7 minute read

Publicaciones de la Academia Nacional de Medicina de Colombia y sus académicos

Diego Rosselli Cock

Antecedentes

Advertisement

En 1817, cuando ejercía el virreinato Juan de Sámano y corrían los tiempos de lo que se ha designado el Régimen del Terror, se iniciaron a instancias del mismo Virrey las reuniones semanales de los más prestantes facultativos de Santafé de Bogotá “con el objeto de conferenciar sobre medicina, cirugía, farmacia y química y perfeccionar con la discusión los conocimientos científicos que poseyeran” (1).

Uno de los asistentes a esas primeras reuniones académicas, que antecedió por más de medio siglo a la fundación de la Academia Nacional de Medicina, fue el célebre médico y militar José Félix Merizalde (1787-1868), autor de lo que se considera el primer libro de medicina escrito, editado y publicado en Colombia, en 1828, Epítome de los elementos de higiene o de la influencia de las cosas físicas y morales sobre el hombre, y de los medios de conservar la salud. Como lo dice el mismo autor, no se trató de un texto original, sino de la traducción al español de un libro del médico francés Estevan Tourtelle, con algunas “observaciones nuevas” añadidas por el propio médico granadino. Merizalde también dejó otras publicaciones, entre ellas el texto

Elementos de patología general, publicado en 1831 y que serviría de texto para los estudiantes de medicina de la Universidad Central (1).

Los fundadores

Pero demos el salto a 1873 y al legado científico de los seis fundadores de la Sociedad de Medicina y Ciencias Naturales de Bogotá, precursora de la Academia Nacional de Medicina. El acta de fundación se firmó ese 3 de enero en la casa de Abraham Aparicio Cruz (1849-1914), médico bugueño, egresado de la recién creada Universidad Nacional, y luego redactor por muchos años de la Revista Médica que sería hasta hoy, con interrupciones, el órgano científico de la Academia Nacional de Medicina. Como era de usanza entre los líderes médicos de entonces, Aparicio fue un personaje multifacético. Entre sus escritos figuran Observaciones sobre la influencia perniciosa del abuso de la chicha, y Baños fríos en el tratamiento de la fiebre tifoidea (2).

Leoncio Barreto (1839-1921), precursor de la obstetricia en Colombia, fue autor no solo del Compendio de obstetricia , sino del Prontuario de medicina legal y jurisprudencia médica, así como de un Cuadro sinóptico general de Zoología (3).

Evaristo García (1845-1921), nacido en Cali, también egresado de la recién creada Universidad Nacional, fundaría más tarde el Boletín de Medicina del Cauca, en 1877, del cual se alcanzaron a publicar 205 números, hasta su desaparición en 1910. Entre las obras más significativas de García Piedrahíta figuran Los ofidios venenosos del Cauca, publicado en París en 1896. Desde 1942 el Hospital Universitario del Valle lleva su nombre (4).

Manuel Plata Azuero (1823-1899), no solo era el más veterano de ese grupo de fundadores, sino que había hecho ya una importante carrera política como opositor del general Tomás Cipriano de Mosquera. Su legado médico más significativo fue el texto Tratado de terapéutica aplicada general y especial: con el arte de recetar y el de formular, la materia médica, la terapia infantil y la clínica terapéutica aplicable especialmente a los climas tropicales, publicado en 1888 (5).

Nicolás Osorio y Ricaurte (1838-1905), bogotano, fue un ávido investigador sobre las quinas, y al respecto publicó dos libros: Estudio sobre las quinas de los Estados Unidos de Colombia publicado en 1874, y Estudio sobre el cultivo de las quinas , en 1880.

Finalmente, Liborio Zerda (1834-1919), además de médico, químico, físico y geólogo, fue Miembro Honorario y de Número de las Academias de la Lengua y de Historia. Fue autor de El Dorado: estudio histórico, etnográfico y arqueológico de los chibchas, habitantes de la antigua Cundinamarca y de algunas otras tribus, publicado en 1883 (5).

El cambio de siglo

El médico huilense Zoilo Cuéllar Durán (1871-1935) es considerado el padre de la urología en Colombia. Desde su cátedra en la Universidad Nacional fue tutor de numerosos trabajos de grado sobre prostatismo, tuberculosis renal, hematuria, sífilis, fístulas uretrales y tumores renales, entre otras (5).

El boyacense Luis Patiño Camargo (1891-1978) fue comisionado en 1928 para dirigir una campaña sanitaria contra la fiebre amarilla en Norte de Santander, razón por la cual su hijo José Félix Patiño Restrepo naciera en territorio venezolano. Patiño Camargo hizo importantes investigaciones sobre la lepra, el tifo exantemático o tifo negro, y la fiebre petequial de Tobia (6).

El médico antioqueño César Uribe Piedrahíta (1896-1951) fue otro académico que combinó sus estudios científicos de parasitología y medicina tropical con su espíritu viajero y su obra literaria, que incluye la novela Toá, publicada en 1933 y que habla sobre la explotación indígena en tiempos de cauchería (5). Hoy, la medalla César Uribe Piedrahíta es la máxima distinción de la Federación Médica Colombiana.

Presidentes, miembros y publicaciones de la Academia

Mediados del siglo XX

En el campo de la entomología médica fueron clave las publicaciones de Ernesto Osorno Mesa (1904-1976), particularmente en los mecanismos de transmisión de la fiebre amarilla selvática (junto con el santandereano Augusto Gast Galvis (19061984)) y de la encefalitis equina venezolana, así como en el papel del Rhodnius prolixus como vector de la enfermedad de Chagas (5).

El psiquiatra valduparense José Francisco Socarrás (1906-1995) hizo importantes aportes al psicoanálisis y al entendimiento de las enfermedades mentales, pero también hizo análisis psiquiátricos de personajes de la vida pública, en particular del líder conservador de quien escribió en 1942 Laureano Gómez: psicoanálisis de un resentido. Escribió también notas biográficas sobre los poetas Candelario Obeso y José Asunción Silva (5).

El cartagenero Alfonso Bonilla Naar (1916-1978) fue otro académico que combinó publicaciones científicas del quehacer quirúrgico, la mayoría de ellas en la Revista de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional, su alma máter, con una amplia producción literaria, que incluyó numerosos poemas, así como la novela La pezuña del diablo, que transcurre en los tiempos de la Inquisición en su ciudad natal (7).

El médico bogotano Hernando Groot Liévano (1917-2016), quien fuera primero presidente, y luego por muchos años Secretario Perpetuo de la Academia Nacional de Medicina, hizo importantes aportes a las enfermedades transmitidas por vectores, como leishmaniasis, tripanosomiasis y las arbovirosis. En 1982 fue designado magistrado del por entonces recién creado Tribunal Nacional de Ética Médica (8). Todos los que lo conocimos damos fe de su enorme sabiduría y su trato siempre cordial.

Los aportes del neurocirujano barranquillero Salomón Hakim Dow (1922-2011) en la fisiopatología y el tratamiento de la hidrocefalia, publicadas en el New England Journal of Medicine son bien reconocidos (9).

En el campo de la psiquiatría, el médico sogamoseño Humberto Rosselli Quijano (1923-2009) fue un autor prolífico. Se destacan su Historia de la psiquiatría en Colombia, publicada en 1968, y sus ensayos biográficos de los poetas antioqueños Porfirio Barba Jacob y Epifanio Mejía (10).

El último medio siglo

Al cierre del siglo XX y primeros decenios del nuevo milenio hay una larga lista de académicos con una importante producción científica y humanista. Aquí destaco algunos de ellos. El psiquiatra Guillermo Sánchez Medina (1926) ha sido un prolífico autor de libros de orientación psicoanalítica, como Amor, odio y perversión, La incógnita de los sueños, o Ciencia y pensamiento mágico (5).

El cirujano José Félix Patiño Restrepo (1927-2020) fue sin duda una figura singular. Se destacó en el campo político como ministro de Salud, fue rector de la Universidad Nacional, fue presidente de la Academia Nacional de Medicina y artífice tanto de la Fundación Santa Fe de Bogotá como de la facultad de medicina de la Universidad de Los Andes. Su producción científica se destacó tanto en la cirugía general (fue editor del World Journal of Surgery y de la Revista Colombiana de Cirugía), como en la nutrición clínica. Su biografía de la soprano María Callas es una demostración de su pasión por la ópera (11).

Adolfo De Francisco Zea (1928-2021), internista y cardiólogo bogotano, dejó importantes obras históricas y de análisis literario como La medicina en los tiempos de la revolución francesa o La locura y el buen sentir de Don Quijote de la Mancha.

También escribió de historia el ginecobstetra Ricardo Rueda González (1929-2011) con obras como La historia médica de Winston Spencer Churchill, o Los médicos y la medicina en la guerra de los Mil Días. Hoy el Museo de Historia de la Medicina lleva el nombre del doctor Rueda.

Otros dos historiadores, humanistas y poetas fueron el endocrinólogo bumangués Efraím Otero Ruiz (1931-2014) y el neurocirujano de Chinácota Juan Mendoza Vega (1933-2017) ambos en su momento, presidentes de la Academia Nacional de Medicina y magistrados del Tribunal Nacional de Ética Médica. El primero fue también ministro de Salud, y el segundo columnista por muchos años del diario El Espectador. Fueron importantes las contribuciones del epidemiólogo y salubrista pastuso Álvaro Moncayo Medina (1941-2019); sus trabajos sobre la enfermedad de Chagas en varios países del mundo fueron publicadas en importantes revistas médicas.

Finalmente debo citar los trabajos históricos y de paleopatología del pediatra monteriano Hugo Armando Sotomayor Tribín (1950), las publicaciones sobre Mutis y la Expedición Botánica de los genetistas Alberto Gómez Gutiérrez (1958) y Jaime Eduardo Bernal Villegas (1950), la extensa obra lexicográfica del psiquiatra Álvaro Rodríguez Gama (1946) y los aportes al entendimiento de la menopausia y la osteoporosis de David Vásquez Awad (1958).

Un buen número de estos y otros académicos han publicado obras suyas con el sello de la Academia, tal y como se puede apreciar al final de este capítulo en la Tabla 1 que fue compilada por la bibliotecóloga Jenny Machetá para el período 1940-2022.

Y la historia continúa

Como se nota en este breve escrito, el mundo de la medicina académica en Colombia ha sido productivo tanto en las disciplinas propias de cada académico como en amplios campos de la literatura y la historia. El futuro se avizora promisorio con el ingreso de valiosos colegas que, como Juan Manuel Anaya Cabrera y Andrés Felipe Cardona Zorrilla, poseen ya una extensa lista de publicaciones científicas. El futuro, literalmente, está por escribir.

Presidentes, miembros y publicaciones de la

La Calidad de la atención de la Salud José Félix Patiño Restrepo

Psicoanálisis y la Teoría de la Complejidad. (Una metáfora)

Guillermo Sánchez Medina

Del macroscopio al microscopio: Historia de la Medicina Científica Alberto Gómez Gutiérrez

Fundamentos sociológicos de la Medicina Primitiva

Horizontes de la Bioética. Salud y realidad social Chantal Aristizábal Tobler, Jaime Escobar Triana, Carlos Eduardo Maldonado, Juan Mendoza-Vega, Fernando Sánchez Torres

La Medicina como Institución: entre la voracidad y el suicidio

Estado de la calidad de la atención en las unidades de Cuidado Intensivo en Colombia: Recurso humano y tecnológico. Entidades trazadoras

Miguel Hernán Orticochea Aguerre, Gonzalo Correal Urrego, Jaime Herrera Pontón, Andrés Avila Garavito, Douglas Niño, Franz Florez Fuya, Fernando Urbina Rangel

Roberto Serpa Flórez 2005

This article is from: