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Short Stories /El Cuento
from Joaquin May 2021
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Siete Tomates
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V
Esa mañana Mundo entró al baño. Se afeitó como lo hacía en un pasado reciente y, después de la ducha, se vistió con ropa que casi había olvidado. Empezó a limpiar la casa que también parecía haber quedado abandonada, pese no haber sido causante de tal situación. tenía el semblante animado, emocionado. Sabía que esperar ya no significaba exasperación, sino un acto natural. El jueves estaba a la vuelta de la esquina y llegaría sin demora.
Por la tarde, llegó su hijo con la ardua tarea de interrogarlo. La costumbre de tocar la puerta se convirtió en un dato histórico. Al entrar, el muchacho pausó unos segundos, sorprendido. Vio a su padre cambiado, como un ser renovado, la vestimenta impecable, limpio, bien peinado. –Hola papá, ¿qué pasó, vas a una fiesta? –No, qué va. Lo que quiero es salir. Acompáñame. ¿Tienes tiempo? –Claro. A propósito, quiero preguntarte algo.
Mundo caminaba recto, orgulloso, tarareando la canción que lo despertó el viernes. Veía en todas direcciones para no perder detalles. –¿Adónde vamos, papá? –A admirar la naturaleza, hijo. –¿Por qué ahora decidiste admirar la naturaleza? –Porque tengo ganas. Así es en todo. ¿Qué es lo que me querías preguntar?
El muchacho no estaba seguro si este era el momento apropiado para iniciar la evaluación onírica. Nunca había acompañado a su padre en ninguna aventura por mínima que fuera. Lo pensó un instante sabiendo que habría tiempo de sobra. Sin embargo, al verlo con el temple resuelto, se lanzó al ruedo y preguntó: –Oye, papá, ¿con qué mano te rasuras? –Con las dos.
La respuesta fue instantánea. El muchacho imaginó a su padre cavilando un discurso filosófico acerca de un ritual milenario de barbas. Mientras el muchacho volvía de su sorpresa, Mundo continuó la explicación. –En sincronía.
–¿Cómo en sincronía? –interpeló el hijo levantando la cabeza en suspenso. –Al mismo tiempo. siempre hacia abajo para no perder el conteo y la velocidad no sufra. siete pinceladas son suficien tes, siete, acuérdate. - Manuel Camacho san Joaquin
El joven no supo qué delta college decir. se mantuvo en stockton, ca silencio observando a su padre. El hombre que se quedaba en casa como ermitaño a dialogar con botellas de vino, ahora convertido en amante de la naturaleza. –¿Escuchas el viento? A veces calla. Medita. sabemos de lo que es capaz cuando enfurece. Pero es el gran mensajero, con noticias trascendentales. Es juguetón también, ¿sabes? nos acaricia y nos arrulla en momentos intermitentes. Mira las flores, son como coloridas notas musicales. tienen el don de ser hermosas, como una mujer perfecta. Los árboles son imponentes, ¿no? Por más pequeños que sean, resguardan los secretos. En cada hoja renovada, nos recuerdan nuestros aciertos y fracasos. Aunque son frágiles y sensibles, nunca se doblegan.
El joven no daba crédito a lo que su padre comentaba. De hecho, no entendía. Sin embargo, el cuestionario tenía que realizarse y así prosiguieron la caminata mientras Mundo, contento, iba silbando You make me, you make me feel like a natural woman...
El jueves, Mundo se afeitó la barba de siete pinceladas sincronizadas, se puso ropa cómoda, veraniega y salió a la cocina. Los tres tomates esperaban su turno. Aún no entendía cómo se alineaban ni cuál tenía que sacrificar primero. Mundo no se dio prisa y pensó que daba igual cortar el primero que el tercero: el efecto de seguro sería el mismo. Algo inesperado evitó la tarea de partir el tomate. La mujer dorada se presentó radiante de bella con una bolsa de alimentos. Portaba un vestido floreado como si las mismas flores se hubieran confeccionado a su piel. El pelo le
FIFTH OF SEVEN PARTS • QUINTA DE SIETE PARTES
Seven Tomatoes
V
that morning Mundo walked into the bathroom. He shaved like he did in a not so distant past and, after the shower, dressed up with clothes he had almost forgotten. He started cleaning the house that also looked as if abandoned, though it did not cause the given situation. His demeanor was animated, exited. He knew that waiting no longer meant exasperation, but a natural act. thursday was just around the corner and it would arrive without delay.
In the afternoon, his son arrived with the arduous task of interrogating his father. The habit of knocking at the door was relegated to a historical fact. Upon entering, the young man paused for several seconds, surprised. He saw his father changed, like a renewed being, dressed impeccably, clean, well combed.
“Hi Dad, what’s going on, are you going to a party?”
“No, not even. What I want is to go out. Come with me. You have time?
“Sure. By the way, I wanna ask you something.”
Mundo was walking straight, proud, humming the song that woke him up that Friday. He kept looking in every direction not to miss any details.
“Where are we going, Dad?”
“To admire nature, son.”
“Why did you decide to admire nature all
bañaba los hombros como cascada de sol. Unos aretes movedizos como amapolas adornaban sus lóbulos. su sonrisa de luna inmaculada desarmó a Mundo. La mirada esmeralda y cautivadora de la mujer lo hechizaban. Ella tomó un tomate y con sensualidad se lo llevó a la boca. Mordió la mitad y la otra la puso en la boca de Mundo metiéndole los dedos para que los lamiera. Hecho una estatua, él temblaba y no podía articular una frase hasta que ella lo sacó del letargo. –bésame.
Él acató lo dicho y se hundió en el deseo. Hizo una pausa y dijo: –Miita, me encanta tu vestido. of a sudden?”
“Because I feel like it. It’s like that with everything. What did you wanna ask me?” the young man was not sure if it was the appropriate moment to initiate the oneiric evaluation. He had never accompanied his father in any adventure, big or small. He thought for a second knowing there was plenty of time. However, seeing him so animated, he decided it had to be now and asked,
“Hey Dad, which hand you use to shave?”
“the two of them.” the response was instantaneous. the young man imagined his father reflecting on a philosophical discourse about a millenary shaving ritual. While the young man was getting over his surprise, Mundo continued explaining.
“in synchrony.”
“What do you mean in synchrony?”
“At the same time. Always going down so you neither lose the count nor disrupt the speed. Seven strokes are sufficient, seven, remember that.”
The young man did not know what to say. He kept silent observing his father. The man who stayed home like a hermitage having conversations with bottles of wine, now transformed into nature’s lover.
“Do you hear the wind? Sometimes it stays silent. it meditates. We know what is capable of when it’s furious. but he is
–Me lo puse para ti.
Ella tronó los dedos y un popurrí de música suave llenó el espacio. bailaron sin interrupciones. El tiempo no pasaba unidos en el placer. En la cama, sus miradas conectadas perfeccionaban la naturaleza. Arrobados en el delirio, desencadenaron el éxtasis. Él empujaba desbocado y ella gritaba refulgente como una supernova.
Más tarde, los dos seres merodeaban en la cocina desnudos, listos a cocinar un the great messenger, with transcendental news. It’s also playful as well, you know? It caresses us and lulls us to sleep in intermittent moments. Look at the flowers, they are like colorful musical notes. They have the gift of being beautiful, like a perfect woman. The trees are imposing, right? No matter how small, they protect our secrets. In each renewed leaf, they remind us of our achievements and failures. Even though fragile and sensitive, they never yield.” the young man could not believe what his father was saying. In fact, he didn’t understand. Nevertheless, the questionnaire had to be done and thus they continued walking while Mundo, happy, was whistling You make me feel, you make me like a natural woman…
On Thursday, Mundo shaved in seven synchronized strokes, wore comfortable summer clothes, and walked into the kitchen. The three tomatoes were waiting their turn. He still could not understand how they aligned themselves and
continued on next page
Seven Tomatoes V
continued from previous page which one had to be sacrificed first. Mundo did not rush and thought that cutting the first or third tomato didn’t matter: the effect for sure would be the same. something unexpected prevented the task of cutting the tomato. The golden woman walked in with a bag of groceries, beautifully radiant. She was wearing a flowery dress as if the flowers themselves had dressed her skin. The hair showered her shoulders like a cascade of sun. Movable earrings like poppies embroidered her earlobes. Her moon-like, immaculate smile disarmed Mundo. Her emerald, captivating look enchanted him. She took a tomato and sensually put it in her mouth; bit half and put the other half in Mundo’s mouth pushing her fingers in for him to lick. Made a statue, Mundo was trembling and could not articulate a word till she brought him back.
“Kiss me.”
He obeyed the order submerging into desire. Then he paused and said,
“Miita, I love your dress.”
“i wore it for you.”
She snapped her fingers and a potpourri of soft music filled the space. They danced without interruptions. time did not pass joined together in pleasure. In bed, with their eyes connected kept perfecting nature. Entranced in delirium, they unchained the ecstasy. He kept pressing steadily and she yelling, brilliant like a supernova.
Later, the couple was walking around naked in the kitchen ready to cook an experimental dish. First, they opened a bottle of white wine and toasted. She asked,
“Do you have a juicer?”
“no.”
“then squeeze the lemons with your fingers.”
Mundo cut several lemons and followed the order till the container was full of juice. she was cleaning the shrimp with the yellow knife like a high-ranking chef.
“Now chop some garlic, ginger, and habaneros. Make sure each one is a spoonful. Add two spoons of brown sugar, and make a compact paste.”
Mundo started the task using a small knife. Though it was a delicate job, he managed to mix the ingredients, but the paste did not come out as expected because Mundo did not follow the instructions.
“Focus,” she said emphasizing, “focus.”
He had been distracted since the recurrent dream started. He did try but didn’t seem to manage the simplest maneuver. she was observing him a bit disapprovingly because there were better methods. When he was done, she asked,
“Why didn’t you mix them how i told you?”
“I don’t know.” He said, with a naïve face.
“The knives have to be bigger. You need them to make chopping easier. Do you have a can opener?
“no.”
“then how are you gonna open this can?”
Mundo made a small incision on top of the can with the knife’s tip. Levering with the can’s edge, he started cutting the metal like a scalpel. the can started showing its contents till she was satisfied and smiled happily.
“that’s great. Very ingenious.” the ingredients were ready and she showed him the process of making a ball of pasta with her hand. Mundo was expectantly waiting the next step.
“Do you have measuring cups?”
“no.”
“How about tongs?”
“no.”
“You don’t know what you’re missing, man. What have you been doing all this time? How come you don’t have kitchen utensils?” she said it playfully given Mundo’s simplicity.
“I don’t know.”
“Oh yeah? Is that your story? I don’t know, I don’t know…”
Once dinner was ready, they set the table as they were, au naturel. She snapped her fingers and a small vase appeared with some fabulous iceberg roses. In the same action, she produced a lit candle; they enjoyed the food, the wine, and the soft music she chose. It was a magical moment. At the end, looking at each other, she suggested,
“You wanna make love?”
(continues in the next issue)
Siete Tomates V
viene de la vuelta perimental. Primero descorcharon una botella de vino blanco y brindaron. Ella preguntó: –¿tienes un exprimidor de limones? –no. –Entonces los exprimes con las manos.
Mundo cortó varios limones y siguió la orden hasta llenar el recipiente de jugo. Ella desvenaba los camarones con el cuchillo amarillo como un chef de alto rango. –Ahora pica ajo, jengibre y habaneros. Asegúrate que sea una cucharada de cada cosa. Agregas dos cucharadas de azúcar moreno, y haces una pasta compacta.
Mundo empezó la tarea usando un cuchillo pequeño. Aunque era un trabajo delicado, logró el propósito. Mezcló los ingredientes, pero la pasta no resultó en el bloque que se requería porque Mundo no siguió las indicaciones. –Enfócate –, dijo ella recalcando, –enfócate.
Es que él había estado distraído desde que comenzó su sueño recurrente. Él hacía, pero no parecía terminar lo más simple. Ella lo observaba con un toque de desaprobación porque había mejores métodos. Luego de haber terminado, ella preguntó: –¿Por qué no los mezclaste como te dije? –no sé –. Lo dijo con cara de inocente. –Los cuchillos tienen que ser más grandes. Los necesitas para que sea más fácil picar. ¿tienes abrelatas? –no. –Entonces cómo vas a abrir esta lata.
Mundo hizo una pequeña incisión en la tapadera de la lata con la punta del cuchillo. Haciendo palanca con el borde, empezó a cortar el metal como bisturí. La lata fue asomando el contenido hasta satisfacer a la invitada. Ella sonriente comentó: –Muy bien. bastante ingenioso.
Los ingredientes estaban preparados y ella le mostró el proceso de crear una bola de pasta con la mano. Mundo esperaba expectante el siguiente paso. –¿tienes tazas de medir? –no. –¿Qué tal tenazas? –no. –No sabes de lo que te pierdes, hombre. ¿Qué es lo que has hecho todo este tiempo? ¿Por qué no tienes utensilios de cocina? –Lo decía divertida ante la simplicidad de Mundo. –no sé. –¿Ah sí? ¿Ese es tu cuento? No sé… no sé.
Con la cena lista, tendieron la mesa, siempre al natural: desnudos. Ella tronó los dedos y apareció un pequeño florero con unas rosas iceberg fabulosas. Con la misma acción produjo una vela ya encendida, disfrutaron la comida, el vino y la música suave que ella eligió. Era un momento mágico. Al final, sin dejar de mirarse, ella sugirió: –¿Quieres hacer el amor?