
13 minute read
Poetry / Poesía
p OETR y • P o
Intentemos
Advertisement
JAIME CALDERÓN (El Poeta Triste) Voy a intentar volver a amarte Porque lo mereces tú Porque lo merezco yo Si miro la contraparte Hay un cielo igual de azul Pero cubierto de olvido Infectado de rencor Voy a intentarlo de nuevo Porque bien vale la pena Por los momentos vividos Que hicieron nido en mi cuerpo Y me jugaron la faena Para ganarse el indulto Y la inmunidad al olvido.
Debes tenerme paciencia Si estás de acuerdo conmigo Y a ti también te conviene Sin oponer resistencia Porque no soy tu enemigo Solo soy un conocido Que ya siente que te quiere. Quiero intentarlo otra vez Volver a soñar contigo Y suspirar con tu recuerdo Despertar como a las diez Y desear que estés conmigo Para llenarte de besos Y cobijarme con tu cuerpo. Voy a intentar volver a amarte Y sofocar mis pulmones Con el olor de tu pelo Quiero volver a desearte Sin ponernos condiciones Para volver a ser dueños De un pedacito de cielo. No quiero verte con culpa No me culpes tú tampoco Empecemos otra historia Vamos a ver que resulta Vámonos poquito a poco Y acumulemos recuerdos Sin saturar la memoria.
Voy a intentar volver a amarte Porque hay más involucrados Que no tienen culpa alguna Si miras la contraparte Verás que por todos lados Nos encontramos atados Por desgracia o por fortuna
Líder Traidor
Justo Vale ncia
Es incredible pensar, Que solo por ser millonario. A la presidencia pudo llegar, Un engreído empresario. Es caprichoso y embustero, A diario hace berrinches. Odia a todo extranjero, Que por que son ilegales. Su mamá nació en Escocia, Su oficio fue de ama de casa. Con cincuenta dólares en la bolsa, Y una visa de emigrada. Llego a los Estados Unidos, Se caso con un empresario. Dándole a sus queridos hijos, Protección y un buen escenario. El presidente en su casa tiene, La servidumbre mojada. Porque lo que el pretende, Es ahorrarse una plata. Su comida favorita, Es la comida chatarra. Odia a la gente vegana, Porque los Big Mac el ama. Como es posible que el presidente, Confunda al mexicano. Como un vil delincuente, Si es quien más le da la mano. También traiciona a su pueblo, Haciendo negocios turbios. Con líderes extranjeros, Negando información a los suyos. Ya corrió a los directores, A todos esos del alto mando. Porque en las investigaciones, Le encontraron el delito cometido.
Cuantas calamidades soportamos, Por tratar de vivir mejor. Hasta los americanos, Tienen un líder traidor.
La Vida
EVA ZÚÑIGA
Sus besos, pájaros negros, Que golpearon los labios míos, Caricias disecadas en la piel, Qué hoy huelen a humedad.
Sepulcro de mentiras, En la memoria vivas Promesas, de agua que Se fueron y se consumieron, En el baúl del hastío.
Gritos y lamentos como Ecos taladran los oídos, La vida es la comunión Con la muerte.
Los minutos mueren y la Batalla contra el tiempo corre, Una línea en la frente y en Los labios hendiduras.
Cabalgata de momentos Que fueron fucilados, Los ojos se cubren de nubes Grises, con tormenta amenazan.
Grietas en el cuerpo se Quedaron de manifiesto, Van forcejeando los días Con los años..
Food Chain
Jack Random, Turlock, CA
Rich nourishing soil Unravaged by the sun Unspoiled by chemicals Fertile giving earth
Plow the land sow the seeds Fertilize and bless With fresh clean water Unpolluted by industry
The careful hands of migrants From the land below Sweat of the brow Long hot hours beneath A blazing sun
The miracles of birth Growth and maturation The fruit of hard labor Plucked by calloused hands Boxed and crated Stacked in trucks and boxcars Delivered to your local store Unloaded and displayed Placed upon your table
Give thanks for the things we eat The food that sustains Give thanks for all the workers Who form the essential chain

Dreamscapes, Calmness and Smiles

Natas ha Bur lesq

ue
Juana’s Garden

Echo Park

y ard red bic y cle parked in back
This is the second of four chapters we missed in our Historical Perspectives Series (2017-2018) that, we believe, is important to learning about the indigenous life in the San Joaquin Valley and why it disappeared.
Éste es el segundo de cuatro capítulos extraviados de nuestra serie Perspectivas Históricas (2017-2018) que, creemos, son importantes para conocer la ocupación indígena del Valle San Joaquín y entender cómo desapareció. Estanislao y los Guerrilleros Libertarios del Valle
Al tiempo que las misiones perdían importancia y se desintegraban (ver edición anterior), hubo un aumento en resistencia indígena armada en California. Muchos indios misioneros huyeron hacia el interior, a menudo uniéndose a bandas multinacionales de refugiados. Los cazaesclavos costeros eran un enemigo común para estos patriotas nativos. Los caballos se habían vuelto numerosos y proporcionaban carne, transporte rápido y un recurso que podía intercambiarse.
“Al mismo tiempo que adquirían caballos, los indios del Valle Central también se estaban volviendo más conocedores de las tácticas [mexicanas] de combate (...) A lo largo de toda la frontera, los indígenas montados se estaban preparando para una guerra cada vez mayor (...) principalmente (...) para evitar una expansión hispanomexicana en el interior de California” 1 .
En 1828, un hombre de unos treinta años —miembro del grupo Lacquisemne Yokuts y originario del río Stanislaus— dejó la Misión San José (hoy la ciudad de Fremont) y estableció una banda de refugiados en su tierra natal que se rebeló abiertamente contra los mexicanos. Se llamaba Cucunuchi, aunque los españoles lo llamaron Estanislao en 1821, en honor al polaco San Estanislao. Otro líder clave de la resistencia nativa fue Huhuyut, bautizado Cipriano en la misión Santa Clara de Asís. Era de una nación de Yokuts vecina y relacionado por matrimonio con Estanislao.
NOTE: This article was condensed from: “The Native Peoples of San Joaquin County: Indian Pioneers, Immigrants, Innovators, Freedom Fighters, and Survivors,” Part Two, The San Joaquin Historian, winter 2016, published by the San Joaquin County Historical Society. NOTA: Este artículo es un extracto de “Pueblos Nativos del Condado San Joaquín: Pioneros, Indígenas, Inmigrantes, Innovadores, Guerrilleros y Sobrevivientes” 2a Parte, The San Joaquin Historian, Invierno 2016. 16 Joaquín JUNE Su banda asaltó ranchos e intentó fomentar revueltas en las Misiones San José, Santa Clara de Asís, Santa Cruz y San Juan Bautista.
En noviembre de 1828, el Padre Narciso Durán de la Misión San José, Padre y Presidente de todas las misiones de California, solicitó una intervención militar en respuesta a las incursiones nativas: “Todo depende de capturar vivo o muerto a un tal Estanislao de esta misión y una persona de Santa Clara llamado Cipriano” 2 . Estanislao y Cipriano se prepararon para la confrontación al hacer un llamado a las armas a los patriotas nativos del Valle Central.
Pronto hubo una escaramuza a lo largo del río Stanislaus entre los guerrilleros nativo-libertarios y quince soldados mexicanos del presidio de San Francisco bajo el mando del sargento Francisco Soto. Los relatos de esta confrontación son vagos porque el sargento resultó herido en el encuentro y murió poco después. Al parecer los indios atrajeron al impetuoso Soto a un campo de batalla elegido por ellos, mataron a dos o tres David Stuart Sacramento, CA Former Exec. Dir. San Joaquin Co. Historical Society soldados e hirieron a otros cuatro o seis antes de que los mexicanos se retiraran a la costa.
Más plenamente documentada fue una expedición posterior, después de la temporada de lluvias. A principios de mayo de 1829, cuarenta soldados del presidio de San Francisco, más unos setenta indios-milicianos de la Misión San José, liderados por un experimentado cazador de indios, el sargento José Antonio Sánchez, fueron enviado a detener a Estanislao y sus seguidores. La banda rebelde se escondió en la densa “jungla” del bosque ribereño a lo largo del río Stanislaus, probablemente en algún lugar cerca de la actual Riverbank u Oakdale —aunque algunos investigadores han identificado el sitio de la batalla río abajo, en Caswell Memorial State Park. Los patriotas
NOTES / NOTAS
1.Jack D. Forbes, Native Americans of California and Nevada: A Handbook (Healdsburg, Calif.:
Naturegraph, 1969), 35. 2.Sherburne F. Cook, “Expeditions to the Interior of California, Central Valley, 1820-1840,”
University of California Anthropological Records 20, No. 5 (1962), 169. nativos habían construido elaboradas estructuras defensivas.
El sargento Sánchez tenía la intención de cañonear a los indígenas rebeldes, pero el carruaje donde se asentaba el cañón se quebró, inutilizándolo el arma. Las tácticas de infantería resultaron ineficaces contra las barreras defensivas de Estanislao. Después de dos días enteros de lucha, las fuerzas mexicanas no habían expulsado a los indios de la fortaleza y habían sufrido dos muertos y diecinueve heridos. Sánchez abandonó el asedio y se alejó de los victoriosos indígenas libertarios, arribando a la Misión de San José el 10 de mayo.
Esta victoria de los patriotas nativos sobre las milicias y fuerzas regulares mexicanas fue un hito para la resistencia armada a gran escala entre los indios de California. Fue la primera victoria indígena verdadera sobre los invasores —españoles o mexicanos. También fue notable porque los combatientes nativos incluían originarios de muchas naciones indígenas en el Valle del rio San Joaquín y el valle inferior del Sacramento —tal vez incluso chumash-hablantes de la costa de
Santa Bárbara que en su momento habían huido a los tulares (ciénagas de juncos del
Valle Central) después de su Revuelta de 1824 (véase el capítulo anterior). Además, los patriotas nativos utilizaron con bastante eficacia tácticas europeas y movimientos de tierra defensivos, trincheras y barricadas para defender sus tierras natales.
La retaliación posterior por parte del ejército más grande convocado en la California Hispana se describirá en el próximo número.
Estanislao and the Valley Freedom Fighters David Stuart, Sacramento, CA
Concurrent with the decline and break-up of the missions (see previous installments), was an increase in armed resistance by California Indians. Many mission Indians fled inland, often joining multi-national refugee bands. Coastal slave-raiders were a common enemy for Native patriots. Horses had become abundant and provided meat, quick transportation, and a resource that could be traded.
“At the same time as they were acquiring horses, the Indians of the Central Valley were also becoming more knowledgeable about [Mexican] fighting tactics (...) Along the whole frontier, mounted Indians were preparing themselves for increased warfare (...) more than anything else (...) to prevent Hispano-Mexican expansion into the interior of
California.” 1
In 1828, a Lacquisemne Yokuts man in his mid-thirties, originally from the lower Stanislaus River, left Mission San José (present-day
Fremont, CA) and established a refugee band in his homeland that openly revolted against the Mexicans. His name was Cucunuchi, although the Spanish had renamed him Estanislao in 1821, after the Polish Saint
Stanislaus. Another key leader of the Native resistance was Huhuyut, christened Cipriano at Mission
Santa Clara de Asís, from a neighboring Yokuts nation and related by marriage to Estanislao. Their band raided ranchos and attempted to foment revolts at Missions San José, Santa Clara de Asís, Santa Cruz, and San Juan Bautista. Father Narciso Durán of Mission San José Durán, Father-President of all the California missions, in November of 1828 requested military intervention in response to the raids: “Everything depends upon capturing dead or alive a certain Estanislao from this mission and a person from Santa Clara called Cipriano.” 2 Estanislao and Cipriano prepared for the confrontation by putting out a call to arms to Native patriots in the Central Valley.
Soon there was a skirmish along the Stanislaus River between the Native freedom fighters and fifteen Mexican soldiers from the San Francisco presidio, under the command of Sergeant Francisco Soto. Accounts of this confrontation are sketchy because the sergeant was wounded in the exchange and died shortly thereafter. The Indians apparently lured the hot-headed Soto into their chosen battlefield and killed two or three soldiers and wounded four to six others before the Mexicans retreated to the coast.
More fully documented was a subsequent expedition, after the rainy season, in early May 1829. Forty soldiers from the San Francisco presidio, plus about seventy Indian militiamen from Mission San José, led by an experienced Indian-fighter, Sergeant José Antonio Sanchez, were sent to apprehend Estanislao and his followers. The rebel band was holed up in the dense riparian forest “jungle” along the Stanislaus River, probably somewhere near present-day Riverbank or Oakdale, although some researchers have located the battle site as far downriver as Caswell Memorial State Park. The Native patriots had constructed elaborate defensive structures.
Sergeant Sanchez had intended to bombard the Indian rebels, but a broken field carriage on the artillery piece rendered it useless. Infantry tactics proved ineffective against Estanislao’s defensive works. After two full days of fighting, the Mexican forces had not driven the Indians out of the stronghold and had suffered two dead and nineteen wounded. Sanchez abandoned the siege and withdrew from the victorious Indian freedom fighters, arriving at Mission San José on May tenth.
This victory by the Native patriots over Mexican regular forces and militia was a milestone in large-scale armed resistance among California Indians. It was the first substantial Indian victory over the invading Spanish or Mexicans. It was also noteworthy because the Indian fighters included individuals originally from many Native nations in the San Joaquin Valley and the lower Sacramento Valley— perhaps even Chumash-speakers from the Santa Barbara coast who had fled to the tulares (Central Valley tule marshes) after their 1824 revolt (see prior installment). Moreover, the Native patriots quite effectively used European tactics and defensive earthworks, trenches, and barricades to defend their homelands.
The subsequent retaliation by the largest army every assembled in Hispanic California will be described in the next installment.

La Rueda del Tiempo
Donald F. Trump se ha convertido en un símbolo internacional del racismo. Nunca desde el 5 de mayo de 1963 — cuando el Comisionado de Seguridad Pública de Birmingham, T. E. “Bull” Connor utilizó perros de ataque y mangueras de bomberos contra estudiantes que exigían derechos ci- viles— ha visto este país semejante abuso de poder como el utilizado para dispersar mani- festantes frente a la Casa Blanca recientemente
Nunca desde el 4 de mayo de 1970 —cuan- do la Guardia Nacional disparó a una muche- dumbre de estudiantes blancos en la Universidad Estatal de Ohio en Kent— estadounidenses blancos han protestado con tanto vigor.
La ejecución pública de George Floyd a manos de un policía racista blanco, quien protegía sus ojos de los destellos de cámaras mientras ignoraba ruegos de misericordia, desgarraron nuestra alma, aunque nunca tan- to como el desconocido número de hombres negros y cobrizos encarcelados, torturados, y linchados por un sistema judicial racista.
Esta “América Blanca” se ha acostumbra- do a la brutalidad policiaca y silenciosamente entrecerrado los ojos o sonreído displicente mientras miles han sido asesinados. Después de los linchamientos y masacres de indígenas, no hay cosa más opresiva que el uso de tropas armadas para sofocar disidencia.
Incluso cuando servía en naciones extran- jeras rodeado de enemigos, nunca sentí que era mi deber aplastar la disidencia por medio del homicidio. Nunca me imaginé a mí lanzando gases o apaleando latinos luchando por los mismos privilegios que los empoderados norteamericanos han gozado por siempre. Mi repugnancia por las prácticas matonescas del Presidente superaría incluso la amargura que sentiría si me hubieran obligado a traicionar el juramento que alguna vez hice.
La rueda de los tiempos rota de nuevo y nos volvemos a encontrar luchando por igualdad y contra la injusticia. Continuamos sufriendo por las condiciones de una sociedad racista y tolerada por una “América Blanca”. De joven —y como miles de otros— me enlis- té en las Fuerzas Armadas buscando un mejor futuro. A pesar de la actual mala economía, la presente generación se resiste a engancharse por culpa de un racista abraza-banderas.