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LLa revista M edicina en el sesquicentenario de la Academia

Alfredo Jácome Roca

La fundación de la Sociedad de Medicina y Ciencias Naturales y de la Revista Médica, su órgano científico desde un principio, fueron la cristalización de cambios que comenzaron a gestarse en Europa en cuanto a filosofía y ciencias, cuando empezó a promoverse el acercamiento a la naturaleza por el contacto directo y la experiencia.

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La educación neogranadina rechazaba lo nuevo y repulsaba lo extraño. En medicina se continuaba concibiendo la enfermedad al estilo hipocrático, como un desequilibrio de los humores, aunque en la práctica abundaban los empíricos. Personajes como Mutis y Caldas, el visitante Humboldt, la misión francesa donde participó Boussingault, y hechos como la revolución de la independencia, empezaron a introducir las ideas positivas procedentes del Viejo Continente, no necesariamente acertadas, pero al fin y al cabo novedosas. En el paso del siglo XVIII al siglo XIX, Mutis, como Galileo años atrás, creía que la naturaleza era un libro escrito en caracteres matemáticos y pretendía enseñar la manera de descifrarlos. Tal vez fue un visionario del genoma humano de nuestros tiempos.

A partir de la Escuela Privada de Medicina de 1864, fundada por el núcleo de profesionales formados en Francia y que se constituyó en el “Cuerpo Médico Colombiano”, empezaría a predominar la mentalidad anatomo-clínica que se basaba en trabajos como los de Laennec, Morgagni, Corvisart y otros de la medicina hospitalaria francesa; la enfermedad comenzaría a concebirse como una lesión anatómica en los órganos –que genera un conjunto de signos y síntomas–, y donde la terapéutica debería estar dirigida a corregir dicha lesión. Antonio Vargas Reyes fue uno de los representantes de esta corriente en nuestro país y alma intelectual de la Escuela Privada y de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional, de la que fue su primer decano.

Pero al mismo tiempo participó en aquellos periódicos médicos pioneros como La Lanceta, que apareció el 17 de abril de 1852, y que ofrecía trabajos de medicina, historia natural, química y farmacia, o como la Gaceta Médica, órgano de la Escuela de Medicina que, a partir de 1864, junto con La Lanceta, creó y fomentó la conciencia de grupo en los médicos colombianos. Se hacía necesario el estudio y la comprensión de la patología nacional, por lo que en 1859 se creó la Sociedad de Naturalistas Neogranadinos, y en 1873 la Sociedad de Medicina y Ciencias Naturales. El 2 de julio de ese mismo año apareció el primer número de la Serie I de la Revista Médica, en formato octavo y con ocho páginas, siendo su primer redactor Pío Rengifo Martínez y su administrador Bernardino Medina, médicos que, si bien no fueron fundadores de la nueva sociedad, si concurrieron a la segunda reunión de esta el 9 de febrero. Esta publicación figura como “Órgano de la Sociedad de Medicina de Bogotá” hasta el No. 37 (mayo 15, 1876), cuando ya se le reconoció como órgano de la Sociedad de Medicina y Ciencias Naturales, al oficializarse el nombre de esta corporación.

Sobre los antecedentes de este primer número, debemos decir que el 2 de marzo de 1873, y debido a la renuncia de Rafael Rocha Castilla (quien había sido designado redactor principal de la Revista Médica ), el doctor Rengifo fue elegido para reemplazarlo en nueva votación. En su editorial, dice el redactor: “El imán irresistible que atrae a los hombres y los une entre sí, es la identidad de principios, de deberes, de derechos y de aspiraciones. Este resultado preciso de la sociabilidad inherente a nuestra naturaleza constituye, en la plenitud de su fuerza, la familia humana y, obrando en menor escala, forma grupos parciales o asociaciones, que vinculan sus esperanzas en un mismo pensamiento”.

Este editorial indicaba el programa de labores y ofrecía las columnas generosamente a los interesados en divulgar temas científicos interesantes. El número 1 reproducía las actas de las primeras cuatro sesiones de la Sociedad, y “las traducciones de los artículos de Bodier Fleury”, institucionalizando en la revista la sección de prensa extranjera, donde se publicaba lo más selecto de la literatura médica universal.

El segundo y tercer número aparecieron poco después. En este tercer número se escribe el obituario del profesor Vargas Reyes, quien fuese autor de la “Memoria sobre las Quinas de la Nueva Granada”, la “Disertación sobre el Cólera Asiático” y la “Medicina del Pueblo”. La primera serie de 12 números (lo que hoy llamaríamos un volumen), se completó el 15 de marzo de 1874, es decir, con una periodicidad mayor que la mensual que originalmente se había propuesto; cada número de la Revista Médica superaba al anterior.

En el último de los editoriales del doctor Rengifo (marzo 17, 1875), cuando se retiró del cargo de primer redactor de la Revista Médica , resumió las actividades de la publicación durante los dos años de labores, lamentando la falta de colaboración de los médicos colombianos y de los mismos miembros de la Sociedad. Liborio Zerda, médico y naturalista, cofundador de la Sociedad, investigador, educador, decano, autor de El Dorado , fue designado como nuevo redactor. En su primer editorial, Zerda propone cambios interesantes y un nuevo impulso a la publicación, reforzando la sección de ciencias naturales. Un año después es reemplazado por el doctor Abraham Aparicio Cruz, quien fue redactor los siguientes tres años. La Sociedad de Medicina y Ciencias Naturales nació y funcionó por varios años en su propia residencia y de ella fue su primer secretario y luego presidente. Aunque fue catedrático y profesional de prestigio, autor de varios estudios, también incursionó en la política y fue concejal, parlamentario y alcalde de Bogotá. Fue primer redactor desde el número 39 y continuó en el cargo hasta el número 60, cuando fue reemplazado por Nicolás Osorio Ricaurte; o sea que participó en la redacción de buena parte de los volúmenes cuarto y quinto de la publicación periódica.

El Dr. Osorio, catedrático y eximio investigador, fue autor entre otros estudios de “El cultivo de las Quinas”, “Fiebre Amarilla y Fiebre Recurrente” y “La Viruela”. Graduado en París, fue miembro de la Sociedad de Higiene de Francia y ocupó el cargo de presidente, no solo de la Sociedad de Medicina sino también de la naciente Academia Nacional de Medicina que inició labores en 1891.

El nuevo redactor propuso interrumpir la publicación de la Revista Médica, debido a la dramática situación económica que vivía la Sociedad; pero el doctor Osorio, con la ayuda del doctor Policarpo Pizarro y con el apoyo incondicional del secretario de Instrucción Pública, el letrado Ricardo Becerra, logró la proclamación de un decreto del Gobierno Nacional por medio del cual se comprometió a sufragar los gastos del periódico de la Sociedad.

Las buenas relaciones del doctor Osorio, y su entusiasmo, lograron el milagro de multiplicar por seis el número de páginas de la Revista Médica, que llegó a tener 48 páginas por cada edición. Después de ocho años de fructíferos esfuerzos (aunque la publicación dejó de salir entre 1884 y 1886 por razón de guerra civil) renunció el doctor Osorio a la redacción de la revista el 25 de febrero de 1888.

Por aquellos años el científico colombiano Wenceslao Sandino Groot publicó en la revista un artículo en el que exaltó las propiedades terapéuticas de la hoja de coca, pues “mejora la virilidad, incluso en los octogenarios… combate la pereza”. Años más tarde el profesor Bejarano, aquel mismo que combatió el hábito de consumir la chicha, se fue lanza en ristre contra la coca, denunciando su comercio y consumo, resaltando sus efectos deletéreos en el organismo, y recomendando la represión de la actividad y destrucción de los cultivos.

Fue Osorio reemplazado por el doctor Proto Gómez, con la suplencia del doctor Juan de Dios Carrasquilla, quien fungía como vicepresidente de la corporación. En uno de sus primeros editoriales destacó la importancia de los estudios bacteriológicos, los que eran objeto de prolongados debates en la Sociedad, como el de Gabriel Castañeda sobre “Lepra”, o el de Daniel Gutiérrez sobre “Los microorganismos de la Fiebre Amarilla”. De esto surgió la dedicación del doctor Carrasquilla al estudio de la lepra. Este médico y naturalista destacado fue el último presidente de la Sociedad, ya que, con el fin de solucionar sus penurias económicas, el presidente Carlos Holguín y sus ministros lograron elevar la corporación al grado de cuerpo consultivo del Gobierno Nacional, por medio de la Ley 71 de 1890, proyecto que fue tramitado por los doctores Agustín Uribe y Elberto de J. Roca, y que contó con el apoyo de los médicos que eran parlamentarios.

En el trascendental acto en que se declaró instalada la Academia y que contó con la presencia del presidente Holguín, el doctor Juan de Dios Carrasquilla se refirió en estos términos a la publicación oficial de la Academia: “Unos pocos meses después [de la fundación de la Sociedad], conociendo sus miembros la imprescindible necesidad que había de consignar los hechos observados en el curso de su práctica y de ponerlos al alcance y en conocimiento de todos, emprendieron la publicación de la Revista Médica, periódico que destinaron a servir de órgano de la Sociedad, y que ha venido a ser, por la importancia de los asuntos en él dilucidados, la primera de las revistas científicas de la República”.

El primer presidente de la nueva Academia fue José María Buendía, quien convocó el Primer Congreso Médico Nacional y ordenó publicar periódicamente el boletín Archivos de la Academia, a fin de divulgar las actas y otros documentos que no tenían espacio en la Revista Médica.

En una nueva presidencia de Nicolás Osorio, Carlos Esguerra (con la suplencia de Alberto Restrepo H.) reemplazó como redactor de la revista al doctor Proto Gómez, quien luego fue el siguiente presidente de la corporación. En su período falleció en Panamá el primer redactor, Pío Rengifo. Esguerra (quien editó los números 184 a 213) fue reemplazado en sus funciones de redactor por los académicos Carlos Michelsen y José María Lombana Barreneche, quienes vieron llegar el siglo XX con este encargo; el comienzo de la centuria en la que se realizaron los mayores descubrimientos científicos que ha tenido la humanidad en toda su historia encontró a la Academia cerrada por tres años, con motivo de la Guerra de los Mil Días.

Siendo redactor el académico Lombana Barreneche, la Revista Médica entró en receso en marzo de 1908, pues la Academia venía sufriendo los rigores del desafecto oficial en el quinquenio de Rafael Reyes, particularmente por el lado financiero. En ese momento, de la publicación habían aparecido 335 números, recopilados en 28 volúmenes. Al ascender Lombana a la presidencia de la corporación fue designado redactor el doctor Luis Zea Uribe.

A pesar de algunas demoras, la publicación continuó apareciendo hasta febrero de 1924, cuando llegó al número 500 del volumen 42; redactores de aquella época fueron Jesús Olaya, Zoilo Cuéllar Durán, Roberto Franco, Martín Camacho y Rafael Ucrós. De allí en adelante entró en prolongado receso hasta 1933. Entre este año y 1936, aparecen los números 501 a 540. Al revisar el Índice acumulativo temático de contenidos de la Revista Médica, elaborado por Virginia Correa de Karpf en la primera mitad del siglo XX, se puede constatar cómo en el período de 1873 a 1935, cubriendo los primeros 45 volúmenes y 532 números consecutivos de esta publicación, se registran más de 400 autores que se refirieron a un amplio espectro de contenidos con más de 1.800 descriptores temáticos relacionados con la medicina. Este espectro temático, y el número de sus autores, muestra bien la vitalidad de la Academia en sus primeros 62 años de ejercicio.

En aquellos tiempos surgen otras publicaciones en el mundo médico nacional, como los Repertorios de Medicina y Cirugía y la Revista de la Facultad de Medicina (de la Universidad Nacional, que continúa editándose hoy en día). De 1944 a 1947 (segunda etapa), se publicaron 35 ediciones más de la revista, correspondientes a los volúmenes 47 y 48, siendo el último número el 575; transcurrirán después varios lustros antes de que se pueda reiniciar su publicación, por falta de apoyo oficial.

Durante la presidencia de Edmundo Rico, él y los académicos Huertas, Rueda Montaña y Esguerra Gómez, con la asesoría editorial de Plinio Mendoza Neira, reaparece la revista en su tercera etapa (6 números). En la cuarta etapa, José Vicente Huertas logró sacar dos números; el último (y final de la Revista Médica, que completó 583 ediciones), salió a la luz en diciembre de 1967. El vacío que dejó la publicación más antigua del país lo llenó el Boletín de la Academia Nacional de Medicina, bajo la dirección de Esguerra Gómez y el patrocinio del Banco de la República, y los Temas

Médicos que, bajo la dirección de Alberto Albornoz Plata primero, y de Zoilo Cuéllar Montoya después, casi han completado una veintena de tomos.

Bajo la presidencia de César Augusto Pantoja y por iniciativa de José Francisco Socarrás, en 1978 se inició la actual revista Medicina que vino a ocupar el lugar de la Revista Médica, y que podemos considerar una prolongación de ella, a pesar de los largos recesos. Inspirada en el estilo y diagramación de Médecine de France, y con la asesoría de Jorge Luis Arango (de la editorial Sol y Luna), causó extraordinaria impresión en el cuerpo médico nacional por su bella impresión y excelente contenido repartido en escritos de medicina y letras. Mario Camacho Pinto fue editor de la revista durante muchos períodos, y luego coordinador emérito. Este último título lo recibieron después los académicos Efraím Otero Ruiz y Alfredo Jácome Roca, y se denomina hoy editor emérito.

Dentro del Comité Editorial de esos primeros números de Medicina, recordamos a los académicos López Pardo, Mendoza Vega, Albornoz Plata, Serpa Flórez y Cárdenas Escobar. Nuevamente vinieron las aulagas económicas, pero entró a colaborar por un tiempo la editorial Catálogo Científico, y cuando esta empresa cerró sus puertas la revista cambió su portada que tuvo un color negro con azul y que apareció tres años bajo el patrocinio de Productos Roche, durante la presidencia de Pablo Gómez Martínez. Apareció luego otro número a cargo del tesorero Alfredo Jácome, durante la presidencia de Jorge Cavelier. Esta edición la financió con mucha dificultad la Academia, por lo que la revista una vez más quedó al borde de la desaparición.

La salvación de la revista vino gracias a la gestión de la Junta Directiva y de la Comisión de Biblioteca y Publicaciones ante el presidente de Laboratorios Italmex, doctor Joaquín Ordóñez. Así, reapareció Medicina después de un corto intervalo, esta vez con la actual carátula de color verde y con el sello dorado de la corporación. El aporte de este laboratorio nacional permitió un tiraje de 10.000 números y distribución a cargo de los representantes de dicha casa farmacéutica. Este programa duró varios años hasta que Italmex fue adquirido por la casa SKB, y se produjo la salida del doctor Ordoñez. Desde esa oportunidad, la revista ha venido saliendo varias veces cada año en virtud de los dineros aportados por el Ministerio de Educación: se pasó a 1000 y luego a 300, debido a la preponderancia de la edición virtual, enorme avance en la modernización de la revista que se complementa con la información suministrada en la página web o portal de la Academia y en el boletín Tensiómetro Virtual.

El nuevo editor fue Efraím Otero Ruiz, quien escogió una orientación para publicar artículos de “tanque de pensamiento”, y así salió por varios años. Sin embargo, la revista, como órgano de la Academia, era criticada por publicar demasiados discursos, tradicionales obituarios y otras notas, alejándose de la categoría de revista científica. A veces se escogían artículos mediocres, con el fin de evitar conflictos con algún autor importante, con falta de autocrítica. Como ocurría con la mayoría de las revistas médicas nacionales, los artículos que aparecían llevaban a menudo la firma del editor, o de alguno de los diferentes miembros del Comité Editorial. La revisión de pares era limitada, la endogamia (denominación dada a una publicación que principalmente acoge artículos de la misma institución editora) era la regla. Era común leer artículos de un solo autor.

Por aquellas épocas, Colciencias lanzó un programa de certificación de revistas científicas (universitarias, de sociedades de especialidades y otras instituciones), que bajo el nombre de Publindex fue acogida por las más grandes publicaciones. Diferentes bases de datos fueron creadas, las existentes fueron mejoradas y el interés por la acreditación permeó las diferentes revistas de ciencias y humanidades, que empezaron a adaptarse a los nuevos lineamientos. Medicina no fue la excepción.

Se designaron entonces miembros de la Comisión de Publicaciones para analizar la situación, entre ellos los académicos Beatriz Suárez de Sarmiento, Diego Rosselli y Alfredo Jácome. Rosselli asistió como representante de la revista a una reunión en Cali, donde se presentó la nueva base de datos llamada Scielo, con secciones aparte para cada país. Los trabajos se publicarían en su totalidad, con el uso de técnicas modernas de bibliometría. Vendría a ser un complemento de Lilacs, base de datos que había sido fundada anteriormente por la Biblioteca Regional de Medicina (Bireme) y que se ha mejorado notablemente en años recientes, ya que no solo acoge publicaciones latinoamericanas sino también de Estados Unidos y de varios continentes.

La Comisión decidió por mayoría que quería ser acreditada por Colciencias, aunque el editor Otero Ruiz se opuso argumentando que no era factible competir con las más reputadas, teniendo en cuenta además que no dependíamos financieramente de dicha institución. Insistía en acoger artículos de análisis y de reflexión, de carácter humanista, pero de investigación solo alguno ocasional que proviniera espontáneamente de un académico. Designó entonces a Beatriz Suárez y a Alfredo Jácome como editores asociados para hacer los cambios y dar el viraje, teniendo en cuenta su política editorial.

Fueron años difíciles pero enriquecedores. Lo más complicado fue conseguir suficientes artículos científicos. Se buscaron aportes de artículos, con algún éxito, con los participantes de los premios de la Academia, o entre los trabajos de ingreso a la Academia. Se rescataron artículos que requerían reorganización, se escribieron cartas a investigadores. De una institución, la Universidad del Cauca, colaboraron algunos profesores, y un grupo estudiantil de investigación.

Colciencias ofreció a todas las publicaciones científicas una valoración práctica para convertir una revista tradicional en otra que cumpliera con parámetros exigentes. Aunque la publicación no fue aceptada en la primera ni en la segunda convocatoria, fue clasificada luego en la categoría C, y posteriormente en la B. Se incentivó la revisión por pares académicos, se asimiló a la revista con los parámetros sugeridos por el sistema de libre acceso Open Journal System (OJS), se cumplió con los requisitos de Publindex, se actualizaron los datos de Medicina en bases como Lilacs (con nuevos requisitos) e ingresó Redib, Latindex, Imbiomed, Hinari, Google Académico y otras de esta categoría. No se logró pertenecer a Scielo, Redalyc y Scopus en los mejores momentos de indexación, aunque se intentó.

Se aprovecharon todos los recursos para convertir la revista en un medio científico digital, a través de los formatos OJS. Tiene su propio e-ISSN (diferente del impreso), con su propia página web y con publicación en Portable Document Format (PDF) y en HyperText Markup Language (HTML). Los artículos tienen fecha de recepción y de aprobación, palabras clave y resúmenes en español e inglés. Se actualizaron las instrucciones a los autores para que sigan parámetros modernos y se adoptó el sistema Vancouver para colocar las referencias, aunque a veces se aceptan otros sistemas con el APA, dependiendo de la clase de artículo.

Colciencias resolvió cumplir los parámetros de la OCDE, por lo que muchas revistas tuvieron que entrar a competir con las mejores del mundo. Obviamente, las que antes eran A1, pasaron a A2 o a B, las B a las C (algunas) aunque la mayoría no pudieron clasificar, porque ahora se exige un índice mínimo de citaciones, que la mayoría no logran. Obviamente, los mejores trabajos se publican en inglés, fuera del país, en busca de revistas indexadas por Scopus, o incluidas en PubMed, características que revistas como Medicina, sin menoscabo de su importancia, no logran. Publicar en revistas indexadas les da a los autores una mejor posibilidad de ser citados, y esto les genera beneficios para ascensos en instituciones de educación.

Actualmente Medicina es una publicación de tipo mixto, con artículos de investigación científica, revisión, reflexión y otros de historia de la medicina, con secciones variadas referentes a comentarios de nuevos libros científicos, cartas al editor, notas del museo, obituarios, editoriales, casos clínicos, etc. Todos enfocados a la problemática sanitaria, a la educación y divulgación de investigaciones del sector salud. La revista es más consultada en su versión digital, pero aún se imprimen unos 200 ejemplares por número con destino a bibliotecas.

Es de anotar que entre 2020 y 2021 se han publicado tres volúmenes monográficos, con el académico Andrés Felipe Cardona como editor invitado. Uno trató sobre la historia de las diferentes pandemias, y otros dos de la historia del cáncer en los que contribuyeron distinguidos profesionales de Colombia y de otros países.

En 2018 hubo cambios entre los editores. Alfredo Jácome Roca pasó a ser Editor Emérito, y en el cargo de Editor quedó el académico Jaime Eduardo Bernal Villegas; dos años más tarde, la nueva editora asociada fue la académica Patricia Savino, reemplazando a la académica Beatriz Suárez de Sarmiento, quien se retiró por motivos de salud, después de haber dejado una estela de logros, no solo en la revista sino en otras comisiones de la Academia, lo que le valió su designación de Académica Ejemplar en el año 2019.

En 2021, el académico Juan Manuel Anaya sucedió como Editor al académico Bernal Villegas, y aunque se seguirán lineamientos sugeridos por Minciencias, la revista mantendrá su carácter mixto, es decir, publicará artículos científicos, pero además habrá una sección de la Academia, de carácter humanista, con artículos históricos, algunos discursos, notas del museo, obituarios, etc.

En un momento de muchas realizaciones, la revista Medicina , con artículos científicos e históricos de gran calidad y otros relacionados con la problemática del sector salud, suma ya alrededor de 140 números de la última época. Si se tiene en cuenta que aparece en 1873, como Revista Médica , se puede afirmar que es la publicación más antigua de Colombia y una de las de mayor tradición en el mundo; se han editado hasta la fecha más de 720 números y ha sido el órgano oficial de la Academia Nacional de Medicina por espacio de 150 años.

Portal de la revista Medicina (www.revistamedicina.net) con la totalidad de sus números digitalizados, tal y como fueron publicados entre 1873 y 2022

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