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Reflexiones sobre el motu proprio “Traditionis custodes”
Padre José María Mestre
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El pasado 16 de julio, Conmemoración de Nuestra Señora del Carmen, el papa Francisco publicaba el Motu proprio Traditionis custodes –refiriéndose a los obispos como «custodios de la Tradición»–, en el cual derogaba todas las medidas hechas por sus predecesores en favor de la Misa tradicional. Iba precedido de una carta explicativa de las medidas tomadas.
1º La carta explicativa
Fácilmente podríamos resumir el contenido de la carta a tres ideas principales, que el Papa desarrolla ordenada y pausadamente: 1º Finalidad de las concesiones en favor de la Misa tradicional. Los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI habían otorgado la posibilidad de usar el Misal promulgado por San Pío V, movidos por el deseo de «recomponer el cisma con el movimiento guiado por Monseñor Lefebvre», con la convicción de que no se ponía en duda el carácter vinculante del Concilio Vaticano II, y de que se reconocía el Misal de Pablo VI como expresión ordinaria de la lex orandi del Rito Romano. 2º Fruto contraproducente de tales concesiones. Por desgracia, lo que con eso se consiguió fue que, para muchos de los que hacían uso de esta facultad, resultara un uso paralelo del Misal promulgado por San Pío V y del Misal promulgado por Pablo VI, se ignorara el deseo de los Papas de recomponer la unidad, y se instrumentalizara el uso del Misal de San Pío V para rechazar la reforma de Pablo VI y el mismo Concilio Vaticano II. Todo lo cual supone un uso distorsionado de las concesiones otorgadas, ya que estas concesiones debían ser entendidas a la luz del Concilio Vaticano II. 3º Derogación de tales concesiones. Por eso, viendo el resultado negativo de estas concesiones, se derogan todas las normas, instrucciones, concesiones y costumbres anteriores al presente Motu proprio. El Misal de Pablo VI pasa a ser la única expresión de la lex orandi del Rito Romano.
2º El Motu proprio
Una vez explicadas las razones en la carta, sigue el Motu proprio Traditionis custodes con las medidas adoptadas: 1 º El Misal promulgado por Pablo VI es la única expresión de la lex orandi del Rito Romano.
El Misal tradicional, que cuenta con más de diez siglos de existencia, no goza ni siquiera de la condición que siempre tuvieron en la Iglesia otros Ritos venerables, como el Rito dominico, lionés, mozárabe o ambrosiano. 2º Es competencia exclusiva del obispo autorizar el uso del Misal promulga-
“Traditionis custodes ” do por San Pío V, ateniéndose en ello a dos pautas principales: la primera es que ha de cuidar no crear nuevos grupos con la facultad de usar el Misal tradicional; y la segunda es que, donde estos grupos ya estaban establecidos y aprobados, debe controlar las celebraciones según dicho Misal: • Verificando que los fieles que se benefician de él aceptan la validez de la reforma litúrgica de Pablo VI, el Concilio Vaticano II y el Magisterio de los Papas –entiéndase el Magisterio postconciliar–. • Indicando en qué lugar –nunca en la iglesia parroquial–y en qué días podrán los fieles gozar de la celebración de la Misa según ese Misal. • Nombrando a un sacerdote encargado de las celebraciones, y de verificar que los fieles que asisten cumplen los requisitos arriba señalados.
Dicho de otro modo, se impone a la Misa tradicional un régimen realmente carcelario, con lugares y días determinados, fuera de los cuales los fieles no tienen derecho a contar con dicho Rito multisecular. Es más, se obliga a los fieles a no tener ningún motivo para pedir dicha Misa, imponiéndoles condiciones inaceptables: pues si se acata el Concilio Vaticano II, el Magisterio postconciliar y la reforma litúrgica de Pablo VI, ¿qué razón seria se puede aducir para seguir aferrándose a la Misa de San Pío V? 3º Los sacerdotes ordenados después del presente Motu proprio, para celebrar según el antiguo Misal, necesitan un permiso del obispo, el cual, para concederlo, debe a su vez consultar con la Santa Sede; mientras que los sacerdotes que ya tenían esta facultad, deben recabarla de nuevo del obispo.
Nunca se insistirá lo bastante en la libertad que San Pío V otorgó a todo sacerdote, a perpetuidad, para celebrar la Misa según el rito que él mismo promulgaba, y a no verse nunca obligado a ceEn 1984, durante el pontificado de Juan Pablo II, la carta Quattuor abhinc annos facultó a los obispos a conceder la autorización de celebrar la misa tradicional, en casos justificados y con ciertas limitaciones. Una de las condiciones era que constase sin ambigüedades que los sacerdotes y fieles que se beneficiaban del indulto no tuvieran dudas de la legitimidad y rectitud doctrinal del Misal Romano promulgado por el papa Pablo VI en 1970. Estas disposiciones fueron confirmadas más tarde por el motu proprio Ecclesia Dei en 1988. lebrar según otro Misal. Ahora, en cambio, el obispo puede restringir o prohibir por sí mismo a un sacerdote la celebración de esta Misa, pero para permitirle celebrarla, hace falta que consulte con la Santa Sede. ¿Qué significa todo esto, sino la voluntad de impedir a toda costa la difusión de la Misa tradicional? 4º Los institutos de vida consagrada establecidos por Ecclesia Dei pasan a ser competencia de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, la cual ejercerá la autoridad de la Santa Sede.
Por lo tanto, tales institutos pierden desde ahora la protección oficial que, en
El 7 de julio de 2007 Benedicto XVI publicó el Motu Proprio Summorum Pontificum concediendo a los sacerdotes la posibilidad de usar, sin permiso alguno de su ordinario, el Misal de 1962 y, en general, la liturgia anterior; los motivos de este documento fueron explicitados en una Carta del Papa a los obispos publicada juntamente con dicho Motu Proprio, que refuerza las orientaciones de dos textos anteriores: Quattuor abhinc annos, de 1984, y Ecclesia Dei, de 1988. Tras afirmar que el Misal Romano de la reforma del Concilio Vaticano II, publicado por el Papa Pablo VI en 1970 y revisado en 1979 y 2002 por Juan Pablo II, es la “expresión ordinaria” de la fe, el motu proprio se refería al misal de San Pío V publicado en 1570 y reformado en 1962 por Juan XXIII, como “expresión extraordinaria” de la fe, siendo las dos formas “dos expresiones del único rito romano” .
orden a la celebración de la Misa tradicional, les brindaba la Comisión Ecclesia Dei, reduciéndolos de nuevo al derecho común. 5º Queda abrogada toda norma, instrucción, concesión o costumbre que no se ajuste al presente Motu proprio.
3º Algunas reflexiones sobre este Motu proprio
La claridad meridiana de este Motu proprio –que más que Traditionis custodes debería llamarse Concilii custodes–permite algunas reflexiones a modo de balance de los cincuenta años en que las autoridades de la Iglesia imponen el novus Ordo Missae y descartan (o ponen en régimen carcelario, a pesar de no haber sido nunca abolido) el Misal Romano de San Pío V. 1º La intención de los Papas que concedieron facultades o indultos para celebrar la Misa tradicional fue –como expresamente lo dice el papa Francisco– la de llevar paulatinamente a los rezagados –esto es, a los fieles a los cuales les costaba asimilar los cambios del Concilio– a una plena integración en la Iglesia conciliar. Con ellos se tuvo una actitud pastoral de paciencia y comprensión, otorgándoles por un tiempo la liturgia de antes, para que luego, paso a paso y poco a poco, acabaran aceptando los cambios. 2º Estas medidas afectan a todas las comunidades y sacerdotes vinculados a Ecclesia Dei, la cual, según declaración expresa de su primer prefecto, el Cardenal Agustín Mayer –«el que avisa no es traidor»–, fue instituida por el papa Juan Pablo II con el fin de llevar progresivamente a la plena comunión con Roma a los ex-seguidores de Monseñor Marcel Lefebvre. No otra es la intención que manifiesta este Motu proprio. 3º Por eso mismo, estas normas no afectan en lo más mínimo a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, la cual, siguiendo la fidelidad de su fundador a la Iglesia de siempre, se niega categóricamente a aceptar la Roma modernista que se manifestó en el Concilio Vaticano II, y las reformas surgidas de ese Concilio, «reformas que han contribuido y siguen contribuyendo a la demolición
“Traditionis custodes ” de la Iglesia, a la ruina del Sacerdocio, a la destrucción del Sacrificio y de los Sacramentos, y a la desaparición de la vida religiosa». 4º Aparece claro que Roma no manifiesta ningún deseo de volver a la Tradición, antes, al contrario, se muestra pertinaz en imponer unos cambios que suponen toda una revolución en la Iglesia, esa revolución denunciada desde hace ya más de 50 años por la Fraternidad Sacerdotal San Pío X. 5º A partir de ahora, los fieles que quieran guardar la Misa tradicional, o serán tratados como parias, dependiendo de la voluntad del obispo del lugar, o tendrán que acudir a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, como muchos de ellos lo venían haciendo hasta ahora.
4º Dos Misas que construyen dos Ciudades
«¿Por qué la Misa Tridentina sigue siendo la manzana de la discordia después de cincuenta años?», preguntaba nuestro Superior General en referencia a este Motu proprio. Y respondía: «La batalla de estos últimos cincuenta años, que el 16 de julio acaba de experimentar un momento ciertamente significativo, no es la guerra entre dos ritos: es de hecho la guerra entre dos concepciones diferentes y opuestas de la Iglesia y de la vida cristiana, absolutamente irreductibles e incompatibles entre sí. Parafraseando a San Agustín, podríamos decir que dos Misas construyen dos Ciudades: la Misa antigua ha construido la Ciudad cristiana, y la Misa nueva pretende construir la Ciudad humanista y secular». Precisando más la idea, proseguía: «De un lado está la Misa de siempre, estandarte de una Iglesia que desafía al mundo y que está segura de la victoria, porque su batalla no es otra que la continuación de la que llevó Nuestro Señor para destruir el pecado y el reino de Satanás. Es por la Misa y a través de la Misa como Nuestro Señor alista a las almas cristianas en su propia lucha, haciéndolas partícipes tanto de su cruz como de su victoria. De todo esto se deriva una concepción de la vida cristiana
Francisco publicó el motu proprio Traditionis custodes para redefinir las formas de uso del misal preconciliar: las decisiones vuelven a estar a disposición de los pastores de las diócesis. Los grupos aferrados a la antigua liturgia no deben excluir la legitimidad de la reforma litúrgica, los dictados del Concilio Vaticano II y el Magisterio de los Pontífices. El Papa dice que le entristece un “uso instrumental del Missale Romanum de 1962, cada vez más caracterizado por un creciente rechazo no sólo de la reforma litúrgica, sino del Concilio Vaticano II, con la afirmación infundada e insostenible de que traicionaba la Tradición y la ‘verdadera Iglesia’” . Dudar del Concilio, explica Francisco, “significa dudar de las intenciones mismas de los Padres, que ejercieron solemnemente su poder colegial cum Petro et sub Petro en el Concilio ecuménico, y en última instancia dudar del mismo Espíritu Santo que guía a la Iglesia. ”
Reflexiones sobre el motu proprio “Traditionis custodes” 11 profundamente militante. Dos notas la caracterizan: el espíritu de sacrificio y una esperanza inquebrantable.
Del otro lado está la Misa de Pablo VI, expresión auténtica de una Iglesia que quiere estar en armonía con el mundo, que presta oídos a los reclamos del mundo; una Iglesia que, en definitiva, ya no tiene que luchar contra el mundo, porque ya no tiene nada que reprocharle; una Iglesia que ya no tiene nada que enseñar, porque está a la escucha de los poderes de este mundo; una Iglesia que ya no necesita el sacrificio de Nuestro Señor, porque, habiendo perdido la noción del pecado, ya no tiene nada que expiar; una Iglesia que ya no tiene la misión de restaurar la realeza universal de Nuestro Señor, puesto que quiere contribuir al desarrollo de un mundo mejor, más libre, más igualitario y más eco-responsable; y todo esto con medios puramente humanos. A esta misión humanista que los hombres de Iglesia se han adjudicado debe corresponder necesariamente una liturgia igualmente humanista y profanada». Ya decía Monseñor Lefebvre, en su Declaración de noviembre de 1974: «No se puede modificar profundamente la lex orandi –ley de orar– sin modificar la lex credendi –ley de creer–. A Misa nueva corresponde catecismo nuevo, sacerdocio nuevo, seminarios nuevos, universidades nuevas e Iglesia carismática o pentecostal, todo lo cual se opone a la ortodoxia y al Magisterio de siempre». Lo mismo, aunque en sentido contrario,
Algunas personas reprochan mi fidelidad parece señalar ahora el papa Francisco, a la misa católica de tradición inmemorial (...) al decir que «el Misal de Pablo VI es la que su Santidad Pablo VI no ha prohibido nunca. Habría sido necesario por lo menos un acto legislativo claro y que procediera del mismo única expresión de la lex orandi del Rito Romano». Justamente. Porque el MiPapa. Si existe, que nos lo citen, pero que no sal de Pablo VI corresponde a otra lex se nos arguya un texto introducido ocultamente entre la primera y la segunda edición credendi, a la doctrina nueva del Conde la Constitución apostólica del Papa Pablo cilio Vaticano II, que rompe con toda VI, del 3 de abril de 1969, o falsificado en la traducción. Esa misa [llamada de san Pío V] ni se ha prola Tradición y el Magisterio anterior, y por ende con su expresión litúrgica, su hibido ni se puede prohibir. San Pío V que, in- lex orandi, la Misa de San Pío V. Por eso sistimos, no la inventó, sino que “restableció el misal según la antigua regla y los ritos de los concluía nuestro Superior General: Santos Padres,” nos da todas las garantías en «Los sacerdotes y fieles que, durante la bula Quo primum, por él firmada el 14 de julio de 1570: “Nos hemos decidido y declaramos que los Superiores, Administradores, estos últimos años, han ido descubriendo la Misa tradicional, y a través de ella Canónigos, Capellanes y otros sacerdotes de se han acercado a un nuevo horizonte escualquier nombre que sean designados o los religiosos de una orden cualquiera, no pueden piritual y moral, van a enfrentarse ahora ser obligados a celebrar la misa de otra ma- a una elección importante respecto de la nera diferente a como Nos la hemos fijado y que jamás nadie, quienquiera que sea, podrá contrariarles o forzarles a cambiar de misal o a fe: elegir la fe católica en su totalidad, y por ella a Nuestro Señor Jesucristo, su anular la presente instrucción o a modificarla, cruz, su sacrificio y su realeza… Estos sino que ella estará siempre en vigor y válida con toda su fuerza... Si, sin embargo, alguien se mismos sacerdotes y fieles encontrarán permitiese una tal alteración, sepa que incurre en la Fraternidad Sacerdotal San Pío X en la indignación de Dios Todopoderoso y sus bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo”. la esperanza y la certeza de que la Misa tridentina nunca desaparecerá de la faz
Mons. Marcel Lefebvre, La Misa de siempre de la tierra». m
Mantener la fe por medio de la misa de siempre
¿Cuál es el medio para mantener la fe católica? Mantener vuestra santa misa, que es la piedra fundamental de la Iglesia, pues constituye el tesoro que nos dio Nuestro Señor Jesucristo. “Éste es el cáliz de mi Sangre, del nuevo y eterno Testamento”. El Testamento de Nuestro Señor Jesucristo es su Sangre derramada por la remisión de los pecados. Conservamos la misa no porque es de rito latino sino porque encierra explícitamente las verdades de la fe. Hay misas de otros ritos, pero todos ellos contienen las verdades de nuestra fe católica y las proclaman.
Tenemos que aferrarnos con toda nuestra alma y con todo nuestro corazón al santo sacrificio de la misa porque es por este medio por donde alcanzaremos realmente lo que ha hecho por nosotros el amor de Dios. Pues si alguna prueba hay del amor de Dios por nosotros, es claramente Nuestro Señor Jesucristo crucificado en la Cruz. ¿Qué más podía hacer sino inmolarse en la Cruz para redimirnos de nuestros pecados?
No podemos abandonar el culto de Nuestro Señor Jesucristo, y aunque sea en una sala como ésta, que vosotros habéis procurado preparar lo más dignamente posible para reuniros, vosotros continuáis la Iglesia católica. Es lo que ya decía san Atanasio a los que lo criticaban porque quería mantener las tradiciones: “Vosotros tenéis las iglesias, pero nosotros tenemos la fe. Quedaos con las iglesias si queréis, guardad los templos, pero nosotros guardamos la fe”. Es lo que vosotros decís al venir a una de estas salas: “Quedaos con vuestras iglesias, ya que nos impedís adorar realmente en ellas a Nuestro Señor Jesucristo. Nosotros queremos guardar la fe y continuar la Iglesia”. De este modo estáis manifestando que queréis reuniros alrededor del altar, del santo sacrificio de la misa y de los sacerdotes que hacen las funciones litúrgicas del mismo modo que la Iglesia lo ha hecho siempre, y para guardar vuestra fe y la de vuestros hijos. Es el mayor servicio que podéis prestar a la Iglesia, a la espera de que un día podáis volver a llenar vuestras iglesias, que fueron construidas para este culto y no para un culto que se parece al protestante.
Queremos guardar la fe católica a través de la misa católica y no de una misa ecuménica, que aun si es válida y no es herética, favorece la herejía.
La única actitud lógica para guardar la fe católica es guardar la misa católica, y esta misa es contraria al espíritu del Concilio, al ecumenismo, a la colegialidad y también al liberalismo que hay en el Concilio. Nuestra misa es la del sacrificio, y sólo hay un sacrificio que nos abre las puertas del Cielo: “Tu devicto mortis aculeo..., Tú, librándonos de las cadenas de la muerte, nos has conducido al Cielo por la Cruz”. La Cruz es el camino que nos lleva al Cielo. El sacrificio de Nuestro Señor es la senda real que nos lleva a la eternidad. No hay otro camino.
Para nosotros lo que cuenta es celebrar nuestro santo sacrificio según la tradición de nuestros Padres, de los Apóstoles y de los que les siguieron y nos trasmitieron este rito, que fue restaurado por San Pío V, San Pío X y por Juan XXIII.
Mons. Marcel Lefebvre, La Misa de siempre