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8.3. Charles Fourrier (Falanges o Falansterios

Ciudad del Sol” en oposición a la concepción escolástica de San Agustín, expresada en la “Ciudad de Dios”.

Campanella en su obra vuelve a trazar una ciudad ideal que reafirma los conceptos sociales y urbanos de su antecesor, pero a diferencia suya, que concedía cierta importancia al papel de la Inteligencia (cultura) en el desarrollo de Utopía, se señalará que la Ciencia, el Poder y el amor practicados en las ciudades, será el sustento de toda transformación de las relaciones sociales.

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8.3. Charles Fourrier (Falanges o Falansterios). -

Charles Fourrier (1772-1837, francés), continúa la perspectiva utópica e inicia su propuesta con la creación de las falanges o falansterios.

Sistema especial de 24 a 32 haciendas con una población no superior a las dos mil personas, y cuya capital política sería la ciudad de Constantinopla. Su base productiva sería la actividad comercial, la agricultura y la industria, con sistemas de trabajo rotativo para que la población no se rehúse, y cuyos beneficios obtenidos serian distribuidos entre todos sus componentes: Una parte como sueldos y salarios, otra, en calidad de recompensa a la maestría y al talento; la tercera parte, como ganancia del capital. Estas falanges, serian pues, el núcleo germinal de una sociedad socialista, basada en el trabajo y la propiedad colectiva.

En el centro de cada falange se construiría un falansterio, valga decir, una gran casa comunal, con todos sus servicios. Los niños de aquella ciudadela gozarían de cunas maternales, centros de recreación, alimentación y educación gratuita.

La armonía, la racionalidad, la justicia deberían corresponderse con el equipamiento, la infraestructura, la uniformidad y la belleza expresiva de la trama urbana. Los falansterios deberían ser verdaderos palacios sociales y destinados a destruir gradualmente la sociedad capitalista.

Las doctrinas de Fourrier estaban cargadas de simpatía por los trabajadores, sin tomar en cuenta a sus aliados o a otros grupos próximos laboralmente a ellos; es que veía a todo aquel que no fuera obrero un enemigo de clase, un explotador. Semejante equivocación lo llevó a afirmar que “en la sociedad capitalista todo obrero es enemigo de la masa cuyos intereses se hallan en contraposición con sus intereses personales. El médico desea que haya tantos enfermos como sea posible y el litigador ve con agrado el aumento de juicios. El arquitecto sueña con

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