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9.4. El Modo de Producción
y diferencias entre una y otra sociedad, bastaba el manejo comparativo del concepto de “tipo ideal”, y así se obtenía un adecuado conocimiento de la sociedad.
9.4. El Modo de Producción. -
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Cualquiera que sea la organización y grado de desarrollo que tenga la sociedad humana, base fundamental de su existencia ha de ser la producción, ya que el hombre no encuentra en la naturaleza todos los bienes materiales, ni mucho menos, los halla acabados. El hombre tiene que producirlos, no una sino varias veces, en consecuencia, la producción y la reproducción serán una necesidad eterna y objetivamente ajena a la evolución de los hombres que requiere ser realizada una y otra vez.
Pero la producción no se simplifica en la entrega de los bienes materiales para el consumo humano, por el contrario, va mucho más allá, cuando se constata que el hombre al producir, reproduce también todo su régimen de vida, y en este proceso se va formando como ser social.
En tales condiciones el hombre establece un modo, una forma, una manera de asociarse con sus congéneres, con la naturaleza, y, por lo tanto, configura una manera de vivir, un modo de producción.
El modo de producción es “un determinado modo de actividad de estos individuos, un determinado modo de manifestar su vida, un determinado modo de vida de los mismos. Tal y como los individuos manifiestan su vida así es. Lo que coincide, por consiguiente, con su producción, tanto con lo que producen como con el modo como producen. Lo que los individuos son depende, por tanto, de las condiciones materiales de su producción.30
Es esta la razón –según Marx- por la cual toda la estructura de la formación socioeconómica tenga que estar determinada por el modo de producción de la vida social de los hombres.
El hombre al producir, es decir al llevar a cabo, esa actividad material, consciente y racional con el fin de adaptar los recursos naturales la satisfacción de sus necesidades ha de establecer dos relaciones de diferente tipo, pero de
30 Carlos Marx, “El Capital” T-I, pag. 618