LA HORA
Todos los días a la misma hora, no importa la estación del año, a las cinco y media de la tarde, el sol se vela y una sombra entra por la ventana del cuarto. Es la melancolía. El doctor dice que se trata de un padecimiento del corazón, pero cree entenderle que no se refiere a un mal físico, porque recuerda con toda claridad que la anomalía empezó muy temprano, en el mismo momento en que alcanzó el uso de razón y tuvo conciencia de sus estados de salud. Y nunca el médico entonces alertó a sus padres
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acerca de que el órgano en cuestión estuviera afectado de manera congénita o a consecuencia de alguna enfermedad infantil. Cuando era un niño de cuatro o cinco años y la sombra entraba por la ventana de su hogar a las cinco y media de la tarde, él aún no había aprendido la palabra “melancolía”. Su padre estaba en el trabajo y la casa se encontraba bajo la custodia de la madre, su carnal madre que cubría con su cuerpo todos los agujeros que el constructor desaprensivo hubiera olvidado de obturar cuidadosamente. La madre taponaba con su calor los orificios del peligro y, sin embargo, a las cinco y media de la tarde, del invierno o del verano, la sombra artera se cernía sobre la luz hogareña y la melancolía se posesionaba de su corazón recién estrenado. No podía impedir la centinela la entrada de la sombra porque esta era una forma incorpórea que había logrado aposentarse en el interior del hijo. Era una ausencia. La ausencia de la hermana menor que todavía, tal vez, ni siquiera estaba en los planes de sus padres. Pesaba en el niño de cuatro o cinco años su no llegada y el vacío presentido de su partida. La hora – Jorge Andrade Página autoral en Facebook – Jorge Andrade
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Gravitaba sobre él la desaparición de la abuela, la madre de su madre, que ocurriría muy poco después de que recibiera a la hermana. Esperaba la sombra a esa hora de la tarde la muerte que aguardaba a la mujer que ponía toda su voluntad en obturar los huecos peligrosos de la casa. Incidía en la oscuridad prematura la muerte futura del padre y la disolución final del hogar. Pero esta descripción que podría calificarse de obituario no lo es. Es, por el contrario, un camino de arqueólogo que intenta encontrar el punto del pasado en que ocurrió el estallido silencioso del cual nació la melancolía. Los indicios salpicaron el camino sin que él lograra descifrarlos con precisión. Por ejemplo los largos meses de sufrimiento de la madre que la llevaron penosamente a la muerte temprana. Se turnaban el padre, la hermana y él para velar junto a ella, impotentes para hacer nada más que contemplar el dolor e inyectarle morfina. Fue incapaz de comprender el signo porque sus ojos lo traicionaron. No pudieron derramar una lágrima durante toda la agonía ni en el momento de la muerte. La hora – Jorge Andrade Página autoral en Facebook – Jorge Andrade
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Pasaron siete años desde entonces hasta el día en que, habitando un sitio transitorio de su exilio, solo, sin apoyo y sin amigos, repentinamente, en su fragilidad y lejanía, sus ojos se apiadaron de él y lloraron sin pausa, con largos sollozos acongojados, durante dos horas. Desde ese día, y aún sin haber entendido plenamente, gozó del alivio de no soñar con su madre enferma, sino de verla lozana y joven, como en aquellas tardes cuando él tenía cuatro o cinco años y aspiraba la fragancia del pan tostado del hogar a la hora de la merienda. Fue después de la muerte del padre, cuando conoció la orfandad, y de la muerte de la hermana, cuando supo cuál era la soledad del último, el momento de la comprensión total. La deflagración, al fin, había detonado. Todo ocurrió una tarde, a las cinco y media, cuando la estufa de kerosene siseaba y los envolvía con su calor modesto. La madre, atareada con la preparación de la merienda, descuidó por un momento su amorosa vigilancia de la inviolabilidad protectora del hogar. La sombra los oscureció. La melancolía oscureció la
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luminosidad del hogar. Él miró a la ventana y luego a su madre demandándole explicaciones más que protección. Ella bajó la cabeza y entonces, lentamente, lo miró sonriendo con dificultad, pidiéndole disculpas.
Junio de 2021 Jorge Andrade Imagen original: Lady Emilia
Jorge Andrade, escritor, economista, crítico literario y traductor. Ha publicado numerosas novelas, entre ellas, Desde la muralla, Vida retirada, Los ojos del diablo (premio internacional Pérez Galdós, España); libros de cuentos como Nunca llega a amanecer y, recientemente, Cuentos subversivos; y el volumen de ensayos Cartas de Argentina y Otros ámbitos. Fue colaborador del diario El País y de las revistas El Urogallo y Cuadernos Hispanoamericanos de España, así como del diario La Nación de la Argentina. Para contacto periodístico y notas de prensa contactarse con: Nadia Kwiatkowski nadiakiako@gmail.com
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