible

«El matrimonio siempre se ha definido por su fin primario: la procreación; y por su fin secundario: el amor conyugal. Pues bien, en el Concilio, quisieron cambiar esta definición y decir que ya no había un fin primario, sino que los dos fines que acabo de mencionar valen igual. El que propuso este cambio fue el cardenal Suenens y aún me acuerdo cómo el cardenal Browne, superior general de los dominicos, se levantó para decir: «Caveatis, caveatis!: [¡Cuidado, cuidado!] Si aceptamos esta definición, vamos a ir contra toda la Tradición de la Iglesia y a pervertir el sentido del matrimonio. No podemos modificar las definiciones tradicionales de la Iglesia». Entonces citó varios textos para apoyar su advertencia y se suscitó una gran emoción en la basílica de San Pedro. El Santo Padre le pidió al cardenal Suenens que moderara los términos que había empleado e incluso que los cambiara. Pero de todos modos, la Constitución pastoral Gaudium et Spes no deja de tener un párrafo ambiguo, en el que se pone el acento en la procreación «sin subestimar por eso los otros fines del matrimonio». El verbo latino prosthabere se puede traducir: «sin colocar en segundo lugar los otros fines del matrimonio», que significa ponerlos a todos al mismo nivel. Así es como quieren entender hoy el matrimonio, y todo lo que se dice de él tiene que ver con la falsa noción que expresaba el cardenal Suenens. Según ella, el amor conyugal —que no ha tardado en llamarse simplemente y de manera mucho más cruda “sexualidad”— es el primero de los fines del matrimonio. Consecuencia: en nombre de la sexualidad todo está permitido: anticoncepción, control de natalidad y, finalmente, el aborto. Una mala definición basta para provocar un desorden total». Monseñor Lefebvre, Carta abierta a los católicos perplejos

la procreación” . No está dentro del objeto de este artículo discutir la pertinencia de la argumentación filosófica utilizada por Pablo VI en su encíclica. Hay que admitir desgraciadamente que la nitidez de sus conclusiones se encuentra fragilizada por justificaciones personalistas. Sin embargo si existiese un aniversario del pontificado de Pablo VI que debiera señalarse, sería ciertamente el del cincuentenario de esta encíclica. Humanae vitae no se contentó con solamente condenar “como ilícito el uso de medios directamente contrarios a la fecundación, aunque se haga por razones aparentemente honestas y serias”(3) sino que, por otro lado, reafirmó que, por “serios motivos”, “es lícito tener en cuenta los ritmos naturales inmanentes a las funciones generadoras para usar del matrimonio sólo en los periodos infecundos”(4). En esto la encíclica de Pablo VI se inscribía igualmente en la perspectiva tradicional que admite la existencia de motivos graves para que los esposos, provisional o incluso definitivamente, limiten sus relaciones a los periodos agenésicos. Al actuar de tal suerte “se sirven legítimamente de una disposición natural”, mientras que recurriendo a medios directamente contrarios a la fecundación “impiden el desarrollo de los procesos naturales”(5). Pero hacen sin embargo falta esos motivos serios para que los esposos limiten provisional o definitivamente sus relaciones al solo periodo de infecundidad del ciclo. Y hay que insistir sobre la necesidad de uno de los motivos precisamente enumerados por Pío XII para que los esposos actúen así. Si ninguno de esos motivos existiera, esta práctica de los esposos se haría entonces ilegítima y pecaminosa. De ahí (2)


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la importancia de recordar ahora cuáles son los motivos que la Iglesia reconoce como válidos. II – Motivos que fundamentan la legitimidad de cierta regulación de la natalidad Refirámonos a las enseñanzas de Pío XII, en particular a su Discurso a los participantes del Congreso de la Unión Católica italiana de comadronas del 29 de octubre de 1951. He aquí dos extractos del mismo cuya importancia es capital. En el primero, Pío XII demuestra por qué no cabe que los esposos restrinjan lícitamente el uso del matrimonio a los periodos estériles sin motivos graves: “El contrato matrimonial, que confiere a los esposos el derecho de satisfacer la inclinación de la naturaleza, les constituye en un estado de vida, el estado matrimonial; ahora bien, a los cónyuges que hacen uso de él con el acto específico de su estado, la Naturaleza y el Creador les imponen la función de proveer a la conservación del género humano. Esta es la prestación característica que constituye el valor propio de su estado, el bonum prolis. El individuo y la sociedad, el pueblo y el Estado, la Iglesia misma, dependen para su existencia, en el orden establecido por Dios, del matrimonio fecundo. Por lo tanto, abrazar el estado matrimonial, usar continuamente de la facultad que le es propia y sólo en él es lícita, y, por otra parte, substraerse siempre y deliberadamente sin un grave motivo a su deber primario, sería pecar contra el sentido mismo de la vida conyugal”(6).

¿Cuáles son pues los motivos serios? Es lo que expresa ahora el Papa: “De esta prestación positiva obligatoria pueden eximir, incluso por largo tiempo y hasta por la duración entera del matrimonio, serios motivos, como los que no raras veces existen en la llamada “indicación” médica, eugenésica, económica y social. De aquí se sigue que la obser-

Bien podemos decir que Ia Encíclica de Pío XI Casti connubii (31 diciembre 1930), el Discurso de Pío XII a los participantes del IV Congreso Internacional de Médicos católicos reunidos en Roma (29 septiembre 1949) y éste que nos ocupa a las comadronas (29 octubre 1951), forman una trilogía magnífica en Ia que se expone con claridad meridiana Ia doctrina completa de Ia Iglesia Católica sobre el matrimonio, no sólo en su aspecto dogmático, sino, principalmente, en su aspecto moral. Si añadimos Ia Encíclica de León XIII Arcanum divinae sapientiae (10 febrero 1880), Ia doctrina sobre el matrimonio es completa. Cuando Pío XII tenía interés en tratar a fondo un tema, su discurso llevaba Ia impronta de una mayor gravedad y solemnidad y un desarrollo más amplio. Su trascendencia iba más allá del grupo de oyentes a quienes hablaba, pues se dirigía a toda Ia Iglesia y a todo el mundo.

vancia de los tiempos infecundos puede ser “lícita” bajo el aspecto moral; y en las condiciones mencionadas es realmente tal. Pero si no hay, según un juicio razonable y equitativo, tales graves razones personales o derivadas de las circunstancias exteriores, la voluntad


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de evitar habitualmente la fecundidad de la unión, aunque se continúe satisfaciendo plenamente la sensualidad, no puede menos de derivar de una falsa apreciación de la vida y de motivos extraños a las rectas normas éticas”(7). Importa ahora dar algunas precisiones sobre las cuatro categorías de motivos, citados por Pío XII, que pueden pues ser de orden médico, de orden eugenésico, de orden económico y de orden social. Las serias razones de orden médico son: “ciertas deficiencias de salud que podrían comportar, en caso de maternidad, graves inconvenientes sea para la madre, sea para el niño que ha de nacer”(8). No es contemplable, en un simple artículo, dar cuenta de todos los matices y consideraciones, de orden esencialmente médico, que intervienen al respecto. Me contento con indicar aquí que “por el lado de la madre, las razones de salud pueden significar sea excepcionales y peligrosas dificultades en el parto, sea riesgo de agravamiento de enfermedades preexistentes al embarazo y que compliquen gravemente éste, sea un estado de grave fatiga o de agotamiento proveniente de una maternidad precedente o de un parto particularmente difícil”(9). Por el lado del niño que ha de nacer, “si con una nueva maternidad se corriese el riesgo de graves repercusiones sobre la salud del niño, habría ahí de nuevo motivos legítimos de regulación de la natalidad”(10) y hay que añadir que “una enfermedad seria o una grave depresión del lado del padre pueden considerarse igualmente como motivos válidos”(11). A estas razones hay todavía que añadir la de “la presencia de taras graves y probablemente hereditarias

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en uno y, sobre todo, en uno y otro de los cónyuges”(12). Es evidentemente de valor preciosísimo el poder consultar a un médico cualificado, concienzudo, perfectamente al tanto de la moral católica. Precisemos finalmente que lo que Pío XII llama indicación eugenésica corresponde en realidad a los motivos médicos considerados justamente del lado del niño que ha de nacer. Las razones de orden económico son “las dificultades materiales tan dolorosas a veces, tan trágicas, en que se debaten hogares en tal grado numerosos” (13) . Ciertamente existen, y sería necesario entrar aquí en desarrollos importantes sobre una situación que se hace cada vez más difícil para las familias numerosas, perjudicadas por la legislación y la fiscalidad. ¿Cómo favorecer al máximo el hecho de que las madres puedan quedarse en casa para cumplir serenamente su misión esencial respecto de sus hijos? ¿La aprehensión por no poder asegurar el pago de los gastos de escolaridad en colegios privados justifica la búsqueda de un segundo salario? ¿Pero una madre que trabaje fuera de su domicilio, estará entonces en situación de cumplir convenientemente su papel, en particular respecto de los más pequeños? Surgen muchas más preguntas difíciles, enmarañadas unas con otras, y las respuestas que se intenta dar deben ser seguidamente personalizadas en cada caso. ¿Dónde está la prudencia? No se trata ni de caer en la pusilanimidad ni de confundir la confianza en Dios con un providencialismo ciego. Hay que estar persuadidos de que los hombres no quedan jamás desamparados ni confrontados a situaciones sin respuesta. Pero para seguir por el buen camino deben dar sin cesar pruebas de “confianza in-


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quebrantable en Dios, al tiempo que recurren a las luces de la sabiduría cristiana”(14). Buscar consejo en un matrimonio más veterano y en un sacerdote se revela a menudo muy útil. Los motivos de orden social, según el P. Dantec, serían extremadamente raros. Se trataría de un compromiso enteramente excepcional por el cual los esposos se pondrían al servicio “de la comunidad temporal o religiosa”(15). No parece necesario insistir aquí, pues los esposos no podrían avanzar por semejante camino con sus solas luces, sino que estarían forzosamente obligados a consultar a sacerdotes acerca de su proyecto. Como se ve, existen pues ciertamente motivos para limitar las relaciones conyugales a los periodos agenésicos. La Iglesia los reconoce y los esposos afectados por uno de estos motivos pueden pues, con total seguridad de conciencia, no usar del matrimonio, por un tiempo o incluso definitivamente, salvo durante esos periodos. Una observación del canónigo Leclercq podrá no obstante ser útil para manifestar en qué estado de espíritu deben encontrarse los esposos para que su juicio sea claro: “Un juicio ponderado en esta materia depende de las disposiciones generales. Quien está impregnado por el terror al niño encontrará siempre pretextos para limitar su número de forma excesiva”(16). No pertenece ni a los sacerdotes ni a los esposos fundar su juicio sobre criterios distintos de los que han sido dados por la Santa Iglesia. Finalmente hace falta subrayar con Pío XII que cuando la observancia de los periodos agenésicos o bien no procura seguridad suficiente o debe excluirse por otros motivos, la abstinencia absoluta es entonces la única respuesta, y Pio XII insiste en que no se repute esta

solución heroica como imposible, pues Dios no exige nunca lo imposible. Dejemos a Pío XII la última palabra: “Dios visita a las familias numerosas con los gestos de su Providencia, a la cual los padres, especialmente quienes son pobres, ofrecen un testimonio evidente por el hecho de poner en Ella toda su confianza, en el caso en que las posibilidades humanas no bastarían. ¡Confianza bien fundada y en absoluto vana! La Providencia –para expresarnos con palabras y conceptos humanos- no es propiamente el conjunto de actos excepcionales de la clemencia divina, sino los resultados ordinarios de la armoniosa acción de la sabiduría del Creador, de su bondad y de su omnipotencia infinita. Dios no niega los medios de vida a quien llama a la vida. El Divino Maestro enseñó explícitamente: “¿no es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?” (Mt 6,25)(17). m (1) Foyers Ardent s nº 10 (julio-agosto 2018), pp. 4 y 5. (2) Pablo VI, encíclica Humanae vitae del 25 de julio de 1968, nº 14. (3) Ibidem nº 16. (4) Ibidem nº 16. (5) Ibidem nº 16. (6) Pío XII, discurso del 29 de octubre de 1951, “III. Un tercer aspecto …”. (7) Ibidem, “III. Un tercer aspecto …”. (8) P. François Dantec, Guide Moral de l´Amour Chrétien (1951), reed. Le Moulin du Pin. Ciertos puntos de vista de este libro nos parecen sin embargo discutibles. (9) Ibidem, p. 53. (10) Ibidem, p. 54. (11) Ibidem, p. 54. (12) Ibidem, p. 54. (13) Ibidem, p. 55. (14) Ibidem, p. 50. (15) Ibidem, p. 56. (16) Canónigo Leclercq, Le prêtre et la famille, mayo-junio 1954, p. 28. (17) Pío XII, Discurso al Congreso de Familias Numerosas, 20 de enero de 1958.


La Anti-Música Christopher Fleming

V

ivimos en una época paradójica. Por un lado, muchos siguen apreciando la belleza; pero por otro lado, el mundo moderno parece incapaz de producir belleza. A pesar de los estragos causados por la música Pop, las salas de conciertos se siguen llenando cada vez que se interpreta el Requiem de Mozart; todos los días hay cola para entrar a las grandes pinacotecas del mundo, donde se exhiben las obras maestras de las bellas artes, como El Prado de Madrid, The National Gallery de Londres, el Louvre de París, etc.; siempre hay miles de turistas deambulando por Venecia, rindiendo homenaje a la ciudad más bella del mundo. Sin embargo, la música, las obras de arte, y los edificios de cualquier tipo que se crean hoy en día son casi todas inconmensurablemente feas. Además, ni siquiera gustan al público. No hay más que acudir a un concierto de música clásica de “vanguardia” o darse un paseo por un museo de “arte moderno”; por mucha publicidad y apoyo institucional que se den, no van más que cuatro gatos. ¿Cómo es posible que haya tal abismo entre lo que se crea y los gustos reales de la gente? Como músico y profesor de conservatorio, puedo hablar con conocimiento sobre lo que ocurre en el mundo de la música. Dentro de la música clásica, o como se denomina a veces, la “música culta”, existen dos tipos de compositores: primero, están los compositores que componen para su disfrute y para el dis-

frute de su público. Lo podrán hacer con más o menos acierto, con mejor o peor gusto, pero lo cierto es que intentan crear música que guste. Dicho de otra manera, sus composiciones aspiran a ser bellas en algún sentido. Luego están los compositores que les importa un rábano si su música gusta a alguien; normalmente ni siquiera les gusta a ellos mismos. Lo que les motiva no es buscar belleza en sus composiciones, sino estar a la última, seguir las tendencias más vanguardistas. Tienen una idea en su cabeza y la siguen, sin importarles el resultado sonoro de su música.

Arnold Schoenberg, otro judío que, al igual que Karl Marx, abrió una puerta decisiva a la Revolución.


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La Anti-música

Para entender cómo se abrió esta brecha entre el compositor y el público tenemos que remontar hasta Arnold Schoenberg, que en los años ´20 del siglo pasado inventó un nuevo método para componer, el dodecafonismo. Según este sistema, todos los doce tonos de las escala tienen absoluta igualdad, lo contrario del sistema tonal tradicional en Occidente. El dodecafonismo funciona siguiendo un orden predeterminado de los doce tonos, llamado serie, a la que se somete a operaciones cuasi matemáticas. Schoenberg fue un gran compositor y algunas obras de su primera etapa expresionista merecen la pena; el problema es que abrió la caja de Pandora, y a partir de él la música culta entró en una espiral decadente de locura. Al anteponer un sistema, una idea, a lo que nuestro oído percibe y lo que nuestra inteligencia es capaz de entender, Schoenberg creó la corriente de la anti-música, que a parte de ser fea, se regodea en la fealdad. Si no me cree el lector, que escuche por sí mismo un cuarteto de Anton Webern, discípulo de Schoenberg. Los compositores que dominaron la escena musical de los años ´50 y ´60 no hicieron más que ahondar en el abismo que Schoenberg había abierto, y muchos aún no han salido de allí. Igual que en las artes plásticas, los compositores buscaban la manera de sorprender por encima de todo. Ya no era necesario tener ni las mínimas nociones de solfeo para ser un compositor famoso. Un ejemplo es el arquitecto, Iannis Xenakis, que “compuso” sus obras experimentales con ordenadores, usando fórmulas matemáticas. Fue la época del compositor-farsante, cuya única regla era que no había reglas. Igual que en las artes plásticas, la música se vio

reducida a la idea del creador. Una de las figuras más renombradas fue Karlheinz Stockhausen, que, entre otras genialidades, compuso una pieza para cuarteto de cuerda y cuatro helicópteros. A nadie le importa como suena la obra; a nadie le parece bella. Lo único importante es que

El Helikopter-Streichquartett (en español Cuarteto de Cuerdas para Helicóptero) es una de las piezas más conocidas de Karlheinz Stockhausen, y uno de las más complejos de realizar. Se trata de un cuarteto de cuerdas, cuatro helicópteros con pilotos, así como el equipo y los técnicos de audio y video para transmitir en directo desde los helicópteros al teatro. Fue estrenada y grabada en 1995.

tuvo una idea original e hizo algo que a nadie se le había ocurrido antes; por esta razón alcanzó la fama y está en los libros de historia de la música. ¡No me sorprendería que en el Infierno se oiga la “música” de Stockhausen! Creo que los compositores que eligen el camino de vanguardia, de la anti-música, lo hacen por una de tres razones: 1. son personas que carecen del talento necesario para crear música que alguien quiera escuchar; 2. son demasiado perezosas para afrontar el trabajo arduo de la composición y prefieren el atajo de la música conceptual; 3. son una combinación de ambas cosas. Es realmente asombroso como hoy en día cualquier cosa


La Anti-música

Los monasterios benedictinos son la cuna de la civilización occidental y donde nació la música clásica

se puede convertir en una obra de arte; basta que los compositores de vanguardia den explicaciones llenas de palabras altisonantes, que ilustren en una pizarra las fórmulas matemáticas que han utilizado, para que unos ruidos insoportables se consideren la música más sublime. He estado en conferencias de renombrados compositores cuya música no tiene mayor interés que el ruido de un taladro. O son charlatanes de la peor calaña o son locos que han perdido por completo su conexión con la realidad. Creo que algunos empiezan siendo lo primero, para acabar siendo lo segundo. Lo realmente extraordinario es que, a pesar del NULO interés del gran público por las elucubraciones experimentales de la anti-música, las instituciones la siguen apoyando. Constantemente se están organizan (y subvencionando) festivales de música contemporánea, para que las salas vacías escuchen los ruidos infernales que la élite llama música. Los compositores que obtienen becas, que consiguen cátedras en las universidades y conservatorios, cuyas obras se estrenan con orquestas mantenidas con dinero público, suelen ser de la corriente anti-musical. He comprobado como un concierto que incluye una obra “contemporánea” suele

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recibir LA MITAD de público que cabría esperar si fuera todo música de verdad. La anti-música sólo se mantiene a base de subvenciones, un poco como el cine español de la época socialista, que año tras año se proyectaba en salas vacías, con pérdidas millonarias, pagadas con el erario público. Si a las autoridades les importa tan poco la afluencia de público y la rentabilidad; si se empeñan tanto en obligarnos a soportar la anti-música, debe ser que su apoyo a esta corriente obedece a una agenda. Debe ser que hay una conspiración para destruir el sentido estético de la gente. Debe ser que se está librando una guerra contra la belleza. Reflexionando sobre la anti-música, me parece interesante la relación entre lo que ocurría en el mundo durante el siglo XX y la guerra contra la música. El teórico más influyente de la vanguardia musical de la posguerra, Theodor Adorno, un judío ateo, vinculó expresamente la “nueva música” con sus convicciones comunistas. Él mismo estableció un paralelismo entre la destrucción del sistema tonal tradicional de la música y el derribo de las costumbres morales y estructuras sociales de la burguesía. Aparte de ser un crítico musical importante, Adorno fue uno de las principales figuras en la creación de la Escuela de Fancfort, la escuela de estudios sociológicos y filosóficos de inspiración marxista, que tanto ha influi-


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La Anti-música

do en la destrucción de la cultura Occidental. Una disquisición sobre la Escuela de Francfort excede el ámbito de este artículo, pero basta decir que en los últimos 60 años sus objetivos subversivos se han visto cumplido casi a la letra. Podemos ir más allá en el paralelismo entre la desintegración deliberada de la tonalidad, que ha constituido la base de la música occidental desde la Edad Media, y la lucha de la Revolución contra la Tradición Católica. La música occidental, desde el canto litúrgico de los monjes del siglo VI, que luego tomaría el nombre de canto gregoriano por el Papa San Gregorio Magno, siempre se ha clasificado en modos o tonalidades. Esto significa que según qué pieza, hay notas de la escala que son más importantes que otras. Las reglas de la armonía y el contrapunto tardaron siglos en codificarse, siempre en base de un desarrollo orgánico del lenguaje musical. Los estilos y los géneros musicales evolucionaron como las demás artes; de acuerdo a cambios culturales y sociales, gracias a inventos técnicos, y en función de los gustos estéticos de cada época. No fue hasta el siglo XX que se pretendió destruir los cimientos de la tonalidad y reemplazarla con un lenguaje nuevo y totalmente artificial. La jerarquía natural entre las notas de la escala se sustituyó por un igualitarismo anti-natural. Se rechazó la herencia musical del pasado, fruto de siglos de crecimiento orgánico, y en su lugar se erigió una creación instantánea, que por definición es incapaz de conectar estéticamente con los oyentes. La imposición de la Nueva Misa por el Papa Pablo VI fue fruto de una mentalidad anti-tradicional muy parecida. Los revolucionarios de hoy en día abominan de la herencia de la Cristiandad,

por lo que insisten tanto en el laicismo del Estado. Quieren sustituir el cristianismo, el responsable de la construcción de Occidente, por el indiferentismo religioso, la nada. Para lograr este fin, pusieron en marcha hace tiempo una campaña de propaganda anti-cristiana, desde el evolucionismo en las escuelas, hasta las series de televisión que se mofan de la religión católica. De la misma manera que la música de vanguardia ha vaciado las salas de concierto, el ataque constante contra el cristianismo ha vaciado las iglesias. El problema que muchos laicis-

John Lennon y Paul McCartney hacen signos satánicos en la cubierta de su album “Yellow Submarine”

tas quizás no se han planteado aún es qué hacer frente a las amenazas externas, una vez que han destrozado el motor de su propia civilización y han convertido a sus ciudadanos en borregos hedonistas. Cuanto Occidente necesite soldados que defiendan sus fronteras y sus ciudades, no los encontrará. Si a principios del siglo XX la élite del mundo musical no le hubiera dado la espalda al gran público, dedicándose a escribir música horrible que nadie quería escuchar, se hubiera podido paliar los efectos devastadores


La Anti-música

del Rock & Roll en los años ´50. El problema es que previamente se había dado una deserción en masa; la gente ya se había desconectado de la música clásica. Es interesante notar que en países de Europa del Este, que al otro lado de la Cortina de Hierro estuvieron protegidos de la influencia nociva del Rock & Roll, el aprecio por la buena música (entre la que incluyo la música folclórica tradicional) sigue intacto. El comunismo, a pesar de todos sus crímenes, hizo algo bien; promovió la buena música y mantuvo a sus ciudadanos a salvo de la degeneración moral que trajo la cultura Pop en Occidente. Además, la anti-música, que en Occidente hizo tantos destrozos en el ámbito de la música culta, fue prohibida por las autoridades soviéticas, porque la consideraban una “música decadente”, sin interés para el pueblo, y en eso tenían toda la razón. Durante los años de la Unión Soviética, si los EEUU superaron a su gran rival en cuestiones tecnológicas y deportivas, los pianistas y violinistas del Bloque del Este mostraron una superioridad realmente humillante. Tras la caída del comunismo, sí hubo un influjo de influencias occidentales en Europa del Este, pero el impacto negativo fue mucho menor de lo que cabía esperar, y ahora estamos asistiendo a un auténtico renacimiento espiritual y cultural en dichos países. Por ejemplo, hoy en día los rusos sienten un amor patriótico desbordante por la música de Tchaikovsky, sus orquestas y sus conservatorios siguen estando entre los mejores del mundo, y los músicos gozan

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de un estatus que es impensable aquí en España. En Rusia, no sólo se han abierto unas 30.000 iglesias desde la caída del comunismo hace 30 años (que equivale a TRES nuevas iglesias al día); también se construyen teatros y auditorios por todo el país, ya que la demanda por la música clásica no para de crecer. El antídoto para la anti-música es la buena música, que surgió gracias a siglos de evolución orgánica, a partir de la música litúrgica de la Iglesia Católica. La tradición clásica, con grandes compo-

El antídoto para la anti-música es la buena música, que surgió gracias a siglos de evolución orgánica, a partir de la música litúrgica de la Iglesia Católica.

sitores como Bach, Mozart y Beethoven, es directamente opuesta a lo que muchos en el mundo académico llaman música hoy en día. La primera es tradicional, la segunda es anti-tradicional. En la guerra contra la Revolución es importante no olvidar la cultura. En el bando contrarrevolucionario, no sólo luchamos por defender el dogma y la moral de la Iglesia, sino por preservar la herencia cultural de Occidente en todas sus manifestaciones artísticas. La buena música, no solo la clásica, sino también la música folclórica de los pueblos, es un tesoro cultural que debemos saber apreciar y proteger. m


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Crónica de la Hermandad en España

Desde los primeros siglos de la Iglesia los cristianos han peregrinado a lugares santos y honrado con procesiones a Nuestro Señor Jesucristo, a la Santísima Virgen María y a los santos. Las peregrinaciones y procesiones son excelentes prácticas piadosas, a la vez obras de religión y penitencia y manifestaciones públicas de nuestra santa fe católica. Parte importante de la vida de la Hermandad en España cada año son nuestra peregrinación propia al histórico santuario de Guadalupe, con que tenemos costumbre de comenzar el curso hacia finales de septiembre o comienzos de octubre, la participación en las peregrinaciones internacionales a Chartres por Pentecostés y a Lourdes por Cristo Rey, y las procesiones por las calles vecinas a nuestra capilla de Madrid con motivo de las festividades del Corpus Christi y de la Inmaculada Concepción. En esta ocasión volvemos al último trimestre del pasado año 2018, para traer a estas páginas algunas fotografías de la peregrinación a Guadalupe y de la procesión con que el sábado 8 de diciembre honramos en Madrid a nuestra Madre del cielo y patrona de España. m


Las tres culturas

S

Rvdo. D. Eduardo Montes

i por la frase del encabezamiento se quiere afirmar la existencia de un Al-Andalus tolerante y refinado se afirma una completa falsedad. Lo que sí podría merecer esta consideración de tres culturas armónicas es lo que llamamos Escuela de Traductores de Toledo de la que tratamos aquí. No es en manera alguna creación de los califas cordobeses sino que es una iniciativa cristiana. Para conocer algunos datos de tan interesante historia hay que ir a la década de 1120 y a alguno de sus protagonistas más importantes como el arzobispo de Toledo Raimundo de Sauvetat (Gascuña ?- Toledo 1152) . Este arzobispo Raimundo es uno de los continuadores de los monjes de Cluny que se trajo a Castilla la reina esposa de Alfonso VI (1040/1041 – 1109), que es el rey con quien –casi siempre mal- se relacionará el Cid Campeador. La reina antes aludida se llamaba Constanza de Borgoña (1046-1093) que además era sobrina del Abad de la citada abadía cluniacense. Y el caso es que al ser recuperado Toledo en 1085 por el citado Alfonso VI se encuentran allí muchos libros en los que el Islam, por la enorme extensión alcanzada en sus conquistas, ha podido reunir saberes y técnicas de las más diversas procedencias. Así el número 0 de origen indio y el papel de origen chino. Esta historia tiene su complicación aunque algunos de los meandros que recorre nos son al dos las grandes realizaciones menos en parte conocidos. Esta acumulación de Fueron que dan un realce especial al reinado saber hunde parte de sus raíces en los años fina- de Alfonso VI: la actividad militar y de ampliación del reino con nuevos terles del imperio romano –el imperio romano de la ritorios así como de su organización, Occidente se hundió en el año 476- cuando bue- simbolizadas en la conquista de Toledo na parte de la sabiduría greco-latina se tradujo y la creación de los grandes concejos de villa y tierra. No menos trascendental al siriaco. Y en Siria –entonces país cristiano- los para el futuro de su reino fue la decisión árabes encontrarían todas estas traducciones si- de Alfonso VI de orientar y favorecer en sus tierras la más total asimilación e interíacas y las incorporarían a su patrimonio cul- gración de las corrientes, usos y modos tural. Es por eso que estos libros aparecen en culturales dominantes en Europa.


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Las tres culturas

el Toledo andalusí donde los encuentra el arzobispo Raimundo. Recordemos que el término Al Ándalus se refiere a toda la España musulmana y no sólo al Sur de ella. Además hay allí también gran cantidad de libros de procedencia judía y persa. Y el arzobispo Raimundo va a echar mano de mozárabes –cristianos que habían conservado su fe sometidos al Islam- que conocían a la vez el árabe y el romance castellano, judíos que conocían el hebreo y el romance castellano y clérigos que podían traducir del romance al latín. Con lo cual se culminaba el trabajo de los anteriores. Vemos, pues, una cadena de traducciones sucesivas. El trasvase lingüístico es realmente imponente. Se traducía todo: La obra más importante de Raimundo de Toledo Platón (428/427–348/347 antes de Crisfue el impulso que dio a la formación de la Escuela to), Aristóteles (384-322 antes de Cristo), de Traductores de Toledo, grupo de trabajo que incluía a los mozárabes toledanos, los judíos de la Tolomeo (100-160 de la era cristiana) Euciudad, los profesores de la madrasa de la ciudad clides (325-265 antes de Cristo), filosofía, y nuevos pensadores, fundamentalmente monjes cluniacienses. La riqueza de las bibliotecas toleda- astronomía, medicina, geometría, ciennas en árabe y el conocimiento de esta lengua por cias naturales y hasta un pequeño porparte de los cristianos mozárabes le impulsaron a recuperar textos perdidos de la Antigüedad clási- centaje de alquimia y ciencias ocultas. El ca y a fomentar la transmisión de los importan- libro del gran matemático persa Al-Juates avances de la Escuela Toledana en Medicina, rismi (780-850) –que da el nombre a los Álgebra y Astronomía; este empeño cristalizó en la traducción de numerosas obras del árabe al cas- algoritmos- y el Arte Médica de Galeno tellano, y del castellano al latín (o directamente (129-201/216) llegarán a Europa a partir del árabe o griego al latín), y, poco a poco, dio a conocer también la importante filosofía árabe y de la traducción toledana al latín. Pero no hebrea de corte aristotélico, lo que supuso una sólo hubo traducciones sino que también renovación radical de la Escolástica europea. se dieron aportaciones propias como las llamadas Tablas Alfonsíes, un completo tratado de astronomía que se dice admiraría nada menos que el gran astrónomo Nicolás Copérnico (1473-1543). Así la Escuela de Traductores de Toledo fue una importantísima aportación cultural a la Europa medieval fruto de la reconquista cristiana. m


La primavera del postconcilio L. Pintas

l Complicada cortesía. El pasado 9 de noviembre, cumplimentando a los budistas, el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso dirigió un mensaje al Phra Thepweeraporn, en el que, evocando la figura del Somdej Phra Wanaratana (Pun Punnasiri), antiguo abad

de Wat Phra Chetupon (Wat Pho), y la del Phra Rajratanasunthon (que fue quien trajo al Papa las Escrituras Khom de Phra Malai), se une a la celebración del Wat Phra Chetuphon (Wat Pho), y manda sus respetos a la Asamblea de Sangha del Templo Real. Esto del diálogo interreligioso estará muy mal, sí, pero tendrán que reconocerme que quienes se dedican a él sudan el sueldo que ganan... l Y aquí se acaban las bromas. Sí, porque a los asuntos que nos traemos entre manos para este número no hay forma de sacarles chispa humorísti-

ca. ¿Empezamos? El 21 de diciembre, en el discurso de felicitación navideña a los empleados del Vaticano y a sus familias, el Papa les dijo así: “Entonces, ¿quién es feliz en el Belén? La Virgen y San José están llenos de alegría: miran al Niño Jesús y son felices porque, después de mil preocupaciones, han aceptado este Regalo de Dios, con tanta fe y tanto amor. Están rebosantes de santidad y, por lo tanto, de alegría. Y me diréis vosotros: ¡Anda, claro! ¡Son la Virgen y San José! Sí, pero no pensemos que haya sido fácil para ellos: los santos no nacen, se hacen, y esto vale también para ellos”. Han leído bien: “Los santos no nacen, se hacen, y esto vale también para ellos”. ¡También para la Santísima Virgen! ¿Dónde queda entonces la Inmaculada Concepción? Hay quien ha justificado las palabras de Francisco enumerando las veces que ha ensalzado ese dogma. Otros, destacando que no hay error en decir que Nuestra Señora creció en santidad por la multiplicación de sus actos virtuosos. Y ambas cosas son verdad, pero es que ni una cosa ni otra solucionan el problema, que consiste en que un Papa pueda llegar a decir que la Madre de Dios no nació santa y esa afirmación haya superado cuatro filtros: el de quien lo redactó (porque, aunque a Francisco le gusta improvisar, son palabras que leyó –la foto corres-


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La primavera del postconcilio

ponde al momento–), el de quien lo supervisó, el del pontífice que lo leyó y el de quien lo publicó oficialmente sin rectificar o matizar. Y todo ello, a pesar del escándalo suscitado, pues ya supondrán

que no hemos sido los únicos en detectar la barbaridad. Entonces, ¿qué? ¿Cree el Papa o no en la Inmaculada Concepción? ¿Hay herejía o no la hay? Pues… ¡vaya usted a saber! En esta época de la Iglesia, en la que los contenidos de la fe son relativizados, su expresión en palabras y hechos todavía lo es más. La precisión y exactitud con la que antes se abordaban las cosas sagradas ha desaparecido. Son “los signos de los tiempos”, dicen. Sí: unos signos de pesadilla para una pesadilla de tiempos… l ¿Quién es el Cuerpo de Cristo? Mismo protagonista, mes y medio antes, el 10 de noviembre. Pónganse en situación. Habla un Papa. Se dirige al Comité Pontificio para los Congresos Eucarísticos Internacionales. Empieza señalando la importancia de difundir una “cultura eucarística”. Y aña-

de enseguida: “Los cristianos renuevan cada domingo el gesto sencillo y fuerte de su fe: se reúnen en el nombre del Señor, reconociéndose hermanos entre sí. Y el milagro se repite: en la escucha de la Palabra y en el gesto del Pan partido, incluso la asamblea más pequeña y humilde de creyentes se convierte en el cuerpo del Señor, su sagrario en el mundo”. Pero ¿qué forma es ésta de hablar de la misa? Ese milagro que “se repite” cada domingo, ¿procede de la fe de la asamblea? ¿Dónde queda entonces la intervención del sacerdote? Y ¿es “la asamblea”, no el Pan partido, la que se convierte “en el cuerpo del Señor”? ¿Y cómo puede “la asamblea” ser a la vez “cuerpo” y “sagrario”, si el sagrario es lo que contiene al cuerpo? ¡Circiterismos!, protestaría Romano Amerio, que tantos de ellos denunció en su Iota Unum. Es a base de estos circiterismos, de este hablar sin decir nada bajo apariencia poé-


La primavera del postconcilio

tico-mística, como se ha ido sustituyendo la fe católica por una fe en esa nada, antesala de su pérdida completa. l El precepto dominical, otra “nada”. En estas condiciones, lo de santificar las fiestas asistiendo a misa se va diluyendo. En la práctica, hoy esto ya no se enseña como un mandamiento de la Santa Madre Iglesia que obliga bajo pecado mortal, sino como una muestra

de amor que hay que realizar sin sentirse constreñido a ello. ¡Como si hacer algo por obligación no fuese también una muestra de amor! En esto de mitigar obligaciones, sabíamos hasta ahora que, a partir del Concilio, puede cumplirse con ir a misa el domingo ¡yendo a misa el sábado! Pero ahora sabemos algo más. Puede cumplirse ¡incluso sin

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ir a misa! El domingo 28 de octubre, el obispo de Pinerolo, Olivero Derio, presidió una “celebración ecuménica de la Palabra de Dios” junto al pastor valdense Gianni Genre en la catedral de San Donato de la localidad piamontesa. Hasta ahí, bien. (¡¡Bueno, no, hasta ahí, fatal!! Quiero decir que, a estas alturas, no hay en ello nada que nos sorprenda.) Esa “celebración”, según información parroquial a La Nuova Bussola Quotidiana, sustituyó a la misa de diez de la mañana. Al anunciarla, un aviso diocesano local anunciaba que “los católicos presentes en la iglesia podrán quedarse para recibir la comunión”. Y atención a la perla: “La función es válida para satisfacer el precepto festivo”. Que una “celebración de la Palabra”, y además “ecuménica”, sirva para satisfacer el precepto de ir a “misa”, solo puede indicar que no se aprecian diferencias sustanciales entre “misa” y “celebración de la Palabra”. Lo cual perseguían, sin duda, los impulsores más conspicuos de la reforma litúrgica postconciliar. l Sin “legitimidad” para convertir. Jésus le Messie [Jesús el Mesías] es un grupo francés que busca llamar la atención sobre las dificultades que viven los mahometanos conversos al cristianismo y ayudar a las asociaciones que anuncian “la Buena Nueva de Cristo” a los musulmanes. En sus foros ha participado el cardenal Phlippe Barbarin, arzobispo de Lyon. Y convocaron uno en París para el 2 y 3 de febrero con la presencia del arzobispo de Granada, Javier Martínez. No puede decirse, pues, que les falten apoyos eclesiales. Pese a lo cual, en el portal del obispado de SaintDenis (situada en el entorno de la capital de Francia), el servicio de relaciones con


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La primavera del postconcilio

los musulmanes de la diócesis (dependiente del organismo del mismo nombre de la conferencia episcopal) publicó un comunicado negando “legitimidad” a los

convocantes, a quienes acusa de constituir un “lobby islamófobo”. Y añade: “Mientras que, desde el Vaticano II, la Iglesia nos invita al encuentro y al diálogo con los musulmanes, dando testimonio de nuestra fe y en el respeto al camino religioso de cada cual, este grupo predica el rechazo del otro. Argumenta según dos ejes: por un lado, que el islam es una herejía del cristianismo; y el

rechazo a dialogar con los musulmanes fuera de una voluntad evidente de convertirles al cristianismo. Esta ideología [sic] está en las antípodas de la fraternidad que queremos construir paso a paso; ¡no nos dejemos engañar por los profetas de calamidades!” Expresión ésta (“profetas de calamidades”) con la que Juan XXIII denostó, en el discurso de apertura del Concilio, a todos los que cuestionaban el infantil (o no) optimismo que caracterizó sus preparativos. Los cuales, por buenos profetas que hayan demostrado ser, estoy seguro de que ni barruntaron que un Papa desbarraría sobre la Inmaculada Concepción o la transustanciación, o que se pudiese sustituir la misa del domingo por un discurso valdense en sábado, o que un departamento multidiocesano negase el derecho de un cristiano a convertir musulmanes. m

«No podemos dejar de profesar nuestra fe en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, ni podemos separar a una Persona de otra (por ejemplo, profesar únicamente al Padre), porque las tres Personas son consubstanciales. San Juan dice también muy bien en sus epístolas: «El que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre». En nues-tra fe no se puede separar a las Personas de la Santísima Trinidad. Por eso no se puede decir, como ahora se oye a menudo, que tenemos el mismo Dios que los judíos y musulmanes. Con frecuencia se habla de las “tres grandes religiones monoteístas”, poniéndolas en pie de igualdad, ¡como si adorásemos al mismo Dios! Por el hecho mismo de que los judíos rechazan a Nuestro Señor, por el hecho mismo de que los musulmanes no reconocen la divinidad de Nuestro Señor, ni unos ni otros adoran al mismo Dios que nosotros. De ninguna manera se puede decir que tienen el mismo Dios que nosotros, pues no es cierto. Desde el momento en que se rechaza a la Santísima Trinidad, se rechaza a Dios. Nuestro Señor no está separado del Padre: son consubstanciales, hay un solo Dios. Al negar a Jesucristo ya no se adora al verdadero Dios. No es posible. Hoy en día son errores corrientes en la pluma y en los discursos de cualquier sacerdote, de cualquier teólogo y de cualquier obispo. ¡E incluso las autoridades más elevadas de la Iglesia hablan de las “tres grandes religiones monoteístas”!». Mons. Lefebvre, El misterio de Nuestro Señor Jesucristo


¡A la horca! Robert Hugh Benson Esta novela, inédita hasta ahora en lengua española, fue publicada por Robert Hugh Benson en 1912. Se considera una de las obras más representativas del autor escritas después de su conversión al catolicismo en 1903. En ella, describe con gran fuerza expresiva el heroísmo de los mártires durante el reinado de Isabel I (15331603), hija de Enrique VIII y de Ana Bolena. El relato que presenta hechos y personajes reales, exceptuando a los dos protagonistas, se centra en el dilema de los católicos, forzados a elegir entre la libertad y el honor, si renunciaban a su fe, o la muerte en el patíbulo, si mantenían la fidelidad al Papa. La denuncia de la cruel persecución llevada a cabo por la reina Isabel I contra los católicos despertó la animosidad de la opinión pública inglesa en contra de la obra ensayística, testimonial y literaria del autor, cuyos méritos, no obstante, han sido valorados y reconocidos en muchos países europeos y americanos. Robert Hugh Benson nació el 18 de noviembre de 1871. Era el hijo menor de Edward White Benson, Arzobispo de Canterbury, sede primada de Inglaterra. Después de realizar sus estudios teológicos recibió la ordenación como sacerdote de su padre en 1895. La muerte de este y un viaje por Tierra Santa le supuso una crisis que le alejó del anglicanismo. En 1903 fue recibido en el seno de la Iglesia católica. En 1904 recibió la ordenación sacerdotal y posteriormente le fue concedido el título de Monseñor por el Papa san Pío X. Desplegó una intensa labor como conferenciante y escritor de ensayos, obras de teatro y novelas entre las que destacan Señor del Mundo, publicada originariamente en 1907, y el presente título, ¡A la horca! en 1912. Falleció a los 43 años en 1914.

Pueden hacer su pedido a nuestra dirección. Precio: 19 €


Capillas de la Hermandad San Pío X en España Madrid

Capilla Santiago Apóstol C/ Catalina Suárez, 16 Metro: Pacífico, salida Dr. Esquerdo. Bus: 8, 10, 24, 37, 54, 56, 57, 136, 140 y 141 Domingos: 11 h.: misa cantada 19 h.: misa rezada Laborables: 19 h.

Vitoria

Capilla de los Sagrados Corazones Pl. Dantzari, 8 3er domingo de cada mes, misa a las 11 h.

Granada

Capilla María Reina Pl. Gutierre de Cetina, 32 S3 Siervas de Jesús Sacerdote Autobús: er 1 domingo de cada mes, SERRANILLOS DEL VALLE misa a las 11 h. Domingos: misa a las 10 h. Sábado precedente, misa a las 19 h. Semana: misa a las 8’15 h. Más información: 958 51 54 20 Exposición Stmo. Domingos: 19 h. Jueves: 19 h. Más información: 91 814 03 06 Córdoba C/ Angel de Saavedra, 2, portal B, 2º izq. Lunes siguiente al 1er domingo, Barcelona misa a las 19 h. Capilla de la Inmaculada Concepción Más información: 957 47 16 41 C/ Tenor Massini, 108, 1º 1ª Domingos: misa a las 11 h. Viernes y sábados: misa a las 19 h. Palma de Mallorca Más información: 93 354 54 62 4º domingo de cada mes, misa a las 19 h. Más información: 91 812 28 81

Oviedo

Capilla de Cristo Rey C/ Pérez de la Sala, 51 3er domingo de cada mes, misa a las 19 h. Más información: 984 18 61 57

Valencia

Consultar dirección: 91 812 28 81 3er domingo de cada mes, misa a las 11 h.

También se celebran misas en:

Salamanca, Murcia, Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria.

Para cualquier tipo de información sobre nuestro apostolado y lugares donde se celebra la Santa Misa, pueden llamar al 91 812 28 81 Impreso: Compapel - Telf. 629 155 929


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