Volver a Londres por primera vez

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Londres por primera vez Jonás Alpízar / Fotos Lidia R. Wah

Visitar la capital londinense llevando por equipaje todo lo que la cultura popular nos ha enseñado de ahí, se convierte en un extraño "volver a donde nunca habíamos estado", un agradable déjà vu lleno de canciones, camiones rojos, flores de cerezo y fish and chips

La Famosa Elizabeth Tower, comúnmente conocida como el Big Ben, junto al edifico Parlamento del Reino Unido.

26

Noviembre

2013


“S

i alguna vez viajo a Londres y escribo un artículo de ahí, le pondré como título London calling en honor a la canción del grupo de punk The Clash”, pienso mientras miro la gran brecha que hay entre el andén y los vagones del famoso tube. “Mind the gap”, repiten incesantemente los altavoces que hacen eco en la bóveda de la estación Victoria. Dos paradas después, salgo de la estación Westminster para visitar, (disculpen, es mi primera vez en Londres) el Parlamento y la Elizabeth Tower, mejor conocida con el nombre de Big Ben. Muchas cosas he leído y escuchado acerca de la capital inglesa, y muchas resultan ser ciertas; el cielo nublado que amenaza con lluvia confirma una más de ellas. Subo el cuello de mi chamarra, mientras deseo que ésta fuera una gabardina gruesa como las que usan los residentes. Encogido de hombros, como si replegara mis alas, abandono el puente y me adentro en las calles mientras canto el mismo coro de London calling. No pienso sacar de la mochila el mapa y buscar en él una ruta. No podría haber nada menos punk que eso.

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How do you serve fish and chips?

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Las dos Londres

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Mi Londres, o la concepción que tenía de éste, se fue gestó desde la infancia; desde que veía a Roger Moore encarnar al agente 007, desde aquél pequeño camión Double-Decker rojo de juguete que empujaba por una carretera imaginaria; hasta, mucho más adelante, cuando descubrí la música de The Clash, Sex Pistols y Pulp; después vinieron los libros de Neil Gaiman y Martin Amis. Pero todo eso, como puedo constatar, poco me había mostrado del Londres real, del que ahora estoy viviendo y respirando. Sobra decir que no me imaginaba que los camiones de dos pisos fueran tan grandes. Dejo atrás el río Támesis, paso de largo por la Abadía de Westminster y termino, sin bien saber cómo, en St. James Park, en las inmediaciones del Palacio de Buckingham. No se siente calor y las hermosas flores de cerezo se amontonan en las largas ramas que los sostienen. Pequeños y ruidosos niños, seguramente en una excursión escolar, acaparan las veredas, en lugar de esquivar hombrecillos rubios y pelirrojos, prefiero esperar sentado en una banca. Aquí en el parque, lejos de los edificios que nos cubran del viento, se siente más frío. Tras haberme encaramado unos breves momentos en la reja del palacio real, tratando de ver algo que nunca vi, decido que es hora de probar aquella misteriosa, y seguramente deliciosa, pieza de arte culinario a base de pescado y papas.

O lo que es lo mismo, ¿cómo sirven el pescado con papas? Para muchos, esta pregunta sonará ilógica y hasta tonta, pero para mí no lo era, para mí era una duda razonable que debía ser aclarada porque, la verdad, nunca había visto un plato de pescado y papas. Mi interlocutora, una mesera griega con bastante tolerancia a los turistas, respondió simplemente, “Like this: fish (hace la mímica de colocar el pescado en una mitad del plato) and chips (pone las papas imaginarias en la otra mitad”. Juro que esta anécdota es verídica y yo solo quería saber . Con menos dignidad de la que tenía cuando entré al local, pero con mucho más carbohidratos, emprendí el camino hacia el lugar que me haría olvidar: una public house o, simplemente, pub. No tardé mucho en toparme con un local de fachada de madera negra, sus letreros en elegante tipografía blanca que me inspiraron confianza. Me acerqué a la barra y, ahora sí, tuve la delicadeza de no preguntar cómo sirven la cerveza Guinness. Las paredes del pub están decoradas con banderas y fotos del equipo de futbol Arsenal. Mis ojos recorren los rostros de los jugadores y esperan encontrar a alguien conocido, hasta que mi mirada se topa con una rockola al fondo de la barra. Mientras camino, tarro en mano, hacia ésta vuelvo a tararear la misma canción. Sí, London calling. Me hago la promesa de que si la encuentro en el repertorio, no solo le voy a meter monedas para escucharla, sino que sí plagiaré el título de la canción para usarlo en mi artículo. Celebro mi trascendente decisió, mientras vacío el tarro de cerveza. Comienzo a dar vueltas al menú de melodías. Veamos ¿debería buscar por The o por Clash?

1 Terraza de un clásico pub londinense. 2 Flores de cerezo que cubren los árboles en St. James Park, cerca del Palacio de Buckingham. 3 Abadía de Westminster, lugar donde se celebran las coronaciones de la monarquía británica. 4 Integrantes de la banda real ensayan antes de un acto oficial. 5 Una de las miles Public Houses, o pubs, que se pueden visitar en Londres.

MUJER EJECUTIVA

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