Tradición Católica: Enero-marzo 2022

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Indice

Editorial: “Traditionis custodes”, en nombre del Concilio Vaticano II 1

Mantener la Tradición y transmitirla 3 P. Davide Pagliarani

Naturaleza y objetivo de la Hermandad: el Sacerdocio católico 15 P. José María Mestre

La validez no basta para hacer que una Misa sea buena 22

La Fraternidad Sacerdotal San Pío X y la Santa Misa 23 P. Gastón Driollet

Comunicado de la Casa General para pedir oraciones por Ucrania 38 Dejad que los niños se acerquen a mí 39

La primavera del postconcilio 41 L. Pintas

Estipendios para la celebración de la Santa Misa

Misa: 17 € - Novenario: 170 € - Gregoriana: 680 €

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custodes”, en nombre del Concilio Vaticano II

El 8 de septiembre de 2021, un gran número de personalidades laicas adscritas a la misa tradicional escribieron una Carta a los católicos del mundo entero, en la que piden al “Papa Francisco reconsiderar su decisión, derogando Traditionis custodes y restableciendo la plena libertad de celebración de la Misa Tridentina”, citando el versículo del Evangelio según San Mateo: “¿Quién de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra?” (Mt 7, 9)

En esta carta se puede leer: «La intención declarada por el Papa Francisco, en el Motu Proprio Traditionis Custodes del 16 de julio de 2021, es que desaparezca la celebración de la misa de la Tradición de la Iglesia. Esta decisión nos sumerge en la»¿Cómoconsternación.entender esta ruptura con el Misal tradicional, realización ‘venerable y antigua’ de la ‘ley de la fe’, que ha fecundado a tantos pueblos, a tantos misioneros y a tantos santos? ¿Qué daño hacen los fieles que simplemente desean rezar como lo hicieron sus padres durante siglos?

»¿Podemos ignorar que la misa tridentina convierte a muchas almas, que atrae a asambleas jóvenes y fervorosas, que suscita numerosas vocaciones, que ha hecho surgir seminarios, comunidades religiosas, monasterios, que es la co lumna vertebral de muchas escuelas, obras juveniles, catequesis, retiros espiri tuales y Todasperegrinaciones?».estasconsideraciones espirituales y pastorales son muy correctas, pero ¿se puede evitar la cuestión doctrinal? La misa tridentina es la de la teología tradicional expresada por el Concilio de Trento, como escribieron los cardenales Alfredo Ottaviani y Antonio Bacci en su Breve Examen Crítico de 1969, denunciando la heterodoxa ambigüedad de la Nueva Misa:

«El Novus Ordo Missae, si se consideran los elementos nuevos, susceptibles de apreciaciones muy diversas, que aparecen subentendidos o implicados, se aleja de manera impresionante, en conjunto y en detalle, de la teología católica de la Santa Misa, cual fue formulada en la XXII Sesión del Concilio de Trento, el cual, al fijar definitivamente los ‘cánones’ del rito, levantó una barrera infranqueable contra toda herejía que pudiera menoscabar la integridad del misterio».

Los autores de la Carta a los católicos del mundo entero declaran con firmeza:

«Afirmamos solemnemente, ante Dios y ante los hombres: no permitiremos que nadie prive a los fieles de este tesoro [la misa tridentina] que es ante todo el de la Iglesia. No permaneceremos inactivos ante la asfixia espiritual de las vocacio nes que prepara el Motu Proprio Traditionis Custodes.

»No privaremos a nuestros hijos de este medio privilegiado de transmisión de la fe que es la fidelidad a la liturgia tradicional”. Esta exigencia es legítima, pero

Editorial“Traditionis

¿no ganaría fuerza si se basara en una crítica doctrinal al Concilio del que surgió la Nueva Misa?».

En efecto, como reconoce el Padre Claude Barthe en la Res novæ del 1 de sep tiembre: «La misa tridentina cristaliza así la existencia de una Iglesia dentro de la Iglesia, porque representa una lex orandi antecedente y, por tanto, anticonciliar.

»Se pueden hacer compromisos con los excesos de la Iglesia alemana que, en el peor de los casos, son demasiado conciliares, pero no se puede tolerar la antigua liturgia que es anticonciliar. Vaticano II con todo lo que se desprende de él, ¡no se puede discutir!

»De manera muy característica, la Carta que acompaña a Traditionis custo des infalibiliza el Conci lio: la reforma litúrgica se deriva de Vaticano II; sin embargo, este concilio fue un “ejercicio solemne del poder colegial”; dudar de que el Concilio se inserta en el dinamismo de la Tradición es, por tanto, “dudar del mismo Espí ritu Santo que guía a la Iglesia».

Por tanto, afirma el Papa Francisco en el Motu proprio: “Los libros litúrgicos promulgados por los santos Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, en conformidad con los decretos del Concilio Vaticano II, son la única expresión de la lex orandi del Rito Romano” (Art.1).

Y justifica la severidad de sus nuevas disposiciones en la carta de acompaña miento del Motu Proprio, con estas palabras: “Es precisamente el Concilio Vati cano II el que ilumina el sentido de mi decisión de revisar la concesión permitida por mis Predecesores”. Entonces, ¿cómo no criticar al Concilio criticando el Motu proprio que se basa explícitamente en él?

El “aumento insoportable del mundo tradicional, tanto más visible cuanto que se produce en medio del colapso general”, es lo que Francisco y los prelados que le aconsejan quieren frenar a toda costa, porque tal aumento marca la derrota de las reformas en las que quieren creer obstinadamente.

Pero, ¿pueden los sacerdotes y los fieles apegados a la Tradición contrarrestar eficazmente esta progresiva ofensiva de retaguardia, sin remontarse a la causa doctrinal del colapso general y, por tanto, sin cuestionar al Concilio que autorizó estas reformas?

Esforzarse por hacer desaparecer los síntomas sin atacar la raíz del problema, poner tronos a las causas y cadalsos a las consecuencias (en las célebres palabras de Vázquez de Mella), significa correr el riesgo de ver reaparecer tarde o temprano los efectos de una causa que no ha sido erradicada. m

Editorial: “Traditionis custodes”, en nombre del Concilio Vaticano II
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Mantener la Tradición y transmitirla

Transcripción completa de la conferencia que impartió Don Davide Pagliarani, Su perior General de la Fraternidad San Pío X, al final del XVI Congreso de Teología del Courrier de Rome, en colaboración con DICI, el 15 de enero de 2022, en París.

Desde luego estamos en un mo mento crucial, un momento que es a la vez triste y lógico. Esta mos llegando a un punto que era prede cible. Es verdad que la Fraternidad San Pío X no se ve directamente afectada por el motu proprio Traditionis custodes por las razones que ustedes conocen, pero, de hecho, debido a la nueva situa ción que se ha creado, nunca como hoy la postura de la Fraternidad San Pío X se presenta como la única viable y que resiste la prueba.

No soy la persona más adecuada para decirlo, pero hay hechos que son objetivos y obvios.

¿Por qué? Porque los institutos Ec clesia Dei, que se ven directamente afec tados por este motu proprio, no son la Fraternidad San Pío X, es verdad; pero ellos existen porque existe la Fraterni dad San Pío X. Desde un punto de vista general, su origen está vinculado de una manera u otra a la historia de la Fraternidad, y dependen de ella, al menos indirectamente. Hoy esta nueva situación subraya aún más el alcance del papel de la Fraternidad y su misión. Y también, inevitablemente, la necesidad de una tradición integral.

La tradición es un todo, porque la

fe es un todo. Ahora nos damos cuenta más que nunca de la necesidad de que la profesión de esta fe sea libre. La verda dera libertad de los hijos de Dios es en primer lugar la libertad de profesar la fe.

La oposición del Papa Francisco

Aquí abro un paréntesis. Inevitablemente vamos a hablar de los institutos Ecclesia Dei, y quiero dejar claro que,

Mantener la Tradición y transmitirla

a nivel personal, no tengo nada en con tra de las personas que pertenecen a estos institutos, ya se trate de fieles o de miembros. Estamos completamente fuera de esta perspectiva de oposición personal. A nivel humano, en todas partes hay gente amable y gente insoportable. Esto es algo que se aplica a toda la humanidad y también de alguna mane ra a nosotros. Quiero hacer esa observa ción porque me permitirá ser más libre en mi exposición.

El problema no es que la Fraternidad San Pío X podría “atacar a los institutos Ecclesia Dei” . En el momento actual, es el pro pio Papa Francisco quien parece estar cansado de los institutos Ecclesia Dei, y más en general de todos los sacerdotes que están unidos a la Misa Tridenti na. Y esto nos ofrece precisamente una oportunidad para retroceder en el tiempo y repasar el comienzo de Ecclesia Dei. Aquel texto del 2 de julio de 1988 [1] contiene la condena de la Fraterni dad San Pío X y de Mons. Lefebvre, y se acerca a los institutos Ecclesia Dei.

A pesar de que es un texto muy co nocido, vale la pena que leamos algunos fragmentos para comentarlo a la luz de los últimos acontecimientos.

El motu proprio Ecclesia Dei adflicta

En primer lugar, trae la razón teológi ca por la que fueron condenados Mons. Lefebvre y la Fraternidad: “La raíz de este acto cismático se puede individuar en una imperfecta y contradictoria noción de Tradición: imperfecta porque no

tiene suficientemente en cuenta el ca rácter vivo de la Tradición, que como enseña claramente el Concilio Vatica no II arranca originariamente de los Apóstoles, “ va progresando en la Iglesia bajo la asistencia del Espíritu Santo; es decir, crece con la comprensión de las cosas y de las palabras transmitidas, cuando los fieles las contemplan y estu dian repasándolas en su corazón, cuan do comprenden internamente los miste

Obligado por este estado de necesidad, previsto por el Derecho de la Iglesia y la virtud de prudencia, Mons. Lefebvre resolvió proceder, en junio de 1988, a las consagraciones episcopales con el fin de transmitir su poder de orden Tuvo mucho cuidado de no dar alguna jurisdicción particular a los obispos consagrados por él, con el fin de evitar cualquier cisma. Con un gran es píritu del Derecho canónico, que quiere que la obediencia sirva para la salvación de las almas y no para que se pierdan ni para que mueran las obras visiblemente bendecidas por Dios–, Mons. Lefebvre prefirió parecer desobediente pasan do por alto una ley de disciplina eclesiástica. Al hacer esto, buscaba no cooperar con la destruc ción universal de la que él estaba siendo testigo

rios que viven, cuando las proclaman los obispos, sucesores de los Apóstoles en el carisma de la verdad”.

“Pero es sobre todo contradictoria una noción de Tradición que se oponga al Magisterio universal de la Iglesia, el cual corresponde al Obispo de Roma y al Colegio de los Obispos. Nadie pude permanecer fiel a la Tradición si rompe

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los lazos y vínculos con aquél a quien el mismo Cristo, en la persona del Apóstol Pedro, confió el ministerio de la unidad en su Iglesia”.

Ese es el problema.

Aquel acto de Mons. Lefebvre en 1988 como toda la historia de la Fraternidad San Pío X , constituye un acto de fidelidad a la Iglesia; y un acto de fi delidad al Papa, a la jerarquía y a las al mas. Independientemente de lo que las autoridades romanas puedan o no decir, pensar o no pensar.

Por otro lado, ¿a dónde se llega con la noción de Tradición viva? En 1988 era difícil predecirlo. Pero ahora llegamos a Amoris Laetitia, al culto de la Tierra y a la Pacha mama. Y hay otras con secuencias que aún no conocemos, porque con esta noción evolutiva de tradición, noción dinámica, se puede llegar a cualquier resultado. Se trata de otra dimensión; es aislarse de la Tradi ción que se arraiga en los Apóstoles y en el Apocalipsis, y que es en sí misma una fuente de Revelación.

En Brasil no existe la Pachamama entre las tribus indígenas, sino que forma parte de las religio nes de los Andes. Es una nueva religión, resulta do de distintas mezclas, que fue inventada hace tan solo unas décadas, y que hoy es promovida por nuestra propia Iglesia, por la única Iglesia verdadera, la única que puede darnos todas las gracias la Tradición y transmitirla

Un poco más adelante, en el mismo texto, encontramos la mano tendida por el Sumo Pontífice Juan Pablo II a los que se convertirían en la “Ecclesia Dei” :

“Deseo sobre todo dirigir una llama da a la vez solemne y ferviente, paterna y fraterna, a todos los que hasta ahora han estado vinculados de diversos mo dos con las actividades del arzobispo Lefebvre, para que cumplan el grave de ber de permanecer unidos al Vicario de Cristo en la unidad de la Iglesia católica y dejen de sostener de cualquier forma

que sea esa reprobable forma de actuar. Todos deben saber que la adhesión for mal al cisma constituye una grave ofen sa a Dios y lleva consigo la excomunión debidamente establecida por la ley de la Iglesia.

A todos esos fieles católicos que se sienten vinculados a algunas precedentes formas litúrgicas y disciplinares de la tradición latina, deseo también ma nifestar mi voluntad a la que pido que se asocie la voluntad de los obispos y de todos los que desarrollan el ministerio pastoral en la Iglesia de facilitar su vuelta a la comunión eclesial a través de las medidas necesarias para garantizar el respeto de sus justas aspiraciones”.

Aquí vemos el problema: la unidad se hace en la fe. Y la unidad no se puede lograr con un indulto, un privilegio que apunta para unos a una cosa y para otros a lo contrario. Para unos, sacerdotes y fieles que quieren de alguna manera mantener la Misa Tridentina y la Tradición; pero para las autoridades romanas

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Mantener

que ahora lo admiten abiertamente es una forma de hacerlos llegar gradual y completamente a la “Iglesia conciliar”, a la forma de pensar propia de la Iglesia de hoy. Todo esto fue establecido y se prometió a la luz del protocolo firmado el 5 de mayo de 1988 [2] por el cardenal Ratzinger y Mons. Lefebvre. Pero volva-

mos a la sabiduría de Mons. Lefebvre.

Este protocolo Mons. Lefebvre lo firmó y lo mantuvo, digamos, durante unas horas. Luego de pasar la noche en oración, entendió en la plegaria y la so ledad lo que Dios esperaba de él. Quien tenía que tomar una decisión de tanta importancia frente a la historia, frente a

Carta al Papa en que Monseñor Lefebvre pone fin a las conversaciones 2 de junio de 1988

Si bien las conversaciones y entrevistas con el Cardenal Ratzinger y sus colabora dores se han desarrollado en un clima de cortesía y caridad, nos han convencido de que el momento de una colaboración franca y eficaz no ha llegado todavía.

Si todo cristiano puede exigir de las autoridades competentes de la Iglesia que protejan la fe de su bautismo, ¿qué decir de los sacerdotes, religiosos y religiosas? Para conservar intacta la fe de nuestro bautismo nos hemos visto obligados a oponernos al espíritu del Vaticano II y a las reformas inspiradas en él

El falso ecumenismo, que es la fuente de todas las innova ciones conciliares en la litur gia, en las relaciones novedosas entre la Iglesia y el mundo, y en la misma concepción de la Igle sia conduce a la Iglesia a la rui na y los católicos a la apostasía.

Radicalmente opuestos a esta destrucción de nuestra fe, hemos resuelto permanecer en la doctrina y disciplina tradiciona les de la Iglesia, especialmente en lo que se refiere a la formación sacerdotal y religiosa. Por este motivo tenemos la absoluta necesidad de contar con autoridades eclesiásticas que compartan las mismas preocupaciones y nos ayuden a defendernos contra el espíritu del Vaticano II y de Asís... Esta es la razón por la que hemos pedido varios obispos escogidos en la Tradición y la mayoría en la Comisión Romana, con el fin de protegernos de todo compromiso.

Ante la negativa de considerar nuestras solicitudes, y siendo evidente que la finalidad de esta reconciliación no es de ningún modo la misma para la Santa Sede que para nosotros, creemos ser preferible esperar tiempos más propicios en los que Roma vuelva a la Tradición. Por esta razón, nos vamos a proporcionar los medios para proseguir la obra que nos ha confiado la Providencia, estando seguros por la carta de su Eminencia el Cardenal Ratzinger fechada el 30 de mayo— de que la consagración episcopal no es contraria a la voluntad de la Santa Sede, puesto que se otorgó la misma para el 15 de agosto.

Seguiremos rezando para que la Roma actual, infestada de modernismo, llegue a ser otra vez la Roma católica y vuelva a encontrar su Tradición bimilenaria. En tonces, el problema de la reconciliación no tendrá razón de ser y la Iglesia volverá a tener una nueva juventud.

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Mantener la Tradición y transmitirla

“La experiencia de Benedicto XVI”

Una palabra es importante, y aunque ya se haya mencionado esta mañana, es importante volver a lo que, para simplifi car, yo llamo la “experiencia de Benedic to XVI”: Summorum Pontificum [3], que ha de entenderse bien a la luz de la “her menéutica de la continuidad”, el eje prin cipal del pontificado de Benedicto XVI.

A la Misa Tridentina se le concedió entonces un derecho mucho más amplio, y esto permitió que muchos sacerdotes la descubrieran, y al celebrarla hay que reconocerlo muchos de ellos comen

y, sobre todo, añadiría yo, la ilusión de mejorar algo en la crisis actual sin cues tionar las causas de la crisis. Tal fue el error de Benedicto XVI y el límite de aquel motu proprio: no podía funcionar. Podría funcionar por un tiempo, pero tarde o temprano tenía que conducir a lo que ha pasado.

Los errores no pueden corregirse si no se los reconoce como tales y si no se los rechaza. Esto es crucial. La herme néutica de la continuidad ha tratado de “ superar ” y de cortocircuitar estos pro blemas. La Iglesia tiene aquí una lección para el futuro.

Desde el Concilio Vaticano II hasta hoy, las autoridades de la Iglesia Romana están animadas por el espíritu modernista; han obrado en contra de la Santa Tradición; “ya no sufren la sana doctri na; ( ) apartan los oídos de la verdad para vol verlos a las fábulas” como dice San Pablo en su segunda epístola a Timoteo (4, 3 5).

zaron a replantearse su sacerdocio y a preguntarse sobre el Concilio y la nue va Misa. Es precisamente este proceso el que ha asustado al Vaticano. Pero la perspectiva de aquel motu proprio, que se mantuvo tambaleante, se basaba en un error: dos formas de un mismo rito

¿Cuántas veces también nosotros nos planteamos la pregunta de cuándo se corregirá el Concilio? ¿Habrá que re chazar el Concilio? ¿Se lo podrá olvidar? ¿Se podrá salvar todo lo que es bueno en el Concilio? Porque el Concilio no contiene solamente erro res... Aquí tenemos que ser rea listas. Es verdad que el Concilio no contiene sólo errores, pues es metafísicamente imposible. El error siempre se mezcla con la verdad. Pero seamos hones tos y realistas. Lo que hizo el Concilio y lo que constituye la columna vertebral del Concilio el verdadero Concilio es el Concilio de la nueva Misa, el Concilio del ecumenismo, el Concilio de la dignidad humana y el Concilio de la libertad religiosa. Estos elementos y errores son los que han cambiado a la Iglesia. ¡Tal es el ver dadero Concilio real que ha trastocado a la Iglesia!

Todo lo demás en los documentos conciliares –simplificando un poco–, to das las citas de los Padres de la Iglesia y las citas de concilios anteriores son más bien un encuadre en los bordes de

7 la Iglesia y frente a las almas, entendió en la soledad y en pocas horas lo que in cluso los “Ecclesia Dei” pueden entender ahora, después de más de treinta años.
Mantener la Tradición y transmitirla

Mantener la Tradición y transmitirla

todos estos elementos que son los cen trales. Hemos de ser honestos: hay que rechazar este Concilio real. La Iglesia no puede regenerarse si no rechazamos esto. Ya tenemos la experiencia de Be nedicto XVI, que no puede tener éxito: poner la verdad junto al error, poner las dos Misas una al lado de la otra para que una pueda “fertilizar” a la otra, “la reforma de la reforma en continui dad”... Se trata de una ilusión.

Lo sabemos. Conocemos estos principios teórica y especulativa mente, y tenemos aquí una prue ba concreta extremadamente útil para el futuro.

El error y la verdad no pueden andar juntos

La Pontificia Comisión Ecclesia Dei, responsable de supervisar y guiar los institutos Ecclesia Dei, quedó abolida hace exactamente tres años, en enero de 2019. Cito la carta del Papa comunicando esta decisión:

“Considerando que en la actualidad han cambiado las condiciones que lle varon al Santo Pontífice Juan Pablo II al establecimiento de la Comisión pon tificia Ecclesia Dei; constatando que los Institutos y las comunidades religiosas que normalmente celebran en forma extraordinaria han encontrado hoy su propia estabilidad de número y de vida”.

En otras palabras, los institutos Ec clesia Dei han sido suficientemente re integrados, y por esta razón queda abo lida la Comisión que se supone que debe protegerlos.

Suele citarse a menudo a Mons. Ar thur Roche [4], prefecto de la Congregación para el Culto Divino, porque nunca antes una autoridad oficial había sido

tan explícita y clara. En su respuesta al Cardenal Vincent Nichols [5], Arzobispo de Westminster, Inglaterra, el Arzobis po Roche le escribió :

“La mala interpretación y promoción del uso de estos textos [litúrgicos tradicionales], como resultado de concesiones puramente limitadas que otorgaron los anteriores pontífices, se ha utilizado

El papa Francisco nombró, en mayo de 2021, al arzobispo inglés Arthur Roche nuevo prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la disciplina de los sacramentos, el departamento del Vaticano que se ocupa del respeto de la liturgia, tras la jubilación al haber cumplido los 75 años de Robert Sarah, uno de los más críticos con el pontífice El 26 de junio de 2012 el papa Benedicto XVI había nombrado a Roche secretario de la Congregación y le había concedido el nom bramiento de arzobispo

para alentar una liturgia que se aparta de la reforma conciliar (y que, de hecho, fue abrogada por el Papa Pablo VI), y una eclesiología que no forma parte del Magisterio de la Iglesia. [...] Está cla ro que el comentario principal sobre la nueva ley que rige la posibilidad de con ceder el uso de textos litúrgicos anterio res, a modo de concesión excepcional, y no a modo de promoción, está cons tituido por la carta del Papa Francisco a los obispos. También es obvio que estas concesiones excepcionales deben conce

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derse sólo a quienes aceptan la validez y la legitimidad de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II y del Magisterio de los Sumos Pontífices. Todo el contenido de la nueva ley está orientado hacia el retorno y la estabilización de la liturgia tal como lo decretó el Concilio Vaticano II”. Nos queda bastante claro.

Volvamos un poquito atrás. Recuer do que, en 2016, el obispo encargado por Roma de negociar con la Fraternidad San Pío X había dicho: “No veo por qué se les debe imponer a ustedes el Con cilio. Finalmente, a los fieles que van a Misa en la parroquia no se les pregunta si aceptan el Concilio. ¿Por qué tienen que imponérselo a ustedes?” Mons. Ro

es la intuición principal de Traditionis custodes? Se puede resumir todo en el siguiente principio: la Misa Tridentina no puede celebrarse como la expresión de la verdadera Iglesia y de la verdadera fe. Y podemos añadir: se puede conceder su celebración siempre y cuando no se celebre por lo que es en realidad. Veamos la paradoja, pues todo el problema está ahí.

Uno de los efectos del motu proprio Traditionis custodes fue producir, por parte de las comuni dades de Ecclesia Dei, un acuerdo de adhesión al Concilio Vaticano II y el reconocimiento de la benignidad del Novus Ordo. Esta aprobación debilita aún más la situación de estas comunida des En la fotografía, reunión de los Superiores Generales de Ecclesia Dei en agosto de 2021, tras la publicación de Traditionis custodes.

che ahora dice todo lo contrario. Y, de hecho, durante una negociación, sucede que podemos escuchar cosas que no se corresponden perfectamente con la rea lidad, o al menos promesas que no se pueden cumplir.

¿Cuál es el punto central de todo lo que se ha dicho y destacado hoy? ¿Cuál

Para los institutos Ecclesia Dei vol vemos a la situación de 1988. Podemos decir que ahora se enfrentan a la si guiente elección. Incluso más que antes, se trata de una elección urgente entre dos opciones: se mantiene la libertad incondicio nal de profesar la fe en su to talidad, y se to man los medios proporcionados dejando que la Providencia gestione las consecuencias; tal es la elección que ha hecho la Fra ternidad San Pío X con Mons. Lefebvre; se somete esta posibilidad [de ce lebrar la Misa tridentina] a la voluntad de una autoridad que va en la dirección opuesta. Y que además lo dice y lo confiesa.

Esta última opción es un callejón sin salida. Es imposible avanzar sin la unión de voluntades. No se pueden juntar dos entidades cuyas voluntades van en dos direcciones opuestas. Tarde o temprano se llega a la situación de la crisis actual. Se otorga un privilegio y se concede un indulto, creando una situación especial y tambaleante; y luego se espera la dura

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Mantener la Tradición y transmitirla

ción de una generación, por ejemplo, los últimos 30 años. Pero lo que se ha conce dido, para los unos tiene un significado y apunta a un objetivo en particular; y para los otros apunta a un objetivo opuesto. No se puede querer al mismo tiempo el bien de las almas a través de la Tradición y una nueva Iglesia sin Tradición.

La historia es la maestra de la vida

La historia es la maestra de la vida y de la pruden cia, y los institutos Ecclesia Dei se enfrentan hoy a esta elección. Sin embargo, tienen una ventaja, y esa es la retrospectiva que Mons. Lefebvre no tenía en aquel momento. Trancurridos cincuenta años, las personas de buena voluntad cuentan con elementos adicionales para evaluar lo que está sucediendo en la Iglesia y para evaluar incluso a largo plazo las consecuencias de los principios que se han establecido.

Aquí, no podemos dejar de dedicar unas palabras a esta elección y decisión que Mons. Lefebvre tomó hace más de treinta años, en 1988, en el momento más crucial de la historia de la Fraterni dad San Pío X.

No podemos explicar humanamente con la experiencia, la sabiduría de la vida, la cultura y el conocimiento de los hombres no podemos explicar, digo, la sabiduría de la decisión que tomó en 1988. Eso no basta. Se trata de un sig no infalible de santidad, de la capacidad de ser movido por el Espíritu Santo y de ver las cosas con claridad, cuando se podrían concebir y se podrían haber tomado en consideración aún muchas otras

interpretaciones.

Tener el valor de tomar tal decisión que condicionaría para siempre a la Fraternidad, a su persona y, en cierto modo, a la Iglesia y a la Tradición en la Iglesia; haber tomado aquella decisión, solo ante Dios en la oración, ¡una decisión cuya relevancia, precisión y profundidad de visión se pueden ver más de treinta años después! Todo esto no puede explicarse si no recurrimos a este don del Espíritu Santo, que es el don de consejo, mediante el cual un alma es dó cil en la medida en que es santa y en que es pura. La historia, maestra de la vida, es la que nos da la respuesta. Confiar en la exigencia de la fe

Desde su reconocimiento canónico en 1988, las comunidades Ecclesia Dei se han abstenido de declarar pública y oficialmente que el Novus Ordo de Pablo VI se aparta de la fe católica y que la nueva misa de Pablo VI es esencialmente mala A lo sumo, pueden reclamar una prefe rencia o un privilegio a favor de la celebración de la misa antigua. Pero eso es con la condición de que reconozcan la perfecta catolicidad y bondad de principio de la nueva misa

Volvamos a los institutos Ecclesia Dei. Tras la duración de una generación, como hemos dicho, ahora tienen una

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Mantener la Tradición y transmitirla

Se trata de elegir entre la declaración de 1974 [6] declaración de adhesión y de fidelidad incondicional y libre a la Roma eterna y esta concesión de un indulto particular que ya conocemos y cuyas con secuencias también conocemos todos. Aquí está el peligro de un callejón sin sa lida definitivo para los institutos Ecclesia Dei. No hay que apoyarse en los derechos adquiridos, sino en la exigencia de la fe. ¿Por qué? Porque se puede tener un derecho especial, un privilegio [7], se puede tener un “carisma” en la propia congregación; pero Roma puede cam biar las constituciones, y aún más, pue de suprimir congregaciones: suprimió los jesuitas y suprimió la Fraternidad San Pío X, y puede suprimir sin proble ma que no nombro, por respeto otras congregaciones y otros institutos. Roma puede hacerlo. Y aunque se haya luchado durante décadas, confiando únicamente en privilegios particulares relacionados con congregaciones particulares, todo esto puede ser suprimido.

¿Qué es eterno y hace que nuestra lucha sea invencible? La fe. Verbum Do mini manet in æternum (1 Ped 1, 25).

La fe es el fundamento necesario para la lucha actual, o sea, la lucha por la Tradición; y no un privilegio.

El uso instrumental de la Misa de San Pío V

Hay otro aspecto en Traditionis custodes que merece subrayarse. Es la acusación de usar instrumentalmente el misal tradicional: “Ustedes usan este misal como la bandera de otra Iglesia y de otra fe, a la que denominan la ver dadera fe”. Es la acusación que está ha ciendo el Papa Francisco. Pero, ¿quién está haciendo un uso instrumental de este misal?

Como hemos visto esta mañana, la Misa Tridentina en sí misma, intrínse camente, expresa otra concepción de la Iglesia, otra concepción de la vida es piritual y otra concepción del sacerdo cio. Es inevitable. Precisamente por eso tuvo que ser reemplazada por otra misa, que pudiera corresponder a una nueva concepción de la Iglesia, de la vida espiritual y del sacerdocio. El uso de este misal tradicional en la Iglesia no era

Mantener Tradición
11 visión retrospectiva más que suficiente y se enfrentan a esta elección que no es entre Summorum Pontificum y Tradi tionis custodes. Hemos de salir de esta lógica artificial. Ahora se ha destacado una continuidad de trasfondo entre estas diferentes medidas; incluso si materialmente son muy diferentes, tienen un trasfondo común. La elección no es en tre Summorum Pontificum y Traditionis custodes, entre un indulto A o un indul to B o un privilegio C. Tenemos que salir de esa perspectiva.
la
y transmitirla

Mantener la Tradición y transmitirla

En cambio, las autoridades romanas han hecho un uso instrumental del misal de San Pío V, sirviéndose de él para lograr sus propósitos y para dar cabida a los católicos conservadores. Pero con el misal no se juega. Con los sa cramentos no se juega. No po demos decir: sí, les habíamos concedido a ustedes este mi sal durante treinta o cuarenta años, para hacerlos pasar gra dualmente a la concepción de la corriente dominante en la Iglesia... y ahora este tiempo de viaje se ha acabado.

No se puede utilizar la Misa de esta manera. Iba a decir que es un uso homeopático, o más bien un abuso homeopático. El principio de la homeopatía es curar el mal con el principio mismo del mal, provocando en el sistema inmunológico una reacción gradual al mal que se quiere curar. Las autorida des romanas han hecho lo mismo con el misal de San Pío V, y lo reconocen. Pero no se puede jugar con esto, y no se puede usar la Misa, considerada un problema, para curar este problema entre los fie les. Se trata de un uso que se puede decir que es verdaderamente instrumental, y esto resulta inaceptable.

Sólo hay una redención

Ya podemos concluir. ¿Cómo trans mitir la Tradición? ¿Cómo conservarla? ¿Cuál es el papel de la Fraternidad San Pío X?

Humanamente no somos mejores que los demás. Humanamente no mere

cemos más que los demás. Pero nuestra fuerza, que no está en nuestras cualida des, sino en otra parte. Nuestra fuerza está en aquello a lo que no podemos re nunciar. Nuestra fuerza está en la fe y en la Tradición. Nuestra fuerza está en la Misa, y en la Misa como bandera y como estandarte de esta fe y Tradición.

En su motu proprio, el Papa Francis co dice algo que es verdad, dejando de lado otras cosas. Es verdad que la Igle sia tiene una sola Misa y es cierto que la Iglesia tiene un solo culto. Pero este culto único en la Iglesia no es la nueva Misa. Ése es el problema.

Este culto único en la Iglesia está en la Misa de siempre. ¿Por qué? Porque sólo hay una redención.

Vemos cómo, en el Antiguo Testa mento, todo converge hacia la Cruz y hacia el Calvario. Toda la multitud de diferentes sacrificios que ofrecían los ju díos, de una manera u otra, representa el sacrificio de la Cruz que, en su per fección única, los resume a todos. Toda la vida de nuestro Señor tiende hacia la Cruz y apunta a la Pasión: por eso tiene

12 instrumental, sino el uso normal de la Misa, que alimenta la concepción cató lica de la vida cristiana.

esta extraordinaria unidad. Si así puede decirse, toda la vida de nuestro Señor se basó enteramente alrededor de una idea: llegar a la Cruz. Y este sacrificio de la Cruz es tan perfecto que nuestro Se ñor lo ofrece una sola vez.

Ahora bien, la vida de la Iglesia, como la vida de cada alma en particular, no es más que la extensión de esta idea central que lo unifica todo. La vida de la Iglesia y de las almas redimidas es una por la unidad misma de la Cruz y de la reden ción. Sólo hay un Cristo y una Cruz a través de la cual podemos adorar a Dios y ser santificados. Por lo tanto, necesariamente encontramos esta misma unidad en la Misa, que es la aplicación de la redención a la vida de la Iglesia y a la vida de las almas. Debido a que sólo hay una redención, y que es perfecta, por eso sólo hay una manera de perpetuar esta redención y de actualizarla en el tiempo para aplicarla a las almas: sólo hay una Misa católica. No dos. Esta extensión de nuestra redención es una porque sencillamente perpetúa la intención única y central que brotaba del alma de nuestro Señor y unificaba toda su vida.

Entonces, ¿qué es lo que queremos nosotros? ¿Qué quiere la Fraternidad San Pío X? Queremos la Cruz. Queremos la Cruz de nuestro Señor. Queremos ce lebrar esta Cruz, y queremos entrar en el misterio de esta Cruz. Queremos hacer nuestra esta Cruz. No puede haber dos cruces, y no puede haber dos redencio nes o dos misas.

¿Cuál es la alternativa a esta posi ble vida cristiana? La inútil y frustrante adaptación a una naturaleza humana, que en realidad es siempre la misma. En otras palabras, esta idea moderna de que hay que adaptarse a una naturaleza humana que cambia y que siempre nece

sita algo más. Pero esta idea es errónea. ¿Por qué? Porque las fuentes del pecado son siempre las mismas, y siempre pue den remediarse únicamente de la misma manera.Estamentira –porque es una mentira– de que hay que abordar y curar al hombre moderno de hoy de una manera diferente, produce frutos de mentira. Produce la desintegración de la vida de la Iglesia. Sin esta aplicación de la re dención, la vida de la Iglesia pierde su principio de unidad.

En este sentido, la Misa es realmente nuestra bandera y nuestro estandarte. Y en una batalla, el estandarte es lo último que se Haysuelta.unaúltima cosa en que la Fra ternidad ha de contribuir. Y se trata de algo crucial. Queremos esta Misa no sólo para nosotros, sino para la Iglesia universal. No queremos un altar late ral. No queremos el derecho a entrar con nuestro estandarte en un anfiteatro donde todo está permitido. ¡No!

Queremos esta Misa para nosotros y al mismo tiempo para todos. No es un privilegio lo que queremos, sino un dere cho para nosotros y para todas las almas, sin distinción. Así es como la Fraternidad San Pío X sigue y seguirá siendo una obra de Iglesia. Porque tiene como objetivo el bien de la Iglesia y no un privilegio particular. Dios escogerá el momento, la modalidad, la gradualidad y las circunstan cias. Pero en la medida en que depende de nosotros, queremos esta Misa ahora, incondicionalmente y para todos.

Sin entrar en una perspectiva exce sivamente humana que busca un privi legio particular. Sin entrar en una ne gociación donde empecemos a tratar: concediéndonos una iglesia, un horario, el uso del manípulo, el bonete, la Sema la Tradición

13
Mantener
y transmitirla

Mantener la Tradición y transmitirla

na Santa de San Pío X... ¡No! No quere mos entrar en esa lógica.

Sólo queremos dos cosas: la fe y la Misa. La doctrina y la Cruz que nutren en el alma la vida espiritual y la vida moral. Las queremos ahora, incondicionalmente y para todos. Y si mantenemos esta perspectiva, la Fraternidad San Pío X será siempre y perfectamente una obra de Iglesia, que actúa en el corazón mismo de la Iglesia, y que no tiene otro propó sito que proporcionar la salvación de las almas en la Iglesia y para la Iglesia. m

ta del Santo Padre sobre el tema de la consagración episcopal. Prácticamente se me pide que posponga la consagración a una fecha posterior que aún no se ha fijado. Esta sería la cuarta vez que pospongo la fecha de la consagración. La fecha del 30 de junio estaba bien indicada en una de mis cartas anterio res como último plazo. Le he entregado a usted un primer expediente de los candidatos. Y aún quedan casi dos meses para establecer el mandato. Dadas las circunstancias particulares de estas propuestas, el Santo Padre puede aligerar fácilmente el proce dimiento para que el mandato se nos comunique a mediados de junio. Si la respuesta fuera negativa, en conciencia me vería obligado a proceder a la consagración, contando con la aprobación otorgada por la Santa Sede en el protocolo para la consagra ción de un obispo miembro de la Fraternidad”.

[1] Carta apostólica Ecclesia Dei adflicta del Sumo Pontífice Juan Pablo II en forma de motu proprio dado en Roma el 2 de julio de 1988. “Se constitu ye una Comisión, con la tarea de colaborar con los obispos, con los dicasterios de la Curia Romana y con los ambientes interesados, para facilitar la ple na comunión eclesial de los sacerdotes, seminaris tas, comunidades, religiosos o religiosas, que hasta ahora estaban ligados de distintas formas a la Fra ternidad fundada por el arzobispo Lefebvre y que deseen permanecer unidos al Sucesor de Pedro en la Iglesia católica, conservando sus tradiciones es pirituales y litúrgicas, según el protocolo firmado el pasado 5 de mayo por el cardenal Ratzinger y por el arzobispo Lefebvre” (Ecclesia Dei adflicta, N°6 a). [2] Entre el 15 de abril y el 5 de mayo 1988, Mons. Lefebvre creía que había logrado un buen acuerdo y asegurado la estabilidad y sostenibilidad de su tra bajo. Por ello, el 4 de mayo participó en un coloquio final en Albano, y firmó el 5 de mayo en Roma la declaración del Protocolo de acuerdo, en la fiesta de San Pío V. El protocolo de acuerdo que Mons. Lefebvre aceptó firmar establece que “por razones prácticas y psicológicas, aparece la utilidad de la consagración de un obispo que sea miembro de la Fraternidad” (n°5, 2). No se preveía ninguna fecha. Y, en el momento de la firma del protocolo, el car denal Ratzinger le entregó a Mons. Lefebvre una carta, fechada el 28 de abril de 1988, que sembró problemas y decepciones en la mente del hombre de Iglesia. Al día siguiente, 6 de mayo, Mons. Lefe bvre le escribió al cardenal Ratzinger las siguientes líneas: “Ayer, con verdadera satisfacción, firmé el protocolo redactado en los días anteriores. Pero us ted mismo pudo comprobar la profunda decepción al leer la carta que usted me entregó con la respues

[3]30-años-la-operación-de-su...https://fsspx.news/es/news-events/news/hace-Cf.:CartaApostólica

Summorum pontificum del Sumo Pontífice Benedicto XVI en forma de motu proprio dado en Roma el 7 de julio de 2007.

[4] Tras la dimisión del cardenal Robert Sarah por razones de edad el 20 de febrero de 2021 al cargo de prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. El 27 de mayo de 2021, el papa Francisco nombró como nuevo pre fecto al entonces secretario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Mons. Arthur Roche. Nacido en 1950, se formó principalmente en España antes de su ordenación sacerdotal en 1975 para la diócesis de Leeds (Liver pool, Inglaterra). De 1991 a 1996 vivió en Roma, estudiando en la Gregoriana y ejerciendo como di rector espiritual en el Colegio Inglés. En 1996 fue nombrado Secretario General de la Conferencia Episcopal de Inglaterra y Gales.

[5] En una carta del 28 de julio de 2021, el cardenal Vincent Nichols pidió aclaraciones sobre la aplica ción de la Traditionis custodes, en seis preguntas principales. Esta carta fue publicada por el sitio web Gloria.tv el 5 de noviembre de 2021, seguida de la respuesta de Mons. Roche en una carta del 4 de agosto. El intercambio de cartas fue confirmado por el cardenal Nichols a la Catholic News Agency el 8 de noviembre de 2021.

[6] La declaración de Mons. Lefebvre del 21 de no viembre de 1974, que comienza con las palabras: “Nos adherimos con todo nuestro corazón y nuestra alma a la Roma católica, guardiana de la fe católi ca y de las tradiciones necesarias para el manteni miento de esta fe, a la Roma eterna, maestra de la sabiduría y de la verdad”. Cf.:

[7]declaración-del-21-de-noviembre-de-1974https://fsspx.org/es/Enlatín,unalexprivada,underechoprivado.

14

Naturaleza y objetivo de la Hermandad: el Sacerdocio católico

Si tuviéramos que resumir la crisis de la Iglesia, podríamos hacerlo aplicando a la jerarquía de la Iglesia el vaticinio que Jesús se aplicó a sí mismo delante de los apóstoles: «Heriré al Pastor y se dispersarán las ovejas». Sí, en esto consiste exactamente la ac tual crisis de la Iglesia, en que ella vive su Pasión, y en eso se distingue de todas las demás crisis: es una crisis que proce de de los mismos Pastores, de la jerarquía: Obispos y Papa, que han perdido totalmente el rumbo de la fe. Y la conse cuencia de ello es clara: las ovejas se han dispersado.

El demonio ha sabido dónde debía golpear. Y Nuestro Señor lo ha permitido también para que su Iglesia lo acompa ñase en su Pasión. Pertenece a la esencia misma de la Iglesia el que los fieles reciban de sus Pastores la doctrina revelada, la vida divina y la dirección sobrenatural hacia el cielo. Y por eso mismo, no será posible ninguna restauración plena de la Iglesia mientras no venga de la jerar quía, y de la Jerarquía suprema. Mien tras tanto, sin Pastores, las almas han de seguir confundidas. Y mientras tanto, ¿qué podemos hacer nosotros?

Formar sacerdotes. Formar buenos sacerdotes. Pedir, suplicar y sacrificarse para alcanzar de Dios estos buenos sa cerdotes. Ayudar a formarlos. Tal fue la gran intuición inicial de Monseñor Lefe bvre, Fundador de nuestra Hermandad:

«¿Cómo realizar lo que me parecía en tonces la única solución para renovar la Iglesia y la Cristiandad? Era todavía un sueño, pero en el cual se me presentaba ya la necesidad, no solamente de transmitir el sacerdocio auténtico, no solamente la

“ sana doctrina” aprobada por la Iglesia, sino también el espíritu profundo e inmu table del sacerdocio católico y del espíritu cristiano, ligado esencialmente a la gran oración de Nuestro Señor que expresa eternamente su sacrificio de la Cruz»

(Itinerario Espiritual, Prefacio)

Está claro: la única manera de ayu dar eficazmente a la Iglesia y a las almas es mantener y transmitir el sacerdocio auténtico, a fin de que estos sacerdotes, formados según la mente de la Iglesia, sigan transmitiendo a las almas la luz de la fe, la gracia de los sacramentos y las directivas que las encaminen hacia su salvación.

«¿Queremos salvar las almas, quere mos salvar la sociedad cristiana, queremos salvar las familias cristianas, queremos salvar lo que queda aún de cristiano y ex tender la cristiandad? La única solución es el sacerdote. Por desgracia, amigos como la T. F. P., que también querían luchar por el mismo ideal de salvar a la Iglesia, de sal var al mundo, de salvar a la sociedad, se equivocaron desde el principio, por partir de un falso principio. Si hubiesen partido del principio de que hay que hacer buenos sacerdotes y ayudar a la formación de santos sacerdotes, un grupo seglar po deroso como aquel podría haber prestado una espléndida ayuda para formar seminarios… Pero fracasaron porque se dijeron: “Los seglares, y no los sacerdo tes, salvarán a la Iglesia, salva rán la cristiandad”. Es un error. ¿Qué pueden hacer los seglares sin sacerdotes? ¿quién les dará la gracia? ¿quién les dará los sa cramentos? ¿quién les dará la fe que debe guiarlos? Ya que toda la obra de restauración de la Iglesia, toda obra de res tauración de la cristiandad, es una obra de la fe. Le toca al sacerdote comunicar la fe a los seglares, le toca al sacerdote comuni car esta luz, como dice la Santísima Virgen de La Salette. Por eso, ese grupo no partió bien; y eso era un grave error de su par te. Yo, de mi parte, estaba absolutamente persuadido de la necesidad del sacerdocio. ¿Cómo iba a realizarlo? Eso ya era otro asunto, no lo sabía, sino que se fue presen tando día por día, mes por mes, año por año, hasta que por fin pudimos fundar la Fraternidad».

(Retiro de Semana Santa, 1988)

Por eso, la Hermandad Sacerdotal San Pío X se presenta ante todo como una obra para formar sacerdotes: «El fin de la Fraternidad es el sacerdocio ca tólico».

«El fin de la Fraternidad es el sacerdo-

cio y todo lo que se relaciona con él, y nada más que lo que le concierne, es decir, tal como Nuestro Señor Jesucristo lo quiso cuando dijo: «Haced esto en memoria mía; orientar y realizar la vida del sacerdote ha cia lo que es esencialmente su razón de ser: el santo sacrificio de la Misa, con todo lo que significa, todo lo que de él procede y todo lo que lo complementa».

(Estatutos de la Fraternidad, I, 1 2)

Monseñor Lefebvre tuvo el don de encarar todo el remedio que le hacía fal ta a la Iglesia desde el punto de vista del sacerdocio:

l ante todo, para contar con sacer dotes santos, hacía falta tener semina rios, donde estos sacerdotes se formaran íntegramente según el pensamiento y el deseo de la Iglesia; y estos semina rios serán el corazón de la Hermandad;

l pero puesto que el sacerdocio está íntimamente ligado a la gran oración de Nuestro Señor, el Santo Sacrificio de la Misa, la santidad del sacerdote reclama que centre toda su vida espiritual en la Misa de siempre;

l este sacerdocio y esta Misa deben irradiar necesariamente en las almas, a las que los sacerdotes tienen la misión de santificar: de ahí los prioratos, las escuelas, los retiros espirituales, y to-

16 Naturaleza y objetivo de la Hermandad: el Sacerdocio católico

EL CORAZÓN DE LA HERMANDAD: LOS SEMINARIOS

Ante todo, Monseñor Lefebvre nos dejó bien señalado que el fin principal y directo de la Hermandad es la formación de santos sacerdotes, y por lo tanto, su corazón son los Seminarios.

«¿Cuál es el fin propio de la Fraterni dad, su fin esencial? Formar sacerdotes Todos vosotros deberíais destinaros a ser profesores y directores de Seminario… Este es el primer fin de la Fraternidad… Eso hicieron los Sulpicianos, los Lazaris tas, los Redentoristas. También ellos, en un momento dado, se dieron cuenta de que la Iglesia se sentía turbada, de que las cosas no andaban bien; por eso hicieron hincapié en el sacerdocio, formaron sacerdotes, re formaron el clero, transmitieron de nuevo lo que habían recibido. Pero si ellos sintie ron necesidad de formar un clero santo, cuando las circunstancias eran incompa rablemente menos graves que hoy, en que nos hemos visto obligados a fundar la Fra ternidad, está claro que nosotros hemos de hacer lo mismo.

Así, pues, no todos vosotros tendréis que trabajar en seminarios; pero yo diría que, incluso estando en un priorato, debéis tener una especie de obsesión en pregunta ros: “¿Pienso en enviar vocaciones al semi nario? ¿pienso en el seminario? ¿pienso en ayudarlo? Incluso materialmente, ¿pien so en hacer colectas entre mis fieles para sostener al seminario?”. Sería preciso que eso fuese una obsesión; pues hacen falta sacerdotes, santos sacerdotes. Y lo mismo

si os toca estar en una escuela: pues las escuelas son los semilleros de vocaciones: “¿Qué puedo hacer por hacer florecer vo caciones?”. Claro está que no se trata de forzar las vocaciones, sino de suscitarlas, y de pensar en hablar de ellas. Que en un colegio no se den sólo los estudios, sino se favorezcan las vocaciones, y no se olvide de hacer de vez en cuando un pequeño sermón sobre la vocación. Debería ser de veras un ideal: la Fraternidad son los sacerdotes.

Yo diría que la Santísima Virgen, Nues tra Señora de la Salette, piensa lo mismo. Ella se siente obligada, en las circunstan cias trágicas en que se aparece, a hablar de la necesidad de tener sacerdotes santos. ¿Qué haremos si Roma pierde la fe? Ella llega a decir incluso que se convertirá en la sede del Anticristo. ¿Qué haremos fren te a este desastre, este avance del infierno? Pues Nuestra Señora piensa en esto, en el infierno que se viene sobre la tierra. Ella lo ve desde lo alto del cielo, y mirando la eter nidad con toda su santidad y con todo su

17Naturaleza y objetivo de la Hermandad: el Sacerdocio católico das las demás obras que puedan abrirse ante el celo sacerdotal; finalmente, para poder contar con sacerdotes católicos, hacen falta obispos igualmente católi cos, que transmitan por la ordenación las funciones sacerdotales a los candidatos debidamente preparados.

corazón de Madre, nos dice que hacen falta sacerdotes, y no piensa sino en los sacerdo tes. Creo que nosotros hemos de ponernos a este diapasón, y amoldarnos a esta idea». (Retiro de Semana Santa, 1988)

EL SANTO SACRIFICIO DE LA MISA: FIDELIDAD A LA MISA DE SIEMPRE

Pero el sacerdote está esencialmente ligado al Santo Sacrificio de la Misa, y a los dones que de este sacrificio se deri van para los fieles, entre ellos los Sacra mentos y la Liturgia. De donde se sigue la fidelidad a la Misa de siempre.

«El espíritu de la Fraternidad es ante todo el espíritu de la Iglesia; y por lo tan to todos sus miembros, sacerdotes, her manos, hermanas, oblatas, terciarios, se esfuerzan por conocer cada vez mejor el Misterio de Cristo, tal como lo describe San Pablo en sus epístolas, especialmente en las dirigidas a los Efesios y a los Hebreos. Descubriremos entonces lo que ha guiado a la Iglesia durante veinte siglos, y com

tes, ponerlo en el centro de nuestros pen samientos, de nuestros corazones, de toda nuestra vida interior, será vivir del espíritu de la Iglesia».

«Los miembros de la Fraternidad, pro fundamente convencidos de que la fuen te de vida se halla en Cristo crucificado, y por lo tanto, en el Sacrificio que El nos legó, descubrirán con creciente gozo que la Esposa mística de Nuestro Señor, na cida del Corazón traspasado de Jesús, no tiene mayor empeño que transmitir este precioso testamento, con una magnificen cia inspirada por el Espíritu Santo. Este gran misterio, sol de nuestra fe, la Iglesia nos lo transmite en su Liturgia, en la que, como una Madre, nos desvela las riquezas infinitas de este misterio a través de las acciones, palabras, cantos, ornamentos litúr gicos, distribuidos según el admirable ciclo litúrgico».

(Espíritu de la Fraternidad, art 2 y 4)

LOS PRIORATOS Y ESCUELAS

Esta Misa debe irradiar por el sacer dote sobre los fieles: prioratos, escue las, pero todos ellos bajo la óptica del Sacerdocio católico en su: pureza doctrinal: predicar la fe de siempre; caridad misionera: hacer llegar a las almas los beneficios y gracias de la Cruz.

prenderemos la importancia que otorga al Sacrificio de Nuestro Señor y, por con siguiente, al Sacerdocio. Profundizar este gran misterio de nuestra fe que es la Santa Misa, tener por él una devoción sin lími

«Ya podéis comprender entonces la importancia de los prioratos. En un combate como el de hoy, no se puede enviar solos a los sacerdotes; no se puede decir: “Hay cua renta, treinta, veinte ordenaciones, veinte sacerdotes ordenados; enviamos uno aquí, otro allá…”. ¡Eso sería la muerte de nuestra Fraternidad! En los tiempos actuales un sacerdote no puede quedarse completa

18 Naturaleza y objetivo de la Hermandad: el Sacerdocio católico

mente aislado, sin compañero, sin ayuda, sin comunidad, sin organización material, frente a las necesidades más elementales de la vida. Ha de comer, ha de vivir. Pero si está solo, le sucederá que no tenga bas tante dinero para pagarse una persona que le cocine o le lave la ropa. Al comienzo hay personas amables, y las familias se dicen: “Vamos a ayudarle en esto, en aquello”; pero eso dura tres o cuatro semanas, un mes a lo sumo. No se puede vivir en esta situación; y por eso hay prioratos. Yo re dacté en Albano, ya hace años, un pro yecto de carta que nunca publiqué. En ella decía lo siguiente: “Los sacerdotes que formaremos serán también funda dores de seminario, y ejercerán el apos tolado misionero partiendo de prioratos, donde vivirán en común, rezarán en común, predicarán los ejercicios es pirituales y misiones parroquiales”. Así concebía yo esos prioratos, como ciu dadelas o fortalezas donde viven juntos varios sacerdotes. Sería menester que los prioratos, en la medida de lo posible, puedan contar con una verdadera comuni dad, con tres sacerdotes, tres religiosas, y tal vez dos hermanos. En esta comunidad todos se sostendrían mutuamente. Con una comunidad bien establecida, los sacer dotes pueden trabajar: tienen el ambiente adecuado, otros se encargan de los cuida dos materiales, y así pueden dedicarse a sus tareas».

(Retiro de Semana Santa, 1988)

NECESIDAD DE CONTAR CON OBISPOS CATÓLICOS PARA ASEGURAR EL SACERDOCIO

Para tener sacerdotes hacen falta obispos, obispos íntegramente católi cos. De ahí surge el planteamiento de las Consagraciones episcopales realizadas en 1988, que quedan perfectamente enmarcadas en su debido contexto: es para asegurar la ordenación de los sacerdo

tes, y para proveer a los fieles de aquellos sacramentos que sólo un obispo puede dar; pero de ningún modo supone la in tención de crear una Iglesia paralela, un reemplazo de la Iglesia digamos oficial.

«Una sola cosa es necesaria para la continuación de la Iglesia católica: obispos

plenamente católicos, que no hagan ningún compromiso con el error, que establezcan seminarios católicos, donde los jóvenes as pirantes se alimenten con la leche de la ver dadera doctrina, pongan a Nuestro Señor Jesucristo en el centro de sus inteligencias, de sus voluntades, de sus corazones, se unan a Nuestro Señor por medio de una fe viva, una caridad profunda, una devoción sin límites, y pidan como San Pablo que se rece por ellos, para que avancen en la ciencia y en la sabiduría del “Mysterium Chris ti”, en el que descubrirán todos los tesoros divinos; obispos católicos, que se preparen a predicar a Jesucristo, y a Jesucristo cru cificado, “opportune et importune...”».

(Itinerario Espiritual, Prólogo)

RAZÓN DE ESTA IMPORTANCIA DEL SACERDOCIO

Sólo por el Sacerdocio católico puede prolongarse la obra redentora de Nues

19Naturaleza y objetivo de la Hermandad: el Sacerdocio católico

tro Señor Jesucristo. En efecto, Cristo entregó a la Iglesia, que los dispensa por medio del Sacerdocio:

l Su Verdad: Ego sum Veritas: Ma gisterio, munus docendi.

l Su Vida: Ego sum Vita: Liturgia, munus sanctificandi.

l Su Autoridad: Ego sum Via: Jurisdicción, munus regendi.

Forma parte del plan divino el que Dios, después de haberse dado a noso tros haciéndose hombre, siga en comu nicación con nuestras almas por medio de hombres, como nosotros, a los que El comunica su función de pastor: Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas. Dios ha decidido no pastorear nuestras al mas sino por medio de pastores que le están subalternos. A Pedro entrega Jesús su doctrina, su autoridad, sus sacramentos; Pe dro, a su vez, establece obispos, sacerdotes, de modo que este tri ple bien de la doctri na, de la vida divina comunicada por los sacramentos, y de la autoridad que guía nuestras almas con seguridad hacia el cielo, nos llega por medio de los sacerdotes. El sacerdote es, por voluntad expresa de Cristo:

1º El depositario y predicador de la fe. Cristo ha querido que por los sacer dotes llegara la fe católica a toda criatu ra. Id y predicad a todas las gentes, es el mandamiento que les intima. Ya en el Antiguo Testamento la ciencia divina estaba en boca de los sacerdotes; tam

bién es así en el Nuevo. Dios ha querido entregar su doctrina a los sacerdotes, porque éstos, enteramente dados a Dios y a su santo servicio, no se encuentran impedidos por los cuidados y negocios del mundo para cumplir esta misión de evangelizar, sino que, enteramente llenos de los intereses de Dios, se dedican a enseñar al pueblo la ley de Dios. Esta es su primera misión, el munus docendi. 2º El depositario y administrador de la vida divina, que comunica a través de los sacramentos, los cuales, porque son cosas santísimas, han de ser tratadas con el mayor respeto y veneración, por personas que vivan en intimidad especial con Dios, completamente entregadas a El. Este es el segundo oficio del sacerdote, el munus sanctificandi.

3º El depositario de la autoridad misma de Cristo, para dirigir las almas por el cami no que lleva al cielo. Frente a los múltiples peligros a que nuestra fe y la vida de la gracia se encuentra expuesta (desalientos, pruebas numerosas y variadísimas de la vida, dudas, tentaciones, tinieblas, malos ejem plos, enemigos del alma), necesitamos un guía que conozca los obstáculos que se encuentran en el camino y la manera de superarlos; un padre que nos com prenda, nos dé alientos y nos aconseje rectamente; un preceptor que nos re cuerde nuestras obligaciones; un sabio que juzgue todas las cosas según Dios y desde el punto de vista de la eternidad,

Naturaleza y objetivo de la Hermandad: el Sacerdocio católico
20

«No me habéis elegido vosotros a Mí dice Nues tro Señor , sino que Yo os he elegido a vosotros (Jn 15, 16). Él nos ha elegido y, sin embargo, queridos amigos, ¿no tendríamos alguna vez la impresión de habernos escogido nosotros mis mos, de haber recibido nosotros mismos nues tra propia vocación y haber dicho: Quiero ser sacerdote y elijo el sacerdocio? ¡Qué ilusión! Eso sería desconocer la omnipotencia de Dios, que nos conduce mucho más de lo que nos pode mos conducir nosotros mismos Nuestro Señor nos condujo al seminario y escogió para no sotros esta vocación sacerdotal, de modo que realmente hemos sido elegidos y enviados al mundo por Él Esto nos es un gran un consuelo, pues ante esta vocación que supera todo lo que una criatura humana puede imaginar, habiendo sido elegidos por Dios, confiamos que nos sos tendrá con su mano en nuestra actividad y en nuestra santificación sacerdotal Esto constitu ye un gran apoyo para el sacerdote»

Mons. Lefebvre, La santidad sacerdotal

Tan importante es esta función del sacerdote, que San Juan de la Cruz afir ma explícitamente que no hay verdad divina comunicada al hombre que no deba recibir su confirmación de la boca del sacerdote; y que no hay vida divina

que, en sus grandes rasgos, no sea dis tribuida a las almas por el sacerdote; finalmente, que no hay alma que pueda llegar a la santidad sino por el régimen humano del sacerdote.

Por eso pedimos a Dios que nos dé sacerdotes. ¿Quién nos enseñaría, si no, y transmitiría la fe? ¿Quién nos comunicaría la vida divina? ¿Quién nos aconse jaría y guiaría al cielo?

Pero además pedimos a Dios que nos dé santos sacerdotes. SANTOS DE MA NERA OBJETIVA, esto es, sacerdotes que tengan en sus manos los verdaderos medios para santificar a las almas.

l Sacerdotes que impartan la verdadera doctrina de la Iglesia, la fe católica, sin la cual nadie se puede salvar, y que la impartan en toda su integridad, sin corrupciones ni contagios con las doc trinas del modernismo.

l Sacerdotes que celebren la verda dera Misa, y no una cena o asamblea; esa Misa que es esencialmente el mismo sacrificio del Calvario, el corazón de la Iglesia, de la historia y de la vida cris tiana.

l Sacerdotes que administren los verdaderos sacramentos.

l Sacerdotes que inculquen a las almas los verdaderos principios de la moral católica: el amor de Dios sobre todas las cosas, el desprendimiento de las cosas del mundo, la detestación del pecado, la huida de las ocasiones, la mortificación cristiana, la práctica de las virtudes cristianas. SANTOS TAMBIÉN DE MANERA SUBJETIVA: esto es, que esos medios de santificación que están en sus manos, empiecen por santificar los a ellos, de manera que puedan ser, no sólo distribuidores de la verdadera vida de la gracia, sino también ejemplos y dechados de ella. m

21Naturaleza y objetivo de la Hermandad: el Sacerdocio católico «sub specie æternitatis». Todo esto lo es para nosotros el sacerdote: es su tercera función, el munus regendi.

La validez no basta para hacer que una Misa sea buena

Validez es una palabra engañosa. Para mucha gente que no está acostumbrada a los términos teológicos y canónicos, validez quiere decir que vale. (...) ¡No se trata de eso! Validez significa que la presencia y la eficacia de la gracia que está en el sacramento, la eficacia del efecto, pueden estar ahí, ¡aunque la ceremonia sea sacrílega! ¡Una misa válida podría ser también sacrílega!Lamisa reformada, ¿es solamente menos buena?

Una vez examinadas las debilidades de la reforma litúrgica, ¿la nueva misa es únicamente menos buena que la tradicional o puede calificarse como mala? ¿Son buenas todas las misas válidas?

Aunque pueda ser que no esté en juego la validez de la nueva misa, es una misa envenenada, porque desde el momento en que ya no se afirman las verdades propiamente católicas de la misa con el fin de agradar a los protes tantes, la fe en estas verdades desaparece también poco a poco. ¡Es algo tan evidente viendo las consecuencias de la nueva misa! Por este motivo, me es imposible decir que esta reforma sólo es mala de un modo puramente accidental, y puramente exterior y extrínseco.

Consideramos que la reforma de la misa, habiendo sido compuesta con protestantes, tiene una influencia ecumenista que ha tenido un efecto de tal modo que deja un sabor protestante y que poco a poco ha hecho desa parecer la noción de sacrificio propiciatorio, por lo cual los cambios que se realizaron en la misa hacen que sea peligrosa y envenenada.

Como esta reforma es fruto del liberalismo y del modernismo, está enteramente envenenada; sale de la herejía y acaba en ella, aunque todos sus actos no son formalmente heréticos.

Ahí están los hechos que muestran que se pierde la fe en las realidades dogmáticas esenciales de la misa. (...) Es relativamente fácil hacer el estudio de la nocividad de la nueva misa, que no llega para nada a la conclusión de algunas personas, a veces muy cercanas a nosotros y que son supuestamente “tradicionalistas,” a quienes se oye decir: “La antigua misa es mejor, por supuesto, pero la otra no es mala”. Es lo que dijo el abad de Fontgombault respondiendo a una persona que le escribió diciéndole que no podía ser oblata benedictina de esa abadía porque ellos estaban apegados a la nueva misa. El abad de Fontgombault respondió: “Sí, es verdad. Reconozco, en efecto, que la antigua misa es mejor; pero la nueva no es mala y, por lo tan to, la decimos por obedecer”.

¡Nosotros no aceptamos de ningún modo esa conclusión! Decir que la nueva misa es buena: ¡no! ¡La nueva misa no es buena! Si fuera buena, mañana mismo empezaríamos a decirla. Si es buena, hay que obedecer. Si la Iglesia nos da algo que es bueno y nos dice: “Tienen que hacer así,” ¿cuál sería la razón para decir que no? Mientras que si decimos: “Esa misa está envenena da; es mala y hace perder poco a poco la fe,” estamos claramente obligados a rechazarla.

Monseñor Lefebvre, La Misa de siempre

22 La validez no basta para hacer que una Misa sea buena

La Fraternidad Sacerdotal San Pío X y la Santa Misa

Si hay algo que se destaca en nues tra congregación, tanto por fuera como por dentro, es el amor a la Santa Misa. Y esto por varios motivos.

En primer lugar, por el fin que tiene la congregación, que es el sacerdocio. Ahora bien, no hay sacerdocio si no hay sacrificio, como tampoco hay sacrificio si no hay sacerdocio. El fin principal que tiene el sacerdote es la celebración del Santo Sacrificio de la Misa. Por lo tan to, inevitablemente, la misa ocupa en la Fraternidad (como también en la Iglesia), un lugar principal. La Misa es el Corazón de la Fra ternidad.

En segundo lugar, por el amor al Santo Sacrificio que Mons. Lefebvre trasmitió a la Congregación. “¿A qué debe mos estar más aferrados sino al Santo Sacrificio de la Misa? Lo digo a menudo a los seminaristas, si la FSSPX tiene una espiri tualidad especial, (no deseo que tenga una espiritualidad especial, no es que critique a los grandes fundadores de órdenes religiosas que han querido dar un sello especial a su congregación, sello que ha sido sin duda querido por Dios), pienso que si hay un sello particular en nuestra Fraternidad es la devoción al Santo Sacrificio de la Misa”(1) .

Y, en tercer lugar, por el combate de la defensa de la Misa de Siempre, como

le gustaba decía a Monseñor, y el rechazo del Nuevo Ordo de la Misa promulgado por Pablo VI. De hecho, este rechazo de la misa nueva, junto con el rechazo del Concilio Vaticano II, es lo que diferencia a la Fraternidad de todas las demás con gregaciones “conservadoras”. La Misa tradicional es uno de los estandartes de la FSSPX, en su combate por defender la fe y la Tradición de la Iglesia.

En este tiempo de crisis de la Iglesia, el tema de la Misa sigue siendo un tema candente y lleno de conflictos. Observa mos cómo la Misa es un signo de contra dicción, odiada por los enemigos de la fe y por los modernistas, defendida y ama da por otros, y deseada por algunos Nicodemos que no se atreven a defenderla públicamente o que asumen una defensa mal fundada, con argumentos sin con sistencia (se escucha a menudo: “que es más bella”, “que se puede rezar mejor”,

“que no hay que perder el rito extraor dinario”, “que pueden coexistir dos ritos en la Iglesia sin contradicción”, etc.), ar gumentos que no logran llegar a lo profundo del problema del cambio de la misa, y por tanto, a entender la importancia que tiene para la vida de la Iglesia, y de cada cristiano, el Sacrifi cio de la Misa.

Vamos, entonces, a dividir esta conferencia en dos par tes. Primero, repasaremos lo que nos dice la fe acerca de la Misa, y diremos algo del rito de la Misa de siempre. Segundo, veremos la estrecha relación que hay entre la Fraternidad, nuestra congrega ción, y la Misa, y allí tocaremos el tema de la Misa nueva. Finalmente, viene la conclusión.

1º PARTE DOCTRINA CATÓLICA ACERCA DEL SANTO SACRIFICIO DE LA MISA

Qué es la Misa. Lo primero que de bemos tener en cuenta es que vamos a estudiar un misterio de fe, es decir, una realidad que está por encima de las ca pacidades de nuestra razón, y que, por tanto, no podemos comprender, pero que debemos creer porque Dios nos lo ha revelado. Esa es la razón de lo que dice el sacerdote en el corazón del cora zón de la Misa, cuando dice las sublimes palabras de la consagración de la Sangre de N.S.J.C.: “MYSTERIUM FIDEI”, por que la Misa es uno de los misterios prin cipalísimos de nuestra fe. Sin embargo, intentaremos comprender lo que se pueda comprender, y exponer y delimitar la doctrina acerca de la Misa.

El Catecismo de San Pío X define la Santa Misa como “el sacrificio del Cuer po y Sangre de Jesucristo, que se ofrece sobre nuestros altares bajo las especies de pan y vino en memoria del Sacrificio de la cruz ”(2) .

A. Qué es un sacrificio

Dice San Tomás de Aquino que la misma razón natural dicta al hombre que se someta a Dios que es superior a él, y que por tanto le manifieste, de algún modo, sumisión y honor. Por lo cual, el hombre ofrece a Dios algunas cosas sen sibles como signo, como testimonio, de su sumisión a Dios(3) , esto es un sacri ficio. Luego precisa que el ofrecimiento de un sacrificio se hace para significar algo, por lo que el sacrificio exterior de una cosa sensible se hace para expresar el sacrificio espiritual interior, por la que el alma se ofrece a Dios en señal de sumisión y de honor, siendo Dios el principio y fin de todas las creaturas(4) . Resumiendo, podemos decir que el sa crificio es ofrecer algo a Dios que expre sa nuestra sumisión interior a Dios.

Todo sacrificio tiene cuatro fines:

1. Adoración: es el fin principal, tributar honor y gloria a Dios.

24 La Fraternidad Sacerdotal San Pío X y la Santa Misa

2. Acción de gracias: agradecer por los beneficios recibidos.

3. Impetración: pedir los bienes que necesitamos.

4. Expiación: Satisfacer o pedir per dón a Dios por las ofensas cometidas.

Otro elemento del sacrificio es la persona que lo ofrece, un representante de los hombres ante Dios: el sacerdote, que tiene la función de Mediador.

B. El sacrificio de la cruz

A partir de estas nociones de la ley natural, pasamos a considerar el Sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo, por que según el Catecismo de San Pío X, y el Concilio de Trento la Misa es “ sus tancialmente el mismo sacrificio de la cruz ”(5) .

Toda la tradición de la Iglesia, con firmada luego por el Concilio de Tren to, afirma que la “Pasión y Muerte de N.S.J.C. fue un sacrificio grato a Dios”(6) .

En su Pasión, Cristo se ofrece en sa

crificio a Dios Padre, y este es el moti vo principal, el amor a su Padre eterno: “Para que sepa el mundo que amo al Pa dre y que obro según el mandato que el Padre me dio, levantaos y vámonos de aquí”(7) , es decir, a la Pasión.

Por la perfección de su caridad y de todas sus virtudes, su sacrificio incluía necesariamente una adoración y acción de gracias perfectas, pidiendo también por todos nosotros y, sobre todo, ex piando nuestros pecados: “ nos amó y nos limpió de nuestros pecados por la virtud de su sangre ”(8) . Fue tan perfec to y grato a Dios el sacrificio de Cristo, que, dice Santo Tomás: “Cristo al padecer por caridad y obediencia presentó a Dios una ofrenda mayor que la exigida como recompensa por todas las ofensas del género humano…y por eso, la Pasión de Cristo no fue sólo una satisfacción su ficiente, sino también sobreabundante por los pecados del género humano”(9) .

Lo que queda aclarar es que el sacerdote y la víctima de este sacrificio es la misma. Es Cristo que se inmola a sí mismo, cuando él quiere y en momento que él determina. “Cristo nos amó y se entregó por nosotros como oblación y víctima a Dios cual incienso de olor sua vísimo”(10) , “Nadie me quita la vida, sino que Yo la doy por mí mismo, y tengo po testad de darla y potestad para volverla a tomar”(11) .

C. El sacrificio de la Misa

Que la Santa Misa es un sacrificio es una verdad definida por el Concilio de Trento: “En la última Cena, la no che que era entregado, para dejar a su esposa amada la Iglesia un sacrificio visible, como exige la naturaleza de los hombres, por el que representara aquel

La Fraternidad Sacerdotal San Pío X y la Santa Misa
25

San Pío X precisa en el Catecismo: “El sacrificio de la Misa es substancial mente el mismo sacrificio de la Cruz”(13) . Y Pío XII, en su magistral encíclica Me diator Dei de 1947, profundiza más: “El augusto sacrificio del altar no es, pues, una pura y simple conmemoración de la Pasión y Muerte de Jesucristo, sino que es un Sacrificio propio y verdadero, por el que el Sumo Sacerdote, mediante su inmolación incruenta, hace nuevamen te lo que hizo en la Cruz, ofreciéndose al Padre como víctima por el ministerio del sacerdote”(14) .

De todo lo cual, se desprende que en la Misa Cristo hace nuevamente, renue va, reactualiza, la oblación que hizo de sí mismo en la Cruz.

¿Por qué razones instituyó Cristo el sacrificio de la Misa? Además de las ra zones que se desprenden de la ley natu ral por la que el hombre ofrece sacrifi cios a Dios, hay dos razones especiales:

Primero, para perpetuar el recuerdo de nuestra redención, es decir, no sólo para que no se nos olvide cómo nos redi mió N.S., sino para remarcar la importancia de su sacrificio, para que tengamos siempre presente el amor de N.S.

que dio su vida para salvarnos.

Segundo, para aplicar diariamente la salvación merecida por N.S. en el Calva rio. La Misa “ es un insigne instrumento para distribuir a los creyentes los méri tos que brotan de la cruz…se nos aplica la eficacia saludable de la Cruz, para la

remisión de nuestros pecados cotidia nos ”(15) . La Santa Misa, entonces, renueva el sacrificio de N.S. para aplicarnos las gracias que ya fueron ganadas el Viernes Santo. Podemos decir que en la Cruz N.S. nos ganó (nos mereció) todas las gracias, pero sin aplicarlas, mientras que en la Misa se aplican las gracias sin merecerlas.

Estos dos motivos son los que se expresan en la oración de la Fiesta del Corpus Christi, que es la que se dice en la exposición del Santísimo después del

La Fraternidad Sacerdotal San Pío X y la Santa Misa
26 suyo sangriento que había una sola vez de consumarse en la cruz, y su memoria permaneciera hasta el fin de los siglos, y su eficacia saludable se aplicara para la remisión de los pecados que diaria mente cometemos… Jesús ofreció a Dios Padre su cuerpo y su sangre bajos las especies de vino, y bajo los símbolos de esas mismas cosas los entregó, para que los tomaran, a sus Apóstoles, a quienes entonces constituía sacerdotes del Nue vo Testamento, al mismo tiempo que les intimaba la orden, tanto a ellos como a sus sucesores en el sacerdocio, de que renovasen la oblación”(12) .

canto del Tantum ergo: “Oh Dios, que nos has dejado bajo este sacramento ad mirable un recuerdo de tu Pasión (pri mera razón), te rogamos que nos otor gues venerar los sagrados misterios de tu Cuerpo y Sangre, para que sintamos continuamente en nosotros el fruto de tu redención (segunda razón), que vives… ” .

Por último, para terminar esta breve exposición acerca de la Misa, conviene explicar por qué decimos que es subs tancialmente el mismo sacrificio de la Cruz. Es el mismo sacrificio porque la víctima es la misma, el sacerdote es el mismo, y los fines son los mismos.

El sacerdote princi pal en la Misa es el mis mo Cristo que se ofrece por el ministerio de los sacerdotes. El que con sagra es N.S.J.C. y el mi nistro le presta a Cristo su lengua, su boca. El ministro es un instru mento que por la orde nación ha recibo el po der de obrar en virtud y en la persona del mismo Cristo. El sacerdote ac túa “in persona Christi”.

La víctima es la misa: es el mismo Jesús presente realmente, por la transubstancia ción, bajo las especies del pan y vino. Por la transubstanciación, se hace pre sente verdadera, real y substancialmen te el Cuerpo y Sangre de Cristo, por lo que hay identidad de víctima. Además, al consagrarse por separado el Cuerpo de la Sangre, hay sobre el altar signos de muerte, de inmolación, y tal consagración por separado significa la separa

ción que hubo el Viernes Santo al ser de rramada su Sangre hasta la última gota.

Y los fines son los mismos que el de la cruz: al amor a su Padre, y los cuatro fines propios de todo sacrificio: adora ción, acción de gracias, expiación e impetración.

La Santa Misa y el Sacrificio del Calvario se diferencian en tres aspectos (sin que por eso deje de ser substancialmen te el mismo): en cuanto al modo de la oblación, que en la Misa es incruento, mientras que en el Calvario fue un sa crificio cruento; en cuanto al ministro, que en la Misa se ofrece Cristo por el ministerio de los sacerdotes, mientras que en el Calvario se ofreció per sonalmente; en cuanto al fruto, porque la Misa aplica las gracias ya ga nadas, mientras que en el Calvario se merecen todas las gracias.

El rito de la Misa

Sin duda que el rito de la Santa Misa (el modo de celebrar el Sa crificio) a lo largo de la historia se elaboró, de sarrolló y se perfeccionó, por lo que no es la misma la forma en que se celebraba la misa en el s. IV, que la forma que cono cemos ahora. No vamos a estudiar el rito ni su historia, sino a dar los principios por los cuales se guía la Iglesia en la for mación del rito de la Misa.

Aclaración importante: hay que te ner mucho cuidado con este tema, porque, en general, toda la literatura acerca de esto, se encuentra influenciada por el Santa

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La Fraternidad Sacerdotal San Pío X y la
Misa

movimiento litúrgico descarriado, es de cir, por ideas modernistas. Incluso hay autores buenos, pero imbuidos por algu nas ideas malas, porque eran las ideas de los “expertos” de la época.

Lo primero que hay que tener en cuenta es que en la liturgia hay elementos de institución divina y de institución humana. Los primeros, evidentemente, no se pueden cambiar (ej.: las palabras de la forma del Bautismo o de la consa gración), mientras que los segundos sí. Sin embargo, la Iglesia sigue unos de terminados principios para modificar los ritos, principios enunciados por Pío XII, en su importantísima encíclica Mediator Dei.

El primer principio fundamental es que los ritos pueden modificar se sólo en la medida que quede salvaguardada la integridad de la fe. Ante todo, la Iglesia quiere conservar la pureza de la doctrina sobre el Santo Sacrificio del Altar, tal como la transmitió su divino Fundador. La razón es que el rito debe expresar con claridad la fe católica. Un rito que no sea expre sión de la fe católica sería inaceptable y condenable.

Teniendo esto en cuenta, podemos decir con Pío XII, que si el rito de la Misa, como dijimos, se fue desarrollan do a lo largo de los siglos fue por cuatro motivos(16):

1º: para una formulación más segura y precisa de la doctrina católica.

2º: por el desarrollo de la disciplina eclesiástica en lo referente a la adminis tración de los sacramentos. (Ej.: la Iglesia prohibió que se diera la comunión a fieles bajo las dos especies).

3º: Las prácticas de piedad que sur gen por inspiración pero que no están íntimamente ligadas a la liturgia. (Ej.: por la devoción al Santísimo sacramen to, aparecen las procesiones del Cor pus):

4º: El progreso de las bellas artes. (Ej.: la música sacra).

Siguiendo estos principios se formó la preciosa liturgia de la Iglesia, cuyas ceremonias no son un puro formalis mo, sino que son un gran sacramental, actos externos de la virtud de religión, que estimulan el alma a venerar las co

sas sagradas, elevan la mente a las ver dades sobrenaturales, nutren la piedad, fomentan la caridad, acrecientan la fe, instruyen a los sencillos, adornan el cul to de Dios y conservan la religión(17) .

Por lo tanto, acerca del rito de la Misa podemos remontarnos a los tiem pos apostólicos:

l Desde el principio, tuvo la estructura de un sacrificio, con una enseñanza antes (lectura de las Sagradas Escritu ras), pero todo giraba alrededor del co razón de la misa que es la consagración. Si se sabe poco acerca de esta primera época es por la llamada “ley del Arcano”, que prohibía dejar testimonios de los misterios sagrados para que no cayera en manos gentiles y se burlaran de las ceremonias cristianas.

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La Fraternidad Sacerdotal San Pío X y la Santa Misa

l Más testimonios hay a partir del s. IV, evidentemente, cuando cesan las persecuciones a la Iglesia. Aparecen los antiguos sacramentarios leonianos(18) (s. V), gelasianos(19) (s. V) y gregorianos(20) (s. VI), en los cuales aparecen muchas de las oraciones colectas, prefacios, el canon, misas de santos, etc., que se encuentran actualmente en nuestro misal.

l Acerca del corazón de la misa, que es el Canon romano, ya se encontraba acabado en la época de San León Mag no. San Gregorio Magno lo completó de finitivamente agregándole seis palabras. A esta oración siempre se le tuvo una

temente, el sagrado Canon, tan limpio de todo error, que nada incluye que no dé a entender en sumo grado, cierta san tidad y piedad, y levante a Dios los áni mos de los que sacrifican; porque el Ca non consta de las mismas palabras del Señor, y de las tradiciones de los Apóstoles, así como también de los piadosos estatutos de los santos Pontífices”(21) .

l A fines del s. XII, el Papa Inocen cio III, promulga un “Ordo Missae” que muestra una identidad casi completa con el que más tarde será codificado por San Pío V.

l Siglo XVI: Ante los ataques protestantes el Concilio de Trento desarrolla y defiende la doctrina acerca del Santo sa crificio de la Misa (de allí el nombre de misa tridentina). Codificación por San Pío V: ¿Por qué era necesario esta codi ficación? Para lograr una unidad en la liturgia de la Iglesia que sea un baluarte contra las herejías. Lamentablemente, había muchos misales en ese tiempo que variaban de un lugar a otro (aunque en lo esencial, el canon, era lo mismo), y cada diócesis agregaba misas nuevas sin la autorización de la Santa Sede. Se requería un rito único y poner orden en estos abusos. Y en el concilio los obispos pidieron que se pusiera remedio a esta variedad.

grandísima devoción en la Iglesia por ser antiquísima y la que nos une a los tiempos apostólicos. De ella dirá el Con cilio de Trento: “Y siendo conveniente que las cosas santas se manejen santa mente; constando ser este sacrificio el más santo de todos; la Iglesia católica estableció hace muchos siglos, para que se ofreciese, y recibiese digna y reveren-

l Bula “Quo primum tempore” del 14 de julio de 1570: como el Concilio no pudo terminar este trabajo, San Pío V lo completó. Con este documento:

A. Codificaba la misa tal como exis tía antes de él. No inventó nada nuevo (de allí que el nombre de “misa de San Pío V”, no es correcto)

B. Mandaba a todos los sacerdotes del rito latino que celebrasen según las rúbricas de este nuevo misal. Aunque permitía el uso, en algunos lugares, de

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La Fraternidad Sacerdotal San Pío X y la Santa Misa

C. Autorizaba el uso de este misal a perpetuidad: “Nos concedemos y acor damos que este mismo Misal podrá ser seguido en totalidad en la misa cantada o rezada en todas las iglesias, sin ningún escrúpulo de conciencia y sin incurrir en ningún castigo, condenación o censura y que podrá válidamente usarse, libre y lícitamente y esto a per petuidad”(22) .

Podemos decir de esta bre ve reseña histórica del rito de la Misa, que el rito Romano se ha ido perfeccionando con el tiempo, pero que ha sido siempre substancialmente el mismo y que nos une con los santos de todos los tiempos, con la Misa de los apóstoles, y la primera misa del Jueves Santo. El rito de la Misa es comparable a un diamante en bruto que N.S.J.C. entregó en la última cena a los apóstoles y que la Iglesia fue tallando con mucho cuidado y embelleciendo a lo largo de los siglos, y que, a fines de la Edad Media, esta piedra preciosa lle gó a tal estado de perfección doctrinal y simbólica que ya no necesitó ser re tocada más. Por eso tan acertadamente la llamaba Mons. Lefebvre: La Misa de Siempre.

Conclusión de esta primera parte

Después de haber recorrido con bre vedad la doctrina católica de la Misa y el desarrollo del rito, podemos compren der un poco más algo de la importancia del Santo sacrificio con relación a la salvación de las almas. Por eso los Papas y

los santos no se cansaron de hablar del lugar esencial que tiene la Misa en la vida cristiana.

Pío XII decía acerca de este misterio que “ es el punto culminante y como el centro de la religión cristiana; tiene la máxima eficacia para la santificación y es el acto fundamental del culto divino ”(23); y San Alfonso María de Ligorio: “La Misa es lo más bello y hermoso que

Lutero odiaba al Papa y a la Iglesia: “la misa católica es la mayor y más horrible de las abomi naciones papistas, la cola del dragón del apo calipsis” Lutero afirmaba: “La misa es ofrecida por Dios al hombre y no por el hombre a Dios; ella es la liturgia de la palabra, una comunión y una participación (…) este abominable canon que hace de la misa un Sacrificio. La acción de un sacrificador Lo miramos como sacramento o como testamento Llamémosle bendición, Euca ristía, mesa del Señor, Cena del Señor, o Memorial del Señor”.

tiene la Iglesia… Por eso el demonio siempre buscó privar al mundo de la Misa, por medio de los herejes, haciendo de ellos los precursores del Anticristo”. Finalmente, nuestro querido funda dor, que tenía la capacidad de resumir en frases breves toda una doctrina, de cía: “jamás llegaremos a comprender en profundidad el gran misterio de la Misa. Debemos persuadirnos que la Misa no sólo es el acto religioso más importan

La Fraternidad Sacerdotal San Pío X y la Santa Misa
30 ritos que tuvieran más de doscientos años de antigüedad (ambrosiano, domi nico, mozárabe).

te, sino la fuente de toda la doctrina católica, la fuente de la fe, de la moral individual, familiar, social. De la cruz continuada sobre nuestros altares des cienden todas las gracias que permiten a la sociedad cristiana vivir, desenvolverse ”(24) .

2º PARTE LA FSSPX Y EL SANTO SACRIFICIO DE LA MISA

La Fraternidad y la Misa

El corazón de la Fraternidad es la Santa Misa.

La razón es que la Fraternidad tiene como fin el sacerdocio católico. Ahora bien, el sacerdote está exclusivamente destinado a la celebración de la Santa Misa. El sacerdocio y la Misa están estrechamente unidos: no hay sacerdocio sin misa y no hay misa sin sacerdocio.

Cuando Santo Tomás de Aquino estudia el sacra mento del Orden Sagrado, la verdad que domina todo su tratado es la siguiente: el sacerdote ha recibido el sacerdocio para celebrar la Santa Misa. “El Orden Sagrado implica una potestad”(25) , y “esta potestad es doble: un poder principal sobre el Cuerpo de Cristo, y uno secundario, derivado del primero, que concierte al Cuerpo Místico de Cristo”(26) .

El poder que se le entrega al sacer dote el día de su ordenación es el po der de consagrar el Cuerpo y Sangre de N.S.J.C., de celebrar el Santo Sacrificio de la Misa, según el mandato mismo de Cristo, “haced esto en memoria mía”. Y

de este poder se deriva todo el apostola do de los sacerdotes para con las almas. Porque el sacerdote tiene poder sobre el Cuerpo de Cristo, tiene poder también sobre las almas.

Por lo tanto, si la FSSPX tiene como fin el sacerdocio católico, tiene como consecuencia necesaria a la Santa Misa en el centro. En los estatutos de la FSSPX, se dice que el fin es el sacerdo cio, y que, por tanto, “los miembros de la Fraternidad tendrán una verdadera devoción por la Santa Misa, por la li turgia que la aureola y por todo lo que pueda hacer la liturgia más expresiva del misterio que allí se realiza”(27) , “los miembros no sacerdotes y las religiosas se esforzarán en contribuir al esplendor de la liturgia”(28) .

El mismo Monseñor hablando del espíritu que debe animar a la FSSPX dice: “el espíritu de la Fraternidad es ante todo el de la Iglesia, y por tanto, sus miembros, sacerdotes, hermanos, her manas, oblatas y terciarios, se esfuerzan por conocer cada vez mejor el Misterio de Cristo… Descubriremos entonces lo que ha guiado a la Iglesia durante veinte siglos, y comprenderemos la importan cia que da al Sacrificio de Nuestro Señor, y por consiguiente al sacerdocio… Toda la vida de la Iglesia está vuelta hacia el

La Santa Misa
31
Fraternidad Sacerdotal San Pío X y la

altar del Sacrificio… tales son también las convicciones de la Fraternidad”(29) . “Los miembros de la Fraternidad, ape gados a esta espiritualidad de la Iglesia grabada en las piedras, en los libros li túrgicos tradicionales, se esforzarán no solamente en aplicarse a sí mismos estos principios de vida espiritual, sino también en descubrir sus maravillas a los fieles”(30) .

Teniendo al Santo Sacrificio en el centro, todo lo demás, el apostola do, viene por añadidura, digámoslo así. Dicen también nuestros estatutos: “La FSSPX es esencialmente apostólica, porque el sacrificio de la Misa lo es también, y porque sus miembros deben ejercer generalmente un ministerio ex terior. Vivirán con la convicción de que toda la eficacia de su apostolado proce de del Sacrificio de Nuestro Señor, que ofrecen cada día”(31) .

Todo el apostolado de la congrega ción gira alrededor de la Misa. Como ya hemos dicho el sacerdote tiene como fin principal celebrar la misa, y, en se gundo lugar, tiene un poder sobre los fieles para llevarlos a Misa, conducirlos al Sacrificio de Nuestro Señor, a la Eu caristía. El fin del sacerdote con relación a los fieles es llevarlos a Misa, disponer los cada vez mejor a la asistencia a Misa. Un sacerdote que pretenda otra cosa, no es fiel a su ordenación, a la Iglesia y a Nuestro Señor. Cuando el sacerdote quiere llevar a las almas a otra cosa que no sea la Misa (la política, “obras socia les”, los curas obreros, obras de huma nidad, etc.), espanta a las almas, porque no tiene el espíritu de la Iglesia.

¿Qué hace la Fraternidad en todos los lugares? Instala un priorato donde los sacerdotes viven en común y tienden a la santidad. Pero donde hay sacerdotes

está la Misa. Y donde está la misa están los fieles. Y todo un conjunto de activi dades se desarrollan alrededor del altar. Algunas más directamente: grupo de acólitos, un coro, personas que ayudan de diferentes maneras para el mayor esplendor del culto, y todos los fieles. Pero no es sólo eso nomás: toda una vida social cristiana brota de la Misa: las fami

lias católicas y numerosas, los grupos de apostolado, de formación, las escuelas, etc.

Entonces, el apostolado verdadero, es decir, fundado en el Santo Sacrificio de la Misa tiene eficacia por sí mismo. Es cierto que Nuestro Señor no violen ta la libertad de nadie, pero por medio de la Misa va atrayendo las almas, len tamente o rápidamente, de acuerdo a las disposiciones de los lugares y de las almas. Pero tal apostolado tiene efica

La Fraternidad Sacerdotal San Pío X y la Santa Misa
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Y así la Fraternidad no para de crecer desde su fundación hace ya cincuenta años. Cada vez se expande más por todos los lugares. A pesar de las pruebas, a pesar de las condenas, a pesar de la di versidad de lugares y a pesar de la debi lidad de los miembros que la componen, la Fraternidad tiene una gran eficacia, porque está fundada en la cruz de Nues tro Señor Jesucristo. El día que en la

detalle, de la teología católica de la San ta Misa tal como fue promulgada por el Concilio de Trento”(33) . La Misa nueva va contra la esencia de la Fraternidad, que es el sacerdocio y el Sacrificio de la Cruz.

Que el nuevo rito de la Misa es otra cosa distinta que la Misa de siempre es evidente a primera vista. Pero citemos a su autor, al encargado de la reforma, para que nos de su testimonio: “No se trata solamente de retocar una valiosa obra de arte sino, a veces, de dar estruc turas nuevas a ritos enteros. Se trata, en realidad, de una restauración funda mental, diría casi de una refundición y, en ciertos puntos, de una verdadera creación nue va ”(34) .

De modo general, pode mos decir que el nuevo rito de la misa tiende a borrar, a hacer desaparecer o a ocul tar, tres verdades esenciales relativas a la Santa Misa:

congregación se deje de lado la Santa Misa Dios no lo permita nunca va a ser su fin.

La Fraternidad y la Misa Nueva

Aquí es donde debemos hablar ine vitablemente del nuevo rito de la Misa, promulgado por el Papa Pablo VI en 1969. Porque si la FSSPX está fundada sobre la Santa Misa, ¿por qué no cele bra este nuevo rito? La razón es, como se menciona en el “Breve examen crítico”, que la nueva misa “ se aleja de modo impresionante, tanto en conjunto como en

1. La presencia real: se ha perdido el lugar cen tral que tenía la presencia de N.S.J.C. en la Eucaristía por los cambios introducidos y las su presiones de la mayoría de los gestos de respeto:

l Supresiones de genuflexiones (quedan 3 de las 12 que había). En especial la que hace el sacerdote inmedia tamente que consagra (según los protes tantes es la fe de la asamblea la que hace presente a Cristo).

l Supresión de mantener juntos los dedos y no tocar nada después de la con sagración.

l Ya no es necesario el dorado en los vasos sagrados.

l Postura de pie después de la con

33 cia, porque es el apostolado de la cruz: “cuando yo sea elevado a lo alto, todo lo atraeré a mí”(32) , decía N.S., por lo que la Misa, que es la continuidad de la cruz, atrae a las almas.
La Fraternidad Sacerdotal San Pío X y la Santa Misa

l Ambigüedad después de la con sagración: las palabras “anunciamos Señor tu muerte hasta que vengas ” , des pués de la consagración, introduce una duda de la Presencia Real actual de N.S., pidiéndole que venga al fin de los tiempos.

l Se quitan las palabras “mysterium fidei” de la consagración (que dijo N.S.).

2. El fin expiatorio del sacrificio: Ya no se pone más el acento en la remisión de los pecados, sea el de los vivos, como el de los difuntos. La noción de sacrificio propiciatorio se quita para poner énfasis en una cena de acción de gracias.

l Se quita el altar y se pone una mesa: la misa pasa a ser una cena fraternal.

l La “liturgia de la palabra” toma una importancia de estilo protestante: lo importante es escuchar la palabra de Dios. De sacrificio ya no se habla.

l El ofertorio se quitó para ser una simple presentación de dones: el ofrecimiento de la víctima que paga por los pecados se ha borrado. Si es una cena presento lo que voy a comer.

l Todas las oraciones que se referían al aspecto propiciatorio se han quitado.

l Supresión de casi todas las señales de la cruz (quedan 8 de las 47).

l La consagración ya no es más una acción donde se inmola la víctima, sino una narración donde se hace un puro re cuerdo (ya no hay ese punto y aparte de las rúbricas que separaba la narración de la consagración).

l Confesión de los protestantes: “las nuevas oraciones eucarísticas tienen la

ventaja de matizar la teología del sacrifi cio que teníamos el hábito de atribuir al catolicismo. Esas plegarias nos invitan a encontrar una teología evangélica (pro testante) del sacrificio”(35) .

3. El sacerdocio ministerial: La doctrina católica del sacerdote como ministro e instrumento de Cristo para renovar el sacrificio se pierde y se hace hincapié en el sacerdocio de todos los fieles.

l El sacerdote es sólo el presidente de la asamblea.

l Supresión de toda oración que hace distinción del sacerdote y los fieles (Confiteor).

l Se quita el latín, para que la asam blea entienda todo.

l Todos pueden tocar los vasos sa grados.

l Las lecturas las pueden hacer los laicos. También la distribución de la Eu caristía.

l Se suprimen las oraciones que el sacerdote decía en voz baja.

Pero por si fuera poco el cambio del rito, Pablo VI publicó junto con la pro mulgación del N.O.M. una instrucción del nuevo misal, es decir, un documento explicando la nueva misa. En este documento aparece la definición de la misa

34 sagración, para comulgar, y hasta en la mano.
La Fraternidad Sacerdotal San Pío X y la Santa Misa

l No dice en ningún momento la pa labra transubstanciación(36) . Tampoco se dicen las palabras: “presencia real”.

lugar de la verdad. Tal como se advier te en el Breve examen crítico: “contiene gravísimas ambigüedades, por no decir errores manifiestos contra la pureza de la Fe Católica” (nº 8). El nuevo rito, en tonces, no es un culto católico porque no expresa la fe católica relativa al Santo Sacrificio de la Misa. Mons. Lefebvre decía: “No se puede decir que sea formal mente herética, pero indirectamente fa vorece la herejía, pues nos pone en un ambiente que no afirma más las verdades fundamentales de la Misa”(38)

.

Por todo el contexto se iguala permanentemente la presencia de Cristo en la Eucaristía con la presencia en la palabra de Dios y en la asamblea.

l En ningún momento se habla de sacrificio propiciatorio. Trento decía: “Si alguno dijere que el Sacrificio de la Misa sólo es de alabanza o de acción de gracias, o mera conmemoración del sacrificio cumplido en la cruz, pero no propiciatorio, sea anatema”(37) . Se habla de Misa como un memorial de la Pasión de Cristo y de su Resurrección.

¿Cuál es el juicio, entonces, que se puede hacer acerca del N.O.M.? La teo logía de la misa nueva (la doctrina que subyace y la que guía toda la reforma es la “teoría del misterio pascual”) no es católica. No niega explícitamente ninguna verdad de fe, sino que dice otra cosa, en

Esa es la razón del rechazo del misal de Pablo VI de parte de Mons. Lefebvre. La liturgia del Concilio Vaticano II, va directamente en contra de la doctrina católica de la Misa y del sacerdocio, que son como las dos columnas esenciales de la congregación. Hay oposi ción total entre los principios de la Fraternidad, que son los principios de la Iglesia, y los principios de la nueva liturgia, como hay oposición total entre la misa tradicional y la misa nueva. Am bas expresan dos espiritualidades dife rentes y dos tipos de fe diferentes.

Bien claro dejó la postura sobre este tema nuestro venerable fundador en la declaración del 21 de noviembre de 1974: “Habiendo esta reforma nacido del liberalismo, del modernismo, está totalmente envenenada; sale de la he rejía y desemboca en la herejía, incluso si todos sus actos no son formalmente heréticos… Es por ello que nos atene mos firmemente a todo lo que ha sido creído y practicado respecto a la fe, las costumbres, el culto, la enseñanza del catecismo, la formación del sacerdote, la institución de la Iglesia, por la Iglesia de

35 nueva en el art. 7: “La cena del Señor o Misa es una sinaxis sagrada, o sea, la reunión del pueblo de Dios, bajo la pre sidencia del sacerdote, para celebrar el memorial del Señor”. Fue tan escanda loso que se tuvo que cambiar, pero sin retocar el rito. Además, en este documento:
La Fraternidad Sacerdotal San Pío X y la Santa Misa

CONCLUSIÓN

El Santo Sacrificio de la Misa es el Corazón de la Iglesia. Así como el corazón en el cuerpo humano cumple una función capital, distribuyendo la sangre, la vida, a todo el organismo; así también la Misa distribuye las gracias a toda la Iglesia. Toda la Iglesia se beneficia con la celebración de la Misa, así como todo el cuerpo se beneficia de la acción del corazón.

Un alma llena del espíri tu de la Iglesia y del amor a Nuestro Señor Jesucristo en tiende la importancia del Sa crificio de la Cruz continuado en nuestros altares. Y por eso, las verdades de la fe católica que conciernen al Santo Sacrificio de la Misa no eran nociones abstractas para Mons. Lefebvre, sino que en él eran algo vivo. Eso mismo debe su ceder con cada una de nues tras almas: toda alma debe vivir de la Misa.

El mismo veía todo un pro grama de vida en la misa para todas las almas. “¿Qué es la misa? Es un catecismo vivo. Lo que nos enseña el catecismo, el Credo, los mandamientos, los sacramen tos, el Padrenuestro, las virtudes cristia nas todo esto se realiza punto por punto de un modo admirable en cada Misa”(39) . La doctrina cristiana no está solamente escrita con letras muertas en el catecis mo, sino que se vive cada vez que se celebra el Santo Sacrificio de la Misa.

Toda alma debe tener un amor y una

devoción sin límites a la Santa Misa. ¿Por qué? Monseñor nos responde: “Dios ha querido divinizarnos y comu nicarnos la caridad inmensa en que arde desde toda la eternidad. Ha querido co municárnosla y lo ha hecho por una manifestación extraordinaria: por su Cruz, su Muerte y su Sangre derramada. Ha querido que hombres escogidos por Él continúen ese sacrificio para dar su vida divina a las almas, curarlos de sus faltas y de sus pecados, y comunicarles su pro pia vida con el fin de que esa vida un día los glorifique y que estas almas sean glo rificadas un día con Él en la eternidad.

Esta es la obra de Dios”(40) .

Dos amores, íntimamente relacionados tenía Monseñor Lefebvre, amor al sacerdocio y amor a la Misa. Y estos dos amores dejó a su congregación. Todo gira en la Fraternidad alrededor de estos dos amores. Este es el Testamento que nos dejó Nuestro Señor Jesucristo en la noche del Jueves Santo antes de pade cer: nos dejó el sacerdocio para que se continuara su acción a lo largo de los siglos, y nos dejó su sacrificio y Él mismo Santa

36 siempre y codificado en los libros apare cidos antes de la influencia modernista del Concilio”.
La Fraternidad Sacerdotal San Pío X y la
Misa

en la Eucaristía, para consuelo nuestro en este valle de lágrimas. Esto es lo que recibió Monseñor de la Iglesia y esto es lo que nos ha transmitido a nosotros.

Y como Monseñor tenía un alma grande, era magnánimo, y siempre apuntaba a la gloria de Dios, en su sermón de jubileo sacerdotal, cuando cumplía los cincuenta años de sacerdocio, llamaba a todos los cristianos a una cruzada para restablecer la cristiandad. Una cruzada fundada en el Santo Sacri ficio de la Misa: cruzada de jóvenes que busquen un verdadero ideal, seguir a N.S.C.J., según la vocación a la que sean llamados; cruzada de familias católicas y numerosas consagradas al Sagrado Co-razón de Jesús; cruzada de los pa dres de familia para que hagan reinar la gracia de la Misa en las sociedades; y finalmente cruzada de sacerdotes santos que sean el alma de esta cruzada. Sólo un alma impregnada de un verdadero espíritu de fe en la Misa podía hacer esta llamada. Él vivió el poder de la Santa Misa en África y vio cómo se transfor maban las sociedades. Y eso es lo que in tenta hacer nuestra Fraternidad, donde se establece va creando pequeñas cris tiandades alrededor del altar: prioratos con sacerdotes, vocaciones religiosas, familias, jóvenes, escuelas.

Por eso concluía este hermoso sermón de su jubileo: “Por la gloria de la Santísima Trinidad, por amor a Nues tro Señor Jesucristo, por devoción a la Santísima Virgen María, por amor a la Iglesia, por amor al Papa, por amor a los Obispos, sacerdotes y todos los fie les, por la salvación del mundo y por la salvación de las almas, ¡Guardad el tes tamento de Nuestro Señor Jesucristo! ¡Guardad el sacrificio de Nuestro Señor! ¡Guardad la Misa de siempre!(41) m

(1) Homilía de Mons. Lefebvre del 18 de septiem bre de 1977, Econe.

(2) Catecismo Mayor de San Pío X, 4º Parte, Cap. (3)5º. II-II, q. 85, a. 1. (4) II-II, q. 85, a. 2. (5) Catecismo Mayor de San Pío X, 4ª parte, Cap. (6)5º. III, q. 47, a. 2. (7) Jn. 14, 31. (8) Apoc. 1, 5. (9) III. q. 48, a. 2. (10) Ef. 5, 2. (11) Jn, 10, 18 (12) Con. de Trento, Ses. XXII, Cap. 1º. (13) Catecismo Mayor de San Pío X, 4º Parte, Cap. (14)5º. Encíclica Mediator Dei, nº 67. (15) Encíclica Mediator Dei, nº 74 y 78. (16) Encíclica Mediator Dei, nº 49. (17) Encíclica Mediator Dei, nº 23 (18) Toma el nombre del Papa San León I (440460), en cuyo tiempo comenzó a coleccionarse las oraciones relacionadas a la Misa. (19) Toma el nombre del Papa S. Gelasio (492-496). (20) Toma el nombre del Papa S. Gregorio (590-604). (21) Sesión XXII, Cap. 4º. (22) Bula Quo primum tempore (1570). (23) Encíclica Mediator Dei, nº 65 y 26. (24) Un obispo habla. (25) Suppl., q. 34, a. 2. (26) Suppl., q. 36, a. 2. (27) Estatutos de la FSSPX. (28) Estatutos de la FSSPX. (29) “Espíritu de la FSSPX”, 2º artículo, Mons. Le (30)febvre.“Espíritu de la FSSPX”, 3º artículo, Mons. Le (31)febvre.Estatutos de la FSSPX. (32) Jn. 12, 32. (33) Breve examen crítico del N.O.M., prefacio. (34) Annibale Bugnini, Declaración de la Congre gación de ritos, 1967.

(35) Consistorio superior de la Confesión de Augs burgo y Lorena, 1973.

(36) El conciliábulo de Pistoya (1794) fue conde nado por Pío VI por favorecer la herejía al no decir esta palabra.

(37) Concilio de Trento, Ses. XXII, Can. 3º. (38) Conferencia espiritual en Econe del 21 de ene ro de 1982.

(39) Homilía en Lausanne, 9 de julio de 1978.

(40) Homilía en Econe, 29 de junio de 1982.

(41) Homilía de su jubileo sacerdotal, 23 de sep tiembre de 1979.

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La Fraternidad Sacerdotal San Pío X y la Santa Misa

Comunicado de la Casa General para pedir oraciones por Ucrania

A petición del Padre Basile, Superior de la Fraternidad San Josafat, de sus sacerdotes y fieles, el Padre Davide Pagliarani, Superior General de la Frater nidad San Pío X, invita a todos los miembros de la Fraternidad, así como a los fieles, a orar por Ucrania.

Pidamos a Dios, por intercesión de la Virgen María, venerada en Ucrania especialmente bajo el título de su gloriosa Asunción, la ayuda espiritual para los fieles ucranianos, así como la protección de los lugares de culto, iglesias y capillas, especialmente aquellas situadas al este del país.

El Padre Basile y los sacerdotes de la Fraternidad San Josafat agradecen de antemano la caridad de sus oraciones por aquellos que sufren la angustia de la gue rra y de un futuro in cierto.

La Fraternidad San Josafat

La Santa Fraternidad del Hieromártir San Josafat Kunsevich, más conocida como Fraternidad San Josafat, es una sociedad de sacerdotes católicos ucranianos de rito oriental eslavo Está unida a la Fraternidad San Pío X desde su fundación en el año 2000.

Encomendada al patrocinio de San Josafat Kunsevich (1584 1623), la Frater nidad fue fundada por el Padre Basile Kovpak. Su finalidad es la formación de sacerdotes y el apostolado parroquial. La comunidad cuenta con un seminario y una rama religiosa femenina. Los sacerdotes de la sociedad asisten a miles de fieles.

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38 Comunicado de la Casa General para pedir oraciones por Ucrania

Dejad que los niños se acerquen a mí

Las observaciones que siguen están tomadas de un hilo de comentarios en un foro de internet (Le Forum Catholique). Sin dar por siempre justificadas todas las quejas que allí se expresan, como si no existieran matices o disculpas, la ocasión nos ha parecido impagable para volver a llamar la atención sobre el decoro y el respeto que todos debemos guardar en la casa de Dios ¡Buen provecho! 14), como si la misa fuera el único mo mento para hacer que nuestros niños gritones se acerquen a Dios…

Se acostumbra a considerar magní ficas esas familias numerosas que asisten en gran número a la misa tradicional. ¿Puedo advertir que entre ellas se encuentra un cierto número de niños mal educados, vale decir no edu cados en absoluto, en todo caso no educados para oír misa?

Un ejemplo entre tantos otros: ese niño a quien se lleva al retrete apenas instalado en su banco. ¿No se puede prever razonablemente el llevar a toda la patulea al retrete antes de salir de casa para misa? ¿Haríamos lo mismo para un largo viaje en coche, o para ir a un espectáculo o Tenerdiversión?muchoshijos está bien, es hermoso, es admirable. Educarlos es pres tarles un servicio. Es también el mejor medio para no atraernos comentarios incómodos pero merecidos.

¡Y es usted, un padre de familia nu merosa, quien nos lo dice! Completa mente de acuerdo con su opinión, aunque no tenga progenitura, por lo que estoy mucho menos legitimado que usted para emitirla… Me parece que hace años Nemo [seudónimo de un habitual del foro] se había expresado aquí en ese sentido y había dicho que se le había replicado agriamente a su descontento con el célebre Sinite parvulos: “Dejad que los niños se acerquen a mí” (Mt 19,

De hecho fue peor que eso [aclara el aludido Nemo], fue el propio celebrante quien, en una gran iglesia parisina, ha bía advertido desde el púlpito que los berridos y desplazamientos de algunos niños molestaban a la asamblea, al coro y a su recogimiento. Entonces una mujer le respondió desde la mitad de la iglesia y en voz alta “Sinite parvulos venire ad me”, lo cual creó una incomodidad pal pable entre los fieles. El pobre sacerdote creyó que no debía insistir.

Pero hay que reconocer que hoy se entregan objetos a los niños, en el peor de los casos un manojo de llaves, que caen regularmente desde los bancos, y que los niños toman los pasillos por pistas de carreras y se mueven en plena misa para ir del padre a la madre. Estos mismos padres guardan un ademán im pasible, tomando como rehenes a buena parte de los fieles.

A menudo esas personas, habiendo adquirido en casa la costumbre de un continuo desbarajuste, no hacen ya nin gún caso y no tienen ninguna idea de lo que exige fijar la atención, concentrarse para cantar un gradual o un ofertorio. Lo mismo, aunque ahí yo tenga menos ex periencia, en cuanto a la concentración

del sacerdote en el canon de la Misa.

Da mucha pena. En mis recuerdos de infancia, yo no tenía derecho a rechistar ni una palabra, menos todavía a dejar mi sitio. Por lo demás, nadie se permitía moverse una vez la ceremonia comenzada. Lo que no se tolera en el concierto o en el cine ¿debería convertirse en la norma en las Inclusoiglesias?enlas misas entre semana hay que soportar a niños que lloran o parlotean… Al ver la manera en que sus padres se ocupan sin cesar de esos niños (juguetes, comida, bebida ¡todo esto du rante la misa!), parecen haber perdido totalmente o ignorado siempre el silencio y la meditación... Hay también (rara vez, pero por ello tanto más meritorio) niños muy bien educados a quienes no se oye y que no se mueven durante toda la celebración de la misa. Bravo a los pa dres que prueban así que es posible.

A menudo no prestamos atención a los niños que se portan bien, precisamente porque no pasamos el tiempo paseando nuestra mirada sobre la asam blea… Generalmente, entre un gran nú mero de fieles se cuentan rara vez más de dos familias ruidosas y descuidadas.

Por supuesto que el silencio total es difícil de obtener, y es importante feli citar a los padres que hacen todo lo po sible para conseguirlo. Lo que subleva no son los niños, sino los padres que les dejan hacer, que no hacen en cam bio ningún esfuerzo y que, todavía peor, no dudan en replicarte “¿no le gustan los niños?” si uno expresa una ligera re probación (lo cual no hago desde hace mucho tiempo, ya que sé que es inútil, se puede educar a los niños pero mucho más difícilmente a los padres).

Pongamos las cosas en su sitio. Hay un mundo entre quien, después de tres

cuartos de hora o una hora de coche para venir a misa, lleva a sus hijos al retrete apenas llegado a la iglesia, y quien deja a su niño pasearse por el pasillo principal hasta el altar durante la consagración.

Y hay un mundo también entre el sacerdote que, con toda razón, interrumpe su sermón porque los berridos (o los caprichos) de un niño hacen inaudibles sus palabras, y el que no soporta el pri merYgrito.elque pega una bofetada a su chi quillo, sigue siendo otra cosa distinta.

En resumen, todo es cuestión de me dida. Sí a la educación, pero… ¡los niños siguen siendo niños!

Y la gente que llega tarde, se sientan delante o casi y molestan a toda la fila, sacan el misal de una bolsa de plástico haciendo ruido… En suma, no son sólo los Misniños.palabras no se dirigían contra los niños, que no son responsables de la educación que se les da, o más bien que no se les da. Son más bien los adultos quienes son los primeros responsables de esas misas ruidosas, a causa de su inacción o de su incapacidad para con servar el control de la situación (a veces porque están simplemente desbordados por una progenitura demasiado impor tante para sus espaldas, lo cual empieza a veces con el primer niño…).

Familias que utilizan el rincón de la pila bautismal, bajo la tribuna, como una guardería: ¡es el infierno para mí como organista! Y todo el mundo hace como que no se entera… Hay un cierto liberalismo en la educación de las fami lias actuales: exigen enormemente de los profesores, pero dejan hacer cual quier cosa a sus hijos. ¿Curioso, no?

Pero reconozco que hay también familias irreprochables, a Dios gracias. m

Opinión: ¿cuáles son los “valores de Occidente” frente a Rusia?
40

La primavera del postconcilio

l Una guerra antiecuménica. Durante la Primera Guerra Mundial, ca tólicos austriacos o prusianos, ingleses o franceses, combatieron en trincheras

opuestas sin que ninguna de las respec tivas Iglesias locales tuviese que rom per con las demás. No ha sido así entre las comunidades ortodoxas con motivo de la guerra entre Rusia y Ucrania. Ya en enero de 2019, con ambos países en enfrentamiento semi abierto, la Iglesia Ortodoxa Ucraniana del Patriarcado de Kiev, que agrupa a una tercera parte de

los ortodoxos ucranianos, había roto con el Patriarcado de Moscú para pasar a depender del Patriarcado de Constantinopla. Con la invasión del 23 de febrero y el apoyo de Kiril, Patriarca de Moscú, a la intervención militar de Vladimir Putin, el conflicto se ha exacerbado. La guerra ya no es entre estados, es tam bién entre iglesias. Esto ha tenido su impacto en el ámbito católico postconciliar, que ahora ve mal lo que antes veía bien, a saber, el entendimiento en tre Francisco y Kiril. Probablemente es la primera vez en sesenta años que un relevante entusiasta del Concilio Vati cano II pide hacer un alto en el camino ecumenista. Se trata de George Weigel, biógrafo de Juan Pablo II y una de las voces más influyentes en el catolicismo denominado ‘neoconservador’. “Ha llegado la hora de un ‘reset’ ecuméni co ” , afirmó en un artículo publicado en First Things el 9 de marzo: “El Vatica no debería informar al Patriarca Kiril de que los contactos ecuménicos de la Santa Sede con la Ortodoxia Rusa se suspenden hasta que Kiril condene la invasión de Ucrania”. Lo interesante, más que la opinión en sí misma (que el Papa no tuvo muy en cuenta, pues el 16 de marzo se reunió por videoconferencia con el patriarca ruso en términos muy distintos a los deseados por Weigel), es la jerarquía teológica que expresa: des pués de tantas décadas viendo a la Igle sia humillada ante los ortodoxos en aras del ecumenismo, hasta el punto de mar-

La primavera del postconcilio ginar y despreciar a la propia jerarquía católica en beneficio de la cismática, y prohibiendo todo intento de conversión como forma de ‘proselitismo’, ¿va a ser una cuestión política y geoestratégica la que frene el disparate ecuménico?

l El abismo europeo. Las discordias ortodoxas por razones políticas serían todo un argumento a favor de la catolicidad de la Iglesia fundada sobre Pedro… si no fuera porque el sucesor de Pedro gobierna una Igle sia sometida a discordias aún peores que las de Kiev y Moscú, que rompen el fundamento de la unidad de gobierno: la unidad de fe. En Alemania asistimos a una insumisión organi zada y casi generalizada contra la doctrina católica por parte de los llamados a enseñarla: los obispos. El propio presidente de la conferencia episcopal, Georg Bätzing, obispo de Lim burg, en una entrevista re cogida por Katholisch.de el 3 de marzo, abogaba por la ordenación de hombres casados y de mujeres y por una revisión de la doctrina católica sobre la homose xualidad, dado que, según él, la relación entre personas del mismo sexo, “vivida con lealtad y responsabilidad”, no afecta a la relación con Dios. Aunque expre sada a título individual, esa opinión de monseñor Bätzing no es solo suya y des de luego no ha servido para cuestionar su puesto. Al contrario. En las últimas semanas se han expresado en línea si milar otros obispos, como el cardenal Reinhard Marx, miembro del grupo de purpurados que más directamente ase

las realidades objetivas. Siguiendo ese criterio, tampoco afectaría a la relación con Dios y podría ser aceptada por Él (a no ser que el sexo contra la naturaleza tenga privilegios no concedidos al sexo según la naturaleza) una relación entre hombre y mujer fuera del matrimonio vivida “ con lealtad y responsabilidad” y con la “primacía del amor ” . Lo que Bätzing y Marx no quieren entender es que la medida del amor, de la lealtad y de la responsabilidad es la conformi dad con la voluntad objetiva de Dios. Y Dios abomina y lo dejó claro en infinidad de pasajes de la Biblia de cualesquiera relaciones humanas (fornicarias,

42 soran al Papa. Presidió el 13 de marzo una misa en la iglesia de San Pablo en Múnich, su diócesis, para conmemorar los veinte años de ‘especialización’ de dicha parroquia en la comunidad LGTB. En la línea de Bätzing, Marx proclamó que “todas las relaciones humanas deben estar marcadas por la primacía del amor, y entonces todas pueden ser aceptadas por Dios”. Ambos prelados sitúan la moralidad de las acciones en las disposiciones subjetivas, más que en

ver ustedes al párroco de la Comunidad Católica de la Sagrada Familia en Inver ness (Illinois), Terry Keehan, bendecir a los fieles haciendo la señal de la Cruz con la guitarra con la que aca baba de interpretar algunos temas en misa. Toda una burla a la Cruz en la diócesis del cardenal Blaise Cupich, arzo bispo de Chicago y un auténti co Terminator contra la misa tradicional en su diócesis.

ellas. En un artículo publicado el 1 de marzo en el Rotary Magazin für Deuts chland und Österreich [Revista rotaria para Alemania y Austria], el teólogo protestante Friedrich Wilhelm Graf, a la vista de posiciones como las citadas, afirmó que el “cami no sinodal” alemán es solo un “disfraz” para “la protestanti zación de la Iglesia católica”. Dicho queda.

l Guitarrazo. En la misa del cardenal Marx a la que hemos hecho referencia había una bandera arcoiris flanqueando el altar. Al me nos, no bendijo con ella a los asistentes. Y no es que quiera yo darle ideas, no. No hace falta, porque esas ideas “están en el aire”, como el amor de la canción, que lo justifica todo. Es una pena que el papel no soporte las imágenes en movimiento, y así podrían

l La burla es el latín. Esa burla quedará, por supuesto, impune. No como otras “burlas”. El 1 de sep tiembre, Carlos Herrera en trevistó a Francisco para la cadena COPE y le preguntó por el motu proprio Traditionis Custo des, aprobado semanas antes. Entre las cosas que dijo el Papa al respecto, hay una que llamó poderosamente la atención. En referencia a que el motu proprio obliga a quienes se sometan a él a leer la Epístola y el Evangelio en lengua vernácula (y además, en las dudosas traducciones postconciliares), señaló la importancia de que “la proclamación de

43 adúlteras, sodomíticas, por citar las que tanta indulgencia producen a estos ecle siásticos) contrarias a su Ley, por mucha implicación emocional que se ponga en

la Palabra sea en un idioma que todos lo entiendan; si no, es reírse de la Palabra de Dios”. Habría que estar en la cabeza de Francisco para entender qué quiso decir. ¿Realmente piensa que la Iglesia ha estado siglos riéndose diaria y públicamente de la Palabra de Dios? Parece ignorar, en cualquier caso, que la Epístola y el Evangelio, en cuanto elementos de la misa, no se proclaman para el pue blo sino, ante todo, para Dios… que algo de latín sabe.

l Sinceridad, ante todo. Jean-Paul Vesco, nombrado por Francisco hace un año arzobispo de Argel, declaró el 20 de febrero a la agencia suiza Cath.ch que el Papa Fran cisco “ha asumido el ries go de afirmar una frater nidad humana más allá de las pertenencias religiosas. Muestra así que la evangelización se hace en la fraternidad y no en la con versión. ¡Es revolucionario! Él afirma en cierto modo que el bautismo no es la condición para la salvación”. “Revo lucionario” es, desde luego, porque el Concilio de Trento, en el decreto sobre la justificación (Denz 796), afirma que para la salvación de los adultos es necesario el bautismo, recibido realmente o al menos en el deseo implícito. Por de seo implícito, explica el padre Antonio Royo Marín, O.P., se entiende un acto de perfecta contrición o de perfecto amor a Dios, bajo la influencia de una gracia ac tual, con la cual incluso un pagano que desconozca la misma existencia del sa cramento podría recibirlo. Pero lo que es seguro, pues así lo enseñó Nuestro Señor, es que “quien no naciere de agua

y espíritu no puede entrar en el Reino de Dios” (Jn 3, 5). Monseñor Vesco, ade más de interpretar a Francisco sobre el bautismo, dijo algo de cosecha propia: “Tenemos que llegar a deshacernos de la idea de que debemos evangelizar”. ¿Y por qué algo tan tremendo, contrario al último mandato expreso de Jesucristo, “Id y predicad” (Mt 28, 19 20)? Porque “puede haber en el islam una parte de verdad que a nosotros se nos escapa ” . Y no solo en el islam, asimismo entre las comunidades protestantes, sobre quie nes repite la idea: “Ellas tienen su parte de verdad que tal vez a nosotros se nos escapa ” . Ahora bien, si hay verdades en el protestantismo y en el islam que no están en la Revelación cristiana, es que ésta es incompleta. Pero si la Revelación cristiana es incompleta, carecemos de elementos de juicio para discernir hasta dónde llega, y por tanto no sabemos si lo que “ se nos escapa ” es poco, es mu cho… o es todo. De ahí que no debamos evangelizar, pues privaríamos al evan gelizado de “ sus ” verdades sin ninguna certeza de que las “nuestras” lo sean. No hay que convertir, no hay que bautizar, no hay que predicar… y sí centrarse en la ‘fraternidad’. Es el sincero lenguaje de la apostasía. m

44 La primavera del postconcilio

Vida de Jesucristo

Esta obra de Fillion está considerada una de las mejores biografías de Jesucristo. Ofrece una visión serena y atractiva de la figura de Jesús, descrita con rigor científico y expuesta desde la fe de un gran exégeta, profesor de Sagrada Escritura y consultor de la Pontificia Comisión Bíblica de Roma. Publicada por primera vez en 1922, ha alcanzado numerosas ediciones tanto en castellano como en otros idiomas y sigue despertando interés en nuestros días. En esta nueva edición, Rialp reúne los tres volúmenes con un índice unificado, a la vista de su enorme valor exegético, histórico, teológico y patrístico.

Louis Claude Fillion nació en Francia en 1843. Ordenado sacerdote, en 1867 entró en la Compañía de S. Sulpicio. Fue profesor de Sagrada Escritura y en 1903 se le nombró consultor de la Pontificia Comisión Bíblica de Roma. Murió en 1927. De entre su ingente número de publicaciones, la Vida de Nuestro Señor Jesucristo es el mejor fruto de una vida consagrada al estudio de la Sagrada Escritura. Pueden hacer su pedido a nuestra dirección.

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Capilla de los Sagrados Corazones Pl. Dantzari, 8 3er domingo de cada mes, misa a las 11 h. Más información: 91 812 28 81

Barcelona

Capilla de la Inmaculada Concepción Tenor Massini, 108, 1º 1ª misa a las 9 y 11 h. Viernes y sábados: misa a las 19 h. Más información: 91 812 28 81

Granada Capilla María Reina Pl. Gutierre de Cetina, 32 Autobús: S3 1er domingo de cada mes, misa a las 11 h. Sábado precedente, misa a las 19 h. Más información: 91 812 28 81 Valencia Consultar dirección: 91 812 28 81 3er domingo de cada mes, misa a las 19 h. Salamanca Consultar dirección: 91 812 28 81 2º y 4º domingo de cada mes, misa a las 18 h. al 91 812 28 81, info@fspx.es Canaria.

Capillas de la Hermandad San Pío X en España Impreso: Compapel Telf 629 155 929
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19
Laborables:
Siervas
C/
Domingos:
Para cualquier tipo de información sobre nuestro apostolado y lugares donde se celebra la Santa Misa, pueden llamar
o escribir al correo electrónico:
También se celebran misas en: Oviedo, Córdoba, Palma de Mallorca, Murcia, Tenerife y Las Palmas de Gran

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